-Obra de Griselda
Roces.
EL CERCO*
Un hombre
deposita su sombrero sobre el muro gris. La mariposa que aletea sin prisa,
amaga el descenso, roza la pana del ala, desiste del aterrizaje, y se eleva
sobre el muro de cemento. Desde allí el mundo es sobrecogedor, ese humano
gigante sin sombrero mira al horizonte lejano, su respiración es una tormenta
que pasa y a veces se prolonga. El insecto diurno de membranosas alas que
espera algún cortejo, aletea suave y se hace sorda, quieta, la danza del
abanico en tornasol que se cierra y captura el tiempo en un segundo. El abrigo
de cuatro botones descansa arrugado sobre una maleta marrón. El zumbido de una
mosca pone otra vez el reloj en movimiento. La tarde es un sensible cuadro
impresionista, un intento de plasmar la luz, un pedido de auxilio de las cosas,
un despliegue de objetos carentes de identidad. El hombre que se quitó el
abrigo busca las luces dentro de las sombras, un posible contraste que le abra
el camino, el sonido lejano de alguna voz. Hunde la espalda contra el muro y
sobresalta a la mariposa que sin miedo desciende frente a sus ojos, baja en un
zigzag interminable y se posa en el broche metálico de la maleta marrón.
Las sombras bajan lentas igual que la mariposa, los grises azulados se empeñan
en persistir. El hombre apoyado en el muro cierra el puño como si apretara un
pensamiento, desanuda los dedos y mete la mano en el bolsillo derecho del
pantalón. Saca una carta plegada que no llegará a destino y vuelve a cerrar el
puño destrozando las palabras. Sin darse tiempo abre la mano como una flor y
por si alguna excusa pudiera quedar con vida, estruja con fuerza el papel por
segunda vez e indiferente, lo siente crujir en una especie de llanto. La
opacidad es ya un destino que se prolonga, la tarde desapareció en el último
intento por sobrevivir. El hombre se inclina y recoge el abrigo, se lo calza y
cierra dos botones, toma la maleta marrón con la mano izquierda, levanta la
mirada y sigue a la mariposa que despreocupada transita el túnel de la penumbra
en un vuelo iridiscente que apenas durará dos días más. Tres pasos adelante la
mano indiferente arroja el papel blanco al hueco de la alcantarilla. A lo
lejos el sombrero gris es solo la silueta de una ausencia.
Ella nunca supo
cómo sucedió, solo después de haberlo perdido, percibió una visión sobre la
alfombra, un breve espasmo de niebla, la memoria de la vida que la abandonó sin
prisa, una despedida sin palabras. Miró a su alrededor, todo era plomizo y
ronco, avanzó algunos pasos y al costado de la sombra se sentó a esperar. Hace
siglos que ella teje, no se sabe si una trenza o una bufanda, enreda y
desenreda la insistente excusa para atarse a la vida.
*De Griselda
Roces. griseldaroces@hotmail.com
-Artista
Plástica - Actriz - Escritora
*
Fui yo quien
desanudó
una a una las
hojas
la enredadera
del patio grande
hebra por hebra
como un hada
frente al muro
de lianas
verde retorcido
tentáculos
colgando de ladrillos.
Fui yo quien
con mis manos
diminutas
de ser
misterioso
desenmascaró la
humedad
la pared me
miraba
y yo
absorta niña
poseída.
Me hice grande
empecinada en
lo imposible
y el verde
desterrado anidó en el suelo
y los ladrillos
transpiraron aire denso
y las cáscaras
de pintura sofocada
en el sopor
cayeron sobre
el nuevo jardín
yo seguía
retorciendo
suavemente las
hojas
como un juego
milenario
se formó un
prado
se liberó la
pared de su opresión añosa
y yo sonreía
como si
hubiera sido
algo de todos
los días
algo tan
habitual
como si
lo hubiera
hecho
toda la vida.
Y lo hice.
La niña que fui
surge de una
voz
que me dice
ya es hora
ya está
la enredadera
seguirá trepando
(siempre trepa
la enredadera).
Y yo
crezco
entierro mis
pies en el barro
me salen flores
de las orejas
debajo de las
uñas
ramitas negras
las piernas
troncos
mis ojos
verdean
y el amarillo
de mis párpados
florece en
pétalos turquesas
y ya no sé cómo
liberarme
cómo
desenredarme de
mí.
*De Lorena
Suez. lorenarsuez@gmail.com
- De Intemperie.
Viajera
Editorial 2016
Al rescoldo*
*Por Jorge
Isaías. jisaias46@yahoo.com.ar
En aquellos
tiempos en que los sueños eran modestos es cuando sucedían las más grandes
alegrías con que nos íbamos a dormir todas las noches o la mayoría de ellas.
Que nuestro barrilete volara más alto que los otros en esa media tarde que uno
rogó eterna pero al final era el pasado, quién no había podido hacer un gol en
ese picado que entraba en el recuerdo. Daba lo justo para irse a la cama con
una sonrisa y hasta incluso apechugar con un reto tardío de padre
incomprensivo, porque tal vez pensábamos que era el precio que le debíamos a la
felicidad que emanaba del cielo o de Dios o de quién sabe. Pero en definitiva
era que todo estaba bien porque en la mesa había un plato de comida caliente y
una cama que nos esperaba con las frazadas con que me arropaba la madre amorosa
y dirigente. La madre que hemos perdido para siempre en la inclemencia de los
tiempos reales.
Muchas veces
pienso que aquella infancia lejana, pletórica de sol y generosa de cielos y de
aire libre que eran el marco de nuestros juegos sin juguetes, pero grandes de
ilusiones y de acumulación de todo ese recuerdo para compartir con los que
caminaron la infancia al lado nuestro, aunque hoy estemos todos dispersos por
el resto del país y del mundo, pero que son el espacio común que nos convoca cuando
están todos juntos o algunos con quienes nos vemos más a menudo, y uno sabe
entonces que hay un magma íntimo, una historia, una travesura, una cosa
secreta, pequeñísima, pero es como una soga fuerte que nos tiene amarrados y
nos identifica para siempre.
No diré que el
tiempo no haya hecho mella en nosotros, en los costurones de impiedad que nos
recuerdan que somos hombres adultos y tal vez demasiado experimentados, pero
orgullosos de ese espacio que compartimos al principio de los tiempos, esa zona
íntima y que hoy es la excusa para querer seguir hablándonos, juntándonos,
bebiendo y comiendo un asado de tira bajo los árboles muy verdes que no son los
nuestros pero están en el suelo donde estuvieron los otros y nuestros pies de
infantes hicieron sus primeros pasos sobre la costra dura del planeta bajo
soles que calcinaban el hirviente polvo, soportaban los temporales con su barro
donde las huellas enllantadas de los carros producían esas heridas hondas donde
luego se formaban charcos, y al salir el sol convocaba abejas y mariposas que
venían de los verdes alfalfares donde nos tirábamos de espaldas a mirar el
cielo límpido que cruzaban las cigüeñas y las garzas y aún alguna golondrina
perdida de la bandada que migraba en ese otoño para cruzar el mar en busca de
alguna tierra más cálida que ésta, que con su pronta inclemencia hostigaría la
endeblez de su cuerpito que era en el aire todo vuelo como un carbón con alas
que se volvía cada vez más y más pequeño.
*
Me quedé
con la manija
de la puerta en la mano
y ya no pude
conectar con el origen
tantas veces
desconoci la lengua:
el significado,
por ejemplo
de la palabra
ruindad
el horror
detrás de la puerta bloqueada
(por no poder
verlo)
yo cómplice del
desprecio
ciega y sorda a
mi corazón
ciega y sorda
perdiendo el
tiempo esperando
que no sea
demasiado tarde.
*De Mercedes
Álvarez. alvamercedes@gmail.com
-Mercedes Álvarez nació
en Tandil, provincia de Buenos Aires, en 1979. Vivió en Mar del Plata hasta los
diecinueve años. Entre 1998 y 2006 residió en España, donde se licenció en
Sociología por la Universidad Pública de Navarra. Realizó un máster en Gestión
Cultural. Publicó los libros Vecinos (Baile del Sol, España, 2010), Historia de
un ladrón (Caballo de Troya, España, 2010), Imitación de los pájaros (Zindo
& Gafuri, Buenos Aires, 2013), Ficciones súbitas (comp., Eds De aquí a la
vuelta, Buenos Aires, 2013) y Saigón (Zindo & Gafuri, Buenos Aires, 2015).
En 2013 ganó el premio Edmundo Valadés de cuento latinoamericano con el relato
Grow a lover.
El espejo de los
locos*
Marsupiala
Gómez no festejaba la soltería pero, muy a su pesar, la única opción fue
acostumbrarse. No hubo suerte con los dos admiradores que tuvo en la vida. El
primero y el más insistente, terminó casándose con la prima hermana, de una
vecina que solía visitarla, justo en la coincidencia de la llegada del
enamorado. La segunda simpatía duró un poco más de tiempo, quince años. Decidió
despedirlo porque se dio cuenta de que no era muy inclinado al casamiento y
ella, obvio, jamás hubiese aceptado una aproximación física sin papeles y
sinceramente, se cansó de tener que frenar al novio, cada vez que venía.
No es que
Marsupiala fuera virgen, en realidad había tenido, aparte de estos dos
admiradores que se decían formales, varios amantes
En medio de
estas contradicciones, el problema estaba en su progenitor. Un hombre de
carácter y absolutamente estricto, en lo que respetaba al buen nombre y honor
de la hija.
Cuando el
inflexible falleció, Marsupiala pensó:-¡Por fin sola! -y se preparó para vivir
la parte más interesante de su vida.
Lo primero que
hizo fue quitar toda la ropa del placard y llevarla en cajas al desván, no sin
antes rociar cada prenda, con mata polillas. El anciano había sido
estrictamente prolijo y nunca hubiese deshonrado su memoria mal guardando sus
pertenencias.
Le llevó tres
días completos organizar, en detalle, cada posesión relevante, cada menudencia
que había correspondido al muerto y un día y medio, subir los paquetes al
sitio, donde permanecerían hasta que el tiempo lo dijese.
Para, finalmente,
ubicar cada bulto en su lugar, necesitó disponer de modo más apiñado los
enseres que, en otras épocas (fallecido su bisabuelo y luego su abuelo) la
madre había atesorado, de los difuntos.
Decidió ubicar
lo que fuera mobiliario personal hacia un lado, la ropa por otro; las relojes y
anillos, bien ocultos en un hueco de la mampostería y por supuesto, el
impresentable espejo de pie que heredó (al no haber hijos varones), venido de
las distintas generaciones de la familia Había llegado el momento de hacer lo
que nunca había conseguido: quitarlo del centro de la casa.
Cuando estaba
por finalizar su trabajo y se disponía a cerrar con llave el recinto, vio
espantada el rostro de su padre, reflejado en el cristal y escuchó, más
espantada aún, su voz autoritaria:- ¡Pon la caja de los abrigos hacia la
derecha, recuerda que ahí tenemos una gotera y regresa el espejo al comedor!-
*De Ana
María Broglio. anamariabroglio@gmail.com
Villa Gesell
*
Y si nos damos
esta última
oportunidad para saltar
al fondo de los
días que no hubo
y lo perdemos
todo.
Si no hay nada
para apostar,
después de todo,
más que este
puñadito de preguntas,
esta meticulosa
colección de cobardías.
Y si quedara un
rostro
de los dos para
mirarnos,
como un juego
de espejos, vos
y yo
jugándonos la
vida que no hubo
corriendo en un
circo de atracciones.
los ojos
deslumbrados
en la espera de
donde estabas vos,
donde aparezco
yo entre la sombra esquiva,
en qué rincón
de brillos refulgentes
resplandece
eso que
llamamos amor.
*De Mariana
Finochietto. mares.finochietto@gmail.com
Viejos Muros*
Vengo a buscar
detrás de la memoria
aquella luz de
infancia
que a veces
llega temblorosa.
Entro por el
hueco de tu muro
que no supo de
fieles y de oficios.
Me devuelves el
tiempo que me pertenece:
cuando la mano
de mi padre, exacta
conteniendo la
mía, me llevaba
a la ventura de
buscar tesoros
ocultos en tu
tierra prometida.
De regreso él
sostenía mi cansancio
entre sus
brazos, y yo,
un botín de
monedas oxidadas;
una cuchara
oscura de extrañar su mesa;
trozos de loza,
con flores y faisán azules
una llave que
fue dorada y extravió su casa
y golosinas…
que un mago
dejaba entre
las matas.
Una verdad
asoma desde tus muros,
-de esas
importantes, invioladas-
me mira con los
ojos fijos del silencio
y se queda en
mi memoria primera, sellada,
en la esfera de
la tarde, tan lejana…
Nos corresponde
la metáfora:
tú no llegaste
a ser iglesia,
y yo soy un
alma inacabada
juntando
fragmentos
de piedras y
palabras.
Dos muros. Una
sola nostalgia.
*De Miryam
Colombotto Seia. miryamseia@cablenet.com.ar
Nicole*
Si nos vieran
nuestros antepasados.
Esos que
desconfiaban de la tecnología. Los que vivían todavía en una sociedad del humo.
Donde uno de los placeres era hacer fueguito para cocinar asado.
Si nos vieran.
En esta absurda y patética época. Las compañías de electricidad que son la
delegación terrenal de los antiguos dioses. Nuestras casas donde casi todo
funciona a electricidad y a la vez se produce electricidad para retribuir en
parte a los dioses no en oraciones sino en su misma moneda materializada.
La soberbia de
las compañías que no pueden aceptar la mera posibilidad de falla o sabotaje.
Hace añares, la serie Black Mirror nos había advertido sobre los terribles
efectos de la tecnología combinada con el poder sobre la vida de la gente.
Pero no hubo
caso, aquí estamos en la sexta hora de corte de luz.
Como en otras
oportunidades el motivo no es informado o es parecido a un secreto de estado.
Y yo, un hombre
grande que vive solo me siento abandonado a mi suerte o a mis fantasmas que es
aún peor. Me espera según anticipo un largo día a expensas del pasado. Toda una
vida se recuerda cuando todo esta apagado y solo funciona la mente.
Para luchar
contra la soledad había comprado por Mercado Cyber a Nicole.
Algunos amigos
se burlaron. Pensaron que había comprado una mujer robot, una compañera que
entibiara un poco mi cama en las noches.
No, les decía y
se seguían riendo. No tiene los atributos físicos de mujer ni el programa que
les permite brindar placer sin cuestionar.
Todo lo
contrario, vive cuestionando y analizando mi pobre discurso encallado en un
pasado lejano.
Ni con baterías
las fabrican.
Y ahora con el
corte de luz toda mi dependencia emocional estalla con la furia de un volcán
por siglos dormido.
Y este abandono
de horas no tiene remedio ni autoengaño.
Sí. Sepan que
vivo con Nicole, una psicóloga eléctrica.
*De Eduardo
Francisco Coiro.
*
llegará el día
-el absurdo, el
descostillado, el bello día-
en que la
lluvia ya no podrá
interponer su
abejorro frío
entre tu mano y
la mía;
llegará, si, el
día
en que mi alma
ya tan joven,
ya tan vieja,
no se
entrometerá entre el recuerdo de vos
y la memoria de
vos
y mi silencio;
mamá de los
peces, mamá de los elefantes,
mamá de las
iguanas que se duermen sobre piedras,
mamá de
objetos, de signos, mamá matemáticas,
mamá ojos
verdes, ojos tomate, ojos cordobeses,
mamá que parece
el acento de tu nombre una abeja
llegará el día
-absurdo,
ampuloso, insolente, altruista-
en que la
lluvia y el nombre de la lluvia
nos sean tan
ajenos, tan jodidamente nuestros,
que habrá
mundos, multiplicados, infinitos
donde vos,
carajo de los mil carajos,
ya no te
mueras.
*De León Peredo. gustavojlperedo@yahoo.com.ar
Miguitas
de Pan*
Aquella tarde
lejana de domingo escuche a mi madre cantar.
-Tome Don
Ceferino../una copa de vinooo.. /por caridad...
-Yo la ví en el
cine, -me dijo.
Mi madre estaba
mirando en televisión una película de 1949, "Miguitas de Pan".
Sonreía como si tuviera los 20 años.
- Y la primera
actriz, tuvo que ser reemplazada, por que a mitad de la filmación vino un
norteamericano y se la llevo....
Imaginé a la
actriz queriendo huir definitivamente de la domesticidad del deseo. Me pareció
verla en aquella escena de filmación con Enrique Serrano, donde deben
representar el hartazgo al incrustarse en la piel miguitas de pan en la cama
conyugal.
Una cierta
polvareda anuncia futuros en esa calle del estudio cinematográfico. Como salido
de una nube de polvo el jinete con chaqueta de flecos y largos rulos rubios
que vuelan la levanta en movimiento y la sienta sobre la montura de un
corcel marrón.
En escena
típica de western, aquel vaquero norteamericano se llevó con la velocidad del
rayo a la protagonista del film argentino.
Ella era Alicia
Barrié con su belleza singular. Con sus ojitos rasgados de vasca nacida en
Chile. Se van y la historia será sin duda diferente a la prevista. Algo de esa
fuerza irresistible que se atribuye al amor, ha cambiado el curso de una
historia, y en este caso, desde la vida misma se ha modificado el devenir
previsto en un film.
-Cuando
concluyó la película mi madre completó la información: - Alicia Barrié fue
reemplazada por su hermana Elsa Del Campillo.
En mi
imaginación de aquella tarde el norteamericano que se llevo a la actriz no
podía ser otro que Joel McCrea del Buffalo Bill de 1944.
*De Eduardo
Francisco Coiro.
*
No pienses
en el hombre
que murió en una casa del sur,
en su sola
soledad de solo para siempre
helándole los
huesos.
No pienses en
el frío.
No creas más
que en lo que ves.
Los ojos que no
ven son inocentes.
No pienses
en las mantas
arrojadas en la calle
como un montón
de tierra sobre un cuerpo
que nunca
estuvo ahí.
No pienses en
el hambre.
No creas más
que en lo que ves.
Los ojos que no
ven no son culpables.
Por la noche,
antes de
dormir,
no pienses en
eso que no ves.
Pagaste años de
terapia para ser
el que se sienta
frente al televisor a ver la realidad
Mirá.
¿Qué ves?
En la pantalla
un hombre de
neón
sacude sus
dientes de reír.
*De Mariana
Finochietto. mares.finochietto@gmail.com
*
“El único
futuro que observamos, es aquel, que reflejamos sobre la soledad del espejo,
pero rechazamos creer en él, como vehículo de lo posible.”
*De Daniel
Montoly. danielmontoly@yahoo.es
InvenTren
3 *
Tan poco quedó
de mí,
que con poco
vuelvo.
Como una
mariposa
hacia la luz de
un tren.
*De Paula
Novoa.
-Poema incluido
en El año que fui homeless.
-Paula Novoa
nació un 08 de marzo de 1976 en San Antonio de Padua. Es profesora en Lengua,
Literatura y Latín (I.S.F.D. N°45, Haedo) y Licenciada en Lengua y Literatura
con orientación en análisis del discurso (UNLaM). Escritora de poesía.
Publicó: El
año que fui homeless, Cave Librum Editorial (2014) e Hija de mala madre,
Cave Librum Editorial (2016).
Actualmente
trabaja como profesora de Lengua y Literatura en escuelas secundarias del
municipio de Moreno.
-Próximas estaciones:
POLVAREDAS
–Por Ferrocarril Provincial-
PLOMER
-Por Ferrocarril Midland-
***
El recorrido por venir del tren literario en el Ferrocarril
Provincial:
JUAN ATUCHA. JUAN
TRONCONI. CARLOS BEGUERIE.
FUNKE. LOS
EUCALIPTOS. FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE.
GOBERNADOR UDAONDO. LOMA VERDE.
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN. GOBERNADOR DE SAN
JUAN RUPERTO GODOY. GOBERNADOR OBLIGADO.
ESTACIÓN DOYHENARD. ESTACIÓN
GÓMEZ DE LA VEGA. D. SÁEZ.
J. R. MORENO.
EMPALME ETCHEVERRY. ESTACIÓN ÁNGEL
ETCHEVERRY.
LISANDRO OLMOS. INGENIERO
VILLANUEVA. ARANA. GOBERNADOR GARCIA.
LA PLATA.
***
El recorrido por venir del tren literario en el Ferrocarril
Midland:
KM. 55. ELÍAS
ROMERO. KM. 38.
MARINOS DEL CRUCERO GENERAL
BELGRANO. LIBERTAD. MERLO GÓMEZ.
RAFAEL CASTILLO.
ISIDRO CASANOVA. JUSTO VILLEGAS.
JOSÉ INGENIEROS. MARÍA
SÁNCHEZ DE MENDEVILLE. ALDO BONZI.
KM 12. LA SALADA.
INGENIERO BUDGE.
VILLA FIORITO. VILLA
CARAZA. VILLA DIAMANTE.
PUENTE ALSINA. INTERCAMBIO
MIDLAND.
InventivaSocial
Plaza virtual de escritura
Para compartir escritos escribir a: inventivasocial@yahoo.com.ar
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