*Dibujo de Erika Kuhn.
https://obraerikakuhn.blogspot.com/
El
diablo en la botella*
Es tu mente, tu cabeza, Aladino,
la que debe ir adelante, provocando
la disolución de las rocas, la liviandad
del aire,
porque toda la Obra es obra de la mente,
no del frotamiento, no del clamor del
deseo,
de uno o tres deseos que serán concedidos a
cambio
de qué te deshagas a tiempo de la lámpara
de aceite,
pues toda botella encierra un diablo.
Pídele dos, no tres, y deshazte de ella,
pero sobre todo, ejercita tu mente en el
deseo,
no el deseo en tu mente, que la carcome a
costa
de su satisfacción.
-Y será lo mismo, niño mío,
todo artefacto es del diablo
y toda obra de la imaginación es artefacto
y la pureza del espíritu ha sido perdida
y nada hay que nuestro dominio no abarque:
palacios, hangares, ciénagas, caminos.
Aquellas brujas del mar se hicieron
silenciosas,
la mente, la fábrica, ha triturado,
destituido,
realizado los croquis, los deseos, y
nada quedó para el candor,
excepto un fulgor
como de tardes, de pérdidas,
de nubes de invierno tras un vidrio-.
*De Jorge
Aulicino.
(11 de agosto de 1949 - 21 de julio de
2025)
http://campodemaniobras.blogspot.com.ar/
*
En las tierras oscuras
donde el miedo era rey
construí una casa con
el barro del río.
Sometí a la materia,
la moldeé entre mis manos,
le di forma de hombre,
de ventana, de hijo.
Con mis ojos de amor
parí cada mañana
un sol para entibiarme
en los días más fríos.
Vi crecer las
glicinas, florecer, derramarse,
convertirse en manojos
de violencia azulada.
Vi pasar a los pájaros
en su huida hacia el sur.
Los contemplé al
volver en la urgencia del nido.
Todo es tan poco
siempre cuando se mira lejos.
Tan poco y diminuto y lejano y perdido.
Debo dar las gracias a
mis pequeñas muertes
por este cuerpo mío de
vida generosa.
Llevo la cicatriz del
que ha perdido todo de una perra vez.
Como todo el que
aprende, yo también aprendí
que uno es apenas la
suma
de todos los demonios
que se ha devorado.
*De Mariana
Finochietto. mares.finochietto@gmail.com
-Mariana
nació en General Belgrano, provincia de Buenos Aires, en 1971. Actualmente
vive en City Bell.
Publicó: Cuadernos de la breve ceguera (La Magdalena, 2014)
Jardines, en coautoría con Raúl Feroglio (El Mensú,
2015)
La hija del pescador (La Magdalena, 2016)
Piedras de colores (Proyecto Hybris, 2018)
El orden del agua (GPU Ediciones ,2019)
Madura (Sudestada, 2021)
Quiero sacar la cabeza
por la ventanilla de tu coche (Halley Ediciones, 2023)
Patio (elandamio ediciones, 2024)
Poesía reunida (Medusa editores, 2024)
Trinchera (Sudestada, 2025)
LA
OBRA Y SU DOBLE*
Ser breve, en lo posible
refractaria, de modo de asegurar la
permanencia:
requisitos de la imagen publicitaria.
Lo contrario es amor; no va con ello
el tránsito especular a través
del éter, la omnipresencia de la imagen,
venta, reproducción y a la par gratuidad
del objeto en su etapa de propagación como
onda.
Pues lo contrario es el amor,
lo que cala el hueso, absorbe; detrito de
la obra
en el alféizar.
Cierto. La cagada de la golondrina, el
hollín.
Todo lo que ves en el borde gastado de esta
ventana.
Caído del cielo. Caído realmente del cielo.
Aquel azul, allá, aquel cuadrado azul.
Jirón de la capa de Apolo, en el que flotan
pasto, plumas y aves, papeles de
sentencias.
El dios no espera, arrastra el cielo, cae
lo grave,
deja marca lo efímero, el humo, el pájaro,
grande
como un tordo, que camina entre los trastos
en ese techo, allá abajo; leve, atento al
crujido,
al aire enemigo, al pelo o la garra.
Recodar lo que se dice recordar, sólo
el capricho art noveau, la talladura, el
dintel,
el mirar al sesgo en un bar,
la bicicleta atada al poste,
su portaequipaje blanco, cada día
en el mismo lugar, percudiéndose.
Hasta que el aire está percudido
hasta que el aire está gastado;
como están rajadas las veredas
cascados los cordones, patinadas o pulidas
las cortinas metálicas, carteles,
vidrieras.
Usado el ámbito, transitado, manchado.
Ruinoso, vital, recorrido por soldadores,
ganapanes,
pintores, el barrio.
*De Jorge
Aulicino.
(11 de agosto de 1949 - 21 de julio de
2025)
http://campodemaniobras.blogspot.com.ar/
La IA como última ficción*
Sobre las
inteligencias artificiales se ha construido un relato hegemónico que oculta sus
aspectos ideológicos y consecuencias materiales
*Por Alejandro
Badillo. badillo.alejandro@gmail.com
En el futuro la inteligencia artificial
será analizada como una de las últimas ficciones de una época volcada a la
tecnoutopía y el dogma del progreso. La fascinación por la IA tiene que ver
principalmente con dos aspectos: la fe en la innovación y la propaganda que,
todos los días, promete llevar al ser humano a nuevos territorios del
conocimiento y la ciencia. El discurso alrededor de esto, como lo describe Erik
Davis en su libro Tecgnosis. Mito, magia y
misticismo en la era de la información (1998), parte de lo aparentemente
racional para internarse en el ámbito de lo religioso. La IA es sólo una nueva
historia que promete la salvación por medio de la tecnología, aunque pocos
conozcan a ciencia cierta su funcionamiento.
La ficción –entendida como un elaborado
artificio– alrededor de la IA empieza desde su nombre, pues se asume que es
“inteligente” como el ser humano. Esta idea sugiere autonomía y, lo más
importante, una noción de “conciencia”. El concepto “artificial”, por otro
lado, implica que no tiene vínculos con lo natural. Ambos conceptos son falsos.
Como demuestran Kate Crawford y Adela Cortina en los libros Atlas de inteligencia artificial: poder, política y costos planetarios
(2021) y ¿Ética o ideología de la
inteligencia artificial? El eclipse de la razón comunicativa en una sociedad
tecnologizada (2024), respectivamente, la IA necesita un costoso soporte
material (electricidad, minerales críticos, entre otros) que es extraído de la
naturaleza y no posee autonomía ni conciencia, pues carece de la compleja
experiencia de un ser humano. Sin embargo, esta realidad es desplazada por la
fantasía de una herramienta poderosa que, si se sabe aprovechar –según sus
apóstoles–, nos llevará a una nueva etapa en el progreso civilizatorio.
Esta ficción abreva, por supuesto, en las
fantasías tecnológicas de la ciencia ficción o, al menos, de sus primeros
supuestos, porque en casi todas las historias que hemos leído o visto los
robots, algoritmos y ciborgs se rebelan contra nosotros. El desastre ocurre
cuando la herramienta se da cuenta del papel desechable que cumple en la
sociedad humana y se rebela, como ocurre con los replicantes imaginados por
Philip K. Dick en ¿Sueñan los androides
con ovejas eléctricas?, obra emblemática de la ciencia ficción que especula
sobre los elementos que nos hacen humanos. La IA no cobrará conciencia, como
sucedería si fuera un renovado monstruo que persigue al doctor Frankenstein,
pero ya llena de sesgos el ciberespacio gracias a algoritmos que reciclan la
basura que se acumula en la red. Por esta razón la herramienta poderosa que nos
dicen que debemos explotar es, en realidad, una máquina que vende la idea de un
pensamiento propio, en apariencia objetivo, que no admite réplicas, como sucede
con Grok, un chatbot con nombre de deidad nórdica que disipa dudas en la red
social X, sitio inundado de desinformación y manipulación para los objetivos de
la extrema derecha estadounidense.
Todos estos artilugios son máquinas que
necesitan ser rectificadas constantemente por un ejército de humanos de verdad,
precarizados todos ellos, que etiquetan imágenes sin parar y entrenan los
modelos de IA para que la persona al otro lado de la pantalla piense que está
ante un fenómeno de generación espontánea. Las historias de estos hombres y mujeres,
por supuesto, no aparecen en la propaganda de las corporaciones tecnológicas ni
tampoco en los cursos de emprendedores que nos convocan a esa suerte de Arcadia
digital antes de que otros se nos adelanten.
Para que funcione, la ficción necesita la
absoluta complicidad de quien la lee o la ve. El pacto se mantiene siempre y
cuando se conserven las reglas básicas del cuento de hadas que nos emociona y,
sobre todo, nos da esperanza. Por eso los fans de la IA miran a otro lado
cuando una información indeseada se cuela en el algoritmo de alguna red social
y amenaza con romper el encanto. Credo
quia absurdum (“Creo porque es absurdo”) es una sentencia de Tertuliano,
padre de la Iglesia cristiana que vivió a inicios de nuestra era. Por eso no
importa que la mal llamada inteligencia artificial sea controlada y dirigida
por un puñado de megacorporaciones cuyo poder es casi imposible de regular en
un mundo cada vez menos democrático, sujeto a los dictados del capital, a la
manipulación y a los sesgos de la información gestionada por los algoritmos. La
IA es una ficción abierta, un ejercicio en el cual uno se proyecta como si se
estuviera frente a un espejo: por eso puede ser ética, sustentable, amable,
innovadora y, sobre todo, libre. Eso es lo que quiere creer la gente en la
normalidad artificial que se vive mientras el colapso social y climático se
asoma en el horizonte.
*Fuente:
https://www.latempestad.mx/tornavoz-la-ia-como-ultima-ficcion/?
*Alejandro Badillo. (Ciudad de México,
1977)
-Es
autor de los libros de cuento: Ella
sigue dormida
(Tierra Adentro), La herrumbre y las huellas (Eeyc), Vidas volátiles
(BUAP),
Tolvaneras (SC Puebla), El clan de los estetas (Universidad
Veracruzana.
Premio Nacional de Narrativa Mariano Azuela),
La
Habitación Amarilla por Editorial BUAP.
-Las
novelas La mujer de los macacos
(Libros Magenta),
Por una cabeza (Premio
Nacional de Novela Breve Amado Nervo). Y
Reconstrucción
Ediciones EyC.
Lágrimas
de una bruja joven*
No quedaba nada sobre el asfalto cuando entraste
en el recuerdo de cien molinitos de papel
girando
con desesperación en la puerta de un
quiosco, un invierno.
Colores vertiginosos que confirieron
su índole a ese tránsito
hacia el pasado por el que recorrés ahora
la misma calle, la misma húmeda avenida,
fresca, desnuda, lunar, en que cesó el
ruido
y las artes mágicas te permiten flotar
hacia la noche cada vez más fría y ancha,
-una libertad que te deja sin habla-,
como si en el fondo del cuadro hubiera un
gran país nevado
y aquel titilar de lámparas que empezaban a
encenderse
detrás de las ventanas cuando
volvías, dejando el campo atrás,
ensimismada.
*De Jorge
Aulicino.
(11 de agosto de 1949 - 21 de julio de
2025)
http://campodemaniobras.blogspot.com.ar/
TAREA NOCTURNA *
El hombre toma en su mano un elemento árido
−piedra, arena, madera seca−, y en él, en su centro, en su corazón muerto,
planta su fe y su empecinamiento. Cuida de esa semilla, la alimenta con su
vigilia, la espía, rastrea señales en ella, residuos de fuegos perdidos. Sopla
sobre esas brasas abandonadas.
Y así va y viene con su humilde cosa. Sale
a la noche y se acuesta sobre la tierra. Boca abajo, en cruz, imagina que su
abrazo se extiende hasta doblar la curva de los horizontes. Presiente costas y aguas y vegetaciones y
cielos debajo de él. Cree oír, oye el grave corazón de la tierra, su
respiración y su gran voz. Reconoce fuerzas dormidas y en acecho,
desfallecimientos, quietudes, temblores, explosiones. Rumores de marchas sobre
llanuras inclementes −estepas, vados, desfiladeros− en la nieve, bajo el sol
que calcina. Multitudes doblándose y levantándose, avanzando siempre, empujadas
por el oscuro legado, soportando un viejísimo peso, resistiendo, afirmándose en
las rocas y en el viento, los ojos fijos, la llama obstinada y demente en el
centro del iris, brillando en las noches, en la soledad, en el miedo, al
resplandor del fuego, en el fondo de cuevas, bajo las constelaciones
cambiantes.
Y desde su lugar, con su pobre cosa
encerrada en el puño, el hombre se suma a la caravana de penitentes, nómadas,
siempre extranjeros. Se estremece con sus gritos de pigmeos erguidos contra el
silencio, comparte esa gran fuerza −desconocida por ellos mismos− que los
mantiene en camino y los acompaña y los preserva bajo el cielo de los años,
tocados por la vibración de una energía primordial. Y la furia, el tesón, y
también la delicadeza de los nacimientos, la salvaje alegría de la vida
bastándose a sí misma. Y sus intuiciones, sus ensoñaciones venidas desde otras
partes, desde mundos jamás vistos, que les aportan un sabor único, una
exaltación única, y que ellos definen con nombres extraños. Los ve bailar
frenéticos invocando a sus ídolos de turno, oye los cánticos, las letanías, el
retumbar de sus pisadas en la danza ritual, en la huida, en la conquista, miles
de pies surcando la tierra, agrediéndola, arándola, fecundándola.
Y ve desfilar imágenes, ademanes, perfiles,
remontándose y regresando en el tiempo, y la cara de su padre, y la del padre
de su padre, la suya propia, su cuerpo en cruz sobre tierra americana,
entregado, rendido, asumiendo un mensaje, oyendo una voz hacerlo responsable,
exigiéndole, elevándolo a la condición de heredero consciente.
*Por Antonio
Dal Masetto.
(Intra, Italia 14 de febrero de 1938 -
Buenos Aires, 2 de noviembre de 2015)
PLEGARIA*
En ese hueco entre las estrellas donde nada
se ve
y habitan sin sustancia muchas Ellas,
guardado por dríades que no entran en él,
resonaría mejor la voz que se dirige al
dios, exista o no.
Ese hueco como un cascarón invisible está
habitado para vos
por invisibles eucaliptos, árboles fantasma
que ceñían una avenida de circunvalación
que hoy es autopista:
más allá de ese límite pusieron unos
abuelos sus palos godos,
habitaron cuervos de otro mundo sobre
gavillas, sobre sus hombros;
se forjó una clase obrera descendiente del
campesinado europeo.
Que nieve siempre sobre la nostalgia de la
Lucania
y que caiga almidón y azufre sobre León.
Ahora que todo es Shanghái o transacciones rápidas sobre mostradores
que no tienen fin
─en este universo de voces que dicen sin
parar Yo pero no
encuentran ecos en sí mismos ni en nada ni
en nadie─.
Dios: una silla sola en la vereda.
*De Jorge
Aulicino.
(11 de agosto de 1949 - 21 de julio de
2025)
http://campodemaniobras.blogspot.com.ar/
Un rayo de luz*
Debajo de la sombra verde
de esta mañana puedo pensar
en tu voz cuando me dice
que el amor se diversifica
como nunca habías imaginado.
Se refracta innumerables veces
como la luz que atraviesa estas ramas
y se disemina a nuestro alrededor.
Ahora sólo se me ocurre pensar
que una mano sobre una mejilla
son suficientes para tanta profundidad.
Y frente a eso cualquier argumento
se desvanece. Saber que el amor es sólo
un rayo de luz capaz de atravesar
la copa de un árbol frondoso.
*De Cecilia
Figueredo. ceciliafigueredo@gmail.com
Concordia
[Juanele]
*
Cierta vez a Isaías o a otro poeta, pero lo
cuenta
Jorge Isaías,
Juan L. Ortiz le pidió que cerrara los ojos
y, luego, que identificara
los cantos de los pájaros circundantes, lo
cual Isaías,
o el otro poeta, hizo.
Y logró identificar calandrias, loros, tal
vez un mirlo.
¿No escucha la alondra?, Juan L. dijo.
No, dijo Isaías, o el otro poeta.
Porque no hay alondras acá, Juanele dijo.
Desde entonces, Isaías –o el otro poeta-
reconocieron
el canto de las alondras en los poemas
extranjeros.
Aquello fue un manifiesto, ¿verdad?,
de Juanele que hablaba de “las hadas de los
leños”
pero no de alondras porque no las había a
orillas del
río Paraná donde brillan las hadas en
invierno.
*De Jorge
Aulicino.
(11 de agosto de 1949 - 21 de julio de
2025)
http://campodemaniobras.blogspot.com.ar/
ESTACIÓN DE LOS PUDORES*
“El pudor tiene la
desventaja de que habitúa a mentir.”
(Stendhal)
Ella venia de una mitología de panes y de
peces.
Él, de un Universo ajado. Montaraz y
heroico.
Se encontraron en el filo de cuchillos de
plata.
Amor de hombres y pudor de dioses.
ESTACIÓN DE LAS
FOGATAS.
Fogatas dispersaron las lluvias de
septiembre.
Y ardieron y murieron y anhelaron esta
patria de carne.
Pero el ala del cuervo desposó la aurora.
Y las manos fueron llamas y las llamas
humos.
ESTACIÓN DE LOS
ESPEJOS
Hubo una urdimbre entre el hambre y el
hombre.
Una trama de hembra entre las sombras.
No vieron el espejo –o no pudieron- Ni su
sombra.
No obstante no verán a nadie o verán a
otra.
ESTACIÓN DEL OLVIDO.
Ella sabe, es ella misma. Él. Los otros.
El se dice soy yo. Ella. Las otras.
Que importa si la tristeza se vistió de
olvido.
Que importa. Fueron ángeles, bestias…Y se
amaron.
*De Amelia
Arellano.
San Luis
La
realidad increada*
el hombre convierte el caballo en ganso en
pez espada
la sombra de su mano
las formas no son infinitas:
la casualidad está sujeta
sólo la cabeza puede naufragar
en una idea llevada hasta el fin
lo cual sería suicidio por alegría:
el hombre convertido por fin en otra cosa
semejante a la nada
y en el aire a pesar de todo
un aire de feliz melancolía
*De Jorge
Aulicino.
(11 de agosto de 1949 - 21 de julio de
2025)
*De “Estación Finlandia”. Poemas reunidos
1974-2011,
Bajo la luna, 2012.
http://campodemaniobras.blogspot.com.ar/
*
Lo temible es eso que
uno guarda sin saber en los cuartos vacíos del cerebro. Eso temible es lo único
que vale la pena escribir.
*De Liliana
Díaz Mindurry. lidimienator@gmail.com
Inventren
https://inventren.blogspot.com.ar/
EL OJO
DE HORUS. *
Dicen los que saben utilizar las antiguas
palabras que el tiempo y el fuego son casi lo mismo. El tiempo tiene la
voracidad del fuego. Avanza dejando cenizas a su paso creador de pasados.
Antes que el Ojo de Horus borre toda su
memoria por ser “nostalgias ineficaces” para el presente, puedo tratar de
resguardar en un respaldo físico la información que será suprimida.
Es una tarea infinita e imposible, pero al
menos guardare algo del origen de la estación experimental Berra.
“Los
trenes, como el tiempo y la marea, no se detienen para nadie” Lo escribió Julio
Verne, y en esta geografía desolada alguna vez hubo una estación de trenes,
tenía vías de acero, vivían pobladores, los trenes llevaban personas de una
punta de rieles a otra pasando por este sitio de la pampa argentina de aquel
entonces.
Quiero pensar que -como dejo escrito
Kalman- uno de los creadores de la precursora estación experimental que aquella
era la vida verdadera para el ser humano.
La historia del mundo humano si tiene
lógica dialéctica no es de lectura diáfana, va a saltos donde se pierde el hilo
donde se tejen acontecimientos y consecuencias.
Voy a la analogía de hechos históricos, veo
al lejano emperador chino que ordeno murallas y decidió quemar todo pasado
escrito. El ojo de Horus no construirá murallas ya que no son útiles para el
dominio territorial. Simplemente borrara toda la información de lo pasado por
ser “innecesaria”. Es obvio que con la robotización de los seres ya no son
necesarias las murallas. Intento explicar de un modo torpe lo que sucedió
lejanamente. Primero de afianzaron los logaritmos, se descubrió que eran más
confiables que la publicidad para orientar conductas y emociones de la
población. Se delegó un poder impredecible en la llamada IA, la precursora del
gran ordenador global. La concentración acumulativa de poder y saber llevo al
Ojo de Horus al dominio del mundo terrestre.
La estación situada en Berra es un
minúsculo poro del gran Ojo, su misión es comprobar o verificar con
experiencias concretas el saber del ordenador central. Los egipcios llamaron al
Ojo de Horus o Udyat, “el que está completo”. Aquello que fue conocimiento
ancestral de la humanidad fue apropiado por el gran ordenador global.
Sigo intentando explicar lo irreversible
con frases de Verne: “todo lo que alguien pueda imaginar, otros lo podrán hacer
realidad”
Foucault ya enunciaba al “poder, saber y
verdad” como inseparables en sus efectos de dominación.
Salir de los inestables ciclos del
capitalismo, intentar regular la devastación de la especie humana sobre el
planeta, evitar la autodestrucción del planeta por las guerras de egos de los
dictadores, todo fantástico bien imaginable nos fue llevando a este orden
monstruoso de un imperio dominado por el Ojo de Horus.
Ustedes, habitantes del remoto pasado cuya memoria
se destruirá en breve para siempre, piensen en el devenir y si pueden, traten
de cambiarlo.
*Por Eduardo
Francisco Coiro.
https://www.facebook.com/CansadoDeTriunfar/
-Próxima estación:
ESTACIÓN GOYENECHE.
-Continuidad literaria
por el Ferrocarril Provincial:
GOBERNADOR
UDAONDO.
LOMA VERDE.
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN.
GOBERNADOR DE SAN JUAN
RUPERTO GODOY.
GOBERNADOR OBLIGADO.
ESTACIÓN
DOYHENARD.
ESTACIÓN GÓMEZ DE LA
VEGA.
D. SÁEZ.
J. R. MORENO.
EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL
ETCHEVERRY.
LISANDRO OLMOS.
INGENIERO VILLANUEVA.
ARANA.
GOBERNADOR GARCIA.
LA PLATA.
InventivaSocial
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-Editor
responsable: Lic. Eduardo Francisco
Coiro.
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