lunes, octubre 30, 2006

POLENTA CON BUENA LECHE

Habitaciones*


Habitaciones que se bifurcan,
que se multiplican y no terminan.
Que son distintas y son todas la misma.

Pasillos que no conducen ni extravían.

Helados muros que devuelven, indiferentes,
el eco angustiado de mi voz que te llama.

Y en el medio de todo
mis pasos, quietos, sin destino,
mi alma yacente, precipitada
en el abismo de tu ausencia.


*De Sergio Borao Llop. sergiobllop@yahoo.es

http://al-andar.blogspot.com
http://www.aragonesasi.com/sergio





Polenta con buena leche....





QUERIDA BEATRIZ*


Beatriz Sarlo escribió un artículo titulado “Lo que la escuela no da, la tele no presta”, donde desarrolla la idea de que la responsabilidad de que los niños se derrochen delante del televisor durante la mayor parte de las horas que pasan en sus hogares mientras no duermen o están en el baño, la responsabilidad es de la escuela, que carece de atractivo y no demandaría esfuerzo en las tareas para el hogar.
Me pregunto si Beatriz es docente, si tiene contacto con escuelas fuera de “las buenas, las exigentes” y si sabe que ni a los chicos ni a los padres les interesa que las maestras se gasten los dedos escribiendo en los cuadernos de comunicaciones “no hizo los deberes”. A los chicos no les interesa, a los padres les molesta que se los cite para pedirles cumplimiento. Y el gobierno da el mensaje claro: que pasen todos. Que todos promocionen, lo importante es mantenerlos en las aulas.
La sociedad enseña a zafar, a resolver los problemas usando la cintura, poniendo excusas, simplemente con cara de piedra y esperando que pare de llover.
Los chicos ven demasiada televisión, y es culpa de la escuela. Dice Beatriz que se le echa la culpa a los padres, cuando la responsabilidad es institucional. Culpa de la policía los chicos se drogan, por culpa de los hospitales es que las adolescentes quedan embarazadas, y por culpa de los profesores es que no se acuestan temprano y no hacen la tarea. Los padres trabajan.
Los padres trabajan. Los padres. Ninguna escuela puede sustituir a un padre, menos a los dos, trabajen o no.
Que la educación debería cambiar, no me cabe duda. Pero en vez de institucionalizarse aun más, debería ser una cuestión social y familiar para que tenga eficacia. Que un niño o adolescente perciba que el saber es importante depende de sus referentes, y en este momento todo y todos les dicen que lo mejor es zafar, y que el que demuestra cierta cultura es un “nerd”, un estúpido del que burlarse. Y que los maestros y profesores son viejos que habitan un universo paralelo que hay que soportar para poder salir finalmente de la escuela, con cierto tipo de certificado.
Yo le diría a Beatriz que poner tareas más exigentes sería maravilloso, y más que nada si no están baleándose en la calle en ese momento, si los chicos tienen para comer en su casa, si tienen casa, si algún padre se sentara un ratito a mirar el cuaderno, si la sociedad le dijese “bien pibe, qué buen estudiante, te felicito”, y no “no te calentés cerebrito, que cuando haya que tomar a alguien en la fábrica va a ser al hijo del representante del sindicato”.
El problema de la educación se agrava, y se agrava en todo el mundo. Exige cuestionar desde el fondo todos sus componentes. Pero no lo resolveremos con deberes para el hogar, eso es seguro.


*Mónica Russomanno. russomannomonica@hotmail.com


Nota del editor: Para leer el escrito de Beatriz Sarlo, ir al link: http://www.clarin.com/diario/2006/10/29/sociedad/s-01299018.htm





Fábricas Recuperadas, un modesto análisis, con "polenta" (creo), pero de buena leche*


Separar la paja del trigo, o - mejor aún - ir por partes, no asegura un final feliz para el análisis o el estudio de algo, pero permite recorrer los pasos lógicos que ha seguido el investigador o expositor, con la inestimable ventaja de encontrar - en la hipótesis que exista - el error, el dato equivocado o - que los hay, los hay - la mala fe.
Por consiguiente me atreveré a esbozar algunos puntos que considero importantes para entender el fenómeno de las "empresas recuperadas".
Le agradezco a Celso Agretti las preguntas (que aparecen más abajo) que actuaron como disparador para estas reflexiones.

1) Colusión de derechos: nadie ha dicho que la vida es un jardín de rosas, y menos la economía, a la que hay que expurgar de su espeso velo de tecnicismos matemáticos, con los que el neoliberalismo intenta presentarla como una ciencia "dura", con inexorables leyes, como las físicas. Ocultan . hábiles tramoyistas como son, al servicio del capital - que las formaciones económico-sociales son contrucciones humanas, que dependen de las relaciones de producción que se establezcan, y como tales - construcciones - son pasibles de ser modificadas, perfeccionadas, o aún abolidas. El derecho de propiedad, con todo y ser antiquísimo, no es más que eso, una convención entre los seres humanos, que aceptan la posibilidad de la apropiación individual del entorno por parte de algunos. Cierta visión vulgar e interesada del marxismo postula que la abolición de la propiedad privada conllevaría una ruptura de ciertas estructuras inmanentes en la psique humana. Nada mas lejos de la verdad, Marx en realidad demuestra que la burguesía es la primera "expropiadora", que es la clase dominante quién se "apropia" de nuestro trabajo. Solamente la abolición de la propiedad privada "de los medios de producción", nos liberará y permitirá ser propietarios, ante todo, de nuestras vidas, nuestros cuerpos y el fruto de nuestro esfuerzo.
Por lo tanto, y desde una perspectiva marxista, el derecho de los trabajadores se ubicará siempre en la cúspide de la pirámide jurídica, teniendo primacía por sobre los derechos de la burguesía o del estado que la representa y defiende.
2) ¿Por qué motivo tendrían los trabajadores que asumir las deudas contraidas por los capitalistas? Estas deudas no tienen carácter transitivo respecto a los bienes tangibles o no con los que los trabajadores cobran en parte las acreencias que tengan hacia el capitalista. Incluso las mismas leyes clasistas que la burguesía ha creado para reproducirse y disciplinar al trabajador no pueden dejar de reconocer - so pena de corto circuito lógico - que una vez utilizado el capital físico y las acreencias de la empresa fallida para saldar las deudas con los acreedores privilegiados se pagará - si hubiese remanente - a los demás acreedores. Naturalmente que en los hechos esto nunca se produce, en la enorme mayoría de los casos los capitalistas dejan de pagar primero los impuestos, en segundo término el salario indirecto (aportes sociales, jubilación, etc.), después los salarios de bolsillo, y en último término las materias primas, insumos y servicios provistos por otros capitalistas. Esto es asi por una sencilla razón: mientras deja de pagar impuestos y salario indirecto mantiene la producción y las ventas. Obtiene la rentabilidad que su posición en el mercado no le permitía por el expediente de no pagar algunos de sus costos. (Cabe aclarar que la merma en la rentabilidad puede provenir de causas externas, como recesión, pérdida de mercados por variaciones en el tipo de cambio; o internas, por baja productividad de su parque de maquinarias, o déficit en la escala de su producción). La continuidad de la secuencia es la apelación a sus trabajadores para que asuman el costo de la situación, aceptando una rebaja en sus salarios nominales (aumento absoluto de la tasa de plusvalía) o postergando su cobro hasta una tanto hipotética como lejana "reactivación". Llegado al punto en que ni siquiera dejando de pagar los salarios se sostiene la rentabilidad es cuando el capital suelta lastre y tira la toalla sin pagar las cuentas de sus acreedores comerciales por materias primas e insumos. Esta historieta es - por supuesto - una generalización para la mejor comprensión del fenómeno, no quita que en algunos casos se haya producido alterando el orden de los factores. Los derechos de los capitalistas acreedores, entonces, se ven agredidos por el capitalista fallido, y no por los trabajadores, que sólo actúan en defensa de sus legítimos derechos.
3) Pero todo esto tiene su miga, a la que conviene desmenuzar. ¿Por qué "fábricas recuperadas"? Como la utilización del lenguaje no es inocente, ni neutral, sostengo contra viento y marea la utilización del significante "recuperadas". Y eso también guarda relación con la forma y estructura, productiva y distributiva, que asuma la empresa que los trabajadores inicien, así como la figura jurídica que los incluya.
Las preguntas: "¿Y la nueva empresa cooperativa, no es capitalista? ¿O sus insumos y gastos tampoco van a pagar?" son pertinentes, ¡Cómo no!
La primer pregunta, y como el lenguaje no es neutro, asume que la empresa recuperada se constituirá inevitablemente como "cooperativa". Presentada de este modo, la respuesta es unívoca: SI. Las empresas cooperativas actúan, hacia su interior, y en principio, de modo diverso a la empresa capitalista, con diferencias que si bien pueden ser importantes - hasta cruciales - en las formas de organización interna, asignación de recursos, toma de decisiones y distribución de beneficios, no resultan - estas diferencias hacia dentro - decisivas a la hora de interactuar con el entorno capitalista puro y duro. Al acudir al mercado capitalista la empresa cooperativa debe asumir su lógica, que se puede enunciar en tres palabras: " Maximización del beneficio". Dado que estamos asumiendo la lógica del mercado deberemos forzosamente coincidir en tres puntos:

1. Las materias primas, insumos, energía, impuestos, créditos y amortizaciones de capital los obtendrá - en el mercado - a los valores que cualquier empresa de similar tecnología y escala consigue. Por consiguiente aquí el precio que pague por estos costes de producción será el promedio de los precios de mercado.
2. Los precios de venta encontrarán su tope en la competencia que otros agentes económicos le planteen, al igual que cualquier empresa capitalista que acuda al mercado a ofrecer su producto o servicio. Aquí, entonces, tampoco tendrá diferencias con sus concurrentes.
3. La inevitable conclusión es que la única manera de reducir costos y obtener beneficios está en pagar el menor precio posible por el trabajo que se incorpora en el proceso productivo. Como en toda empresa capitalista - pues - obtendrá beneficios aumentando la tasa de plusvalía, es decir, reduciendo el tiempo de trabajo por cada unidad producida. Esto se puede lograr incorporando tecnología, que permita realizar la misma producción con menos trabajadores, o reduciendo el precio que se paga por el tiempo de trabajo que se aplique a la producción de cada unidad. En este sentido, la disyuntiva es de hierro, no hay otras alternativas.
A modo de resumen a estas preguntas: La empresa recuperada que se constituya como "cooperativa" será, inevitablemente, capitalista, dado que actúa enmarcada en el modo de producción capitalista. Deberá pagar sus insumos y gastos y obtener beneficios, de la única manera que el modo de producción capitalista lo permite: aumentando sin cesar la tasa de plusvalía, como forma de contrarrestar el rendimiento decreciente de la tasa de ganacia, ley general de la economía capitalista que explica la tendencia centrípeta del capital y su proceso de concentración.

Pero todo esto, al final, es sólo filosofía, y ya alguien dijo que durante siglos los filósofos se afanaron por explicar la realidad, cuando de lo que se trata es de cambiarla.
En esta línea, entonces, volveremos unos pasos atrás.
¿Por qué debemos insistir en el concepto "recuperación" de las empresas, y no cualquier otro?
La recuperación implica una "re-apropiación" de algo que le pertenece a los trabajadores y les fue arrebatado. No sólo que una empresa "fallida" es recuperada como unidad productiva luego de ser cerrada, abandonada o vaciada por los capitalistas. El significado último de la "recuperación" alude a la verdad oculta por los espesos cortinajes de las relaciones de producción establecidas: la verdadera propiedad de los medios de producción le pertenece a aquellos que los utilizan, a los que con la maravillosa propiedad que tiene el trabajo humano usan los medios de producción para generar mucho mas valor que el costo de los materiales que se utilizan en el proceso demanda, y desnuda que - hasta producida esa recuperación - ese plusvalor fue apropiado por el capital, retribuyendo al trabajador con la menor cantidad de valor posible.
No, las palabras no son inocentes, aun cuando sean utilizadas sin plena conciencia de su polisemia.
Recuperar empresas, pues, es devolver la propiedad de los medios de producción a quienes los ponen en marcha y utilizan para crear valor: los trabajadores.

*de Udi udi.cuatro.catorce@gmail.com




El correo de Celso

*
Gracias UDI, por el comentario.
Soý un asalariado. Bancario, dos veces quedé cesante por cierre del Banco.
La ley de quiebras da prioridad absoluta al cobro de haberes. Pienso que hay otros que tienen derechos.
Esto me asusta. Cualquiera así, sin saldar deudas; borrón y cuenta nueva. ¿Y la nueva empresa cooperativa, no es capitalista? ¿O sus insumos y gastos tampoco van a pagar?
Afectos. Me gustaría seguir debatiendo.

*Celso. celsoagr@arnet.com.ar







De vez en cuando la vida...*


*Fernando Savater Filósofo español


Me lo contaron hace años unos amigos italianos, que estuvieron de visita en San Sebastián. Tras una jornada de playa y gratos paseos, cenaron suculentamente en un asador de la parte vieja donostiarra. De repente, sobrecogedoramente, comenzaron a oír un coro que se les antojó celestial: entonaba nada menos que el "Va pensiero" de la ópera Nabucco, el clamor de los prisioneros por la libertad perdida y la nostalgia de la patria. Eran voces maravillosas, arrebatadoras, mágicas.

Es que de vez en cuando lo maravilloso puede asaltarnos la vida. Por azar, por arte, por una de esas coincidencias que embrujaban a Jung, a veces porque hemos bebido o fumado algo estupendo, se abren las puertas que nos separan del fondo de las cosas y conectamos.
Por un instante, todo parece ser como siempre debiera ser, pleno, intenso, gravemente alegre: después se desvanece poco a poco, pero nos queda el ramalazo tonificante de lo que hemos sentido durante ese momento. Y ayuda a vivir, vaya que si ayuda.
Los aficionados a los toros hablan del "pellizco": es un algo más que habilidad o arte que ponen ciertos toreros en las suertes y que transmite a los espectadores el latigazo que el alma siempre espera para lanzarse al ruedo de la vida.
Pero a quien no le gusten los toros no debe preocuparse, porque este pellizco puede conseguirse de muchas otras maneras. Salta con un verso, con una sonrisa o una caricia, al escuchar que alguien dice no o sí justo cuando y como es debido... Es un regalo precioso pero multiforme y quizá no tan
raro como suele creerse.
Si no me equivoco, también las emociones que suelen llamarse religiosas con mayor propiedad pertenecen a este género: el de lo que dábamos por muerto pero no lo está y vuelve para traernos más vida.
El pellizco es la salvación momentánea, lo que nos rescata. En uno de sus majestuosos momentos inspirados dice Víctor Hugo que el tigre "lleva su piel marcada por la sombra de la jaula eterna". En esa jaula eterna estamos todos encerrados, fieras y humanos. De vez en cuando llega el pellizco, para que
comprendamos por un instante que los barrotes son sólo sombras y que nuestro destino es abierto, como cuanto cubre el resplandor del sol.

Copyright Clarín y Fernando Savater, 2006.

*Fuente: Clarín
http://www.clarin.com/diario/2006/10/30/opinion/o-01902.htm





La hija de Gregory Peck estrena en Londres un documental que critica a Bush*


La cineasta Cecilia Peck, hija de Gregory Peck, ha presentado en Londres su primer trabajo como directora, "Shut up & Sing", un documental crítico con la gestión del presidente estadounidense, George Bush.

conexiones@claringlobal.com.ar


Dirigida por Peck y la realizadora estadounidense Barbara Kopple, la cinta aborda la historia de la banda femenina más exitosa de la historia de la música "country", las Dixie Chicks, cuya fortuna cambió por criticar públicamente al presidente de EEUU.
Tras afirmar en un concierto en Londres en el año 2003 que se avergonzaban de que Bush fuera de Texas, el lugar de donde ellas también proceden, las "Dixie Chicks" fueron atacadas por parte de la prensa estadounidense y muchos de sus compatriotas.
Peck dijo que lo que les pasó a las "Dixie Chicks", que hasta llegaron a recibir amenazas de muerte, es "increíble, pero es más alucinante aún que después de tres años todavía sigan sufriendo las consecuencias".
"Antes de la polémica, Bárbara y yo estábamos interesadas en hacer un documental sobre el grupo, que tenía una carrera espectacular", explicó Peck en la entrevista, celebrada en su habitación en un céntrico hotel en Londres.
Sin embargo, la controvertida declaración hecha por la cantante del grupo, Natalie Maines, dos meses antes del comienzo de la guerra de Irak, supuso un giro en su carrera musical.
"Lo que Natalie (la cantante) hizo fue expresar lo que muchos estadounidenses pensaban en aquella época: '¿Por qué precipitarse a una guerra cuando no existen las armas de destrucción masiva?'", dijo la directora.
Peck consideró que la gestión de Bush no sólo ha tenido "consecuencias desastrosas" para su país y la seguridad de los estadounidenses, sino también "para el resto del mundo ". "La política interior también ha sido funesta", añadió Peck quien se mostró "orgullosa" de que las Dixie Chicks, que con treinta millones de ejemplares es el grupo femenino que más discos ha vendido de la historia, hayan colaborado en su película y del "coraje" que mostraron.
Para Peck, cuya película ha sido presentada ya en los festivales de San Sebastián (España) y Toronto (Canadá), todavía hay sitio para la esperanza: "Vivimos en una democracia, por lo que tenemos el derecho constitucional de la libertad de expresión". "Como los tiempos están cambiando, esperemos que
esto se refleje en las elecciones de noviembre", afirmó la realizadora en referencia a los comicios legislativos en EEUU del próximo mes.
La directora que había llegado a Londres desde Los Angeles también habló de sus gustos cinematográficos y confesó que prefiere el documental a la ficción. "Mi gran amor es el documental porque me gusta trabajar sobre historias reales que te permiten investigar", dijo.
Aunque ha trabajado como actriz en catorce películas y ha producido tres, su intención ahora es seguir rodando documentales, aunque no descarta la ficción.
Viva imagen de su padre, el mítico actor Gregory Peck (1916-2003), la directora, de 48 años, confesó que su progenitor es un ejemplo a seguir. "En su carrera profesional tomó decisiones muy valientes y siempre me aconsejó que hiciera los filmes que me gustaran", recordó.

Fuente: La Vanguardia
http://www.clarin.com/diario/2006/10/30/conexiones/t-01299558.htm





Defensa blues*


*Por Juan Sasturain


Vivo en Buenos Aires desde hace más de cuarenta años y pasé por media docena de barrios hasta que a principios de los noventa anclé en un lugar raro.
Raro para vivir. No por que sea lejano o quede a trasmano de todo sino precisamente por lo contrario. Hay muchos adjetivos para nombrar la simple lejanía, los confines, la incomodidad padecida o la soberana independencia elegida respecto del núcleo de la ciudad: zonas marginales, barrios
apartados, oasis urbanos y algunas otras cursilerías. Lo mío es --destino asumido- la condición inversa. "Too close for comfort" cantaba Sinatra con swing en los cincuenta: "Demasiado cerca para estar cómodo", traduzcamos del foxtrot. Es que vivo en el primer piso, no "de un palacete central" como el
interpelado muchacho del tango pero sí de un lindo edificio antiguo, en la calle Defensa, a una cuadra y media de la Plaza de Mayo.
No digo que desde mis balcones vea pasar la Historia pero casi. Quiero decir: no necesito ir hacia ella, me viene a buscar. Redoblantes bombos callejeros y redundamentes bombas de estruendo me suelen recordar, por si fuera necesario, dónde vivo y en qué país. Me asomo y veo la Pirámide, me quedo en el patio y me hacen llorar los ocasionales gases de la Plaza. Es demasiado: "Too match", como dijo desafortunadamente alguien cerca de aquí.
El barrio (¿lo es?) tiene dos caras. De lunes a viernes, Defensa es un torrente saturado de empleados y tramitantes de paso que va y viene, desbordando las vereditas de cuatro baldosas, herencia colonial. Los vecinos-vecinos somos minoría: quién carajo va a vivir acá, entre ministerios, iglesias, museos y edificios históricos. Sin embargo, hay quiénes, claro.
Sábado y domingo, en cambio, la calle y las vereditas se vacían, parecemos el corazón bursátil de Manhattan: Defensa es un amplio, desolado cauce abierto para el devenir turístico, un goteo de brasileños, japoneses, yanquis e inidentificados de pantalón corto e incluso -puedo jurarlo- casco
de corcho, como salidos de una de Tarzán, que hacen la disciplinada vía turística básica, cámara en mano, de la Plaza al corazón de San Telmo, ocho o diez cuadras más al sur.
El largo paredón decorado de graffiti de la iglesia de San Francisco ocupa toda la vereda de enfrente de mi casa y es una tentación para los inquietos disparadores de la habitual digital. Así, uno sabe que, circulando entreverado con los turistas, llevado por el ida y vuelta de la rutina de las compras sabatinas al coreano más próximo, al lavadero de la vuelta, tarde o temprano terminará siendo parte, comparsa o contexto de fotos descentradas apoyadas en repisas familiares de Kioto, Chicago o Curitiba. Un destino por lo menos globalizado.
Claro que siempre queda la posibilidad de balconearla, una sana costumbre que los porteños de esta calle practicamos a conciencia. Desde los mismos lugares estratégicos que utilizaron nuestros antecesores patriotas hace justo doscientos años para arruinarle el uniforme y los planes hegemónicos al invasor británico con míticas salpicaduras de aceite -sin saber que le estaban poniendo histórico nombre a la calle- hoy nos asomamos a veces con ganas de repetir el gesto pero sin la convicción ni los argumentos
suficientes. El enemigo no es tan ostensible aunque sí tan alevoso como entonces; pero el pintoresco personaje disfrazado de explorador que pasa en bandada bajo nuestros ojos no es precisamente el enemigo sino el turista.
Alguien que se supone debemos cuidar o al menos tolerar con civilizada indulgencia, supuesto proveedor de divisas, ocasional propagandista "urbi et orbe" de nuestra bonanza en todos los sentidos.
Ahora, si nos impostamos/mimetizamos en paseantes de ocasión y nos mandamos Defensa abajo de turistas, el balconeo barrial diseminado a lo largo de más de una docena de cuadras de Defensa no está pensado para tirar nada ni para ver lo que pasa sino para ofrecerlo todo, en tren exhaustivo, al paso:
literalmente, se saca la casa por la ventana, se la vacía sobre la calle. Ya sé que ese universo discepoliano de objetos proviene de fuentes diversas. No de esas casas, precisamente. No son antigüedades tampoco, sino simples cosas, objetos usados cuyo mayor atractivo -creo descubrir- no es su extrañeza o su misterio sino todo lo contrario: la cercanía. Todos parecen haber sido alguna vez nuestros, los perdimos nosotros, no supimos cuidarlos o nos los tiraron sin permiso.
La saturación tanguera del ámbito -orquestas acabadas, acróbatas bailarines, cantores sin red- no puede neutralizar el clima melancólico, el "efecto blues" que decantan las cosas con sólo estar ahí. Discos y picaportes, encajes, vitrinas y sifones azules; sacacorchos y figuritas; ropa de anteayer y radios con la voz de Fioravanti. Todo. Incluso se puede encontrar algún oxidado recipiente de hierro que, según las ganas de creer del cliente, acaso contuvo alguna vez el histórico aceite hirviente con que nos defendimos, irresponsablemente para muchos, de la Civilización.


*Fuente: Página/12
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-75364-2006-10-30.html




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Reescribiendo noticias. Una invitación permanente y abierta a rastrear noticias y reescribirlas en clave poética y literaria. Cuando menciono noticias, me refiero a aquellas que nos estrujan el corazón. Que nos parten el alma en pedacitos. A las que expresan mejor y más claramente la injusticia social.
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