domingo, marzo 06, 2016

ES VERDAD QUE LOS DÍAS NO TIENEN SENTIDO...



*Dibujo de Erika Kuhn.









*



Te digo: en el sueño
en una ciudad de vidrio y jardín
futurista
te digo: había un botón
como acá, en este mensajeador (mensaje de amor, masaje de amor alternativamente corrige el corrector,
este señor que no entiendo pero que a veces se ilumina como una pepita en la lengua)
Había un botón en la ciudad de vidrio
nítida
lo presionaba.
Por un lugar como chimenea al cielo
ascendían incontables corazones.
Te digo: podía elegir el color.
Primero rojo, después probaba azul y verde.
Era hermoso.
Se poblaba el cielo de corazón.
Me decís: corazones como nubes.
Exacto, así lo vi.
Me decís lo que sueño como si estuvieras
ahí, conmigo.
Te cuento: sabía yo en el sueño que era vida en ese momento que
si agarraba un corazón
de esos que volaban
algo maravilloso ocurría
algo distinto para cada quien
definitivamente maravilloso.
Sucedía, sin embargo,
-sabíalo en el sueño que era vida así-
que agarrar un corazón era
definitivamente, prácticamente,
imposible.
No importaba.
En el sueño que era vida por un instante
yo me preparaba
elegía un color
buscaba amarillo
me alistaba, tomaba aire, fuerza.
Me decía: presionás y salís.
Preguntaste con buen tino: ¿volabas?
No, te aclaré. Corría, a toda velocidad
Corría como un animal veloz, intocable.
Y ya no supe qué pasaba en el sueñovida.
Corría y corría en el aire. Transparente.

Observaste, con precisión absoluta:

Hay que agarrar un corazón y correr.
Tan cierto, pensé.
Tan real y sueño: lograrlo.
Hay que agarrar un corazón y correr.
Entonces, me di cuenta por vos
de lo que se trata este sueñovida:
recuperar el corazón perdido que vuela entre nubes
ese propio que dejamos ir
hasta que decidamos correr a buscarlo
correr a sentir todo de nuevo
en el tiempo mínimo de cada latido
que poseemos, regalado.

Agarrá tu corazón, corramos.


(km. 2016)

*De Karina Macció. karina@siempredeviaje.com.ar

-Karina Macció (Buenos Aires, 1974) es escritora, editora, docente apasionada por la traducción. Dirige Siempre de Viaje, talleres de lectura y escritura, y Viajera Editorial, dedicada a la literatura contemporánea, especialmente a la poesía. Es profesora de Semiología en el Carlos Pellegrini y egresada del colegio Nacional Buenos Aires. Le gusta organizar encuentros donde la poesía brille y sea una experiencia inolvidable.

Ha publicado Ocre, Amarillo vol1 (Textos Intrusos); Mis Peores Poemas de Amor/My love worst poems (traducido por Annie McDermott, Viajera), Diario de la Transformación (Viajera), La Pérdida o La Pérdida (Viajera), impresos en rojo (Gog y Magog), Ferina (La Bohemia), Lestrygonia (Aurelia Rivera), Pupilas Estrelladas (Siesta).











ES VERDAD QUE LOS DÍAS NO TIENEN SENTIDO...










El camino que sube a un costado del río*



De aquel árbol salen silbidos,
musita alegre sus melodías,
sus ojos grandes
han bebido el tiempo tibio,
ojos grandes
de manantiales floridos.

Al árbol le sale un ligero pelaje,
le crece sobre su testuz de bagazo
que saluda la tarde.
Debajo,
muy profundo en la tierra,
durmiendo un amasijo de cometas
el venado y el ave abrazan sus juegos.

… Se querían tanto.

El café abraza con sorbos
los estertores aromáticos de la resina.

Hay mares de sol,
Sol morado,
con hojas al vapor
crascitando ostensiblemente tu nombre.

Es verdad que los días no tienen sentido:
uno ha de fracasar siempre
al hacer esa búsqueda,
porque desde el primer latido
de aquella burbuja que atesoramos tanto,
tenemos la ocupación de constructores.

¿Por qué inundar nuestros cabellos
con tanto cielo azul?
¿O cargar nuestra espalda
con el efímero peso de un espacio
con métricas que escasamente son más grandes
que nuestro existir en el mundo?

Nada tiene sentido:
como aquel árbol
o la semilla que lo levantó.

Dar sentido a los días
sin que lo tengan,
a la guarda de que puedan dar a luz
a un manantial en constelación de peces.

Allá sube el aroma del mundo
articulando con pericia sus patas,
y es que este arrendamiento de vida
es para construir sentidos,
no para buscarlos.

Oyendo así que el árbol canta,
toma su flor en tus manos
y haz que nuestro reflejo teja un nido
en el escollo gutural de los días.



*De hugo ivan cruz-rosas. quetzal.hi@gmail.com









El niño*


(a mi viejo)



Más bonito
que el sol de la mañana
abres esos ojitos,
dulcemente,
como los abre un niño,
aquel niño que fuiste
que yo no conocí.
Partió tu compañera
no sabemos qué hacer
con tu tristeza,
hay despedidas
que son insuperables.
Sin embargo,
tu gesto protector
nos asegura
que nos vas a cuidar
hasta el último día,
como mamá.



*De Ana María Broglio. anamariabroglio@gmail.com
Villa Gesell












Regresarás, porque el regreso*



Regresarás, porque el regreso
es la madera inevitable del árbol del destierro.

Regresarás vencido, caminando despacio,
y esos mismos lugares ya no serán los mismos.

El parque de tu infancia ya no es el mismo parque,
tiene otro olor el césped, otro color las piedras,
y esos viejos senderos no recuerdan tus pasos
porque otros son los pasos que ahora arañan su arena.

¿Dónde estarán aquellos atardeceres tibios?
¿Dónde el contorno ansiado de las adolescentes?

Contemplarás el lago, su silencio temible,
pero es otro silencio, no son las mismas aguas
que una vez reflejaron la imagen de tus sueños.

Sólo serán los mismos los nombres de las cosas,
los nombres de las calles, los números, los coches,
y tal vez las ausencias.

Y así, aun este último reducto será como un rechazo,
como un viento caliente soplando entre los árboles
y calcinando un poco más los restos mortecinos
de tu agotado corazón que lentamente va apagándose
hacia regiones ciegas donde todo es exilio.



*De Sergio Borao Llop. sbllop@gmail.com
De El rostro prohibido











Incondicional*



No sé si habrías podido prever este viento de otoño
cuando corrías más rápido que una liebre para despuntar el vicio.
O para satisfacer al abuelo, que te tomaba el tiempo con su reloj
dorado en la esquina de Salta y Bolivia para comprobar
que siempre llegabas antes del tiempo que aprueba la lógica.

Somos todos indivisibles.
Aún así podemos imaginar que salimos volando por la ventana,
como en un cuadro de Marc Chagall. Eso pudiste saberlo después,
cuando la vida trajo todo lo que no podemos medir.
A veces te hablo y murmurás números con la mirada.
Las palabras, pero también el cálculo de álgebra
flotan en la habitación.

Me hacés preguntas que no puedo
o no sé contestarte, van quedando sobre la mesa,
al lado de los apuntes. Casi todas se diluyen en el aire.
La birome que usás se desliza como agua por los renglones.

Mirá si te viera el abuelo.
Sacaría el cronómetro para medir el tiempo en segundos.
Yo sigo acá. Y te miro tratando
de entender tanta pasión.
No se me ocurre ninguna respuesta salvadora.

Llega el viento de otoño (pareciera que para siempre),
y desordena hasta las cuentas mejor ordenadas.
Flotando por la ventana entra una brújula
que brilla entre tanta tiza blanca esparcida.
Y nos consuela señalando que no todo es incierto.



*De Cecilia Figueredo. ceciliafigueredo@gmail.com










*




Entre las formas del amor
prefiero
las que me hacen reír.
Las que despiertan
a la niña
que escondí del goce.

A cierta edad,
se ha amado tanto
con gravedad;
se han respetado
los argumentos
de la novela
con la que nos educaron
los mayores.
Se han plantado árboles.
Se han tenido hijos.

Para amarte
necesito correrme del guión.
Para amarte
a vos
y al viento desordenado
que traés entre las manos.


*De Mariana Finochietto. mares.finochietto@gmail.com











*


Me gusta pensar

que puedo detener el viento
y saber en mi cuerpo
cuándo se avecina la lluvia;
que todo ser viviente
puede compartirme sus secretos,
y que si esto no ocurre
es porque no deseo
alterar el orden establecido.
Me gusta pensar
que puedo sumergirme en otras vibraciones
con solo regular el ritmo
de mis impulsos cerebrales;
que soy imperceptible
en el rango de las galaxias
e inmenso en el nivel molecular.
Me gusta pensar
que vivo con una cuota tolerable de dolor
que domestica mi soberbia.



*De Jorge Santkovsky.












Preludio*



Un hilo de música teje el día

hilando el alma. Yo,

peregrina del tiempo

–cuando las palabras se resisten–

escucho esa melodía...

Llegan entonces las voces

que se llaman por sí solas

buscando ir corazón adentro

sobre mi sombra herida.




*De Miryam Colombotto de Seia. miryamseia@cablenet.com.ar









*


Anidan en mi boca tus semillas. Se deslizan por la lengua, se aferran a los dientes. No son palabras, no son hijos, son monstruos que al salir a la luz tendrán mi mirada. La verdad estaba en la arteria principal del alma, conectada a mi boca, conectada a mi entraña, conectada al silencio que trago cada vez que intento nombrarte.



*De Alejandra Inés. elmomoeditor@gmail.com









*



Nada más mágico que hacer resonar dos objetos lejanos. Por eso, la metáfora tiene un carácter de alianza, casi de amor entre lo distinto y lo que parece imposible de unir. Por esas razones aún la literatura más realista tiene contactos con lo maravilloso


*De Liliana Díaz Mindurry. lidimienator@gmail.com









InvenTREN








Quisiera que Estuvieras Aquí*



Me crié con la idea de que en mi país todos somos holgazanes. Todo lo que producimos es inútil. Que hasta el maíz y el chocolate, nacidos aquí, se hacen mejores si vienen de fuera.

Crecí mirando que a toda Latinoamérica se le educa igual: no aspiramos a otra cosa que no sea tan sólo intentar copiar lo que viene de lejos de nosotros.

Siempre viví despreciando lo hecho aquí, aún cuando las manzanas fueran iguales y no hubiera mayor diferencia entre un pantalón de aquí y uno de allá, que la marca y la leyenda “hecho aquí” o “hecho allá”.
Con el tiempo, me comenzó a resultar difícil aceptar que todo lo que hacemos es inferior.

Un día, comencé a notar que nuevos productos llegaban al municipio en que vivo: fruta colorida como la luz que se refleja en la lluvia, y que se decían ser las mejores, todas ellas venidas del pueblito de Morea, en el Partido 9 de Julio... Ropa hecha en Morea, licuadoras, televisores, computadoras... Todo ello asegurando ser lo mejor.
La gente por acá los compraba y quedaba muy complacida de su adquisición.
Yo me alegré de saber que por lo menos existía un pueblo latinoamericano orgulloso de sí mismo, digno de su historia. Meses después de la llegada exitosa de los productos (ideados, desarrollados y traídos directamente de Morea), se anunció la construcción de una terminal de ferrocarril, aquí, donde vivo, y con destino directo al pueblito argentino, rehabilitando la vieja Estación Morea. La obra se anunciaba como la gran maravilla moderna, y un eje de comunicación y comercio, tan importante que nunca se había ideado algo igual en la historia del capitalismo. No entendía por qué un pueblo como Morea, quería comunicarse con un pueblo como el mío, tan incrédulo de sí mismo y dispuesto en todo momento a negarse.

Cuando la línea del ferrocarril estuvo terminada, compré de inmediato mi boleto para ser de los primeros en viajar, desde la terminal de Cholula, hasta Morea. Todo mi trayecto no pude dejar de pensar en la gente que iba a conocer: imaginaba a todos seguros de su pueblo, de su poder productivo, de su importancia histórica; no como nosotros, siempre tratando de imitar a quien viene de lejos.

El viaje duró a penas unas horas, pues la locomotora, poniendo en alto el lugar a donde nos dirigíamos, era hecha completamente en Morea. Cuando llegamos, noté que la locomotora de regreso estaba hecha en Cholula, lo que me causó algo de asombro.

Me bastó con una inicial caminata para aumentar más este asombro, y desconcierto: la gente allí vivía contenta de sus electrodomésticos, comía lo que, a su parecer, era la mejor fruta, vestía gustosa trajes de todos colores y conducían vehículos muy confortables... Y en todos ellos, y ante la vista de todo quien le mirara, relucían las etiquetas que ponían en alto el lugar de donde habían venido esos artículos: "Hecho en Cholula", y la gente se arremolinaba a la salida de la Estación Morea, para ver a esa gente que venía de aquel orgulloso pueblito mexicano, quienes creían en sí mismos, en su fuerza productiva, en su importancia histórica... Quienes, seguramente, sólo venían para constatar lo buenas que eran las mercancías que producían.


*De hugo ivan cruz-rosas. quetzal.hi@gmail.com



***

Próxima estación para escribir por Ferrocarril Provincial:

 JOSE RAMÓN SOJO.

ÁLVAREZ DE TOLEDO.    POLVAREDAS.
JUAN ATUCHA.   JUAN TRONCONI.    CARLOS BEGUERIE.
FUNKE.   LOS EUCALIPTOS.     FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE.    GOBERNADOR UDAONDO.   LOMA VERDE.
 ESTACIÓN SAMBOROMBÓN.   GOBERNADOR DE SAN JUAN RUPERTO GODOY.
GOBERNADOR OBLIGADO.   ESTACIÓN DOYHENARD.   ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA.
 D. SÁEZ.    J. R. MORENO.     EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY.  LISANDRO OLMOS.  INGENIERO VILLANUEVA.
ARANA. GOBERNADOR GARCIA.  LA PLATA.

***

Próxima estación para escribir por Ferrocarril Midland:

PARADA KM 79

ENRIQUE FYNN.  PLOMER.  
KM. 55.   ELÍAS ROMERO.  KM. 38.
MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.
LIBERTAD.  MERLO GÓMEZ.   RAFAEL CASTILLO.
ISIDRO CASANOVA.  JUSTO VILLEGAS.  JOSÉ INGENIEROS.
MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE.  ALDO BONZI.
KM 12.  LA SALADA.  INGENIERO BUDGE.
 VILLA FIORITO. VILLA CARAZA.  VILLA DIAMANTE.
 PUENTE ALSINA.  INTERCAMBIO MIDLAND.



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