sábado, junio 18, 2016

LA BELLEZA QUE NO NOS PERTENECE...



*Obra de Ray Respall Rojas.
La Habana. Cuba







*



La noche es ancha y honda
como el río.
La ejecución perfecta
de la brazada
sobre el agua
me acerca a la otra orilla.
El músculo en tensión
me pertenece.

Una vez, y otra más.
Y siempre otra.
Y no pensar en nada
más que en la herida simétrica
del cuerpo
al dividir las aguas.

Que la noche
estalle sobre el mundo.
Que los pájaros
huyan hacia el monte,
que las pequeñas bestias
se escondan en sus cuevas.

Yo nado a ciegas
entre el agua y la noche,
yo,
esta pequeña oscuridad
que busca orillas.


*De Mariana Finochietto. mares.finochietto@gmail.com








LA BELLEZA QUE NO NOS PERTENECE...









EL CENTRO*



Acaso lo indecible gesta sin escoger, sin planes…
Sublimación
Juana García Abás



Me hallaba de visita en el pueblo de dos amigos, habíamos decidido dar una vuelta para estirar las piernas, el sitio me gustaba, calles empedradas, no muy anchas, casas rectas, sin balcones ni terrazas. Había dejado a mi hija de cinco años en la casa de ellos, a buen recaudo, para poder conocer mejor el lugar sin cansarla demasiado... Adoro caminar.
Al pasar por un parque llamaron mi atención, sobre un pedestal, una gárgola, un grifo y un león de piedra blanca: la gárgola atenta, a punto de saltar; el león erguido mostrando el pecho fiero, majestuoso; el grifo agazapado con el pico abierto. Un conjunto escultórico atípico y llamativo.
Cruzamos la calle y entramos a un pequeño restaurante, bohemio y agradable, con los muros llenos de dibujos enmarcados, fotos, caricaturas, autógrafos escritos en la pared… Teníamos suerte, apenas un anciano leyendo la prensa en una esquina, el sitio “entero” para nosotros. Un aparato de echar una moneda e intentar pescar un juguete me hizo pensar en mi hija. Siempre que ve uno, intenta en vano atrapar un premio.
“El viejo vive en los altos, en un cuartico, es un pintor, puede decirse que es como el símbolo de este lugar”, me susurró mi amiga antes de levantarse a ordenar, seguida por su esposo.
Cuando mis acompañantes se alejaron, cruzó por el cielo una nube inmensa. Por un momento el exterior se oscureció, se hizo un silencio de espera. Fue un instante, después se reanudaron las conversaciones en voz baja de los camareros, los ruidos de los vasos al ser colocados en las bandejas...
A pesar de este aparente regreso a la normalidad, tuve la angustiosa impresión de que “algo” había sucedido. Me asomé tan aprisa como pude, buscando “qué” y vi que ahora la gárgola, el grifo y el león eran de bronce. El resto era igual, pero ese detalle, que por algún motivo se había fijado en mi memoria, me indicaba que lo que estuviera fuera del sitio donde me hallaba había sido intercambiado por un universo equivalente, salvo tal vez en esta bagatela.
Sentí pánico, entré a explicarle a mis amigos, pero ellos me tomaron a broma, no entendían nada. ¿Cuál era mi problema? ¿Qué más daba si las estatuas eran de bronce o de piedra? ¡Llevaban siglos en la plaza! El camarero que se acercaba con el pedido sonrió al escucharnos, solo los turistas reparan en los detalles; para los habitantes de cualquier pueblo, lo que está ahí, sencillamente “está ahí” y no es motivo de atención.
Supe que sólo yo me había dado cuenta del cambio, que mi hija, la que había dejado en aquella casa, ya no sería la que me estaba esperando, sino una niña idéntica, con los mismos recuerdos, pero que no era ella. Mis amigos no tenían hijos, para ellos hubiera sido el mismo dilema de “piedra o bronce”... ¿Qué más da, si me esperaba una pequeña igual, con los brazos abiertos? Eran demasiado jóvenes para pensar en tales cosas. Por otro lado, ¿a qué insistir? ¿Qué modo tendría de probarlo? El resto de las madres del mundo tampoco me entendería, excepto las otras “yo” - ¿quién sabe cuántas? -, que quedaron atrapadas en el pequeño establecimiento.
Juré cuidar a la niña que me estaba esperando, sin que notara el cambio, y recé en silencio para que en todos los casos, incluido el de mi verdadera hija, ocurriera lo mismo. Adiviné, con la tristeza y el terror de lo irremediable, que si la hubiera llevado conmigo, ahora seguiríamos juntas, porque el restaurante del otro mundo, o de los otros mundos – con los dioses nunca se saben las cifras en juego - había permanecido en su sitio, como si ese y no otro fuera el punto inamovible alrededor del cual giraran los universos paralelos.
El anciano de la esquina, tras el escudo de la prensa extendida ante su rostro, me está mirando... Lo sé por ese molesto cosquilleo que nos entra cuando somos observados. Algo me dice que él sabe.
Creo entender por qué vive en los altos: No solo los turistas... también el ojo del artista repara en los detalles, incluso en los pueblos más chicos. Cansado de estos cambios, hastiado de los caprichos de nuestros creadores, no debe haber cejado hasta encontrar el centro de la circunferencia.



*De Marié Rojas Tamayo.
La Habana. Cuba.













PECES *


Otro es hombre de medio cuerpo arriba, y el resto, pez.
HERMAN HESSE



No te recuerdo por las palabras que dijiste.
Te recuerdo mas, por las que has callado.
No te recuerdo por ser tú, sino por ser, otro.

Por ejemplo, no se a que huele el regazo de tu madre.
Quien enjugó tu lágrima primera, en tu primera vida.

De tus lejanas fiebres, de silencios oscuros.
De piedras azules, escondidas, donde comienza el niño.
No me has hablado del cansancio de tu padre.
Del tren que se llevó tus infantiles pasos.
De que color era la esquina de tus lunas.
Cual fue tu primera muerte.
Quien te dio un apretón de manos en la funeraria.
Del cuerpo inaugural que bebió el azul tembloroso de tu núbil deseo.
De quien, la primera gota en senos de mujer.
Cual, el inicial follaje que cubrió tus páginas en blanco.
La fuente primigenia de tu pena.

Te recuerdo por lo que tanto dices cuando callas.

A mi, quizás, me recuerdes por lo que digo.
Sabes, por ejemplo que nací espejo bifocal, con alas.
Que llevo en mis manos crepúsculos de golondrinas muertas.
Que solo fui una pausa en el deseo.
Que rescribo mis pasos en calles silenciosas.
Que no lloré cuando murió mi padre, si, cuando murió mi perro.
Que los lobizones se alojan en mi lecho.
Que las madreselvas se enredan en mi pelo.
Que tengo el poder de convocar la lluvia.
Que soy mujer, oscura y azulada.
Uva y sangre en tu boca. Piel arisca y pulpa blanda.
Sabes, de mi obstinada afición a cabalas, mitos, profecías.

Palabras que hablan cuando callan.
Palabras que callan cuando hablan.
Crípticas.

Una pecera.
Afrodita y Eros entre sus brazos.
Y una constelación de peces que me multiplican, me redimen.
Me salvan del diluvio universal...
“...De medio cuerpo arriba, el resto, pez”


*De Amelia Arellano. amelia.arellano01@hotmail.com













MANDARINAS*



No sé si eran las tardes de junio las que nos daban ese notorio placer por comer esas mandarinas  arrancadas de la planta y pararnos sobre el lado de la casa donde daba el sol muy débil (le sol que cae débil como en junio dirá Juan Gelman para siempre).Lo cierto es que ese olor seductor pero de algún modo delator al olfato fino de las madres cuando antes de almorzar nos descubrían. Y eran tan ricas, peladas y comidas así, en leve trasgresión que no detenía el ciclo de las estaciones, pero se instalaba fuertemente en el recuerdo. Como podemos percibirlo hoy sin ningún esfuerzo.
Esas mandarinas eran de alguna forma industria de mis manos podría decir , porque  el mandarino lo había plantado mi padre con mi ayuda y el mandato de regarlo hasta que fuera adulto y ofreciera generoso hasta el paladar esa pulpa agridulce hasta el placer.
Las mandarinas que venden en las verdulerías nada tienen que ver con éstas, afirmaba mi padre con indisimulable orgullo. Nosotros tomábamos esta aseveración suya como una ley de hierro, como todo lo que él decía en ese tiempo sin comprobación aunque exagerara.
Hace poco en un teatro una mujer muy joven se sentó a mi lado y abrió su cartera, sacó una mandarina y comenzó a pelarla concienzuda y atentamente, y fue comiendo de a uno todos sus gajos, con mucha concentración, como si fuera el placer más extraordinario de su vida. Como si hubiera venido a este mundo sólo a eso, a dejar pasar por su garganta le jugo agridulce que excedía su función alimenticia y le llegaba hasta lo más profundo de su alma y su recuerdo, y entraba seguramente al rincón más querido de su infancia. Este acto insólito para mí ya que veía algo así por primera  vez y al mirarla yo con sorpresa, me invitó cortésmente con tres gajos jugosos. Le agradecí aludiendo la incomodidad de su penetrante olor que impregnaría con seguridad mis manos y me respondió que tal vez fuera verdad, pero que no podía abstenerse de comerlas.
El olor tan particular de esa mandarina me llevó directamente al accionar de nuestros movimientos con aquella  media docena de amigos que trasegábamos las tardes soñolientas saltando tejidos de quintas por el barrio que conocía nuestras travesuras, aunque teníamos nuestras propias mandarinas en nuestras casas, contrariamente a la opinión de i padre, ninguna mandarina nos parecía más rica y jugosa que aquellas ajenas que nos costaba la consiguiente carrera si el dueño se percataba o nos pescaba in fraganti. En última instancia
Hurtábamos las tres o cuatro que nos cabían en los bolsillos, nunca eran demasiadas, así que supongo que a estas alturas estaremos prescriptos de esa acción son ninguna mala fe. Sin otro destino que realizar una tarea prohibida que nos unía en una acción de cierto riesgo, como para establecer lazos de una amistad que hoy permanece sino en el afecto en el motivo de una conversación nostálgica y llena de comprensión hacia aquellos niños que fuimos. Toda esta evocación que trae rostros queridos y algunos perdidos trae a mí le olor de una mandarina cuando la vamos pelando y vamos quitando esa cáscara gruesa  y aparecen sus gajos relucientes, ahítos de ese líquido que es todo esplendor. Ese jugo que brillaba al aire libre, bajo ese sol tan débil, cuando el mundo estaba en sus comienzos y nosotros habitábamos ese lugar perdido del mundo, aunque para nosotros fuera un centro único y perfecto, bajo esos árboles que nos cedían su sombra protectora sin pedirnos absolutamente nada , y ese aire pleno con sus pájaros, que iban hacia un lado, hacia otro, como sin destino aparente, como sin un objetivo claro, aunque como sabemos la naturaleza tiene sus leyes que nosotros desconocemos, pero en  ese tiempo no lo conociéramos y nos siquiera nos preocupaba.
Sólo estábamos atados a los juegos, al vuelo de las garzas, a las pedradas que le propinábamos a un perro callejero, a la competencia para ver quién cazaba más pájaros o pescaba más mojarritas en “El puente de la vía”, o. quien corría más rápido hasta los tamariscos de don Ángel Pichichello o quién saltaba más lejos en el canal de don José Vélez, o quién podía golpear a un cuis  a la carrera con una piedra que arrojaba la gomera. Y ver gozosos cómo chorreaba por nuestros dedos el jugo de un durazno que nos sabía a gloria.
También, s sobre todo, cómo se nos impregnaba el delicioso olor de una mandarina cuyo olor, por suerte, es una de las pocas cosas que no perdimos para siempre.



*De Jorge Isaías. jisaias46@yahoo.com.ar













*



Bajo la niebla amorfa

la hora se degüella

es una niña ultrajada

a quien le tasajean el cuerpo


Incompleta y desdeñada

en el paisaje invertebrado y hambriento

frunce círculos:

es un tiempo que aridece

Columnas sin término

t e r r o s a s

Calles vibratorias


Enrollo las lenguas en los husos

miro dentro un espacio monocromo

cerrado de albas

que cae en el fuego



Preciso el amarillo obseso

su olor a trementina

una tela de cielo menos pálida



Mi casa sin el contorno ahumado

guarecerme bajo el manto

como alondra muda

derretir en el combate

estos ojos de tempestad

uncidos de barro



Alzarme

sobre otra roca.


*De Natalia Lara. cpc.larag@hotmail.com
© 2016
(Venezuela)












REVISIONISMO*



Quiero que una vez
me arrastre el polvo de la noche arrojadiza
aquellos que escupieron en mi rostro
den un paso hacia adelante
y celebren conmigo
por las cuatro estaciones de los cisnes
que juntos destruimos
por la miseria que nos acompañó
y por los tragos amargos
que jamás bebimos.


*De Daniel Montoly. danielmontoly@yahoo.es












Palabras*



En la odisea de permanecer soy la eterna

retornante que vuelve siempre por tu cauce

a cosechar el núcleo de la tarde.

La molienda de signos que rotura el alma

son mi grano y mi pan en esta

ciudadela que habito.

con Minotauro y espanto.


Las elijo para explorar la desnudez

de metáforas… Ellas fluyeron,

como río de aguas subterráneas

toda mi vida, uniendo espacios y emociones.


Por su continente, peregrina fugaz

voy a caminarlas descalza y sin galas

temblorosa y consciente de llevar a la espalda

un vacío de médanos si ellas no me asisten.

Mientras siguen su curso, yo, casi innecesaria

avanzo hacia el final del alba

salvada por el hilo tenaz de las palabras.



*De Miryam Colombotto Seia. miryamseia@cablenet.com.ar
-Del libro Navego palabras















Tiempo fugitivo*



Todo va quedando atrás.
La casa que mis ojos ya no vislumbran.
La calle que se perdió en un atardecer.
El suburbio que se extravío en el tiempo.

También la tormenta aquella,
en las formas de las nubes que aún recuerdo,
que cambió el sentido de mis pensamientos,
dando horizontes nuevos a mis catorce años.

El silencio de aquel amigo.
El egoísmo vacío que lo alejo de mis versos.
Esa sorpresa peregrina de un abrazo sincero,
por las calles húmedas y frías del Barrio Sur.

La vieja ciudad aquella.
Sobre las barrancas y con su enorme parque.
Las glorietas florecidas y las fuentes griegas
los hermosos senderos perdidos en el verde.

La piel de una mujer.
Que la llama de mi primer incendio sustentó
y que como todas las hogueras de mi mundo
poco a poco se fue diluyendo en mis poemas.

Y los surcos desprolijos que horadan la piel.
Y los verbos terribles de los amores sin sentido.
Y las caricias que cambian de color por las mañanas.
Y la agonía de los domingos impares por la tarde.

Muchas cosas irán quedando atrás.
Y toda casa siempre tiene puertas que se cierran,
voy desandando una calle céntrica para no verlas.
dando cuerda a un reloj que escapa de mis manos.


*De Jorge Lacuadra.  jorgelacuadra@hotmail.com
- 2016 -











*


"Descartado el mundo de la inteligencia, descartado el mundo de la cordura, del sentido común, de lo eficaz: y sí la aguja que entra bien adentro hasta lo más profundo y donde la sangre toma forma de palabras. Tocando el miedo, el asombro de no entender, la mirada oblicua de la demencia. Tocando la impotencia, la rebeldía sin finalidad, el mundo del ángel perdido en el abismo, las basuras del pensamiento, lo perverso, lo siniestro, lo tristísimo. La luz que cruje y se hace noche, la muñeca rota, la infancia violada. El sueño masticado a la mañana, el sueño ido, la pesadilla. Lo torpe, lo extranjero del mundo.
La piedad por uno mismo, la enorme lástima de ser para nada, de no tener significado. El animal ciego en la trampa, el pensamiento que cae, el cerebro licuado cayendo al piso, después del disparo. Lo deshecho, lo que no le importa a ningún señor ni señora, ni dios. La carne del que se muere y apenas puede respirar y boquea.
El perfil de las cosas, lo que no se entiende y uno quiere entenderlo a cualquier precio porque va la vida en ello. El tonto quejido del viento, el ruido del mar sin sentido. La naturaleza inhumana, la belleza que no nos pertenece".


*De Liliana Díaz Mindurry. lidimienator@gmail.com
-De su ensayo "La Maldición de la Literatura", Ruinas Circulares, Buenos Aires, 2012




***

Acerca de Ray Respall Rojas




La Habana, 17 de abril de 1987. Graduado de la Academia de Bellas Artes San Alejandro, especialidad de Grabado, 2007. Trabajó tres años como profesor de la Cátedra de Dibujo en dicha academia. Miembro de la AHS, sección Artes Plásticas, desde el 2002. Miembro del Registro del Creador desde el 2010.

Publicaciones como escritor:

“Amigo de las doce de la noche y otros cuentos”, ed. Yoescribo, Mallorca, 2002.
"El Potro Indomable", Ediciones el Salvaje Refinado, EU, 2002.
“Un verdadero dolor de cabeza”, (relatos e ilustraciones), ed. Extramuros, La Habana, 2003.
“Un extraño en la cocina”, Inventiva Social, Argentina, 2012 (cuentos e ilustración)

Algunos trabajos de ilustración:

Laurel y Orégano, novela, Marié Rojas, Editora Abril, 2015
Tonos de verde, relatos, Marié Rojas, Ed. Yoescribo, Mallorca, 2004.
Adoptando a Mini, Marié Rojas, Ed. Yoescribo, Mallorca, 2005
Cuéntame otro cuento, Janet Salvá, Ediciones Cubanas, Artex, Cuba, 2016.
Poemario Calidoscopio, Emilse Zorzut, Ed. CUMACÚ, Argentina, 2003.
Imágenes, Santiago Eximeno, novela, Ed. Parnaso, Granada, 2004.
Antología poética arbitraria de jóvenes poetas Chiapanecos, México, 2005.
Los Maravilladores, relatos, Marcela Sabio, Ed. Ciudad Gótica, Argentina 2005.
Café Guadix, novela, Luis Asenjo, Ed. Comala, España, 2005.
Antología Ron y Miel, Ed. Comala, España, 2006.
Capitulares del Libro Arte Andersen, Taller de Gráfica de la Habana y Ed. Edimed, España, 2006. (Exposición del libro arte, Taller de Gráfica de la Habana)
Monográfico dedicado a Lovecraft, Revista Minatura, España, 2008.
Habaneros, relatos, Julio Pino, E.U, 2009
Viaje a los astros, Marié Rojas, poemario, Inventiva Social, Argentina, 2010.
Locuras temporales, poemario, Marié Rojas, Inventiva Social, Argentina, 2010.
Algoritmos y Ciudades, poemario, Marié Rojas, Inventiva Social, Argentina, 2010.
Incerteza Cuántica I, poemario, Marié Rojas, Inventiva Social, Argentina, 2011.
Incerteza Cuántica II, poemario, Mundoculturalhispano, España, 2011.
Incerteza Cuántica III, poemario, Aurora Boreal, Dinamarca, 2011.
El vuelo del pez, poemario, Marié Rojas, Inventiva Social, Argentina, 2012.
Serendipias, cuaderno de poesía. Marié Rojas, Inventiva Social, Argentina, 2013
La luna cómplice, relatos. Marié Rojas, Inventiva Social, Argentina, 2013.
Otras condenas inventadas, poemario, Yordán Rey, Inventiva Social, 2011.

Colabora periódicamente con revistas internacionales, sitios web, periódicos, enviando textos e ilustraciones. Fue jefe de redacción de la revista La edad de oro en nosotros, Cuba y de La Bota de Sueños, MCH, España.

Antologías:

Antología Cuentos Infantiles Sin Fronteras –parte del equipo de ilustradores-, Antología de Txirula Kultur Taldea, Otxarkoaga, Bilbao, España, 2016.
“Homenaje a Andersen” (textos e ilustraciones), Mundoculturalhispano 2005.
“Antología de cuentos Yoescribo”, Mallorca, 2004
“Criaturas mágicas” (textos e ilustraciones), Mundoculturalhispano 2004.
“Travesía en el mar de los sueños” (textos e ilustraciones), Mundoculturalhispano.
"Y sonó la flauta"; compilación de poesías de la Ed. Extramuros.
Colección “Tocororo”, volumen “Medio Ambiente”, Centro de Estudios para la Juventud de la UJC y proyecto Save the Children de la UNICEF en Cuba.
“Personas dis-capacitadas”, de la Fundación de Derechos Civiles de España.
"Maestros desconocidos de la poesía contemporánea", ed. El salvaje refinado.
“Carmen Báez”, Colectivo Artístico Morelia, México.
“Marengo de Oro, Maestrale-San Marco”, Italia.
“El arte en septiembre”, Argentina, 2003 y 2004.
“Conciencia Índigo, el futuro presente”, (textos e ilustraciones) Ecuador.
Antología de trabajos ganadores en el concurso St. Paul’s, Barcelona.
Antología de dibujos ganadores del Concurso Shankar, de la India, 2002.
“Solamente palabras”, Centro Internacional de Poesía, España, 2002.
Varias antologías de fotografía de Picture.com, E.U.

ALGUNAS EXPOSICIONES de dibujo, grabado y pintura:

2011

- Exposición “Dos caras de la moneda”, con Ricardo Labarca. Galería de la Unión Francesa de Cuba.

2008

-Exposición personal Quimera, Galería de la Unión Francesa de Cuba.
-Exposición colectiva finalistas del concurso Arte+, La Madriguera, AHS, Cuba.
-Exposición web en la sección de Jóvenes Talentos de las redes sociales Haciendo Almas y Desdelcorazón, Cuba.

2007

-Exposición personal “Convergencia”, Galería 23 y 12, Vedado, Ciudad Habana.
-Exposición colectiva de profesores de la San Alejandro, Galería de la Academia.

2006

-Exposición colectiva de ilustradores del Libro Arte Andersen, Taller de Gráfica de la Habana y EDIMED, España.
-Expone su tesis de graduación en la galería de la Academia San Alejandro.

2005

-Exposición Colectiva IV Salón Waldo Luis Rodríguez, Cine Yara, marzo de 2005
-Exposición web colectiva de dibujos y poemas, “Proyecto Setra”, EU.
-Exposición colectiva de arte gráfico cubano contemporáneo, Northwest Missouri State University, que recorrió varias galerías universitarias de los EU.

2004

-Exposición “Alegantropía de un mundo al revés”, de dibujo y grabado en la Fundación Drac, Mallorca, acompañados de poemas de Marié Rojas Tamayo.
-Exposición Colectiva “Arte de paz para la comunidad”, Proyecto la Caja del Pastor, Municipio Arroyo Naranjo, Cuba.
-Exposición web de dibujos y grabados en Mundoculturalhispano, España.
-Exposición web de dibujos en Casa da Cultura.org, Brasil.
-“Manténgase alejado del alcance de los niños”, exposición colectiva. Galería José Antonio Díaz Peláez en la Academia San Alejandro. Ciudad de la Habana.
-“Manténgase alejado del alcance de los niños”. Academia Provincial de Artes Plásticas de Trinidad. Santi Spíritus.

2003

-Exposición web de dibujos en Casa da Cultura.org, Brasil.
-Exposición colectiva de estudiantes de San Alejandro, Galería de la Academia.
-Exposición web de dibujos en “Lalectoraimpaciente”, Madrid.
-Ilustrador del poemario “Caleidoscopio”, de la escritora argentina Emilse Zorzut, presentado en el Taller de Gráfica de la Habana. Autor de la litografía-cartel de la presentación. Se exponen las ilustraciones en la galería del taller.

2002

-Exposición colectiva de Ilustradores de la revista La Edad de Oro en Nosotros, Biblioteca Provincial Villena, La Habana.



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InvenTREN
http://inventren.blogspot.com/


Las lunas de mayo*



Hacía poco tiempo, que había recibido mi título de maestro y esperaba con entusiasmo el nombramiento. Después de algunos meses me destinaron al campo.
Luego de reunir todos mis bártulos y despedirme de mi familia, inicié lo que sería el viaje más largo de mi vida. Al amanecer partí.
En la añeja estación esperé el tren que pondría distancia entre mi vida actual y la futura, Soñando con epopeyas de letras y palotes. Subí al tren diciendo adiós feliz.
El paisaje que se dibujaba a través de la ventanilla tras dejar la ciudad tornábase lúgubre, sólo veía grandes comarcas de tierra sin labranzas, de vez en cuando algún árbol en medio de tanta soledad.
El sueño vino con el traqueteo del tren. Desperté al llegar a destino y una vez en el andén esperé a que alguien viniera por mí: haciendo visera con mis manos miré con aprensión más allá de los rieles y una desagradable sensación de desasosiego me suscitó al ver aquella desolación.
Una voz habló a mis espaldas preguntando si era yo el nuevo maestro del pueblo, giré y me encontré con un sacerdote cuya sotana desgastada por el tiempo no opacaba su espléndida presencia. Luego de las presentaciones subimos al sulky y nos alejamos, por caminos, polvorientos y pedregosos.
El padre Gabriel, me informó que estábamos a cuatro horas de distancia.  Observé detenidamente al padre Gabriel, cuyo simpático rostro hablaba de un ser bondadoso, más su voz denotaba un fuerte carácter.
Íbamos en silencio bajo un sol abrasador. El hambre y el cansancio atenazaban mi cuerpo y comenzaba a perder el ánimo cuando de pronto escuché ladridos. Abrí los ojos. Ante mi se levantaba un paisaje maravilloso con enormes montañas azules, y los colores del pueblo eran muy pintorescos semejantes a un cuadro, las casa humildes parecían haber sido pintadas recientemente.
En la plaza pregonaban los vendedores sus productos, la gente gritaba y reía.
La iglesia y la escuela estaban separadas por un pequeño jardín lleno de margaritas.
Al entrar a la escuela, un tufo me golpeó de lleno; abrí las ventanas, mis ojos recorrieron los pupitres y los pizarrones,  descubrí al fondo de la sala una puerta daba a lo que iba a mi nueva casa. Todo pequeño, con muy pocos muebles.
Pensé en satisfacer mi apetito cuando el padre asomó la cabeza por la ventana gritando: Ven almorzar conmigo. Luego del almuerzo la conversación versó sobre el pueblo, costumbres y habitantes. Así supe que el correo llegaba cada seis meses,  el tren venía una vez al mes y los autóctonos se autoabastecían.  La vida allí era tranquila, hasta diríamos feliz. El padre prometió presentarme ante la comunidad en la misa del día siguiente, mis clases comenzarían el lunes.
Siendo un día sábado, extrañé mis amigos del billar, pero luego de descansar del viaje, me entretuve en poner orden a mi casa.
Todo se encaminó muy bien, los pobladores me aceptaron pese a mi juventud, y los niños acudían a clases con entusiasmo.
Aquella vida era tan serena (no existía el cine ni televisión), cuyos atractivos consistían en reuniones familiares adornados con cantos y guitarras, donde no faltaba nunca el poeta ni el compositor, hacia  preguntarme si todo era tan perfecto y le  interrogué al padre Gabriel quien sonriendo me guiñó un ojo pero nada dijo.
El tiempo pasaba sin premura, el otoño arribó con un soplo de brisa fresca, las hojas de los árboles trasmutando su color suavemente caían sobre pasto. Los días se acortaron y el crepúsculo  tornó púrpura tras las montañas.
Iba finalizando el mes de abril cuando el cielo se cubrió de nubarrones; una lluvia copiosa comenzó ha caer en forma persistente durante días. La gente, comentaba que nunca llovía en esa época del año. Todos temían por las cosechas mas en la iglesia los rezos fueron dirigidos entonces a un solo pedido: que dejara de llover.
Luego de una semana de continuos chaparrones y cielo oscuro, el firmamento se abrió; se vieron las primeras estrellas y todos los vecinos suspiraron con alivio.
A la noche siguiente además de las estrellas, se vio por primera vez las siete lunas. Un lugareño las divisó a través de la ventana, salió a la calle y golpeando puerta por puerta nos llamó.
Allí estaban todas las lunas, sobre las montañas, se las veía hermosas; todas lunas llenas iluminando el pueblo de una manera distinta. El asombre era tal que nadie, incluso yo podía emitir ni un murmullo.
La situación empezó ha ser preocupante cuando el tren no llegó quedándolos asilados.
El padre Gabriel decidió enviar a alguien  al pueblo más cercano a caballo, tardaría, pero era la única manera de hacer contacto; el hombre partió, lo esperamos con ansiedad durante unos días sin embargo la intuición, nos decía que no volvería,
Las conjeturas eran miles y las habladurías comenzaron a poblar la plaza apenas comenzado el día,
Las siete lunas, giraban en el cielo una al lado de la otra todas igualmente llenas, noche tras noche. De un momento a otro  los pájaros emigraron y los peces del río desaparecieron.
La inquietud iba en aumento. La gente nerviosa discutía a gritos, hasta echarse la culpa los unos a los otros de  estos sucesos.
Hacia el quince de mayo el frío se hizo intenso con temperaturas demasiadas bajas. La leña no alcanzaría para combatirlo, así fue como empezamos a reunirnos en un sólo sitio varios de nosotros para ahorrar. Improvisamos un comedor comunitario, en la escuela y en la capilla, los hombres iban en busca de alimentos, mas las mujeres rezaban.
La alegría trocó en tristeza e iba en aumento conforme las horas de la noche se alargaban. El padre Gabriel, dio muestra de desánimo, luego de que el sol alumbrara solo por cuatro horas, pues sabíamos que éste sería la última alba.
Con la luz puede ver claramente en lo que nos habíamos convertido; hombres de aspecto temerosos, con barbas de días completamente sucios, las mujeres y niños también habían perdido sus apariencia habituales, y lo más extraño algunas cabezas encanecieron de un momento a otro; con los modales cada vez más bruscos, el andar torpe. Estábamos dejando atrás nuestra naturaleza humana.
La locura crecía. Tanto el padre como yo ya no podíamos contener las disputas, los golpes, el lloro de mujeres ni la angustia de los niños.
El terror podía ser respirado en la emanación de los cuerpos cuya pestilencia cargaba el aire. Fue entonces cuando la voz de trueno del padre Gabriel se escuchó hasta lejos:
— Arrepentíos de vuestros pecados.  ¡Arrepentíos de vuestros pecados! — retumbó en el medio del gentío. Algunos cayeron de rodillas, implorando perdón, otros lloraban o gritaban.
—       ¡Arrepentíos de vuestros pecados!—tronaba la voz del padre bajo la luz de las siete lunas con su sotana hecha jirones y bañado en lágrimas.
—       — ¡Arrepentíos que Dios todo lo perdona!— gritaban algunos haciéndose eco en la prédica de Gabriel.
—       De súbito bajo el brillo de las lunas, vi acercarse al padre un nutrido grupo de hombres armados con garrotes; un sudor frío corrió por mi cuerpo, y huí. Sí, huí hacia las montañas. Me guarecí tras un enorme árbol, allí temblando de terror lloré.
—       El cansancio dio paso al sueño. Desperté con la luz del sol.
—       El silencio era absoluto, aún no podía sobreponerme al pánico ni quería volver con la gente del pueblo. Con pavor divisé dos hombres viniendo a mí. Paralizado de terror esperé, cuando estuvieron a mi lado, suavemente tomaron mis brazos llevándome hasta el sulky. Nos dirigimos a la estación de trenes.
—       Viajamos muchas horas, demasiadas tal vez y me dejaron aquí, mi hogar desde entonces.
—       Hace treinta años que estoy en este hospital y nadie, absolutamente nadie cree en mi historia ¿y usted?


*De Patricia Dajruch. lalupayelbuho@outlook.com.ar



***
Próxima estación para escribir por Ferrocarril Provincial:

ÁLVAREZ DE TOLEDO

POLVAREDAS.  JUAN ATUCHA.   JUAN TRONCONI.    CARLOS BEGUERIE.
FUNKE.   LOS EUCALIPTOS.     FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE.    GOBERNADOR UDAONDO.   LOMA VERDE.
 ESTACIÓN SAMBOROMBÓN.   GOBERNADOR DE SAN JUAN RUPERTO GODOY.
GOBERNADOR OBLIGADO.   ESTACIÓN DOYHENARD.   ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA.
 D. SÁEZ.    J. R. MORENO.     EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY.  LISANDRO OLMOS.  INGENIERO VILLANUEVA.
ARANA. GOBERNADOR GARCIA.  LA PLATA.


***
Próxima estación para escribir por Ferrocarril Midland:

ENRIQUE FYNN.

PLOMER.   KM. 55.   ELÍAS ROMERO.  KM. 38.
MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.
LIBERTAD.  MERLO GÓMEZ.   RAFAEL CASTILLO.
ISIDRO CASANOVA.  JUSTO VILLEGAS.  JOSÉ INGENIEROS.
MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE.  ALDO BONZI.
KM 12.  LA SALADA.  INGENIERO BUDGE.
 VILLA FIORITO. VILLA CARAZA.  VILLA DIAMANTE.
 PUENTE ALSINA.  INTERCAMBIO MIDLAND.


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