jueves, noviembre 12, 2015

LA VOZ AL CORAZÓN Y EL CORAZÓN AL HUESO…


*Obra de Julio Ovejero.

-Muestra de las obras de Alfredo Ceverino y Julio Ovejero. En el Espacio Cultural Julio Le Parc
Hasta el 23 de noviembre del 2015.






Adopción*



*De Antonio Dal Masetto.


Suena el teléfono y el hombre atiende. La voz de Esteban le informa que en un diario de 1927, en la página de policiales, descubrió una noticia fuera de serie.
El hombre lo escucha y piensa: "seguro que es todo mentira". Esteban es un apasionado investigador de archivos, bibliotecas, hemerotecas. Es conocido por eso y por ser un gran mentiroso.
Esteban anuncia: "te leo el comienzo de la nota: en el día de ayer se dieron a conocer algunos curiosos detalles relacionados con el luctuoso hecho ocurrido a mediados del mes de marzo último en una mansión del barrio de Belgrano y cuyos protagonistas fueron, como se informara oportunamente, el señor Ramiro Altacerviz y la señora Clara Sáenz de Altacerviz."
"¿me seguís?", pregunta. "te sigo", contesta el hombre. Y piensa: "todo inventado". "resumo un poco -dice Esteban-. Después de la introducción, la nota aclara que estos dos personajes constituían un matrimonio feliz, de mucho dinero, muy conocidos y muy bien conceptuados en las altas esferas de la sociedad de la época. Pero no habían podido tener hijos. Y este es precisamente el punto a partir del cual comienza a desarrollarse la trama de esta tragedia. ¿Me estas siguiendo?" "perfectamente”, contesta el hombre. Y piensa: "es un mentiroso".
"Te sigo contando. Resulta que un día esta gente resuelve adoptar un niño. No era una decisión simple y analizaron cuidadosamente otros casos. Consultaron con abogados, con médicos, con sacerdotes. Pero, al parecer, a medida que avanzaban crecían las dudas. ¿Como seria finalmente esa criatura? pese a la privilegiada educación que le impartirían no existía garantía de que con el tiempo el chico no se descarriase arrastrado por alguna tendencia hereditaria e imprevisible. Y así, más avanzaban, más consultaban, más complicado se les volvía el panorama. Por lo tanto, al cabo de unos meses de titubeos, optaron por adoptar un hermoso, joven, fuerte e inteligente chimpancé. ¿Que te parece?". "Fantástico", exclama el hombre. Y piensa: "mentiroso, mentiroso."
"El animal entro a formar parte de la familia. Lo bautizaron con el nombre de Adolfito. Tenía su propio cuarto, andaba por la mansión, compartía almuerzos y cenas, les brindaba afecto. Bastaron pocas semanas para que los esposos Altacerviz se felicitaran mutuamente por la elección. La más entusiasta era la señora. Se encariño de tal manera que ya no quería salir sin el chimpancé y con frecuencia prefería quedarse en casa, antes que concurrir a las periódicas reuniones de la hora del té. El mono adquirió cierta fama. Los amigos de la familia conocían sus hazañas. Cuando se tocaba el tema -cito textualmente del diario-, la señora Altacerviz, sin advertir seguramente la sutileza del juego de palabras, afirmaba invariablemente que Adolfito era una monada." "¿me oís bien?" "bien". Y piensa: "mentiroso". "A partir de ahora leo directamente de la publicación, escucha: una tarde, el señor Altacerviz regreso en un horario no habitual y al entrar al dormitorio encontró a Adolfito y a su esposa sobre la cama en posición inequívoca. Al advertir su presencia, la señora comenzó a sollozar y a quejarse de que la estaban violando. El señor Altacerviz abrió un cajón, saco un arma y empezó a los tiros contra el chimpancé. Si bien sus declaraciones posteriores se limitaron a consignar los hechos, es posible suponer que varios factores debieron influir en su actitud. No solamente la evidencia de la violación, sino también de la ingratitud y, quizá más oscuramente, del incesto. Lo cierto es que empezó a los tiros. Pero si algo poseía Adolfito, además de simpatía, era astucia y ligereza. Anduvo a los saltos de pared a pared y en cuanto pudo desapareció por una ventana."
"¿Estas escuchando?" "atentamente. " "¿que te parece?" "extraordinario”. Y piensa: "todo inventado." "Sigo leyendo del diario, atende: de los seis balazos disparados, cinco se alojaron fatalmente en el pálido cuerpo de clara Sáenz de Altacerviz. Murió inmediatamente. Exasperado, el señor Altacerviz se apoyo el caño en la sien y apretó el gatillo. Pero se había quedado sin balas. Entonces se trepo al techo de la casa y saltó. Trasladado de urgencia a un sanatorio logró salvar la vida, aunque los médicos aseguran que por el resto de sus días no podrá abandonar la cama en que se halla postrado. En esas penosas condiciones, el martes último, balbuceo su declaración ante la presencia del juez, echando así un rayo de claridad sobre estos acontecimientos que habían intrigado a la opinión pública y a las autoridades intervinientes. "
"¿Que me decís?", pregunta Esteban. "Una tragedia", contesta el hombre. "Hay un párrafo mas, presta atención: en cuanto al chimpancé, se supo que cruzando campos alcanzo la provincia de Misiones, pasó al Brasil y continuó desplazándose hacia el norte, logrando finalmente adentrarse en la selva amazónica, donde vive actualmente en concubinato con la hija de un cacique." "Sensacional”, exclama el hombre.
Y piensa: "esta vez se le fue la mano."

*De “Ni perros ni gatos” (1987)






LA VOZ AL CORAZÓN Y EL CORAZÓN AL HUESO…








LA SUSTANCIA DEL COMPARATIVO*


*De Irma Verolín. irmaverolin@hotmail.com



1.


Como esos lobos salvajes que
con la ayuda de las tempestades
y el amontonamiento de los siglos supieron
en los tiempos antiguos
aproximarse a los caseríos
para encontrar calorcito y comida,
esos que se convirtieron en perros
de pelaje suave y ojos mansos,
yo acerco mi cabeza a tu mano.
¿Me alimentarás?




2.

como una mano que
con delicadeza
traza un círculo de luz
sobre el cristal empañado
para que el mundo se transparente
y los ojos recobren su razón de ser
superficie un poco turbia aún
pero legible:
los ojos del mundo miran
la mano que lo descubrió.
El cristal volverá a empañarse
mañana



3.

Como un escapista
que se oculta tras una barba falsa
o una cabeza rapada
me disfrazo de la que no soy,
me darán mil años de cárcel
y mi muerte se cansará de las prisiones
y volarán por el aire palabras extranjeras
que no lograré entender.
Espiré por el angosto ventanuco
con mi boca abierta
y estos ojos desmadrados que buscan horizontes
como bebidas embriagantes yo,
la que no soy



4.

Como esa pobre gente que
una y otra vez
regresa
a su casa inundada,
vuelvo a mirarme en el espejo:
mis ojos,
que no quieren ver, ven
la amplitud de mi cara
el esforzado gesto de la vida
cayendo por el borde de mis cejas;
causas y efectos se enhebran
con total impunidad:
la vida es un tul que deja ver
las huellas de un tránsito en infinito vértigo


***

-LOS DÍAS
Primer Premio Concurso de Poesía “Horacio Armani”
Fundación Victoria Ocampo 2014









CABEZA Y TIEMPO*



El busto estuvo siempre sobre la mesita del living, una de esas cosas invisibles por exceso de permanencia, por desaparición de los sentidos a fuerza de repetición. Como el olor de la propia casa, única confluencia de rastros olfativos que nos está negada porque se halla ya incorporada de tal modo que desaparece, así el pequeño busto de mármol era un objeto transparente.
Años de pasar por la habitación sin reparar en la esculturita, blanquecina presencia cotidiana dentro del paisaje visual.
Justo ahora se le ocurre mirarla. Extiende la mano y la sensación del peso, la frescura de la piedra calza guante y zapato, dedo por dedo talón arco justo en las palmas. Hecho para ser observado de cerca, se revela a su mirada como una foto polaroid que corporiza una presencia de espíritu y mediúmnicamente invoca un fantasma.
Es una cabeza masculina y esa es la primera sorpresa, porque los bustos suelen ser retratos de mujeres más o menos lánguidas, con esa belleza anodina de las muchachas que parecen abstraídas en sus pensamientos, pero en las que se adivina un definitivo no pensar, se adivina la pose tentadora de la reflexión imitada rasgo por rasgo frente silenciosa ojos perdidos en una lejanía romántica labios quietos casi serios casi a punto de sonreír, una más bien nada, como conviene a una jovencita.
Pero es una cabeza masculina. Un hombre que la mira a los ojos con atención, minuciosamente cincelado cada pequeño detalle, con los rasgos firmes de quien no condesciende al engaño y se atreve a sostener con solvencia el puente sólido y perturbador de los ojos en los ojos.
Por un rato no puede hacer otra cosa que mirar los ojos que la miran.
Siente que hay en dejar vagar la atención por el resto del rostro como una claudicación, un apartarse perturbado. Siente que cortar el puente es un reconocimiento de vergüenza, una especie de demostración de debilidad. El hombre la mira a los ojos, ella no puede apartar la mirada. Se dice que es gracioso, pero no tiene ganas de sonreír.
Con aceptación de derrota aparta entonces la vista y descubre las finas líneas de arrugas en la frente, las cejas de arco perfecto recorriendo con firmeza el contorno de las órbitas, los labios cerrados. Hay en la expresión del hombre callado y quieto una seguridad sin fisuras. Atento y cerrado en sí mismo, bloque de material pero de conciencia, único e indiviso apariencia peso color rasgos unívocos. Exceso de yo en ese hombre que confortablemente es él y no aparenta ni finje, que es él y no otro, tal como debe ser tal como fue creado desde siempre desde toda la eternidad, que si un vago escultor no lo hubiese tallado cincelado extraído de la piedra, otro lo hubiese hecho, pues se demuestra en la forma el grado de necesariedad. Y en la palma de su mano, en la palma de su mano.
¿Quién eres tú?, pregunta sin mover los labios ella que lo sostiene en la palma de la mano, ella que es sostenida desde la palma por esa pieza monolítica de maravilla. ¿Quién eres tú?, sabiendo que es solamente una escultura en su mano, una cabeza de mármol negada al habla negada a la palabra negada a la vida, esta vida que transcurre y modifica y hace crecer pero las más de las veces descompone, derrota, finalmente destruye y acaba y despedaza y desperdiga y finaliza.
Esos ojos esa boca que no puede responder la contemplan desde la eternidad. Desde la inmovilidad del tiempo quieto fija el hombre la mirada en sus ojos. Desde siempre pero en este instante la mira. Y ella sabe ahora, siempre lo supo pero ahora sabe que va a morir, que habrá mañanas y tardes y noches acumuladas pero que va a morir, que su rostro y su cuerpo se derretirán en torno a los huesos, que su carne está construida con la fragilidad de lo perecedero y no de piedra inmutable. Este hombre que la observa se lo dice con tranquilidad, sin dramatismo sin exceso de desesperación. Con tranquilidad se lo comunica silenciosamente. Y la mira.
Deposita suavemente el busto en la mesita.
Se sienta en una silla.
Volverá a tomarlo en sus manos una que otra vez, cada tanto. Rehuirá los ojos cincelados y olvidará la cabeza tiempo y quietud y espacio estanco durante largas temporadas. Pero estará ahí, segura como segura es la propia muerte, algunas veces como amenaza, otras como promesa, las más como simple clausura si es que existe alguna clausura que pueda relacionarse de alguna forma con la simplicidad.

¿Quién eres tú?, dirá silenciosamente. ¿Quién eres tú?


*De Mónica  Russomanno. russomannomonica@hotmail.com






29. *


A veces pienso,
con qué habremos sujetado,
vos y yo,
el cuerpo a la intemperie,
la voz al corazón y el corazón al hueso,
las manos al lenguaje
y el lenguaje a la tierra,
con qué los habremos sujetado,
que hagamos lo que hagamos
no se sueltan.



*De Valeria Pariso.

-De “Del otro lado de la noche”, El Mono Armado.











MERLIN*  



*De Antonio Dal Masetto.


Triste, muy triste destino el de Merlín, el mago de la corte del rey Arturo y los caballeros de la Tabla Redonda. "Un hombre sabio y sutil con extraños y secretos poderes proféticos, capaz de esos trastornos de lo ordinario y lo evidente que reciben el nombre de magia". De este modo lo describe John Steinbeck en "Los hechos del rey Arturo", reelaboración de las historias originales de Malory. Y es así, Merlín puede leer en la mente y en el corazón de los humanos y descifrar lo que está escrito en las estrellas. Quien siga sus andanzas a través de las páginas de Steinbeck lo oirá emitir frases y sentencias inquietantes desde las alturas de su sabiduría. Por ejemplo, ahí anda Balin, caballero puro y sin tacha, de sangre noble tanto de padre como de madre, y que pese a eso, sin que sea en absoluto culpable, sólo logra provocar desgracias y muertes a su alrededor.
—Lo lamento por ti —dice Merlín—. En castigo estás destinado a infligir el tajo más triste desde que la lanza atravesó el flanco de Nuestro Señor Jesucristo. Herirás al mejor caballero viviente y sobre tres reinos atraerás la miseria, la congoja y la tribulación.
—¿Cuál es mi pecado? —pregunta el consternado Balin.
—La mala suerte —le contesta el mago—. Algunos le llaman destino.
Este es Merlín. No hay frase que se le caiga de la boca que no valga su peso en oro. Tratando de reanimar a un afligido rey Arturo, Merlín dice:
—A todos, en alguna parte del mundo, nos aguarda la derrota. Algunos son destruidos por la derrota, y otros se hacen pequeños y mezquinos a través de la victoria. La grandeza vive en quién triunfa a la vez sobre la victoria y sobre la derrota.
En fin, Merlín puede crear reyes, programar batallas exitosas, desaparecer de un lugar y aparecer en otro. Puede casi todo, pero también él tiene su talón de Aquiles. En otro encuentro con Arturo (quien ama y está a punto de desposar a Ginebra, hija del rey Lodegrance de Camylarde), Merlín le advierte que ella lo traicionará con su amigo más querido. El rey Arturo se niega a aceptar semejante predicción. Y Merlín: —Todos los hombres se aferran a la convicción de que para cada uno de ellos las leyes de la probabilidad son canceladas por el amor. Hasta yo, que sé con toda certeza que una muchachita tonta va a ser la causa de mi muerte, cuando la encuentre no vacilaré en seguirla.
Porque Merlín, sabio y mago, no sólo puede ver el futuro de los demás hombres, sino también, tristemente, el propio. Por encima de sus poderes hay un poder mayor contra el cual no podrá luchar, al que se someterá a sabiendas. Y es la pasión amorosa. En efecto, cuando el anciano Merlín ve por primera vez a Nyneve, una de las doncellas de la Dama del Lago, siente que la sangre le hierve en las venas y el descontrol de la pasión se impone a la edad y a la sabiduría. Entonces, conociendo de antemano la fatídica culminación de esta aventura, anuncia la inminencia de su desaparición. El rey Arturo se resiste a creerlo, no le parece posible: —Eres el hombre más sabio de este mundo y sabes lo que está por ocurrirte. ¿Por qué no elaboras un plan para ponerte a salvo?
—Porque soy sabio —contesta Merlín—. En la lid entre la sabiduría y los sentimientos, la sabiduría nunca triunfa. Te he predicho el futuro con certeza, mi señor, pero no por saberlo podrás cambiarlo siquiera en el grosor de un cabello. Cuando llegue la hora, tus sentimientos te precipitarán a tu destino.
Merlín deja la corte siguiendo a Nyneve dondequiera que ella vaya. Olvidado de toda prudencia la acosa sin cesar con el fervor de un muchacho, suplicando y gimiendo para que ella repose con él y aplaque su deseo. Ella, cansada de que la siga este anciano plañidero, se niega siempre. Hasta que ("con la innata astucia de las doncellas", señala Steinbeck), Nyneve comienza a deslizar preguntas acerca de las artes mágicas de Merlín e insinúa que le concederá sus favores a cambio del conocimiento. Y Merlín, aún previendo sus intenciones, no puede evitar iniciarla en los secretos de los sortilegios, los prodigios y los hechizos. Ella bate palmas con juvenil alegría y el anciano crea, bajo un enorme peñasco, un aposento maravilloso para la consumación de su amor. Entonces, aprovechando que el mago se adelanta en el recinto, Nyneve obra el encantamiento que jamás podrá quebrarse, el pasaje se sella y Merlín queda encerrado. Todavía sigue en ese lugar (algún punto de la costa, camino a Cornaulles, para más datos) y ahí se quedará por siempre, suplicando a través de la roca que alguien lo libere. Pobre Merlín.








MUNDO CIRCULAR*


“En el círculo se confunden el principio y el fin”.
HERÁCLITO DE EFESO


¿Sabes donde comienza el hielo y donde el fuego?
Comenzaban a prenderse las fogatas.
La fecha indica que ya explota el verano.
Y es julio, agosto, enero y es verano.

Una mujer cierra los ojos bajo el sol de la siesta.
Se enciende.
Un hombre, en un planeta de papel apoya su frente en la ventana.
Se apaga.

La serpiente se desliza entre las piedras en busca de agua.
El agua huye buscando la sed de los cañaverales.
Y el viejo río pasa con su memoria a cuestas.
El hombre camina hacia el crepúsculo.
La mujer, montonera del alba, madura en su sazón.
La serpiente, el agua y la memoria se encuentran.
Mundo circular de siete lunas mansas.
Patria de yerbatales y de lumbres.
El hombre apoya su cabeza en los pechos verdes.
Comienzan a prenderse las fogatas.


*De Amelia Arellano. amelia.arellano01@yahoo.com.ar











Desdoblamiento*



No me abandones corazón... sigue cantando

hilvana los latidos que se esfuerzan

por ser

nada más que por ser.

Temo tu cansancio

tu desmemoria del vuelo.

En las líneas de la mano traigo

mi historia escrita

en esotérico lenguaje

de rectas, paralelas,

curvas, intersecciones

confluencias.... el cuerpo todo

una red de infinitos desafíos.


Pero no es sólo eso, afiné el oído

en el líquido rojo que fluye

con acompasada sinfonía

y la encontré;

el alma,

una barcaza

arrastrada aguas adentro.

Solitaria.


*De Miryam Colombotto de Seia. miryamseia@cablenet.com.ar







Obstinato*


No sé como es posible que estos pies todavía
se sigan obstinando en ir a alguna parte

que este cuerpo cansado de tantas travesías
navegue aún en busca
de esa Ítaca remota
que tal vez sólo exista
en sueños, bibliotecas y tabernas.



*De Sergio Borao Llop. sbllop@gmail.com






*

Ser la olvidante,
la que quita el abrigo de la sombra , la que canta
con los pájaros rotos en las manos,
la que dice no y sigue,
la que dice sí y sigue,
la autómata que traga la lágrima rebelde de la sangre,
la anciana que no puede recordar,
la mujer que comenzó a mecer el silencio en el jardín,
la niña que sonríe.



*De Valeria Pariso.



***


La Pintura de Julio Ovejero


Nacido en San Miguel, provincia de Buenos Aires, aunque desde muy pequeño vivió en Mendoza. En la Escuela Superior de Bellas Artes de la ciudad de Mendoza, Argentina, la antigua Academia Provincial de Bellas Artes, inicia su formación artística.
Andrés Cáceres, escritor y crítico de arte manifestó en una nota en la sección cultural del periódico Los Andes de Mendoza: “Si algo caracteriza a Ovejero es la elegancia, el buen gusto, cierta temperancia en el cromatismo y un ordenamiento de luces y poses nunca del todo realista, pero sin elementos gratuitos. La fantasía, lo irreal o lo onírico siempre están en función del contenido y por sobre toda otra consideración, están la plasticidad y el efecto visual del conjunto”.
Ovejero establece un equilibrio entre la expresión, la fuerte necesidad de expresarse y la posibilidad de plasmarla en forma accesible. No le interesa proponer incógnitas sino ofrecer un retazo de vida urbana, reconocible, aleccionadora y que sea, por sobre todo, otra consideración, arte genuino.
Ovejero vive en Madrid desde 1977. Su despedida, entonces, fue una primera exposición individual en la sala "Goya" de Cultura Hispánica. Anteriormente, había expuesto en forma colectiva con el "Grupo Plástico Numen", tanto en Mendoza como en Buenos Aires, Viña del Mar y Río de Janeiro y Estados Unidos. En 1986 presentó una muestra en la desaparecida galería "La Brocha", Mendoza.
Sus muestras se multiplicaron y viajaron por toda España, Francia, Italia, Alemania, Japón, Estados Unidos, Venezuela, Colombia, Brasil y Cuba. A los premios que tenía en Mendoza se sumaron otros de carácter internacional y comentarios importantes de críticos europeos
"Ovejero resuelve con el mismo talento lo figurativo y lo abstracto y consigue que el lenguaje plástico sea elocuente y valga por sí mismo, más allá de la anécdota, que no falta y funciona secundariamente. Sus cuadros son de la más alta calidad y ofrecen una poesía lírica con leve tensión dramática en un caso y en otro, sensualidad y musicalidad. En conjunto se aprecia una sólida materia, tal como ocurre cuando la composición está elaborada con seriedad y capacidad y los rasgos, como en este caso, poseen la soltura gestual de la mano hábil guiada por una luminosa intuición”.

"Si a ello agregamos la limpieza del color, la sobriedad de los contrastes y las delicadezas de tonos, semitonos degradée y transparencias, cabe concluir que Ovejero, además de un notable pintor, es un artista pleno, que trabaja con decidido amor por lo que hace".
De sus cuadros exhibidos en Madrid a mediados de 2004, escribió en la revista especializada 'El Punto de las Artes', Leticia Martín Ruiz: "La unión de Ovejero con la cultura hispánica ha quedado patente en multitud de muestras realizadas desde el final de los años setenta y los ochenta en nuestro país. Un artista, que ha vivido y trabajando con su corazón dividido entre dos mundos y dos culturas, que nunca ha olvidado de dónde viene y que no pone límites a su posible futura meta".
Así como tuvo una época abstracta, pero siempre a partir de la realidad, de modo que cada cuadro podía asimilarse al paisaje, a la figura, a las edificaciones, a objetos o a espacios inexplorados, nunca sintió que lo figurativo y lo abstracto fueran opuestos excluyentes, dogmas inequívocos de credos divergentes.
No hubo un regreso a la figuración porque nunca la dejó definitivamente, pero aprendió muy bien las lecciones del expresionismo abstracto y basta un repaso de lo producido de entonces a la fecha para apreciar la diversidad de técnicas, el ajuste cromático, la convicción narrativa, la riqueza expresiva y la misma impronta cualitativa de su estilo.

Ni misticismo ni rebeldía, sino un disfrute y una alegría de vivir, con ornamentos que complementan una narración inquietante, que convoca, a la vez, al misterio y a la nostalgia.
Optimista jovial, observador crítico y perspicaz, Ovejero nos deleita, últimamente, con la poesía elegíaca del tango, su extrañamiento, su impulso vital, su sensualidad arrebatadora y esa imponderable sensación de tener el alma suspendida cuando suena la música inefable de Buenos Aires.
En una de sus últimas muestras en Madrid (2011) en Galería Orfila, el escritor y crítico de arte, Antonio Leyva, dijo de la obra de Ovejero: “La incertidumbre, la simulación, lo reprobable que debe ser ocultado, lo que degrada o corrompe o ridiculiza o enternece -convicciones, creencias, afinidades – son los componentes perturbadores de la pintura de J.C.O. La capacidad del color para expresar estados de ánimo, para vitalizar la materia inerte, para sustanciar lo que es sólo estética por dogmática definición, mediante la proyección sobre esa estética de las conturbaciones y desasosiegos que acompaña al ser humano”. ”….La elocuencia plástica de su lenguaje pareciera provenir de los hallazgos del expresionismo abstracto en el que por algún tiempo militó, si bien pronto lo dramáticamente tensional, impregnado de incitaciones sensuales, en ocasiones resuelto mediante planos-secuencia que sirven a lo narrativo del conjunto, se impondrán al optimismo atildado y falsamente progresista, impostor y convencional, que trata de insensibilizar hasta la piel que envuelve nuestro esqueleto”.




InvenTREN
http://inventren.blogspot.com/


Tren*


*De Antonio Dal Masetto.



No es que me pase lo mismo cada vez que veo un tren. Pero a veces ocurre. Y sobre todo si es de noche y el tren viene de frente. Entonces, mientras la distancia se acorta y la luz se agranda, un resorte se me dispara en la memoria e, inmovilizado, espero que esa cosa poderosa me devore.
Realmente tengo que esforzarme para tomar conciencia de que estoy parado a un costado de las vías -sobre un terraplén, en un paso a nivel, frente a la boca de un túnel- y que el tren seguirá fiel al mandato de los rieles y pasará de largo sin tocarme.
El recuerdo del primer tren arrojándose sobre mí llega desde muy lejos, tanto que a veces me cuesta aceptar que es mío y que no me ha sido relatado por otra persona. Yo tendría siete, tal vez ocho años, y estábamos con mi padre en el andén de la estación de Fondotoce, a unos pocos kilómetros de Intra, nuestro pueblo. Nos dirigíamos a la región del Veneto, donde vivían mis abuelos. Probablemente era nuestro primer viaje después de terminada la guerra. Sé que estaba anocheciendo, que el tren surgió de golpe, sin que nada lo anunciara, y entró en la estación con tal estruendo que me paralizó. Sé que cuando me recobré hice un comentario asombrado y mi padre sonrió y dijo algo que no podré recuperar.
Ésa es la imagen. El ojo de un cíclope -fuerza y furia- abalanzándose desde las sombras y un chico paralizado.
Volví a esa estación de fondotoce cuarenta años después de nuestra partida a América y habiendo cumplido ya los cincuenta y dos. Había llegado a Intra un par de semanas antes, cruzando el lago en un trasbordador y ahora me iba allí en tren. Durante esos días no hice otra cosa que caminar arriba y abajo por las calles del pueblo, por las orillas del lago y los dos ríos, buscando algo que ya no podía estar. Me iba sin llevarme más que desencanto y quizás algunas advertencias para ser analizadas después, cuando decantaran en mí, cuando de nuevo los trenes y los aviones me hubieran llevado lejos.
Lloviznaba de a ratos sobre la estación entre montañas, había mucho color de óxido alrededor y pájaros moviéndose entre las ramas de los arbustos. Oscurecía. Éramos apenas cinco o seis viajeros esperando. Yo caminaba de un extremo al otro del andén, buscaba a través de la niebla que se espesaba la cima del Monte Rosso, el cerro que dominaba mi pueblo. Descubrí que llegando a la estación, del lado de donde vendría mi tren, las vías hacían una curva y había además una ladera rocosa que se interponía e impedía ver más allá. Entonces volvió aquel anochecer de mi niñez y me vi parado ahí con mi padre, junto a una valija. Mi padre que tenía, en el recuerdo, veinte años menos que yo en ese momento. Y de pronto sucedió de nuevo. El tren apareció con su ojo luminoso y su potencia y saltó hacia mí como había ocurrido aquella primera vez. Sentí que el tiempo no había transcurrido y que yo seguía siendo el mismo, con los mismos miedos y seguramente con un desamparo mayor.
Sentí la falta de la compañía de aquel hombre veinte años menor que yo y sus palabras imposibles de recuperar. Desfilaron los vagones, se detuvieron, levanté el bolso y me apresté a subir, deseando encontrar un compartimento vacío para poder estar solo.
Ésa es mi pequeña aventura con los trenes. Un sobresalto infantil que de tanto en tanto asoma la cabeza y se reitera a lo largo de los años. Casi nada, en realidad. Y sin embargo, siempre me sorprendo tratando de escarbar todavía un poco en esa historia. Si insisto en analizarla, si me esfuerzo por fijarla en unas líneas, es porque a veces tengo la impresión de que ahí hay algo que valdría la pena rescatar, una huella, una señal, algo. Pero no sé qué es. No sé en qué dirección va, hacia dónde me lleva, si me lleva a alguna parte.


*De El padre y otras historias.

***


Próxima estación para escribir por Ferrocarril Provincial:

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ÁLVAREZ DE TOLEDO.    POLVAREDAS.
JUAN ATUCHA.   JUAN TRONCONI.    CARLOS BEGUERIE.
FUNKE.   LOS EUCALIPTOS.     FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE.    GOBERNADOR UDAONDO.   LOMA VERDE.
 ESTACIÓN SAMBOROMBÓN.   GOBERNADOR DE SAN JUAN RUPERTO GODOY.
GOBERNADOR OBLIGADO.   ESTACIÓN DOYHENARD.   ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA.
 D. SÁEZ.    J. R. MORENO.     EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY.  LISANDRO OLMOS.  INGENIERO VILLANUEVA.
ARANA. GOBERNADOR GARCIA.  LA PLATA.

***

Próxima estación para escribir por Ferrocarril Midland:

PARADA KM 79

ENRIQUE FYNN.  PLOMER.  
KM. 55.   ELÍAS ROMERO.  KM. 38.
MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.
LIBERTAD.  MERLO GÓMEZ.   RAFAEL CASTILLO.
ISIDRO CASANOVA.  JUSTO VILLEGAS.  JOSÉ INGENIEROS.
MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE.  ALDO BONZI.
KM 12.  LA SALADA.  INGENIERO BUDGE.
 VILLA FIORITO. VILLA CARAZA.  VILLA DIAMANTE.
 PUENTE ALSINA.  INTERCAMBIO MIDLAND.



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