lunes, julio 03, 2017

EDICIÓN JULIO 2017


-Obra de Griselda Roces.









EL CERCO*



Un hombre deposita su sombrero sobre el muro gris. La mariposa que aletea sin prisa, amaga el descenso, roza la pana del ala, desiste del aterrizaje, y se eleva sobre el muro de cemento. Desde allí el mundo es sobrecogedor, ese humano gigante sin sombrero mira al horizonte lejano, su respiración es una tormenta que pasa y a veces se prolonga. El insecto diurno de membranosas alas que espera algún cortejo, aletea suave y se hace sorda, quieta, la danza del abanico en tornasol que se cierra y captura el tiempo en un segundo. El abrigo de cuatro botones descansa arrugado sobre una maleta marrón. El zumbido de una mosca pone otra vez el reloj en movimiento. La tarde es un sensible cuadro impresionista, un intento de plasmar la luz, un pedido de auxilio de las cosas, un despliegue de objetos carentes de identidad. El hombre que se quitó el abrigo busca las luces dentro de las sombras, un posible contraste que le abra el camino, el sonido lejano de alguna voz. Hunde la espalda contra el muro y sobresalta a la mariposa que sin miedo desciende frente a sus ojos, baja en un zigzag interminable y se posa en el broche  metálico de la maleta marrón. Las sombras bajan lentas igual que la mariposa, los grises azulados se empeñan en persistir. El hombre apoyado en el muro cierra el puño como si apretara un pensamiento, desanuda los dedos y mete la mano en el bolsillo derecho del pantalón. Saca una carta plegada que no llegará a destino y vuelve a cerrar el puño destrozando las palabras. Sin darse tiempo abre la mano como una flor y por si alguna excusa pudiera quedar con vida, estruja con fuerza el papel por segunda vez e indiferente, lo siente crujir en una especie de llanto. La opacidad es ya un destino que se prolonga, la tarde desapareció en el último intento por sobrevivir. El hombre se inclina y recoge el abrigo, se lo calza y cierra dos botones, toma la maleta marrón con la mano izquierda, levanta la mirada y sigue a la mariposa que despreocupada transita el túnel de la penumbra en un vuelo iridiscente que apenas durará dos días más. Tres pasos adelante la mano indiferente arroja el papel blanco al hueco de la alcantarilla.  A lo lejos el sombrero gris es solo la silueta de una ausencia.

Ella nunca supo cómo sucedió, solo después de haberlo perdido, percibió una visión sobre la alfombra, un breve espasmo de niebla, la memoria de la vida que la abandonó sin prisa, una despedida sin palabras. Miró a su alrededor, todo era plomizo y ronco, avanzó algunos pasos y al costado de la sombra se sentó a esperar. Hace siglos que ella teje, no se sabe si una trenza o una bufanda, enreda y desenreda la insistente excusa para atarse a la vida.



*De Griselda Rocesgriseldaroces@hotmail.com
-Artista Plástica - Actriz - Escritora










*


Fui yo quien
desanudó
una a una las hojas
la enredadera del patio grande
hebra por hebra
como un hada
frente al muro de lianas
verde retorcido
tentáculos colgando de ladrillos.

Fui yo quien
con mis manos diminutas
de ser misterioso
desenmascaró la humedad
la pared me miraba
y yo
absorta niña poseída.

Me hice grande
empecinada en lo imposible
y el verde desterrado anidó en el suelo
y los ladrillos transpiraron aire denso
y las cáscaras de pintura sofocada
en el sopor
cayeron sobre el nuevo jardín
yo seguía retorciendo
suavemente las hojas
como un juego milenario
se formó un prado
se liberó la pared de su opresión añosa
y yo sonreía como si
hubiera sido
algo de todos los días
algo tan habitual
como si
lo hubiera hecho
toda la vida.

Y lo hice.

La niña que fui
surge de una voz
que me dice
ya es hora
ya está
la enredadera seguirá trepando
(siempre trepa la enredadera).

Y yo
crezco
entierro mis pies en el barro
me salen flores
de las orejas
debajo de las uñas
ramitas negras
las piernas
troncos
mis ojos verdean
y el amarillo de mis párpados
florece en pétalos turquesas
y ya no sé cómo
liberarme
cómo
desenredarme de mí.



*De Lorena Suez. lorenarsuez@gmail.com

- De Intemperie.
Viajera Editorial 2016












Al rescoldo*



*Por Jorge Isaías. jisaias46@yahoo.com.ar



En aquellos tiempos en que los sueños eran modestos es cuando sucedían las más grandes alegrías con que nos íbamos a dormir todas las noches o la mayoría de ellas. Que nuestro barrilete volara más alto que los otros en esa media tarde que uno rogó eterna pero al final era el pasado, quién no había podido hacer un gol en ese picado que entraba en el recuerdo. Daba lo justo para irse a la cama con una sonrisa y hasta incluso apechugar con un reto tardío de padre incomprensivo, porque tal vez pensábamos que era el precio que le debíamos a la felicidad que emanaba del cielo o de Dios o de quién sabe. Pero en definitiva era que todo estaba bien porque en la mesa había un plato de comida caliente y una cama que nos esperaba con las frazadas con que me arropaba la madre amorosa y dirigente. La madre que hemos perdido para siempre en la inclemencia de los tiempos reales.
Muchas veces pienso que aquella infancia lejana, pletórica de sol y generosa de cielos y de aire libre que eran el marco de nuestros juegos sin juguetes, pero grandes de ilusiones y de acumulación de todo ese recuerdo para compartir con los que caminaron la infancia al lado nuestro, aunque hoy estemos todos dispersos por el resto del país y del mundo, pero que son el espacio común que nos convoca cuando están todos juntos o algunos con quienes nos vemos más a menudo, y uno sabe entonces que hay un magma íntimo, una historia, una travesura, una cosa secreta, pequeñísima, pero es como una soga fuerte que nos tiene amarrados y nos identifica para siempre.
No diré que el tiempo no haya hecho mella en nosotros, en los costurones de impiedad que nos recuerdan que somos hombres adultos y tal vez demasiado experimentados, pero orgullosos de ese espacio que compartimos al principio de los tiempos, esa zona íntima y que hoy es la excusa para querer seguir hablándonos, juntándonos, bebiendo y comiendo un asado de tira bajo los árboles muy verdes que no son los nuestros pero están en el suelo donde estuvieron los otros y nuestros pies de infantes hicieron sus primeros pasos sobre la costra dura del planeta bajo soles que calcinaban el hirviente polvo, soportaban los temporales con su barro donde las huellas enllantadas de los carros producían esas heridas hondas donde luego se formaban charcos, y al salir el sol convocaba abejas y mariposas que venían de los verdes alfalfares donde nos tirábamos de espaldas a mirar el cielo límpido que cruzaban las cigüeñas y las garzas y aún alguna golondrina perdida de la bandada que migraba en ese otoño para cruzar el mar en busca de alguna tierra más cálida que ésta, que con su pronta inclemencia hostigaría la endeblez de su cuerpito que era en el aire todo vuelo como un carbón con alas que se volvía cada vez más y más pequeño.













*



Me quedé

con la manija de la puerta en la mano

y ya no pude conectar con el origen

tantas veces desconoci la lengua:

el significado, por ejemplo

de la palabra ruindad

el horror detrás de la puerta bloqueada

(por no poder verlo)

yo cómplice del desprecio

ciega y sorda a mi corazón

ciega y sorda

perdiendo el tiempo esperando

que no sea demasiado tarde.


*De Mercedes Álvarez. alvamercedes@gmail.com


-Mercedes Álvarez nació en Tandil, provincia de Buenos Aires, en 1979. Vivió en Mar del Plata hasta los diecinueve años. Entre 1998 y 2006 residió en España, donde se licenció en Sociología por la Universidad Pública de Navarra. Realizó un máster en Gestión Cultural. Publicó los libros Vecinos (Baile del Sol, España, 2010), Historia de un ladrón (Caballo de Troya, España, 2010), Imitación de los pájaros (Zindo & Gafuri, Buenos Aires, 2013), Ficciones súbitas (comp., Eds De aquí a la vuelta, Buenos Aires, 2013) y Saigón (Zindo & Gafuri, Buenos Aires, 2015). En 2013 ganó el premio Edmundo Valadés de cuento latinoamericano con el relato Grow a lover.












El espejo de los locos*



Marsupiala Gómez no festejaba la soltería pero, muy a su pesar, la única opción fue acostumbrarse. No hubo suerte con los dos admiradores que tuvo en la vida. El primero y el más insistente, terminó casándose con la prima hermana, de una vecina que solía visitarla, justo en la coincidencia de la llegada del enamorado. La segunda simpatía duró un poco más de tiempo, quince años. Decidió despedirlo porque se dio cuenta de que no era muy inclinado al casamiento y ella, obvio, jamás hubiese aceptado una aproximación física sin papeles y sinceramente, se cansó de tener que frenar al novio, cada vez que venía.
No es que Marsupiala fuera virgen, en realidad había tenido, aparte de estos dos admiradores que se decían formales, varios amantes
En medio de estas contradicciones, el problema estaba en su progenitor. Un hombre de carácter y absolutamente estricto, en lo que respetaba al buen nombre y honor de la hija.
Cuando el inflexible falleció, Marsupiala pensó:-¡Por fin sola! -y se preparó para vivir la parte más interesante de su vida.
Lo primero que hizo fue quitar toda la ropa del placard y llevarla en cajas al desván, no sin antes rociar cada prenda, con mata polillas. El anciano había sido estrictamente prolijo y nunca hubiese deshonrado su memoria mal guardando sus pertenencias.
Le llevó tres días completos organizar, en detalle, cada posesión relevante, cada menudencia que había correspondido al muerto y un día y medio, subir los paquetes al sitio, donde permanecerían hasta que el tiempo lo dijese.
Para, finalmente, ubicar cada bulto en su lugar, necesitó disponer de modo más apiñado los enseres que, en otras épocas (fallecido su bisabuelo y luego su abuelo) la madre había atesorado, de los difuntos.
Decidió ubicar lo que fuera mobiliario personal hacia un lado, la ropa por otro; las relojes y anillos, bien ocultos en un hueco de la mampostería y por supuesto, el impresentable espejo de pie que heredó (al no haber hijos varones), venido de las distintas generaciones de la familia Había llegado el momento de hacer lo que nunca había conseguido: quitarlo del centro de la casa.
Cuando estaba por finalizar su trabajo y se disponía a cerrar con llave el recinto, vio espantada el rostro de su padre, reflejado en el cristal y escuchó, más espantada aún, su voz autoritaria:- ¡Pon la caja de los abrigos hacia la derecha, recuerda que ahí tenemos una gotera y regresa el espejo al comedor!-



*De Ana María Broglio. anamariabroglio@gmail.com
Villa Gesell










*


Y si nos damos
esta última oportunidad para saltar
al fondo de los días que no hubo
y lo perdemos todo.
Si no hay nada
para apostar, después de todo,
más que este puñadito de preguntas,
esta meticulosa colección de cobardías.
Y si quedara un rostro
de los dos para mirarnos,
como un juego
de espejos, vos y yo
jugándonos la vida que no hubo
corriendo en un circo de atracciones.
los ojos deslumbrados
en la espera de donde estabas vos,
donde aparezco yo entre la sombra esquiva,
en qué rincón de brillos refulgentes
resplandece
eso que llamamos amor.


*De Mariana Finochietto. mares.finochietto@gmail.com












Viejos Muros*



Vengo a buscar detrás de la memoria
aquella luz de infancia
que a veces llega temblorosa.
Entro por el hueco de tu muro
que no supo de fieles y de oficios.

Me devuelves el tiempo que me pertenece:
cuando la mano de mi padre, exacta
conteniendo la mía, me llevaba
a la ventura de buscar tesoros
ocultos en tu tierra prometida.

De regreso él sostenía mi cansancio
entre sus brazos, y yo,
un botín de monedas oxidadas;
una cuchara oscura de extrañar su mesa;
trozos de loza, con flores y faisán azules

una llave que fue dorada y extravió su casa
y golosinas… que un mago
dejaba entre las matas.

Una verdad asoma desde tus muros,
-de esas importantes, invioladas-
me mira con los ojos fijos del silencio
y se queda en mi memoria primera, sellada,
en la esfera de la tarde, tan lejana…

Nos corresponde la metáfora:
tú no llegaste a ser iglesia,
y yo soy un alma inacabada
juntando fragmentos
de piedras y palabras.

Dos muros. Una sola nostalgia.



*De Miryam Colombotto Seia. miryamseia@cablenet.com.ar













Nicole*



Si nos vieran nuestros antepasados.

Esos que desconfiaban de la tecnología. Los que vivían todavía en una sociedad del humo. Donde uno de los placeres era hacer fueguito para cocinar asado.
Si nos vieran. En esta absurda y patética época. Las compañías de electricidad que son la delegación terrenal de los antiguos dioses. Nuestras casas donde casi todo funciona a electricidad y a la vez se produce electricidad para retribuir en parte a los dioses no en oraciones sino en su misma moneda materializada.

La soberbia de las compañías que no pueden aceptar la mera posibilidad de falla o sabotaje. Hace añares, la serie Black Mirror nos había advertido sobre los terribles efectos de la tecnología combinada con el poder sobre la vida de la gente.
Pero no hubo caso, aquí estamos en la sexta hora de corte de luz.
Como en otras oportunidades el motivo no es informado o es parecido a un secreto de estado.

Y yo, un hombre grande que vive solo me siento abandonado a mi suerte o a mis fantasmas que es aún peor. Me espera según anticipo un largo día a expensas del pasado. Toda una vida se recuerda cuando todo esta apagado y solo funciona la mente.

Para luchar contra la soledad había comprado por Mercado Cyber a Nicole.
Algunos amigos se burlaron. Pensaron que había comprado una mujer robot, una compañera que entibiara un poco mi cama en las noches.
No, les decía y se seguían riendo. No tiene los atributos físicos de mujer ni el programa que les permite brindar placer sin cuestionar.
Todo lo contrario, vive cuestionando y analizando mi pobre discurso encallado en un pasado lejano.

Ni con baterías las fabrican.
Y ahora con el corte de luz toda mi dependencia emocional estalla con la furia de un volcán por siglos dormido.
Y este abandono de horas no tiene remedio ni autoengaño.
Sí. Sepan que vivo con Nicole, una psicóloga eléctrica.


*De Eduardo Francisco Coiro.










*


llegará el día
-el absurdo, el descostillado, el bello día-
en que la lluvia ya no podrá
interponer su abejorro frío
entre tu mano y la mía;

llegará, si, el día
en que mi alma
ya tan joven, ya tan vieja,
no se entrometerá entre el recuerdo de vos
y la memoria de vos
y mi silencio;

mamá de los peces, mamá de los elefantes,
mamá de las iguanas que se duermen sobre piedras,
mamá de objetos, de signos, mamá matemáticas,
mamá ojos verdes, ojos tomate, ojos cordobeses,
mamá que parece el acento de tu nombre una abeja

llegará el día
-absurdo, ampuloso, insolente, altruista-
en que la lluvia y el nombre de la lluvia
nos sean tan ajenos, tan jodidamente nuestros,
que habrá mundos, multiplicados, infinitos
donde vos, carajo de los mil carajos,
ya no te mueras.



*De León Peredo. gustavojlperedo@yahoo.com.ar













 Miguitas de Pan*



Aquella tarde lejana de domingo escuche a mi madre cantar.

-Tome Don Ceferino../una copa de vinooo.. /por caridad...

-Yo la ví en el cine, -me dijo.

Mi madre estaba mirando en televisión una película de 1949, "Miguitas de Pan". Sonreía como si tuviera los 20 años.

- Y la primera actriz, tuvo que ser reemplazada, por que a mitad de la filmación vino un norteamericano y se la llevo....

Imaginé a la actriz queriendo huir definitivamente de la domesticidad del deseo. Me pareció verla en aquella escena de filmación con Enrique Serrano, donde deben representar el hartazgo al incrustarse en la piel miguitas de pan en la cama conyugal.
Una cierta polvareda anuncia futuros en esa calle del estudio cinematográfico. Como salido de una nube de polvo el jinete con chaqueta de flecos y largos rulos rubios  que vuelan la levanta en movimiento y la sienta sobre la montura de un corcel marrón.
En escena típica de western, aquel vaquero norteamericano se llevó con la velocidad del rayo a la protagonista del film argentino.
Ella era Alicia Barrié con su belleza singular. Con sus ojitos rasgados de vasca nacida en Chile. Se van y la historia será sin duda diferente a la prevista. Algo de esa fuerza irresistible que se atribuye al amor, ha cambiado el curso de una historia, y en este caso, desde la vida misma se ha modificado el devenir previsto en un film.
-Cuando concluyó la película mi madre completó la información: - Alicia Barrié fue reemplazada por su hermana Elsa Del Campillo.

En mi imaginación de aquella tarde el norteamericano que se llevo a la actriz no podía ser otro que Joel McCrea  del Buffalo Bill de 1944.



*De Eduardo Francisco Coiro.










*



No pienses
en el hombre que murió en una casa del sur,
en su sola soledad de solo para siempre
helándole los huesos.
No pienses en el frío.
No creas más que en lo que ves.
Los ojos que no ven son inocentes.

No pienses
en las mantas arrojadas en la calle
como un montón de tierra sobre un cuerpo
que nunca estuvo ahí.
No pienses en el hambre.
No creas más que en lo que ves.
Los ojos que no ven no son culpables.

Por la noche,
antes de dormir,
no pienses en eso que no ves.
Pagaste años de terapia para ser
el que se sienta frente al televisor a ver la realidad
Mirá.
¿Qué ves?
En la pantalla
un hombre de neón
sacude sus dientes de reír.


*De Mariana Finochietto. mares.finochietto@gmail.com










*


“El único futuro que observamos, es aquel, que reflejamos sobre la soledad del espejo, pero rechazamos creer en él, como vehículo de lo posible.”


*De Daniel Montoly. danielmontoly@yahoo.es






InvenTren






3 *



Tan poco quedó de mí,

que con poco vuelvo.

Como una mariposa

hacia la luz de un tren.



*De Paula Novoa.
-Poema incluido en El año que fui homeless.



-Paula Novoa nació un 08 de marzo de 1976 en San Antonio de Padua. Es profesora en Lengua, Literatura y Latín (I.S.F.D. N°45, Haedo) y Licenciada en Lengua y Literatura con orientación en análisis del discurso (UNLaM). Escritora de poesía.

Publicó: El año que fui homeless, Cave Librum Editorial (2014) e Hija de mala madre, Cave Librum Editorial (2016).

Actualmente trabaja como profesora de Lengua y Literatura en escuelas secundarias del municipio de Moreno.





-Próximas estaciones:

POLVAREDAS 
–Por Ferrocarril Provincial-

PLOMER    
-Por Ferrocarril Midland-


***
El recorrido por venir del tren literario en el Ferrocarril Provincial:

JUAN ATUCHA.   JUAN TRONCONI.    CARLOS BEGUERIE. 
FUNKE.   LOS EUCALIPTOS.     FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE.    GOBERNADOR UDAONDO.   LOMA VERDE.  
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN. GOBERNADOR DE SAN JUAN RUPERTO GODOY. GOBERNADOR OBLIGADO.  
ESTACIÓN DOYHENARD.   ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA.    D. SÁEZ.    
J. R. MORENO.     EMPALME ETCHEVERRY.    ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY.  
LISANDRO OLMOS.  INGENIERO VILLANUEVA.  ARANA.  GOBERNADOR GARCIA. 
LA PLATA.

***

El recorrido por venir del tren literario en el Ferrocarril Midland:

KM. 55.    ELÍAS ROMERO.    KM. 38. 
MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.   LIBERTAD.  MERLO GÓMEZ.  
RAFAEL CASTILLO.    ISIDRO CASANOVA.  JUSTO VILLEGAS. 
JOSÉ INGENIEROS.   MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE.  ALDO BONZI.  
KM 12.   LA SALADA.   INGENIERO BUDGE.
VILLA FIORITO.  VILLA CARAZA.   VILLA DIAMANTE.
 PUENTE ALSINA.  INTERCAMBIO MIDLAND.



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