*Obra de Claudia
Marting.
Rosario.
Argentina.
PEDACITOS DE
CIELO*
¿Viste el
cielo?
¿Viste cómo el
celeste y el azul y el rosa, cómo el blanco, cómo las nubes? ¿Viste las nubes?
¿Viste el mar
que corre invertido, esa liquidez de los mediodías, esa lejanía y esas
nubecitas que de pronto te bajan el techo antes tan imposible? ¿Viste la luz de
fuego, el sol naranja, las capas atravesadas por rayos incandescentes? ¿De
veras que vos también viste el cielo? ¿Los borreguitos amontonados, los jirones
desgarrados de tules evanescentes, los colores? ¿Viste los colores?
Y las nenas en
la terraza. De las nenas en la terraza me contó Rodolfo, esas no las vimos.
Dos nenas en la
terraza, magia con palitos, varitas de hadas ingenuas. Haditas pequeñas, hadas.
Dos nenas y una
terraza y el cielo perfecto.
Arriba las
nubes de algodón, de lirios blancos, nubes de difuso sueño de anémona, nubes de
nubes. Nubes sobre fondo de atardecer y en contraste las figuritas bailarinas
de las nenas en la terraza.
Las dos niñas.
Manos en el aire, manos que trazan círculos que perduran apenas un momento como
giro, como rueda invisible, como hechizo en el aire. Palitos, varitas en las
manos tiernas.
A las nenas les
gustaría comer el mágico algodón de azúcar que venden en ferias y circos. Ellas
quieren el algodón de azúcar, y les han dicho que están hechos con pedacitos de
cielo. Y entonces ahí están, en la terraza, probando a enredar el cielo en las
varitas.
Las nenas giran
sus palitos batiendo el aire, giran sus palitos, giran ellas con esperanza, con
fe, con los bracitos redondos giran sus varitas para atrapar trocitos de cielo.
Vos sabés,
claro. Sabemos que es así, que no hay otra manera. Las nenas atrapan en la
terraza recuerdos para el después, cuando lleguen los inviernos del desamparo,
los otoños de la melancolía. Las nenas atrapan recuerdos de belleza, danza de
aves, sensaciones limpias para esa vida que se les viene. Atrapan felicidades
para cuando el algodón de azúcar ya no sea un manjar. Para cuando ya no crean
en magias ni en imposibles realizados. Para cuando sepan los cómos y los
cuándos pero nunca los por qués.
Y las nenas
atraparon, para siempre, al cielo rosa, al cielo blanco, azul, celeste. Y se lo
metieron dentro como si se lo comieran.
¿Viste el
cielo?
-Fuente:
LuzAzul nº 140
DESEAR UNA PALABRA QUE SE PUEDA HABITAR JUNTOS…
No olvides
recordarme*
La noche duele
de tan hermosa.
El habitual
reloj marca una hora
que no creo
en mí se mueven
otros tiempos,
es otro octubre
con un claro cielo
que se desborda
como líquido
rompiendo las
compuertas
para volcarlo
en mi patio
distintamente
azul.
Ocurre a veces.
Como un milagro.
Solemos no
darnos cuenta
pero hoy lo vi
y recordé otra noche
será por eso
que casi sin querer
me oí decir:
–No olvides
recordarme.
*
es
indispensable tocar la luna.
yo no sé cómo
hacen los hombres para vivir cotidianamente
para ducharse
afeitarse subirse al colectivo llegar al trabajo
estar doce
horas parados detrás de una máquina
o debajo de la tierra
o detrás de un
escritorio
sin haber
tenido en sus manos un poco de polvo lunar.
estoy
convencido de la urgencia de tocar la luna.
al menos un
párpado de la luna
no sé
un seno de la
luna por lo menos.
que no llame la
atención entonces la locura cotidiana
la desazón
cotidiana
la tristeza del
hombre cotidiano.
no sé cómo
podremos ser felices si no pellizcamos
una nalga al
menos de la luna/
¿A quién le
pregunto? *
A veces me
parece que anduve por la vida con una memoria vaporosa, una gasa para la
red caza-epifanías, tomando trocitos de sol oliendo a
sol, o besando la roja ebullición de la Santa Rita en el cielo de mi
patio. Mirando o imaginando que lo veía, al quetzal tan
buscado entre lo árboles altos del parque nacional de Costa Rica... Mojada la memoria
en la lluvia que borda un encaje para la hoja verde. Él se acordaría del
resto, la precisión de las fechas y los itinerarios... Ahora no puedo
olvidar la llave salvo que quiera dormir a la intemperie. ¿Y si la intemperie
fuera esto: no poder compartir los recuerdos?
El Sur
(Dudignac) *
Podría abrir
los ojos, encogerme de hombros, decir: “no sé qué estoy haciendo aquí”. Y sería
verdad, al menos parcialmente. Toda verdad es incompleta, eso lo sabemos.
Porque el conocimiento de nuestra propia realidad también es parcial. Verdad es
que nunca antes había oído esa palabra, pero no es menos cierto que escucharla
me trajo, de repente, imágenes de un tiempo ya pasado, de un lugar nunca visto,
de una música extraña…
Creo que lo
dijo Urbano Powell, una tarde imposible, mateando. Aunque ya no sé si es
recuerdo o presunción. Evoco la palabra: “Dudignac”, una voz pronunciándola, el
tenue escalofrío que mi cuerpo sintió… Otra voz, no la primera, apuntó: “eso
está en Europa, en Francia, en el sur”, y la primera voz, tranquila, replicó,
“no, ché, eso está aquí mismo, a poco más de 300 kilómetros de Buenos Aires,
cerca de Nueve de Julio. Es un pueblito… y bueno, también es una estación
abandonada…” un silencio expectante, un leve carraspeo “de aquellas del
Midland, ya sabés”.
Y yo, que
escuchaba en silencio, con el corazón encogido, no sabía, pero… supe.
Supe que tenía
que ir a esa estación, y no, no me pregunten, porque aun hoy, aquí sentado,
todavía no tengo una respuesta… No podría precisar tampoco los acontecimientos
que siguieron. Todo fue un vértigo de acciones sumidas en la niebla. Sé que
hablé con personas a quienes no conocía, que acumulé datos innecesarios, que hice
preguntas cuya respuesta en realidad no me importaba, porque desde el primer
momento, desde que aquella voz pronunció esa palabra, yo sabía que un día mis
pies se posarían en la antigua estación abandonada, en ésta en la que ahora me
encuentro, viviendo en primera persona esta historia que ni siquiera yo
comprendo…
El verde tiene
muchos tonos, hay muchos verdes, pero el sur francés es otra cosa. No lo sé yo,
yo nunca estuve allí, nunca salí de esta tierra que a veces me resulta
inhóspita, pero a la que, sin saber muy bien el motivo, no puedo dejar de amar…
Yo no lo sé, repito; pero lo sabe él: ese hombre que escribe, ese hombre que
está escribiendo estás líneas, alguna vez estuvo allí, en ese sur plagado de
colinas verdes y valles inmensos que su palabra inhábil no alcanza a describir
de forma precisa…
Pero yo no lo
sé, yo nunca estuve allí. Sin embargo, si cierro estos ojos, testigos de la
infamia de más de medio siglo, que sin querer mirar lo han visto casi todo… Si
aquí sentado cierro los ya cansados ojos y dejo que mi mente vague libre, puedo
sentir el olor de esos viñedos que no son de estas tierras; puedo percibir, sin
ver, esos árboles verdes, ese césped que es casi un resplandor a ras de suelo,
los diminutos pueblos que adornan las laderas. Pero si abro los ojos, si cedo a
la tentación de lo real (pero ¡qué sabemos en el fondo si es, en verdad,
real!), vuelvo a estar aquí en Dudignac, una vieja estación abandonada por la
que ya no pasa el tren; o tal vez sí: un tren fantasma que no conduce a ningún
sitio, sólo al recuerdo de otras gentes que están lejos de aquí, allende el mar
y el tiempo, escribiendo palabras que yo no entendería.
Allí, en ese
otro lado, en ese otro sur que nunca vi, la estación tiene vida. Hay viajeros
que esperan, viajeros que conversan, viajeros solitarios que no saben muy bien
cuál será su destino (si lo miramos bien ¿quién sabe, en realidad?). Hay
funcionarios con sus uniformes un tanto gastados por el uso, hay maletas,
cigarrillos, un viejo reloj, expectativas… Acaso alguna vez, ese hombre que
escribe, estuvo en tal lugar, acaso él escuchó la música que ahora, sentado en
este banco con los ojos cerrados, me parece evocar.
Con los ojos
cerrados se siente un viento fresco, la caricia del sol en pleno rostro, ese
sopor me lleva hacia lejanas fechas, me invaden los recuerdos de aquella
primavera (¿qué primavera? pienso) Aquella primavera que es mi otoño, tal como
siempre fue. Con los ojos cerrados casi puedo sentir el temblor de la tierra,
el sonido lejano de un tren que va acercándose, las voces que resuenan
alrededor de mí…
Y aunque sepa
que por aquí no pasa el tren desde hace más de treinta años, es tan grato
dejarse seducir por esa magia… Tal vez sólo por eso, permanezco sentado en este
banco, con los ojos cerrados, aguardando en secreto la llegada del tren, ese
tren que es tan sólo una esperanza, la inverosímil fantasía de un alma que
dormita.
Y entonces, él
también, ese hombre que escribe, puede cerrar los ojos; allí parapetado tras su
mesa, puede cerrar los ojos, recobrar ese olor casi olvidado, sentir la
emanación de los viñedos, las voces, las campanas, y retornar al día en que
llegaba el tren que no pudo tomar en su lejana Europa (ese tren que había de
conducirle a su destino). Nada importará entonces si el nombre no es el mismo,
si es apenas el eco de una voz junto al fuego, una simple palabra que se quedó
prendida en el alféizar gris de esa ventana que algunos llaman alma. Tal vez
así los dos: ese hombre que sueña (si es que es él, el que sueña), y este
hombre que espera (si es que soy el soñado) podamos al final entremezclar
nuestras ficciones: su Sur con este Sur, el mío con aquel que nunca he
conocido.
CAOS*
Ella, tan ella,
tan misterio.
Danza su
soledad alrededor del fuego.
Los leones
cebados acechan y los buitres.
Quizás la
inmolación…o el fuego, los aleje.
Hay zapatos que
vuelan…y arlequines.
Es un cuadro de
Picasso, la vida.
Unidad versus
caos…"he aquí la cuestión”
¿Soltar las
amarras, las esposas, los grillos?
No es posible
tocar con la boca ni con los pies.
Ni con la
lengua, menos con la memoria.
Ese absurdo
satélite que le llaman luna.
No es posible
descifrar los códices del agua.
Ay, si
pudiera…volar con mis zapatitos rojos.
La mujer cierra
sus ojos brunos y se inscribe en el cuadro.
Es tan intenso
el verde de los tréboles.
El mar, con su
pupila leve, la mira desde lejos.
Desde lejos la
mira… y la besa.
Canción de
tulipanes*
--Arderás como
tulipanes calientes, como tulipanes calientes.
--No sé de
dónde te viene esa seguridad.
--Me viene de
los pájaros que van perdiendo la luz, van perdiendo la luz, y porque siempre lo
has hecho.
--Estuve
quieta, hasta muy tarde, en la punta de tus dedos, en la punta de tus dedos.
--No es la
primera vez que te has quedado quieta, que te has quedado quieta.
--En la punta
de los dedos.
--Quince días
quieta en la punta de mis dedos.
Cómo vas a
hacer para escribirme, para escribirme?--
--Si es preciso
dejaré de escribirte, dejaré de escribirte.
--No juegues
otra vez este juego de pájaro que va perdiendo la luz, porque voy a darme
cuenta de que soy una granada, de que soy una granada.
--Sos la fruta
del relato, la fruta del relato que se para en dos patas sobre la lámpara
verde.
--Soy esta
granada en dos patas sobre la lámpara verde.
--Vas a
quemarte.
--Voy a
quemarme con el tulipán caliente.
--Voy a
quedarme quieto.
--Vas a
quedarte quieto sobre la lengua de la mariposa, de la mariposa.
--Voy a
quedarme quieto en la lengua de tu mariposa.
--Eso digo yo
cuando hablo su lengua.
--Voz de fruta
desgranada, desgranada.
--Los nudos en
la garganta condenados a desaparecer.
--Los ejércitos
enemigos condenados a desaparecer.
--Las
damajuanas llenas de odio condenadas a desaparecer.
--Los
sembradores de desgracias condenados a desaparecer.
--Los
predicadores del miedo condenados a desaparecer.
--Te daré el
gusto.
--Te daré
fuerzas.
--Te daré el
gusto.
--Arriba, la
luna intrincada con los pájaros ciegos que van perdiendo la luz de tanto leer
debajo del agua, debajo del agua, el relato de los náufragos, el relato de los
náufragos.
--Quince noches
quieta en la punta de mis dedos.
--Quince
tulipanes calientes.
--Quince es el
número infinito de los tulipanes infinitos.
--A que no es
posible.
--A que no es
posible que no sea posible.
--Que no me
imagino la noche si no es así.
--Que no sería
noche la noche, si no fuera así...
--Esta granada
derrama sangre mezclada con agua, mezclada con agua.
--La noche es
un tulipán negro.
--Un tulipán
negro es la noche rojiza mezclada con agua.
--No te muevas
de la punta de mis dedos.
--No me muevo
del agua.
--Viene un
temblor general, bajando por la palma de la mano.
--Viene una
oquedad, un siglo, un naufragio, un relato debajo del agua.
--Mano
izquierda muy clara y femenina, agitando el cubilete de las constelaciones.
--Suavemente.
--Agitando el
cubilete.
--El cubilete.
--De las
constelaciones.
--Agitando.
--Suavemente.
--Y de pronto,
o más bien poco a poco, no, más bien súbitamente, quince tulipanes negros,
repetidos, negros, repetidos, quince tulipanes como quince salvaciones de
repetidos naufragios, naufragios, naufragios.
--Y los nudos
en la garganta condenados a desaparecer.
--Y los
ejércitos enemigos condenados a desaparecer.
--Y las
damajuanas llenas de odio condenadas a desaparecer.
--Y los
sembradores de desgracias condenados a desaparecer.
--Y los
predicadores del miedo condenados a desaparecer.
--Y te daré el
gusto.
--Y te daré
fuerzas.
--Y te daré
ganas.
*
desear
una palabra
que se pueda
habitar juntos
*De Alejandra
Alma.
https://www.facebook.com/alejalma
***
CERTAMEN LITERARIO PARA ADOLESCENTES
EL PUENTE
2014
BASES
1-
Podrán participar todos los adolescentes radicados en la provincia de Santa Fe
que, a la fecha de cierre del certamen (4 de julio) tengan entre 13 y 18 años
2- Se podrá participar en dos géneros
literarios:
-Cuento (extensión máxima: tres páginas
tamaño A4)
-Poesía (extensión máxima: cincuenta
versos)
Los participantes podrán, si así lo desean,
concursar en ambos géneros.
3-
El tema de las obras enviadas será de libre elección de sus autores. Los
trabajos deberán estar redactados en idioma castellano.
4- El envío de las obras deberá realizarse
de la siguiente forma:
Se deberá enviar un mail con asunto "Certamen Literario El Puente
2014" a la dirección asociacionculturalelpuente@gmail.com con
dos archivos adjuntos redactados en Word. El primero de ellos contendrá la obra,
que deberá estar configurada en páginas tamaño A4, con interlineado doble,
letra Times New Roman tamaño 12, y firmada con seudónimo. El nombre de este
archivo adjunto deberá coincidir con el título de la obra presentada. El
segundo archivo adjunto deberá tener por nombre el seudónimo elegido, e
incluirá los siguientes datos: nombre y apellido del participante, domicilio,
teléfono, fecha de nacimiento, dirección de correo electrónico y
establecimiento educativo al que concurre.
En caso de que se participe con más de un trabajo, deberá utilizarse el
mismo seudónimo en todos ellos, pero deberá adjuntarse un archivo distinto por
cada uno de los textos presentados.
5- La recepción de trabajos vencerá el 4 de julio de 2014.
6- El cuento y la poesía que obtengan Primer premio serán publicados: a)
en forma de folletos, en una cantidad de ejemplares a determinar, y b) en la
revista virtual “Inventiva Social”, que se distribuye mediante correo
electrónico y llega a lectores de distintos países de habla hispana.
Por otra parte, los autores de dichos trabajos recibirán una orden de
compra por valor de $ 200 en la librería y disquería “El Arca del Sur” de la
ciudad de Santa Fe.
Se otorgarán, asimismo, todas las menciones que los respectivos jurados
consideren convenientes.
7-
El jurado para cada género estará integrado por tres escritores santafesinos
designados por la Asociación Cultural El Puente. El fallo de los mismos será
dado a conocer el 31 de agosto de 2014, y será inapelable. Los jurados se
reservan la facultad de declarar desiertos los premios, si así lo consideran
oportuno.
8-
La sola participación en el certamen implica la aceptación de las presentes
Bases.
***
INVENTREN
-Colaboraciones a inventivasocial@yahoo.com.ar
Próximas estaciones:
LA RICA
-Por Ferrocarril Midland-
SALADILLO NORTE
-Por Ferrocarril Provincial-
***
InventivaSocial
Plaza virtual de escritura
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