lunes, junio 25, 2018

ENTRE EL CIELO Y LA TIERRA...


*Foto de Karina Macció.











 7 *




En este laberinto

de muros muy altos

y tumbas ajenas

donde planté mi casa

y árboles

y secretos

la gente muere un poco

cada vez que el sol cae.

Acá,

los que podemos,

al despertar

repetimos tercamente

la ceremonia

de estar vivos

todavía.



*De Paula Novoa. Novoapaula8@gmail.com
 (Poema de “Invierno” de El paso de la babosa, Cave Librum Editorial, 2018.)


-Paula Novoa nació en San Antonio de Padua en marzo de 1976. Es Licenciada en Lengua y Literatura, docente en escuelas secundarias del oeste del GBA y en la Universidad Nacional del Oeste (Merlo). Autora de los poemarios El año que fui homeless (Cave Librum, 2014), Hija de mala madre (Cave Librum, 2016) y El paso de la babosa (Cave Librum, 2018).













ENTRE EL CIELO Y LA TIERRA...











PEQUEÑAS EPIFANÍAS*



Corazón adentro
florece mi jardín de invierno
conoce la esencialidad de las esporas
y sabe
que su memoria vegetal recuerda
el proceso del renacimiento.

-Lo estoy escuchando-



*De Miryam Colombotto de Seia. miryamseia@cablenet.com.ar













SÓLO ELLOS*



Sólo los dioses saben
como estás
te acunaron en la noche
entre las sombras y el dolor.
Sólo los dioses saben
como estás
besaron la frente
de tu infinita soledad.
Sólo los dioses saben
como estás
te vieron ingrávida
entre el cielo y la tierra
frente a un pequeño umbral.
Sólo los dioses saben
como estás
escucharon tu silencio
ni una nota más.
Sólo los dioses saben
como estás
en ese vacío
que no se deja llenar.
Solo los dioses saben
como estás
balanceándote sobre
peñascos y pozos oscuros
que no quieres ver.
Sólo los dioses saben
como estás
aferrada a los hilos
que ellos mismos te dan.



*De Patricia Dajruch. lalupayelbuho@outlook.com.ar












*



Hacía sus ejercicios matinales puntualmente pasando de visible a invisible con rapidez. Era muy metódico y pese a su depresión por la partida de su amigo, cumplía sus rutinas. El otro había desaparecido dejándole como recuerdo la habitación con todo lo que contenía. Se despidieron con cierta angustia por parte de él y con ansiedad por el cambio el otro. Había vuelto a la soledad Se impuso salir a caminar por las calles, lo cual siempre le había divertido, pero ahora lo hacía con desgano, sin regocijo. No reía en silencio como antes, no daba saltitos graciosos ejercitando su cuerpo invisible para todos los que iban  a su lado. Caminaba sin rumbo y volvía al cuarto vacío. Debo hacer algo, pensó. Empezar otra vez a disfrutar solo. Por un momento emitió destellos azules para afirmar su decisión, pero se apagaron en segundos. Irme a otro lugar. Cambiar todo. Eso, pensó, eso es lo que debo hacer. Esa noche descansó inquieto, A la mañana luego de sus ejercicios, partió. Subió a distintos vehículos, instalándose entre la gente, que de pronto se removía inquieta, por un roce inesperado. Fue cambiando para no aburrirse y luego de varias opciones, eligió el móvil conducido por un anciano que llevaba un niño a su lado. El se sentó atrás. A los pocos minutos notó que el niño lo miraba fijamente con la cabeza ladeada y un ojo azul. No me ve, se dijo. Pero el ojo azul seguía fijo en él. Se removió nervioso y pensó en retirarse, pero no quería hacerlo. De golpe el niño desapareció. Se encontró solo con el conductor que no lo miraba. Sintió una presencia a su lado. Una mano recorría su cara. No pudo reaccionar, estaba atemorizado. La mano terminó su inspección y una voz joven le preguntó hacia dónde iba. A cualquier lado, pensó. Lejos, tanto como pueda. Estaba abrumado y no reaccionaba ante la voz que surgía de la nada. Porqué lo haces, preguntó la voz interesada. Soy muy infeliz, contestó sin palabras. Puedes viajar con nosotros si quieres, dijo la voz con tono invitante. Mi abuelo y yo vivimos en el móvil. Quiénes son ustedes preguntó casi lloroso. El niño apareció de nuevo y sonrió al vacío. Somos como tú. Viajamos todo el tiempo. Adoptamos estos cuerpos porque es más fácil para moverse entre los humanos. Tú deberías tener otro cuerpo también, observó con voz clara.  Él estaba tan desconcertado que tomó su forma natural sin proponérselo. El niño lo saludó gravemente y el conductor emitió un gruñido de bienvenida sin mirarlo. Algo empezó a cambiar en él por primera vez desde que su amigo lo dejara. Estaba emocionado. El otro lo miró y por un momento pasó a su forma real. No era un niño. Era un adulto y muy agraciado. Sus colores naranja y amarillo eran cálidos. Se sonrieron mutuamente y el otro fue un niño otra vez. El conductor por un instante, fue un anciano de color azul. Lo saludó con otro gruñido y volvió a su estado anterior. Había empezado otra etapa. Se sintió reconfortado y comenzó a meditar que forma adoptaría. Una mujer pensó de golpe. Una mujer joven. Será divertido como experiencia.. Se acomodó en el asiento del móvil con una sonrisa invisible en la cara. Estaba casi feliz.




*De Sonia Arismendi Pignataro.
Uruguay. (1939 – 2016)















Samovar pintado*

                                                           a Gladys Lapides

Ella servía las palabras como desde una mesa, el samovar pintado es una imaginaria lámpara maravillosa que auspicia las mil y una tardes de cuentos. Servidos sobre el mantel de arabescos de encaje, los Knisches se hermanan con el arroz con leche, como si en ese espacio las tradiciones de los pueblos y sus literaturas, convivieran en paz. Panes para untar con pastitas de gustos árabes, italianos, judíos. Cocinar y hablar construyeron lo humano. Las historias arman sus escenarios, campiña inglesa, el Río de la Plata, Luxor. El humor de Rudy y Fontanarrosa, nos buscan la risa. Cuando la tarde se convierte en noche, los paquetitos (pekele) con algo de lo servido, prolongaban en cada casa, la fiesta de los sentidos y la amistad.


*De Cristina Villanueva. libera@arnet.com.ar













Santuario*



Hay un lugar sagrado (el corazón humano)
repleto de demonios y arcángeles y vísperas,
repleto de cadáveres y niñas de ojos negros
que invitan a la vida.

Un palpitante santuario carente de sacerdotes.
Un templo misterioso lleno de extraños ritos
que acaso asustarían a los posibles visitantes.

Mas aquí no hay turistas ni peregrinos;
es un lugar callado y solitario
cuyas puertas se entreabren muy raramente
a vientos desconocidos.

Ocurren entonces fenómenos inexplicables,
como la floración y la música
y el vuelo de gorriones y de alondras y musas.

Pero al final de la estación
la puerta termina por cerrarse
con un sordo chasquido
y todo cesa.

Excepto la desconcertante salmodia
que va retumbando por todo el ámbito
de la catedral en llamas.



*De Sergio Borao Llop. sbllop@gmail.com
-De El rostro prohibido














ELLOS Y EL UNIVERSO*




Cuando la imagen de la desdicha de una familia puesta delante de nuestros ojos era irreversible, le pregunte a Kalman si tenía alguna historia que dejara pequeña a la soberanía de la muerte.

Kalman quedó pensativo. Había pasado muchas horas de vuelo para apenas llegar a ver a Esteban a punto de ser enterrado en un cementerio privado. Estábamos pisando lápidas con nombres de personas desconocidas bajo un techo gris de nubes que podrían poder tocarse con las manos. Nos rodeaba una llovizna que hacía todo más triste e inolvidable.

-Sí. Tengo una historia justa para achicar la importancia de la muerte.

Lo relató un arqueólogo. El hombre participa de un equipo interdisciplinario que desarrolla una investigación en cuevas a las que se accede desde la ciudad de Dubrovnik. Son cuevas que ya habían sido bastante estudiadas en el pasado. La data de actividad humana realizada por carbono 14 muestra presencia desde veinte mil años atrás.
En este nuevo estudio se realizaron sorprendentes hallazgos que fueron interpretados como independientes pero ahora están siendo pensados -al menos como hipótesis- en conjunto.

Las excavaciones que se realizaron hace más de una década habían hallado piezas de cerámica de 15.000 años. Uno de esos pedazos había quedado bajo la mirada curiosa de aquel equipo científico, era parte de un objeto desconocido y aparentemente inútil para aquel grupo humano primitivo que habitaba allí, no era una vasija ni una urna funeraria.

La reconstrucción digital de los pedazos daba una imagen similar a una mascara con aperturas para ver y respirar. Quizá era el primer casco inventado como forma de defensa de los primitivos ante garrotazos de grupos rivales.

El equipo en el que colabora el arqueólogo amigo de Kalman hizo otro descubrimiento que resignifica la lectura de aquellos trozos de cerámica.

En otra cueva, cuya ubicación se mantiene discretamente oculta para preservarla se hallaron pinturas y huesos tallados con imágenes con la misma data AP de los pedazos de cerámica en cuestión.
Son imágenes de la vida de esos primitivos: escenas de cacería de animales, mujeres talladas tipo Venus. Lo sorprendente fue el hallazgo de pinturas de humanos teniendo sexo montándose como lo hacen los mamíferos de cuatro patas. Las mujeres representadas con enormes pechos colgantes. Los científicos quedaron admirados por aquellos antepasados remotos que representaban al sexo y la procreación de nuestra especie como forma de derrotar a la muerte.

El gran descubrimiento fue observar que algunas de esas figuras humanas representadas en el coito llevaban puesta en su cabeza ese casco -o lo que fuese- similar al que se reconstruyo a partir de los pedazos de cerámica. La lectura inicial de los antropólogos suponía que hombres considerados "vencedores" podían tener sexo con las mujeres otro clan o tribu rival "vencido". Un detalle falseaba esta hipótesis, también había mujeres representadas con ese ¿casco? puesto teniendo sexo con hombres desprovistos de ese objeto en su cabeza.

La duda inicial los llevo al tiempo a descartar que esa cerámica fuese parte de una defensa de guerreros o una máscara ritual.

La siguiente hipótesis los llevaba a pensar que ese grupo humano que vivió allí representaba su relación -incluso sexual- con otros provenientes de una civilización "técnica" La cerámica sería entonces una imitación -digamos- de una escafandra de aquellos llegados del espacio sideral. O -porque no- parte del atuendo de viajeros en el tiempo provenientes de este mismo planeta.

No hay, -cómo te imaginaras- ninguna conclusión certera en estos estudios.
A Esteban le hubiera gustado conocer esta historia. Mas aún por título del proyecto bajo el cual se sigue investigando: "Ellos y el universo"




*De Eduardo Francisco Coiro.















El medidor del viento*



-Hay cosas que solo son útiles para la melancolía.- pensó Francisco- de esas, es de las que más me cuesta desprenderme. A veces temo que mi vivienda esté plenamente tomada y, al contrario del texto de Cortázar, no haya percepción de amenaza ni siquiera, de mi parte, de decidirme a desecharlas, salir de ese entorno.

Francisco, que siempre había soñado con volar y también con liberarse de los trastos que acumulaba por doquier y que los copropietarios del consorcio, llamaban livianamente basura; estaba seguro de que su viejo colchón de plumas, debía tener mejor destino que el de humedecerse en el antiguo lavadero y dormidero de gatos y habiéndosele ocurrido la idea, se propuso crear su propio sistema de vuelo.
Le habían asegurado que imitar a los pájaros era acción imposible para las capacidades del hombre y que ya había suficientes experiencias de fatídicos intentos humanos, de utilizar plumas y armazones, extendiendo alas artificiales. Que se dejara de jorobar con esas invenciones extravagantes que solo serían útiles para que se rompiera los huesos.

Aunque nunca sería lo suyo, hubo quien le recordó historias sobre personas dotadas de poderes divinos que habían intentado volar. Era el caso de Ícaro y Dédalo, que encontrándose prisioneros en la isla de Minos, se construyeron unas alas con plumas y cera para poder escapar. Ícaro se aproximó demasiado al sol y la cera de las alas comenzó a derretirse, haciendo que se precipitara al mar y muriera.

Lo primero era lo primero y terco y metódico como era, consiguió ahorrar cada mes, el diez por ciento de su jubilación hasta obtener la cantidad necesaria para la adquisición de un instrumento que le permitiera medir la velocidad del viento. Compró un armatoste dotado de tres hélices unidas a un eje central, cuyo giro, proporcional al movimiento de las corrientes, las medía sin ninguna dificultad. Con cuidadoso esmero consiguió ajustar, en lo alto de la antena de televisión, la nueva adquisición y era un gusto ver girar sus hélices, mientras marcaba con cercana precisión la temperatura y la velocidad del aire. De ese modo, todas las mañanas, hiciera calor o frío, Francisco, subía al techo. Cuidando, sin demasiado éxito, de no romper tejas para no producir las inevitables goteras, Trepaba al ángulo más alto y estudiaba la intensidad y la frecuencia de los movimientos de los inquietos vaivenes, conocimiento relevante, a la hora de finalmente lanzarse, alas arriba, en delicioso planeo.

Las alas de plumas son un muy buen complemento para cualquier disfraz, realzando desde trajes de aves hasta ángeles y mariposas, leyó en el buscador de su P.C., mientras acercaba pronunciadamente los ojos a la pantalla y masticaba un bocado de pizza fría. Comprar alas de plumas puede ser muy costoso. Una buena opción sería construirlas tú mismo. De esta manera, puedes hacerlas únicas y personalizarlas al mismo tiempo.
-No es tan complicado- pensó. Simplemente había que conseguir unos metros de alambre de gallinero, que estaba seguro de que, en algún lugar del departamento, debía tener; cinta para pegar, correas y animarse…nada más que animarse.

Con bastante menor esfuerzo que armar las alas según las instrucciones, cosió las correas a los bordes del colchón.
La primera parte del proyecto estaba resuelta, una vez efectivizado, faltaba elegir el momento favorable para atreverse a cumplir su sueño.
Esa misma tarde estudió la orientación y la velocidad del viento y colgándose, gracias a las mencionadas correas, el colchón de los hombros, subió a la terraza. Para que el viento no los precipitara edificio abajo, con los metros de alambre se aseguró a las barandas y con las cintas de pegar y un rectángulo de plástico, que encontró en el contenedor de residuos de la planta baja, armó un pequeño cobertor por si se le ocurría llover.
Pero, esa noche, la luna era un disco blanco suspendido del cielo, la ciudad, una alfombra de luces titilando en lo bajo y los gatos maullaban de felicidad.
A pesar de su tos, Francisco se acomodó debajo de las estrellas, la espalda bien apoyada sobre las plumas y extendiendo lo brazos, soñó que volaba, que volaba como nunca jamás lo había hecho.



*De Ana María Broglio.













 6 *



Querías sacar el almendro

para construir nuestra casa.

Hoy,

escribo bajo su sombra.



*De Paula Novoa. Novoapaula8@gmail.com
 (Poema de “Invierno” de El paso de la babosa, Cave Librum Editorial, 2018.)










*


La comunión del que escribe y el que lee es más fuerte que cualquier amor. Y más verdadero. Y no importa si escritor y lector han pensado lo mismo: pero esa sensación de identificarse con lo escrito y del desesperado mensaje del escritor hacia cualquiera, que es precisamente el que lo está leyendo, es un gozo más profundo o al menos tan profundo como el de los cuerpos que se aman. Los mejores momentos de mi vida han sido los de leer un libro y sentirme parte de él o que a mí estaba dirigido.



*De Liliana Díaz Mindurry. lidimienator@gmail.com







Inventren







María Lucila*



"Cubre la memoria de tu cara con la máscara de la que serás y asusta a la niña que fuiste"

Alejandra Pizarnik. -Caminos del espejo-



El hombre con el que me encuentro en el bar se llama Emilio, sabe de mi interés por escribir sobre la estación María Lucila del antiguo Midland. Dice que va a contarme algo de su historia personal que sin dudas tiene relación con aquella estación de trenes. Le aviso que no logro escribir razonablemente
bien y que más aún, tengo la sensación de que mi escritura empeora con el tiempo.

-No importa, vengo a contarle esto porque necesito que alguien lo escriba.
-me dice con tono de suplica.

-Y porque a mi me duele tanto el pasado que necesito contarlo a quien tenga un rato para escuchar.

Lo que sigue es el relato del hombre, dos horas y media sentados, con tres cafés cortados de por medio que quiso invitarme si o si. -Me ofende si no me permite pagar a mi- dijo para terminar con mi resistencia.

En la estación María Lucila trabajaba su abuelo. Su madre nació allí y la llamaron María Lucila para homenajear a la estación que además de darle trabajo a su abuelo era su vivienda.

Pasó en el pequeño pueblo sus primeros años, luego de la nacionalización cuando el Midland paso a ser parte del ferrocarril Belgrano, al abuelo lo trasladaron un par de veces de estación hasta que se jubilo.

Lo cierto es que su madre pasó su adolescencia y juventud radicada en Avellaneda.

Se hizo amiga de la Alejandra Pizarnik, cuando era una chiquilina tímida y tartamuda. Y al menos una vez se fueron en tren a conocer el pueblo que lleva el nombre de mi madre.

El hombre me muestra una foto con dos jóvenes que posan para la cámara haciendo equilibrio sobre el riel, más allá se observa una estación típica del Midland pero es posible ver el lugar donde se colocaba el cartel con el nombre. Atrás de la foto puede leerse “con Florita Pizarnik, María Lucila, enero del '53.”

Mamá era una mujer hermosa -dice el hombre. Igualita a las chicas que dibujaba Divito.

Por alguna cuestión que desconozco lo único perenne en ella, lo que había echado raíces profundas era la angustia. Su verdad era una cuna de angustias de la que nadie había logrado sacarla.

(....)

Se equivocaron ella y mi padre en casarse. Mi padre era psiquiatra y mi madre su paciente, se enamoraron o se tuvieron lástima -vaya uno a saber- , o quisieron dar vuelta la historia de cada cual que los había llevado en ese punto de encuentro o desencuentro.
Usted sabe que todo, absolutamente todo en el universo se acerca o se aleja, pero nosotros nos ingeniamos para negar esas percepciones incómodas.

Creo que mi padre pensó que la iba a cambiar, no hay héroe más fallido que aquel que quiere cambiar una persona.

Llego a decírmelo una vez: -lo que no se da espontáneamente bien entre una mujer y un hombre no se lograra jamás. Nadie puede cambiar al otro -ni a sí mismo-, según parece.

La angustia de mi madre le impedía conectarse plenamente con los otros, estar presente y atravesar los acontecimientos que te van marcando en la vida.
Se fue cuando mi hermano tenía 5 y yo 3 años. Dejo una carta. Mi padre después de leerla ni intento buscarla, entro en un profundo silencio que le duro meses.

Un día nos presento a su nueva mujer: Ella es Natalia, vivirá con nosotros -nos dijo.
Natalia nos crío y malcrío lo mejor que pudo.

Mi hermano creció, estudio ingeniería electrónica y se fue a vivir a Estados Unidos. Vive en Nueva Orleans, tiene mujer e hijos americanos. Dos autos y vacaciones por el mundo.

Mi padre tenia 70 años cuando falleció, era 8 años mayor que mi madre. Yo no había cumplido los 21 años. Antes de enfermar, me invito a charlar en un bar.
Sin que se lo pidiera me dejo su consejo: -A los 20 años un joven debe elegir si en su vida será un hombre o un marido. Te recomiendo que seas un hombre...

Creo que le he fallado, no logre ni ser un marido eficiente ni un hombre en el sentido que creo que le daba a esa palabra mi padre con un tono cercano a lo sagrado.


*


De mi madre, quedaron casi todas las preguntas sin respuesta.
Nunca sabré si volvió a ver a su amiga Alejandra "la florita" como la llamaban los abuelos.
Hay un abismo de treinta años de silencio.

La tía Eugenia -hermana menor de mi madre- logro encontrarla antes de su muerte.
Tuvo una corazonada y la siguió. Volvió a María Lucila 20 años después de que cerraron el ramal los militares y se llevaron las vías. Y allí estaba mamá viviendo en la estación. Sin luz eléctrica, sin vecinos cercanos. Salvo una escuela pública ubicada enfrente de la estación no había nadie a Km.

Allí vivía mi madre. ya envejecida prematuramente. Sacando agua con una bomba manual, cultivando vegetales en unos pocos metros de quinta. Rodeada de pájaros -tenia muchos en jaulas- y otros que venían a visitarla a los que agasajaba regando la tierra con alpiste, o mijo o arroz según lo que tuviera.
No sabía nada del mundo, ni siquiera quien era el presidente de turno, no tenia radio ni televisión.
¿Sabe cual era una de sus costumbres? Sentarse con una silla a la hora de salida de la escuela y ver el rostro de los niños. Estudiarlos con detenimiento y luego verlos alejarse por el camino de tierra hasta que eran manchas blancas.
Sabía del suicidio de Alejandra y le dolía como si hubiera pasado apenas unos días atrás:
"Pobre Florita, repetía. Tan lúcida y tan frágil. Pobres todas las personas sensibles del mundo porque no tienen cabida". Eso es lo que me dijo mucho después la tía, a la que hizo jurar que no le diría a nadie donde estaba y como vivía.


*

Esto es lo que la tía Eugenia rescato: unas fotos, unos libros de Pizarnik con anotaciones de mi madre. Una historia clínica que le dieron en el hospital donde se lee el sufrimiento de su último tiempo. Muy poco para un enigma de más de 30 años.
El hombre vuelve a abrir el libro que le dejo su madre y me lee otra frase de Pizarnik remarcada con birome azul:

"Como una niña de tiza rosada en un muro muy viejo súbitamente borrada por la lluvia"

Así me siento, así me sentí siempre, -escribe al costado mamá- y espero que quienes esperaban algo distinto de mí puedan perdonar esta soledad en la que he hundido mis días.

Emilio derramó lágrimas. Arrugó con rabia una servilleta de papel después de secarse para evitar que sus lágrimas de sal caigan sobre el pocillo de café.
Al rato nos despedimos con un abrazo. Mientras caminaba por la avenida me di cuenta que ninguna historia de las que he podido contar son historias de vida de gente feliz.




*De Eduardo Francisco Coiro.







-Próximas estaciones de escritura:


JUAN ATUCHA.

–Por Ferrocarril Provincial-





 Próximas estaciones


JUAN TRONCONI.    CARLOS BEGUERIE.   FUNKE.   LOS EUCALIPTOS.     FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE.    GOBERNADOR UDAONDO.   LOMA VERDE.
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN. GOBERNADOR DE SAN JUAN RUPERTO GODOY. GOBERNADOR OBLIGADO.
ESTACIÓN DOYHENARD.   ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA.    D. SÁEZ.    J. R. MORENO.     EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY.   LISANDRO OLMOS.  INGENIERO VILLANUEVA.  ARANA.  GOBERNADOR GARCIA.
LA PLATA.






***




Km 55


-Por Ferrocarril Midland


Próximas estaciones

ELÍAS ROMERO.    KM. 38.   MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.   LIBERTAD.
MERLO GÓMEZ.   RAFAEL CASTILLO.    ISIDRO CASANOVA.  JUSTO VILLEGAS.
JOSÉ INGENIEROS.   MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE.  ALDO BONZI.   KM 12.   LA SALADA.
INGENIERO BUDGE.  VILLA FIORITO.  VILLA CARAZA.   VILLA DIAMANTE.
PUENTE ALSINA.  INTERCAMBIO MIDLAND.









InventivaSocial
Plaza virtual de escritura
-Para compartir escritos escribir a: inventivasocial@yahoo.com.ar

-Editor responsable: Lic. Eduardo Francisco Coiro.





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