sábado, agosto 30, 2008
DEL CORAZÓN DE LA CEBOLLA...
*Ilustración de Ray Respall Rojas. tgrafica@cubarte.cult.cu
(indicar "PARA RAY" en el asunto del correo)
Sultán*
- Papá, papá, ¡Sultán me ha hablado!
- Muy bien hijo, ahora déjame acabar de ver el partido.
El niño entra en la cocina corriendo muy excitado y le dice a su madre:
- Mamá, ¡Sultán me ha dicho que le gusta mucho el nuevo pienso!
- Muy bien hijo, ahora vete a jugar que estoy preparando la cena.
El niño se va cabizbajo y se sienta en la alfombra entreteniéndose con un soldado al que se le cae la lanza. Sultán tumbado a su lado no le pierde de vista. Desde donde está escucha a los padres comentar que están preocupados por su comportamiento. Dicen que inventa cosas, la última de ellas que el perro habla.
- Tenemos que dar a Sultán y así solucionamos el problema.
El niño sale al porche con lágrimas en los ojos y se encuentra con la vecina que al verlo de esta manera le pregunta que le ocurre.
- Estoy muy triste porque me voy a quedar solo. Mis papás van a dar al único que habla conmigo.
*de Joan Mateu. joan@cimat.es
DEL CORAZÓN DE LA CEBOLLA...
Poema infantil*
Contame un cuento que tenga bosque
duendes y hadas dijiste.
Te conduje por senderos de abedules y ñires
en medio de cipreses de agujas perfumadas y secas
los duendes aparecieron bajo los hongos de Llao Llao
serrucharon radales para entibiar la tarde
y el hada se llamaba Micaela, como vos.
Un hada de manos gordas que peina pehuenes
y teje bufandas con barba de ciprés,
un hada con varita de milagros soleados
que habita un castillo en tierras muy lejanas
cruzando el puente levadizo de tus ojos.
*de Diana Poblet. soydian@yahoo.com.ar
http://remontandosoles.blogspot.com
Doña Merenguito*
Vestía siempre sayas amplias y blusas de óvalos, no la recordaban con otro atuendo. Los niños imaginaban sus escaparates como poblados de ecos, donde cada saya y cada blusa de lunares tendría su igual, repetido hasta el infinito.
Tuvo dos hijas, cuando eran niñas les cosía y bordaba preciosos vestidos, a modo de tener ocupadas sus manos inquietas. En las tardes se sentaba con ellas en las piernas, en su sillón de amplios brazos y se dedicaba a tejerles trenzas en forma de carrileras, atando trenza con trenza, de modo que cada una encontrara su perfecto orden.
Pero las hijas crecieron y fueron a construir sus propios hogares. En el pueblo de Quita y Pon es muy fácil hacer un hogar. Solo hay que buscar un espacio vacío, en un lugar lindo y sombreado en las márgenes del río y comenzar a colocar piedras. Porque con piedras se hacen las casitas de Quita y Pon. Luego, si alguien quiere mudarse a otro pueblo, o hacerse una casa nueva, solo tiene que quitar las piedras, dejando el espacio disponible para cualquier otro.
Doña Merenguito quedó sola. Su esposo era carpintero y venía apenas en las Navidades, para marcharse luego de la celebración de Fin de Año, ya que en Quita y Pon no había necesidad de muebles de madera; con tantas piedras disponibles se podían hacer camas, mesas y asientos. El único mueble de madera del pueblo era el sillón de Doña Merenguito.
Al quedar sin niñas a quienes peinar y hacer vestiditos, ella no supo qué hacer con sus manos, tan habilidosas y siempre intranquilas.
Una tarde, sus gallinas pusieron más huevos de los que podía comer en una semana. Se sentó en el sillón con una fuente llena de claras de huevo y comenzó a batirlas.
El merengue comenzó a crecer como una torre, poniéndose cada vez más lindo y consistente. Ella formó pequeñas montañitas terminadas en espirales y las puso a dorar en su horno de piedras.
Cuando salieron, descubrió que, aunque sólo les había echado azúcar blanca, algunos merengues eran rosados, otros azules, otros verdes... los había dorados, marrones, algunos en preciosos tonos malva.
Como de todos modos no podía comerse tanto merengue ella solita, llamó a los niños del pueblo y comenzó a regalárselos. Eran los merengues más ricos que habían probado en su vida, crujientes por fuera y espumosos por dentro, como comerse la cola de un cometa.
A partir de ese día recogía los huevos de sus gallinas, que cada vez ponían más, y hacía merengues para obsequiar. Lo mejor era el misterio de los colores. Aunque casi siempre la bandeja emergía plena de tonalidades, a veces salían todos en tonos de rosa, decidía ella entonces hacer una fiesta a las niñas, otras eran azules y había fiesta para los varones. Cuando eran verdes, la comelata era sentados en el pasto; si venían amarillos, eran comidos a la luz del sol; si dorado oscuro, al atardecer; si salían rojos, ella los colgaba con hilitos de los árboles para que los pequeños los encontraran al salir de la escuela.
Fue por eso que le pusieron Doña Merenguito, de eso hace ya bastante tiempo, tanto que nadie recuerda su nombre anterior. Ni siquiera sus hijas cuando la visitan.
Pero un día, el carpintero se retiró y regresó a la casa. Hasta el momento no había parado mientes en las ocupaciones de la esposa. Como solo venía por días festivos, pensaba que tanto afán era un antojo para hacer obsequios por Navidades o Año Nuevo, mas al ver que ella se dedicaba día a día a recolectar huevos, batir claras y hornear, para luego regalar aquellas maravillosas golosinas, se le ocurrió lo que llamó “una genial idea”.
A la mañana siguiente estaba con una caja en las manos, listo para guardar los merengues apenas salieran del horno. Los colocó con mucho cuidado y salió a venderlos.
Los niños se extrañaron mucho, ¿para qué querría el dinero Doña Merenguito? Ninguno de ellos había comprado nunca nada, ni sabía cómo se hacía...
Pero como los merengues eran tan ricos y ya se habían acostumbrado a deleitarse con su sabor, pidieron a sus padres una moneda. Esto originó un pequeño problema, pues en Quita y Pon no había tiendas, ni siquiera de víveres, ya que la naturaleza les obsequiaba lo que necesitaban. Por tanto, si alguna vez tuvieron dinero, no sabían dónde lo habían guardado.
Los padres, con tal de ver felices a sus hijos, intentaron recordar. Aquellos que lo lograron, le dieron monedas a sus hijos y a los amigos de sus hijos para que fueran a comprar los merengues.
Al otro día, feliz como una margarita, estaba el esposo de Doña Merenguito con una caja mayor aún en la mano, pregonando por el pueblo.
Corrieron a él los niños, moneda en mano, para escoger aquellos de su color preferido, y ¡cual fue su sorpresa, cuando al abrir la caja, descubrieron que todos eran blancos!
- ¡Esos no son los merengues de Doña Merenguito! – dijo una niña de cabellos rojos que parecía la jefa de la pandilla - ¡Los de ella tienen muchos colores, uno por cada uno de nosotros! ¡El mío es de color cobre! ¡No quiero esos dulces, ni regalados!
Y se marchó con cara de disgusto. Uno por uno fueron acercándose los niños y, al comprobar que no estaba su merengue favorito esperándolo en la caja, se alejaban llamando falsificador al vendedor frustrado, quien viró para el hogar donde lo esperaba Doña Merenguito, con su saya amplia y su blusa de óvalos, batiendo una pequeña fuente de merengue.
- ¿Por qué no me dijiste lo de los colorantes?
- Nunca hubo colorantes – respondió ella -, desde el primer día cada merengue eligió su color...
Y le contó, mientras colocaba cinco torrecitas terminadas en espiral en una bandeja y la depositaba en el horno, de las fiestas del pasto, de la puesta de sol, de los merengues colgando como frutos maduros.
Mientras él negaba con la cabeza y le decía que tenía que estar escondiendo un secreto, ella aguardaba el tiempo de cocción, que como sabemos, es muy corto.
- Nunca hubo tintes, era magia... magia simple, como la de hacer casas con piedras de río, o las gallinas poniendo tantos huevos – sacó la bandeja y la colocó a la sombra para que se refrescara –. Cuando terminé de hacer los que me encargaste, vino Francisquita y me pidió que le hiciera unos merenguitos de regalo a sus hijas, pues no lograba recordar donde había guardado las monedas. ¿No lo ves?
El esposo, carpintero retirado y vendedor de merengues malogrado, se quedó boquiabierto, contemplando como cada merenguito había adquirido preciosos colores. ¡Y él podía jurar que nunca se añadió ningún colorante!
- Quiero tratar de entender eso que llamas magia simple – dijo a su esposa, sentándose frente a ella en un asiento hecho con piedras lisas.
- Francisquita tiene cinco hijas, por eso hice cinco merengues. Cada merengue escogió a su dueña, pues fue hecho con amor, que es la más sencilla de las magias, también la más poderosa.
Fue señalando los merengues que iba colocando en una cajita adornada con cintas de papel.
- La mayor de las hijas se llama Rosalinda, por eso éste, un poco más grande, salió de color rosa. Le sigue Marina, que tiene aquí el suyo en tonos de azul, con las cresticas blancas como las olas. Vienen luego las gemelas Ámbar y Jade, que tendrán estos de igual forma y tamaño, uno dorado y otro verde. Y la más pequeña, Violeta, se deleitará con un merenguito del mismo color de su nombre.
Vio él que aquellos dulces habían sido concebidos para ser obsequiados, no para ser vendidos. Del mismo modo que en Quita y Pon el río regalaba agua y piedras, las enredaderas flores, las gallinas huevos y plumas para edredones y almohadas, los árboles frutos y sombra, su esposa tenía la misión de hacer felices a los niños con sus creaciones multicolores.
¡Cuán a tiempo estuvo! De haber seguido intentando venderlos, al día siguiente la espuma no habría subido igual, ni hubiera tomado la misma consistencia, y al otro, los merengues ya no hubieran sido dulces, sino agrios o amargos. En cambio, ahora entendía la magia de hacer un regalo.
Cuentan que al salir el sol, estaba el esposo de Doña Merenguito recogiendo huevos y más huevos, como si las gallinas hubieran adivinado la fiesta que se preparaba.
Hubo que hornear varias tandas. Los merengues salían a cuadritos, a rayas, con serpentinas, rombos, estrellitas o chispas, porque era la fiesta de todos y no podían ponerse de acuerdo en qué color llevar. Al final quedó un huevo enorme, no de gallina, sino de pata, y el esposo de Doña Merenguito quiso aprender a hacer merengue con su clara.
Le salió un merengue rechoncho con óvalos multicolores. Todos comprendieron que era su regalo para Doña Merenguito, que se sintió feliz como nunca porque por primera vez era obsequiada con un dulce.
Y dicen que la celebración duró hasta el amanecer, que todos comieron hasta hartarse y bailaron hasta sentir mareos.
Esto me lo contó un caracol de río que me trajeron ayer, él es el único que sabe donde queda el pueblo de Quita y Pon, aquel donde las casas cambian de lugar según el antojo de sus habitantes y el dinero importa tan poco que nadie recuerda donde lo ha guardado. Allí una pareja de ancianos regala cada día merengues de colores.
Le he pedido que en las vacaciones me lleve a visitarlo.
*de Marié RojasTamayo tgrafica@cubarte.cult.cu
(indicar "PARA MARIÉ" en el asunto del correo)
*
Corazón abierto
Entre la magia y la inexperiencia
Hago relieves
En el pupitre
De corazones de amor
En el silencio
Y el no me descubran
Ensayo corazones
Fragantes. Palpitantes
Zambullidos en el pudor
Ellos agitan el amor
El inicio de la adolescencia
Saturados de futuro
Con paladar a frutas
De encuentros en el mínimo
Recreo de la escuela
El miedo y la incertidumbre
Bordea el inicio a la proximidad
Parecería un pecado, una aventura
Con el otro género.
*
Juanma mi querido hijo:
En la transparencia de tu piel
Aun ingenua e insatisfecha
Observo cada día tu bulliciosa juventud
Tus pies tan largos
Con zapatillas con los cordones sin atar
Necesitan circular por numerosas calles
Tus bigotes, tu barba y tu pelo desordenado
Quieren destruir las rutinas sin ideales
En tus noches de gritos entre amigos
Las carcajadas hacen eco en los umbrales
De mi alegría y mi somnolencia
Escucho tus palabras con reverencia
Descubren la aventura sin fronteras
Admiro tu crecimiento y honestidad.
*De Azul. azulaki@hotmail.com
El zapallo y la escritura se parecen en la manera de germinar,
de brotar y de crecer*
*Por Iris Rivera. irisr@uolsinectis.com.ar
Texto de la ponencia presentada por la autora en el Foro “Pido gancho. Textos, voces e imágenes”, realizado dentro del marco de las Jornadas de Formación e Intercambio “Mediadores a la vista”, durante la 18ª Feria del Libro Infantil y Juvenil (Buenos Aires, 26 de julio de 2007).
Es interesante pensar la escritura literaria como una de las maneras por las que los cuentos y la poesía llegan a los chicos.
Para mostrar qué tiene de singular la escritura literaria, pensé en traer a este encuentro algunas experiencias de mi trabajo en los talleres que coordino. Elegí dos situaciones de taller con adultos para compartir hoy.
Va la primera:
“¿Cómo sé si un texto es malo o bueno?”, pregunta Cintia.
Devuelvo la pregunta al grupo: “¿Cómo sé si un texto es bueno o malo?”
Cintia misma arriesga una respuesta: “Cuando un texto me parece malo es porque siento que voy rápido por la superficie. El que es bueno, en cambio, se ahonda, se va para adentro. Es como que la palabra que está escrita deja de importar porque se va, se va, se va para adentro”, explicaba.
Fue muy importante que Cintia tuviera esa pregunta y que la formulara aunque no tengamos ni nos apuremos por tener una respuesta todavía.
Cuando uno tiene una pregunta, no es que le falta algo, sino que tiene algo. La punta del ovillo de cualquier respuesta es una pregunta. Uno no pregunta cualquier cosa. Lo que pregunta tiene que ver con algún indicio de respuesta que ya está teniendo.
Entonces echo a rodar entre nosotros, hoy acá, la pregunta de Cintia: ¿Cómo sé si un texto es malo o bueno?
**
Y voy a la segunda situación:
Mary, integrante de otro taller, cuenta que levantó una baldosa del patio de su casa con la intención de tener tierra para plantar allí una parra. La parra nunca prosperó, pero un día quiso hacer puré de calabaza, entonces apartó las semillas -para que no quedaran en el puré- y las tiró en esa tierra de la baldosa levantada. Al tiempito empezó a crecer una planta. Era un lugar con poca luz, debajo de una escalera. Mary ayudó a la planta a enredarse en la baranda. Un día se fue de vacaciones y, a la vuelta, encontró que la planta había dado un zapallo enorme. Empezó a buscar entre las hojas y encontró más. En total, esa planta le dio 118 kilos de zapallo.
Lo curioso fue que las semillas eran de zapallo calabaza… pero salieron zapallos de Angola, de los que se usan para dulce. No faltó en el barrio quien empezara a hablar del “zapallo milagroso”. Hasta llegó gente de otros barrios a “comprar” un frasco
del dulce interminable que Mary ya no sabía a quién más regalar.
Ana, otra integrante del taller que por suerte es bióloga, explicó que, cerca de la casa de Mary, tuvo que haber otra planta de distinta variedad de zapallo, y el viento o los insectos produjeron una polinización cruzada entre Cucurbita pepo (zapallo de Angola) y Cucurbita moschata (zapallo calabaza).
El primer comentario que surgió en el grupo fue: “parece un cuento de García Márquez“. Y lo parecía. Pero Mary prometió documentar con fotos sus dichos. Y en el encuentro siguiente puso las fotos sobre la mesa. El dulce “milagroso”, no lo puso… porque ya no le quedaba ningún frasco.
**
La conversación en el grupo derivó en comparar lo frondoso y lo mutante de aquella planta de zapallo con la escritura literaria. Nos dimos cuenta de que ambos -el zapallo y la escritura- se parecen en la manera de germinar, de brotar y de crecer. Uno (el que escribe) levanta una baldosa de su patio interior para plantar una parra, pero resulta que la parra no prospera. La baldosa levantada está debajo de una escalera, en un sitio con poca luz. Uno plantó parra, pero la parra no brota. Es lamentable, pero qué se le va a hacer. Entonces uno se distrae del asunto, se pone por ejemplo a pisar puré. Pero la baldosa quedó levantada. Y la tierra quedó expuesta a que ahí caiga de todo, hasta lo que uno deshecha. Me olvidé de la baldosa, me olvidé de la parra. En una de esas veo que empieza a brotar zapallo, y bueno, paciencia… o a lo mejor está bien, tendré zapallo. Me entusiasmo, lo riego, le ayudo a enredarse en la baranda de mi escalera. Y la vida continúa de tal manera que un día hasta me voy de vacaciones. Pero la planta sigue creciendo ahí. Y a mi regreso, yo que había querido parra, tengo… superproducción de zapallo. Ajá. Entonces me imagino pisando 118 kilos de puré… pero, no… resulta que tampoco. Porque los zapallos son de los de dulce.
¿Cómo pasó esto? ¿Cómo pasó? Mi tierra se negó dos veces a dar lo que yo esperaba. Primero no dio parra, después me cambió la variedad de zapallo. ¿Cómo pudo pasar? ¿Cómo funciona este poder de decisión que tienen los canteros de uno? ¿Qué vientos y qué insectos vuelan? ¿Cómo suceden semejantes polinizaciones cruzadas?
Uno se queda perplejo con esto. Para sorpresa ya tiene bastante, pero resulta que
la cosa no terminaba ahí. Ni mucho menos. Porque el producto de semejante proceso imprevisible, desemboca en otro quizá más azaroso, más asombroso todavía. Desemboca en quien degusta el dulce de zapallo. En un lector. Y un lector es alguien que también tiene patio, baldosa levantada, vientos inmanejables, insectos sin gobierno y polinizaciones de lo más cruzadas.
**
Lo que yo voy pensando por ahora es que estos textos-zapallo, que son los que produce la literatura, no permanecen nunca iguales a sí mismos. Mutan. Apenas se los da por terminados ya ni siquiera son zapallo ni son pez, ya son textos-cebolla. Se ofrecen a sus lectores desde sus muchas capas. Cada lector llega a la capa que llega. Y un mismo lector, en una lectura futura, puede llegar a una envoltura más profunda de la cebolla. Porque el texto es cebolla y el lector también (el lector también tiene capas). El lector frente al texto es cebolla frente a cebolla. Y entonces, el texto-cebolla le muestra al lector-cebolla sus propias capas.
Cuando hablo de texto-cebolla es que estoy hablando de literatura. A la literatura se la reconoce, entre otras cosas, porque es cebolla… por oposición a otros textos de los que se podría decir que son papa. Y digo textos-papa peyorativamente. Textos-papa desde la cáscara hasta el corazón. Papa compacta. Pienso en las capas de la cebolla y veo que, cuando la cebolla brota, brota desde lo de más adentro.
Yo no podría explicar lo que esto significa. Y pido disculpas. Si lo pudiera explicar, lo explicaría. Pero no puedo explicarlo, por eso lo digo así. Los textos-papa brotan desde la cáscara; los textos-cebolla, desde el corazón. Lo digo así, lo sugiero, lo insinúo, lo dejo en la entrelínea porque no lo puedo explicar. Y esta manera de decir que no explica, pero que toca el corazón de la cebolla… ésta es la manera de la literatura.
Ilustración de Javier Sánchez para el libro Llaves, de Iris Rivera
*Iris Rivera irisr@uolsinectis.com.ar es docente y escritora. Coordina talleres de escritura para niños, adolescentes y adultos, y publica artículos en revistas infantiles, literarias y pedagógicas. Fue invitada por el Plan Nacional de Lectura para participar en varias provincias como conferencista y panelista. Es autora de varios libros: Aire de familia, La casa del árbol, Sacá la lengua, Hércules (más que un hombre, menos que un dios), Cuentos con tías/Vivir para contarlo, Cuentos populares de aquí y de allá, Los viejitos de la casa, Mitos y leyendas de la Argentina, entre otros. Por su libro Llaves fue distinguida con el premio Destacados de ALIJA 2006.
-Fuente: Revista de Literatura Infantil-Juvenil Imaginaria.
-Enviado para compartir por Verónica Capellino veroaleph@hotmail.com
La bruja piruja*
Era muy envidiosa de sus compañeras, era tan rencorosa que cuando veía que un hechizo no le salía bien, su cara se transformaba. Como pinocho le comenzaba a crecer la nariz, pero para abajo, como un garfio. Su mentón prominente comenzaba a temblar y se volvía paranoica y desconfiada. Comenzaba a perseguir a sus empleadas intentando encontrar algún error de sintaxis, un signo de puntuación, una coma, un margen mal encuadrado. Cualquier cosa era suficiente para rebotar los informes que había que enviar. Era tan malhumorada que sus blasfemias le venían en contra, pero perturbaba el ambiente de trabajo.
Dicen en los rumores de pasillo, que aunque no es del signo de Virgo, ella aún lo tiene como un sello. Y que aún no le vio la cara a Dios.
Uy que miedo!
*De Azul. azulaki@hotmail.com
La bruja Maruja*
Andaba en pantuflas
Tenía una antigua blusa
Y cuando se agachaba
Se le asomaba una rancia trusa
Toda manchada y Cachuza
Andaba en una calabaza y se peinaba
Con un plumero lleno de pelusas
Merodeaba en los recovecos
Continuamente con cara de mufa
Por eso nadie la quería.
Ni se le acercaba.
*De Azul. azulaki@hotmail.com
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jueves, agosto 28, 2008
POR NO LLORAR ENTRE SOMBRAS...
*Ilustración de Ray Respall Rojas. tgrafica@cubarte.cult.cu
(indicar "PARA RAY" en el asunto del correo)
JUGANDO*
Creo habértelo dicho. Muchas veces.
No sé si me escuchaste, mas, no sé si puedes.
No me pidas poemas alegres.
No me pidas que juegue tu alegría.
Podemos jugar a la pallana, al tejo…a las escondidas.
Ignoro el juego de la alegría y la tristeza en vano.
Las vivo. Simplemente. Las vivo
Juego, en cambio, con los niños, en los basurales.
A quién encuentra los zapatos menos rotos.
(No importa para nada si son pares)
A quien atrapa el ratón más grande.
A quien encuentra...una moneda!!!
A quien encuentra el bocado más sabroso.
A quién mea con el chorro mas largo.
¡Pendejos mugrientos!
Ah, como reímos cuando quiebra la escarcha!
Juego con los borrachos.
A taparnos con diarios cuando hace mucho frío.
A mojarnos con agua de la acequia en el calor.
¡Negros degenerados!
Ah, como reímos los locos de la esquina!
“Tomate otra copa, otra copa de vino
Ya me la tomé, ya me la tomé.
Ahora le toca al vecino!”
Juego con los jubilados en la plaza.
A quien cobra último.
A quien llega primero a fin de mes.
A quien moja menos la tabla de inodoro.
“Al don, al don, al don Pirulero, cada cual
Cada cual le toca una prenda”
Un piropo a la rubia de pollera más corta.
Un chiflido a la morocha que desnuda su escote.
¡Cascajo! ¡Viejo verde!
Ah, como reímos con el juego de prendas!
Juego con las viejas que viven en los barrios de lata.
La que se casó primero. La que no se casó
La que enviudó primerota que tiene más dientes.
“Veo, veo ¿Qué ves?
Una cosa ¿Que cosa?
Una cosa maravillosa.
¿De que color? De color codicia”
¡Un político en campaña!
¡Viejas villeras ¡¡Ignorantes!
Si Señor. Si Señor
Chicas a comprar comida con la cara de Roca!
Veo, veo Que ves? Una pieza oscura.
Poné el papel de diario y no cuentes ni al cura
Ah como nos reímos con las viejas del barrio!
*de Amelia Arellano arellano.amelia@yahoo.com.ar
POR NO LLORAR ENTRE SOMBRAS...
El estratega*
Llevaba dos días planeando la operación y tenía que dominar su nerviosismo a medida que se iba acercando la hora de llevarla a cabo. Repasaba mentalmente el recorrido y el tempo, analizando hasta el más mínimo detalle que pudiera hacerla fracasar.
Se fue a la cama como cada día pero se mantuvo despierto hasta la hora prevista. Al amparo de la oscuridad se levantó y se puso unos gruesos calcetines de lana para amortiguar el sonido de sus pisadas. Dominando el dolor de espalda, tomó el bastón y envolvió su parte inferior con una tela gruesa haciendo un muñón. Renqueado por el maldito reuma se dirigió a la puerta y la abrió muy despacio iniciando el camino hacia la escalera.
Todo era silencio en la casa y eso le decidió a seguir adelante. Al pasar por delante de la ventana un rayo de luna magnificó su sonrisa aviesa dibujando su silueta en la pared, encorvada por el paso de los años.
Descendió con alguna dificultad por la escalera de madera y se dirigió a la cocina. Una vez allí, fue directo a la nevera y la abrió con mucho cuidado de no hacer ruido. Sus ojos brillaron al descubrir el objetivo. Tomo el pedazo de tarta de frambuesa y se lo llevó a la boca cerrando los ojos.
Regresó a la habitación tremendamente satisfecho. Su plan había funcionado. Sus dotes de estratega seguían intactas.
*de Joan Mateu. joan@cimat.es
*
Lucho contra el instinto físico-psíquico
para no correr a desenterrarte,
Para no imaginar ni un segundo
la tierra irresistible en mis ojos,
y la desesperación resbalar en las manos.
*
Yo no quiero crearte sobre ausencias
*
Porque no quiero reescribir sobre palabras
derramadas, por no llorar entre sombras,
para aceptar que no te entiendo…
*de Florencia Soler Abbate florencia_soler_77@hotmail.com
PSICOFONÍAS*
Bruno siempre llegaba tarde. Cualquier día de estos aprendería a manejar los micrófonos y deshacía el dúo. De cualquier manera, ese era su único defecto y no es fácil encontrar un compañero de trabajo para estos asuntos, había que tenerle paciencia. Y era bueno en lo suyo.
Decidió tocar a la puerta del caserón para ir adelantando la entrevista, lo decía el anuncio del periódico: "Se requieren parapsicólogos entrenados en grabar psicofonías (dirección de la casa en un barrio de las afueras). Es necesario pasar una entrevista previa para comprobar nivel de profesionalidad".
Le abrió una señora de unos sesenta años, alta, delgada, muy elegante, los ojos azul acerado. En sus buenos tiempos había sido una belleza.
- Vengo por lo de las psicofonías.
- Claro, pase por favor - le respondió ella con ademán amable.
Fue conducido a un patio interior, muy fresco, a la sombra de dos árboles había un banco de hierro pintado de blanco, con una mesita del mismo estilo, al lado de una fuente. ¿Cómo una mansión así no iba a estar encantada?, pensó sonriendo para sus adentros. solo con sentarse a escuchar los pájaros, el sonido del agua al caer, se descubría "el encanto". La dama tenía la mesa lista para un té.
- ¿Gusta? - le dijo.
- Sí, por supuesto, con poca azúcar, gracias señora.
- Florencia, pero llámeme Flor.
Ella le sirvió con gestos delicados y precisos. Lo que se estaba perdiendo Bruno...
- Veo que me está mirando, mi esposo adoraba el ritual del té, decía que tenía que haber nacido japonesa. Y dígame, ¿cómo comenzó a interesarse en este trabajo?
- ¿Las psicofonías? - contestó preguntándose a sí mismo, tomado por sorpresa - Desde que perdí a mis padres siendo niño, en un viaje al que no pude acompañarlos por estar con varicela, y después a un amigo, justo el día en que íbamos a dar un paseo para estrenar su motocicleta y por algún motivo no pude ir. La motocicleta se volcó. No sé si me entiende, no son casualidades, es como si una mano me apartara de los peligros, aunque me dejara con el dolor y las dudas que acarrea seguir viviendo.
- Lo entiendo, continúe - dijo ella, inclinando dulcemente el rostro.
- Pensé que quizás ellos, o alguien desde el más allá, quisiera comunicarse, darme una explicación. Lo intenté visitando espiritistas, expertos en tarot. Nada. Proseguí la búsqueda por mi cuenta: si no era para mí, encontraría respuestas para otros y con ello hallaría la solución, de cierto modo, fue algo a lo cual aferrarme.
- ¿Y ha tenido éxito?
- Hasta ahora no. pero le doy mi palabra de que soy muy serio en mi trabajo, dispongo de un equipamiento técnico de última generación, y estaré todo el tiempo que me necesite buscando sonidos, voces, murmullos, lo que sea que usted crea haber escuchado.
- Realmente no he escuchado nada que valga la pena, una voz que me llama cuando duermo y al despertar ya no está, cierta vez un estrépito al fondo y cuando me acerqué. nada. Tengo, como usted, la esperanza de encontrar pruebas de la existencia del más allá. Mi familia ha partido, mis padres, como en su caso, a temprana edad, no tuve hermanas, ni hijos. desde que perdí a mi amado esposo me acosa el miedo a la muerte. Quiero saber si él me espera, si su esencia permanece en esta casa, si tomará mi mano llegado el momento. Por eso quiero saber si hay algo de cierto en lo que se comenta de las señales sonoras, las llamadas psicofonías. es probable que se requiera de un sexto sentido, entrenamiento especial o, como dice usted, el equipamiento adecuado. Cuento con su ayuda.
- Me siento abrumado con la responsabilidad de la tarea, normalmente voy a oficinas donde los serenos dicen haber escuchado ruidos extraños, viejos conventos convertidos en escuelas, cárceles transformadas en hospitales. o es alharaca para la prensa, o temor colectivo; por lo general aparece un
ratoncillo travieso, o es la broma de algún vecino.
- Es una pena que se le tome tan poco en serio. No será mi caso, tengo esa suerte de fe en las casualidades aparentes - se puso en pie -, ahora termine su té sin prisa y puede comenzar a trabajar cuando quiera. Lo dejo a solas para que no se sienta cohibido, he dejado la puerta abierta por si necesita revisar los exteriores o el jardín.
- ¿Se va? - preguntó algo nervioso.
- No, estaré cerca, pero intentaré no molestarlo - le dijo mientras subía las escaleras que llevaban al piso superior - siéntase libre de hurgar por donde crea, como dice, tal vez averiguando mis respuestas, halle las suyas.
- ¿Y si encuentro algo? - insistió.
- Siempre será mejor que no encontrar nada - le respondió desde el interior.
Le había dado pena confesar que el que sabía manejar los equipos era Bruno, iría a buscarlo, se lo presentaría y comenzarían a trabajar. ¡al fin un trabajo que parecía serio! Justo cuando comenzaba a perder las esperanzas.
Al salir vio a Bruno parado en la esquina, por más que le hizo señas, éste no lo vio, y no valía la pena gritarle, seguro estaba enganchado a los audífonos del MP4. Tuvo que ir a su encuentro.
- Hoy te esmeraste con la tardanza - lo saludó con una palmada en la espalda -, ¡lo que te has perdido por ser tan distraído! Vamos, que tengo que ponerte al día antes de entrar.
- Espera, espera - lo sostuvo Bruno por el brazo, luego de sacarse los audífonos -, esta vez la distracción no fue mía. Si te hubieras fijado, el periódico que te dio tu tía Amalia era de hace dos años, típico de ella. Estuve haciendo mis investigaciones, para no hacer un papelazo al tocar la puerta, quién sabe si ya no estuvieran interesados en lo nuestro.
- ¿Y?
- Este es un vecindario muy comunicativo, por suerte. El que puso el anuncio fue un hombre que enviudó inesperadamente. Al regresar del trabajo encontró muerta a su esposa, el gran amor de su vida, según dicen. Estaba sentada, en el patio, la había sorprendido la muerte mientras preparaba el té de cada tarde. El pobre hombre, inconsolable y desquiciado, juraba escuchar su voz, como viniendo del otro lado de una cortina de niebla, por eso puso el anuncio.
- No, no, no. - tartamudeó tratando de explicar el equívoco.
- Hace un año, desesperado de dolor, se quitó la vida. Desde entonces hasta hace poco, la casa fue clausurada, no tenían familiares, y producto de su mala fama, nadie quería habitar en ella.
- No.
- Deja de decir "no" y escúchame, a mí tampoco me gustó la historia.
Los vecinos le tomaron miedo al lugar, hablaron con la municipalidad.
- Pero no.
- Páralo, ¿quieres? ¡me vas a marear si sigues negando con la cabeza!
Antes de ayer la demolieron, en su lugar harán algo nuevo, una barbería creo. Cualquier cosa que borre el recuerdo.
- ¡Es que no puedo creerlo! - al fin pudo gritar.
- Yo tampoco - le señaló Bruno el montón de escombros remanentes en la esquina -, nos hemos vuelto a quedar sin trabajo. Te lo dije, que esto de las psicofonías no era un negocio rentable. Mira, para que te deleites en la contemplación de la casa, la señora del puesto de verduras me ha regalado esta
vieja foto, dice que su nieto la rescató de los desechos que arrojaron a la basura, parecía loca por desprenderse de ella. Son un poco brutos acá, ¡mira que demoler algo así!
Desde la imagen en blanco y negro de la soberbia mansión, tras la puerta abierta, le sonreía Flor.
*de Marié RojasTamayo tgrafica@cubarte.cult.cu
(indicar "PARA MARIÉ" en el asunto del correo)
ATRACCIÓN FATAL*
Una alucinación. Para mí, una exhalación del demonio, un Adonis. ¿Cómo no enamorarse?
Así fue: Contextura impactante, cabello castaño ondeado, piel canela, alto, simpático, sociable, super guapo. Por el perímetro de su tórax físico culturista o amante de las artes marciales.
Y yo soy tierna, cariñosa, nunca miento, trabajadora, honesta, servicial, vamos buena gente pero de lo otro…nada.
Pasó a mi lado, yo lo devoré con los ojos y él, ni siquiera la condescendencia de una mirada.
Quedé vacía, sin tener a qué aferrarme ante el despeñadero de la angustia y no pude resistirme…no pude.
Me di al chocolate.
*De Ana Broglio. anabroglio2@yahoo.com.ar
-Se desmaya una flor. Cuentos.
Caja negra*
*Por Rodrigo Fresán
Desde Barcelona
UNO La muerte hace envejecer súbitamente a los seres queridos del muerto e infantiliza a todos aquellos que pasaban por ahí y se detienen a ver y a comentar lo sucedido. Este efecto se hace todavía más evidente cuando tiene lugar y hora un accidente que nadie espera y, de pronto, todo se estremece
produciendo la paradójica sensación de que el tiempo se ha detenido.
DOS Y ya ha pasado más de una semana desde que el avión McDonnell Douglas MID-82, matrícula EC-HFP, bautizado como Sunbreeze o Brisa del Sol y perteneciente a la flota de la compañía aérea Spanair, vuelo JK502, yendo desde el aeropuerto de Barajas de Madrid con destino al aeropuerto de Gando en Gran Canaria, carreteó -luego de un primer intento infructuoso que lo devolvió a la terminal- por una de las pistas más largas de Europa, se elevó unos metros y se vino abajo y, con él, 162 pasajeros y 10 tripulantes. Y mi perfecto conocimiento de tanta sigla y data es consecuencia directa de páginas y páginas y de noticieros y noticieros desmenuzando hasta el último detalle lo que pasó, lo que pudo haber pasado, lo que no debió pasar, lo que ojalá no nos pase nunca.
La muerte, también, nos pone obsesivos.
TRES Y, claro, otra vez, el mismo debate de siempre, la gran duda de dónde están los límites a la hora de informar. ¿Cuál es punto exacto y de no retorno en el que la obligación se convierte en perversión? Nadie lo sabe o -mejor aún- nadie quiere saberlo. Y en estos días he visto y leído cosas tremendas. Para empezar, como de costumbre, la llegada de familiares destrozados al aeropuerto para informarse de lo sucedido (para colmo, los partes informaron primero de siete muertos, luego de 20, después de 45, más
tarde de más de 50 hasta llegar a los 100 y a superar la centena) y, en lugar de hacerlos entrar por una puerta especial y privada, exponerlos a la morbosa pasarela en la que curiosos, cámaras y micrófonos se les tiran encima en busca de alguna declaración trascendente sin detenerse a pensar que ninguna de esas personas tiene nada que decir y mucho que gritar y llorar. Después, las comunicaciones desde los programas de tv de la tarde (esos habitualmente dedicados a los ascensos y caídas de estrellas del
espectáculo y aledaños) vía teléfono móvil con algún familiar metido en una sala de espera hermética que todavía piensa que hay "nada más" que siete muertos mientras los conductores en el set -que ya conocen la noticia de los más de 150- se miran entre ellos con rostro mitad compungido y mitad travieso en plan "¿se lo decimos o no?" Y a continuación -descartada la posibilidad terrorista que nadie menciona, pero que siempre estará ahí, asomando la cabecita-, el habitual e incesante desfile de hipótesis, opiniones autorizadas de especialistas, reconstrucciones computarizadas, testimonios de testigos que vieron todo (misteriosamente, siempre, ahí, un argentino), historial y revisiones y pedigrí de la nave en cuestión y repaso de su manual de instrucciones, recuento de pasadas catástrofes aéreas en cielo y suelo español, la cabalgata de ambulancias hacia los hospitales y esa columna de humo elevándose en las afueras de Madrid marcando el sitio exacto donde nadie sabe exactamente qué ocurrió. Lo que no impide que -como
niños- digan cualquier cosa. La muerte nos pone locuaces.
CUATRO Al día siguiente, las pantallas en llamas tienen nuevo material que ofrecer. El más bestial y triste de todos es el paisaje de familiares saliendo de la morgue e -imposibilitados de esquivar los micrófonos- recitando con voz monocorde frases como "Mi ex mujer y mi hija", "Dos hijas, un nieto y uno más porque una de mis hijas estaba embarazada", "Mi hijo querido". Una y otra vez. Mechado con las novedades desde las olimpíadas donde -¡indignación!- el comité ha negado a los atletas españoles la
solicitud de competir con una banda de luto y de que la bandera roja y amarilla ondee a media hasta en la villa olímpica. Minutos de silencio en todas partes y después aplauso y nunca dejaré de preguntarme por qué se aplaude luego de un minuto de silencio y qué es lo que se aplaude en estas circunstancias. Tal vez, el minuto de silencio debería extenderse, por lo menos, a una semana de silencio. De respetuoso silencio. Pero la muerte nos pone efusivos.
CINCO El domingo es el día de los suplementos y hay páginas que llenar y así se leen cosas como "¿qué vuelo estival con destino a la costa no contiene una verbena de críos ruidosos y pandillas expansivas?", "el pájaro de metal inicia su carrera", "luego le ve descender como una hoja caduca" y "un niño pequeño dice que su hermana está dormida. No lo está". Y ahora es el tiempo de las dificultades y la lentitud para identificar restos carbonizados y restos metálicos, del monto de las indemnizaciones, del testimonio de los pocos sobrevivientes, del desfile de funcionarios con rostro solemne, del que llegó tarde al aeropuerto y perdió el avión, de los muchos que juran que iban a viajar ese día, pero "algo" les hizo pensárselo mejor. La muerte, sí, nos pone crédulos y milagrosos. Y debajo de todo esto, claro, el ronroneo constante de las turbinas de la realidad. Las medallas en el duty-not free de China, los maridos que siguen matando a las mujeres arrojándolas desde las alturas, las turbulencias en el vuelo hacia la Casa Blanca de Obama Airlines con los Clinton sonriendo torcido en la torre de control, Rusia despliega sus alas y Corea del Norte recalienta sus reactores, Fernando Alonso que no llega ni a despegar en el flamante circuito F-1 de Valencia, y esa voz en los altoparlantes que insiste con aquello de que por aquí no hay crisis sino "psicosis de crisis". Y son los últimos días del verano -la gente se dispone a tomar muchos aviones- y abundan los aterrizajes de emergencia, los súbitos regresos de aeronaves al punto de partida, las demoras por revisiones técnicas fuera de programa, las arrivals con el cinturón bien ajustado y las departures encomendándose a los poderes superiores mientras uno jura oír ruiditos que nunca oyó y, supongo, los aviones después de una crisis también tienen psicosis de crisis.
SEIS Y la caja negra. Siempre me intrigó lo de la caja negra. Ese artefacto lento pero implacable funcionando como alma y fantasma y oráculo y detective y testigo y juez de todo lo sucedido. Esa reliquia casi invulnerable a la que se busca y se encuentra entre partes rotas e imposibles de arreglar.
Siempre me pregunté si no se podrían recabar todos esos datos en una computadora en tierra que revelara pronto y hasta pudiera advertir e impedir lo impensable e impredecible. Supongo que no. Del mismo modo, todavía, los seres humanos no llevamos cajas negras que lo expliquen todo y que les
descubran a nuestros familiares y a los sobrevivientes y técnicos el porqué de accidentes sentimentales y laborales, el misterio de decisiones incorrectas o de incorrecciones lógicas, los "fallos humanos" y los aciertos conseguidos, en ocasiones, sólo después de comportarnos como animales devorando a seres indefensos que sienten un dolor tan grande que ya no les queda nada más por sentir. Ahí están todos: repentinos ancianos soportando de pronto y sin aviso la losa de la tragedia o insensibles niños
instantáneos haciendo y diciendo brutalidades invocando la obligación de informar a los ciudadanos.
Arriba, el cielo es azul y las cajas negras son de color naranja.
*Fuente: Página/12
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-110505-2008-08-28.html
Correo:
MIENTE MENÉNDEZ*
Luciano Benjamín Menéndez atribuye a Lenin la frase: “La política es la guerra por otros medios” cuando cualquiera que haya leído un poco la recuerda como acuñada en el bronce del militarista prusiano por herr Claus Von Clausewitz, en su libro ARTE Y CIENCIA DE LA GUERRA Este fue uno de los ideólogos del golpismo militarista, de Bismark y del expansionismo militar SS hitlerismo, pero no de Lennin ni de Mao ni de Castro, porque Lenin fue elegido por voto mayoritario, ni de Mao porque Mao no hizo la guerra a ningún otra nación constituida sino que luchó en y por su pueblo contra resabios de milenios de dinastías hereditarias y gobiernos títeres del colonialismo.
Por el contrario, Rusia fue invadida militarmente por Alemania. Al revés de lo que dice Menéndez
Y Cuba, que no había invadido a ninguna otra nación fue invadida militarmente en Bahía de Cochinos
Y Corea comunista no fue invasora sino invadida militarmente por la U.S.Army.
Y Viet-Nam no fue invasora militar sino invadida por el ejército francés primero y norteamericano después.
Herr Menéndez reivindicó a Mussolini como un camarada de armas que hizo bien en tener preso a Gramsci, cuando Gramsci nunca fue gencida y Mussolini sí.
¿Por qué Mussolini invade militarmente Grecia, y a una nación africana? ¿Sería para restaurar la democracia ateniense???
Se le olvidó decir al mentiroso Menéndez que en el bombardeo al pueblo vasco de Guernica murieron 1.645 civiles –mil seiscientos cuarenta y cinco-. Y con los alemanes nazis también participaron aviones italianas de su amigo Mussolini.
Mussolini y Hitler, como Julio A.Roca, Bussi, Stroessner, Fujimori y Uribe también llegan al poder por elecciones, pero eso no legitima sus genocidios. Pinochet también se mantubo por elecciones amañadas.
Fidel Castro no llega al gobierno de Cuba bajo órdenes del Estado Ruso. Los primeros compromisos de relación comercial entre Rusia y Cuba se firmaron años después, y con desacuerdo del Chje Guevara Y cuando cuba quiso comprar misiles a kruchev fue sancionada por bloqueo en Asamblea de Naciones Unidas como nunca lo fue USA que tiene bases misilisticas en su país y en Turquía,apuntando a otras naciones.
Esa filosofía militarista de Clausewitz inspira el golpe reaccionario de Uriburu y a ese pensamiento adherían los oficiales del partido militar argentino, G.O.U. que derrocando a Irigoyen, quiebran la institucionalidad civil y desembocan en Farell-Perón.
Pero después Perón llega a presidente en elecciones, y no como Uriburu, en golpe.
Esa filosofía de crear el partido militar mediante un golpe militar fue predicada por Lugones y el Obispo Antonio Caggiano en los Liceos y todos los militares son de esa idea: Somosa, Trujillo, Stroessner, Aramburu, Onganía, Pinochet, Lanusse, etc.
Cuando Alemania es derrotada por el Ejército Rojo de León Trotsky y Hitler se pega un tiro,
todas las fuerzas reaccionarias del capitalismo se pliegan a su nuevo dios OTAN
Inclusive Perón, que como candidato en elecciones se postulaba al principio como la alternativa frente a la imperialista Embajada norteamericana, ya en 1953 abandona la "tercera posició" y se declara a favor de Norteamérica en la invasión militar a Korea.
La revolución cubana fue insurrección popular contra una dictadura en un pueblo que había sufrido la enmienda Platt, que fue colonialismo desembozado y después la Ley Torricelli que le impuso más de cuarenta años de bloqueo mundial cuando no se lo impusieron a Franco ni Norteamérica ni el vaticano ni argentina.
Contra la republica de España estuvieron del mismo lado Perón y Aramburu y Onganía y Lanusse.
Y todos los Papas y gobiernos norteamericanos hasta pasada la muerte de Franco.
Perón en el exilio no quiso reivindicar el levantamiento de algunos militares y policías contra la dictadura de Aramburu para reestablecer la democracia golpeada en l955, pero hay documento filmico hecho en Puerta de Hierro por Pino Solanas donde el clausewiziano coronel Perón, preguntado por la violencia armada de los jóvenes argentinos dice: “La de arriba es violencia, la de abajo es justicia”
Aquí nunca hubo guerrilleros rusos ni chinos ni cubanos invadiendo argentina ni chile ni Uruguay.
Sí hubo atentados terroristas perpetrados por agentes de la CIA como el asesinato del general chileno Prat en Buenos Aires.
Pero una vez llegado Perón al Poder en 1974, no pidió esclarecimiento por la masacre de Ezeiza. Por el contrario, a los jóvenes que habían luchado tantos años como él no luchó les dijo: "Fuera, imberbes, no los queremos, queremos negociar, queríamos a Rucci, a Lorenzo Miguel y a Casildo Herreras y a Lopez Rega."
El general Perón ascendió a Emilio Eduardo Massera, justificó la masacre de Ezeiza y fue el abuelo, si no el padre, de la Triple A.
¿Menéndez menciona a la Triple A como nefasta?, Su único defecto fue ser menos genocida que el Estado Mayor Conjunto aliado a todas las dictaduras latinoamericanas subordinadas al dios OTAN. Se le olvida agregar que los mismos policías – parapolicías de la Triple A, antes fueron mano de obra de Onganía y de Lanusse y luego de actuar en la Triple A, pasaron a hacer lo mismo y peor a las órdenes de sus nuevos superiores, Estado Mayor Conjunto. Y los mismos militares y paramilitares que ejercían el terrorismo en 1974 y 75 para la triple A, lo pasaron a ejercer, elevados de cargo, desde 1976.
La excusa de luchar “contra el comunismo ruso o cubano” fue la misma en Triple AAA y en el Proceso.
Pero Buzzi fue un miserable soldado de Menéndez y Menéndez y Videla, como Somosa y Pinochet fueron mercenarios a las órdenes del dios OTÁN.
¿De qué lado estuvo Menéndez en el genocidio del pueblo chileno desde el 11 de septiembre de 1973?
¿Qué opinan Menéndez, Primatesta o Bussi sobre la masacre de Trelew o la masacre de Ezeiza? ¿De qué lado estuvieron Menéndez y Bussi en los asesinatos de Anibal Verón, de José Luis Cabezas, de Fuentealba, de Leprati, de Kosteki y Santillán, etc?
¿De qué lado estuvieron en el golpe militar anglo-norteamericano derrocando a la democracia de Aristide en Haití?
Lo que entendieron Rodolfo Walsh, Galeano, Gelman y otros es que los fusilamientos en José león Suárez, en Trelew, en Ezeiza y toda la lucha triple-a y Proceso no fueron lucha contra el peronismo ni contra el marxismo-leninismo, sino la continuación moderna de los genocidios de los pueblos originarios por el militarismo monárquico colonialista español y por el terrorismo clerical de la santa inquisición. La Iglesia doctrinal y las monarquías europeas fueron historicamente asesinas de los propios pueblos europeos e indoamericanos que les dieron de comer.
Desconfío de los tribunales de justicia de Inglaterra y de España y de Italia y la Haya, como de la extradición de nbarcoraficantes colombianos a cárceles norteamericanas. Todo el narcotráfico en Latinoamérica y en Asia es maniobra encubierta del terrorismo norteamericano, como la Guerra del Opio fue narcotráfico inglés desde India contra el pueblo chino.
Menéndez dice que los que lo quieren juzgar hoy no son sus jueces naturales sino puestos por el poder político. Olvida decir que llama naturales a los tribunales militares, que son anti-constitucionales.
Las cárceles vip de las corporaciones policiales y militares no son naturales, son aguantaderos y guaridas de genocidas.
Y si las fuerzas armadas no responden a los pueblos y a sus legítimos representantes, ¿a quién responden? Responden a los Anchorena, a los Martínez de Hoz, a los Luciano Míguens, a las corporaciones del poder económico financiero que usurpan o tercerizan con sus títeres el poder político.
¿Quiénes impusieron a Mc Carty como senador? ¿Quiénes impusieron a Mc Namara como Ministro de defensa? ¿Quiénes impusieron a Kissinger como secretario de Estado norteamericano? ¿Quiénes impusieron a Deck Cheney como Vicepresidente y a Condoleeza Rice como secretaria de Estado? No el pueblo norteamericano sino los clausewiztas que entienden a la política como otro medio desembozado o encubierto para sus saqueos globalizados y genocidios permanentes.
Después del genocidio bosnio de 1995 hay más genocidio. Contra el pueblo de Colombia hace sesenta años que se ejerce el genocidio para-policial y para-militar. (Para no hablar del genocidio de originarios en Guatemala y México, todavía hoy.)
Contra los pieles rojas de América del Norte hubo genocidio y contra los negros esclavos hubo genocidio.
Contra el pueblo vasco hubo guerra sucia y genocidio. Contra el pueblo irlandés hubo guerra sucia y genocidio.
Contra el pueblo palestino no hay guerra sino genocidio.
Contra el pueblo de Irak no hay guerra sino genocidio de la más lesa humanidad.
Contra el pueblo más pobre de Bolivia hubo quinientos años de genocidio siendo Evo Morales el primer gobierno
originario de todo este continente explotado, saqueado y genocidado.
Los que quieren replantear el tema derechos humanos en los falsos términos de lucha entre peronismo y gorilismo, son cómplices o encubridores de la verdadera historia del mundo, que es la historia del genocidio de los pueblos y lleva más de cuatro mil años.
Por último, se le olvida a Menéndez y se le olvidó al Fiscal y al periodismo preguntar quiénes fueron, con nombre y apellido, los militares franceses que planificaron y practicaron en Argelia la mal llamada Guerra Contra-revolucionaria o Guerra Anti-subversiva. El más cobarde y sucio genocidio.
Y se le olvida a los tribunales civiles del primer mundo citar a juicio a esos militares franceses, instructores contrainsurgentes, que fundaron la enseñanza del terrorismo de Estado y la guerra más sucia a todas las dictaduras militares en la mal llamada Escuela de las Américas. Escuela de democracia necesita el mundo, escuela de verdad, justicia y memoria, , pero NUNCA MÁS una Escuela de genocidio.
*de Rubén Vedovaldi.
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domingo, agosto 24, 2008
CON EL COLOR DE LA TERNURA...
*Ilustración de Mónica Russomanno. monicarussomanno@yahoo.com.ar
Las Gotas*
Empezaron a corretear por aquella superficie lisa y transparente haciéndose un poco más grandes.
Estaban en la parte superior de aquel cristal empañado muy cerca la una de la otra. Se miraron y casi al unísono empezaron una carrera por la superficie lisa deslizándose hacia la parte inferior de la ventana. Jocosamente se cruzaban y las estelas que dejaban conformaban un dibujo que parecía un corazón.
Las dos gotas se amaban desde hacía más de un cuarto de hora, cuando empezaron a formarse por el contraste entre el frío de la calle y el calor de la habitación.
Súbitamente se separaron, cada una hacia un costado, pareciendo que no se iban a encontrar más, pero con un rápido giro volvieron al centro y se unieron en una sola, justo en el momento que llegaban a la parte inferior.
Su vida fue efímera pero tan intensa que no se hubieran cambiado nunca por aquel señor que, dentro de la habitación, contaba monedas de oro, tan abundantes como su soledad.
*de Joan Mateu joan@cimat.es
CON EL COLOR DE LA TERNURA...
UTOPÍA*
Peregrino,
en el mundo
voy buscando
ese lugar
imaginario,
que no existe
ideal,
que resulta
imposible,
que no es.
Peregrino
en el mundo
adelanto mi nave,
no desisto
y creo,
y voy en busca
y allá voy,
detrás
de mi utopía.
De Al mar la noche. Poemas
*De Ana Broglio. anabroglio2@yahoo.com.ar
ESPERA*
Presa de la nostalgia que me envuelve,
Acunada bajo el rostro de la nube,
Aguardo la llegada del momento
Del destierro por siempre del olvido.
Y soplarán del viento caracolas
En espumas, amoldadas por tus dedos,
Caerá del calendario aquella hoja,
Pues ya no habrá más días a la espera.
Depuesta la zozobra que corroe,
El eterno soliloquio en tu ausencia,
El temor, el acoso, el plenilunio,
Te envolveré en mis versos, bienamado,
Atraparé en mis brazos tus estrellas,
Iremos a la mar, a por sirenas.
REGRESO*
Vestido en otras lunas te me llegas,
amado trasgresor de mi sosiego,
traes contigo obsequio de juglares,
aliento de sargazo y hierbabuena.
Escudándome voy de mal de amores,
de conjuros que brotan en mis suelos,
bandadas de zunzunes han llegado,
besándose a los gérmenes que siembro.
Y es de sotas, de calma y de silencio
que armada va la hora en que te espero
y es de incienso, de soles y de estelas
nocturnas, pues te sueño buen romero,
en sombrero de mago o libro abierto,
vuelo de ave, de trasgos sortilegio.
*Poemas de Marié RojasTamayo tgrafica@cubarte.cult.cu
(indicar "PARA MARIÉ" en el asunto del correo)
MENDIGA VOZ*
*De Alejandra Pizarnik
Y aún me atrevo a amar
el sonido de la luz en una hora muerta,
el color del tiempo en un muro abandonado.
En mi mirada lo he perdido todo.
Es tan lejos pedir. Tan cerca saber que no hay.
*Fuente: http://amediavoz.com/pizarnik.htm#MENDIGA%20VOZ
Un carnaval a la medida de nuestros días*
*Por Beatriz Sarlo bsarlo@viva.clarin.com.ar
Un amigo pregunta qué puede hacerse. Está harto de leer diarios donde se comentan programas de televisión que se ocupan de otros programas de televisión, y cansado también de que el más leve toque del control remoto, mientras los avisos lo alejan de un canal de noticias, lo haga aterrizar en el siguiente canal donde ha descubierto, igualmente harto de descubrir cosas de esta clase, que la televisión de aire transmite un concurso de baile de cabaret o algo que se le parece. Me quedo callada porque el problema no es sencillamente insoluble sino también difícil de definir. Le aconsejo a mi amigo que, ya que tiene cable, memorice dos o tres ubicaciones de canales que no lo precipiten en ese estado de indignación y las marque en el control remoto no bien lleguen los avisos del canal de noticias. Enseguida me doy cuenta de que este consejo práctico no tiene nada que ver con su pregunta que, traducida, es la siguiente: ¿qué pasa con los treinta puntos de rating que recolecta un baile de cabaret que, hace dos décadas, hubiera sido considerado demasiado explícito en un melancólico sótano de tercera categoría frecuentado por hombres de mediana edad con las esperanzas perdidas? Hoy, algunos programas de la televisión de aire y sus correspondientes "meta-programas" (es decir las emisiones que se ocupan de ellos durante todo el día) son lo que la televisión va inventando para trazar siempre un más allá del límite de la oferta abierta, es decir para grandes y chicos, ya que nadie puede creer sensatamente que algo parecido a un horario de protección al menor va a ser aceptado por los propios menores en cuanto pasan los diez o doce años. La televisión digiere lo brutal, lo monstruoso, lo desaforado, lo hipersexualizado y lo escatológico. Es el lado carnavalesco de la vida cotidiana en sociedades donde el Carnaval como festividad ha dejado prácticamente de existir. La televisión es un espejo que refleja tendencias que están en todas partes, incluso en todas las clases sociales, aumentándolas hasta volverlas irreconocibles: "Me divierto con esto pero no soy esto", sería el falso consuelo del espectador bien pensante. Realiza deseos incómodos que encuentran un discurso cuando la televisión los saca al aire, les da legitimidad e, incluso, convierte pulsiones inarticuladas en modas lucrativas. El Carnaval era, en las comunidades donde existió verdaderamente, una etapa de licencia completa, donde los deseos se vengaban de la represión. El Carnaval pisoteaba el umbral sexual y la separación entre débiles y poderosos. Pero la función organizadora del festejo consistía en que su duración era limitada. Había una preparación, una erupción y un "entierro", como se llamó al último domingo de la fiesta. Era un ritual, no un flujo ininterrumpido de actos donde todo vale en cualquier momento. Los programas que irritan a mi amigo son lo opuesto del Carnaval aunque sean una mascarada. Suceden todo el tiempo como en un interminable banquete de pesadilla cuyos invitados, por turno, se levantan de la mesa para vomitar y luego vuelven a ella a fin de seguir atracándose. El desafío podría resumirse en una frase: multiplicar la apuesta hasta reventar. Los directores de las murgas televisivas son intrépidos frente a dos circunstancias inevitables: la repetición cotidiana y la exageración acumulativa de lo repetido. La repetición es necesaria porque no hay imaginación ni copia que no se agote después de algunas semanas. Las peleas se repiten, las agresiones se repiten, los insultos se repiten tanto como las idioteces, porque es demasiado tiempo en el aire para exigir algo nuevo. Nadie puede ser original todas las noches. Por otra parte, la repetición es lo que vuelve familiar y hogareño al Carnaval: una vez que se ha visto una sesión de baile de cabaret con cierto asombro, las sesiones siguientes parecen ensayos de fiesta de fin de curso en un colegio religioso; la vista se acostumbra porque el escándalo sólo aparece junto con la sorpresa y estos programas no pueden desparramar sorpresas. La exageración es propia del género y de la estética de los medios de comunicación: las partes del cuerpo han tomado dimensiones extraordinarias, logradas por intervenciones de la tecnología quirúrgica y carnavalesca. La implantación de partes del cuerpo produce estilos nunca vistos, inflados, tensos y estólidos, carentes de esa morbidez que sugería el paraíso del erotismo cuando se miran las fotos de Marilyn Monroe, que hoy no podría iniciar su carrera desde abajo (como la inició) porque su cuerpo no da para el baile del caño y, en todos los castings, le pasarían por encima con una aplanadora de cuerpos producidos. A Marilyn le faltó exageración y despliegue; cualquier cuarta línea de la televisión tiene más cintura, mejores piernas y menos panza; la sensualidad de Marilyn era demasiado insinuante y no se ofrecía como un kilo de berenjenas en la verdulería del supermercado. Marilynestaba demasiado "al natural". La televisión no quiere ese "natural" sino cyborgs. Y las tecnologías lo hacen posible como, hace veinte años, se inventaban peinados o cortes de pelo. Eso es lo que tampoco entiende mi amigo.
*Fuente: Clarín http://www.clarin.com/diario/2008/08/24/sociedad/s-01744633.htm
El recuerdo de mis padres*
Una sonrisa enciende mi rostro
cuando el recuerdo de mis padres
recorre los caminos de mi mente
y los colma de brillo.
Sus siluetas se iluminan
con una luz mágica,
sus miradas irradian paz,
hay música en mi corazón.
El arrullo de sus voces
me acaricia el alma,
los sueños se dirigen
al paraíso de mi infancia.
Las paredes se tiñen
con el color de la ternura,
el amor inunda la vida,
se derrama la alegría.
Mi felicidad es inmensa,
sus abrazos provocan mis suspiros,
la emoción me domina,
quiero detener el tiempo.
*de María Griselda García Cuerva. mg_cuerva@yahoo.com.ar
Correo:
Londres, 2008-08-24
El caso del cura Grassi: DENUNCIA*
El juicio oral que comenzó la semana pasada se reanudará el próximo martes, y continuará el jueves y viernes venidero.
En las primeras dos audiencias se presentaron todas las pruebas documentadas y se dio a conocer una denuncia de un grupo de empleados de la Fundación Felices Los Niños, previa a la difusión del informe de Telenoche investiga.
Julio César Grassi, cura católico, está acusado por el delito de "presunto abuso sexual agravado, corrupción de menores y amenazas coactivas" contra tres jóvenes de la Fundación Felices Los Niños, de la que era Director. Se lo juzga por 17 hechos y durante el juicio declararán 415 testigos.
El juicio oral se ventilará en privado, desde que se ha prohibido la entrada de la prensa, lo que constituye una verdadera anormalidad jurídica.
El comienzo del juicio, nos ha dicho el Dr. Enrique Stola, 'ha incentivado desde hace unos 30 días a violentos, abusadores sexuales, psicópatas, personas de mala fe y afines, a realizar una campaña contra varios colegas, amigos y amigas, y contra mi persona. Intentan, entre otras mentiras, relacionarnos con el imputado de abuso sexual Jorge Corsi, como si fuéramos sus defensores. En mi caso llegan a decir que somos pareja. O que Juan Pablo Gallego (defensor legal de las supuestas víctimas del cura Grassi) es su abogado"
Y agregó: "Esta campaña de difamación es fuerte y solo no puedo enfrentarla”. Y por supuesto, la cosa no para allí.
El encargado del comedor Williams Morris, para chicos que viven en la calle, ha dicho :"Vivo constantemente amenazado". Se llama Aníbal Vega y es tutor responsable de Ezequiel, el testigo clave contra el cura acusado de abuso sexual. Vive con miedo a doce cuadras de la Fundación Felices los Niños. Robaron su casa, lo golpearon a él y a su mujer, le muestran armas por la calle y pintan su puerta con mensajes mafiosos. Tiene protección y, pese a las presiones, va a declarar.
Según los diarios, fue notorio que también el Dr Gallegos salió de las sesiones del juicio con custodia policial.
Respondiendo a la convocatoria del colega Stola, no titubee un segundo. Busqué en Google lugares adonde se lo calumnia e inserté mensajes de protesta y de repudio, como el que sigue.
Proliferación de las calumnias contra defensores de víctimas y testigos de la causa cura Grassi, Argentina
Tanta campaña concertada de oprobio que existe contra personas que, como el Dr. Enrique Stola y la Sra. Stella Carlotto, tratan de revertir con estas acciones un tanto la cultura machista y violentista que prevalece en Argentina, agravada como secuela de la última dictadura - y que tiene como resultado el sistemático y aun mayoritariamente impune abuso de los derechos esenciales de todo ser humano-, es la expresión clara de cuánto son capaces hacer por ocultar/deformar la verdad, así como de herir a más personas inocentes, esa otra gente que sufre de variaciones de perversidad mental y social.
De ahí que aunque sea casi tiempo perdido, me permito denunciar como falsas tan mal intencionadas noticias, faltas de todo parámetro ético y moral compatible con el nivel de civilización esperable en el Siglo XXI.
Seria, entonces, de gran valor, que también sus lectores y lectoras, si aun no lo han hecho, pudieran sumarse a nuestra campaña por la justicia y contra la prepotencia, la mentira y la explotación del poder ciego. Por ello, le agradezco se sirva publicar esta carta.
Con cordiales saludos.
*Dr Marta Raquel Zabaleta. mzabaletagood@gmail.com
...“es el momento de estar junto con los comprometidos, con los que siempre alzaron la voz”...
Teólogo y ecologista Leonardo Boff, Neuquén, 22 de agosto 2008
- Coordinadora del Grupo de Trabajo 'Mujeres, hombres y géneros', de CEISAL
(Consejo Europeo de Investigaciones socio-económicas sobre América Latina)
- Honorary Visiting Senior Lecturer, School of Art and Education, Trent Park, Bramley Rd., Middlesex University, London,UK
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sábado, agosto 23, 2008
ESCUDOS QUE NOS PROTEGEN DE LA FINITUD...
*Ilustración de Ray Respall Rojas. tgrafica@cubarte.cult.cu
(indicar "Para Ray" en el asunto del correo)
Dos y Tres Noches (o no hay ni dos ni tres)*
Nadie se suicida con un "punto y final",
Parecieran causar más daño
Las "comas" y los "punto y seguido";
Pero nadie usa ya,
Para morir tajantemente,
Un "punto y final"…
Ahora hay otras causas por qué morir:
Una televisión,
La partida del ser amado,
La democracia que reviste nuestro Estado
O la playera de moda,
Que combina con los zapatos…
Pero nadie lo hace ya por revertir el hambre,
Por las manos que se quiebran en la miseria
Y mucho menos lo hacen
Por un "punto y final"…
Parecen lejanos los días
Donde un "punto y final"
Era preciso para morir heroicamente;
Ahora se usan los brazos,
Las hordas de desempleados,
Los seguidores de películas de acción
Y a más de un funcionario…
El "punto y final" se evita:
Ha sido olvidado,
Hoy matamos con guerra industrial;
Ya nadie se suicida con signos de puntuación…
Mutilan sus manos y sacan sus ojos
Con latas de frijoles
Embasados al vacío…
Quien quiera seguir viviendo
Se le aborrecerá hasta la muerte:
¿Es verdad que nadie muere ya
por un "punto y final",
que desde el principio se ha evitado?
Nadie muere en paz sin que la lápida exhiba:
"Punto y Final"…
¿Nos habremos suicidado en vano?
Nuestra vida misma:
¿Alcanzará para dejarnos morir?
El "punto final"
Ha llegado.
*de Hugo Ivan Cruz-Rosas. quetzal.hi@gmail.com
ESCUDOS QUE NOS PROTEGEN DE LA FINITUD...
Despertar*
Vengo del castillo donde reina la niebla,
Donde el musgo escribe en sus paredes mi historia.
Vengo del lugar donde surge la noche,
En su estela lleva el cometa mi muerte.
Vengo del universo a donde viajo en sueños,
En brazos del viento se alejan mis miedos.
Vengo de la fuente donde bebo a escondidas,
Donde crecen flores veladas al invierno.
Vengo del prado donde pastan los ciervos,
Y se ahueca a sus pasos la flor del embeleso.
Regreso, amado mío, de nuestro jardín secreto,
Vengo, amor de siempre. vengo de darte un beso.
*de Marié RojasTamayo tgrafica@cubarte.cult.cu
(indicar "PARA MARIÉ" en el asunto del correo)
Cacofonías*
Llevaba años dedicándose al estudio de los fenómenos paranormales con escaso éxito, por lo que aceptó inmediatamente el encargo de averiguar quienes eran los que, noche tras noche, susurraban mensajes en aquella casona ruinosa de la Avenida Plumkier con el fin de conseguir, de una vez por todas, obtener algún resultado positivo.
Era una oportunidad magnífica para reivindicarse frente a sus colegas de profesión, y más en estos momentos en los que algunos de ellos empezaba a mofarse de él. Además, en esta ocasión tenía una información añadida que le ayudaría a alcanzar sus objetivos. Se había puesto en contacto con un criado que había vivido en la casona en su momento de máximo esplendor y que conoció a la familia por lo que sabía como debía actuar. Si quería entablar una conversación con alguno de la familia -le había dicho - era indispensable que cuando le hablaran les respondiera enseguida, en caso de no hacerlo se irían y no le dirigirían la palabra nunca más.
Armado con su grabadora y dispuesto a registrar las mejores cacofonías de aquella mansión encantada, se adentró por los ampulosos pasillos dirigiéndose a la biblioteca, que era la estancia en la que se presuponía se habían manifestado los espíritus. Se sentó frente a una escribanía sobre la que colocó la grabadora y se dispuso a esperar. Pasaron una par de horas en las que únicamente las sombras que proyectaba la vela se movían por la habitación.
De pronto, una forma ectoplásmica apareció en un rincón del techo y con un susurro parecido a un soplido, desapareció. Era la señal que esperaba. Enseguida llegarían las manifestaciones sonoras. Se puso en tensión y aguzó todos sus sentidos hasta que empezó a oír un murmullo que iba creciendo parecido a unas voces que confluían en una estantería de libros.
Recordó la recomendación y se preparó para la conversación. Una voz fácilmente identificable como la de un varón de mediana edad dijo claramente: " ¿Quién me está esperando?". Intentó responder y no pudo, la lengua no le respondía y únicamente alcanzó a farfullar "Esto.. est… esto.. estoy…". La voz de ultratumba dijo: "Nadie responde tampoco hoy" y se fue, desvaneciéndose hasta desaparecer.
Cabizbajo abandonó la mansión y arrojó la grabadora al primer contenedor de basura que encontró en a calle. Se fue caminando lentamente, visiblemente contrariado después de haber constatado que no tenía que haberse dedicado a eso de las cacofonías siendo tartamudo. Le había pasado lo mismo que cuando quiso ser locutor.
*de Joan Mateu joan@cimat.es
Simuladores*
En el espejo cotidiano
Refleja el dolor
En el espejo de los demás
Simulo estar bien
Pero llevo a cuestas
Sobre mi espalda crujiente
El llanto.
No quiero mirarme
Solamente así
Con desdén y menosprecio
Invento excusas para mostrarme
Alegre vivaz
Solo excusas para no
Ahuyentar a los demás-
*de Azul. azulaki@hotmail.com
SUICIDIO*
El éxito del suicido depende del método elegido. Por supuesto, se ha de estar bien seguro de que se quiere dar ese paso, porque eso de quedarse a medias siempre da mala fama. Pero sigue siendo la forma de llevarlo a cabo lo esencial, nada de esos ahogos solitarios en la bañera, o ahorcamientos en hoteles de tercera clase con el pestillo pasado por dentro, para no hablar de las aberturas de venas en cementerios desolados, que sólo sirven para restarle poesía al momento supremo del suspiro de cierre, que jamás será escuchado por oído alguno, en este mundo o en el que tal vez nos espera. Nuestra última actuación debe ser digna, sin demasiadas alertas, prescindiendo de inútiles histerias que sólo promueven intentos de rescate - a veces exitosos -, eludiendo las multitudes, pero obligatoriamente ante un testigo, elemento imposible de obviar... quedaría todo en un vano performance si no se encuentra un espectador.
Había elegido aquella carretera, a las doce de la noche. Contenía todo lo imprescindible: iluminación suave, pero suficiente, soledad para meditar y, lo más importante, el testigo, que en este caso sería el mismo que llevaría a cabo la acción de dejarla sin vida.
Ya había dejado pasar dos autos, uno iba lleno de jóvenes bulliciosos, ajenos a toda angustia; el otro, conducido con demasiada precaución por una señora menopáusica. Ahora veía en la lejanía acercarse dos luces a la velocidad necesaria. Con los anteojos de visión infrarroja que había adquirido especialmente para la ocasión logró distinguir el rostro del chofer: un hombre maduro, tal vez casado y padre de familia... ¿qué haría en la carretera a esa hora? Quizás regresaba de una aventura extraconyugal,
motivo de más para que no prestara la suficiente atención a la carretera...
Fue sólo cuestión de un instante, la joven saltó literalmente frente al auto, con los brazos abiertos y más bien se dejó caer bajo las ruedas. Por más que trató de girar, frenar, intentar lo que fuera, el pesado armatoste metálico le pasó por encima, frenando a unos metros de distancia con un patinazo que casi lo hace volcarse, rugiendo con gañido de bestia enferma.
El hombre abrió la puerta y corrió. Estaba muerta, definitivamente ida. Su cuerpo exánime rebelaba a una mujer casi adolescente, delgada y de cabellos claros, que de no estar cubierta de sangre tal vez sería bella en su sueño eterno. Y ahora ¿qué hacer?... Llevarla a un hospital no le conduciría más que a una noche de papeleo interminable que terminaría en la prisión, para no hablar de sus hijos, de su esposa... del simple hecho de tener que declarar que estaba en esa carretera a esa hora cuando era obvio que no era el camino de regreso de su oficina, sino de la casa de ya se sabe quién...
"Adiós, muñeca", dijo apartando un mechón de la pálida frente de la muchacha. Y sin más culpas que saber que llevaría ese secreto para siempre consigo, encendió el auto y partió, a donde lo esperaba la cálida cena, la tarea escolar de los hijos, ensayando la expresión que asumiría cuando el noticiero del día siguiente anunciara la anónima víctima descubierta en una carretera solitaria.
Ella vio el auto perderse en la lejanía.
Pasados unos segundos, se incorporó, fue en busca del bolso que había dejado oculto entre los matorrales y con la ayuda de una toalla y una botella de agua se limpió las huellas de su propia sangre. Luego sacó una muda limpia, se cambió, amparada por las sombras y guardó en una bolsa plástica las ropas y la toalla, que luego se encargaría de botar en cualquier basurero lejos del lugar elegido para su vigésima muerte.
Había descubierto su extraño poder de resucitar, de regresar, de regenerarse, o de como diablos quisieran llamarlo, cuando hizo su primer intento de suicidio. Esta vez había escogido mal, una sobredosis en unos asquerosos baños públicos. Por suerte regresó a tiempo de enmendar el error.
Lo intentó de nuevo, con mejores píldoras, en un parque, al lado de un borracho, y regresó a tiempo de verlo huir aterrorizado... Desde entonces había tomado el hábito de presenciar su propia muerte, a modo de liberarse del estrés, de las presiones, al menos una vez por semana.
Había ido perfeccionando los métodos, escogiendo los lugares, descubierto la importancia de elegir un testigo, transitado desde una terminal de trenes en su último viaje hasta una noche de hotel junto a un desconocido. Lo que más le agradaba era observar las expresiones de los elegidos: culpa, remordimiento, repulsión, miedo, tristeza... éste último había sido casi tierno, por un momento sintió el temor de que cargara con ella hasta un hospital, todavía recordaba aquella noche en que tuvo que aguardar hasta
quedar sola en la morgue.
Acomodándose el pelo con las manos, comenzó a hacer auto stop. La idea de lanzarse desde el techo de un rascacielos le cosquilleaba la mente hacía unos días, pero le tenía cierto respeto a las alturas...
*de Marié RojasTamayo tgrafica@cubarte.cult.cu
(indicar "PARA MARIÉ" en el asunto del correo)
Inframundos*
*Por Rodrigo Fresán
Desde Barcelona
UNO
Días atrás, los diarios y los noticieros del mundo titularon, con ligeras variantes, algo así como Descubren la entrada al inframundo maya. Está claro que, de un tiempo a esta parte, este es el tipo de novedades que más me interesan: las buenas o malas nuevas que llegan desde otro lugar, desde otro orden y estado de las cosas, desde mundos tan distantes que, sin embargo, están en este mundo.
Supongo que a todos los escritores les sucede más o menos lo mismo.
DOS
Y la noticia venía acompañada por una foto de cavernas subterráneas que parecían surgidas más de la mente de un animador particularmente excitable de los estudios Disney (alguien como ese Tim Burton pasó por allí en su juventud y fue considerado demasiado raro) que de las apetencias de dioses del abismo fanáticos de Lovecraft y de sus nombres de seres cósmicos, tan difíciles de pronunciar, como complicados son los nombres de los que moran allí abajo, en los sótanos de Yucatán, en el Xibalbá, en el mundo de los muertos. Leo lo que allí se cuenta –las teorías de los arqueólogos, la lectura comparativa de las páginas del Popol-Vuh con los mapas del terreno– y llego a la conclusión de que, para los que estamos todavía de este lado, el inframundo no es otra cosa que el pasado. Y que está lleno de puertas. Algunas cerradas, muchas abiertas.
TRES
Y por aquí se acaban las vacaciones y la gente se prepara a dejar –para siempre o por uno de esos eternos ratos largos– el inframundo. El inframundo español es, supongo, lo que ya fue y lo que ha dejado de ser. Una década dorada que ahora desciende, lenta pero inexorablemente, por las cuevas de la memoria mientras suben hacia los cielos los índices de inflación. Tiempos pasados y mejores en los que España era la Tierra Prometida que cumplía sus promesas: un modelo de esplendor y de lujo y de consumismo desmesurado. Ahora no. Ahora han dejado de construirse templos (muchos edificios y barrios y hasta ciudades artificiales han quedado a medio terminar como ruinas del presente), se acabó la euforia inmobiliaria y se avecinan los baldíos de la depresión. La prensa internacional de los últimos días no ha dejado de advertir sobre el terremoto o las grietas: el New York Times ha dicho que España será el país que saldrá peor parado de este crisis mundial, el francés Libération diagnostica que se han hundido los pilares que sostenían al milagro español después de disfrutar de una “insolente vitalidad”, The Economist dispara a quemarropa un “Declina la antigua estrella de la zona euro” y la revista Time da el tiro de gracia: “Los jóvenes españoles del Boom se enfrentan al pinchazo” donde, desde Madrid, se reporta la voluntad de muchachos y muchachas –demasiado jóvenes como para recordar aquella última crisis a principios de los ’90– de caer luchando al inframundo. Es decir: de seguir gastando y divirtiéndose hasta el fin del mundo. Mientras tanto, el impagable vicepresidente del Gobierno y ministro de Economía y Hacienda Pedro Solbes –uno de mis personajes favoritos, siempre con esa voz tan parecida a la de alguien que acaba de despertarse de una siesta demasiado prolongada o a la de quien hace días que no duerme– apareció en televisión para decir que a él no le preocupa demasiado que se hayan disparado los números de morosos a la hora de pagar hipotecas y créditos y tarjetas. Oyendo esto, muchos se persignan y se encomiendan a San Woody Allen y a que el próximo estreno de su Vicky Cristina Barcelona (parece que –contra todo lo esperado– no está mal) traiga mejores aires a esta tierra en crisis y a esta ciudad que el director de cine norteamericano ha definido como “exótica”.
CUATRO
Peor, claro, están en otras partes. Las cuatro primeras páginas de El País de hoy (junto a la pila de diarios, en el kiosko, vi el último número de la edición española de la revista “para hombres” llamada, claro, Man, con una tapa en bikini donde se leía ESPECIAL ARGENTINAS y abundante carne patriota fotografiada, en algunos casos, creo, en los aledaños de la entrada al inframundo maya) titulan sucesivamente “Los talibanes matan a 10 soldados franceses”, “Feroz ataque contra un destacamento de EE.UU. en el sureste de Afganistán”, “Un hombre se hace estallar en un control policial en Turquía”, “Al Qaeda perpetra su atentado más sangriento en Argelia” y “Un suicida causa 24 muertos en un hospital iraquí”. Todo esto en el nombre de los dioses. Y yo me pregunto si no va siendo hora de que los diarios inauguren una sección llamada Terrorismo mientras uno baja las persianas y, en la penumbra, intenta pensar en cualquier otra cosa.
CINCO
Y en mi buzón encontré un ejemplar de Un hombre en la oscuridad (Anagrama), la nueva novela de Paul Auster que saldrá a la venta por estos días. En la portada hay una especie de silueta pompeyana –esa radiografía fósil que es lo único que queda luego de la erupción y de las cenizas– aferrando el trapo de una bandera norteamericana. Y lo abrí al azar, página 125, y leí: “Esa noche reservan un vuelo de ida y vuelta a Buenos Aires...”. Sorprendido, empecé a buscar nuevas menciones y descubro que uno de los personajes es una especial argentina “de negra melena, su compañera de lecho, su fierecilla, su mujer desde hace tres años” que “tiene mucho temperamento, y a veces se pone a gritar como una loca. Cuando nos peleamos, me da por pensar que sólo se casó conmigo porque quería la ciudadanía estadounidense”.
Y a mí vuelve a sucederme lo que me sucede siempre con Paul Auster más allá de sus aciertos y fallos: abro un libro suyo y no puedo cerrarlo hasta alcanzar la última página. Un hombre en la oscuridad –como La noche del oráculo– está compuesta por varias historias girando dentro de la cabeza de aquel que las piensa. Un tal August Brill, un crítico literario que se repone de un accidente automovilístico y que imagina unos Estados Unidos en los que el 11 de septiembre no tuvo lugar, donde Bush no es presidente ni lo será y donde Irak es nada más que un país que queda muy lejos. Pero esos Estados Unidos se encuentran desunidos en una especie de eco actual de aquella Guerra Civil con modales que recuerdan un tanto a El hombre en el castillo de Philip K. Dick. Para huir de la mala escritura de la realidad, Brill –tal vez como el ministro Solbes– busca y encuentra la entrada al consolador pero riesgoso inframundo de la ficción: “La noche aún es joven, y sin moverme de la cama, con los ojos clavados en la oscuridad, en una tiniebla tan impenetrable que no se alcanza a ver el techo, me pongo a recordar la historia que empecé anoche. Eso es lo que hago cuando no logro conciliar el sueño. Me quedo tumbado en la cama y me cuento historias. Quizá no sean gran cosa, pero siempre y cuando no me salga de ellas, me evitan pensar en cosas que prefiero olvidar”.
Pero, claro, nada es perfecto. Y de pronto –como salida de la nada, ascendiendo desde lo más profundo, cuando todo parece venirse abajo, mientras estallan los hombres y las bombas y los aviones caen envueltos en llamas– la realidad grita como una argentina loca. Y habiendo encontrado la entrada al inframundo pensamos que, o.k., está bien, qué bueno; pero a ver si alguien, por favor, descubre ahora la salida.
*Fuente: Página/12
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-110148-2008-08-22.html
Sábado, 23 de Agosto de 2008
LITERATURA EDUARDO SACHERI, LOS HEROES Y ANTIHEROES DE ARAOZ Y LA VERDAD
"Al leer y al escribir, me gusta que todo termine bien"*
Aunque el escritor pone a su protagonista en una situación de vida "desértica", se resistió a condenarlo: en ese diálogo entre Aráoz, el viejo Lépori y el invisible Perlassi se dibuja, al cabo, algo parecido a una
redención.
*Por Silvina Friera
Un hombre se baja de un tren en la estación O'Connor, un pueblo pampeano que se cayó del mapa en los noventa. El también se desploma, pero intenta salvarse, aferrarse a algo. Lo primero que hace es cerciorarse de que los relojes -el de la estación y el que lleva en su muñeca- estén en hora.
Acaban de dar las nueve. Y miente. Dice que es ingeniero de Agua y Energía, la empresa del gobierno que no sabe si sigue existiendo o si fue privatizada, y que van a construir una represa hidroeléctrica. El pueblo está lejos, tiene más de seis o siete kilómetros; alguien se ofrece a llevarlo y le mencionan un apellido, Perlassi, ocho letras que le confirman que ha llegado finalmente a destino. En el camino, como si al desplazarse el pasado le mordiera los talones, comienza a recordar un partido decisivo, Lanús y el Deportivo Wilde, equipo que supo jugar en primera. Si gana Lanús, el Deportivo se va al descenso. Fue una catástrofe, el principio de la agonía de un club y de once jugadores destinados a morir en el olvido, "como esas hojas secas del otoño que hay que barrer y quemar antes de que llueva y se pudran en la vereda". Nadie querrá recordar a esos infames que se fueron al descenso. Excepto a uno. El número cinco, Fermín Perlassi, entonces el ídolo, quedará en la memoria de los hinchas como un traidor, un vendido.
Sospechosamente, jugó como si fuera un ocho y no un cinco; corrió sin pegarle al Tanque Villar, el delantero de Lanús, en la jugada agónica del gol. "¿Qué espera para hacharle las pantorrillas?", se preguntan los hinchas. El grito de los rivales se desbarranca como un alud de piedras -el Deportivo se hundirá poco a poco de la B a la C, llegará a la D y terminará desapareciendo-, y ese niño de ocho años que fue, tieso de impresión y de frío sobre los tablones de la tribuna, lagrimea. Es la partida de defunción de un sueño: ya no podrá ser el número cinco titular del Deportivo Wilde.
En su segunda novela, Aráoz y la verdad (Alfaguara), Eduardo Sacheri construye y proyecta una potente historia desde un pueblo imaginario, que empieza un lunes 5 de octubre y termina el sábado 10, seis días en los que Aráoz, mientras va evocando hilachas de su pasado, espera la aparición de Perlassi, como Vladimir y Estragon esperan a Godot. Aráoz, a diferencia de los protagonistas de la obra de Beckett, no tiene una cita, pero encuentra un "emisario" en Lépori, ese viejo taimado que salta de un tema a otro y se la pasa tomando mate -por momentos tiene un aire de familia con el viejo Andrada del uruguayo Juan José Morosoli- y que supuestamente trabaja para Perlassi, dueño de la estación de servicio del pueblo. Perlassi puede aparecer en cuatro, cinco días, una semana lo máximo. El viejo no tiene manera de ubicarlo, pero sabe mucho más de lo que dice. Y no cree que Aráoz sea un periodista de El Gráfico que quiere entrevistar a ese ex jugador de fútbol.
Profesor y licenciado en Historia, el escritor, hincha de Independiente, cuenta en la entrevista con Página/12 que inventó al Deportivo Wilde porque necesitaba para la historia un equipo en estado terminal. "Perlassi es el tipo de jugador que a mí me deslumbraba. El cinco que me maravilló en los
ochenta era Claudio Marangoni. Al momento de imaginar físicamente a Perlassi, lo pienso como el 'Chivo' Pavoni, un gran tres de Independiente, un tipo melenudo, de bigotes, de patilla, que era el look de esa época", señala el autor de la novela La pregunta de sus ojos, que Juan José Campanella comenzará a filmar a fines de septiembre, protagonizada por Ricardo Darín y Soledad Villamil. "Después de terminar mi primera novela, pensé que en la perra vida se me iba a ocurrir nada nuevo. Es una sensación
bastante angustiante", confiesa el escritor. "La novela anterior había sido largamente pensada y eso me había permitido eslabonarla muy cuidadosamente.
Antes de ponerme a escribir, sabía qué iba a pasar. Con esta novela quise hacer algo diferente", compara Sacheri. "Lo único que tenía en mente era un tipo que se baja de un tren y que busca a alguien, pero no sabía qué tipo de ajuste de cuenta tenía con el pasado."
A Sacheri le gusta mezclar sus estados de ánimo cuando escribe. "Yo estaba atravesando un duelo y me gustó que Aráoz esté padeciendo su peculiar infierno. En general, hay ciertos tics personales que se imponen al momento de escribir: padres amorosos, que tiene que ver con mi propio viejo, con mi propia pérdida, entonces dije: 'Este padre va a ser distinto'; infancias felices, 'este pibe no fue feliz'; hombres muy enamorados de mujeres que tarde o temprano le devuelven una mirada, éste no. Que Aráoz estuviera tan privado de todo me servía también para que el ajuste de cuentas fuera más fuerte emocionalmente en el medio del desierto de esa vida", explica el escritor. "A lo mejor Aráoz es en extremo lo que a mí me pasaría si lo perdiera todo."
-Buena parte de la novela está construida a partir del diálogo entre el viejo Lépori y Aráoz. Hay un arte muy peculiar en conocerse, medirse y modificarse a través de esas conversaciones. ¿Fue deliberado que el viejo termine siendo más astuto que Aráoz, que se creía "superior"?
-Sí, ese era el desafío: que el lector y ellos mismos se fueran desayunando lentamente con la verdad. Porque terminás de entender qué le pasa a Aráoz el viernes, prácticamente al final de esa semana de seis días. Aráoz miente sobre lo que va recordando y el viejo, desde esa mayor astucia, no cuenta mucho de sí mismo y no se sabe bien quién es. Para algunos lectores trabaja para Perlassi, pero puede ser el mismo Perlassi. No se sabe. Si hay algo que me fascina de las novelas de Soriano, más que las tramas, que a veces se vuelven muy caóticas para mi gusto, es la manera en que los personajes se construyen desde lo que dicen, que es, en definitiva, lo que hacemos todos.
Lo que decimos y hacemos es lo que nos construye. El ámbito y que tengan todo el tiempo del mundo, que Aráoz pueda esperar a Perlassi y que el viejo espere que Aráoz se las tome, favorece esa construcción. Lo que les sobra a los dos es tiempo. Hay un esfuerzo voluntario en esos diálogos y me alegro que se note.
-Perlassi es un héroe cuestionado por lo que no hizo en ese partido en que Deportivo Wilde descendió. ¿Por qué se necesitan tanto este tipo de figuras heroicas?
-No estoy seguro, pero creo que vivimos idealizando lo que hemos perdido o lo que deseamos. Los héroes son como escudos que nos protegen de la finitud de la muerte, en el ámbito que sea, con todo lo ilógico o irracional que tiene investir a alguien con el carácter de héroe. En definitiva, lo que va a hacer Aráoz a ese pueblo es comprobar si su héroe merece o no seguir siendo su héroe. La verdad es que no tuve corazón para aniquilarlo, que era otra posibilidad. En mi literatura siempre hay redención, los personajes se redimen a través de lo que hacen. De este tic no me pude escapar. A veces me planteo si no es un facilismo de mi parte que me seduzcan más las historias que terminan bien.
-¿A qué se refiere con ese facilismo?
-Facilismo en el sentido de darle al lector una historia más simpática.
Cuando escribo, no puedo evitar tener emociones parecidas a las que tengo cuando leo. Me gusta que las cosas terminen bien. Me hace daño si terminan muy mal, y también me hace daño escribirlas. En un cuento te lo bancás de otra manera, pero tener a alguien doscientas y pico de páginas para decirle:
"Viste que todo era una mierda"... no suelo tener corazón. Cuando empecé la historia, no estaba seguro de cómo iba a terminarla. Pero después de cuatro meses de estar escribiendo la novela, estaba absolutamente encariñado con Aráoz y no podía evitar esa pequeña redención. Me consolé pensando que en definitiva no es para tanto.
-¿Concibe la literatura como una espacio para la redención?
-Sí, para mí toda manifestación artística permite la redención. Es demasiado esquemático, no refleja la realidad... y bueno, sí, pienso eso. Para tragedias irremediables tenemos lo que nos pasa en la vida, por eso terminé sucumbiendo a la idea de que Aráoz se redimiera.
-Aráoz recuerda un libro de Cortázar que robó en una librería de la calle Corrientes. ¿La literatura le permitió darse el gusto de robarse un libro, el sueño de muchos lectores y escritores?
-Sí, nunca me hubiera animado a afanar un libro (risas). En realidad, ese libro de Cortázar se lo afané a un amigo, y se lo negué durante mucho tiempo. Es una antología de cuentos que salió meses después de la muerte de Cortázar, un escritor que fue decisivo en mi formación como lector. En determinado momento y casi como un paso lógico de mi vida como lector, empecé a escribir. No había leído nada de Cortázar, y comenzar con sus cuentos me partió la cabeza con esa posibilidad de capturarte desde un universo absolutamente cotidiano para conducirte a cosas fantásticas, como gente que vomita conejitos. Ese cuento ("Carta a una señorita en París") está por encima de todo, por eso hay un reconocimiento personal a Cortázar en esta novela.
-¿Cómo trabajó el habla de los personajes?
-Me interesa mucho que el registro sea verosímil y que se note el contraste en el modo de hablar del viejo y Aráoz. El viejo no puede hablar igual que una persona criada en Buenos Aires, y menos siendo un tipo grande; el localismo tiene que estar más marcado. En eso trato de ser muy cuidadoso, del mismo modo que cuando el que habla es el narrador, busco que se note que es un registro más urbano y erudito que el de los protagonistas. Durante el proceso de escritura me voy metiendo tanto con los personajes que llega un momento en que estoy más con ellos que con mi mujer y mis hijos. Una novela es una excelente excusa para no levantar la ropa del piso (risas). Lo cual es cierto, estás en otro mundo... es un coqueteo permanente con la locura.
Pero es un coqueteo bien visto socialmente, divertidísimo y legítimo.
Escribo porque me da mucho placer, es un placer que tiene que ver con jugar con las cosas malas que te pasan. Escribir ficción es muy catártico. En ese enorme torrente de mentiras podés colar tus verdades sin que nadie esté demasiado seguro de cuáles son. No te liberás de tus fantasmas, pero los sacás a ventilar un poco (risas).
La ficha
Eduardo Sacheri nació en Buenos Aires en 1967. Es profesor y licenciado en Historia y ejerce la docencia universitaria y secundaria. Comenzó a escribir cuentos a mediados de la década del noventa. Publicó los libros de relatos Esperándolo a Tito y otros cuentos de fútbol (2000), Te conozco, Mendizábal y otros cuentos (2001), Lo raro empezó después, cuentos de fútbol y otros relatos (2004) y Un viejo que se pone de pie y otros cuentos (2007). Juan José Campanella comenzará a filmar la primera novela de Sacheri, La pregunta de sus ojos, protagonizada por Ricardo Darín y Soledad Villamil.
Textual
Andan otro trecho callados. Aráoz evocando su visita a media docena de ancianos ariscos y Lépori, tal vez, tratando de imaginársela.
-Parece mentira, ¿no? Un club que llegó a jugar en Primera A.
La voz del viejo ha sonado entristecida, y Aráoz se pregunta si existirá allí una brecha como para tratar de asaltarle los recuerdos. Los propios y los de Perlassi. Pero teme que vuelva a alzar la guardia y prefiere seguir con el relato.
-Samaritano me dijo que con la plata de la coima Perlassi se había vuelto a su pueblo y se había comprado una estación de servicio de la gran flauta.
-¡Ja! ¡Me estás jodiendo...!
-¡No, en serio! Me dijo eso.
-¡Qué hijo de...!
Aráoz decide que ése es un buen momento para preguntar, o por lo menos es menos malo que los anteriores.
-¿A usted le parece que Perlassi, si usted le explica, podría aceptar hablar conmigo? Un rato, aunque fuera...
El viejo alza las cejas y se muerde el labio inferior.
-¿Y para qué? ¿No te basta con lo que te dijeron en Buenos Aires? ¿Con eso que te ha dicho Samaritano?
-No. No me cierra.
-"No te cierra." ¿Y por qué?
-Porque Perlassi había jugado en varios clubes grandes de la A, con varios pases... jugó en Colombia... tiene que haber juntado plata de antes. No me parece que se fuera a ensuciar por unos mangos.
-¿No te parece... o no querés que te parezca?
-¿Por qué no me lo dice usted? No me joda, Lépori, usted tiene que saber lo que pasó.
*Fragmento de Aráoz y la verdad (Alfaguara).
*Fuente: Página/12
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/4-11026-2008-08-23.html
Con el jardinero*
De que los recuerdos afloran
intenta convencerme el jardinero
“¡Tú eres un maldito lugar común!”
le espeto entre signos admirativos
desde mi sitial de empleador
Ante lo cual el jardinero
me presenta formalmente su renuncia
Aceptada, me abandona
Y los recuerdos afloran…
*de Rolando Revagliatti. revadans@yahoo.com.ar
"UN GIGANTE DORMIDO"*
*Un documental de Sandra Godoy y Julio Tejeda
Para el observador fortuito, el visitante casual, Tafí Viejo no es más que otro escenario repetido a lo largo de nuestro territorio.
Talleres ferroviarios cerrados y una red ferroviaria aniquilada.
Pueblos enteros confinados a la desaparición y el olvido.
En Tafí Viejo, como en tantos otros pueblos ferroviarios, tuvo lugar una contienda desigual.
Una incalculable pérdida moral y económica es el legado de un plan sistemático y progresivo que se desarrolló desde la década del 60 hasta el presente.
Los Talleres albergan a 66 de los 5.000 ferroviarios, que en los años 50 fabricaban y reparaban vagones y locomotoras.
Un Gigante Dormido aún espera la reactivación prometida.
LUNES 25 DE AGOSTO
A LAS 20:00 hs.
TEATRO IFT
Boulogne Sur Mer 549 - Abasto
Como llegar:
Subte Línea B - Estación Pueyrredón
Líneas de colectivos: 24; 26; 41; 68; 71; 101
115; 118; 124; 132; 146; 168 y 180
ENTRADA LIBRE Y GRATUITA
INFORMES Y PRENSA: info@ungigantedormido.com.ar
(011) 15-5-1774402 o 15-3-1857035
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