*Dibujo: Ray Respall Rojas.
La Habana. Cuba.
FUMIGACIÓN*
Los exterminadores de plagas decidieron derribar la puerta; era hora de la fumigación y nadie respondía a los toques insistentes.
En el dormitorio, Ella y Él hacían el amor, olvidados del mundo. No sintieron el golpe de la puerta al caer sobre el embaldosado.
Los fumigadores penetraron con sus equipos, llenando de humo cada rincón. Ni siquiera se percataron de la presencia de Ella y Él sobre las sábanas floreadas... El placer compartido incrementaba el brillo de sus auras hasta hacerlos invisibles.
Se marcharon los invasores, colocando sobre el marco de donde estuvo la puerta el rótulo de “Fumigado”. Misión cumplida.
Adentro, Ella y Él regresaban el momento anterior a la escisión de almas, cuando El Ser era solo uno, perfecto y dual.
Mientras los invadía el éxtasis, no notaban que a su alrededor comenzaban a caer mosquitos, mariposas, libélulas y hadas. El amor es un raro antídoto contra todo intento de exterminación.
*De Marié Rojas.
La Habana. Cuba.
LA MANO INDIFERENTE DE UN DIOS MENOR...
Del "Palabrario" *
A - Primera letra, primera vocal, primera de la clase, es decir, repelente del todo.
ABACO - Tablero con bolitas para contar que se guarda en los sótanos de las casas.
ABAJO - Voz de sorpresa al encontrarse con un enano de forma inesperada.
ABALANCHA - Multitud que irrumpe en forma de tropel con barcas de poco calado.
ABALORIO - Término usado en la banca para garantizar el pago de las cuentas de vidrios de colores.
ABDOLMEN - Cavidad del vientre en las antiguas construcciones funerarias.
ABERRIDO - Que de tan soso aburre hasta tener ganas de gritar.
ABHUELO - Progenitor del padre o de la madre poco dado a la limpieza corporal.
ABLHANDAR - Poner blanda una cosa a base de caminar por encima de ella.
ABOAHOGADO - Licenciado en derecho, muerto entre dos litigios por ingestión desmesurada de agua.
ABORDAR - Acción de atacar una nave con la intención de hacer trabajos de
costura en relieve en la ropa de los marineros enemigos.
ABOVEDADO - Dícese de aquel techo curvado o combado en el que está prohibida la caza.
ABRILEÑO - Persona que se dedica a abrir los troncos por la mitad durante el cuarto mes de cada año.
ABROCHAR - Cerrar las camisas mediante el uso de pinceles gordos.
ABSOLUTO - Sin restricción, limitación ni condición al vestirse de negro.
ABSTEMIO – Que teme tener que quedarse sin beber vino por toda su vida.
ACALORAMIENTO - Ardor o arrebato de calor que induce a engañar a los demás.
ACAMPAR - Plantar tiendas de campaña de dos en dos.
ACCIDENTADO - Persona que ha sufrido un percance en el que se le han saltado todos los dientes.
ACÉFALO - Dícese del que en lugar de cabeza tiene pene, debido seguramente a pasar muchas horas con pensamientos obscenos.
*De Joan Mateu. joan@cimat.es
-Del libro "Palabrario" Gijón 1.999
LOS HOMBRES QUE MIRABAN*
*De Jorge Isaías. jisaias46@yahoo.com.ar
Hacía rato que el hombre observaba el cielo, sentado en el borde del zanjón seco que la gramilla cubría con un opacado verdor, porque la lluvia era ausencia que perseguía seres y cosas desde por lo menos ocho meses. Es decir, que el campo el pueblo, y las calles y los árboles, pero también los zanjones hondos y los cañadones magros esperaban la lluvia como un sapo muerto de sed.
El hombre jugaba con una ramita, golpeándose con suavidad distraída su pierna derecha, lo hacía mecánicamente mientras pensaba en otra cosa.
¿En qué pensaba, o qué pensaría ese hombre que llevabas horas así? Para nosotros, que lo mirábamos desde la casa, era un insondable misterio y, todo razonamiento estaba sujeto a la conjetura más aventurera.
Digamos que el hombre en ese atardecer, en ese rincón perdido del mundo estaba como suspendido en sus propios pensamientos que no sabíamos desde aquí si lo llevaban a alguna parte. Es más, nunca sabríamos si lo llevarían -los pensamientos, digo- a alguna parte y si así fuera nunca tendríamos forma humana de enterarnos. Mientras tanto, dejamos al hombre golpeándose el pie, la pierna y aún el muslo con la inofensiva ramita de sauce y observamos que el vuelo marcial de los siriríes hacia los cañadones
también llama su atención. Una polvareda que viene del campo, exactamente del "Camino del Diablo", avisa que un conductor creyéndose en Monza la emprende con esa chata cero kilómetro a los barquinazos y el apuro que no sabemos a qué se debe, ya que muy pocas cosas pasan en este pueblo que
merezcan la urgencia.
Si bien el hombre está sentado con el "Camino del diablo" a sus espaldas no puede ser que no oiga el ruido del motor ya que desde su posición le impide ver el vehículo ni la tierra que levanta. Por apatía o comodidad -no sabemos y da lo mismo- el hombre no gira la cabeza, ni siquiera hace un gesto de atención o entendimiento cuando el conductor le toca bocina a modo de saludo. Entonces levanta -sin entusiasmo- la mano casi no dirigida hacia el ruido de la bocina que rebota en los trigales próximos
y levanta una bandada de pechirrojos ágiles que saltan espantados, sino que esa mano es la mano indiferente de un dios menor que con la lentitud que es levantada más parece un gesto de bendición que de saludo. Es decir un presunto gesto de bendición hacia la nada, hacia el aire seco, percudido por la tierra que viene del camino y cae sobre él con la impiedad de las cosas inanimadas y se va asentando sobre ese grupo breve de sauces que él tiene treinta metros a su derecha.
Luego vuelve a su casi pétrea inmovilidad. Desde aquí, desde la casa que persiste casi oculta bajo ese grupo de fresnos frondosos, con ese ceibo cercano que estalla en florcitas rojísimas, no parece siquiera respirar; la casa semioculta por ese gran sombrero de paja que se volcó un poco sobre los ojos que seguramente lo protegió del polvillo levantado por el vehículo como lo protege del sol desnucador del verano.
No sabemos quién es, pero a juzgar por el bocinazo y su mano distraída devolviendo (tratando desganadamente de devolver) el saludo, debe ser del pueblo o alguien no ajeno a su entorno. Campos, o tan siquiera pueblos de la vecindad.
Tampoco sabemos qué hace, sentado allí desde hace horas con esa ramita golpeándose suavemente la pierna, y ese pie que suponemos calzado con una bota, aunque es sólo eso, una suposición, porque no se lo vemos desde aquí, pero no sería raro que el pantalón del "yin" se las cubriera.
Y verlo desde aquí, mientras tomamos mates con parsimonia, ahora mudados al gran patio de tierra que los fresnos cubren y protegen como un útero, no podemos relacionar a este hombre solitario con otro, en el más remoto rincón de la memoria fronteriza es decir en "la memoria más antigua" y mi mente viaja hacia aquella fuente de altos tomatales que supo tener la abuela Elisa en el camino a Cañada del Ucle y mientras yo seguía ese trasegar de baldes numerosos con el agua con que ella mimaba esa delicia que pasaría del verde al colorado muy pronto, yo le seguía pisando esos surcos que nunca perdían la humedad.
Al llegar a la punta del terreno una calle de tierra seguía al alambrado con púas donde posaban los gorriones, y esa misma calle se fundía en lo profundo de los campos. Pero apenas cruzar esa calle estaba la modesta casita de los Fusco, donde Domingo vivía con su madre más vieja que la mismísima injusticia según le oí un día ponderar al "gordo" Francisco Spina, llamado el "peluquero pobre" para siempre.
Don Domingo, también se quedada inmóvil sentado en una silla bajita y de vez en cuando hacía algún movimiento breve, tan sólo para mover la bombilla de su mate, volcándole con la paciencia más perfecta del planeta ese chorrito de agua caliente, llevarse esa bombilla a la boca que rodeaba
una carota lampiña y regordeta.
Otro gesto -siempre mínimo- podría ser ese "Fontanares" negro y sin filtro que fumaba chupando con fruición, arrojando el humo que se perdía, entre las hojas ásperas de la acacia que dejaría su
gran humanidad del soslayo del Enero asesino y ni se molestaba en contestar a ese grupos de hombres bullangueros que iban en grupos ruidosos en destartalados "rastrojeros·" camino a las cosechas. Muy de vez en cuando condescendía en un saludo lejano, indiferente cuando las pullas y los gritos eran demasiados. ¿Pensaría algo, don Domingo Fusco, a quien todos llamábamos "El gordo"? ¿Su cabeza estaría en blanco como el cielo abrasado de ese Enero inolvidable?
No se si ese hombre se llamaba Domingo Fusco o era un Dios que usaba ese nombre terrenal y sólo estaba allí mudo, impasible, hierático, para reírse muy secretamente de todos los que lo chanceaban creyéndose muy listos.
*
Si sospecharas
El cúmulo de baladas que tengo para proponerte
La cuantía de secretos reservados en mi vestido
El ovillo de caricias ceñidas en pétalos de rosas
Y el silencio dorado que puedo compartir
Quien sabe si creerías
Que soy yo la portadora de todo eso.
*De Azul. azulaki@hotmail.com
Animal Común*
He dejado de ir a la Iglesia
y me pongo a regar el jardín en las tardecitas
No recibo cartas que me hablen de la niebla
o de los papalotes encima de los cordeles
Subo
y bajo unas escaleras que no me llevan al cielo
Debo revisar mi cuenta bancaria
quitar el lodo de la puerta
comprar un espejo
Dios sabe estas cosas
y vuelvo al jardín
y tengo miedo
*De Reynaldo García Blanco centrosoler@cultstgo.cult.cu
Aviso *
Cabellera en llamas busca el tiempo del agua.
Se acepta hasta tormenta.
Sol abstenerse, al menos por un tiempo.
*De Cristina Villanueva. cristinavillanueva.villanueva@gmail.com
*
Me dijiste que llovía
Yo igual fui a las vías del tren
Agua había
Pero no la vi caer
El viento decidió
correr las nubes
Y asi
Se fue también el tren
Llueven
Ahora si
Mis ojos
*De Maria Florencia Tous. florencia.tous@hotmail.com
La seda de Vietnam*
La seda arropa un sillón, evita la pura desnudez del uso. Es el arte que viste el pragmatismo. El deseo y la necesidad en una unión indisoluble. Me la regaló una amiga viajera que vive en Barcelona y llegó hasta mi casa en las manos de otra amiga.
Vietnam que fue durante tanto tiempo para mi sólo guerra y NAPALM, ese fuego en la piel con el que el imperio quiere grabar en el cuerpo del otro la democracia o un sólo modo de vida posible, el de ellos.
Vietnam que fue la foto de una niña corriendo quemada.
Vietnam que fue el nombre de una rabia y un amor
Vietnam que fue ese ardiente deseo de justicia de mi adolescencia.
Ahora inesperadamente es una tela con flores delicadas, que casi vuelan en la tela sus arabescos de belleza. La tela es reversible y desde el otro lado de la trama, de la historia, las mismas flores en colores más suaves.
Desde lo oculto surgen los matices. Ese rojo oscuro, se vuelve un rosa poderoso un gris acariciante.
El tiempo que pasó desde aquella fiesta celebrando cerca de mar azul la paz y una victoria arrasada de muertes, demasiadas, mucho tiempo. Tiempo que trae en la femenina envoltura de la tela la vida que pulsa. La amistad que desoye las distancias y se hace presencia en mi casa que cobija. En cada objeto tantas historias, que no forman parte de la sociedad que los hace prescindibles para que compremos otro. No puedo, prescindir de esta tela, me consuela de las heridas, me viste el alma
*De Cristina Villanueva. cristinavillanueva.villanueva@gmail.com
AntojoLogía Poética © & ® /001
EPITAFIO/ Tomaž Šalamun
Cuando nombré a Dios
comencé a hundirme.
Aquí la sangre salpica de la herida.
Aquí está cortado de tal modo
que veo a través de TODO.
El narciso es el más puro
porque va quemando todo a la vez.
Mi nombre escrito es un combate con las tinieblas.
-Tomaž Šalamun (Zagreb 1941). Es uno de los grandes poetas eslovenos contemporáneos. Ha sido escritor en residencia en diversas universidades, entre ellas las de Iowa, de Harvard y de Mississippi. También se ha desempeñado como agregado cultural del consulado general de Eslovenia en Nueva York.
-Tomado de El manzano / Tomaž Šalamun
Editorial Arte y Literatura/Colección Lira, 2010. Instituto Cubano del Libro. Habana. Cuba
-Número 1 de AntojoLogía Poética editada desde cuba por el poeta Reynaldo García Blanco centrosoler@cultstgo.cult.cu
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Que es Inventiva Social ?
Una publicación virtual editada con cooperación de escritores y lectores.
Cuales son sus contenidos ?
Inventiva Social relaciona en ediciones cotidianas contenidos literarios y noticias que se publican en los medios de comunicación.
Cuales son los ejes de la propuesta?
Proponer el intercambio sensible desde la literatura.
Sostener la difusión de ideas para pensar sin manipulación.
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Cómo ayudar a la tarea de Inventiva Social?
Difundiendo boca a boca (o mail a mail ) este espacio de cooperación y sus propuestas de escritura.
*Dibujo: Ray Respall Rojas.
La Habana. Cuba.
FUMIGACIÓN*
Los exterminadores de plagas decidieron derribar la puerta; era hora de la fumigación y nadie respondía a los toques insistentes.
En el dormitorio, Ella y Él hacían el amor, olvidados del mundo. No sintieron el golpe de la puerta al caer sobre el embaldosado.
Los fumigadores penetraron con sus equipos, llenando de humo cada rincón. Ni siquiera se percataron de la presencia de Ella y Él sobre las sábanas floreadas... El placer compartido incrementaba el brillo de sus auras hasta hacerlos invisibles.
Se marcharon los invasores, colocando sobre el marco de donde estuvo la puerta el rótulo de “Fumigado”. Misión cumplida.
Adentro, Ella y Él regresaban el momento anterior a la escisión de almas, cuando El Ser era solo uno, perfecto y dual.
Mientras los invadía el éxtasis, no notaban que a su alrededor comenzaban a caer mosquitos, mariposas, libélulas y hadas. El amor es un raro antídoto contra todo intento de exterminación.
*De Marié Rojas.
La Habana. Cuba.
LA MANO INDIFERENTE DE UN DIOS MENOR...
Del "Palabrario" *
A - Primera letra, primera vocal, primera de la clase, es decir, repelente del todo.
ABACO - Tablero con bolitas para contar que se guarda en los sótanos de las casas.
ABAJO - Voz de sorpresa al encontrarse con un enano de forma inesperada.
ABALANCHA - Multitud que irrumpe en forma de tropel con barcas de poco calado.
ABALORIO - Término usado en la banca para garantizar el pago de las cuentas de vidrios de colores.
ABDOLMEN - Cavidad del vientre en las antiguas construcciones funerarias.
ABERRIDO - Que de tan soso aburre hasta tener ganas de gritar.
ABHUELO - Progenitor del padre o de la madre poco dado a la limpieza corporal.
ABLHANDAR - Poner blanda una cosa a base de caminar por encima de ella.
ABOAHOGADO - Licenciado en derecho, muerto entre dos litigios por ingestión desmesurada de agua.
ABORDAR - Acción de atacar una nave con la intención de hacer trabajos de
costura en relieve en la ropa de los marineros enemigos.
ABOVEDADO - Dícese de aquel techo curvado o combado en el que está prohibida la caza.
ABRILEÑO - Persona que se dedica a abrir los troncos por la mitad durante el cuarto mes de cada año.
ABROCHAR - Cerrar las camisas mediante el uso de pinceles gordos.
ABSOLUTO - Sin restricción, limitación ni condición al vestirse de negro.
ABSTEMIO – Que teme tener que quedarse sin beber vino por toda su vida.
ACALORAMIENTO - Ardor o arrebato de calor que induce a engañar a los demás.
ACAMPAR - Plantar tiendas de campaña de dos en dos.
ACCIDENTADO - Persona que ha sufrido un percance en el que se le han saltado todos los dientes.
ACÉFALO - Dícese del que en lugar de cabeza tiene pene, debido seguramente a pasar muchas horas con pensamientos obscenos.
*De Joan Mateu. joan@cimat.es
-Del libro "Palabrario" Gijón 1.999
LOS HOMBRES QUE MIRABAN*
*De Jorge Isaías. jisaias46@yahoo.com.ar
Hacía rato que el hombre observaba el cielo, sentado en el borde del zanjón seco que la gramilla cubría con un opacado verdor, porque la lluvia era ausencia que perseguía seres y cosas desde por lo menos ocho meses. Es decir, que el campo el pueblo, y las calles y los árboles, pero también los zanjones hondos y los cañadones magros esperaban la lluvia como un sapo muerto de sed.
El hombre jugaba con una ramita, golpeándose con suavidad distraída su pierna derecha, lo hacía mecánicamente mientras pensaba en otra cosa.
¿En qué pensaba, o qué pensaría ese hombre que llevabas horas así? Para nosotros, que lo mirábamos desde la casa, era un insondable misterio y, todo razonamiento estaba sujeto a la conjetura más aventurera.
Digamos que el hombre en ese atardecer, en ese rincón perdido del mundo estaba como suspendido en sus propios pensamientos que no sabíamos desde aquí si lo llevaban a alguna parte. Es más, nunca sabríamos si lo llevarían -los pensamientos, digo- a alguna parte y si así fuera nunca tendríamos forma humana de enterarnos. Mientras tanto, dejamos al hombre golpeándose el pie, la pierna y aún el muslo con la inofensiva ramita de sauce y observamos que el vuelo marcial de los siriríes hacia los cañadones
también llama su atención. Una polvareda que viene del campo, exactamente del "Camino del Diablo", avisa que un conductor creyéndose en Monza la emprende con esa chata cero kilómetro a los barquinazos y el apuro que no sabemos a qué se debe, ya que muy pocas cosas pasan en este pueblo que
merezcan la urgencia.
Si bien el hombre está sentado con el "Camino del diablo" a sus espaldas no puede ser que no oiga el ruido del motor ya que desde su posición le impide ver el vehículo ni la tierra que levanta. Por apatía o comodidad -no sabemos y da lo mismo- el hombre no gira la cabeza, ni siquiera hace un gesto de atención o entendimiento cuando el conductor le toca bocina a modo de saludo. Entonces levanta -sin entusiasmo- la mano casi no dirigida hacia el ruido de la bocina que rebota en los trigales próximos
y levanta una bandada de pechirrojos ágiles que saltan espantados, sino que esa mano es la mano indiferente de un dios menor que con la lentitud que es levantada más parece un gesto de bendición que de saludo. Es decir un presunto gesto de bendición hacia la nada, hacia el aire seco, percudido por la tierra que viene del camino y cae sobre él con la impiedad de las cosas inanimadas y se va asentando sobre ese grupo breve de sauces que él tiene treinta metros a su derecha.
Luego vuelve a su casi pétrea inmovilidad. Desde aquí, desde la casa que persiste casi oculta bajo ese grupo de fresnos frondosos, con ese ceibo cercano que estalla en florcitas rojísimas, no parece siquiera respirar; la casa semioculta por ese gran sombrero de paja que se volcó un poco sobre los ojos que seguramente lo protegió del polvillo levantado por el vehículo como lo protege del sol desnucador del verano.
No sabemos quién es, pero a juzgar por el bocinazo y su mano distraída devolviendo (tratando desganadamente de devolver) el saludo, debe ser del pueblo o alguien no ajeno a su entorno. Campos, o tan siquiera pueblos de la vecindad.
Tampoco sabemos qué hace, sentado allí desde hace horas con esa ramita golpeándose suavemente la pierna, y ese pie que suponemos calzado con una bota, aunque es sólo eso, una suposición, porque no se lo vemos desde aquí, pero no sería raro que el pantalón del "yin" se las cubriera.
Y verlo desde aquí, mientras tomamos mates con parsimonia, ahora mudados al gran patio de tierra que los fresnos cubren y protegen como un útero, no podemos relacionar a este hombre solitario con otro, en el más remoto rincón de la memoria fronteriza es decir en "la memoria más antigua" y mi mente viaja hacia aquella fuente de altos tomatales que supo tener la abuela Elisa en el camino a Cañada del Ucle y mientras yo seguía ese trasegar de baldes numerosos con el agua con que ella mimaba esa delicia que pasaría del verde al colorado muy pronto, yo le seguía pisando esos surcos que nunca perdían la humedad.
Al llegar a la punta del terreno una calle de tierra seguía al alambrado con púas donde posaban los gorriones, y esa misma calle se fundía en lo profundo de los campos. Pero apenas cruzar esa calle estaba la modesta casita de los Fusco, donde Domingo vivía con su madre más vieja que la mismísima injusticia según le oí un día ponderar al "gordo" Francisco Spina, llamado el "peluquero pobre" para siempre.
Don Domingo, también se quedada inmóvil sentado en una silla bajita y de vez en cuando hacía algún movimiento breve, tan sólo para mover la bombilla de su mate, volcándole con la paciencia más perfecta del planeta ese chorrito de agua caliente, llevarse esa bombilla a la boca que rodeaba
una carota lampiña y regordeta.
Otro gesto -siempre mínimo- podría ser ese "Fontanares" negro y sin filtro que fumaba chupando con fruición, arrojando el humo que se perdía, entre las hojas ásperas de la acacia que dejaría su
gran humanidad del soslayo del Enero asesino y ni se molestaba en contestar a ese grupos de hombres bullangueros que iban en grupos ruidosos en destartalados "rastrojeros·" camino a las cosechas. Muy de vez en cuando condescendía en un saludo lejano, indiferente cuando las pullas y los gritos eran demasiados. ¿Pensaría algo, don Domingo Fusco, a quien todos llamábamos "El gordo"? ¿Su cabeza estaría en blanco como el cielo abrasado de ese Enero inolvidable?
No se si ese hombre se llamaba Domingo Fusco o era un Dios que usaba ese nombre terrenal y sólo estaba allí mudo, impasible, hierático, para reírse muy secretamente de todos los que lo chanceaban creyéndose muy listos.
*
Si sospecharas
El cúmulo de baladas que tengo para proponerte
La cuantía de secretos reservados en mi vestido
El ovillo de caricias ceñidas en pétalos de rosas
Y el silencio dorado que puedo compartir
Quien sabe si creerías
Que soy yo la portadora de todo eso.
*De Azul. azulaki@hotmail.com
Animal Común*
He dejado de ir a la Iglesia
y me pongo a regar el jardín en las tardecitas
No recibo cartas que me hablen de la niebla
o de los papalotes encima de los cordeles
Subo
y bajo unas escaleras que no me llevan al cielo
Debo revisar mi cuenta bancaria
quitar el lodo de la puerta
comprar un espejo
Dios sabe estas cosas
y vuelvo al jardín
y tengo miedo
*De Reynaldo García Blanco centrosoler@cultstgo.cult.cu
Aviso *
Cabellera en llamas busca el tiempo del agua.
Se acepta hasta tormenta.
Sol abstenerse, al menos por un tiempo.
*De Cristina Villanueva. cristinavillanueva.villanueva@gmail.com
*
Me dijiste que llovía
Yo igual fui a las vías del tren
Agua había
Pero no la vi caer
El viento decidió
correr las nubes
Y asi
Se fue también el tren
Llueven
Ahora si
Mis ojos
*De Maria Florencia Tous. florencia.tous@hotmail.com
La seda de Vietnam*
La seda arropa un sillón, evita la pura desnudez del uso. Es el arte que viste el pragmatismo. El deseo y la necesidad en una unión indisoluble. Me la regaló una amiga viajera que vive en Barcelona y llegó hasta mi casa en las manos de otra amiga.
Vietnam que fue durante tanto tiempo para mi sólo guerra y NAPALM, ese fuego en la piel con el que el imperio quiere grabar en el cuerpo del otro la democracia o un sólo modo de vida posible, el de ellos.
Vietnam que fue la foto de una niña corriendo quemada.
Vietnam que fue el nombre de una rabia y un amor
Vietnam que fue ese ardiente deseo de justicia de mi adolescencia.
Ahora inesperadamente es una tela con flores delicadas, que casi vuelan en la tela sus arabescos de belleza. La tela es reversible y desde el otro lado de la trama, de la historia, las mismas flores en colores más suaves.
Desde lo oculto surgen los matices. Ese rojo oscuro, se vuelve un rosa poderoso un gris acariciante.
El tiempo que pasó desde aquella fiesta celebrando cerca de mar azul la paz y una victoria arrasada de muertes, demasiadas, mucho tiempo. Tiempo que trae en la femenina envoltura de la tela la vida que pulsa. La amistad que desoye las distancias y se hace presencia en mi casa que cobija. En cada objeto tantas historias, que no forman parte de la sociedad que los hace prescindibles para que compremos otro. No puedo, prescindir de esta tela, me consuela de las heridas, me viste el alma
*De Cristina Villanueva. cristinavillanueva.villanueva@gmail.com
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Cuando nombré a Dios
comencé a hundirme.
Aquí la sangre salpica de la herida.
Aquí está cortado de tal modo
que veo a través de TODO.
El narciso es el más puro
porque va quemando todo a la vez.
Mi nombre escrito es un combate con las tinieblas.
-Tomaž Šalamun (Zagreb 1941). Es uno de los grandes poetas eslovenos contemporáneos. Ha sido escritor en residencia en diversas universidades, entre ellas las de Iowa, de Harvard y de Mississippi. También se ha desempeñado como agregado cultural del consulado general de Eslovenia en Nueva York.
-Tomado de El manzano / Tomaž Šalamun
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