*Obra de Cecilia Aguado.
Villa Gesell.
Argentina.
*
La palabra
arrugada en la boca
no dice nada
una cama recibiendo el peso
de mi cuerpo no dice nada
No está bueno esto de andar
con un nudo sucio atravesado en la garganta
fuera de esta piel el mundo es un rompecabezas
cada árbol
cada vereda
me atraviesa la carne como una aguja
y me toca los puntos cardinales
y soy viento que de pronto cierra las ventanas
y soy aire apoyándose en todos los objetos
y el amor no dice
ni salva nada
no me redime de ser y sentir
esta tristeza.
no dice nada
una cama recibiendo el peso
de mi cuerpo no dice nada
No está bueno esto de andar
con un nudo sucio atravesado en la garganta
fuera de esta piel el mundo es un rompecabezas
cada árbol
cada vereda
me atraviesa la carne como una aguja
y me toca los puntos cardinales
y soy viento que de pronto cierra las ventanas
y soy aire apoyándose en todos los objetos
y el amor no dice
ni salva nada
no me redime de ser y sentir
esta tristeza.
*De Vanesa
Álvarez. vanesui@hotmail.com
SE NOS CAYERON
LAS PALABRAS DE LAS MANOS…
MAÑANA, EL HOY
MEJORARÁ*
Como a tantas
generaciones, se nos cayeron las palabras de las manos y quedaron
irremediablemente maculadas.
Ya no hubo
forma de recomponer el héroe quebrado en fragmentos, de repintar la deslucida
felicidad, de recuperar la honestidad así sin sentirse un tonto, esa palabra
honestidad que rodó debajo de una pila de papeles sucios y cáscaras de naranja.
No hemos tenido
desde entonces más que recuerdos de bellos conceptos que fueron hecho y vida en
el pasado, pero son hoy, para nosotros, nostalgia y recuerdo. Nada es lo que
fue, las frutas se nos pudren en los árboles.
Cuántas veces
he leído “somos enanos en hombros de gigantes”, gigantes los antepasados,
gigantes aquellos hombres y mujeres de proporciones épicas, gloriosos en un
ayer iluminado como un cielo que tiene la llama viva del atardecer glorioso y a
la vez es ocaso de tiernos, intimistas dorados.
Cuántas veces,
al través de los libros y las épocas, hemos escrito la decepción de ver a una
juventud sumida en la desintegración y la desidia, mientras que nos
enorgullecemos de las indudables virtudes de nuestros abuelos. Nuestros abuelos
trabajaron de sol a sol, se esforzaron, sacaron adelante a sus hijos,
construyeron y sembraron, no como estos jóvenes que tienen todo servido pero
son débiles, inconstantes, desagradecidos.
Pero quien
añora un pasado feliz e impoluto añora lo que visto de lejos, engaña. El río
Paraná en un día de sol y desde el puente, es celeste, brillante, reluciente de
reflejos cristalinos. Espeja el cielo. Desde la orilla, sin embargo, es marrón
como todo río que transita pesado y meandroso por la llanura. Y el río es
siempre el mismo río, pero no obtenemos la misma impresión desde distintos
observatorios.
Así, no vemos
en nuestros días más que la corrupción y el desorden, mientras que suponemos
que hubo un pasado, alguna vez, en el que las cosas eran justas y razonables.
El río espeja el cielo, hacemos que el reflejo de ese pasado nos muestre lo que
deseamos, lo que necesitamos ver.
Recuerdo un
extenso panegírico de la primera mitad del siglo veinte, de la vida simple, los
fuertes valores, la seguridad de los niños jugando en la calle, de la luz en
los hogares que no expulsaban a sus viejos ni se desintegraban en divorcios, la
comida saludable en cocinas llenas de frascos de vidrio, los juguetes de trapo,
la blanca mesa enharinada para amasar, los patios con malvones, la solidez de
las maderas macizas en los muebles hechos para durar varias generaciones. En
fin, que uno acuerda y se solaza en una visión de la vida como fue y como
debería ser. Por debajo, sin embargo, de tanta maravilla, por debajo del
reflejo del cielo, del celeste prestado por el cielo, esto es, por la pátina
que pone la evocación sobre los hechos concretos, podríamos referirnos a esa
primera mitad del siglo con dos guerras mundiales, hornos crematorios, las
mujeres sometidas, los pobres analfabetos, los judíos y negros denigrados,
despreciados los inmigrantes, miles de niños trabajando en los campos y las
fábricas, comunidades aborígenes pereciendo, padres de familia tiranos y
violentos con su esposa y su prole. Todo estuvo allí, también, junto a las
navidades con cintas y las alegres comparsas.
El pasado fue,
el presente es, el futuro será, y la gente sigue cometiendo abominaciones y
actos de una majestad redentora. Siempre estamos al final de los tiempos,
siempre estamos en la disolución de la sociedad, en el trastocamiento
generalizado de las costumbres. Porque el mundo muta y se recompone como las
fantásticas composiciones aleatorias de los caleidoscopios, y nosotros, subidos
al filo del hoy, queremos que la máquina deje de girar, que la escena se fije
en un único instante que corresponde a la brevedad de nuestras pobres vidas.
Y somos tan
héroes, tan cobardes, tan traidores, tan generosos y tan humanos como siempre,
enanos sobre enanos o gigantes sobre gigantes, qué más da, depende de quién
mire y desde cuál atalaya.
*De Mónica
Russomanno. russomannomonica@hotmail.com
UN PAYASO*
“Las colinas piamontesas son
pardas, amarillas y polvorientas, a veces verdes” le escribe en un perfecto
inglés Cesare Pavese nada menos que al otro grande, Ernest Hemingway y luego
pasa a relatarle su conclusión del mito que siempre marca a un escritor en la
infancia, según siempre repitiera.
Y ahora he vuelto a él, para
quien el estío es la estación más esplendente, de hecho tiene un libro
que tituló “El hermoso verano”.
Con respecto a un paisaje (que
iba a escribir mi tierra, pero me pareció excesivo) no podría suscribir
sus palabras porque en este caso es siempre verde, con distintas tonalidades
con que el sol lo viste. Pero es indudablemente siempre verde,
ni un poquitín pardusco aunque
se podría compartir aquellos caminos polvorientos de mis pagos.
En aquellos tiempos yo podrá
haber suscripto la pasión pavesiana por el verano, que visto a la distancia fue
una estación hermosa porque era el momento en que cesaban un poco las órdenes,
no estaba la responsabilidad de la escuela.
Y vivíamos, por así decirlo, en
un puro abandono inicial. Descalzos casi todo el tiempo, con un pantaloncito
corto, un solo bolsillo posterior, como para un pañuelito, que era cosido por
la diligencia de nuestras propias madres. Bolsillito que también protegían
algunas bolitas, que regábamos al correr a menos que lo tomáramos con la mano
derecha (tal la posición de dicho bolsillo) que nos hacía llevar de una manera
incómoda esa presurosa carrera.
Vestidos así, a veces sin camisa
y con un precario sombrerito de trapo iniciábamos las más inocentes travesuras
que vieron aquellos tiempos llenos de incomodidades que no veíamos, carencia
que no sentíamos porque todo era ilusión y ganas de correr detrás de los
pájaros y las mariposas, tan libres pero tan tontas o tan ciegas. Oros animalitos
inseguros, que en esos tiempos abundaban y que eran presa nuestra, como
los sapos y los cuises y en lo posible la caza de una liebre esquiva.
Las reuniones sociales se hacía
inevitablemente al aire libre, en especial en los días de carnaval que no puedo
dejar de recordar con una especie de nostalgia como su fuese un bien perdido.
Desde el juego con agua durante las tórridas siestas en que nos perseguíamos a
baldazo limpio, hasta el corso y el desfile de carrozas en el atardecer y los
bailes que duraban hasta la madrugada, donde los mayores usaban antifaces y se
tiraban agua perfumada, papel picado y serpentinas.
En nuestro club estos bailes se
hacían en la cancha descubiertas de básket y como aún no estaba el salón grande
del cine y teatro, gran parte de estos bailes se veían desde un portón
que daba (y da porque todavía existe, no así la cancha de básket) a la
esquina de la Escuela Nacional donde hice la primaria.
Muchas veces las mujeres de mi
barrio, mi madre incluida, iban con sus críos a mirar desde ese portón de
tejido cómo se divertía la gente. Y por lo que recuerdo no eran pocas las que
iban a pispiar como gustaba decir ella.
Y una noche en que las mujeres
comentaban las alternativas del baile y miraban cómo se divertían y cómo los
disfrazados hacían contorsiones, uno de ellos, con vestido de payaso y con una
gran careta se acercó a nosotros.
Y empezó a conversar con ellas,
mejor dicho se dirigía en un tono de reconvención como si entre esas mujeres
hubiera alguna culpable. Enumeró sus desgracias, dijo que se había tenido que
ir del pueblo y se identificó, y que esa huida se debió a que le habían
hecho fama de prostituta a su madre. Aunque yo era muy chico, se me hacía
evidente que lo hacía con rencor, con un resentimiento oscuro. Habló un largo
rato Nadie se acordaba de él y sólo una mujer comentó (al parecer conocía a la
madre) que no estaba enterada, pero ahora gracias a la confesión briosa de este
disfrazado (su hijo) se enteraba.
Muchas veces consideré de adulto
esta anécdota y las notificaciones oscuras de este personaje que tal vez no lo
habría pensado, pero que tal vez un trago de cerveza lo motivó a hacer ese
descargo que, salvo a él, a nadie interesaba. Y hoy, no sé de que brasa tapada
de ceniza aparece esta anécdota y aunque recuerdo perfectamente el apellido del
personaje, no lo diré, por una elemental delicadeza que él no tuvo hace sesenta
años y necesitó emigrar y volver disfrazado para tirar su propio resentimiento
a un grupo de mujeres que estaban con sus hijos y sus hijas allí inocente y
serenamente mirando como se divertían los otros y esa noche, con seguridad,
estaría invadida de luciérnagas y los cascarudos se apiñarían debajo de la
lucecita de la esquina con gran peligro de pasar la fría garganta de los sapos
cuyo croar se cruzaría con el violín certero de todos los grillos del verano.
*De Jorge Isaías. Jisaias46@yahoo.com.ar
Proyecto de vida*
Una flor, respirando por un
tubo
¡A cirugía! No la dejen
morir
Cemento, ladrillo y
bambú
Metal y paja
¡Ese hombre, el me
disparo!
Corran… no lo dejen
escapar
Soy la estrella, soy el
primer hombre
Que existió en el primer
planeta
Árbol comiendo rejas
El primer planeta, que
existió en el universo
El creador
Padre nuestro que estás en
los cielos…
Ese soy yo.
Hombre con clavos, hombre
talando aire
Hombre matando hombre, matando
vida
Nací, el primer día que
existió la vida
Por que yo, soy la
existencia
Trasportes contra el tiempo
Tiempo: invento del hombre
que mata hombre
Punto cero. Utilidad
cero.
Ningún hijo mío, supero al
maestro
Muertes por hambre
Hombre matando hombre
Utilidad cero. Punto
cero.
Ese soy yo…
*De Florencia
Mayra Gargiulo. florgargiulo@gmail.com
La larga
batalla de la Diosa*
El crepúsculo
se esfuma en el viento, parece una batalla perdida, disuelta en la noche. En la
sombra semioculta se intuye el perfil de una diosa
peinando su melena roja, dispuesta a resistir, a volver, con la
bravura de las mujeres que desafiaron a Creonte.
La sombra teje
sus filigranas, el sueño le alcanza tercos animales de pelos y ojos
abiertos a lo sagrado.
Ella se
renueva, carga en canastos todos los rojos frutos de la tierra y el mar, la
sangre de lo no fecundado, la sangre de la herida, las uñas como un poema
extenso para tocar, el roce de los labios recién untados Las
estrellas rojas de los pechos dadoras de vida, vía de
banderas cubriendo las avenidas del mundo pidiendo justicia. Se pone
una ancha pollera con bolsillos con libros y pinturas: Andre
Bretón, Picassos y el no pasarán en letras rojas en español intraducible.
Se mira en el
espejo de un paraíso de fuegos naturales y vuelve, siempre vuelve,
desde Lilith, desde Antígona, siempre volverá a derramar otra vez la flor roja
del crepúsculo para desarmar lo gris.
*De Cristina
Villanueva. Cristinavillanueva.villanueva@gmail.com
Apropiación
indebida …*
*Un cuento de
Carlos Alberto Parodíz Marquez. parodizlaunion@gmail.com
Apropiación
indebida .. de poemas - recitó, monocorde, el oficial ( le
pareció); esa es la motivación del crimen..-, agregó, con mirada
escrutadora derramada impiadosamente, sobre el hombre de anteojos, barba
entrecana, cabello ligeramente desordenado y movimientos inquietos.
- Me parece que
se excede oficial, yo soy ese que dice que era el poeta .. -, rezongó en tono
poco convicente; quizás porque no se sentía seguro del todo, en cuanto a su
propia explicación; supuso que sonaría confusa o, por lo menos, disparatada; es
que luchaba contra la evidencia intangible que, el otro, parecía tener,
celosamente, atrapada; casi resignaba de la posibilidad. Buscó un pañuelo
en su bolsillo para repasar los anteojos, algo empañados;-.. vapor
tensado ..- , se explicó.
- Sucede que en
usted la impotencia ha ganado .. mi amigo ... - le disparó el uniformado
-¿De que
impotencia me habla ..?- Balbuceó el hombre, cada vez más nervioso e
incómodo; advertía que el tiempo se estiraba, laxo, entre ellos y cada
acotación sucedía, inevitablemente, luego de un lapso demasiado prolongado,
según su juicio. Pensó en su mujer, suave, bella, aparentemente
vulnerable, aguardándolo en esas horas inciertas, donde los tonos de la noche
parecen cristalizar grises sobre negro anticipando mutaciones; es que
había sido arrancado, intempestivamente, de su casa y arrojado a ese
interrogatorio surrealista en un lugar de curiosas formas; por lo lo menos así
la había parecido, de lo poco que alcanzó a ver.
-Usted no
resistió la tentación; no vaciló ante la magnitud del daño... mi amigo.. -;
prosiguió el invaluable propietario declarado, de un rango superior.
-¿Se puede
saber a que se refiere ...? ¿ ... Por qué no acepta que él soy yo; que yo, era
él ..?- ; enfatizó, trémulo; no podía entender como el otro se quedaba afuera
de la posibilidad.
-Se supone que
usted lo ignora, pero se agravaron las causales para un hecho semejante, no
sólo por lo irreparable, de lo que no parece darse cuenta, sino que, además, la
ininputabilidad, por excusas obviables, como las suyas, según la reforma del
código procesal de protección a la poesía, ha profundizado las penas
y usted
alegremente.. perdón es una forma de decir .. supone que yo debo suponer.. mi
amigo .. - ; el latiguillo .. mi amigo .. ya era como un láser en sus oidos
aturdidos; algo dentro suyo se insinuaba con sonidos ominosos, resquebrajados,
pareciendo preanunciar derrumbes insondables.
- ¿Cómo puedo
hacer para lograr que me entienda ..?- Persistió, a su pesar, -.. no hay
dos personas..¿..comprende? .. yo soy ese mismo que usted dice que no soy ..
debe haber una forma de probárselo para que esta estúpida interrogación
concluya ...rezongó, mirando a su destino que, se le ocurría, nunca había sido
tán indescifrable...
-Mire, o mejor,
piense, pero si confiesa, además de hacerlo sentir aliviado, va a mejorar sin
dudas, su situación.. no se puede salir indemne de esto ..¿comprende .. mi
amigo ..?-; sonaba persuasivo y convincente, casi amigable, el oficial;
pero él sospechaba de su empecinamiento
- Repasó, con
su mirada el lugar, pero desistió rápidamente, fuera de la pantalla que
abrigaba una lámpara impiadosa de alto wataje, le era imposible distinguir nada
preciso, en esas paredes desnudas, oscuras e implacables; sentía que su
desmoralización avanzaba a medida que la delirante secuencia, según su juicio,
se prolongaba; la voz del otro lo volvió a la realidad de una absurda
controversia de aparentes insalvables oposiciones.
- Hemos
preparado esta confesión, siguiendo el orden de los hechos.. se la
resumo; - ... el occiso de profesión conocida, poeta, por su obra
publicada y divulgada, fue muerto la noche del 24, previa a una fiesta
religiosa, lo que agrava el episodio .. se lo ha considerado casi ritual .. el
acusado, usted, era quien se encontraba en la escena del crimen, aunque cuando
llegamos, sólo escuchamos sus sollozos entrecortados mirando la ventana abierta
por donde, suponemos, arrojó el cuerpo, siguiendo el rastro de las manchas de
tinta que hasta allí conducían y la confirmación de sus primeros balbuceos
cuando musitara ..¡ por fin terminé con él! ...-
- El hombre se
tomó la cabeza con ambas manos tratando de, al parecer, ahogar su confusión o
su emoción, tal vez su desazón lo cierto es que la actitud de negar, moviendo
su cabeza, permitía cualquier interpretación, intentaba pensar, velozmente en
como salir de esa situación, aunque su conciencia se abría a una perspectiva
inquietante; sintió vértigo repentino, un alud interno que no podía
encauzar, aceptó que algo muy grave se derramaba y requería de oxigeno
que no tenía y desesperadamente, ahora, casi como develándose, lo envolvía,
confrontándolo; no era lo que el otro reclamaba, sino el peso abrumador de una
decisión que no había revisado. En silencio tomó las hojas de papel que le
extendían, escribió un párrafo antes de firmar y entregarselo. El otro leyó
sosteniendo el mutismo, asintió, aguardando antes de hacer desaparecer la
blanca extensión de su conciencia; el uniformado, casi con curiosidad
suavizada, visto el logro obtenido, le consultó
- ¿usted, Julio
Parissi, según dice, acepta en algo, conforme la corrección, su responsabilidad?;
siguió impávido removiendo las cenizas de aquella casa, donde él habitara junto
a sueños dejados atrás..
-
Parissi, o como se llame, usted dice aquí, que nunca terminó de aclarar con el
otro (Quintana), cual era cual; que cuando aquel se expresaba, atreviendose a
reflejar en una cuarteta todo un tratado de observación, usted le recriminaba
malversando su condición de mecenas, porque aquel, a lo largo de su vida breve,
según se mire, no prestó, como se espera de cualquier poeta, la menor atención
a las cuestiones materiales, que según usted los hubiera puesto a salvo a
ambos, motivo suficiente según su especulativo juicio, para que pudiese vivir
un poco más, porque seguro sus reclamos y ambiciones crecerían en la medida de
sus evoluciones; usted, Parissi, no reparó que Quintana debía seguir diciendo y
haciendo lo suyo, porque alguien en algún lugar lo estaba necesitando; ¡claro!,
a usted que le importaba o que le importa si el mensaje de Quintana le servía a
uno, sin pensar en muchos, porque es evidente que, según surge de su admisión,
el futuro, juntos no estaba contemplado; ¿ sabe una cosa Parissi?, a veces a
uno, en algún momento especial, cuando se hace de noche en el alma, una
palabra, sólo una, tiene la calidez y el valor de la más ampulosa amistad
declamada por hombres como usted, ¿me entiende... amigo.. Parissi ..?-
- El asintió,
cabizbajo, levantó su cabeza y se arrancó de golpe la duda..
- ¿ cual ha
sido su interés, en este asunto?
-..mi amigo ...
mi amigo... sabe una cosa ... debió preguntarlo antes ... Federico Quintana,
... mi amigo...
era mi amigo
...¿ lo entiende ahora? ...
*
Ganas de gritar
con la voz
con la piel
con los pies
con las manos
con el cráneo
con los ojos
con el estomago
gritar el
aliento
gritar hasta
vomitar
desintoxicarse
de grito
de voces, de
dolores
gritar con los
pulmones
con el clítoris
gritar el
silencio
gritar hasta
vaciarse
desplomarse
y respirar, por
fin respirar.
*De Vanesa
Álvarez. vanesui@hotmail.com
***
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