*Obra de Ray
Respall Rojas.
La Habana. Cuba
*
La noche es
ancha y honda
como el río.
La ejecución
perfecta
de la brazada
sobre el agua
me acerca a la
otra orilla.
El músculo en
tensión
me pertenece.
Una vez, y otra
más.
Y siempre otra.
Y no pensar en
nada
más que en la
herida simétrica
del cuerpo
al dividir las
aguas.
Que la noche
estalle sobre
el mundo.
Que los pájaros
huyan hacia el
monte,
que las
pequeñas bestias
se escondan en
sus cuevas.
Yo nado a
ciegas
entre el agua y
la noche,
yo,
esta pequeña
oscuridad
que busca
orillas.
*De Mariana Finochietto. mares.finochietto@gmail.com
LA BELLEZA QUE NO NOS PERTENECE...
EL CENTRO*
Acaso lo
indecible gesta sin escoger, sin planes…
Sublimación
Juana García
Abás
Me hallaba de
visita en el pueblo de dos amigos, habíamos decidido dar una vuelta para
estirar las piernas, el sitio me gustaba, calles empedradas, no muy anchas,
casas rectas, sin balcones ni terrazas. Había dejado a mi hija de cinco años en
la casa de ellos, a buen recaudo, para poder conocer mejor el lugar sin
cansarla demasiado... Adoro caminar.
Al pasar por un
parque llamaron mi atención, sobre un pedestal, una gárgola, un grifo y un león
de piedra blanca: la gárgola atenta, a punto de saltar; el león erguido
mostrando el pecho fiero, majestuoso; el grifo agazapado con el pico abierto.
Un conjunto escultórico atípico y llamativo.
Cruzamos la
calle y entramos a un pequeño restaurante, bohemio y agradable, con los muros
llenos de dibujos enmarcados, fotos, caricaturas, autógrafos escritos en la
pared… Teníamos suerte, apenas un anciano leyendo la prensa en una esquina, el
sitio “entero” para nosotros. Un aparato de echar una moneda e intentar pescar
un juguete me hizo pensar en mi hija. Siempre que ve uno, intenta en vano
atrapar un premio.
“El viejo vive
en los altos, en un cuartico, es un pintor, puede decirse que es como el
símbolo de este lugar”, me susurró mi amiga antes de levantarse a ordenar,
seguida por su esposo.
Cuando mis
acompañantes se alejaron, cruzó por el cielo una nube inmensa. Por un momento
el exterior se oscureció, se hizo un silencio de espera. Fue un instante,
después se reanudaron las conversaciones en voz baja de los camareros, los
ruidos de los vasos al ser colocados en las bandejas...
A pesar de este
aparente regreso a la normalidad, tuve la angustiosa impresión de que “algo”
había sucedido. Me asomé tan aprisa como pude, buscando “qué” y vi que ahora la
gárgola, el grifo y el león eran de bronce. El resto era igual, pero ese
detalle, que por algún motivo se había fijado en mi memoria, me indicaba que lo
que estuviera fuera del sitio donde me hallaba había sido intercambiado por un
universo equivalente, salvo tal vez en esta bagatela.
Sentí pánico,
entré a explicarle a mis amigos, pero ellos me tomaron a broma, no entendían
nada. ¿Cuál era mi problema? ¿Qué más daba si las estatuas eran de bronce o de
piedra? ¡Llevaban siglos en la plaza! El camarero que se acercaba con el pedido
sonrió al escucharnos, solo los turistas reparan en los detalles; para los
habitantes de cualquier pueblo, lo que está ahí, sencillamente “está ahí” y no
es motivo de atención.
Supe que sólo
yo me había dado cuenta del cambio, que mi hija, la que había dejado en aquella
casa, ya no sería la que me estaba esperando, sino una niña idéntica, con los
mismos recuerdos, pero que no era ella. Mis amigos no tenían hijos, para ellos
hubiera sido el mismo dilema de “piedra o bronce”... ¿Qué más da, si me
esperaba una pequeña igual, con los brazos abiertos? Eran demasiado jóvenes
para pensar en tales cosas. Por otro lado, ¿a qué insistir? ¿Qué modo tendría
de probarlo? El resto de las madres del mundo tampoco me entendería, excepto
las otras “yo” - ¿quién sabe cuántas? -, que quedaron atrapadas en el pequeño
establecimiento.
Juré cuidar a
la niña que me estaba esperando, sin que notara el cambio, y recé en silencio
para que en todos los casos, incluido el de mi verdadera hija, ocurriera lo
mismo. Adiviné, con la tristeza y el terror de lo irremediable, que si la
hubiera llevado conmigo, ahora seguiríamos juntas, porque el restaurante del
otro mundo, o de los otros mundos – con los dioses nunca se saben las cifras en
juego - había permanecido en su sitio, como si ese y no otro fuera el punto
inamovible alrededor del cual giraran los universos paralelos.
El anciano de
la esquina, tras el escudo de la prensa extendida ante su rostro, me está
mirando... Lo sé por ese molesto cosquilleo que nos entra cuando somos
observados. Algo me dice que él sabe.
Creo entender
por qué vive en los altos: No solo los turistas... también el ojo del artista
repara en los detalles, incluso en los pueblos más chicos. Cansado de estos
cambios, hastiado de los caprichos de nuestros creadores, no debe haber cejado
hasta encontrar el centro de la circunferencia.
*De Marié
Rojas Tamayo.
La Habana.
Cuba.
PECES *
Otro es hombre
de medio cuerpo arriba, y el resto, pez.
HERMAN HESSE
No te recuerdo
por las palabras que dijiste.
Te recuerdo
mas, por las que has callado.
No te recuerdo
por ser tú, sino por ser, otro.
Por ejemplo, no
se a que huele el regazo de tu madre.
Quien enjugó tu
lágrima primera, en tu primera vida.
De tus lejanas
fiebres, de silencios oscuros.
De piedras
azules, escondidas, donde comienza el niño.
No me has
hablado del cansancio de tu padre.
Del tren que se
llevó tus infantiles pasos.
De que color
era la esquina de tus lunas.
Cual fue tu
primera muerte.
Quien te dio un
apretón de manos en la funeraria.
Del cuerpo
inaugural que bebió el azul tembloroso de tu núbil deseo.
De quien, la
primera gota en senos de mujer.
Cual, el
inicial follaje que cubrió tus páginas en blanco.
La fuente
primigenia de tu pena.
Te recuerdo por
lo que tanto dices cuando callas.
A mi, quizás,
me recuerdes por lo que digo.
Sabes, por
ejemplo que nací espejo bifocal, con alas.
Que llevo en
mis manos crepúsculos de golondrinas muertas.
Que solo fui
una pausa en el deseo.
Que rescribo
mis pasos en calles silenciosas.
Que no lloré
cuando murió mi padre, si, cuando murió mi perro.
Que los
lobizones se alojan en mi lecho.
Que las
madreselvas se enredan en mi pelo.
Que tengo el
poder de convocar la lluvia.
Que soy mujer,
oscura y azulada.
Uva y sangre en
tu boca. Piel arisca y pulpa blanda.
Sabes, de mi
obstinada afición a cabalas, mitos, profecías.
Palabras que
hablan cuando callan.
Palabras que
callan cuando hablan.
Crípticas.
Una pecera.
Afrodita y Eros
entre sus brazos.
Y una
constelación de peces que me multiplican, me redimen.
Me salvan del
diluvio universal...
“...De medio
cuerpo arriba, el resto, pez”
*De Amelia Arellano.
amelia.arellano01@hotmail.com
MANDARINAS*
No sé si eran
las tardes de junio las que nos daban ese notorio placer por comer esas
mandarinas arrancadas de la planta y pararnos sobre el lado de la casa
donde daba el sol muy débil (le sol que cae débil como en junio dirá Juan
Gelman para siempre).Lo cierto es que ese olor seductor pero de algún modo
delator al olfato fino de las madres cuando antes de almorzar nos descubrían. Y
eran tan ricas, peladas y comidas así, en leve trasgresión que no detenía el
ciclo de las estaciones, pero se instalaba fuertemente en el recuerdo. Como
podemos percibirlo hoy sin ningún esfuerzo.
Esas mandarinas
eran de alguna forma industria de mis manos podría decir , porque el
mandarino lo había plantado mi padre con mi ayuda y el mandato de regarlo hasta
que fuera adulto y ofreciera generoso hasta el paladar esa pulpa agridulce
hasta el placer.
Las mandarinas
que venden en las verdulerías nada tienen que ver con éstas, afirmaba mi padre
con indisimulable orgullo. Nosotros tomábamos esta aseveración suya como una
ley de hierro, como todo lo que él decía en ese tiempo sin comprobación aunque
exagerara.
Hace poco en un
teatro una mujer muy joven se sentó a mi lado y abrió su cartera, sacó una
mandarina y comenzó a pelarla concienzuda y atentamente, y fue comiendo de a
uno todos sus gajos, con mucha concentración, como si fuera el placer más
extraordinario de su vida. Como si hubiera venido a este mundo sólo a eso, a
dejar pasar por su garganta le jugo agridulce que excedía su función
alimenticia y le llegaba hasta lo más profundo de su alma y su recuerdo, y
entraba seguramente al rincón más querido de su infancia. Este acto insólito
para mí ya que veía algo así por primera vez y al mirarla yo con
sorpresa, me invitó cortésmente con tres gajos jugosos. Le agradecí aludiendo
la incomodidad de su penetrante olor que impregnaría con seguridad mis manos y
me respondió que tal vez fuera verdad, pero que no podía abstenerse de
comerlas.
El olor tan
particular de esa mandarina me llevó directamente al accionar de nuestros
movimientos con aquella media docena de amigos que trasegábamos las
tardes soñolientas saltando tejidos de quintas por el barrio que conocía
nuestras travesuras, aunque teníamos nuestras propias mandarinas en nuestras
casas, contrariamente a la opinión de i padre, ninguna mandarina nos parecía
más rica y jugosa que aquellas ajenas que nos costaba la consiguiente carrera
si el dueño se percataba o nos pescaba in fraganti. En última instancia
Hurtábamos las
tres o cuatro que nos cabían en los bolsillos, nunca eran demasiadas, así que
supongo que a estas alturas estaremos prescriptos de esa acción son ninguna
mala fe. Sin otro destino que realizar una tarea prohibida que nos unía en una
acción de cierto riesgo, como para establecer lazos de una amistad que hoy
permanece sino en el afecto en el motivo de una conversación nostálgica y llena
de comprensión hacia aquellos niños que fuimos. Toda esta evocación que trae
rostros queridos y algunos perdidos trae a mí le olor de una mandarina cuando
la vamos pelando y vamos quitando esa cáscara gruesa y aparecen sus gajos
relucientes, ahítos de ese líquido que es todo esplendor. Ese jugo que brillaba
al aire libre, bajo ese sol tan débil, cuando el mundo estaba en sus comienzos
y nosotros habitábamos ese lugar perdido del mundo, aunque para nosotros fuera
un centro único y perfecto, bajo esos árboles que nos cedían su sombra
protectora sin pedirnos absolutamente nada , y ese aire pleno con sus pájaros,
que iban hacia un lado, hacia otro, como sin destino aparente, como sin un
objetivo claro, aunque como sabemos la naturaleza tiene sus leyes que nosotros
desconocemos, pero en ese tiempo no lo conociéramos y nos siquiera nos
preocupaba.
Sólo estábamos
atados a los juegos, al vuelo de las garzas, a las pedradas que le propinábamos
a un perro callejero, a la competencia para ver quién cazaba más pájaros o
pescaba más mojarritas en “El puente de la vía”, o. quien corría más rápido
hasta los tamariscos de don Ángel Pichichello o quién saltaba más lejos en el
canal de don José Vélez, o quién podía golpear a un cuis a la carrera con
una piedra que arrojaba la gomera. Y ver gozosos cómo chorreaba por nuestros
dedos el jugo de un durazno que nos sabía a gloria.
También, s
sobre todo, cómo se nos impregnaba el delicioso olor de una mandarina cuyo
olor, por suerte, es una de las pocas cosas que no perdimos para siempre.
*De Jorge
Isaías. jisaias46@yahoo.com.ar
*
Bajo la niebla
amorfa
la hora se
degüella
es una niña
ultrajada
a quien le
tasajean el cuerpo
Incompleta y
desdeñada
en el paisaje
invertebrado y hambriento
frunce
círculos:
es un tiempo
que aridece
Columnas sin
término
t e r r o s a s
Calles
vibratorias
Enrollo las
lenguas en los husos
miro dentro un
espacio monocromo
cerrado de
albas
que cae en el
fuego
Preciso el
amarillo obseso
su olor a
trementina
una tela de
cielo menos pálida
Mi casa sin el
contorno ahumado
guarecerme bajo
el manto
como alondra
muda
derretir en el
combate
estos ojos de
tempestad
uncidos de barro
Alzarme
sobre otra
roca.
© 2016
(Venezuela)
REVISIONISMO*
Quiero que una
vez
me arrastre el
polvo de la noche arrojadiza
aquellos que
escupieron en mi rostro
den un paso
hacia adelante
y celebren
conmigo
por las cuatro
estaciones de los cisnes
que juntos
destruimos
por la miseria
que nos acompañó
y por los
tragos amargos
que jamás
bebimos.
*De Daniel
Montoly. danielmontoly@yahoo.es
Palabras*
En la odisea de
permanecer soy la eterna
retornante que
vuelve siempre por tu cauce
a cosechar el
núcleo de la tarde.
La molienda de
signos que rotura el alma
son mi grano y
mi pan en esta
ciudadela que
habito.
con Minotauro y
espanto.
Las elijo para
explorar la desnudez
de metáforas…
Ellas fluyeron,
como río de
aguas subterráneas
toda mi vida,
uniendo espacios y emociones.
Por su
continente, peregrina fugaz
voy a
caminarlas descalza y sin galas
temblorosa y
consciente de llevar a la espalda
un vacío de
médanos si ellas no me asisten.
Mientras siguen
su curso, yo, casi innecesaria
avanzo hacia el
final del alba
salvada por el
hilo tenaz de las palabras.
*De Miryam
Colombotto Seia. miryamseia@cablenet.com.ar
-Del libro Navego
palabras
Tiempo fugitivo*
Todo va
quedando atrás.
La casa que mis
ojos ya no vislumbran.
La calle que se
perdió en un atardecer.
El suburbio que
se extravío en el tiempo.
También la
tormenta aquella,
en las formas
de las nubes que aún recuerdo,
que cambió el
sentido de mis pensamientos,
dando
horizontes nuevos a mis catorce años.
El silencio de
aquel amigo.
El egoísmo
vacío que lo alejo de mis versos.
Esa sorpresa
peregrina de un abrazo sincero,
por las calles
húmedas y frías del Barrio Sur.
La vieja ciudad
aquella.
Sobre las
barrancas y con su enorme parque.
Las glorietas
florecidas y las fuentes griegas
los hermosos
senderos perdidos en el verde.
La piel de una
mujer.
Que la llama de
mi primer incendio sustentó
y que como
todas las hogueras de mi mundo
poco a poco se
fue diluyendo en mis poemas.
Y los surcos
desprolijos que horadan la piel.
Y los verbos
terribles de los amores sin sentido.
Y las caricias
que cambian de color por las mañanas.
Y la agonía de
los domingos impares por la tarde.
Muchas cosas
irán quedando atrás.
Y toda casa
siempre tiene puertas que se cierran,
voy desandando
una calle céntrica para no verlas.
dando cuerda a
un reloj que escapa de mis manos.
*De Jorge
Lacuadra. jorgelacuadra@hotmail.com
- 2016 -
*
"Descartado
el mundo de la inteligencia, descartado el mundo de la cordura, del sentido
común, de lo eficaz: y sí la aguja que entra bien adentro hasta lo más profundo
y donde la sangre toma forma de palabras. Tocando el miedo, el asombro de no
entender, la mirada oblicua de la demencia. Tocando la impotencia, la rebeldía
sin finalidad, el mundo del ángel perdido en el abismo, las basuras del
pensamiento, lo perverso, lo siniestro, lo tristísimo. La luz que cruje y se
hace noche, la muñeca rota, la infancia violada. El sueño masticado a la
mañana, el sueño ido, la pesadilla. Lo torpe, lo extranjero del mundo.
La piedad por
uno mismo, la enorme lástima de ser para nada, de no tener significado. El
animal ciego en la trampa, el pensamiento que cae, el cerebro licuado cayendo
al piso, después del disparo. Lo deshecho, lo que no le importa a ningún señor
ni señora, ni dios. La carne del que se muere y apenas puede respirar y boquea.
El perfil de
las cosas, lo que no se entiende y uno quiere entenderlo a cualquier precio
porque va la vida en ello. El tonto quejido del viento, el ruido del mar sin
sentido. La naturaleza inhumana, la belleza que no nos pertenece".
*De Liliana
Díaz Mindurry. lidimienator@gmail.com
-De su ensayo "La
Maldición de la Literatura", Ruinas Circulares, Buenos Aires, 2012
***
Acerca de Ray Respall Rojas
La Habana, 17
de abril de 1987. Graduado de la Academia de Bellas Artes San Alejandro,
especialidad de Grabado, 2007. Trabajó tres años como profesor de la Cátedra de
Dibujo en dicha academia. Miembro de la AHS, sección Artes Plásticas, desde el
2002. Miembro del Registro del Creador desde el 2010.
Publicaciones
como escritor:
“Amigo de las
doce de la noche y otros cuentos”, ed. Yoescribo, Mallorca, 2002.
"El Potro
Indomable", Ediciones el Salvaje Refinado, EU, 2002.
“Un verdadero
dolor de cabeza”, (relatos e ilustraciones), ed. Extramuros, La Habana, 2003.
“Un extraño en
la cocina”, Inventiva Social, Argentina, 2012 (cuentos e ilustración)
Algunos
trabajos de ilustración:
Laurel y
Orégano, novela, Marié Rojas, Editora Abril, 2015
Tonos de verde,
relatos, Marié Rojas, Ed. Yoescribo, Mallorca, 2004.
Adoptando a
Mini, Marié Rojas, Ed. Yoescribo, Mallorca, 2005
Cuéntame otro
cuento, Janet Salvá, Ediciones Cubanas, Artex, Cuba, 2016.
Poemario
Calidoscopio, Emilse Zorzut, Ed. CUMACÚ, Argentina, 2003.
Imágenes,
Santiago Eximeno, novela, Ed. Parnaso, Granada, 2004.
Antología
poética arbitraria de jóvenes poetas Chiapanecos, México, 2005.
Los
Maravilladores, relatos, Marcela Sabio, Ed. Ciudad Gótica, Argentina 2005.
Café Guadix,
novela, Luis Asenjo, Ed. Comala, España, 2005.
Antología Ron y
Miel, Ed. Comala, España, 2006.
Capitulares del
Libro Arte Andersen, Taller de Gráfica de la Habana y Ed. Edimed, España, 2006.
(Exposición del libro arte, Taller de Gráfica de la Habana)
Monográfico
dedicado a Lovecraft, Revista Minatura, España, 2008.
Habaneros,
relatos, Julio Pino, E.U, 2009
Viaje a los
astros, Marié Rojas, poemario, Inventiva Social, Argentina, 2010.
Locuras
temporales, poemario, Marié Rojas, Inventiva Social, Argentina, 2010.
Algoritmos y
Ciudades, poemario, Marié Rojas, Inventiva Social, Argentina, 2010.
Incerteza
Cuántica I, poemario, Marié Rojas, Inventiva Social, Argentina, 2011.
Incerteza
Cuántica II, poemario, Mundoculturalhispano, España, 2011.
Incerteza
Cuántica III, poemario, Aurora Boreal, Dinamarca, 2011.
El vuelo del
pez, poemario, Marié Rojas, Inventiva Social, Argentina, 2012.
Serendipias,
cuaderno de poesía. Marié Rojas, Inventiva Social, Argentina, 2013
La luna
cómplice, relatos. Marié Rojas, Inventiva Social, Argentina, 2013.
Otras condenas
inventadas, poemario, Yordán Rey, Inventiva Social, 2011.
Colabora
periódicamente con revistas internacionales, sitios web, periódicos, enviando
textos e ilustraciones. Fue jefe de redacción de la revista La edad de oro en
nosotros, Cuba y de La Bota de Sueños, MCH, España.
Antologías:
Antología
Cuentos Infantiles Sin Fronteras –parte del equipo de ilustradores-, Antología
de Txirula Kultur Taldea, Otxarkoaga, Bilbao, España, 2016.
“Homenaje a Andersen”
(textos e ilustraciones), Mundoculturalhispano 2005.
“Antología de
cuentos Yoescribo”, Mallorca, 2004
“Criaturas
mágicas” (textos e ilustraciones), Mundoculturalhispano 2004.
“Travesía en el
mar de los sueños” (textos e ilustraciones), Mundoculturalhispano.
"Y sonó la
flauta"; compilación de poesías de la Ed. Extramuros.
Colección
“Tocororo”, volumen “Medio Ambiente”, Centro de Estudios para la Juventud de la
UJC y proyecto Save the Children de la UNICEF en Cuba.
“Personas
dis-capacitadas”, de la Fundación de Derechos Civiles de España.
"Maestros
desconocidos de la poesía contemporánea", ed. El salvaje refinado.
“Carmen Báez”,
Colectivo Artístico Morelia, México.
“Marengo de
Oro, Maestrale-San Marco”, Italia.
“El arte en
septiembre”, Argentina, 2003 y 2004.
“Conciencia
Índigo, el futuro presente”, (textos e ilustraciones) Ecuador.
Antología de
trabajos ganadores en el concurso St. Paul’s, Barcelona.
Antología de
dibujos ganadores del Concurso Shankar, de la India, 2002.
“Solamente
palabras”, Centro Internacional de Poesía, España, 2002.
Varias
antologías de fotografía de Picture.com, E.U.
ALGUNAS
EXPOSICIONES de dibujo, grabado y pintura:
2011
- Exposición
“Dos caras de la moneda”, con Ricardo Labarca. Galería de la Unión Francesa de
Cuba.
2008
-Exposición
personal Quimera, Galería de la Unión Francesa de Cuba.
-Exposición
colectiva finalistas del concurso Arte+, La Madriguera, AHS, Cuba.
-Exposición web
en la sección de Jóvenes Talentos de las redes sociales Haciendo Almas y
Desdelcorazón, Cuba.
2007
-Exposición
personal “Convergencia”, Galería 23 y 12, Vedado, Ciudad Habana.
-Exposición
colectiva de profesores de la San Alejandro, Galería de la Academia.
2006
-Exposición
colectiva de ilustradores del Libro Arte Andersen, Taller de Gráfica de la
Habana y EDIMED, España.
-Expone su
tesis de graduación en la galería de la Academia San Alejandro.
2005
-Exposición
Colectiva IV Salón Waldo Luis Rodríguez, Cine Yara, marzo de 2005
-Exposición web
colectiva de dibujos y poemas, “Proyecto Setra”, EU.
-Exposición
colectiva de arte gráfico cubano contemporáneo, Northwest Missouri State
University, que recorrió varias galerías universitarias de los EU.
2004
-Exposición
“Alegantropía de un mundo al revés”, de dibujo y grabado en la Fundación Drac,
Mallorca, acompañados de poemas de Marié Rojas Tamayo.
-Exposición
Colectiva “Arte de paz para la comunidad”, Proyecto la Caja del Pastor,
Municipio Arroyo Naranjo, Cuba.
-Exposición web
de dibujos y grabados en Mundoculturalhispano, España.
-Exposición web
de dibujos en Casa da Cultura.org, Brasil.
-“Manténgase
alejado del alcance de los niños”, exposición colectiva. Galería José Antonio
Díaz Peláez en la Academia San Alejandro. Ciudad de la Habana.
-“Manténgase
alejado del alcance de los niños”. Academia Provincial de Artes Plásticas de
Trinidad. Santi Spíritus.
2003
-Exposición web
de dibujos en Casa da Cultura.org, Brasil.
-Exposición
colectiva de estudiantes de San Alejandro, Galería de la Academia.
-Exposición web
de dibujos en “Lalectoraimpaciente”, Madrid.
-Ilustrador del
poemario “Caleidoscopio”, de la escritora argentina Emilse Zorzut, presentado
en el Taller de Gráfica de la Habana. Autor de la litografía-cartel de la
presentación. Se exponen las ilustraciones en la galería del taller.
2002
-Exposición
colectiva de Ilustradores de la revista La Edad de Oro en Nosotros, Biblioteca
Provincial Villena, La Habana.
***
http://inventren.blogspot.com/
Las lunas de
mayo*
Hacía poco
tiempo, que había recibido mi título de maestro y esperaba con entusiasmo el
nombramiento. Después de algunos meses me destinaron al campo.
Luego de reunir
todos mis bártulos y despedirme de mi familia, inicié lo que sería el viaje más
largo de mi vida. Al amanecer partí.
En la añeja
estación esperé el tren que pondría distancia entre mi vida actual y la futura,
Soñando con epopeyas de letras y palotes. Subí al tren diciendo adiós feliz.
El paisaje que
se dibujaba a través de la ventanilla tras dejar la ciudad tornábase lúgubre,
sólo veía grandes comarcas de tierra sin labranzas, de vez en cuando algún
árbol en medio de tanta soledad.
El sueño vino
con el traqueteo del tren. Desperté al llegar a destino y una vez en el andén
esperé a que alguien viniera por mí: haciendo visera con mis manos miré con
aprensión más allá de los rieles y una desagradable sensación de desasosiego me
suscitó al ver aquella desolación.
Una voz habló a
mis espaldas preguntando si era yo el nuevo maestro del pueblo, giré y me
encontré con un sacerdote cuya sotana desgastada por el tiempo no opacaba su
espléndida presencia. Luego de las presentaciones subimos al sulky y nos
alejamos, por caminos, polvorientos y pedregosos.
El padre
Gabriel, me informó que estábamos a cuatro horas de distancia. Observé
detenidamente al padre Gabriel, cuyo simpático rostro hablaba de un ser
bondadoso, más su voz denotaba un fuerte carácter.
Íbamos en
silencio bajo un sol abrasador. El hambre y el cansancio atenazaban mi cuerpo y
comenzaba a perder el ánimo cuando de pronto escuché ladridos. Abrí los ojos.
Ante mi se levantaba un paisaje maravilloso con enormes montañas azules, y los
colores del pueblo eran muy pintorescos semejantes a un cuadro, las casa
humildes parecían haber sido pintadas recientemente.
En la plaza
pregonaban los vendedores sus productos, la gente gritaba y reía.
La iglesia y la
escuela estaban separadas por un pequeño jardín lleno de margaritas.
Al entrar a la
escuela, un tufo me golpeó de lleno; abrí las ventanas, mis ojos recorrieron
los pupitres y los pizarrones, descubrí al fondo de la sala una puerta
daba a lo que iba a mi nueva casa. Todo pequeño, con muy pocos muebles.
Pensé en
satisfacer mi apetito cuando el padre asomó la cabeza por la ventana gritando:
Ven almorzar conmigo. Luego del almuerzo la conversación versó sobre el pueblo,
costumbres y habitantes. Así supe que el correo llegaba cada seis meses,
el tren venía una vez al mes y los autóctonos se autoabastecían. La vida
allí era tranquila, hasta diríamos feliz. El padre prometió presentarme ante la
comunidad en la misa del día siguiente, mis clases comenzarían el lunes.
Siendo un día
sábado, extrañé mis amigos del billar, pero luego de descansar del viaje, me
entretuve en poner orden a mi casa.
Todo se
encaminó muy bien, los pobladores me aceptaron pese a mi juventud, y los niños
acudían a clases con entusiasmo.
Aquella vida
era tan serena (no existía el cine ni televisión), cuyos atractivos consistían
en reuniones familiares adornados con cantos y guitarras, donde no faltaba
nunca el poeta ni el compositor, hacia preguntarme si todo era tan
perfecto y le interrogué al padre Gabriel quien sonriendo me guiñó un ojo
pero nada dijo.
El tiempo
pasaba sin premura, el otoño arribó con un soplo de brisa fresca, las hojas de
los árboles trasmutando su color suavemente caían sobre pasto. Los días se
acortaron y el crepúsculo tornó púrpura tras las montañas.
Iba finalizando
el mes de abril cuando el cielo se cubrió de nubarrones; una lluvia copiosa
comenzó ha caer en forma persistente durante días. La gente, comentaba que
nunca llovía en esa época del año. Todos temían por las cosechas mas en la
iglesia los rezos fueron dirigidos entonces a un solo pedido: que dejara de
llover.
Luego de una
semana de continuos chaparrones y cielo oscuro, el firmamento se abrió; se
vieron las primeras estrellas y todos los vecinos suspiraron con alivio.
A la noche
siguiente además de las estrellas, se vio por primera vez las siete lunas. Un
lugareño las divisó a través de la ventana, salió a la calle y golpeando puerta
por puerta nos llamó.
Allí estaban
todas las lunas, sobre las montañas, se las veía hermosas; todas lunas llenas
iluminando el pueblo de una manera distinta. El asombre era tal que nadie,
incluso yo podía emitir ni un murmullo.
La situación
empezó ha ser preocupante cuando el tren no llegó quedándolos asilados.
El padre
Gabriel decidió enviar a alguien al pueblo más cercano a caballo,
tardaría, pero era la única manera de hacer contacto; el hombre partió, lo
esperamos con ansiedad durante unos días sin embargo la intuición, nos decía
que no volvería,
Las conjeturas
eran miles y las habladurías comenzaron a poblar la plaza apenas comenzado el
día,
Las siete
lunas, giraban en el cielo una al lado de la otra todas igualmente llenas,
noche tras noche. De un momento a otro los pájaros emigraron y los peces
del río desaparecieron.
La inquietud
iba en aumento. La gente nerviosa discutía a gritos, hasta echarse la culpa los
unos a los otros de estos sucesos.
Hacia el quince
de mayo el frío se hizo intenso con temperaturas demasiadas bajas. La leña no
alcanzaría para combatirlo, así fue como empezamos a reunirnos en un sólo sitio
varios de nosotros para ahorrar. Improvisamos un comedor comunitario, en la
escuela y en la capilla, los hombres iban en busca de alimentos, mas las
mujeres rezaban.
La alegría
trocó en tristeza e iba en aumento conforme las horas de la noche se alargaban.
El padre Gabriel, dio muestra de desánimo, luego de que el sol alumbrara solo
por cuatro horas, pues sabíamos que éste sería la última alba.
Con la luz
puede ver claramente en lo que nos habíamos convertido; hombres de aspecto
temerosos, con barbas de días completamente sucios, las mujeres y niños también
habían perdido sus apariencia habituales, y lo más extraño algunas cabezas
encanecieron de un momento a otro; con los modales cada vez más bruscos, el
andar torpe. Estábamos dejando atrás nuestra naturaleza humana.
La locura
crecía. Tanto el padre como yo ya no podíamos contener las disputas, los
golpes, el lloro de mujeres ni la angustia de los niños.
El terror podía
ser respirado en la emanación de los cuerpos cuya pestilencia cargaba el aire.
Fue entonces cuando la voz de trueno del padre Gabriel se escuchó hasta lejos:
— Arrepentíos
de vuestros pecados. ¡Arrepentíos de vuestros pecados! — retumbó en el
medio del gentío. Algunos cayeron de rodillas, implorando perdón, otros
lloraban o gritaban.
—
¡Arrepentíos de vuestros pecados!—tronaba la voz del padre bajo la luz de las
siete lunas con su sotana hecha jirones y bañado en lágrimas.
—
— ¡Arrepentíos que Dios todo lo perdona!— gritaban algunos haciéndose eco en la
prédica de Gabriel.
—
De súbito bajo el brillo de las lunas, vi acercarse al padre un nutrido grupo
de hombres armados con garrotes; un sudor frío corrió por mi cuerpo, y huí. Sí,
huí hacia las montañas. Me guarecí tras un enorme árbol, allí temblando de
terror lloré.
—
El cansancio dio paso al sueño. Desperté con la luz del sol.
—
El silencio era absoluto, aún no podía sobreponerme al pánico ni quería volver
con la gente del pueblo. Con pavor divisé dos hombres viniendo a mí. Paralizado
de terror esperé, cuando estuvieron a mi lado, suavemente tomaron mis brazos
llevándome hasta el sulky. Nos dirigimos a la estación de trenes.
—
Viajamos muchas horas, demasiadas tal vez y me dejaron aquí, mi hogar desde
entonces.
—
Hace treinta años que estoy en este hospital y nadie, absolutamente nadie cree
en mi historia ¿y usted?
***
Próxima estación para escribir por Ferrocarril Provincial:
ÁLVAREZ DE TOLEDO
POLVAREDAS. JUAN ATUCHA. JUAN TRONCONI.
CARLOS BEGUERIE.
FUNKE. LOS EUCALIPTOS.
FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE. GOBERNADOR
UDAONDO. LOMA VERDE.
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN. GOBERNADOR DE SAN JUAN
RUPERTO GODOY.
GOBERNADOR OBLIGADO. ESTACIÓN DOYHENARD.
ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA.
D. SÁEZ. J. R. MORENO.
EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY. LISANDRO OLMOS. INGENIERO
VILLANUEVA.
ARANA. GOBERNADOR GARCIA. LA PLATA.
***
Próxima estación para escribir por Ferrocarril Midland:
ENRIQUE FYNN.
PLOMER. KM. 55. ELÍAS ROMERO. KM. 38.
MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.
LIBERTAD. MERLO GÓMEZ. RAFAEL CASTILLO.
ISIDRO CASANOVA. JUSTO VILLEGAS. JOSÉ INGENIEROS.
MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE. ALDO BONZI.
KM 12. LA SALADA. INGENIERO BUDGE.
VILLA FIORITO. VILLA CARAZA. VILLA DIAMANTE.
PUENTE ALSINA. INTERCAMBIO MIDLAND.
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