viernes, noviembre 13, 2015

ALGORITMOS Y CIUDADES


-Ilustración: Ray Respall Rojas.






ALGORITMOS Y CIUDADES

-Poemas de Marié Rojas Tamayo.





Algoritmo, en matemáticas, método de resolución de cálculos complicados mediante el uso repetido de otro método de cálculo más sencillo.
Un algoritmo debe ser programable, incluso si al final se comprueba que el problema no tiene solución.

Ciudad, gran centro de población organizado como comunidad.
La palabra proviene del vocablo latino civitas, que se refería a una comunidad autogobernada.





ALGORITMO I


Regresa, mar, aullando o en silencio.
No te lleves a la niña que saltaba en tus orillas.
Permíteme dibujar tu atardecer, tus olas,
No borres el eco de tu golpear contra la roca.
Porque el pasado se ha ido y no logro evocarlo si no atraigo
Tu reflejo a mis pupilas.




LA VIEJA CIUDAD


Quiero decirte tanto y no encuentro las palabras...
Quiero hablarte de los olores que trae el viento,
De las notas que lleva en sus alas,
De la lluvia que moja mi rostro.

Y de nuestro abrazo,
De ese abrazo nuestro que ciñe la vieja calle.
Mas no puedo, no me alcanzan las palabras...
Para decirte que sin ti
No hay ciudad, sino lejanía.
Las flores solo portan aromas de nostalgia,
La lluvia no es si no gotas de agua,
El viento no lleva ni trae melodías antiguas…

Porque sin tus brazos,
Sin tu mejilla junto a la mía
Contemplando como se oculta el sol tras los tejados,
No sirven,
No son nada las palabras.





DISTANCIA


Esconderte he de mí,
No sea que la sal del tiempo te corroa.
He de recordarte de ese modo
Mientras guardas aún retales de inocencia.

¿Qué harán en ti los caminos?
¿En qué animal mundano te hallaré cabalgando
cuando tu dragón pierda las alas?





CITA


Te veré a la hora sin sombras
Bajo el árbol cuya presencia convocamos.

Viajaremos a ese mundo con tres soles
Que visitamos cuando unimos nuestros sueños.

Danzaremos, triples siluetas crepusculares,
Mecidos en cantos de cigarras…

La vieja fuente acogerá
En sus aguas nuestros nombres.





ALGORITMO II


Envidio al Loco que se inventa un mundo
Y marcha hacia él con un hatillo.
Envidio al niño que cree en sus fantasías...

Hay demasiadas nubes en el fragmento de cielo
Que asoma desde mi ventana:
He olvidado en cuál de ellas pasta el unicornio.

Circuito cerrado, mi universo,
Giroscopio de cometas extraviados
Que no llegan nunca a su destino.





INFANCIA


Hace poco jugábamos a ser adultos,
Hoy, a nuestro pesar, hemos crecido.

Guardados están en baúles
Mantillas, sombreros y antiparras.

Duermen, relegados, los juguetes,
Hemos aprendido a mentir sin sonrojarnos.

¡Infancia que se va, candidez perdida!
Nos queda solo el alma, inocente cual semilla.





NOCHE


Sonaban a lo lejos, no sé dónde,
Las campanas.
Vino la  Oscuridad a mi encuentro
A contarme sus historias.

¡Ha escuchado tantas voces,
Ha sido fiel compañera de tantos!

Yo, que vivo entre silencios,
Presté oído a la dama de mil velos.
Ella me dijo que allá lejos, no sé dónde,
Alguien, esta noche,
Aprende a imaginarme.





Memoria


Golpea tu imagen los cristales opacos
Que he puesto en mis ventanas para no enterarme
Del ahora, del ayer, ni del mañana.

¿Cómo aprender a exorcizarte?
¿Qué hago de ti, de tus recuerdos,
De tu nombre aprendido a amordazar?

Dime en qué rincón coloco
Ese muro insalvable que nos cubre,
En qué mapa he de dibujar la lejanía.





Ella


Ella ha olvidado el motivo que la trajo a este momento,
Y se detiene a contemplar las rejas:
La ciudad ha puesto cercas en sus casas,
Se teme que el Afuera nos invada.

Alguien ha dejado un plato de sobras en su puerta
Para mitigar el hambre de los gatos callejeros.
(Dios le ha guardado un sitio en el Paraíso por tal gesto)
Ella voltea, sin querer, con sus pasos el plato
Y las sobras se desperdigan por el suelo.

Comienza a llover, como todas las tardes,
Ella no sabe si en su rostro hay sudor, lluvia, o lágrimas.
Observa como se empapan las intimidades
Que los vecinos sacan a asolear en los balcones…
¡Ay, ciudad, qué sería de ti sin gatos, verjas y esas tendederas!

Ella camina lentamente hacia su muerte,
No importa si debe recordar su nombre
O el motivo de tales circunstancias,
Su ángel le tiende los brazos, corre a su encuentro,
Pensando que va a extrañar su ciudad, allá, en el cielo.





LA VIEJA CASA


La casa vieja se derrumba tras las horas,
Nadie acude a pernoctar en sus paredes.

Se ve triste, vacía,
Sin juegos, sin abuelos, sin historias contadas a su vera.

Han tirado a la basura sus escombros,
Mas su sombra permanece, pedestal de la inocencia.

El aroma a eucalipto trae el canto: alouette, alouette,
Al ritmo incansable de la comba.

Nadie sabe del espectro,
Que vaga extraviado por sus suelos, tras sus puertas.





ORÁCULO


Mi anillo se oscurece, mal presagio,
Nadie cree en la Reina de los Condenados.

Hay una gota de rocío en cada flor.
Se rompen las crisálidas…

Emergen de la nada seres grises,
Espantando mariposas.

Al pasar cierro los ojos.
Olvido echar una moneda al pozo de los deseos.





METAMORFOSIS


Salir a recoger la lluvia primera del mes de mayo
En vaso fabricado con cartas de Van Gogh.

Esperar la voz que nunca llega, que nunca es suficiente.
Recordar aquel futuro.

Sentir crecer las garras en las puntas de mis dedos,
El bosque lleno de fosforescencias al acecho.

La voz que me llama eternamente… Partir, sin mirar atrás,
Aullar, gemir, cazar, fundirme con el viento.





ALGORITMO III


Disfruto el invisible sortilegio
De abrir los ojos y verte a mi lado.
Nos llega la mañana cargada de rocío,
De efluvios de café, jazmín, sudor, deseo…

El centinela de la noche parte llevándose tu imagen.
Quedo a solas en mi lecho.
El sol arrastra las auroras, tu sonrisa permanece,
Aliento de sueños venideros.





REMEMBRANZAS


El alga rota que trae la marea,
Moteada de extraños caracteres.
La nube, dibujando tu rostro en la penumbra,
El olor que empuja el viento, cuando parte...

El roce de las alas de mi cuervo.
El canto de los peces, tus sabores,
Tus ojos cerrados, tus manos ingenuas,
El cristal transformado en esmeralda,
El calor de tu cuerpo contra el mío...

El árbol que crece en el camino
Cuando se inclina a mi paso y me susurra:
“¡Hace tanto que no los veo juntos!
¿Lo has visto hoy… hoy te ha besado?”

El dolor de tu ausencia se deshace,
La respuesta se oculta tras las sombras.
Sobrevuela sus ramas la oscura mensajera.
“¿Quieres saber si te amó, si aún te ama?”
Vuelvo la espalda al triste espectro.

 

 

 


LUCES Y SOMBRAS


La Habana, cuando anochece, es bella como nunca.
La brisa nos trae voces de leyenda,
Gritos de náufragos, cantos de sirenas.
La Habana de noche, es una fiesta.
Es mi París, mi Londres, mi Venecia.
Es las farolas mortecinas, los portales,
Los pasos sigilosos del ladrón de besos,
Los anuncios donde siempre faltan letras.
Es la alegría de estar vivos,
La música que escapa de una ventana
Ensordeciendo el paso de las horas.

La Habana depende de las fases de la Luna.
Es mi reino encantado, mi Nunca Jamás,
Mi Oz, mi Ofir, mi Vía Láctea,
Sinfonía de sonidos en misterio.
Salir a los balcones y al ver caer un astro
Formular siempre el deseo:
“Dioses que rigen mi destino,
No me aparten nunca de ella”.

 

 

 

CITA A CIEGAS


Anuda una venda alrededor de tus ojos,
Déjate guiar por el aroma de la hierba buena,
Colócate de espaldas al viento adverso.

Siente el sol en la frente,
Desdeña los caminos, los campos de amapolas,
Sumérgete en el bosque.

Persigue el canto de las aves que huyen a tu paso,
Sigue más allá de tu cansancio
Hasta hollar la línea del horizonte.

Allí donde el mar se une con el cielo,
Donde cada noche aguardo tu presencia,
Te daré mis amores.





EDÉN


La Tierra Prometida
Tiene el cielo color violeta.
Sus arenas son fosforescentes,
Suaves, finas como azúcar.

Logré entreverlas, posé en ellas un pie.
Mas tuve miedo y fui regresada a esta existencia.
Fue solo un instante, casi nada… Es suficiente.

No importa a dónde me lleven los vientos de cuaresma:
Otro mundo me espera.





TESTAMENTO

 
Soy aquel marciano de Bradbury
En quien todos veían la imagen de su ideal.
Creo que voy envejeciendo,
No hay tiempo para comprobarlo,
Una mirada de escrutinio
Puede durar demasiado.

No reconozco la persona que, a mi paso,
Reflejan los espejos.
Me encierro entre paredes,
Escondo la nostalgia…

Pero si un día falto a la cita,
Lego mis recuerdos,
Mis aspiraciones, mis silencios,
Mis risas infantiles, mis historias,
La música que siempre me acompaña.

Entrego sobre todo, mi escepticismo,
Porque las dudas me hacen ser quien soy
Y no puedo dar mejor legado
Que esta incertidumbre.




ALGORITMO IV


Llegó la redención tan esperada y no supe qué hacer
Porque no sé qué hacer si no quererte…
Llegó a su final la dulce espera y heme aquí,
Barquito de cáñamo que boga en brazos de la luna nueva,
Velero ciego, asido a la fe cuando no hay nada…

Llegó la salvación, tan añorada,
Y no acudí a la entrega de mi muerte.




***

-Marié Rojas Tamayo


Breve Ficha Bio-bibliográfica: Cubana, residente en la isla. Nace en La Habana, el 23 de mayo de 1963. Licenciada en Economía del Comercio Exterior, Universidad de la Habana, 1985. Miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Graduada de inglés y francés.
Algunos libros publicados: Tonos de Verde, relatos, Editorial Yoescribo, Mallorca. Adoptando a Mini, novela, Fundación Drac, Mallorca –reeditado por Gente Nueva, Cuba y en proceso de reedición por Libri Prohibiti, República Checa-. De príncipes y princesas, relatos, Editorial El Far, Colección El Viajante, Mallorca. Cinco minutos a solas con las musas; La luna cómplice, relatos; Viaje a los astros; Locuras temporales; Algoritmos y ciudades; Incerteza cuántica; El vuelo del pez; Serendipias; poemarios, Inventiva Social, Argentina. En busca de una historia, novela y relatos, Colección Mundo Imaginario, Editorial Andrómeda, España. Villa Beatriz, novela; El día que no salió el sol, libro infantil; Laurel y Orégano, novela, Casa Editora Abril, Cuba. El mundo al revés, relatos cortos, Gente Nueva, Cuba.
Su obra ha obtenido diversos reconocimientos internacionales, entre otros en España: Mención de Honor en el Premio Lazarillo de Tormes, OEPLI, 2009. Premio Ana María Matute 2008, Ediciones Torremozas. Novela Finalista de Ciencia Ficción Andrómeda 2008. XIX Concurso de Cuentos Antonio Segado del Olmo, Universidad Popular de Mazarrón. Todos somos diferentes, Fundación de Derechos Civiles y Asamblea Juvenil. Historias de Vida, Ayuntamiento de Constantí. Microrrelatos Grau Miró. Microrrelatos Igriega Movimiento Cultural. Microrrelatos Quixotadas, Edición Independiente. Relatos Ron y Miel, Ediciones Comala. En Argentina: El Arte en Septiembre; Nicolás Guillén, Juana de América, Dunant-Passy,  Editorial Hespérides, entre otros. Premios y menciones en México, Venezuela, Cuba, Brasil, Costa Rica, Uruguay, Colombia. Publicada en más de 60 antologías. Su obra ha sido llevada a la televisión, la radio y el teatro. Dirigió la revista Dos islas, dos mares. Autora de las antologías: Criaturas mágicas, Travesía en el mar de los sueños y Homenaje a Andersen en su bicentenario. Miembro de la Red Mundial de escritores en español, REMES.


***




InvenTREN





(De la Estación La Rica – Ferrocarril Midland)
De las conversaciones en los trenes*


*De Sergio Borao Llop. sbllop@gmail.com



"Todo lo que ocurre, ocurre en un tren", dijo alguna vez un poeta menor. Uno de esos poetas que el tiempo olvida como se olvida todo.
Probablemente se refería a que en el fondo la vida es un tren, con su eterno ambular, sus breves paradas, su rutina de vías y estaciones y rostros que nunca son el mismo rostro pero que interminablemente se parecen. Aunque eso –lo que quiso insinuar- nunca lo sabremos, porque como poeta menor ni siquiera el nombre conocemos, y así sería francamente difícil preguntarle, al menos hasta que las sombras del tiempo nos igualen a todos, momento en que ya no serán necesarias las respuestas. Y no nos engañemos: Como poeta, se  expresaría con palabras enigmáticas y evasivas y nos remitiría al texto citado. “Una frase significa lo que dice esa frase”, esto lo dijo otro, pero es aplicable en cualquier caso cuando no queda más remedio. El encogimiento de hombros es una técnica alternativa y, con frecuencia, más eficaz.
Pero, como siempre, me voy por las ramas. Esto sucedió en un tren. Decir que ese tren se dirigía hacia La Rica tal vez sería aventurarse demasiado, porque no me paré a considerar el destino. Sólo precisaba movimiento. Irme de allí (allí, otra inconsecuencia), alejarme lo antes posible, hacia cualquier parte… Huir, en definitiva. ¿De qué huía? Esto tampoco lo sabremos. Para la historia que narro carece de relevancia.
Así pues, viajaba en tren, tal vez hacia La Rica, tal vez hacia otro lugar, pero el traqueteo era la prueba contundente del viaje y la única realidad que me importaba. En el vagón no había más de cuatro o cinco personas, cuyos rostros me eran desconocidos. Desde que leí la novela “Extraños en un tren” de Patricia Highsmith, siempre me da por pensar en esas insólitas conversaciones que tienen lugar en los trenes. Uno se sienta junto a un desconocido, saluda, hace alguna tópica observación sobre el clima y de repente la cosa empieza a complicarse y sobreviene la hora de las confidencias inverosímiles… Porque no me negarán que ponerse a hablar de cosas íntimas con un desconocido y, a veces, en un viaje nocturno, resulta algo extravagante. Pero sucede. Y con más frecuencia de lo que piensan quienes rara vez viajan en trenes de largo recorrido.
Dos filas más adelante, yacía un hombre despatarrado en su asiento. Seguramente dormía, pero lo cierto es que parecía muerto. “¿No lo estamos todos?”, me pareció escuchar. Me sobresalté. Miré alrededor pero nadie más parecía haber oído esas palabras, así que las juzgué producto de mi amodorramiento. ¿No estamos qué? -me pregunté- ¿Dormidos o muertos? Una mujer, un poco más allá, apoyaba el lado izquierdo de su cara en el asiento mirando hacia afuera. Quizá dormitaba, quizá contemplaba el paisaje, si es que podemos llamar paisaje a aquello que sólo dura un instante en nuestro campo visual.
No me era posible ver a los otros viajeros. Sólo una pierna estirada en el pasillo, un sombrero asomando, una mano apoyada en un reposabrazos…  vagas señales de la presencia de alguien, pero al mismo tiempo, indicios de su invisibilidad. Como de costumbre, me puse a divagar. El objeto, claro, no podía ser otro que la mujer presuntamente adormecida. En otra vida, tal vez, me hubiese levantado del asiento, hubiese caminado esos pocos pasos que nos separaban y le hubiera pedido permiso para sentarme frente a ella, iniciando poco más tarde una conversación trivial que nos condujese hacia otra cosa. Pero no hice nada de eso. Sencillamente imaginé cómo podría haber sido esa conversación.
Me parece innecesario señalar que no era la primera vez que hacía esto. Quienes vivimos en permanente movimiento, padecemos cierta timidez y no confiamos en exceso en el género humano, tendemos a practicar este tipo de juegos, u otros menos inocuos. Normalmente, todo empieza con las presentaciones, unos pocos detalles personales (lugar de nacimiento, profesión, estado civil… esas cosas) y después se elige un tema al azar, que invariablemente conduce a otros hasta llegar el momento que antes mencioné: el de la confidencia. Exactamente igual que si todo fuese real. Sólo que no lo es. Y por lo tanto, en estas conversaciones simuladas pueden deslizarse detalles cursis o atroces. Nadie nos juzgará por ello.
En esta ocasión, sin embargo, el asunto se descontroló desde el primer momento. Su nombre no quedó claro, fue imposible averiguar a qué se dedicaba y su acento me resultó del todo indescifrable. No parecía extranjera, pero su forma de pronunciar delataba el aprendizaje tardío del idioma. Puesto que todo esto formaba parte de mi fantasía, decidí modificarla. No pude. Una fuerza que me era imposible controlar guiaba los acontecimientos imaginarios. Me sentí perplejo ante lo inexplicable. Pero lejos de abandonar el juego, mi naturaleza lúdica me impulsó a adentrarme en él, dispuesto a comprender y asimilar las nuevas normas.
Así, traté de llevar la conversación hacia el terreno que me convenía, pero cada uno de mis intentos fracasaba y terminábamos hablando de lo que ella quería. Busqué la calidez de la charla a media voz, esperando que me hiciese confidencias; vano empeño: fui yo quien desnudó por completo su alma ante la desconocida. No importaba, sabía que no importaba porque en el fondo todo sucedía solamente dentro de mi cabeza, mas una sensación de derrota se fue asentando en mi ánimo. Sí, eso era lo que parecía estar sucediendo dentro de mí: una batalla que nunca podría ganar. Insistí, una y otra vez me propuse cambiar el signo de la ilusoria confrontación. Sin embargo, nada cambió. Era como si yo transitase un camino entre montañas (ésa fue la imagen que evoqué) y en cada bifurcación escogiese ir hacia la derecha pero en cambio tomase siempre el camino de la izquierda. Frustrante y excitante a la vez. Al menos si se es jugador. Cuando el tren se detuvo, no sé ya si en la estación La Rica o en cualquier otro lugar, me sentía exhausto y avergonzado, aunque no hubiera sabido explicar el motivo de tal estado.
Al detenernos, la desconocida pareció regresar de un viaje muy largo; otro viaje, no el que había hecho en tren, sino uno mucho más vasto y complejo. Levantó el rostro y paseó la vista lentamente alrededor, como buscando por el vagón. Hasta que sus ojos toparon con los míos. Entonces me miró fijamente y una sonrisa irónica surgió en sus labios. Después, como si nada hubiera pasado, se dirigió a la puerta y bajó del tren. Aún pude verla alejándose por el andén. Yo me quedé allí sentado, como vacío. No sé cuánto tiempo. En cierto modo, creo que podría decirse que aún estoy allí, en ese vagón de tren, detenido en el tiempo y encerrado en algo que no sabría definir y que en el fondo, ahora, ya no importa.



-Sergio Borao Llop, publicó “El alba sin espejos” por el sello eBooks Literatúrame!





***


Próxima estación para escribir por Ferrocarril Provincial:

 JOSE RAMÓN SOJO.

ÁLVAREZ DE TOLEDO.    POLVAREDAS.
JUAN ATUCHA.   JUAN TRONCONI.    CARLOS BEGUERIE.
FUNKE.   LOS EUCALIPTOS.     FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE.    GOBERNADOR UDAONDO.   LOMA VERDE.
 ESTACIÓN SAMBOROMBÓN.   GOBERNADOR DE SAN JUAN RUPERTO GODOY.
GOBERNADOR OBLIGADO.   ESTACIÓN DOYHENARD.   ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA.
 D. SÁEZ.    J. R. MORENO.     EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY.  LISANDRO OLMOS.  INGENIERO VILLANUEVA.
ARANA. GOBERNADOR GARCIA.  LA PLATA.

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Próxima estación para escribir por Ferrocarril Midland:

PARADA KM 79

ENRIQUE FYNN.  PLOMER.  
KM. 55.   ELÍAS ROMERO.  KM. 38.
MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.
LIBERTAD.  MERLO GÓMEZ.   RAFAEL CASTILLO.
ISIDRO CASANOVA.  JUSTO VILLEGAS.  JOSÉ INGENIEROS.
MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE.  ALDO BONZI.
KM 12.  LA SALADA.  INGENIERO BUDGE.
 VILLA FIORITO. VILLA CARAZA.  VILLA DIAMANTE.
 PUENTE ALSINA.  INTERCAMBIO MIDLAND.



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