viernes, junio 13, 2025

EDICIÓN JUNIO 2025

 



*Foto de Eduardo Francisco Coiro. @educoiro

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

VERSOS DE AMANECER*

 

Y si nos damos una oportunidad,

y si trabajamos para darnos una oportunidad,

y si a toda hora del vivir, entre la abundante maleza,

elegimos sin concesiones y sin yuyos menores

(siempre siempre yuyos menores),

y tratamos de hacer un camino, pero antes

soñamos e ideamos hacer un camino,

donde, paso a paso, el aire limpio tenga morada.

Y si nos damos una oportunidad,

aunque hoy estemos lejos (cada hora más lejos),

y si trabajamos para darnos una oportunidad,

aunque el mal tiempo siempre se cruce,

para no ser los desafortunados que somos

de toda buena razón y toda fortuna.

 

*De Eduardo Dalter.

 (Del poemario "Luces de la orilla", en prensa)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

*

 

 

Tanto en el amor como en la literatura el énfasis está puesto en lo imaginario, en la negación del mundo en sus realidades particulares para elegir una visión de totalidad y absoluto que es como un hueco que, provisto del consecuente vértigo, porque toda la vida está jugada a lo que no es propio. Todo en la literatura es ajeno, desde la escritura en sí, el lenguaje que no pertenece, la imagen que es siempre otra cosa que no es nada de lo que expresa, ni contiene la unión de lo que es extraño entre sí, como es extraña la persona amada que duerme a nuestro lado, extranjera, imposible.

     Se supone que en la literatura o en el amor el querer llegar a ser otros es para ser más nosotros mismos. Ese lenguaje que no nos pertenece y que no sabemos por qué lo decimos aunque nos arranca de nosotros nos lleva a un núcleo más profundo y esencial de la identidad. El texto y la persona amada siempre terminan abandonándonos, y revelando que si bien han tocado nuestra esencia, ya pertenecen al mundo y dejan de ser nuestros. Es en ese momento en que dejamos de reconocerlos.

    No obstante ha existido una revelación o para no alejarnos de Borges la inminencia de una revelación, el borde. El amor físico algo ha producido donde nos pareció haber recibido algo más que un cuerpo. La escritura aún en la entraña misma del Mal-Decir algo nos ha alcanzado a comunicar cuando toda comunicación parecía perdida, tal vez porque nada que no sea paradojal es verdadero aunque nuestra mente resista a lo que no sea la unidad, la madre y nosotros como un solo cuerpo. Se nos pierde qué clase de revelación ha sido ésa, como las palabras proféticas recibidas en un sueño y luego olvidadas o deformadas por la vigilia. Si ha existido ese borde de revelación hemos amado de verdad o se ha producido el misterioso fenómeno de la belleza.

 

*De Liliana Díaz Mindurry. lidimienator@gmail.com

 (Fragmento de "La maldición de la literatura" Madrid, Huso 2017)

 

 

-Liliana Díaz Mindurry nació en Buenos Aires.

1º Premio Municipal de Buenos Aires Bienio 90-91 por el libro La estancia del sur además del 1º Premio Municipal de Córdoba, el 1º Premio Fondo Nacional de las Artes 1993 de novela, el Premio Centro Cultural de México 1993, Premio El Espectador de Bogotá en 1994 (concurso Juan Rulfo de París), el 1º Premio Jiménez Campaña de Granada. Logró el Premio Planeta 1998 por Pequeña música nocturna, entre otros premios. Ha publicado 31 libros entre ellos las novelas La resurrección de Zagreus, A cierta hora, Lo indecible, Lo extraño, Pequeña música nocturna, Summertime, Hace miedo aquí, El que lee mis palabras está inventándolas, Perro ladrando a la luna, Cita en la espesura, La dicha, La mansa brutalidad del mundo.

Los libros de ensayos La voz múltiple, La maldición de la literatura, Conversación entre dos patios. La poesía de Santiago Sylvester (Mejor ensayo internacional de poesía 2024, Recife).

En cuento publicó: Buenos Aires ciudad de la magia y de la muerte, La estancia del sur, En el fin de las palabras, Retratos de infelices, Último tango en Malos Ayres. Onetti a las seis fue llevado a la escena teatral por Hernán Bustos junto con Un sueño realizado de Onetti.  Participó de antologías de cuento en España, publicando entre otros cuentos, Rulfo cien años después.  Escribió el posfacio a las obras completas de Onetti en la Editorial Galaxia Gutenberg.

En poesía publicó Sinfonía en llamas, Paraíso en tinieblas, Wonderland, Resplandor final, Cazadores en la nieve, Poesía Completa (1990-2017), Hamlet en la azotea, Guernica, Lo prohibido.

 

-Recientemente ha publicado el libro de ensayos “DESVÍOS Y TRAICIONES LITERARIAS”

Editorial Huso, Madrid, 2025

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CARAS*

 

Varias caras. Distintas. Presurosas. Sin vida. Retraídas.

Muchos ojos que hablan.

Algunas veces volteo y miro hacia un pequeño pueblo.

Los ojos se nublan y hablan entre sí.

Veo un matuasto con los ojos saltones.

Otras veces los ojos miran para adentro, ay.

Se dicen cosas que jamás te dije.

Hoy está lloviendo, corazón y es la misma lluvia que te moja y me moja pero no estás conmigo, y esta lluvia no volverá. Volverán otras muchas. Pero ésta no. Y yo quisiera que moje tu pelo y sorber el agua con la lengua.

Me angustia cuando parto. No sé si he de volver. Veo tu cara indescifrable pero sé que lloras, y si bien amo ese llanto, sé, es efímero, se evapora, vendrán otros, pero éste, nunca. Y me invade una orfandad de risas porque mi sonrisa es una mueca. Es una mueca, y vos lo sabés. Vendrán otras, pero éstas nunca.

Querría congelar el tiempo. Parar el reloj y girar y reír medio locos a las 2 de la noche, en las calles solitarias, beodas. Sé, no volverán.

Muchas veces te digo, vení. Gocemos de este sol. Es el mismo sol, pero estás muy lejos, y yo demasiado cerca de mí misma.

Y me asusta. Me da tristeza no saber si moriré tomada de tu mano. Y más, mucho más, me da pavor morir tomada de tu mano.

Y veo esas caras, inexpresivas.

Mudas, ciegas. Esas caras, otras.  Pero nunca las mismas.

Y aquí estamos amándonos, aquí y ahora, en esta Argentina, que se cae a pedazos, este amor, este dolor, aquí y ahora, sabiendo que este momento no volverá.

 

*De Amelia Arellano.

San Luis.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

*

 

—¿Viajas para revivir tu pasado? —era en ese momento la pregunta del Kan, que podía también formularse así: ¿Viajas para encontrar tu futuro?

 Y la respuesta de Marco:

 —El allá es un espejo en negativo. El viajero reconoce lo poco que es suyo al descubrir lo mucho que no ha tenido y no tendrá.

 

*De Ítalo Calvino.

- las Ciudades Invisibles.

 

 

 

 



 

 

 

Los caminos*

 

Los caminos tienen eso de llevarnos y traernos,

les adjudicamos esa utilidad o ese propósito,

y es posible que lo tengan, que de alguna

manera sirvan los caminos para volver,

si es que en verdad se vuelve a algún sitio,

si es necesario y sano volver a algo, sin embargo,

hay desvíos posibles, grandes o pequeños,

y, tal vez, en esos desvíos, en esa alteración,

en esa violencia de la costumbre, está la vida,

que el resto sea tan sólo tiempo transcurrido;

pero hay gente, siempre la hay, que vive la vida

recorriendo los caminos alternativos,

esa gente sabe algo que yo no sé,

y que, acaso, hubiera querido

saber a tiempo.

 

*De Horacio Rodio. horaciorodio@hotmail.com

 

-Horacio nació en Llavallol, en 1954. Realizó talleres con Laura Massolo y Liliana Díaz Mindurry. Obtuvo más de cien premios nacionales e internacionales en cuento, poesía y novela, con publicaciones en Argentina, España, Colombia y Chile. Es autor de los libros de cuentos Palabras de piedra (Baobab, 1999), Media baja (Dunken, 2012) y La insistencia de la desdicha (Ruinas Circulares, 2018), y de los poemarios El cinturón de Orión (primer premio del 15° Concurso “Adolfo Bioy Casares”, Ediciones Municipalidad de Las Flores, 2022) y El libro de Hopper (Pierre Turcotte Éditeur, Canadá, 2023). Ese mismo año, el sello español Avant Editorial publicó su novela Ausencia y error. -En el 2024 publicó su libro de cuentos La oscuridad de los hechos. -Editorial Esa luna tiene agua.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LA LLAMA*

 

Una mujer inuit

enciende el fuego

en su casa de nieve.

Es áspero

de aceite el aire,

pero insiste

en contener la llama.

El calor

derrite el hielo

pero el frío de afuera

reinventa la casa.

La mujer mira el fuego.

Sobre pieles de foca acuesta a los hijos.

Sobre pieles de foca sostiene la llama.

Mi hija me cuenta

la historia de hielo

mientras un fueguito tiembla en su mirada.

 

*De Mariana Finochietto. mares.finochietto@gmail.com

 

-Mariana nació en General Belgrano, provincia de Buenos Aires, en 1971. Actualmente vive en City Bell.

Publicó: Cuadernos de la breve ceguera (La Magdalena, 2014)

Jardines, en coautoría con Raúl Feroglio (El Mensú, 2015)

La hija del pescador (La Magdalena, 2016)

Piedras de colores (Proyecto Hybris, 2018)

El orden del agua (GPU Ediciones ,2019)

(Sudestada, 2021)

Quiero sacar la cabeza por la ventanilla de tu coche (Halley Ediciones, 2023)

Patio (elandamio ediciones, 2024)

Poesía reunida (Medusa editores, 2024)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La Muralla y Los Libros*

 

*Jorge Luis Borges

 

He, whose long Wall the wand´ring

Tartar bounds…

Dunciad, de ALEXANDER POPE, II, 76

 

­Leí, días pasados, que el hombre que ordenó la edificación de la casi infinita muralla china fue aquel primer emperador, Shih Huang Ti, que asimismo dispuso que se quemaran todos los libros anteriores a él. Que las dos vastas operaciones –las quinientas a seiscientas leguas de piedra opuestas a los bárbaros, la rigurosa abolición de la historia, es decir del pasado– procedieran de una persona y fueran de algún modo sus atributos, inexplicablemente me satisfizo y, a la vez, me inquietó.

Indagar las razones de esa emoción es el fin de esta nota. Históricamente, no hay misterio en las dos medidas. Contemporáneo de las guerras de Aníbal, Shih Huang Ti, rey de Tsin, redujo a su poder los Seis Reinos y borró el sistema feudal; erigió la muralla, porque las murallas eran defensas; quemó los libros, porque la oposición los invocaba para alabar a los antiguos emperadores.

Quemar libros y erigir fortificaciones es tarea común de los príncipes; lo único singular en Shih Huang Ti fue la escala en que obró. Así lo dejan entender algunos sinólogos, pero yo siento que los hechos que he referido son algo más que una exageración o una hipérbole de disposiciones triviales. Cercar un huerto o un jardín es común; no, cercar un imperio. Tampoco es baladí pretender que la más tradicional de las razas renuncie a la memoria de su pasado, mítico o verdadero. Tres mil años de cronología tenían los chinos (y en esos años, el Emperador Amarillo y Chuang Tzu y Confucio y Lao Tzu), cuando Shih Huang Ti ordenó que la historia comenzara con él.

Shih Huang Ti había desterrado a su madre por libertina; en su dura justicia, los ortodoxos no vieron otra cosa que una impiedad; Shih Huang Ti, tal vez, quiso borrar los libros canónigos porque éstos lo acusaban; Shih Huang Ti, tal vez, quiso abolir todo el pasado para abolir un solo recuerdo; la infamia de su madre. (No de otra suerte un rey, en Judea, hizo matar a todos los niños para matar a uno.) Esta conjetura es atendible, pero nada nos dice de la muralla, de la segunda cara del mito. Shih Huang Ti, según los historiadores, prohibió que se mencionara la muerte y buscó el elixir de la inmortalidad y se recluyó en un palacio figurativo, que constaba de tantas habitaciones como hay días en el año; estos datos sugieren que la muralla en el espacio y el incendio en el tiempo fueron barreras mágicas destinadas a detener la muerte.

Todas las cosas quieren persistir en su ser, ha escrito Baruch Spinoza; quizá el Emperador y sus magos creyeron que la inmortalidad es intrínseca y que la corrupción no puede entrar en un orbe cerrado.

Quizá el Emperador quiso recrear el principio del tiempo y se llamó Primero, para ser realmente primero, y se llamó Huang Ti, para ser de algún modo Huang Ti, el legendario emperador que inventó la escritura y la brújula. Este, según el Libro de los ritos, dio su nombre verdadero a las cosas; parejamente Shih Huang Ti se jactó, en inscripciones que perduran, de que todas las cosas, bajo su imperio, tuvieran el nombre que les conviene. Soñó fundar una dinastía inmortal; ordenó que sus herederos se llamaran Segundo Emperador, Tercer Emperador, Cuarto Emperador, y así hasta lo infinito… He hablado de un propósito mágico; también cabría suponer que erigir la muralla y quemar los libros no fueron actos simultáneos. Esto (según el orden que eligiéramos) nos daría la imagen de un rey que empezó por destruir y luego se resignó a conservar, o la de un rey desengañado que destruyó lo que antes defendía.

Ambas conjeturas son dramáticas, pero carecen, que yo sepa, de base histórica. Herbert Allen Giles cuenta que quienes ocultaron libros fueron marcados con un hierro candente y condenados a construir, hasta el día de su muerte, la desaforada muralla. Esta noticia favorece o tolera otra interpretación. Acaso la muralla fue una metáfora, acaso Shih Huang Ti condenó a quienes adoraban el pasado a una obra tan vasta como el pasado, tan torpe y tan inútil. Acaso la muralla fue un desafío y Shih Huang Ti pensó: “Los hombres aman el pasado y contra ese amor nada puedo, ni pueden mis verdugos, pero alguna vez habrá un hombre que sienta como yo, y ése destruirá mi muralla, como yo he destruido los libros, y ése borrará mi memoria y será mi sombra y mi espejo y no lo sabrá”. Acaso Shih Huang Ti amuralló el imperio porque sabía que éste era deleznable y destruyó los libros por entender que eran libros sagrados, o sea libros que enseñan lo que enseña el universo entero o la conciencia de cada hombre. Acaso el incendio de las bibliotecas y la edificación de la muralla son operaciones que de un modo secreto se anulan.

La muralla tenaz que en este momento, y en todos, proyecta sobre tierras que no veré su sistema de sombras es la sombra de un César que ordenó que la más reverente de las naciones quemara su pasado; es verosímil que la idea nos toque de por sí, fuera de las conjeturas que permite. (Su virtud puede estar en la oposición de construir y destruir, en enorme escala.) Generalizando el caso anterior, podríamos inferir que todas las formas tienen su virtud en sí mismas y no en un “contenido” conjetural. Eso concordaría con la tesis de Benedetto Croce; ya Pater, en 1877, afirmó que todas las artes aspiran a la condición de la música, que no es otra cosa que forma. La música, los estados de la felicidad, la mitología, las caras trabajadas por el tiempo, ciertos crepúsculos y ciertos lugares, quieren decirnos algo, o algo dijeron que no hubiéramos debido perder, o están por decir algo; esta inminencia de una revelación, que no se produce, es, quizá, el hecho estético.

 

Buenos Aires, 1950

 

*de Jorge Luis Borges.

Otras inquisiciones

-Fuente: https://aquileana.wordpress.com/2009/05/30/jorge-luis-borges-la-muralla-y-los-libros-el-espejo-de-los-enigmas/

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Mujer mirando al vacío*

 

Parada frente al mar

con un reflejo gris en su mirada.

(Se diría perdida en la nostalgia,

la nostalgia del mar, que no se agota)

 

Parada frente al mar.

La ciudad a su espalda

(esa ciudad que antaño fue promesa

y hoy es sólo glacial encrucijada)

y una muda tempestad de arena

bajo sus pies descalzos.

 

Ante ella hay un mar incomparable

que sus ojos no ven, un cielo transparente,

una distancia,

la levedad impronunciable de la brisa.

 

*De Sergio Borao Llop. sbllop@gmail.com

-De Por si mañana no amanece.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

MIEDO AL FUTURO*

 

Una vecina caminaba al revés. Sí, caminaba hacia la esquina de espaldas. Pensé que iba a tropezar. Sentí desesperación. Pero no, avanzaba con una seguridad demencial sin perder el equilibrio. Por un momento supuse que debía sujetarla, o al menos preguntarle el porqué de la experiencia. No me animé. Estaba despierta -no en trance- con ojos muy grandes mirando al pasado. En su mano derecha llevaba un ramo de jazmines y en la izquierda apretaba algo invisible en el puño.

 

*De Eduardo Francisco Coiro.

https://www.facebook.com/CansadoDeTriunfar/

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

*

 

—El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio.

 

*Ítalo Calvino.

-Las ciudades invisibles.

 

 

 

 

Inventren

https://inventren.blogspot.com.ar/

 

 

 

 

EL ESPERADOR*

 

La habitación es pobre, por la ventana entra una luz tamizada por una cortina con agujeros, que producen manchitas irregulares de sol sobre el muro encalado. Una araña de patas largas y cuerpecito minúsculo hace filigrana en el techo. Hay una cama, un escritorio sencillo de madera, una lámpara con el pie curvo, despintada como todo, apagada a pesar de que el sol allá afuera está bien alto pero adentro es penumbra y tristeza.

Revistas viejas apiladas, un ventilador de metal sobre una silla, un ropero al que las puertas no le cierran del todo.

Adivinamos un baño del otro lado de la pared por el goteo lento pero continuo. Suponemos sin verlo que la tapa del botón falta, y para realizar la descarga del inodoro habrá que tirar del fierrito dentro del pozo rectangular abierto como una boca que ni llora ni ríe, abierto el rectángulo como una boca asombrada, suspendida en un grito o quizás inmóvil simplemente, esperando algún tipo de reparación.

Un hombre en camiseta sin mangas está acodado en la mesa de la habitación. No hay relojes allí, sólo las manchitas de luz que imperceptiblemente recorren las paredes y hacen de reloj de sol indicando que el mundo transcurre allá afuera. El sol se mueve, las manchas pasean lerdas por la pieza como constelaciones nocturnas de inmensidad y lejanía, aquí nunca es de día ni de noche, nos decimos, no es un buen lugar para cultivar vida.

Canta un pájaro, algún perro ha ladrado confusamente en algún lugar. Les contestan. Otros pájaros se desgañitan en respuesta, otros perros emiten sus voces destempladas comentando lo que dijo el congénere.

El hombre no se ha movido. Vemos que hay una pavita abollada, un calentador, un mate de madera recubierto en aluminio, una lata de yerba ennegrecida. Otra lata suponemos que contiene galletas, pero no la ha abierto.

El hombre está encorvado, los brazos sobre la mesa y la cabeza con pocos cabellos obstinadamente fijada hacia adelante. Le corre una gota de sudor temblorosa desde la axila. Anacrónicamente, una pantalla de ordenador le ilumina los ojos. Habríamos creído que un lápiz de madera y una hoja rayada serían más convenientes, pero la notebook delante de su rostro está tan deslucida como el resto de las cosas, polvo entre las teclas, la pantalla sucia y en una esquina del aparato una cinta aisladora remendando una quebradura.

Escribe con dedos pálidos "resido en Baudrix", y en el ordenador que desmaterializa el ser y lo transforma en unos cuantos caracteres viajando por el globo, se transforma en una frase maravillosa, él se transforma en un hombre misterioso y fascinante. Baudrix. Una mujer se imagina un caballero hermoso y distinguido en una casa de tejas negras en medio de un jardín con una fuente. Otra mujer se dice "Baudrix" y aparece un muchacho lánguido de nariz recta sentado en el pretil de un puente de piedra sombreado por altos pinos. "Baudrix" se dice otra, y evoca prados verdes y quizás robles, y quizás a lo lejos la aguja del campanario de una capilla medieval.

"Baudrix" ha dicho ella. Y sonríe, y piensa en el hombre en camiseta, en la cama de hierro, en la uña del dedo gordo del pie derecho que le rompe las zapatillas de lona. Piensa en los cabellos ralos, las mejillas mal afeitadas. Recuerda la mujer la cortina con agujeritos, el comedor con los muebles de la abuela, el patio de baldosas desparejas.

"Escribe él, aquí, en Baudrix", se dice la mujer. "Y está solo, y espera" se dice. Espera, aunque en la estación ya no arribarán más trenes. Lanza sus botellas, él, y todavía. Espera. Se dice la mujer.

El timbre no funciona. Unos nudillos golpean la puerta.

El hombre se pone una camisa de mangas cortas sobre la camiseta, se calza las chinelas y gira el picaporte de su puerta.

 

*De Mónica Russomanno. russomannomonica@hotmail.com

 

 

 

 

-Próxima estación:

 

FRANCISCO A. BERRA.

-Continuidad literaria por el Ferrocarril Provincial:

 

ESTACIÓN GOYENECHE.   

 

GOBERNADOR UDAONDO. 

 

LOMA VERDE.  

 

ESTACIÓN SAMBOROMBÓN.

 

GOBERNADOR DE SAN JUAN RUPERTO GODOY.

 

GOBERNADOR OBLIGADO.

 

ESTACIÓN DOYHENARD.  

 

ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA. 

 

D. SÁEZ.    

 

J. R. MORENO.   

 

 EMPALME ETCHEVERRY.

 

ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY.  

 

LISANDRO OLMOS.

 

 INGENIERO VILLANUEVA.

 

 ARANA.

 

GOBERNADOR GARCIA.

 

 

LA PLATA.

 

 

 

InventivaSocial

Plaza virtual de escritura

-Editor responsable: Lic. Eduardo Francisco Coiro.

Blog histórico & archivo: https://inventivasocial.blogspot.com/