lunes, febrero 20, 2012

AÚN NO HE APRENDIDO A LEER LAS CENIZAS...



-Dibujo: Ray Respall.




LA MARIPOSA PISOTEADA*


Al caballero que siempre dice “ni”, un cuento sin “nis”
por su cumpleaños 40.


El otro lado del tapiz. Las cosas
que nadie mira...

“El oro de los tigres”
Jorge Luis Borges


Insertó el DVD virgen que había dejado al lado del portalápices, para grabar la discografía de Amy Winehouse, y comenzó a ver a desfilar en la pantalla el menú para elegir escenas de “Los inmortales”.
¡Imposible! El día anterior había comprado esa película y le había salido defectuosa, la tenía en la cartera para devolverla, al ir a guardarla recordaba haber sacado el disco virgen, que dejó en su buró…. Fue a su cartera y encontró en su lugar el DVD virgen, aún envuelto en el celofán de la compra. Volvió a la computadora, ahí estaba la caja de “Los inmortales”.
La vez anterior había sido un exergo tomado de El Libro de las Mutaciones, que al reabrir el documento al día siguiente se había transmutado en una frase de Borges. Recordaba haber dudado, como es lógico, pero al final la había dominado la certeza, como ahora con los discos, de haber escogido la frase del I Ching y salvado antes de cerrar el archivo… Después los amigos le preguntaban por qué no elegía una pareja para compartir su vida, por qué no tenía hijos, por qué huía del concepto “echar raíces”… ¿Cómo explicarles estos fenómenos, apenas perceptibles, casi en el rango de “detalles sin importancia”?
La asaltó nuevamente el terror de despertar cada día en un hogar ajeno, al lado de un extraño, de no cuidar de sus seres queridos, sino los de alguien muy semejante. Imaginó a sus hijos (los salidos de su vientre) siendo educados por una extraña con su rostro y sus manías, que nunca sería “ella”, aunque tal vez, como ella, se percatase del irremediable equívoco y – si eran copias de un mismo archivo cósmico, les suponía emociones similares – se resignaría a comportarse del modo más adecuado posible, interpretando el personaje que le había sido asignado en la cambiante comedia de la vida… Un eterno viaje entre las grietas de la aparente realidad, siempre a un ambiente similar, salvo por esas pequeñas diferencias que iban desde la barba crecida de un amigo que había visto afeitado el día anterior, un tiesto con jazmines donde hubo violetas, la dedicatoria de un libro que decía “amor” donde antes leyó “amistad”, hasta el color de una casa, saltando de verde a rojo en una noche.
Pensó en los seres de la Creación, constantemente intercambiados, cual piezas de un juego de abalorios fuera de su alcance, del poder de su voluntad y de su comprensión, alternándose de una realidad a otra por mero placer o experimento de una entidad superior. Tantos, sin percatarse de estas “naderías” que pasan inadvertidas, o son tomadas por lapsos mentales, descuidos perdonables que van a engrosar los archivos del olvido… ¿Por qué le había sido otorgada la capacidad de advertirlos, memorizarlos y hasta de intentar encontrarles explicación?
Sintiendo la ansiedad de la mariposa pisoteada que aún con medio cuerpo pegado al pavimento, intenta mover las alas para recobrar el vuelo; guardó la película en su caja, fue en busca del DVD en blanco y se resignó, como cada mañana, a ser un pasatiempo de los dioses.



*De Marié Rojas Tamayo.
La Habana. Cuba











CIGÜEÑAS*


*De Jorge Isaías jisaias46@yahoo.com.ar



Tal vez primero fuera un camino solitario que sólo cruzaban los pájaros.
Pero en ese tiempo originario esos caminos tenían sus olores. El querendón olor de la albahaca en casa de la abuela materna o el trébol fragante que criaba mariposas.
Esos caminos que cruzaban los hurones y los cuises, y de vez en cuando una barra de chicos con sus hondas y tramperas camino a los bañados donde dormían los flamencos y las garzas. Esos bañados que festoneaban de juncos y espadañas, nidos de zorzales y estrépito de teros, desconfiados siempre, siempre alertas, siempre a los chillidos que perforaban el aire calmo del verano.
Los campos en esos amaneceres que estallaban de rocío, un rocío que se volvía vapor apenas los primeros rayos de sol urdían el foco ígneo, en fuga comba hacia la boca todavía cerrada del crepúsculo.
Muy por arriba sobrevolaban los chimangos, porque tal vez divisaron el cuerpo de algún animal muerto por el campo.
Yo no lo sabía en ese tiempo, pero yo también era paisaje. Todos lo éramos. ¿Qué otro valor tendríamos mayor a esa florcita azulina de cardo? O a los propios vilanos que volaban -erráticos- por el campo.
A decir verdad, no sólo yo era paisaje en ese tiempo, mis compañeros de caza, fútbol y aventuras también lo eran.
¿Acaso no nos cortaban a todos por igual el pelo muy corto, vestíamos ropa muy humilde que cosían nuestras propias madres y andábamos todo el día descalzos cuando era verano.
¿Acaso todos nuestros padres no eran jornaleros, alfabetizados en parte, en parte analfabetos? ¿Acaso no fueron todos afiliados al Sindicato Obrero y luchaban por sus salarios?
De alguna forma éramos como esas nubecitas que en verano se iban agrupando al amparo de la brisa hasta formar una más amplia que hacía una sombra visible sobre algún lugar del campo, de los bañados o de algún camino florecido como el llamado “Del Diablo”, o el de Ramón Camiscia o el de la tapera del ruso Bay que llevaba a Maldonado y quien dice Maldonado dice el Noventa o el Veintidós, con sus sendos espejos de agua que no se llenaba de peces en las inundaciones.
Al noventa se accedía por un ancho puente de madera y luego de transitar un largo camino festoneado de árboles, de pinos o eucaliptos, no sé. Aunque es probable que sólo hubiera añosos tamariscos donde hacían su nido las calandrias y las monteras.
Pero quedaba muy lejos y nunca –que yo recuerde- fuimos solos.
Hubo, sí, alguna incursión con mi viejo y con algunos de mis tíos a cazar patos. Como no se podía de ir a pie, siempre se conseguía algún vehículo que nos transportara a todos.
Y hasta una vez recuerdo un viaje donde también fueron de la partida mi madre, mi tía, mis primas.
En esa oportunidad el vehículo era una cómoda chata con sus cuatros ruedas de goma, infiero que pertenecerían a un rastrojero, tirada por dos caballitos rendidores.
Como la chata tenía un par de barandas en uno de sus laterales, allí apoyaron las mujeres unas sillas y viajaron con gran comodidad, ya que las ruedas de goma saltaban mucho menos que las de hierro sobre el duro y polvoriento camino de tierra. Hoy ignoro por qué caminos internos de la estancia anduvimos, pero la proximidad de la gran cañada tuvo presencia mucho antes por el tipo de aves que nos cruzamos entonces. Mientras fuimos por los primeros caminos internos de la Estancia (así con mayúscula, como se conocía el Establecimiento Maldonado, por entonces) la diversidad de pájaros era reconocible por el tamaño de las especies: corbatitas, gorriones, federales, mixtos, jilgueros, tacuaritas, calandrias, horneros o algún picaflor extraviado.
De pronto una formación de garzas moras hendió el aire trayendo a la mañana su canto lastimero. Luego un grupo de gaviotas que levantaban vuelo siguiendo a las espantadizas bandurrias y al confiado chorlito.
En una hilera de postes de ñandubay vimos unos cuantos biguás caracoleros, señales inequívocas de agua que reemplazaba a la postal de las lechuzas que esperaban pacientes el paso furtivo de algún roedor por el costado de los alambrados.
De pronto, al doblar un recodo y ya entrando al camino recto de los tamariscos vimos el reflejo del agua donde titilaban los rayos del sol y una inmensa bandada de flamencos rosados que alzaban vuelo empequeñeciendo la mañana.
Cuatro inmensas cigüeñas se espantaron y fueron cuatro sábanas blancas en nuestras retinas para siempre.






LA ÚLTIMA OBSESIÓN*


*De Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar



Augusto:


Esta es la última carta que te escribo.Te lo juro. He esperado una noticia tuya durante estos meses y nada Ahora se que lo del viaje era una mentira imperdonable. Imperdonable. Vos sabes que te he amado de la única forma que puedo obsesionadamente. Así también te he odiado, quizás mucho más. Lo único que me queda claro es que nos unió el deseo, un deseo animal Ahora lo que siento (y por eso que me decidí a escribirte) es una rabia sorda que me carcome, que la siento en las vísceras sube por mis piernas y se aloja en mi pecho.
Me da ganas de romper todo destrozar el mundo de gritar y gritar pero me paralizo me quedo quieta me clavo las uñas me muerdo la boca y esto no lo aguanto si sigo así voy a volverme loca.
Ayer salí como una cabra loca extraviada por el viento de norte no sé cuanto anduve y por donde anduve, no se quien me trajo a casa lo único que se es que cuando desperté tenía un sabor amargo en la boca y la cabeza se me partía tenía una sensación de angustia, de premonición, intolerable
Mi cama amaneció mojada de sangre menos mal porque si hubiera continuado el embarazo te juro que lo aborto no quiero un hijo que puede ser una mierda como su padre. Quiero cortar con todo lo que me acerque a vos mutilarme si es necesario hacerme una lobotomía borrarte de mi vida, no pensar no soñar no respirar.
Te imagino pidiéndome cordura ¿Qué derecho tienes, hijo de puta para pedirme cordura? ¿Donde te llevó tu serenidad, tu Dios, tus putas ideas de paz? ¿Como podés pedirme cordura si sos un cabrón cobarde? Juzgabas lo que vos llamabas mis excesos. ¿De que te sirvió tu orden, tu equilibrio? Mira aun debes estar agradecido que yo conseguía sacar el animal que tan negado que había en vos. Nunca te lo perdonaré Nunca. Primero no te perdono tu silencio Debiste decírmelo No tenes el derecho de elegir por mi vida. Sos un egoísta siempre lo fuiste decías querer cuidarme pero lo que buscabas era tu propia tranquilidad ¿Por qué no compartir conmigo? ¿Porque, porque? Me lo pregunto mil veces y no lo entiendo.
¿Qué hago yo ahora, me queres decir que hago?
Tengo clavada en mis retinas las miradas de las viejas harpías cuando me dieron la noticia, no me importa la mirada de censura de tu madre ni la sorpresa de la mía lo que no me aguanté es esa puta mirada de lástima.
¿Cómo crees que reaccione cuando me entere de tu muerte? ¿Con dolor, tristeza, llanto? No fue así .lamente no tener tu cuerpo muerto a mi lado para patearte la cabeza, si hasta me imaginé tus sesos desparramados por el piso. ¿Crees que con una carta ibas a solucionar esta traición, esta infamia, esta cabronada que no tiene nombre? ¿Sabes que hice con la carta? La quemé sin abrirla por lo tanto jamás tendrás la satisfacción de reparar el daño: aún no he aprendido a leer las cenizas.
Si estás en algún lugar aunque sea como polvo no te me acerques, aléjate de mi déjame sola con esta rabia que es lo única fuerza que me queda y me permite seguir viviendo porque si no tomo una resolución drástica es porque aun me queda un resabio de duda ante tu certeza de otra vida y no quiero volver a verte ni en esta vida ni en otra

Carmen





No me busquéis*


Cuando, olvidados ya de mí y de mis quimeras,
tal vez echéis de menos mis manos en la noche.
Cuando, perdidas ya las pistas de mi risa,
caminéis por el filo de una voz enemiga.
Cuando mueran los trigos.
Cuando desaparezca...

No me busquéis en casas decoradas
por artistas del lujo y el boato.
No me busquéis en cálidos despachos
ni entre alfombras, cortinas o lámparas antiguas.
No me hallaréis tampoco entre las gentes
que, despreciando al hombre, conversan vanamente
con vacías palabras que nada significan.

No estaré con aquellos que filtraron
(sin piedad, sin rubores)
gota a gota la sangre de los pobres
para hacer de cada vena un instrumento
de riqueza enterrada en sus bolsillos.

Buscadme en el sepelio de una hoja
brutalmente arrastrada por el viento.
Tal vez en las aceras, entre las multitudes,
solo,
contemplando el ocaso de un insecto
o el cambio de colores de un semáforo.

Ahogándome quizás tozudamente
en gigantescas fuentes de nostalgia,
o prendido de un silbo
recorriendo recuerdos.

También me encontraréis enredado en la hiedra
que crece por los muros del eterno
rayo que hirió mi piel y no se apaga.
Tal vez esté subido en una estrella
o escarbando la tierra malherida
o cantando a la luna mis desvelos
o arrullando las aguas del arroyo
o a la orilla nocturna de ese mar compañero
de viajes y esperanzas, de ese mar que me ama.

Jugando con las ninfas sobre una flor de loto,
en el curso de un río al norte de mi aldea,
comentando con un almendro amigo
las últimas promesas del otoño
o el tono grisverdoso del crepúsculo.

Allí me encontraréis sinceramente vuestro
si me buscáis en pie, sin veleidades.

Quizá malhumorado, alegre, deprimido,
confuso, triste, solo, emocionado,
feliz, cansado, incierto...
pero vivo.


-De El rostro prohibido

*De Sergio Borao Llop. sbllop@gmail.com
http://sergioborao2011.blogspot.com/







Kryygi*


*Por Osvaldo Bayer
Desde Bonn, Alemania


Hace casi un año y medio escribí para esta contratapa una nota llamada Damiana, hoy vuelvo al caso con el nuevo nombre que ha recibido aquella adolescente en idioma aché, la de su etnia, una población indígena que vive desde hace siglos en el Paraguay. Relaté en esa página el destino que había tenido esa niña en nuestro país, Argentina, a principios del siglo pasado.
Fue una víctima más de la política de desprecio y explotación a los que se sometió a los pueblos originarios desde siempre.
En 1896, unos colonos blancos de Sandoa (Paraguay) buscaban un caballo que se les había perdido. De inmediato acusan a un grupo de achés, originarios de las selvas paraguayas, de haber sido ellos los culpables, ya que los sorprendieron en un asado. Sin comprobar nada los balean y caen muertos tres
achés, uno de ellos una mujer. Queda viva una niñita de unos cuatro años que es entregada a los antropólogos estadounidenses Ten Kate y Charles de la Hitte, quienes la retienen para estudiar sus rasgos típicos. La llaman Damiana porque el día en que se la apropian en el calendario es San Damián.
Ironías cristianas. A las cosas hay que hacerlas bien. Dos años después entregan la niña en La Plata al doctor Alejandro Korn, director del hospicio de esa ciudad. La madre de éste utilizará como sirvienta a Damiana. En 1907, el antropólogo Lehmann-Nietzche la fotografía desnuda, la "india" tenía ya
14 años, foto que fue exhibida en el museo de La Plata. Dos meses después la desdichada murió. Su cabeza fue enviada al académico Johann Virchow, en Alemania. El cráneo -cortado en la frente con un serrucho- fue mostrado allí en la Sociedad Antropológica de Berlín. El resto de su cuerpo fue llevado al Museo Antropológico de La Plata. Hasta que, en 2007, una organización aché del Paraguay reclamó los restos de Damiana. Fueron muchos los científicos y estudiantes argentinos que entonces se ocuparon de poner en claro las cosas y finalmente entregaron esos restos a su tierra aché. Fue una ceremonia
plena de emoción. Los representantes argentinos supieron pedir disculpas por lo que se había hecho con Damiana, quien para los achés pasó a llamarse desde ese momento Kryygi y posteriormente Kryygimai, mai significa que ha muerto. Fue un acto con un profundo significado porque señala una vez más que la ética finalmente triunfa.
Pero, para tener completa la reivindicación, había que recuperar los huesos de la cabeza de la niña que habían sido enviados a Berlín para su "estudio" y, por supuesto, para su exhibición.
Finalmente, esos huesos fueron encontrados en el museo del hospital Charité, Berlín. Fue una tarea que se propuso y logró la ciudadana alemana Heidi Boehme-cke, quien junto a otras personas -entre científicos argentinos y estudiantes universitarios- solicitó a las autoridades alemanas la entrega
de esa cabeza a su pueblo originario, los aché. También lo hizo la organización paraguaya Liga Nativa por la Autonomía, Justicia y Etica. Pero el museo alemán exigió que ese pedido fuera realizado por el gobierno argentino. No le bastaba la solicitud de científicos e intelectuales justamente interesados en reparar el daño moral que se había cometido no sólo con la niña Kryygi, sino también con su pueblo aché. Se continuaron haciendo los trámites en ese sentido apoyados por la embajada argentina en
Berlín. Ya se estaba por conseguir este último paso cuando reaccionaron los aché a través de su organización. El director del museo berlinés donde se halla el cráneo ha recibido una carta de la mencionada Liga Nativa donde se le señala que "no encargamos ni confiamos algún mandato a nadie para
gestionar en nuestro nombre y lugar la restitución de la cabeza de Kryygi en Berlín. Y aclaramos que todo trámite de restitución -respetuoso de nuestra soberanía, de nuestros tiempos de meditación y ritmo propio de decisión sociopolítica- debe contar con nuestro aval debidamente escrito, nuestro
conocimiento y nuestro acuerdo previo". Es decir, le están negando a los científicos y estudiantes argentinos el gesto bien positivo que tuvieron de comprender el caso, en lo que significa la autocrítica y la reparación del nefasto delito con esa niña al no haberla devuelto a sus ancestros, al utilizarla como sirvienta, mostrar su cuerpo desnudo en un museo y finalmente haber exhibido su cabeza en un museo europeo.
La ciudadana alemana Heidi Bochme-cke ha reaccionado con enorme tristeza ante este hecho porque hubiera querido estar también -como estuvo en la entrega de los otros huesos de la difunta- en el acto de solidaridad entre los que representan al pueblo ofendido y a los de las sociedades de los
ofensores.
Escribimos esto porque todo el desarrollo de los hechos reivindicativos de la figura de esa inocente niña víctima del racismo muestran una nueva actitud de las generaciones jóvenes. Hacerse cargo del violento racismo que se cometió en el exterminio de los pueblos originarios y la posición de creerse "civilizados" al tratar de imponer la cultura europea. En vez de hacer un verdadero encuentro de las dos formas de vivir, para aprender una de otra. Por eso es una pena la actitud de los achés de querer actuar solos.
Ojalá pues que sean los argentinos que reciban de los alemanes ese símbolo que es la cabeza de la adolescente humillada al extremo, para entregárselas ellos a su pueblo original y demostrar así que lo que hicieron sus antepasados fue un mero y repudiable racismo. Realicemos juntos lo que nuestras generaciones anteriores no lo llevaron a cabo.
Relatar este hecho parece una búsqueda de desviar la atención, cuando en Europa arde Troya porque la rabia del pueblo quema edificios enteros de pura rabia. Grecia. Sí, la Grecia aquella donde alguna vez Sócrates y Platón abrieron las puertas a la sabiduría. Pero es que la vida también está conformada por los cubos del juego de "rompecabezas". Si en los pequeños hechos -que a veces son fundamentales- se pisotea la Etica, qué podemos esperar luego cuando esa falta de Etica provoca grandes acontecimientos de violencia, a veces justa, a veces exagerada, por pura desesperación.
Por ejemplo esto, a lo cual el diario regional de Bonn le ha dedicado una página entera. Título: "Dejan cesante a una directora de jardín de infantes católico". Subtítulo: "Por haberse separado de su marido, la docente de 47 años de edad ha sido despedida por la Iglesia Católica".
Uno relee esos títulos porque no lo puede creer. ¿En Alemania, esto? ¡Si fue uno de los primeros países que aprobó la ley de divorcio! Sí, pero esto ha ocurrido en la región católica de Alemania. La noticia trae una foto donde se ve a dicha maestra tocando guitarra y cantando rodeada por un grupo
numeroso de niños sonrientes. Informa el diario que, al saberse la noticia, de inmediato un grupo de padres apoyó a Bernardette Knecht, la docente despedida. Un vocero de esos padres dijo: "No luchamos contra la Iglesia Católica, pero sí defendemos a un ser humano". Es que la maestra posee la fama de ser muy buena docente, muy paciente y bondadosa con los niños. Pero el responsable de la Iglesia Católica en la escuela fue muy parco. Dijo el padre Schiffers: "Nuestros docentes firmaron un contrato y deben cumplirlo".
En ese contrato se establece que está prohibido el divorcio.
Increíble. Como el otro suceso de estos días que también atañe a la Iglesia Católica, en esta región renana. El Concejo Municipal de la ciudad de Colonia (Köln) aprobó por unanimidad una declaración en la que se repudian los procesos contra las llamadas brujas realizados por la Iglesia Católica hace 400 años, que finalizaron con la muerte en la hoguera de las acusadas.
Este comunicado se firmó al cumplirse justo 400 años de la ejecución de Katharina Henot, quemada viva. El Concejo Municipal ahora la rehabilitó, señalando la inmensa injusticia cometida con ella y con las demás mujeres.
El mismo cuerpo municipal ha solicitado al arzobispo católico de Colonia que se distancie de aquellas resoluciones criminales tomadas en esa época. Pero hasta ahora el arzobispo no ha respondido.
La historia del ser humano. ¿Cuándo se aprenderá a defender la Vida y la Libertad por encima de todo?


*Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-187811-2012-02-18.html







Y chau al recuerdo y el olvido.*



*Cuento de Eduardo Pérsico. epersico@telecentro.com.ar


…y cada palabra sólo es el recuerdo
guardado de ella misma.


Quizá por un ejercicio de memoria estos días recordé la muerte de alguien que nunca divisé ni en fotos. Algo involuntario por más que en su momento me amargara de verdad el dolor que sufriría su hija Jelena, la mujer que yo más quise y tanto me dolió su lejanía.
Sin detalles, digo que con Jelena nos hablamos las primeras frases viajando en un tren y al conversar el día siguiente en un bar de barrio, con su modo trabajoso y ‘en argentino’ me reiteró ‘cada persona es su propia palabra si se compromete con ella’. Una parrafada algo teatral en ese tiempo de juventud ensoñada de acaso y desamparo a veces olvidable, y los augurios de aquel febrero del ’76 con el sol mineral cayendo sobre Buenos Aires. ‘Yo nací en ciudad cerca de Belgrado, más frío’, y además diría de su tiempo en California más los años en Santiago de Chile. ‘Mucho extraño mi casa de ahí, bonito barrio’, musitó contrariada por hablar de eso.
Jelena cumpliría veinte años y yo con veintitrés la iba de empleado en atención al público de un Banco, donde hablar con gente a veces confidente hacía informativa y amable la tarea. Más nuestro primer código común lo hallamos al rebuscar ‘esas frases curiosas de ustedes’ que la animaban a pesquisar entusiasta cualquier vocablo sólido y certero. Igual no poco le indiqué ciertas voces ‘con miga’ frente al lenguaje gelatinoso de cualquier diccionario, y al descifrar mina, atorrante, bulín o turro compartíamos la risa. También me recitaba ‘nosotros ya somos palabra comprometida’ al apreciar juntos la bisectriz de un pájaro en un vuelo sin luz, y un anochecer de besarnos a morir en la callecita junto a la vía me anunció ‘mamá hoy hablará a mi padre, siempre de viaje’. Así que al otro día me apuró ‘mi madre quiere vernos en casa, la calle es insegura’, un renglón que llegaría de su padre aunque al llegar juntos, la madre aflojó el clima sonriendo sobre mí algo que después descifré en una trabajosa charla de los tres. Donde hablamos hasta que sin prólogo ni ceremonias, la madre ‘para tranquilidad’ nos ofrendó unos preservativos que los tres festejamos, más Jelena agradeció ‘gracias y chau’ al entrar a su cuarto.
- Si vos tranquilo todo será bien – por mi ansiedad al desvestirnos y calmado ese apremio, en la escena cada palabras apenas sería un eco. Porque el silencio mucho vale cuando hombre y mujer se aman íntegros en libertad, nuestro amor con Jelena no permite el repaso de alquimia palabrera ni oración sin retorno. Y en esa noche después de cenar y reírnos en la mesa con traducción de madre incluso, al salir y estimar el aire acondicionado en cada ambiente y las costosas paredes enmaderadas, según empleado bancario me acordé del padre de Jelena. Que me contaría ‘papá es experto en comerciar cosas defensivas o algo así, y viaja mucho’, sí que por esos días de 1976 toda palabra era sospechosa en Buenos Aires y no había renglón relegado a los rincones, volvimos al territorio de nuestra ternura. Esa habitación por donde las horas cruzaban sigilosas casi en puntas de pie, y acaso sin temor ambos nos diríamos imprevistos. Puede ser.
Por más que a nadie intrigue aquel amor frenético ni si ella lagrimeara en nuestro último abrazo, nuestra etapa de ternura minuciosa con Jelena bien pudo ser distinto y más cuando el padre viajero quiso volver a Chile. Ese lugar del mapa que ella tanto apreciara, ‘bien cerca, nos veremos’, y entonces esquivé esa promesa magra que ilusiona el proyecto de un reencuentro. Ella no merecía ninguna farsa cuando por voces a medias pero frecuentes, yo bien sabía de milicos malandras de uniforme y disfraz que jamás cara a cara ni menos hombre a hombre, despedazaban laburantes. Esos que tal vez mejor pensaran en la noche perpetua impuesta por asesinos, rezadores y verborrágicos publicistas; toda esa misma mierda.
Lo mismo, de aquello tan cobarde y oculto crecerían voces y más voces con ecos de otra historia, así que por años siguientes al 1976 sin finales felices ni suspenso peliculero, releí algo extraviado en tanto olvido: ‘mataron a mi padre y ni siquiera nos dijeron dónde’. Y Jelena tal vez delinearía ‘te extraño con la misma ternura’, ¿más cuánto es la nostalgia vana y deshojada ante una realidad sin pájaros volando a ciegas al atardecer? Si al fin el tiempo prosiguió su ronda y la pena por un amor perdido ya resuena en palabras que dejaron de ser comprometidas. Y en la recordación del negociante de armas entreverado a esa mujer que yo quisiera tanto, ya merezco decir chau al recuerdo y el olvido.



-Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.
www.eduardopersico.blogspot.com






Pequeño infinito*


Duermo con vista a un pedacito de cielo, una lluvia de infinito cae sobre mis sueños. Me abrigo en el arte efímero de los pequeños momentos. Entre el infinito y el instante, fluye la vida.


*De Cristina Villanueva. cristinavillanueva.villanueva@gmail.com








*

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