miércoles, enero 24, 2024

A LA TERNURA DE SER PARTE DE LAS COSAS

 

*Foto de Noelia Ceballos @noe_ce_arte

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

*

 

Dame

esta pequeña luz,

esta certeza azul que cae sobre los patios.

Dame tus costumbres de lluvia,

la ternura

que crece entre tu mano y la mía

con el coraje de las enredaderas.

Dame todo el dolor. Dame toda la pena

que pueda soportar.

Que arda mi corazón,

que se transforme

en un fruto sagrado que desees siempre.

Dame el borde. La fisura. La cornisa.

Del amor y otra obediencia ya he tenido.

 

*De Mariana Finochietto. mares.finochietto@gmail.com

 

 

 

 

 

 

 

A LA TERNURA DE SER PARTE DE LAS COSAS

-Poesía de Mariana Finochietto.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

*

 

Alguna vez,

antes de que los siglos derribaran los muros,

hubo flores entre la hierba.

Mi pelo perfumaba el aire.

Y vos venías,

como un dios errante sobre el mundo

a dejar la luz

sobre mi cuello.

Alguna vez,

antes de que el viento arrojara tu nombre

como una piedra inútil sobre el agua,

yo canté sobre tu pecho

la canción de la soledad.

Aún, a veces,

sólo porque es tan dulce

la sangre escapando del tajo,

nos miramos.

Y nos sentamos a la orilla del amor,

a mirar cómo pasa.

 

 

 


 


 

 

*

 

 

¿Y qué era

el gran amor,

sino viento

guardado

entre montañas?

Un poquito

de furia atrapada,

un aleteo

para nadie.

Te pienso,

a veces

como a esas piedras raras

que se guardan

en un cofre

y se miran

de vez en cuando,

cuando se las recuerda.

 

 

 

 

 

 

 

 

*

 

 

Decir

palabras

para nombrar el cielo, el pájaro o la lluvia,

y que se hagan presentes en el mundo.

Atrás,

veladas,

las cosas que no se nombran,

la grieta que hace lo callado en la garganta,

la asfixia

ocupándolo todo;

tu cara, en el juego de espejos de mi vida,

entre sombra y luz,

creciendo

como los helechos en las casas viejas,

un poco abandonados de sí,

creados

por la desidia o la suerte

de una racha de viento.

Entonces

nombrar

es elegir apenas qué se calla,

hasta dónde

se abre la flor,

es poseer el don

de marcar el límite de la belleza.

Esa última crueldad,

es el poema.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

JARDIN POR LA MAÑANA

 

 

Mientras observo

la luz que avanza sobre el cantero,

el verde en ramos sobre lo negro,

esa certeza inaugural

del jardín que espera la primavera

 

-carpida, decían los míos

de la tierra preparada para sembrar-

 

Alguna flor tendrá que haber,

el premio para la herida abierta sobre mi mano,

el tajo leve de la piel al romperse

es otro surco,

el ardor permanece ahí,

como si aún cortara.

 

-no hay palabras, decían los míos

para la herida que no se ve-

 

 

 

 

 


 

 

 

*

 

 

Lo que espera

por nosotros,

al regreso

de todos los caminos.

Lo que aguarda

inmutable,

paciente,

fatal,

ojalá sean los brazos

de la impasible muerte:

la caricia silente

de la mortalidad.

 

Ojalá

no enfrentemos

las máscaras obscenas

de nuestros miedos niños

llamando en los espejos,

pidiéndonos jugar.

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

*

 

 

que debería encender la luz.

Pero ayer

vi a un hombre

llorando por amor,

todo su corazón abierto

como una flor

para una mujer.

 

que es tarde y aún

no he abierto las ventanas.

Pero la luz

sobre las cosas las descubre.

Aquí una mesa,

aquí un sillón,

aquí el meticuloso desorden en el cuarto.

 

que debería levantarme,

iniciar la rutina con un gesto

parecido a la magia,

pero ahora

sólo quiero

soñar con el amor,

despierta

y con los ojos bien cerrados.

 

 

 






 

*

  

La tristeza

siempre es en pasado.

Es la bestia

que nos mordió una vez,

cuando fuimos inocentes.

Lo que duele es la cicatriz,

el rastro de la herida

quemando hasta el hueso,

hasta la certeza virgen de la felicidad.

 

Entonces,

¿quién puede pronunciar

los nombres del dolor?

 

¿Quién recuerda

esa fragilidad de rama

quebrándose en el aire?

 

 

 




 

 

*

  

Aún no nos conocemos.

Habitamos

separadas

en castas

a la orilla de los días.

 

Unas

cargan sus sueños,

hijos, cestos de ropa sucia.

Arrastran restos

de hombres

que alguna vez han querido.

 

Otras izan su pelo

sobre las camas vacías

y lloran

a escondidas

por una revolución

que no les pertenece.

 

Algunas

hablan lenguas extrañas.

Tienen la boca llena

de palabras desconocidas

y las muerden,

las devoran

como a la fruta prohibida.

 

Todas

tenemos sexo,

pechos, hambre de vida.

Todas

miramos con miedo

de orilla a orilla.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

*

 

Era mi voz

-aquella voz que tuve

cuando dios cabía en mi mano-,

la que nombró

los signos olvidados

mientras el mundo

se caía,

se hacía pedazos.

Era la inocencia

que perdí en el laberinto.

Era mi voz,

con el alma de rodillas,

buscando

a ciegas

en mi fe deshabitada.

 

 

 

 


 

 

 

*

 

Es necesario escribir un poema

para esos días

en que quiero cerrar

la puerta,

acorazarme,

hacer una catástrofe en la casa

y hundirme en el mar.

Subirme

a una balsa que me arrastre

hacia el final de todos los océanos,

lejos de la humanidad.

Beber cicuta o un té de menta.

Cortarme el pelo como un monje tibetano

y recitar a Keats

hasta llorar o hasta dormirme,

y te atrevas a abrir la puerta

y me rescates

de mí.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

*

 

Me gusta

pensarlo así:

el amor es

esa luz

que sólo puede mirarse enceguecido.

 

 

 

 

 

 


 

 

 

Cumpleaños*

  

Pisé

más allá de los 50.

Tengo hijos, un cerezo y varios libros,

las mejores amigas

y un amor

o dos.

En cajones desordenados guardo ropa,

papelitos, cartas viejas,

porque todo empieza

a ser objeto de guardar

para mirar después, 

con algo parecido a la nostalgia.

Tengo un cuerpo que empieza a comprender

el misterio de ir envejeciendo

y se entrega sin dolores ni presagios

a la ternura de ser parte de las cosas

que se llevará el viento.

Soy apenas otra hojita

desprendida de algún árbol.

La vida es frágil

¿sabés?

Recién ahora lo comprendo.

Pero mi corazón, ah, mi corazón,

sigue cantando.

 

 

 

**

 

-Mariana Finochietto

Nació en General Belgrano, Provincia de Buenos Aires. Actualmente vive en City Bell.

-Publicó: Cuadernos de la breve ceguera (La Magdalena 2014).

Jardines, en coautoría con Raúl Feroglio (El Mensú, 2015)

La hija del pescador (La Magdalena, 2016).

Piedras de colores (Proyecto Hybris 2018).

El orden del agua, (GPU Ediciones 2019).

MADURA, (Editorial Sudestada 2021)

-Quiero sacar la cabeza por la ventanilla de tu coche.

Halley ediciones (2022)

-Coordina Microversos, talleres de exploración literaria

 

 


 

 

Inventren

https://inventren.blogspot.com.ar/

 

 

 

 

 

*

 

 

Nací en un pueblo

con río

y una estación

de trenes,

por donde

viajan los vientos

Pueblo atrapado

entre vías,

sin salidas,

sin regresos.

 

Tristeza

de andén cansado

que se te instala

en los huesos.

 

*De Mariana Finochietto. mares.finochietto@gmail.com

 

 


-Continuidad literaria por el Ferrocarril Provincial:

 

LOS EUCALIPTOS.    

 

 

FRANCISCO A. BERRA.

 

ESTACIÓN GOYENECHE.   

 

GOBERNADOR UDAONDO. 

 

LOMA VERDE.  

 

ESTACIÓN SAMBOROMBÓN.

 

GOBERNADOR DE SAN JUAN RUPERTO GODOY.

 

GOBERNADOR OBLIGADO.

 

ESTACIÓN DOYHENARD.  

 

ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA. 

 

D. SÁEZ.   

 

J. R. MORENO.   

 

 EMPALME ETCHEVERRY.

 

ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY.  

 

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LA PLATA.

 

 

 

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-Editor responsable: Lic. Eduardo Francisco Coiro.

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