sábado, mayo 28, 2022

NO HAY LUZ QUE CALLE A LA SOMBRA.

 


*Dibujo de Erika Kuhn.

https://obraerikakuhn.blogspot.com/

 

 

 

 

 

 


 

 

Postales en la calle*

 

Caminando sin destino, encontré cuatro postales tiradas en la calle:

El faro de dos luces de Hopper era una, un retrato de la Madre Teresa

de Calcuta dedicada a una profesora era la segunda, la tercera era el

escritorio de Neruda en Selva Negra, Chile y la última reproducía una

foto de pisos de madera, una propaganda del 67 de una fábrica que la

devoró la historia.

Muy viejas y frágiles todas. Las levanté y me senté en un banco de la

plaza 1º de Mayo, me sentí un ángel caído.

Cerca de mí, una viejita que parecía mi madre leía sola en el banco vecino.

Me levanté para irme y se puso a llover.

 

*De Andrés Bohoslavsky vladimirbeat@yahoo.com.ar

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CASA MÍA *

 

(fragmento)

 

*Por Irma Verolín. irmaverolin@hotmail.com

 

Esta casa fue primero un pensamiento en mi cabeza loca.  Más adelante, entre la suave dispersión de lo que transcurre, vino la realidad a sobresaltarme para poner delante sus espejitos de colores. La mutación de las formas desvarió dentro de un caleidoscopio, allí estuve yo, mirando. Ahora, parada sobre la realidad, trastabillo y me desplomo porque el mundo se vacía de mundo y no hay dónde caer.

Las horas se estancan. El tiempo tropieza con el tiempo, perdí mi sombra al ir de una habitación a otra en esta casa. Me perdí también en un laberinto tejido por pensamientos atravesados por hondas circunvalaciones. Di un salto hasta caerme dentro de mí misma. La luz se esconde, la luz no sabe que estoy despierta arañando las letras de mi nombre. Voraz, atrapada por esta necesidad urgente, con dientes y uñas afilados, con cada uno de mis órganos permanezco en atenta contemplación.

La casa envejece. Su vejez imita el cansancio del tiempo, es lenta y perezosa, ya ha olvidado su propia percepción, se revuelve entre telas mullidas y no logra dormir una noche entera.  Es una vejez de momia, de amuleto inútil.  Mi deseo de ver se desviste y termina atrapado en su propia envoltura. Esta casa y yo nos confundimos irremediablemente en el movimiento que nos une a otra dimensión. La vejez de mi casa imita el bostezar de una boca muy abierta sin contornos.

Los oficios fueron pasando por mi casa en el cuerpo de hombres jóvenes. El plomero que reparaba las cañerías murió demasiado joven, el electricista se fue a vivir lejos, el albañil que levantó mis paredes se jubiló, el carpintero cambió de oficio.

El tiempo ha ido pasando por objetos y seres sin benevolencia. 

Aún así esta casa, muy mía, sigue en pie.

Como cuando vivía en el vientre de mi madre y aún no conocía el peso, la gravedad del mundo, me dejo flotar a veces entre las paredes de esta casa. Ingrávida, leve, sutil, una mujer que le regaló su cuerpo a los vientos y ahora se ha vuelto solo transparencia. Floto, me dejo llevar. Y la casa lo agradece.

 

 

*


 

-Irma Verolín ha publicado libros de cuentos: "Hay una nena que gira", "La escalera del patio gris", “Una luz que encandila” y “Una foto de Einstein tocando el violín”. Novelas: "El puño del tiempo", "El camino de los viajeros" y “La mujer invisible”. Y también una serie de títulos en literatura infantil en distintas editoriales. Obtuvo diversas distinciones entre las que se destacan Premio Emecé 1993-94, Primer Premio Municipal de la Ciudad de Buenos Aires Eduardo Mallea, Primer Premio Internacional “Horacio Silvestre Quiroga”, Primer Premio Nacional Macedonio Fernández, Primer Premio Internacional de Puerto Rico, Primer Premio Internacional de Novela Mercosur. Tres de sus novelas fueron finalistas en los premios Fortabat, La Nación de Novela, Planeta de Argentina y Clarín.

-En poesía publicó “De madrugada” en Ediciones del Dock y “Los días”, editorial de la Fundación Victoria Ocampo, Primer Premio Horacio Armani 2014 otorgado por la misma fundación y “Árbol de mis ancestros”, Editorial Palabrava 2018. Algunos de sus poemas fueron traducidos al ruso, portugués e italiano. Fue becaria del Fondo Nacional de las Artes en 1999.

-En 2021 publicó por Editorial Ciccus su libro de cuentos:

"Fervorosas historias de mujeres y hombres"

 

 

 

 

 

 

 

 

 

*

 

 

Ella camina por el jardín

como

si pisara,

suave y devota,

una tierra sagrada.

Nombra

los nombres sutiles

de las plantas,

dibuja para mí

ese mundo extraño

donde los cactus y las crasas

son delicadas

obras de arte.

"A ésta-me dice-

la llaman

mala madre,

porque arroja

sus renuevos a la tierra"

(una sombra dulce y fugaz

le atraviesa la mirada

y sé que tiene el nombre

de su hija).

"pero yo pienso

-me dice-

que es muy buena,

porque se atreve

a soltar a sus hijos".

 

 

*De Mariana Finochietto. mares.finochietto@gmail.com

 

- Mariana nació en General Belgrano, Provincia de Buenos Aires. Actualmente vive en City Bell. Publicó: Cuadernos de la breve ceguera (La Magdalena 2014). Jardines, en coautoría con Raúl Feroglio (El Mensú, 2015) La hija del pescador (La Magdalena, 2016).  Piedras de colores (Proyecto Hybris 2018). El orden del agua, GPU Ediciones (2019)

-Su libro MADURA, ha sido editado por Editorial Sudestada (2021)-

Coordina Microversos, talleres de exploración literaria

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Piedras secas*

 

 

En el verano suelo mojar cuando riego

las piedras del jardín que traje una vez

desde un río transparente entre las sierras.

Por momentos parecieran aquellas mismas

que junté en otro lugar y en otro tiempo,

pero ni el agua es el agua de aquel río,

ni yo soy el mismo de aquel tiempo,

ni las piedras son aquellas; exiliadas

están, aturdidas de sonidos sin alegría;

despiertas, sin la música del silencio.

Yo suelo creer que separan el tomillo

la albahaca, el orégano, y el romero

de la gramilla invasora y agresiva,

en mi impronta utilitaria de la vida.

Pero no es razón suficiente tal destino,

ellas no sienten guardar nada de nadie.

Están secuestradas, inmóviles, perdidas,

conservando su lugar, simulando nidos

de aromas acaso se sienten en familia.

Ahora que son sólo otro adorno baladí,

algo más, de esa masa entumecida

de ser para otro y no en sí mismas.

 

*De Horacio Rodio. horaciorodio@hotmail.com

 

 

 

 


 

 

 

 

 

*

 

 

Habíamos fabricado grandes sombreros de papel, y de pie, las cinco delante de un espejo, cada una detenida frente a su rostro, contemplábamos el efecto de la sombra sobre los ojos, el resplandor distinto que la luz de la ventana adquiría en nuestros cabellos, contra el papel de diario.

La puerta se abrió, de pronto, y una corriente de aire los hizo vacilar sobre nuestras cabezas.

Una de mis hermanas dijo:

- “La primera que pierda su sombrero, se morirá antes que las otras…”

Inmóviles frente al espejo, los brazos entrelazados para no cometer ninguna trampa, jugamos a quién sería la primera en morir.

Un miedo horrible me fue invadiendo, lentamente. La puerta abierta dejaba entrar un aire rápido y peligroso que de un momento a otro, podría despojarme de mi sombrero. Pensé en Irene, en Marta, en Georgina, en Susana, en mí misma, y mientras las miraba de reojo, sonriéndome con ellas, una muerta de veinte años se acostaba sobre el rostro de cada una de mis hermanas; una muerta joven y perfecta, con una sola flor sobre la almohada.

El viento agitaba los grandes triángulos de papel, sin llegar a derribarlos.

Georgina, con los ojos absortos en alguna visión terrible, parecida a la mía, exclamó bruscamente:

- “No me gustan estos juegos”- y, apartándose del espejo, se sacó el sombrero y lo arrojó, apelotonado, contra el suelo.

Durante un tiempo, la hilera de cabezas frente al espejo me entregaba imágenes probables y tristes, rostros velados para siempre, y me pareció que hubiese sido mejor aguardar a que el viento señalara la muerte más próxima, para ser más dulces, más tiernas, con la hermana que debía morir primero.

Era la segunda noche que, desde mi cama, oía abrir la puerta que daba al jardín y los mismos pasos cautelosos que se alejaban de mi ventana. Como si esa salida misteriosa, por la puerta más cercana a la calle, entrañase un peligro, un mundo nuevo e ignorado en la vida de alguna de mis hermanas, yo permanecía despierta esperando que regresaran.

Incapaz de adivinar quién era, esa noche me propuse comprobarlo, y después de aguardar a que los pasos se perdieran en el fondo del jardín, me levanté con la mayor cautela, y envuelta en una manta oscura, salí al patio iluminado por la luna llena.

Los grandes paraísos de la calle Tronador trazaban enormes senderos de penumbra sobre los muros de la casa. Avancé agazapada, procurando que mi sombra no se alargara demasiado, hasta guarecerme detrás de una palmera desde donde se dominaba el fondo y ambos lados de la casa.

A pesar de que la luna me permitía seguir los menores recodos del camino, no vislumbré a nadie en ninguna parte. Supuse que los pasos se hubieran encaminado hacia la calle, pero comprobé que el candado del portón se hallaba en su sitio habitual.

De pronto descubrí que una forma se movía en la parte más clara del jardín. Apoyaba contra un árbol, envuelta en un amplio poncho que había pertenecido a mi padre, después de mirar el cielo unos instantes, abrió los brazos para desembarazarse de él.

Desnuda, silenciosa, inmóvil, su cuerpo se destacó contra la porción oscura del grueso tronco. Sin un estremecimiento, como si esperase algo, permaneció en esa actitud minutos. Cuando se inclinó para recoger el poncho, regresé apresuradamente a mi cuarto, y ya en la cama oí sus pasos sigilosos, la puerta que se cerraba suavemente.

A la noche siguiente, oculta tras la palmera, la vi, de nuevo, reclinaba contra un árbol, desnuda por completo, resplandeciente de luna. Pero no había transcurrido un minuto cuando percibí que un hombre se acercaba, silbando, por la calle Tronador. Al llegar al límite de nuestra verja, el silbido se detuvo. Amedrentada, estuve a punto de gritarle que se cubriese, por más que era imposible verla desde la calle. Pero ella también había oído, y, apresuradamente, recogió su poncho para regresar a la casa.

Aunque demoré el sueño muchas veces, la escena no volvió a reiterarse.

Un día que buscaba un libro en el dormitorio de Marta, descubrí, entre sus cosas, un método para adquirir belleza. Algunas hojas dobladas señalaban una receta que consistía en salir, desnuda, en una noche de luna llena. Bastaba hallarse algunos minutos en contacto completo con su luz fría, para lograr una seducción irresistible. Era evidente que, al sumergirse tres veces consecutivas en ese baño de luna, ella esperaba intensificar su efecto.

 

 

*De Norah Lange.

-Fragmento de Cuadernos de Infancia. – 1937 –

 

 

 

 

 


 

 

 

 

Luz y sombra*

 

 

1.

 

Algo se reinventa

cuando todo se apaga,

la luz es una especulación ocular,

en verdad todo es una sombra

sobre otra sombra

 de otra sombra más

 

 

 

2.

 

Como encender algo

 cuando todo está encendido

las mañanas

son armas ficticias,

al igual que gritar para adentro

y afuera el silencio

imitando el gesto que sacude tu boca

 

 

 

3.

 

La luz juega con tu ilusión

para que la confundas

y no la condenes.

Las sombras en cambio

son la mirada silente

en la herida abierta

de los ojos de un niño.

 

 

4.

 

No hay luz que calle a la sombra

la sombra es un animal

esperando a la muerte.

 

*De Marcela Lokdos.

 

 

 

 


 

 

 

*

  

Adviértase

que he comenzado a andar despacio por el mundo

como si llevara flores en los pies

y cualquier daño

(una espina olvidada en el camino,

una piedrita)

pudiera marchitarme.

Obsérvese

que tengo un par de ojos que no saben mirar atrás

y que se lavan

en tormentas imposibles

porque quieren mirar limpios los espejos.

Agréguese

que llevo siempre las manos ocupadas

porque hay un hueco

que sé,

nada podrá llenar.

Anótese

que a cierta edad, 

se han perdido la paciencia y el pudor

y una puede ser tan frágil como quiera

porque al coraje se lo ha recorrido todo.

 

*De Mariana Finochietto. mares.finochietto@gmail.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Lo heroico*

 

Le dejo a su sobrino sus cuadernos de notas por legado.

Le llegaron embalados en una caja y atados con hilo de yute.

Son cuadernos comunes de hojas rayadas y espiral que vienen con su

título en la tapa. El hombre elige abrir el que dice “Amor”.

Son frases sueltas. Según parece muchas eran propias, del propio saber

del tío gestado en años de andar por la vida. Otras escuchadas.

A veces frases subrayadas con resaltador en un recorte de diario.

Todo prolijamente anotado con su letra cursiva grande y clara,

que le elogiaban tanto en su empleo de revisor de cuentas.

El hombre va al final del cuaderno. Esa es la última frase.

Tiene una aclaración:

“Me dicen en el bar que lo dijo la Rosa Montero en un reportaje.

No es textual, la escribo con mi memoria no tan buena…"

Lo verdaderamente heroico es querer al otro tal cual es.

"Tal cual el otro es" -Escribe para dar énfasis a la frase.

Luego sigue una reflexión:

“Cada vez seremos más los viejos solitarios. Hasta que lleguemos a

estar sentados en el geriátrico mirando un Potus. Con suerte habrá una

ventana para ver el movimiento de la calle. Y en una mañana

cualquiera, una viejita se sentará al lado nuestro. Nos tomara la mano.

Y será tarde para casi todo, menos para sonreír”

 

 

*De Eduardo Francisco Coiro.

https://www.facebook.com/CansadoDeTriunfar

 

 

 

 



 

 

 

 

Poema 10*

 

Cuando los duelos

cuando las lágrimas

cuando la inercia

cuando el vacío

cuando las sombras

cuando ya no.

Así.


 

*De Paula Novoa. novoapaula8@gmail.com

*De El año que fui homeless, (Cave Librum Editorial, 2014)

 

 

 


 

 

 

 

 

El álbum*

 

 

Quería hacer algo por la humanidad y decidí dedicarme a fabricar abrigos. Pero abrigar a la gente no me pareció suficiente por lo que contraté un equipo de marketing para que desarrollara una campaña original. Después de un año de trabajo y planificación iniciamos la promoción.

Con el primer abrigo entregamos al comprador el "Álbum de Esperanzas". En la compra del siguiente abrigo le regalábamos un sobre con tres esperanzas y si era alguien muy necesitado, se le darán dos sobres de regalo. De este modo, al ir comprando abrigos, podrán ir llenado su álbum.

Los que lo completen, podrán abrigar esperanzas y entonces, serán felices.

 

*De Joan Mateu.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

*

 

Si la palabra fuera precisa, si hubiera alguna verdad, si pudiéramos comprenderla, dejaría de existir el arte. Por suerte existe el sufrimiento, nos permite transmutarlo en belleza. Por suerte somos irreales, podemos inventar el mundo.

 

*De Liliana Díaz Mindurry. lidimienator@gmail.com

 

 

 

 

 

Inventren

https://inventren.blogspot.com.ar/

 

 

 

 

FF.CC ROCA, 5.30 Hs *

 

 

- Truco! –se escucha desde los asientos de atrás, y un coro de risas que aturden se enciende y llena el aire del vagón, asustando a un viejo que, con la gorra baja tapándole los ojos y el diario encima del bolso de mano que se apoya en el pecho, intentaba dormirse. El aroma de la yerba mate mezclándose con el agua caliente, delata el comienzo d una ronda de compañeros de trabajo o de amigos que inician el ritmo de la madrugada.

- ¡Café, café!

- ¡Pañuelos descartables a 5 los dos paquetes!

- ¡Caramelos mentoplus, a 10 los dos paquetes!

Y las estampitas de los ojitos negros que piden, “lo que pueda señor”.

La ausencia del “ruidito” de la tiqueteadora del guarda, que ya no pasa como antes, es otra de las cosas que caracterizan las mañanas del ROCA, entre trenes cancelados y sus cambios repentinos de anden, espera en Constitución que la madrugada se convierta en mediodía.

Los ronquidos de un noctámbulo vencido por el sueño, que se pasó de la estación y el botón que te mira con desconfianza, completan la escenografía de todos los días, todos los días, todos los días…

 

*De Horacio Jorge Galán.

-Fuente: Entre estaciones.

La luna que. Buenos Aires 2014

 


 

 

Próxima estación por antiguo ferrocarril Midland:

 

LIBERTAD.

 

-Final del recorrido literario por el Ferrocarril Midland-

 

En Libertad, la antigua sede de los talleres ferroviarios estará terminada la aventura literaria del antiguo Midland. Desde Marinos –una estación relativamente joven- hay un tren real –el Belgrano Sur- que puede recorrerse hasta Aldo Bonzi en el tramo original del Midland para continuar por las vías que fueron alguna vez del Compañía General Buenos Aires hasta la estación Sáenz.

Queda renovada la invitación a participar en las últimas estaciones del Midland. Que la utopía del tren literario no se detenga y haya fuerza demencial literaria para seguir adelante con el extenso recorrido del Provincial. El cierre del Midland se acompañará en sucesivas ediciones con escritos de los amigos que han participado en esta hermosa aventura.

 

 

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Plaza virtual de escritura

-Editor responsable: Lic. Eduardo Francisco Coiro.

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