*Obra de Claudia
Marting.
Rosario.
Argentina.
Semilla
insobornable*
Como esta
flor quiero ser...
Plumerillo de
la infancia,
deshacer
en semillas voladoras
soledades
danzantes.
Para ellas no
hay
ni Caronte ni
barca,
ni el temor de
encontrar
de Cerbero, sus
fauces.
Planear por el
aire, lejos.
Con suerte,
alcanzar
la ventana del
silencio
y dormirme en
el acento
de la palabra
estío.
(Tal vez olvide
germinar
y sólo sea
semilla
insobornable)
LA DANZA DE LAS HOJAS QUE BESAN LA NOSTALGIA…
CREPÚSCULOS*
“Mi padre –que aún era joven y
alcanzaba las naranjas más altas y encendía por su nombre a las estrellas-
cuando quedaba mirando el horizonte que, entonces, era una palabra muy larga y
muy lejos, y tal vez por eso no la pronunciaba nunca, y decía “el poniente” o
“los celajes”. Esto lo escribió Juan Manuel Alfaro, poeta entrerriano y amigo.
Nosotros en aquel tiempo tan
alto ni conocíamos la palabra crepúsculo.
Tal vez en la escuela la hayamos
oído alguna vez, pero no tengo registro. A decir verdad, no lo recuerdo. Los
mayores decían simplemente “caída del sol” y algún otro, tal vez un poco
letrado, “el poniente”.
El significado lo supe mucho
después y el sentido es decir, sus implicancias en nuestro ánimo, al menos en
el mío.
Pero yo era testigo a diario de
ese maravilloso suceso de la naturaleza.
Cuando todos los atardeceres
venía con mis padres en algún sulky, prestado de la chacra de Domingo Clérici
hacia el pueblo, por el antiguo camino real a Beravebú, paralelo a la vía del
tren, esa inmensa bola de fuego se iba arrastrando, incendiando los pastos, los
juncos de los cañadones, formando dos hilos de sangre en las vías del tren,
pintando levemente las alas de las garzas y las gaviotas, dando una luz
reverberante y extraña. El pico de los zorzales y los cardenales, al biguá
tirándose con su insistencia sobre los caracoles. También iluminando los
bicheritos que paseaban sobre el lomo estático de los toros. Tiñendo la trompa
de los terneritos que saltaban hacia la luz de ese sol moribundo.
Todos los atardeceres hacíamos
el mismo camino, luego de la dura tarea de recoger maíz a mano (la juntada, le
decían), por lo tanto íbamos en sentido contrario al sol. Él iba a la muerte y
nosotros hacia el pueblo. Un día pregunté a mi padre por qué sucedía este
fenómeno, como si le diéramos la contra al sol, como si no se pudiera ir por
otro camino donde aconteciera algo distinto.
-Porque el sol siempre cae para
el mismo lado. Baja hacia el poniente, por más que a vos no te guste.
-Y por qué “poniente”, por qué
no otro nombre.
-Porque el sol se pone hacia
allá- dijo mi padre haciendo un ademán amplio, que abarcaba las vías, los
árboles, los pastos, y el sol bajo y rodador. En su mano sostenía el látigo y
no sé si molesto por mis preguntas o apurado para que no nos tomara la noche en
viaje todavía, pegó un latigazo fuerte en el anca del moro, orgullo de don
Manolo Gómez, dueño propiamente de tal matungo trotador.
Pronto llegamos al primer paso a
nivel, muy alto, frente al matadero viejo donde el chino Bruno vivía con su
mujer, en una casi tapera, como custodiando dichas pasadas. Apenas
cruzara y estaba la casa de Luis Ortali, con sus altos ligustros que
escondían una casa tipo chorizo, muy común en esa época en los pueblos y en el
campo, con su amplio patio de tierra y sus tres higueras silenciosas.
Como mi madre era amiga de doña
Albina, la esposa de Luis, no era raro que alguna tarde me llevara de
acompañante para compartir esos mates dulces con una pizca de cáscara de
naranja. Esto fue cuando yo era muy chico, porque al crecer me quedaba en las
tenidas plenas de fútbol, soles altos y fruta robada y compartida en la
cortada de Pichichello, sentados en rueda, bajo aquellos paraísos añosos
que nunca más podré recuperar. Y al anochecer, antes del coscorrón seguro como
un remache, volvíamos a nuestras casas.
Es muy probable que la observación
de esa bola de fuego que se arrastraba, solo yo la viera, fascinado, en esos
viajes de regreso del campo. Porque la ocasión era optima: mis padres en
silencio o cambiando algunas palabras, cansados, tal vez un poco hambrientos,
las ruedas del sulky golpeando sobre el camino duro de tierra, los ejes que
rechinaban, el aire que se iba enfriando cada metro un poco más, el golpe de
los cascos sin herrar sobre ese mismo camino, el chicotazo del látigo de mi
padre sobre el anca sufriente del mancarrón. Todo eso fuera tal vez un
aliciente para que yo me pusiera como en éxtasis y mirara todo eso, y la muerte
del sol que tardíamente me enteré que se llamaba crepúsculo.
Pero cuando estaba con mis
amigos, pese a que desde ese lugar también lo veríamos, la indiferencia
era para todo lo que no fueran nuestros juegos.
Y si volvemos a esos largos
minutos de ese viaje de la chacra cercana al pueblo, que ya lo escribí en otra
parte, era una especie de paraíso perdido, tal vez esa felicidad que fue
casual pero bella y auténtica como el canto inaugural de las chicharras
en pleno verano, acompañando el zurear gangoso de las buchonas y el
traqueteo de mi madre entre tomatales y pimientos olorosos.
Ese viaje donde muchas veces se
nos cruzaban los cuises y los hurones. Ese crepúsculo que cantó Baldomero
Fernández Moreno para siempre:
“El cielo azul/ con una nube
blanca./El cielo azul/con una nube rosa./El cielo azul/ con una nube de oro/y
un pajarito negro”.
*De Jorge Isaías. jisaias46@yahoo.com.ar
A veces,
siguiendo el camino de una lágrima*
Había una
laguna de aromitos
en la extensión
de tu figura
Una lánguida
ternura otoñada
arremolinada en
un extremo
No puedo decir
a ciencia cierta
si era el
extremo inferior o superior
Ando, cada vez
más, perdiendo esas referencias
¿Sabés? veo la
vida cada vez más esférica.
y girando en
espirales que iluminan.
Sé que no es lo
más común por estas tierras…
Pero¿ quién
dijo que iríamos que mirar de la misma manera?
Por una
comisura de tus ojos
asomaba una
gota cristalina
redondita y
brillante
rasgando el
punto de equilibrio
Yo atenta a
ella y a su gravedad
no le atribuí
más sentido que el de la dirección.
Hacia abajo, en
pendiente, deslizándose
El tema era
cuándo alcanzaba ese punto
en que la
redondez se oblicua
ese instante de
magia.
Y sucedió! Así
como las cosas ocurren…
inesperadamente
dentro de lo esperado.
Y mi mano rauda
como pájaro
voló hasta tu
mejilla para enjugarla
Ya no estaba.
Besé la senda
húmeda a su paso
y me llevó a tu
boca
Se me olvidó el
otoño
cuando tu
lengua en primavera
me trajo el
verano a las entrañas
Ya ves, sigo
sintiendo en esfera
y las
estaciones dan la vuelta en un instante
A veces,
siguiendo el camino de una lágrima.
Saldán 05-05-14
FIDELIDAD DE
MADRESELVAS*
“El mar, que
para la mirada humana no es nunca tan bello como el cielo, no nos abandonaba.”
ANDRÉ BRETON
Cuando Bretón
dijo que le gustaría vivir en una casa de cristal....
Ella tomó la
idea. Habló con la mirada.
Él, delirante.
Extraviado en su pelo de carbón.
Dijo: Hágase tu
voluntad y así se hizo.
Que no haya
secretos. Que todos puedan verse.
Y construyó la
casa transparente al filo de un acantilado.
El mar hizo un
guiño. Él, podía descifrar su voz.
Si, entendía la
desnudez de la voz del trueno y del cielo.
Ella dedujo
claramente su llamado amante.
De cristal los
muebles, las telarañas, los leños.
Por galerías
pálidas un pez de humo y una niña de niebla.
Y los ojos… Ah.
Los ojos.
La madre, las
hermanas, las esposas.
Solo el padre
faltaba.
Y el Padre bajó
del paraíso y se instaló la vergüenza.
Quien ríe,
quien llora, quien ama, quien odia.
Ni una gota de
sombra para esconder los miedos.
Él, arquitecto
de sueños y quimeras. Tomó su mano de alborada. Se miraron…
La empujó
suavemente, con una fidelidad de madreselvas.
Era domingo de
misa y la soledad y el mar, acompañaban.
“Exorcismo de
la hoja”
Hansel y Gretel*
Hansel y Gretel
tiraron miguitas para volver a su casa, cuando estaban perdidos en el
bosque oscuro.
Muchos años
después los golpeadores hicieron del bosque un lugar siniestro. Desaparecieron
a otros niños de su sangre y su historia.
Los niños
robados no tenían migas para volver al camino.
Como una
maravilla, del cuerpo se desprendieron las llaves del regreso.
SI TERMINA EL
AMOR*
Si termina el
amor
el agua es más
espesa en los estanques
y un ángel de
cristal se muerde el labio;
puede darse un
revuelo de gaviotas
mar adentro
y en el pecho
la daga de una ausencia infinita
se abre paso
cual proa entre las olas
y el consuelo
del sueño nunca llega.
Nunca, el sueño
nunca, nunca llega.
Si termina el
amor
nubes negras se
apoderan de los cielos
lanzándose a
una loca carrera delirante
cuyo único
destino es la certeza
de lo perdido,
sí, de lo perdido.
Si termina el
amor se llena el alba
de funestos
ladridos sin consuelo
y un ruiseñor
cansado se asesina
contra el
pétalo fugaz de una amapola.
Si termina el
amor lloran los parques
y una estrella
fenece en cualquier parte,
y repican las
fúnebres campanas
un coro de
gemidos germinados,
una salva de
gritos apagados
que hacia
adentro resuenan y resuenan.
Si el amor se
termina...
Los porches que
solían cobijarnos,
la estación del
ayer que nos prestaba
sus callados
andenes de férrea complacencia;
la quietud
temerosa de los templos,
el generoso
amparo de las calles...
¿A qué otra
causa han de servir? Decidme.
Y la noche...
la noche, la noche protectora
si el amor se
termina...
¿de qué sirve
la noche si el amor se termina?
NUDOS*
Raro letargo
amor, raro letargo.
Remotas
lejanías desnudas, llaman desde la piel dormida.
Amordazan,
anudan.
Loco acróbata
loco, mi corazón,
Intenta desasir
lo imposible.
Los nudos. Allí
están. Acechantes. Alertas.
Rama de mimbre,
cadena, cordón umbilical.
La piel oscura
de mi padre
y la penumbra-
intacta- de mi madre.
Lágrimas de
piedra, bebe sediento el clavel del aire.
Raro letargo
amor, raro letargo.
El agua al
alcance de la mano,
El árbol
genuflexo, con los brazos cruzados.
A su sombra,
descansa, rendida, la muñeca de trapo.
Cabalga la
distancia, en sus trenzas de humo
En sus
piernitas flacas, gime, anudada
Una pena de
nácar.
Raro letargo
amor, raro letargo.
Nudos de nácar,
nudos, desnudos.
*
la danza de las
hojas
que besan la
nostalgia
la tarde que
acaricia el pensamiento
sentido con las
plantas de los pies
al fin
nada por aquí
camina a solas
*De Alejandra
Alma.
https://www.facebook.com/alejalma
***
INVENTREN
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Próximas estaciones:
LA RICA
-Por Ferrocarril Midland-
SALADILLO NORTE
-Por Ferrocarril Provincial-
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