jueves, enero 16, 2014

UN SOL DONDE CREER NO HICIERA FALTA...

 
 
 
*Obra de Cecilia Aguado.
Villa Gesell. Argentina
 
 
 
 
 
“Lord Misaurión: Su vida” *
 
 
Vivan los locos que inventaron el amor (H. Ferrer)
 
 
(Primera infancia)
 
 
La curiosidad mató al gato, dice el refrán
Pero éste no fue el caso de Lord Misaurión
Su nombre era tan indescifrable como su procedencia
La leyenda cuenta que LM fue un niño que nació gato
Bautizó a su madre “Mamá Memoria”
Decidió que no era necesario tener un padre
En el medio de su rostro, solía usar dos ojos
El zurdo, siempre un poco más disparado hacia el universo
El diestro, abocado a las cuestiones del hogar
Cuando cumplió su primer Sonrisa
Eligió el nombre que lo dice, que lo convoca
Pensó en cambiarlo con el pasar de las sonrisas
Más tarde descubrió que había otras cosas por cumplir
(No sólo sonrisas)
Una tarde llegó a casa y ante la presencia de Mamá Memoria soltó
“No encuentro el mapa que lleva al amor”
Los días dirían que esa habría de ser su primera lágrima
Estaba creciendo: estaba aprendiendo a llorar
 
 
*De Leonardo Pez. leonardopez@gmail.com
 
 
 
 
 
 
 
UN SOL DONDE CREER NO HICIERA FALTA…
 
 
 
 
 
 
 
PATIO DE INFANCIA*
 
 
 
Haciendo caso a Rilke, si no puedo decir nada, puedo decir de mi infancia, porque verme sin escribir se hace muy difícil.
Y uno recurre a contar hechos del pasado. De un mundo que ya fue. Queda el polvo de los recuerdos y, en muchos casos, la nostalgia. Pero, personalmente, no me acuno en ella. Sé que ese mundo ya fue. Con sus códigos, su lenguaje, sus percepciones del mundo y de la vida.
Más allá de ello, convengamos que han sido, cada uno de esos hechos, la materia con la que estamos compuestos en buena parte en nuestra forma de ser y obrar. Y lo están las generaciones que nos siguieron y las que seguirán. El abrazo oportuno de papá y/o mamá, el consejo del abuelo, los juegos con mis hermanos o compañeros de edad y escuela, los viajes, los amigos nuevos, los amores infantiles y los metejones juveniles...
Es cierto, además, que no todos tenemos la misma infancia. Cada uno está signado por el lugar donde nació y creció. Y hay diferencias. Uno las percibe con claridad ya adulto. De niño solo sabemos que somos niños.
Y los amigos son amigos del alma. Para toda la vida. Eso creemos. Y queremos hacer todo con ellos: ir de paseo, comer un alfajor, tomar la merienda, ir a la escuela, ir a la iglesia para prepararnos para la primera comunión. ¿Cómo no voy a ir con mi mejor amigo? Y ahí fui. La primera vez fue una charla del cura. Como la pasamos bastante bien, lo invité. Y él, sin ninguna traba, aceptó y vino conmigo. La pasamos bien.
Claro, había un detalle: mi amigo era judío. Las nacionalidades y confesiones religiosas siempre las pase por alto pero, los mayores nos pusieron en regla de adultos. Uno aquí y el otro allá. En los juegos, no había problemas: los piratas, el tren, trepar los árboles, comer frutos silvestres o correr tras la pelota. Pero en lo religioso, nones.
Así fue como empecé a distinguir ciertas diferencias, pero que no me movieron en mis siete: la amistad no tiene religión, ni raza, ni territorio.
 
 
*De Oscar A. Agú. oscarcachoagu@yahoo.com.ar
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Rapsodia*
 
 
 
Si uno pudiera
irse así,
mansamente,
como la luz se pone de rodillas
hacia el oeste.
 
Sin preguntar
si algo queda de nosotros
en otros.
 
Sin desear
un profundo abrazo que abrevie
el desamparo de andar por el poema.
 
Sin cuestionar
nuestras pequeñas historias.
Irse así,
simple,
como caen las hojas en abril,
con un epílogo de arcilla
que modela un tiempo concluido.
 
Y en un acorde final
-sin ayer y sin mañana-
ser un alma disponible.
Sumergirse en el asombro inicial.
 
Ser una melodía sin memoria.
 
 
*De Miryam Seia. miryamseia@cablenet.com.ar
 
 
 
 
 
 
 
 
*
 
 
todo es maravilloso.
miro este plato que contiene arroz
el arroz blanco sazonado en manteca
lo miro y no puedo dejar de pensar
qué maravilla este arroz me digo
para que llegue a mí
debieron germinar cuántas semillas
cuántos soles y lluvias debieron penetrar
la dura semilla en la tierra,
cuántos ojos
cuántas manos cuidaron de ella hasta llegar a mí
así con todo me digo
así el amor
así el agua
el aceite
las gracias que hace la gaviota al romper el mar.
todo es tan maravilloso, nada duele, nada
miro a mi alrededor y veo mundo
veo colores aromas sonidos todo me pertenece
mientras esté vivo todo es mío y de los otros
mi propia carne es mía y será de los otros
mi sombra es de la noche y es también luz constante.
todo es maravilloso
llevo a mi boca una rebanada de arroz
y no puedo creer este milagro
esta cosa mecánica y dulce de masticar
de tragar emocionado lo que toda la humanidad
lo que algún Dios todopoderoso
predestinó para que en este instante y no en otro
pueda yo masticar este devenir de las manos del hombre
esta semilla antigua,
si mis padres estuvieran del otro lado de la mesa
observándome
les sonreiría plenamente, porque todo es maravilloso.
 
 
*De León Peredo. gustavojlperedo@yahoo.com.ar
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Que no hace falta*
 
 
 
 
*Por Miriam Cairo. cairo367@yahoo.com.ar
 
 
Ni bien pulso una palabra comienza la noche. A veces pienso que el marqués es un artefacto de mi imaginación, a veces no pienso eso ni lo otro.
Las apariciones del marqués son irreales, no así la aparición de la musa soledad montada en un pájaro con aletas de pez y ojos de crisantemo.
Que enero es el mes de los solitarios, el mes en que los amantes mórbidos se vuelven abstinentes.
Que enero es completamente lila, que el lila es completamente enero.
Que los pequeños blandos senos de la musa soledad son completamente azules.
Que del río surge un ángel completamente sordo y completamente bueno.
Que la noche junto al marqués es la misma noche sin el marqués pero con otras estrellas.
Que el marqués abre la puerta y entran los cantos ceremoniales, entran las muchachas doradas y los vampiros celestes.
Que la luna redonda y dura nos aplasta.
Que en enero el corazón se llena de arenas movedizas.
Que el marqués está loco de amor.
Que la musa soledad a través del ojo abre la luna bajo la noche.
Que en enero, apenas soplo una palabra, comienza la noche y el marqués abre a la musa soledad como un libro sin tapas.
Que el marqués es un primo lejano del marqués que tiene problemas en la cintura de tanto hacer trabajos domésticos y poco amor.
Que la musa soledad es un seudónimo de aquella mujer que tiene las manos cansadas de tanta faena y poco amor.
Ni bien llega enero los instantes del día se desperdician uno a uno, mil por vez, y el marqués enciende una llama bajo el asfalto para cocinar el puchero lleno de huesos bronceados en los balcones de los veraneantes que se quedan en la ciudad. Y mientras los turistas sin veraneo se hierven en el caldo, descubro que algo late, algo crece. Lo sospecho cárdeno, con un solo ojo. Lo presumo fuerte, blando, vibratorio.
Un perro vagabundo salta de la olla y desaparece. Poco antes del anochecer todos estamos hervidos. El marqués llama a la musa soledad. Tiene el teléfono en la mano derecha y el sexo en la mano izquierda.
Llega la musa con el vestido color lavanda y los pies de musa que no hacen ruido. El marqués tiene algo que decir que se dice sin palabras. Y la musa escucha lo que el marqués no dice mientras baja el cierre del vestido, largo hasta el abismo.
Tal vez no haya otra manera de decir ni otra manera de escuchar.
Que el interés de la musa por las fotografías obscenas es normal.
Que el ángel que surge del río no es completamente sordo ni completamente bueno.
Que el sentimentalismo del marqués no es el origen del problema.
Que el marqués abre la espalda de la musa con el filo de la lengua, separa los huesos con el filo de la lengua, perfora el corazón con el filo de la lengua, bebe como un colibrí los dos corazones de la musa con la punta de la lengua.
Que todo el distrito se estremece como un cráter.
Que la musa soledad arde como la llama de diem mil cirios
Que el marqués siente el impulso imperioso de desnudarse y correr por la plaza San Martín como si fuera el Parque Independencia.
qué importa si no tengo nada que ver con la vida real tal como la conozco?
qué importa si no existo?, Que a veces pienso que soy un artefacto de la imaginación del marqués o de la musa, pero
Lo que me interesa de enero es que siempre llega esta criatura nocturna, depredadora, armada con el filo de la lengua y dice a la musa cosas que nadie más diría en mi presencia.
Yo pienso que esto se debe a por lo menos dos cuestiones: una, naturalmente la falta de palabras, y otra, no saber cómo decirlas.
Yo pienso que la musa soledad tiene un talento sublime para ser mujer con plenitud cuando la lengua del marqués la hiere.
Yo pienso que el marqués llega a altas horas de la noche del primer día del mes y con una manguera de bomberos barre con ácidos disolventes el exceso de gente en la ciudad. Y la ciudad se vuelve tolerable, cómplice, privilegio.
Ningún marqués es marqués salvo en la infinita ilimitación de su lengua. Ninguna musa es musa salvo en la infinita ilimitación se su palabra. Estos dos axiomas son el mismo axioma conmigo en el medio.
Que las letras han sido inventadas para que podamos conversar con los ausentes.
Que el texto escrito es una conversación volcada al papel para que el ausente pueda pronunciar las palabras a él destinadas.
Que el texto que escribo es mío pero cuando el ausente lo empieza a leer es suyo.
Que el marqués bebe a la musa como si fuera su alma.
Que la musa bebe de mí como si fuera una palabra.
Que para la plena comprensión del texto escrito no sólo se deben utilizar los ojos sino también el resto del cuerpo.
Que la musa se balancea con la cadencia de las frases.
Que el texto es incorpóreo e increado.
Que el marqués barre la ciudad con su ácido disolvente.
Que me vuelvo presente sólo cuando soy pronunciada.
Que cuando el lector lee despacio me comprende.
Que no puedo garantizarlo.
Que no hace falta.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Pecadora*
 
 
 
hoy me soñé Santa.
 
vestía a lunares y disponía la mesa a un costado de mi habitación.
colocaba manjares crudos milimétricamente reglados y vino,
en las tacitas de té que heredé de mi abuela.
 
dicen,
que la geometría de la crueldad es la insistencia en perpetuar el estado de las cosas.
 
yo,
horneo galletas y rituales
 
máscaras
 
con una boca lo suficientemente grande
como para devorar
todas las bestias,
 
y el perdón de dios.
 
 
 
*De Lila Biscia.
 
 
 
 
 
 
*
 
 
y acaso suplicaba
alguna fe
un sol
donde creer
no hiciera falta
 
 
*De Alejandra Alma.
https://www.facebook.com/alejalma
http://alejandraalmapoesias.blogspot.com.ar/
 
 
 
 
 
 
***
 
 
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