martes, noviembre 02, 2010

OSCUROS CAUCES DONDE LA SED ETERNA SIGUE..




*Ilustración: Luis Alfredo Duarte Herrera. - Walkala. http://www.walkala.eu/



EL HIJO*


A Josefina Díaz


Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,
y la fatiga sigue, y el dolor infinito.

XX Poemas de Amor y Una Canción Desesperada
Pablo Neruda



Le abrió la puerta del taxi, la ayudó a bajarse.

- ¿Quieres que entre contigo?
- No, mejor hacemos como siempre – respondió, alcanzándole la pequeña cartera -, cuídame esto, sabes que tengo la manía de dejar los documentos y el monedero en donde quiera que me siento.

Él sonrió y guardó la cartera en su mochila.

- En especial, no quieres perder la foto de tu nieta… me has hecho sacarla repetida a pesar de que el álbum está sobre la mesa de la sala.
- Gracias por acompañarme – se alzó en puntas para besarle la frente -, nos vemos a la salida.
- Doy una vuelta por ahí y nos encontramos en la esquina – le señaló un café al aire libre -, no me gustan las salas de espera.

Entró, siguió el ritual de dar el nombre en la recepción, esperar a ser llamada, el saludo, las preguntas, la renovación de las recetas… el médico era un viejo amigo.

- Y eso es todo, nos vemos en la próxima consulta… ¿Has venido sola?
- No, de ningún modo: me trajo mi hijo Felipe.
- Elisa – suspiró -, ¿debo recordarte lo que sucedió hace más de veinte años? Pensé que estábamos haciendo progresos…
- Tuve un accidente. Mi esposo estaba al timón y no sobrevivió.
- Estabas embarazada…
- Casi a punto de dar a luz, con el impacto me comenzaron las contracciones, logré arrastrarme a un costado de la carretera a pesar de tener dos costillas fracturadas. Ahí me encontraron, con Felipe en brazos, ¿crees que es posible olvidarlo?
- Estabas inconsciente, perdiste la criatura, un varón, al que enterraste junto a tu esposo.
- Siempre dices lo mismo, y vengo a esta consulta cada mes…
- Te pido, cada vez, que lo dejes ir por tu propio bien, es hora de parar de pretender lo imposible y vivir la vida. No valen de nada los medicamentos, la terapia, si no pones de tu parte. ¿Prometes intentarlo, una vez más?
- Claro, mi buen amigo, sé lo que es real y lo que no lo es. Solo que hay cosas que nunca entenderás – se levantó y se alisó la falda.
- Bueno, nos vemos el próximo mes, cuídate, Elisa.

Caminó hasta el café. Allí estaba, cada vez más parecido al padre, pero con ese “algo” en la sonrisa que le recordaba su propia juventud. En cuanto la vio, dobló la prensa y fue a su encuentro.

- ¿Me acompañas a un café?

Ella negó con la cabeza

- ¿Te busco un taxi?
- No, mejor vamos andando, así llegamos cuando despierte la niña y la saco al jardín un ratito en lo que Maité le prepara la papilla.
- La estás malcriando – se rió - ¿Y qué te dijo el médico?
- Lo mismo de siempre, hijito… La medicina sigue detenida, como si no lograra alcanzar determinadas soluciones, como si le fueran negadas ciertas verdades... ¿Me devuelves la cartera?

Rieron, tomando el camino a casa. Había un fresco muy agradable si se iba por la acera que los árboles dibujaban con su sombra, y andar era un buen pretexto para seguir conversando.



*De Marié Rojas.
-La Habana. Cuba.









EL BAR DE CARRILLO*


*Por Jorge Isaías.


Bueno, resulta que ahora es la lluvia, monótona, persistente, en pleno octubre, que supo ser de sol, como se sabe.
La ciudad entonces es esta jaula gris, este correr de gente que quiere volver pronto a su casa.
La lluvia que cayó durante todo el día, molesta, inagotable, terminó mojando tantos carteles pegados a las paredes chorreadas e indefensas. Son carteles que anuncian algún espectáculo, también algunos políticos que muestran una cara y una frase. Que no dice mayormente nada a nadie –son, como saben en general gente ansiosa o atrevida- que “quieren instalar nombre en el maratón político del dos mil once”, como dice mi amigo Juan Antonio Alderete, que vive cortando maderas en su aserradero del sur.
Las propuestas espero –como todos- aparecerán después.
No es una carencia de los políticos, en general es un bien muy escaso en estos tiempos. Espero mucho de la juventud, supongo que tendrá altura y no se dejará engañar por ningún canto de sirena.
Releo y no estoy muy conforme con estas palabras introductorias porque hoy, por primera vez, mi nietita Pilar me saludó con la manito en alto cuando me iba y en su carita redonda estallaron dos dientecitos espléndidos que asoman de su boquita nueva. ¿Y uno, que qué puede hacer ante semejante felicidad que la vida nos regala, casi sin merecerlo? Solo agradecer, siempre agradecer.
El cineasta Héctor “Nene” Molina me ha dicho alguna vez que yo escribo sobre cosas amables, tal vez ha sido muy generoso de su parte, tal vez una crítica velada porque yo no sé ver o no consigo establecer el mal y volcarla en mis escritos tan humildes. Tal vez, pienso, yo no he perseguido en todo este ya extenso camino en el cual he regado ríos de tinta para decirlo con una culposa y pobre metáfora.
En todo lo que escribí jamás he especulado un centímetro, todo lo que hice y escribí fue sentido.
Quise, sobre todo y pese a todo, cumplir con el lugar humilde en que nací en un hogar más humilde aún, recordando seres y cosas y anécdotas que irían a morir en muy injusto olvido si yo no las nombrara.
Porque, si no soy yo: ¿Quién se acuerda de Domingo Natale, aquél viejecito inmigrante venido de Italia a quien todo llamábamos “Mingariello”. Trasegó las calles apoyado en su bastón de fresno blanco, y alguna vez bebió una ginebra retaceada, sonrió sin duda cuando nos reíamos de él y de su paso vacilante. ¿El dolor le había herido tan hondo que nunca respondía a las pullas? No teniendo parientes era un ser tan bueno que el pueblo lo había adoptado y le daba de comer. Dormir, dormía en un camastro que le habían puesto las autoridades comunales en el galpón donde se guardaban las máquinas y las herramientas. Paso tanto tiempo allí que nosotros bromeábamos diciendo que ya estaba en el inventario. Un día no despertó. Lo encontraron sonriente, cubierto con un mugroso perramus blanco que alguien le había regalado. Tal vez estaba entrando en su aldea cubierta de nieve, allí donde presumo lo estarían esperando muy sonrientes sus amigos. Nadie me supo decir de dónde era “Mingariello”, se suponía que venía de Italia por su “castilla cruzada” como supo decir “Pocho” Jeremías, alguna vez.
Esta mañana estuve aquí con mi amiga la escritora Angélica Gorodischer, digo, en este bar de a esquina de San Lorenzo y Presidente Roca, donde hubo un bodegón en los años setenta y ahora es un lugar reciclado. Desde aquí con la tarde que agrisa y se adelgaza hasta esas sombras que ya intimidan una noche insegura y fría.
En aquel tiempo veníamos con mi amigo del alma, que digo Guillermo Colussi. Acaso mi hermano podría decir borgeanamente –a tomar un porrón o una ginebra broncosa, cuando yo vivía en la buhardilla de Presidente Roca 675, en las alturas, con 98 escalones de riguroso mármol blanco.
En este bar sabía venir en aquellos tiempos un señor mayor para nosotros, que éramos muy jóvenes. Se sentaba junto a su porrón y bebía despacio cada atardecer, aquí en el Victoria. Un día, luego de saludarnos primero un poco tímidamente, de lejos, de a poco fue más enfático y un día nos invitó a su mesa y a compartir su porrón.
-Encantado muchachos, soy Carrillo –dijo- a sus órdenes.
Pidió dos vasos más y nos invitó a la primera cerveza. Antes había hecho un gesto con la palma derecha hacia arriba y se fue incorporando con una leve reverencia señalándonos las sillas.
Nosotros pagamos dos vuelta más y nos fuimos.
Pasó un tiempo sin que volviéramos a entrar allí, tal vez llevados por cierta poca perseverancia que a veces tiene la juventud o por algún otro motivo menos filosófico, más cubierto por alguna contingencia que olvidé Y el día que volvimos no estaba. Su silla la ocupaba una pareja joven con un bebé que sentado a la mesa en una sillita alta se empeñaba en tirar el puré que se le había servido para él, al suelo.
Cuando el mozo terminó de limpiar y nos vino a atender, inquirimos por él, por el señor de traje oscuro que dijo llamarse Carrillo.
Nos dijo que no sabía pero que podría averiguar. Unos días después pasamos y preguntamos por él antes de hacer el pedido-¿Ustedes son parientes? Inquirió cuasi policialmente.
-No, lo conocíamos de acá...
-Ah, creo que murió.
-Y no sabe que hacía, porque tenía toda la pinta del hombre que está jubilado.
- Si creo del ferrocarril –nos dijo- y vivía solo.
Muchas veces he pensado por qué no habíamos entablado antes relación con este hombre que evidentemente tenía necesidad de compañía. Pero la vida es así.
Y ahora no puede remediarse, salvo la mención de esta anécdota tal vez banal, justo antes que el óxido se coma este recuerdo que compartimos con mi amigo de aquel señor mayor que tomó un par de cervezas con nosotros antes de que viniera el olvido.







LAS MUJERES DE SAL*


Nosotras, las mujeres de sal,
Somos las fundadoras de tormentas abruptas
Tenemos incendiada la boca y salitre en las venas.
Seguimos denunciando, sobre la sangre seca
La vigencia total de Sodoma y Gomorra.
Una a una han caído nuestras vestiduras.
Transgresoras, en desnudez de sal,
Seguimos nuestro norte
Mirando nuestro Sur.
Con cuchillos de viento
Han tatuado nuestra piel milenaria.
Se ha hecho carne y sangre la siembra,
Y en cada primavera llueven rosas de sal
Que cubren en tibieza el oprobio y olvido.
No somos la mujer de Lot, las mujeres de nadie.
Sin embargo, paso a paso.
Danza de picaflor, giramos hacia atrás.
Vamos certero el rumbo, sinuosas las caderas
A parir la palabra, siempre nueva
Eternamente fiel a la memoria
El punto exacto es donde termina el arco iris.
Hemos jurado en resuellos de arena
No olvidar un pasado engendrado
Desde la sal y el agua.
Desde la llanura de la mansedumbre.
Desde el pajonal donde esconde a vergüenza
Un sol hecho de sangre.
Desde los extensos salitrales de las monedas de oro.
Desde el Perú.
Desde Chile, Bolivia y Argentina.
Desde los Andes
Que aun miran azorados las hilachas de
Del poncho denigrado del arriero.
Desde la revolución de ríos subterráneos.
Desde el portal del trigo.
Desde el umbral del guanaco y de la llama.
Desde Hiroshima.

Mientras tanto,
El soplo universal del viento blanco sorbe espumas de mar
De nuestra boca abrupta.



*de Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar






Grafeno y yo*



*Por Rodrigo Fresán
Desde Barcelona


UNO A ver, con cuidado, memorizar todas y cada una de las palabras a continuación porque, de aquí a poco tiempo, serán las palabras que nos exigirán recitar a la hora de cruzar fronteras, al invocar a los dioses de rodillas, y hasta al jurarle pasión eterna a nuestro ser más querido. Allá vamos: "El grafeno es una estructura laminar plana, de un átomo de grosor, compuesta por átomos de carbono densamente empaquetados en una red cristalina en forma de panal de abeja mediante enlaces covalentes que se
formarían a partir de la superposición de los híbridos de los carbonos enlazados". Otra vez, de nuevo, hasta el fin de los tiempos, de estos tiempos: "El grafeno es una estructura..."


DOS Yo -así de anticuado y antiguo soy- pensé que todavía vivíamos en la Era del Plástico y que los cretinos estaban hechos de teflón y el tiempo era oro y hubo años de plomo. Pero no. Resulta que todo este tiempo vivíamos en la Era del Silicio. Era caduca que ya llega a su fin para ser sucedida por la
triunfal Era del Grafeno donde todo será posible. Ahora mojamos los pies en la orilla de una época de milagros certificables y nada vaticanos; porque el grafeno -me encanta cuando los escritores científicos se ponen poéticos y suenan, inevitablemente, como una película de ciencia-ficción Clase Z- es algo así como "la piel de los dioses" (para los politeístas) o "el material de dios" (para los monoteístas). Y yo todavía no creo en el grafeno como alguna vez creí en el Corto Maltés (lo más parecido a un dios que tuve durante mi pubertad); pero en eso estoy. Compro el diario y veo los noticieros y lo primero que hago es buscar/esperar la inevitable noticia grafénica del día: la renovada buena nueva de que el grafeno también sirve para eso. Y para eso también. Y para aquello de más allá.


TRES Supe recién del material bidimensional grafeno con el anuncio del último Nobel de Física otorgado a dos hombres que me parecieron muy jóvenes, que se llaman Andre Geim y Konstantin Novoselov, y que explicaban algo sobre trazar una línea con un vulgar lápiz de grafito, pegarle a ese trazo una tira de material adhesivo transparente de esa que yo uso para arreglar libros demasiado cansados de ser leídos. Y, a partir de ahí, eureka, múltiples aplicaciones y videos de artefactos electrónicos que se enrollan como una revista y se meten en el bolsillo y se pliegan con alegría origami
y -lo siento- mi refleja y automática felicidad al pensar en todos los soldados consumistas luchando en esa absurda carrera armamentística informática que de pronto miraban a sus hasta entonces hermosas tabletas iPad & Co. como a ancianas de huesos frágiles y memoria difusa y funciones insuficientes, como a amantes marchitas que ya no les producen ese cosquilleo en los dedos al acariciar, excitados, sus alguna vez modernos y turgentes teclados.


CUATRO Y lo más curioso de todo: el grafeno -gracias, Wikipedia- ya estaba entre nosotros desde los años '30 y su "enlace químico y estructura" en celdas hexagonales (las celdas pentagonales y heptagonales sólo se manifiestan en su versión defectuosa) ya había sido calculado y documentado a finales de los años '40; aunque recién había sido bautizado como tal en 1994 a partir de la combinación de las palabras grafito y eno. Y ya se sabe: alta conductividad térmica y eléctrica, elasticidad y dureza, una resistencia doscientas veces mayor que la del acero, casi transparente y tan denso que ni siquiera el átomo de helio (el más pequeño que existe) puede atravesarlo. Y no sigo más -solo apostaré a que en la próxima de Batman su traje será, seguro, de grafeno- porque hasta aquí llego. El resto son
fórmulas y signos y diagramas y jerga hermética envasada al vacío absoluto de mi limitado entendimiento. En mi mundo -en mi idea de las cosas- el grafeno debería haber llegado a nosotros como un inesperado regalo extraterrestre o como la misteriosa ofrenda en el altar de un templo exótico
amorosamente profanado por Indiana Jones. Pero no. Y la verdad que me gusta que -para explicarle el grafeno a gente como yo, para los que el rayo láser todavía es algo asombroso- se recurra a algo tan sencillo y mágico como un lápiz. No es que así entienda lo que intentan explicarme. Pero me gusta.
Y -vuelvo a abrir el periódico, vuelvo a sintonizar las noticias- me siento a que me relaten más aventuras del grafeno con la misma sonrisa con que alguna vez me acosté para que me contasen todo aquello que, invariablemente, comenzaba con un "Había una vez..." y terminaba, entre campanadas nupciales, con un "Y comieron hasta estar llenos y dieron tres vivas por el grafeno".


CINCO Por supuesto -otra vez, las ya antiguas novelas juveniles de mi juventud- también hay científicos rivales y defensores del silicio a los que, seguro, el Nobel a esos dos tipos con pinta de fans de They Might Be Giants no les cayó del todo bien. Gente a la que me alegra imaginar en laboratorios llenos de luces y probetas o fumando pipas en clubs victorianos, y que se pronuncian en contra de la grafenomanía con pasión de hincha futbolístico de equipo opositor. Así (gracias otra vez, Wikipedia) me gusta mucho lo que dijo el reputado físico holandés Walt De Heer en cuanto a que "el grafeno nunca reemplazará al silicio" añadiendo que "nadie que conozca el mundillo puede decir esto seriamente. Simplemente, hará algunas cosas que el silicio no puede hacer. Es como con los barcos y los aviones.
Los aviones nunca reemplazaron a los barcos". Me agrada, en especial, el uso de la palabra mundillo y hoy no hubo nada nuevo sobre el grafeno pero sí sobre la posibilidad de que nunca hubiera habido un Big Bang, de que la historia de nuestro universo no haya tenido principio ni final y que resulte imposible de ser contada siguiendo parámetros narrativos más o menos convencionales. Lo postuló un tal Wun-Yi Shun de la Universidad Tsing Hua en Taiwan. Según él, tampoco habrá un Big Crunch constrictor y adiós a todo eso. No va a pasar nada salvo que pasaremos y a no engañarse: será la industria militar quien invertirá más en el desarrollo grafenista y falta menos para la Bomba G. Lo que equivaldrá a un del polvo estelar vinimos y -hechos polvo- al polvo estelar volveremos por los siglos de los siglos y ahora, mientras tanto, el hombre de las noticias hace un recuento de las increíbles invenciones que están al llegar, a la vuelta de la esquina tecnológica, listas para enchufarnos a ellas. Proyectos y prototipos
presentados en un congreso madrileño: lentes de contacto que nos describen lo que vemos, un inodoro que nos recomendará la dieta ideal a partir del análisis instantáneo de nuestra orina, tarjetas de crédito inteligentes que nos comentarán el sentido práctico y efecto económico de nuestras compras...
Y entonces, de pronto, todo cambia. El ritmo se altera, la trama se interrumpe y ¿habrá algo más inquietante que esas letras donde se lee ULTIMO MOMENTO?, surcando la pantalla del televisor. El ULTIMO MOMENTO en los noticieros es el equivalente público de ese privado teléfono sonando en
nuestras casas a las tres de la mañana. Qué miedo. Qué pasa. Quién será. Quién soy. Así, el locutor reordenando los papeles sobre su escritorio y, no, no es para anunciar que se ha descubierto que el grafeno facilitará la resurrección de los muertos sino un "conectamos en directo con nuestro corresponsal en Buenos Aires". Y la historia sigue y la Historia continúa. Y uno -que, lo confieso, consume todas estas noticias futurísticas para intentar evadirse del presente- mira todo eso. Mira a toda esa gente. Mira todas esas banderas de flamear multiuso y complejo donde apenas unos siempre
agitados celeste y un blanco tienen tantos y tan híbridos y ambiguos matices. Muchos lloran, todos opinan, otros cantan aquello de "Lo' muchachó grafenist..., perdón, peronistas". Unos se alinean con los barcos y otros se arriman a los aviones. Y uno se dice a sí mismo que no existe estructura laminar más conductiva y sensible que la de las malas noticias porque -por encima de cualquier polaridad- siempre es malo que algo malo le pase a alguien.
Ahora es la Era del Y Ahora Qué. La estación de la incertidumbre de átomos y moléculas y estructuras y elementos en la que, roguemos, la teoría de la (firme) evolución prime y se imponga sobre la teoría de la (incierta) relatividad.
Buena suerte para todos (para todos, dije); que no haya ningún próximo Big Bang o Big Crunch o Lo Vamo' a Reventá'.
Y que el grafeno (que, a diferencia de Dios, no es argentino) nos ayude; que para eso está, dicen los que saben y entienden de estas cosas.



*Fuente: Página/12
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-156148-2010-11-02.html






Disparo*



Fantasmas
desentrañan
la noticia
Bloquea:
el papel
Es la espera
la que
desarticula
Y enmudece
Huye
la respiración
Agusanan
esos
pensamientos
Rodando el carretel
las hebras
se pulverizan.


*De Ana Romano romano.ana2010@gmail.com






APOLÍN*
Cuando la música acerca los corazones


-Por Hugo Mengascini* hugomengascini@gmail.com



A mediados de la década de 1960, la música para jóvenes, al estilo del Club del Clan con el auge de Palito Ortega, difusor de canciones pegadizas, ancladas en los valores tradicionales de la familia y la pareja, que imponían las grabadoras comenzaba a transformarse. Luego de los años de optimismo político marcado por el proyecto desarrollista se daría paso a un período de mayor conflictividad social y de radicalización política.
En consonancia con el contexto internacional, muchos jóvenes reaccionaron frente a aquellos que consideraban a la música como mero objeto de consumo y adoptaron el rock como una expresión artística alternativa.
De este modo, el grupo musical de Rosario Los gatos salvajes liderado por Litto Nebbia, grababa el primer long play de rock totalmente en castellano. En tanto que se reafirmaba la presencia de la música acústica en el rock a través de un conjunto que marcaría el período: Sui Géneris, formado por Charly García y Nito Mestre, “quienes de las angustias adolescentes de su primer disco Vida avanzaron a duras críticas sociales en Instituciones.
Por otro lado, León Gieco presentaba sus Hombres de Hierro como una reflexión acerca del levantamiento popular de 1972 denominado el Mendozazo. Gustavo Santaolalla y su grupo Arco Iris lanzaban su disco Sudamérica. El cantante Moris y el grupo Manal incursionaban en una temática urbana y de crítica social. Mientras que el lirismo y la búsqueda surrealista de Luís Alberto Spinetta quedaba plasmado en el grupo Almendra.
La circulación de discos de mano en mano, la formación de innumerables conjuntos de rock en colegios y en barrios y los recitales sería el canal alternativo para la difusión de la nueva música. Este movimiento de ruptura con la nueva ola, a la que los rockeros consideraban la “música del sistema”, se denominaría música progresiva. En tal sentido, el festival BARock celebrado en 1973 (su primera edición fue en 1970) se convertía en el evento musical masivo de ese tiempo.
Poco después, en los escenarios de Tandil aparecía Alberto Daniel Carlo, conocido artísticamente como Apolín, quien junto a otros exponentes del rock abriría el camino a una importante forma de expresión cultural aún en vigencia.



El rock en Tandil durante los años setenta

En los años setenta, en Tandil, el rock como a nivel nacional no trascendió de un modo masivo. Apolín recuerda que
“Antes en Tandil no había nada, ahora hay un montón de grupos…al rock no le daba bolilla nadie…el rock no figuraba en los ranking…en esa época era todo comercial…Sui Géneris acercó un poco a los chicos de la secundaria, universitarios al rock…Charly García vino con algo muy fresco…” Hacia fines de 1973 y luego en 1974, Sui Géneris visitó la ciudad contratado por los hermanos Techeiro. “Charly García fue al piletón del dique -agrega- cuando era uno sólo, antes era una pileta grande…Nosotros éramos un grupo de rockeros que lo seguíamos a todas partes, y adonde iban, nosotros íbamos, y el tipo era tan flaco y alto que daba impresión…era muy buena onda…y en el piletón gritaba: ¡Soy García, soy García!, y la gente ni hola, no era conocido…”
Por entonces, Apolín daba sus primeros pasos en éste género con una guitarra de su abuelo materno. A partir de la adquisición de libros de música llevaría a cabo un aprendizaje informal y autodidáctico. “Yo aprendí a componer escuchando a Spinetta, la influencia principal es la de él. Yo había escuchado a Los Beatles y no me habían movido para componer, los escuchaba, era fanático…pero escuché a Spinetta y…era más de la época…”, dice. Luego expresa, “la música siempre me gustó…pero recién se me presentó una guitarra a los 15 años…se estaba mucho con las guitarras eléctricas y en esa época había muchas diferencias…las guitarras buenas eran muy caras y no se conseguían…a punto que no podías afinar, hoy hay guitarras que son baratas y se puede tocar…yo soy muy fanático de las guitarras.”
Por otro lado, el reconocido guitarrista y músico de jazz José “Coie” Granatto rememora aquellos tiempos manifestando: “Yo empecé por herencia, porque mi hermano (Yayo) era de la barra de Apolín…eran diferentes, una forma de vestirse diferente, escuchaban distinta música, ahí estaban (Jorge) Montejo, los Demarco (Vicente y Guillermo), Marcelo Foschino, el “Negro” (Alfredo) Tangorra, toda esa barra de músicos que eran distintos, yo era un poco más joven que ellos y andaba detrás…y comencé por herencia, digamos, por que al estar rodeado de tanta gente que eran músicos…ahí arranqué y no paré más…”
En 1977, Apolín recuerda que llegó al primer escenario y recital en dúo con Daniel Gómez, bajo el nombre de “Cleantis” en los altos de la Confitería Norma. “No sé como habrá salido eso…yo no soy un gran cantante…poníamos el micrófono adentro de la guitarra…”
Al año siguiente, junto a Jorge Montejo y Vicente Demarco conformaron “Mauricios Trío” presentándose en todas las salas y pubs de Tandil. En la temporada de verano 1978-79 presentaron sus espectáculos en Villa Gesell, Ostende y otras ciudades de la costa. Con respecto a una actuación en Ácaro -un pequeño boliche bailable de Tandil que estuvo ubicado en la avenida Avellaneda al 300- señala lo siguiente: “…ahí hicimos una temporada, hasta teníamos imitadores…siempre cuando me ve Rogelio Rotonda (director del diario El Eco de Tandil) me recuerda que se inició con nosotros, siendo locutor…la primera vez que tocamos ahí, él hizo la locución del espectáculo…”

Apolín con el dúo “Las personas” en Buenos Aires

En 1981, con Jorge Montejo conformó el dúo “Las personas” radicándose en la ciudad de Buenos Aires. Allí actuaron en los más renombrados pubs de la época con una propuesta original: música y humor, canciones y personajes. El reconocimiento que generaron con el dúo “Las personas” quedaría expresado en artículos de revistas especializadas de Capital Federal, como “Pelo” y “El expreso imaginario”.
Poco después, en 1982, actuaron en “Café del Tiempo” junto a Raúl Carnota y Suna Rocha. En el mítico “Jazz & Pop” representaron junto a Alejandro Lerner y fueron invitados como único grupo en vivo de la fiesta de prensa del Festival BARock ´82, participando, además, en el festival “El rockerazo” con Miguel Cantilo, Rafanelli, Willy Quiroga, Ricardo Mollo, entre otros.
De esta forma, Apolín rememora aquellos tiempos: “…eso estuvo buenísimo, porque aparte venía la democracia y se abrían pubs…y enseguida ocupamos un lugar, más bien desde el humor. Pero nos dimos el gusto de tocar con Lerner, con Menphis la Blusera, inclusive con Menphis compartíamos manager; con Lerner fuimos a tocar a un boliche que se llamaba “Jazz & Pop” que no querían admitir humor, y fuimos los primeros que hicimos humor y música…tocamos antes que Lerner…”
Pero era más humor -aclara- “era raro, porque hacíamos las canciones serias por un lado y después él (Jorge Montejo) hacia el humor…era una experiencia rara porque nadie hace eso; porque Le Luthiers, salvando las distancias, hace toda la música al servicio del humor, y nosotros intentábamos hacer canciones en serio y después Montejo hacía sus personajes…era una experiencia inédita.”
Al mismo tiempo, la balada compuesta por Apolín y Jorge Montejo, Magia Mayor, recogía excelentes comentarios del público y de la prensa especializada. Poco después, en 1983, con Jorge Montejo realizaron una serie de actuaciones en Argentina Televisora Color (actualmente Canal 7), en el programa “Música Total”. Asimismo, formaron parte del staff permanente del emblemático “Café Einstein”, donde actuaron junto a Sumo, Omar Chabán, Ricardo Rafanelli, agrupación San Pedro Telmo, y músicos de jazz como Carlos Campo, Oscar Krainer, entre otros.
En cuanto a su paso y actuación de esos viernes por la noche en el “Café Einstein”, señala que “…ahí iba todo tipo de gente, los pibes que terminaban la escuela, la secundaria de noche iban ahí. No era un lugar rockero exclusivamente.” Seguidamente revela la noche en que le afinó la guitarra de Luca Prodan: “…yo lo ví actuar a Luca, ahí actuaba sólo y algunos días actuaba con Sumo…estaba sin Mollo, al otro año se sumó Mollo…hacía cualquier canción, desde Nicola Di Bari, porque él era italiano, hasta reggae con una guitarra que no sabía afinar o no quería afinar… ¿a ver quién sabe afinar? preguntó, era una guitarra malísima.” Luego agrega que Luca “era un tipo tranquilo, cuando se enojaba por ahí…una vez rompió un vaso, hubo que pagarlo…El boliche era de Omar Chabán, de un judío y de un alemán…esa fue la cuna de todas las bandas, Sumo, Soda, Los Twist…”
De la misma manera, Jorge Montejo expresa que “Omar Chabán tenía una obra y dentro de esa obra estábamos nosotros…el Einstein se llenaba…Luca Prodan se rapaba la cabeza en el medio del escenario, en el medio del show, era parte del scketch…era un tipo muy abierto, era un tipo tranquilo, la locura la llevaba al escenario.”



El retorno a Tandil

Dice Jorge Montejo: “Apolín se la bancó bastante en Buenos Aires, pero en el 84 dijo me voy, esto es una lucha…yo tenía a mi viejo que me apoyaba con dinero, o sea que ganábamos un poco de plata en los pubs, pero no éramos figura conocida, así que no se lo aguantó más y justo a mí en el 86 me tocó el éxito.” Desde entonces Montejo pasaría a ser conocido con el personaje de Paolo el rockero.
No obstante, destaca el relieve alcanzado en la canción de Apolín: “El hace una música muy especial…es un tipo con un estilo propio, como el caso de Litto Nebbia que hace una música que no la podes comparar con nada…. Litto Nebbia tiene un estilo particular como el que tiene Apolín…eso es lo que más lo marca a fuego a Apolín, el estilo propio…” Si bien en sus comienzos la influencia “que tomó, a mi modo de ver, es una mezcla de Spinetta y Silvio Rodríguez -continúa expresando Montejo- toma su sello propio…con Beso, Con esos recuerdos y Magia Mayor…ahí es donde veo que Apolín es Apolín, ahí no es Spinetta ni Silvio Rodríguez…Todos esos temas serían hits si pudieran tener la promoción y la difusión adecuada…”
Por otra parte, José Granatto resalta que “Apolín es un compositor nato; yo creo que tiene un sello propio desde que empezó a componer”. Tiene una personalidad muy propia -añade-; “yo creo que es único en Tandil, no hay otro compositor de las características de él…es muy inspirado.” A continuación manifiesta que “…no ha tenido suerte…No se que cosa faltó para que lo vea alguien…”
Apolín, por su parte, recuerda la frase de Pappo: “vos podes ser un gran músico, pero si no viene alguien que te de la mano para saltar el paredón…”. También son las características de la personalidad -agrega “Coie”-; “…yo no soy de fijarme mucho… Por empezar, en Argentina hay que ir a Buenos Aires y quedarse ahí”, señala Apolín.
Sin embargo, en otro momento de la charla, Apolín manifiesta lo siguiente: “…nunca quise hacer covers, si no haces covers tenés que hacer una apuesta muy grande…el camino de la canción es el que más me gusta, pero es el más difícil, las canciones que trascienden son las menos con todos los compositores que hay dando vueltas…en ese sentido yo me tranquilicé, lo importante es hacer la música…También podes hacer un camino a costa de desangrarte, en ese camino donde vos intentas hacer tu canción siempre hay voces que te dicen…porque no pones un acorde más, hay que hacerlo más accesible para la gente, esas son voces tentadoras para un tipo que está obsesionado de vivir de la música…yo conozco gente que ha ido mermando la calidad en pos de un futuro éxito que al final nunca vino.”
En 1984, de regreso a Tandil realizó recitales solistas en el Bar Rómulo, Tandil Pop** y otras salas de la ciudad. Un año después, formó “Apolin y los Anopheles” con Daniel Gómez en bajo, Guillermo “Maguila” Althabe en batería y “Juancho” Magneres en saxo, logrando grabar un demo en estudios de la ciudad de Juárez con los temas: Beso, Magia Mayor y Soñar, ampliamente reconocidos por el público y la crítica. La grabación se difundió en medios radiales de Tandil y la zona. En Yamó -uno de los más significativos boliches bailables que tuvo Tandil- la canción Beso se bailaría, durante varios años, como música lenta.
En 1986 con Pablo Martínez en batería se concretaría una nueva formación de “Apolin y los Anopheles”, llegando a grabar un recital en vivo y múltiples presentaciones, siendo teloneros de León Gieco. Al poco tiempo, regresó a la ciudad de Buenos Aires y con Jorge Montejo y otros músicos porteños formó parte de la movida cultural del momento, llevando a cabo una serie de presentaciones (staff permanente) en Badía y Compañía, Canal 13 de la Ciudad de Buenas Aires.
De regreso nuevamente a Tandil en 1989, Apolín realizó actuaciones solistas en esta ciudad, Ayacucho y Juárez. En el mismo año fue convocado por FM Galáctica para un recital en vivo que se transmitió por dicha emisora.
Paralelamente, otros músicos y compositores de trayectoria realizaban sus presentaciones en diferentes lugares de Tandil: Marcelo Foschino con sus baladas; el cantor-trovador Andrés Zaganías; “Tito” Flores y su hermano “Pancho” con el rock and blues desde la primera formación de la banda “Los Marginales” y el jazz con Luís Tangorra y José Granatto.


Los años noventa y la actualidad

A comienzos de la década, con Aníbal Minnucci, Daniel Gómez, Maria Iriani, entre otros, conformaron “La Banda del Parque”, llegando a realizar varios recitales donde expusieron una música con tintes latinos, entre otras influencias. Por el mismo período, se desempeñó como guitarrista de la banda de jazz “Hurricanes”, actuando en diversos locales de la ciudad de Tandil.
Durante el año 1992, Apolín retomó su carrera solista presentándose en distintos escenarios de la ciudad y otras localidades de la provincia, como Tapalqué y Ayacucho. Entretanto que desde 1994 y hasta 1996 se radicó en Buenos Aires y acompañado musicalmente por Gastón Echeveste y “Bitty” Benítez realizó una serie de presentaciones, entre ellas un recital solista en el Auditórium Piazzolla de la Casa de la Provincia de Buenos Aires. También participó como guitarrista y arreglador del disco de Adriana Saravia “Para los dueños del cielo”, grabado en Buenos Aires entre mayo y agosto de 1995.
En el período 1997/98, en Tandil, participó de la formación de “Apología”, integrada por Milo Carlo, Daniel Gómez, Aníbal Minnucci y Arturo De Felice. Asimismo, durante el mismo año actuó como guitarrista de la banda de jazz “Hurricanes”. Poco después, realizó presentaciones solistas en Tandil y en Saladillo; grabó el demo “Satisfacción del instinto”, cuyo técnico de sonido fue Oscar Tavano participando, además, de varias jam session en distintos locales de Tandil.
En los años 2000/01 Apolín con Aníbal Minnucci rearmaban la banda “Apología” integrada por Daniel Gómez, Alejandro Giri, Walter Barboza y Fabián Bullotti. Participaron del Festival de Rock de Tandil siendo seleccionados por la Dirección de Cultura de la Municipalidad de Tandil para representar el Festival Provincial de Música realizado en Mar del Plata, el 21 de septiembre de 2001. Al mismo tiempo lograron registrar una grabación del material del recital “La bolsa o la vida”, técnico de sonido Luís Tangorra.
“…Ahí se consolidó un sonido original con el saxo de Bullotti y los tambores de Barboza…Éramos muchos para ensayar y casi nunca estábamos todos…eso no desmerece el tremendo trabajo que hacía Apo como líder de la banda escribiendo los arreglos para cada uno y siempre poniendo pilas”, manifiesta Minnucci.
En los años siguientes, llevó a cabo una presentación con “Apología” en el festival La Roca Rock organizado por la Dirección de Cultura de la Municipalidad de Tandil, y otra con el espectáculo “canciones como rostros” junto a Fabián Bullotti. Y junto a Walter Barboza y Omar Silva “candombe y después” en diferentes escenarios de Tandil y la zona.
En el año 2007, un músico profesional de Honduras, propietario de un estudio de grabación, encontrándose de visita en Tandil, conoció a Apolín y escuchó algunas de sus canciones y le propuso grabar un disco en ese país. “Le gustó porque la consideró una música bien argentina y a ellos les gusta mucho porque no están tan avanzados como nosotros en el rock…”, dice. Un año después, en Tegucigalpa se llevó a cabo la grabación para ser distribuida en Centro América.

El recorrido incesante de Apolín, desde 1977 hasta la actualidad, por diferentes escenarios de Buenos Aires, Tandil y la zona denota, por lo tanto, su inconmensurable pasión, capacidad y dedicación por la música. Con una voz similar a la de Luís Alberto Spinetta pero con un estilo propio y original, es reconocido en nuestra ciudad como uno de los más destacados en su género.
Adentrarse en su canción significa descubrir a un guitarrista, compositor y cantante virtuoso y profundo.
Mientras tanto, Apolín continúa componiendo y recorriendo los bares de la ciudad y de la región, llevando la música a lo más hondo del alma…



* Versión reducida de un informe de investigación realizado en el año 2009 juntamente con los siguientes alumno/as del nivel polimodal de la E.E.M. Nº 7 de los barrios Arco Iris/San Juan: Noralí Larrosa, Cintia Burgos, Nicolás Izarriaga, José Plaza y otros. Este trabajo fue presentado en el Octavo concurso de informes investigativos “Nuestro Tandil”, 2009, obteniendo el primer premio.

** Según testigos de la época, el primer “Tandil Pop” fue organizado, en 1982, por José Granatto, Andrés Zaganías y Esteban Berrospe, llevándose a cabo en el Auditórium Municipal (situado en el Museo de Bellas Artes) bajo el nombre “Encuentro de músicos”. Desde el año siguiente se realizaría en el Anfiteatro Municipal





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Estimado Eduardo Francisco Coiro:


Su cuento "A la hora del mate" que tuvo la gentileza de enviarnos ya está en línea desde ayer, 1/11/10 en la edición correspondiente a noviembre de 2010 de http://www.resonancias.org/.
Le invitamos a visitar la página y esperamos que le guste su presentación.
Desearíamos también que haga circular el link de su colaboración en Resonancias en las redes de amigos que debe tener en Facebook, Twitter, Sonico y otras redes sociales.
Con nuestros atentos saludos,


*A. Perales
Coordinador de Resonancias.org
laresonance@yahoo.fr



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