*Portada de “Caleidoscopio
con vistas al futuro” del escritor cubano Carlos Duarte Cano.
Caleidoscopio: Un legado del futuro*
*Por Abel Guelmes Roblejo. abelgrob@gmail.com
“Cuando era niño tuve un caleidoscopio.
Probablemente lo heredé de mi hermano mayor, como casi todos mis juguetes. Me
tocó crecer en una época donde estos escaseaban…” Así comienza la introducción
del más reciente título Caleidoscopio con vistas al futuro, del escritor
cubano Carlos Duarte Cano, Editorial Gente Nueva. Este libro, pertenece a la
colección Ámbar, la que se caracteriza por defender los géneros fantásticos y
ciencia ficción en la Isla.
En sus textos encontraremos sugerentes historias
como la de un extraño individuo que nunca dijo una mentira, tampoco se equivocó
y al final tuvo un enigmático destino. Una máquina que mide la felicidad. La
historia de un hombre que visitó un centro, donde le dijeron que podría crearse
sus propios dioses. Una peligrosa arma que dispara hacia el pasado. Una
solución alternativa más certera… y cuestionable, al tema de la inmortalidad.
Una hermosa reescritura/reinterpretación de un cuento clásico. Un sofisticado
yelmo que promete la felicidad a sus usuarios. Un planeta con vida propia y
consciencia. La lucha eterna entre la ciencia y la magia. Lo que entendemos por
sabiduría para escoger entre el bien y el mal. Y como historia final,
encontramos la de un niño que nace con una “extraña condición”, muy chocante a
la del mundo en que le tocó nacer.
Vale aclarar que, como buen defensor de la ciencia
ficción, todos los cuentos están escritos en varios subgéneros. Algunos como el
New Wave, Cyberpunk, Space Opera, Distopía, Mundos Post-apocalípticos.
En ocasiones el autor decide combinarlos y pasea su narrativa entre ellos, como
buen capitán de un barco que surca a través de diferentes aguas… o galaxias, en
dependencia.
Carlos Duarte, biólogo y científico de profesión,
hace uso de su amplio conocimiento en varios de sus relatos. Nos narra
historias con descripciones de enfermedades, vegetación y topografías tan
exactas, detalladas y realistas, que hace, que aquellos universos “ficticios”,
tan diferentes e iguales a la vez, nos resulten familiares al leerlas. No es de
extrañar que algunos de sus textos tengan como centro a la naturaleza (en su
más amplio aspecto) y a biólogos como co-protagonistas.
El uso de las ciencias biológicas en este libro, es
un detalle que marca la diferencia. No es un tema muy frecuente en nuestra
literatura y que, sin embargo, es muy necesario y agradecido por el público
lector. Carlos Duarte nos alerta a través de sus historias de posibles futuros.
Denuncia la naturaleza insatisfecha y destructiva del ser humano.
Indiferentemente de si narra un cuento con tono detectivesco (El hombre
infalible), una crítica al burocratismo (La solución Zombie), o uno
de abundante acción (Mundo inhóspito), entre otros.
Los cuentos, como alerta el autor en su
introducción, están organizados en un orden cronológico. No en el que fueron
escritos, sino en el tiempo en que transcurren los hechos. Yendo desde un
posible futuro cercano… ¿o pasado?, hasta un día muy distante en la historia
aún sin escribir; donde la raza humana habrá perdido la “humanidad” que la ha
caracterizado. En los relatos que conforman este Caleidoscopio, es muy
visible esta característica que aclara el autor. Los avances en la tecnología
van desde la actual hasta los que aún soñamos con realizar. Pero no es solo la
tecnología en la que el cambio es visible, lo es también en el comportamiento
humano. Carlos Duarte Cano es capaz de crear una sicología en cada personaje de
sus relatos, muy fiel a la del momento histórico que narra. Va desde el afable
y servicial tabernero de El hombre infalible hasta la fría y distante
madre Tin ya no vive aquí. Los personajes viven, piensan y se
comportan en dependencia de la sociedad a la que pertenecen. Sin embargo, nos
plantea la posibilidad del cambio a bien, aún en sus más distópicos cuentos o
mundos en que nos sumerge el Caleidoscopio.
A esto se le suma el uso de un sencillo, pero nunca
simple, lenguaje, que es capaz de entender todo lector. Independientemente del
aspecto científico o social que se exponga, cualquier persona será capaz de
comprenderlo en su totalidad. El autor utiliza una narrativa compleja en
ocasiones, complementada por este lenguaje, capaz de tornar lo excluyente por
tema, en inclusivo por su calidad.
Duarte posee un estilo propio, fresco, actual y
maduro; impregnado de la esencia añeja de los libros de autores clásicos
de este género en que se siente cómodo al escribir. Se adentra con éxito, cual
temerario conquistador, en tierras de la ciencia ficción que muchos de los
amantes de esta rama de la literatura, gustan leer; pero temen escribir por su
gran dificultad.
A manera de excelente propuesta, se presenta este Caleidoscopio,
que como algunos de los buenos libros que también heredé en mi infancia, “en
una época en que estos escaseaban”, me ha dejado un delicioso sabor en la
memoria. Sus diez historias han logrado transportarme hacia aquellos mundos,
fantásticos, futuros… ¿pasados?, que nos recrea el autor. Y aunque este Caleidoscopio
sea con vistas al futuro, nos brinda lecciones en el presente; y cada
vez que lo vea acomodado en mi biblioteca, me recordará los buenos momentos de
esos días lejanos, en que fue leído por primera vez.
Datos.
-Carlos A. Duarte Cano. La Habana, 1962.
Vive en La Habana, es doctor en Ciencias Biológicas y trabaja en proyectos de
Biotecnología aplicados a la salud humana. Comenzó a escribir ficciones a
partir del 2005, cuando ingresó al Taller 7 de CCF. Ha colaborado con la
redacción de los ezines Alpha Eridiani y Axxón y es editor del ezine Korad. Es
también uno de los fundadores y coordinadores del taller de literatura
fantástica Espacio Abierto, activo desde 2009. Ha obtenido premios en los
concursos: Concurso Internacional Sinergia, Realidades Alteradas, Argentina
2008; Concurso de CF de la revista Juventud Técnica, Cuba, 2008, Concurso La
cueva del Lobo, Venezuela, 2012, Concurso Hydra de novela corta, Cuba, 2015;
Primer Premio de cuento en los Juegos Florales de Cubanacán, 2016; Primer
Premio en el Encuentro Debate Municipal de Talleres Literarios de Playa, 2016;
2do Premio en el Encuentro Debate Provincial de Talleres Literarios de La
Habana, 2016. Su cuento Buscando a Carla recibió el premio Agustín de Rojas al
mejor cuento fantástico cubano publicado en 2013. Obtuvo mención especial en el
concurso Luis Rogelio Nogueiras, Cuba 2010 y mención en La Edad de Oro de
novela, Cuba 2014. Primer premio incentivo concurso LitKon 2013 de la Mars
Society, Bulgaria. Textos suyos resultaron finalistas en: III y IV y VI
Certámenes Internacionales de Poesía Fantástica miNatura y en el IX Certamen
Internacional de Microcuento Fantástico miNatura, 2011; concurso UMA de relato
fantástico en 2012; Concurso de Cuentos Cortos para promover hábitos de
lectura, AMEI-WAECE, 2013; accésit en el III concurso de microrrelatos “Ciencia
ficción, Novum” de Ojos Verdes Ediciones, 2016. Ha publicado cuentos y poemas
en diversas antologías de Cuba, Argentina, España y Méjico y los libros Caleidoscopio
con vista al futuro (Colección de Cuentos Ed Gente Nueva, Cuba, 2015) y El olor
acre de la libertad (Ed Abril, Cuba, 2016). El primero de estos se puede
adquirir online en el sitio Cuba Libros
http://www.cubalibros.com/102-carlos-duarte
*
-Abel Guelmes Roblejo. La Habana, 1986.
Coordinador del Taller Literario Espacio Abierto. Graduado del taller de
formación literaria “Onelio Jorge Cardoso”. Miembro de la AHS. Recientemente ha
publicado el libro de relatos Últimos Servicios, con ilustraciones de Ray
Respall Rojas –pintor cubano de amplia trayectoria-, como parte de la colección
de autores cubanos Guantanamera, editorial Lantia S.L., Sevilla, España. Premio
de Cuento de Ciencia Ficción “Juventud Técnica”, 2017; mención en este concurso
en el 2016. Finalista de: “XI Concurso de Cuento Ciudad de Pupiales, 2016”
(Colombia), Fundación Gabriel García Márquez; I Certamen Internacional de
Relatos Pecaminosos (Estados Unidos, 2013); “Mi mundo fantástico” (España,
2013); Beca de creación “Caballo de Coral”, Centro de Formación Literaria
Onelio Jorge Cardoso. Mención en: Concurso Oscar Hurtado, Cuba, 2014, categoría
de ensayo y artículo teórico y en la modalidad de cuento fantástico, 2015.
Cuarto lugar en el “Premio Literario "Patricia Sánchez Cuevas” (España,
2015), publicado en la antología de trabajos premiados. Ha participado en
varias antologías internacionales, entre ellas: Historias breves, Letras con
Arte, España. Su cuento Últimos Servicios fue traducido al francés por La
Universidad de Poitiers (Francia, 2015), para conformar un volumen sobre
autores cubanos. Antología de Aforismos, Ediciones DeLetras, convocada mediante
concurso por la propia editorial (España 2015). Cuentos y reseñas suyas han
sido publicadas en revistas digitales e impresas tanto en Cuba como en otros
países, entre ellas: El Caimán Barbudo, La Jiribilla, Korad, Hitcuba.com,
Prensacubana.net, Juventud Técnica, Cuba; Arena y Cal, España e Inventiva
Social Argentina, Revista Azahar y Amazing Stories. Ha participado en diversas
lecturas y proyectos auspiciados por la Editorial Gente Nueva y la Asociación
Hermanos Saíz.
ARRIBO*
Venía con diez
jazmines en la mano.
¿Adonde vas?
-Toda la sequía
del mundo en mi mirada-
Al mar. Me
espera el mar. El mar irremediable.
¿Cómo lo sabes?
-Páramo salobre
en mis entrañas-
Una sombra ha
cruzado los cardales.
Me espera una
geometría de cosas y de nombres.
Vuelve en
marejadas.
Patria misteriosa
de los hondos secretos.
Una hembra
latiendo en maduro fruto.
Un macho con
corceles negros en los ojos.
Una alondra y
un toro.
Gritos de
cobre. De violeta. De clavel ausente.
Una pradera
quieta y un halcón.
El niño duerme,
envuelto en pañales de viento.
Laberintos.
Estrellas. Delfines. Arrecifes.
Huésped de un
arcano laberinto de agua.
Arribo.
Puerto de mar o
páramo.
Puerto que
florece en algas y cardales.
Puerto de un
enero de amor.
Un hombre con
los brazos extendidos.
Una mujer con
diez jazmines en la mano.
*De Amelia
Arellano. amelia.arellano01@hotmail.com
Los desterrados
de Poker Flat*
*Por Jorge
Isaías. jisaias46@yahoo.com.ar
Elvio Gandolfo
me acaba de recordar el nombre del autor de un cuento maravilloso: Los
desterrados de Poker Flat.
Cuando busqué
el cuento y el autor llegué a la conclusión de que no tenía ningún libro de él,
que era el único cuento que descubrí en una antología del Centro Editor, que
dicho sea de paso tanta felicidad regaló a nuestra generación.
El argumento,
si la memoria no me engaña, se desarrolla en el oeste norteamericano en pleno siglo
XIX, donde el autor vivió hasta los 65 años trabajando en los periódicos y
publicando sus libros en el más duro puritanismo, como gustaba a los grandes de
ese tiempo.
Llega a un
pueblo de frontera un grupo de fulleros y empieza a desplumar a medio pueblo.
Las fuerzas vivas toman una decisión drástica: los juzgan y los condenan al
destierro, al mejor estilo griego. Cabalgan en un desierto de nieve varias
horas, cuando exhaustos llegan a un grupo de árboles, uno de ellos pone una
carta de jugar póker sobre un tronco y le clava un cuchillo no sin antes
agregar un papel que reza: aquí yacen los desterrados de Poker Flat, seguros de
que su destino estaba sellado cuando los conminaron a irse sin dejarles llevar
provisiones y empujándolos hacia el camino de frontera donde sabían que no
quedaba ninguna población. ¿Se incluía en ese juicio el castigo por haber
sometido a los habitantes del pueblo al designio tentador de los fulleros? ¿Por
qué ese juicio tan extremo que era lo mismo que la horca, pero evitaba observar
cómo ese grupo indeseable moría muy lejos de su desconsideración cristiana? El
odio pudo más que un juicio más benévolo o al menos obligarlos a transitar por
caminos que estuviesen más poblados.
Siempre me
pareció excesiva esa decisión, una ejemplaridad vana, porque los fulleros, lo
sabemos, se siguieron reproduciendo hasta nuestros días, pero también el odio
(que siempre es visceral) y que no acaba de abandonarnos nunca.
Abonizio me ha
dicho que en mis escritos los pueblos no conocen el mal. No es cierto. Lo
conocen de sobra, porque en sus calles circulan los siete pecados capitales,
como le aseguró Raúl Galán a Héctor Tizón cuando ambos vivían en la aldea de
Yala, pero yo no quiero hacerlo.
Sucede que en
ese espacio tal vez mítico (nunca falso ni ideal) que me he ido formando eludo
hablar del mal, porque de eso ya hay mucho en esta sociedad suicida.
Prefiero tratar
de inscribir el vuelo de las garzas por un cielo de ceniza azul intenso, camino
a los bañados más lejanos, cruzándose con aquella golondrina tardía que se
había perdido de la bandada y a lo mejor ese grupo de niños que la miraban
atónitos y admirados no lo supieran, porque volvía rápidamente a sus juegos.
Pero uno solo
de ellos tomaba nota en su cabecita rapada y lo volcaría alguna vez en ese río
de tinta que le circulaba en la sangre y con los años sabría que todas las
líneas de sus manos solo rescataban esa belleza que de otro modo se perdería
para siempre.
*
Todas las
puertas cierran
lo que estuvo
abierto.
Aquello que
quedó detrás
está perdido,
porqué no
disuelto, roto en pedacitos,
ya es parte
de la delicada
materia de lo invisible.
Un héroe no
golpea en el umbral.
Contempla
con calma o con
desdén
lo inevitable,
abraza la
imperturbable sentencia de lo inerte.
*De Mariana
Finochietto. mares.finochietto@gmail.com
EL DEBER
HUMANO*
La lucha contra
la adversidad era la clave. La lucha contra un destino amenazador, el destino
como la tormenta que se desatará, que romperá las amarras y devastará la pobre
humanidad o el pobre ser sacudido por los inclementes vientos de los años, de
la lejanía, de la tristeza. El destino que se ensaña quitando la vista a Borges
(eso será mucho después, pero qué es una década o un siglo para la historia),
el destino que se ensañó con Beethoven desprendiendo de su ser esencialmente
musical la valiosa y magnífica capacidad de escuchar el goteo de la lluvia, una
puerta que se queja, los acordes monolíticos de una sinfonía.
Es el deber del
ser humano la lucha contra la adversidad. Frase remanida, que no es
espectacular por la formulación ni por la novedad, pero que con el contexto de
haber sido expresada por Beethoven tiene una fuerza y un impacto que estremece.
Y luchó
Beethoven contra la adversidad, contra el destino que en la quinta sinfonía se
expresa para siempre en notas musicales, en una sola frase que se repite y muta
pero que se alza como un monumento de piedra en la llanura destemplada.
Lloraron los oyentes en su momento, nos emocionamos hoy cuando nos golpea ese
bloque de música que forma la orquesta a pleno, y esa queja de un único
instrumento solo que implora allá en las alturas, único como la plegaria de un
inocente.
Ese pa ra pa
páaan reconocible y trágico, tres notas cortas y una larga. La “V” en el código
morse, la “V” de la victoria final aún cuando la muerte cierre y clausure. La
victoria de haber presentado batalla como sea y contra poderosos ejércitos. Es
la victoria de la lucha en sí, sin importar los resultados. La victoria del
hombre de pie aunque sea al fin la caída, que no somos inmortales pero la victoria
está en la resistencia.
Se había
comprado o mandado hacer Beethoven todo lo que el ingenio de la época permitía
para amplificar esas ondas elusivas que ya no formaban sonido en su cabeza.
Trompetillas, cuernos, hasta una pesadilla de hierro que parecía salida de los
sueños enfermizos de los inquisidores; un collar con largas varillas que se
introducían en el piano. Vanos intentos. A los treinta años el ejecutante
estaba completamente, fatalmente sordo. Y fue después que escribió cada una de
sus sinfonías, sordo ya, trabajando con las coloraturas de los instrumentos de
memoria, armando acordes poderosos con matemáticas e imaginación. Construyendo
catedrales y recintos dibujados a contraluz y con trazos vigorosos. Luchando
contra la adversidad, porque lo dijo y lo hizo, era su deber humano luchar
contra la adversidad.
Y antes del pa
ra pa páaan una aspiración, un silencio. Importante silencio de hache muda
delante de la palabra. Impulso que eleva la fuerza y hace que la frase suba.
Tomar aire antes del esfuerzo, echar hacia atrás el brazo en tensión para que
la flecha llegue hasta ese blanco lejano. Tanto importa la hache, tanto hace un
silencio, el vano con la misma contundencia espacial que la pared contundente.
La muerte dando sentido a la vida por simple presencia invisible. Esas
sutilezas que no se comprenden hasta que nos las explican, pero que sin embargo
se pueden presentir en la emoción.
Nos hablan
siempre de un hombre colérico de cabello despeinado. Se reducen finalmente los
seres a una caricatura vacía. Debiésemos poner el relato en cosas más
importantes, como su pasión que como toda pasión es desmedida y arrasa con
árboles y edificaciones. Destruye y crea. Beethoven guiando a una orquesta que
no escuchaba, nueve horas guiando la orquesta y cantando y gritando mientras
los espectadores comían o charlaban, en esas maratones en las que un compositor
presentaba su obra y que se llamaban academias. Lo imagino feliz, lo imagino
por fin vivo y no como ese busto inmortal (esas inmortalidades de museo, de
cámara funeraria, de olvido), ese busto inmortal y ajeno que no es Beethoven
sino un pedazo de yeso o acaso mármol o bronce, materia que jamás fue viviente
de vida humana, sueño y carne y espíritu desbordado.
Es deber humano
luchar contra la adversidad, dijo Beethoven, vivo y viviente y tenaz. Quizás la
única forma de construir obras justificadas, poderosas y bellas sea esa batalla
desesperada contra la propia imposibilidad. Desde aquí se ve el inmenso
edificio, y no notamos, ya, la labor del artesano, las huellas arduas de los
cinceles sobre la piedra.
Será por eso
que la quinta sinfonía fue la obra seleccionada para representar el sonido de
lo humano, cuando se envió un mensaje al espacio. Qué temblor en la yema de los
dedos, qué magnífico vacío en las entrañas pensar en esa frase musical
resonando allá en medio de la negrura y las infinitas estrellas, viajando por
el universo anónimo y llevando el mensaje de la humana esperanza de poder dar
lucha al firmamento inabarcable.
*De Mónica
Russomanno. russomannomonica@hotmail.com
*
No sólo hay
crepúsculos: también hay cosas, animales, calles, edificios, personas
crepusculares. Uno mira a esas personas o cosas o animales o edificios o calles
y teme que puedan diluirse hasta desaparecer.
*De Liliana
Díaz Mindurry. lidimienator@gmail.com
Con la
"P" *
Pedro Paz,
pintor potente,
pinta para
pobres pastores
pinares, piñas,
panoramas,
perdices ,
pesebres , puentes,
paisajes,
pantanos, pendientes,
piñones,
posadas, pijamas...
Peligros,
polainas, pieles,
padeciendo por
"pinreles".
Para payeses,
pinta plantaciones,
patatas,
portadores, peras,
pimientos,
pollos, paelleras,
puercos, pozos,
porrones,
Pinta pasiones
parteras
para próximos
parientes
pinta pócimas
pudientes.
Pinta por
partes pierrots
para pasiones
perrunas,
píldoras ,
pocas pastillas,
potingues, paz,
pesadillas.
Para payasos,
pistas, planchas,
porras,
patines, parasoles.
Para pobres
pinta paciencia
pestes, pagos,
penas, pesar,
poco para
"papear".
Para
propietarios prebostes,
picaportes,
puertas, pisos,
porteros ,
pleitos, permisos,
paletas,
plafones, postes.
Para pícaros
pretendientes
pensamientos,
pasiones,
presentes,
picardías, postales,
penumbras
post-maritales
paranoias,
perdiciones.
Para palacios
preciosos
pinta plazas,
parques, palmeras,
pararrayos,
papeleras,
policías
pretenciosos.
Por pasatiempo
pinta palcos,
pomos,
piscinas, plumeros,
programas,
pocos pucheros,
periplos
peristálticos
pesarosos
pterodactilos
panteras,
pipas, prisiones,
peluquerías,
portones,
platos,
petróleo, patines,
piratillas,
prostitutas,
pernos, peucos
palentinos,
paraninfos,
peregrinos.
Pinta perros
perdigueros,
pizpiretas
peligrosas,
pérfidas
picotas porosas,
pianos, papúes
peludos...
Pedro Paz pinta
por pintar,
pinta pintando,
primero
por pares,
polimorfos por postrero .
Pero pinta
porque persevera
pobre paria
pinturera...
Parecen
perpetuas palabras
pero por
principio,
prefiero
parar...
Por parar.
*De Joan
Mateu. joan@zarca.es
*
Conocí
a la mujer más
triste del mundo,
que no es poco
decir de una mujer.
La tristeza es
un hábito que te cubre del viento,
un vestido que
te guarda del frío.
Como todos los
tristes, terminó siendo poeta
y acunaba
palabras como hijos
cantándoles
canciones.
La habitaba un
volcán.
Todo su cuerpo
era un puñado de temblores.
Mirarla andar
era contemplar
la caída de un imperio.
Pero sus ojos
huían del desastre.
Sus ojos, esos
pájaros salvajes.
*De Mariana
Finochietto. mares.finochietto@gmail.com
Octubre*
te he amado
siempre
te elegí para
nacer.
Y ahora
que no se corresponden
tiempo y piel
(¿deberían
hacerlo?) requiero
de tu fuerza
vital.
Floréceme,
octubre.
No pases lejano
de mí,
transfiéreme
tus verdes
tu decidido sol
tu calandria
sonora.
Tócame con
manos de azahar
ponte de pie
sobre mi noche.
Invade.
Conquista. Somete.
Pero,
no pases
octubre, lejano de mí.
Gira en la
tibieza.
Hazme un signo
e invítame al
festín.
*De Miryam
Colombotto Seia. miryamseia@cablenet.com.ar
*
Llega un
momento en que te das cuenta. Te das cuenta de que sufrir es una decisión, la
tuya; de que escuchar al miedo siempre es una opción, y no la más sabia; de que
si alguien habla de vos no te define, se define; de que haber amado nunca fue
un error, aunque te haya costado el corazón; de que mientras estás vivo estás
tan vivo como cualquiera, sin importar los pronósticos; de que sos liviano, y
lo que te pesa no sos vos, sino lo que cargás encima. Llega un momento en que
te das cuenta, y el mundo cambia aunque siga siendo el mismo. Y vos... Bueno,
vos tenés que querer darte cuenta. ¿Querés?
*De Lucas
Berruezo.
Inventren
Desear amor es
desearlo todo*
Ya me
acostumbré a deambular por los vagones. Los recorro mirando a esa gente que
dormita o come. Veo a una mujer descargando el mate por la ventanilla, y me
digo que la yerba está irremediablemente perdida, que se fue para siempre,
siento una extraña sensación de ausencia y de algo indefinible, esa yerba
arrojada para toda la eternidad, sin ceremonia, sin despedida. Una ventanilla
que se abre, el salto fatal. Me alejo con una náusea entre las manos.
En el siguiente
vagón dos hombres hablan fuerte. El de ojos claros intenta convencer al alto de
alguna cosa. No me ven. Me pregunto qué dirán.
Llegan frases
aisladas, la conversación se me pierde como la yerba. Estoy inmóvil, las cosas
suceden a mí alrededor. El mismo tren es algo que sucede sin mi compromiso.
Sigo caminando.
La yerba y los
hombres quedan a mis espaldas. Estoy sola.
Hallar el vagón
de cineclub es un retorno. Sigo sin rostro ni voz, pero acaso que esto sea
físico, que la obscuridad me borre, es tranquilizador. Si no existo, al menos
no existo en la negrura que me devora.
La pantalla
iluminada me presta el resplandor para ocupar mi sitio, siempre el mismo aunque
el vagón cambie.
Reconozco
"Sweet Charity" allí adelante. La prostituta ingenua se deja engañar
por el novio, vive su ilusión de ser amada, se deja engañar, desea y propicia
la mentira que le otorgue un respiro a la desesperación.
Está tan sola
con su ropita y su cara mal maquillada. Lloro. La veo tan preparada para
regalarse, tan deseosa de hacer feliz a cualquier hombre que le preste los ojos
y las manos un momento. Qué frágil esta mujercita alegre toda imposibilidad, si
tiene marcado, tatuado, el fracaso.
A pesar de que
sepa el final, hasta el último momento pienso que el hombre común que se
equivoca, que cree que es una mujer decente y ordinaria, cuando se entere de su
pasado la va a aceptar igual. Si no ocurre en la vida real, debiese ocurrir en
el cine.
Y las
coreografías de Bob Fosse son deliciosamente vitales. Dicen con el cuerpo, y lo
que dicen se expresa sin fisuras, en bloque. Música, canto, baile, el desenlace
inevitable de la fatalidad agazapada.
La prostituta
es una buena persona, el novio es una buena persona. Sin embargo el hombre no
podrá hacer otra cosa que destrozarla, para que no sufra. ¿Cómo condenarla a un
futuro en el que por fuerza habrá de reprocharle suciedades? La va a abandonar.
Ella sólo desea
amor. Pobrecita, no sabe aún y a pesar de su experiencia que la palabra
"sólo" en esa frase no cuadra. Desear amor es desearlo todo.
Me voy antes de
que finalice la película. Sé que habrá una sonrisa final, una esperanza
forzada, la sugerencia de que la vida sigue y que quizás. Pero la yerba
desechada continuará su vida, también, junto a las vías, integrándose
lentamente a la gramilla, desapareciendo de sí y del mundo.
*De Mónica
Russomanno. russomannomonica@hotmail.com
-Próximas estaciones de escritura:
PLOMER
-Por Ferrocarril Midland-
JUAN ATUCHA.
–Por Ferrocarril Provincial-
***
El recorrido por venir del tren literario en el Ferrocarril
Provincial:
JUAN TRONCONI. CARLOS
BEGUERIE. FUNKE. LOS
EUCALIPTOS. FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE.
GOBERNADOR UDAONDO. LOMA VERDE.
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN. GOBERNADOR DE SAN
JUAN RUPERTO GODOY. GOBERNADOR OBLIGADO.
ESTACIÓN DOYHENARD.
ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA. D. SÁEZ. J. R.
MORENO. EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY.
LISANDRO OLMOS. INGENIERO VILLANUEVA. ARANA. GOBERNADOR
GARCIA.
LA PLATA.
***
El recorrido por venir del tren literario en el Ferrocarril
Midland:
KM. 55. ELÍAS
ROMERO. KM. 38. MARINOS DEL CRUCERO GENERAL
BELGRANO. LIBERTAD.
MERLO GÓMEZ. RAFAEL
CASTILLO. ISIDRO CASANOVA. JUSTO
VILLEGAS.
JOSÉ INGENIEROS. MARÍA
SÁNCHEZ DE MENDEVILLE. ALDO BONZI. KM
12. LA SALADA.
INGENIERO BUDGE. VILLA
FIORITO. VILLA CARAZA. VILLA DIAMANTE.
PUENTE ALSINA. INTERCAMBIO
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