*Dibujo de Erika Kuhn.
La luna*
Quisiera ver esa luna
Que transita por la mar
Canciones azules lleva
En su vientre y en su espalda
La niña de ojos cálidos
Observa la luna que viaja
Por las olas del deseo
Nadando en cada pausa
Su amado está en la otra orilla
Contemplando la luna que lleva
Los sueños de su amada
Escucha las
canciones
En un estuche de nácar
Con los pies hundidos
En la arena blanca
Espera la niña serena
Lleva la luna compinche
En una barcaza de cañas
Trae a su amado de otra playa
La luna se hunde
En la mar rosada
Cuando el sol entibia
A la madrugada.
Descansa la luna
En un lecho de algas
La tarde la ira maquillando
Para ascender en estelas de
plata.
*De Azul. azulaki@hotmail.com
UNA EDICIÓN AZUL…
-Textos
de Nora Azul del Rosario Akimenco-
El robo
En un momento de placer, sentada
frente al mar, le habían robado su cartera.
En un principio se sintió
desnuda, desdichada y confundida. Le habían arrancado esa sensación de tener
todo bajo control. Creía que sin su documentación, su dinero, su celular y sus
cosméticos no era nadie.
Su obsesión por ser perfecta se
había derrumbado en un segundo.
El ladrón, con sus guantes de
sordina nunca imaginó el bien que le produjo.
El peso de los rituales y las
caretas se fueron con él.
Ella, más liviana y natural, se
sacó la carga de su “valiosa identidad”.
Besos
Tengo en mi almacén de ventas
Besos de todos los grosores y
sabores
Besos de liquidación a montones
Esos que solo rozan la mejilla
También hay
Besos caros y caprichosos
Que buscan ser recompensados.
Pero esos cuestan demasiado
Besos insípidos e higiénicos
También inseguros y comprimidos
Tengo otros de receta
recomendados
Para los que sienten la amargura
de cariño
Besos de pertenencia y
voluptuosos
De sabor a frambuesa y
terciopelo
Que no tienen precio estipulado
Y también ofrezco otros de mi
stock
Que alborotados silban en los
estantes
Espontáneos y sin miedo a ser
rechazados
Esos son mis favoritos
Porque tienen valentía y son
sinceros
No cuestan caro y son exclusivos
Y a esos besos los regalo.
Recuerdo
Que cuando nació mi chiquilín, a
la hora del atardecer comenzaba a llorar y no se calmaba. Un día una amiga al
comentarle mi preocupación me dijo que los bebes lloraban en ese tiempo
porque era las hora de las brujas. Conforme me quedé con esa explicación
y a través de mi experiencia pude consolarlo y quedarme más tranquila.
La hora de las brujas es un
momento por el que he pasado tantas veces… es un período de soledad y de
reencuentro con uno mismo, la cotidianeidad pesa.
Es la confluencia de estar sintiendo
que necesito de alguien con quien hablar, aunque sea con un ser que ya no está
aquí, sino lejos muy lejos. No es un momento grato, en él persisten
sensaciones de inquietud, de desamparo, de que las cosas no salen como un
quisiera.
Pueden aparecer ingredientes
saborizados de reproches y culpas inscriptas en letras punzantes que taladran
los por qué.
La otra tarde estaba
compartiendo unos mates con otra compañera y de pronto empezó a relatarme que a
esa hora, donde el sol comienza a caer sentía una sensación de querer estar en
compañía, pues no soportaba el duelo. Su marido, un hermano del alma se ha ido
al principio del verano. Ha sellado un hermoso recuerdo para ella: su esposa,
su familia y todos los que lo sentimos como un verdadero caballero de la
amistad.
La charla se interrumpió,
pero en mi quedó nadando nuevamente ese periodo de tiempo. En el
que se hunden el optimismo entre arenas movedizas y la oscuridad
del dolor derrama en lágrimas. A veces hasta no es posible suspirar
por el ahogo de las perdidas y el corazón se halla comprimiendo sus latidos.
Recuerdo que le dije que me
llamara cuando se encontrara allí…
Con un sentimiento de
solidaridad y contención.
La hora de las brujas me ha
tomado tantas veces a traición como en las más terribles películas de terror.
Tan es así, que me ha convertido en una guerrera ante sus embates. En esos
instantes de una insoportable levedad, he aprendido a combatirla. Y por qué
no a conquistarla o derrotarla.
Mi receta es muy dúctil y
liviana, quizás a otros pueda servirle.
Comienzo a escribir guiada por
la intuición, dejo que las palabras surjan sin renunciar a ninguna aunque
parezca problemática o distante.
Allí en ese cielo azulino de
materiales inconclusos y fuertemente cargado de afectos, una pluma blanca
recubre mis manos guiándolas para que vuelen los vocablos hacia el
horizonte. El viento autoriza a unir las frases en grupos, el mar se
lleva sensaciones cabalgando sobre sus orillas.
El silencio se hace presente
en una vasija con agua fresca para beber en la pausa.
Y así fue trascurriendo
ese horario que de ser temido ha pasado a ser un compañero de plenitud.
La realidad de las letras, el
lenguaje escrito se transforman en ideas cambiantes.
En ese ciclo de la ambigüedad
el sol tiñe mis enunciados de un notable calor naranja.
Con una fuerza potente, mi
figura comienza a irradiar energía. Son las mismas palabras que ubicadas
en otros sitios rejuvenecen mi silueta, convierten ese instante inerte en un
espacio para encontrarme frente a frente y ser azuladamente libre.-
*
Cuando me duerma esta noche
Tu rostro apasionado estará
sobre mis parpados
Solo deseo verte entre mis
sueños
Con tus ojos tan suaves
Con alas de colibríes
azules
Soplando aromas del estío
(Para unos ojos de azul
intenso)
***
Una carta
Decidí escribir una carta como
las de antaño. Con lapicera a fuente y recordar como lo hacía.
Querida Alicia:
Hace tiempo que no estamos
juntas y te extraño. Me acuerdo de los momentos que pasamos juntas, teníamos
todo la juventud por delante. Los novios, que lindo era esperar un llamado por
teléfono y que nuestros padres no estuvieran al tanto. Nos quedábamos al lado
del aparato esperando, esperando. Muchas veces hacíamos cargados por teléfono.
También cambiábamos la voz, para vigilar si nuestro amado estaba en
su casa…
Te acordás de los apuntes que
luego teníamos que pasar con la maquina de escribir, y que teníamos que borrar
fuerte. Con una goma de lápiz y de tinta. No había correctores como en la
compu, y si había una falta de ortografía, nos fijábamos en el mataburro (el
diccionario).
Cuantos borradores escribíamos
antes de entregar un trabajo…
Cuando rendíamos examen teníamos
un susto de aquellos se llamaba en criollo caprex (cagazo PRE examen). No
existían las fobias ni los videos, ni se grababan las clases. Solo los
machetes bajo la manga, ja
Vivíamos en un mundo de promesas
y utopías. Nos prestábamos la ropa para salir, nos hacíamos la toca para tener
el pelo súper lacio. No existían los baños de queratina ni la planchita.
Salíamos una vez por semana y
las chicas no tomaban alcohol. Si fumábamos mucho, era una forma de sentirse
más grandes. Te acordás de las propagandas de LM. Ahora están prohibidas.
La sexualidad era todo un tema.
Los varones eran langas porque podían salir con varias, nosotras una pu… y
había que aguantarse los cuernos, porque no les íbamos a hacer el favor y si
después nos dejaban?.
Nuestra primera vez, como decía Jorge Guinzburg,
el periodista que les preguntaba a los famosos. No fue seguramente como
los que hablaban por la tele, estaba bañada de culpa y de oscuridad… Nuestros
padres nos decían hay que ser y parecer. La sexualidad se ocultaba…
No se usaba preservativo, y los
varones debutaban con una prostituta, que no se sacaba el corpiño y
pasaban en fila india.
Bueno es que teníamos los
mensajes de nuestras madres, aunque no fueran amas de casa, decían que el mejor
anticonceptivo era “cerrar las piernas”.me acuerdo que yo no entendía la frase.
Ja. Era otro período de la historia.
Pero sigamos con mi escritura de
la carta con tinta, he borroneado tantas veces para que me salga una idea... he
estado atenta a los acentos, a los modismos y a las malas palabras. No es de
señorita.
Espero que la recibas con mucho
cariño
Voy a ir al correo, no se si la
voy a mandar simple, certificada o urgente. Le voy a poner una estampilla
y deseo que te llegue en unos días.
P.D. espero que el cartero la
lleve a tu buzón y que me respondas cuanto antes.-
*
Con mi boca de pluma
Mis oídos de jilguero
Mis manos abiertas al sol
Y mi piel bañada de miel
Me despertó esta mañana
La conversación de dos pichones
Que habitan en m jardín
Con una sonrisa ancha
Que abrasa al optimismo
Deseo que en este terso día
Tu rostro color cobrizo
Y tus dedos de pianista
Se nutran del néctar
Tonificante y vital
Si tú estas mejor y lozano
Las rosas de tu presencia
Crecerán en mí para regarlas
-Para mi hijo-
Boletos
Soñaba que estaba en una
estación de trenes, desnuda y ansiosa por conocer distintas estaciones:
Comencé a mirar los carteles y
curiosa leía: locura, destino, mujer, hombre, padres, hijos, alegrías, amor,
melancolías, soledad, matrimonio, esclavos, creación, felicidad.
No sabía que dirección tomar y
estaba convencida que quería viajar a todos esos lugares. Por lo cual, decidí
sacar un abono y me dirigí a la boletería, allí estaba un Sr., serio,
circunspecto y de pocas palabras, que vendió las series con discreción. Quise
preguntarle como empezar mi aventura, pero su indiferencia me inhibió tanto,
que no me animé a interrogarle.
Así, me dirigí al tren, bastante
insegura y... comenzó la travesía y sin pensar demasiado, me entregué al
recorrido mirando por las ventanas del enigmático convoy. Había muchos
pasajeros: hombres, mujeres y niños. También ancianos que les costaba mucho
estar de pie, llevaban sus años en sus maletas, de cuero manchadas, pero con
dignidad.
No sabía donde bajarme y en estación
locura me quedé… Haciéndome la valiente comencé a deambular sobre la acera,
inquieta por la suerte que me podría tocar. Caminando despacio observé seres
que detrás de sus espaldas tenían alas de verdad, no podía creer lo que mis
pupilas veían y asombrada estaba a punto de gritar, no comprendía por qué en
esa ciudad “estaban los locos con su capacidad de volar”. Pero no podían
hacerlo, sus alas estaban atadas con una camisa de fuerza, quizás de tanto
remontar. De inmediato giré asustada, horrorizada, alguien en mi espalda puso
su mano y me dio tal susto que por poco me caigo. Se acercó un hombre joven, de
piel blanca y de ojos grises y susurró a mi oído, hija, aquí no te quedes, es
macabro este lugar. Toma el tren para otro lado no te quedes, te podés contagiar.
Así, fui corriendo a la terminal y esperé a que el transporte me dejara en otro
paraje. Nuevamente subí y me senté en un vagón insegura, pensando a dónde podía
parar, cuando se detuvo en melancolías - como siempre- entrometida, salté y me
quedé. Era un paraje de tinieblas, no tenía miedo, estaba la calle tan gris,
que mis zapatos se empezaron a humedecer, aparecieron figuras con rostros
cansados, sin fuerza, con los labios para abajo, sus comisuras se caían de
tristeza.
Parecían derretirse en ese humo
pegajoso, no me gustó. Me fui casi sin respirar. No quería empaparme de ese
vaho que paralizaba mis pulmones. Nuevamente fui a buscar el ferrocarril.
-Tenía boletos de sobra.
Cuando llegó, ya sabía donde me
iba a quedar, cuando vi el letrero de hombres, agitada me lancé a las veredas.
Me dije, esta es mi oportunidad. ¡Que contenta estaba ¡: había tantos para
elegir: morochos, rubios, pelados, altos, con guiíta, deportistas, se me hacía
agua la boca...de mi cartera saque un espejo y delineé mis labios con sabor
rojizo, estaba sonriente y dispuesta a acercarme a un morocho de barba, muy
elegante, muy atractivo, pero al descubrir mi intención me sentí presa de una
inocente cobardía y me dije: aún no estás preparada, andate no busques en él lo
que no encuentras en vos. Y me fui, cabizbaja hacia otra cuidad.
En las vía férreas, encontré
nuevamente al vendedor de pasajes, el mismo individuo que parecía tan
tranquilo, le inquirí cual era el mejor pueblo para mí, pero no contestó mi
pedido. Desanimada emprendí mi traslado. Subí al coche, expectante y comprendí
que debía elegir sola mi rumbo. El vehículo se puso en marcha y me quedé
dormida, en ese sopor que te envuelve pero que te permite estar conciente de lo
que ocurre. Estaba recorriendo mi historia en pocos segundos, pasaban los
paisajes de la niñez, como si estuviese viendo una película, veía a mi abuela
con sus ojos tan celestes que tanto amaba, mi perra collie que corría por el
césped jugando a las escondidas, mi cara era regordeta y tenía un hoyuelo en la
mejilla derecha, que la hacía re simpática. Así fui transitando mi
adolescencia, repleta de amigas y de amigos y novios que bailábamos abrazados
con la música de los Beatles o Gary Cooper and the Union Caps, que linda manera de conocernos y empezar a sentir el amor. La que
no tenía novio estaba fuera de onda. Y el primer beso, no me acuerdo, pero se
que los besos de lengua que estaban prohibidos. Zzzzz
Me despertó el guarda en el
paraje Mujer. Bajo empujada, apresurada y cuando llego al sitio encontré un
montón de maniquíes que no me gustaron. Me fui a quejar a la oficina de turismo
y el mismo Sr. (El de la boletería) me indicó con una seña, que me
dirigiera a un lugar cerrado, medio sombrío…
Cuando llego al lugar, me
sorprendió la calidad del silencio. Pensaba que habría mucho bullicio, pero me
confundí. Abro la puerta de entrada y al pasar encuentro un salón de espejos,
intrigada comencé a mirar y lo único que veía era mi cuerpo, reflejado en uno,
en dos en diez y en mil retratos. Estaba de frente, de costado, de atrás, alta,
gorda, petisa. ¿Que diablos hacía allí? Estaba confundida, perpleja, donde estaban
las mujeres? Me habían estafado? Me quedé quieta y lentamente intenté mirar las
imágenes que amanecían de a mil.
¿Quién era esa que estaba
enfrente de mí? Y las otras? Tenían mis colores de ojos, mis cejas unidas, mi
pelo lacio y suave como la pluma de un cisne, estaba absorta observando mis
diferentes facciones y facetas de mujer. ¿Cómo podía hacer una sola? Miraba por
sobre mis hombros y en cada pestañear encontraba una cara nueva, como las
facetas de un diamante en bruto. Emocionada miraba mis ojos verdes, que se
llovían celestes y grises y veteados de miel. Eran tan bellos, tan
intensos resplandecía tanta luz que me hizo sentir el amor. Habrá pasado
un minuto, una hora, no interesaba cuanto tiempo, había descubierto en
ese espacio la delicia de ser yo. Me convencí pellizcando mis piernas si esa
maravilla que sentía era real y de inmediato me di cuenta que era certeza.
Me fui, no llevaba nada más que
esa sensación de concebirme mía, no quería seguir andando. Me dirigí a la calle
y estaba el Sr. de los boletos, era mi analista, que sonrió al verme vestida de
mujer.
Brindis
Bebo el sabor de las rompientes
en una copa empañada
por el sudor del hielo
Flotan los cubos desnudos
Saltando y estrellando con
deleite
Las burbujas bulliciosas y
perspicaces
Rozan en cada trago
Mis labios perfumados de las
olas
El aire del presente respiro
Y propongo un brindis
De sol y caracolas.
El deseo
De chica tenía una bolsa de
deseos en mi diario íntimo.
Allí se prendía en luces
fosforescentes el poder bailar con zapatillas de punta y un mágico
tutú de color blanco.
También estaba el de ser
cristalina y transparente con mis emociones.
La risa estaba en un primer
plano y era la protagonista de mi película de ciencia y ficción.
La curiosidad era uno de mis
destinos, intentaba averiguar con ojos de científica cómo la araña tejía sus
maravillosos caminos de la encrucijada.
Sus tentadores hilos vibrantes y
sedosos, fascinaban mi búsqueda. Quería ser la tejedora de esas suaves y
potentes líneas que reflejaban con su belleza los rayos del sol.
El amor de colores
alilados me guiñaba entre las guirnaldas de las hortensias.
Los picaflores con
sus enérgicas alas, parecían estar suspendidos en el aire sin la fuerza de
la gravedad.
La rosa estaba enamorada del
ruiseñor y el Principito podía domesticar al zorro y a mi amada perra collie.
El tobogán del pizarrón escribía
los nombres de mis amigas.
La palabra futuro era tan amplia
y cautivadora, que resplandecía cuando iba a jugar con mis hermanos al jardín
de la paz, donde se erguía el viejo teatro argentino.
En mi anhelo de ser grande
existía la palabra amistad, compañerismo, compartir y confianza.
No pensaba en la muerte, o la
sentía como un hecho más y muy lejano.
No creía en la incomprensión ni
en el egoísmo.
También añoraba mirando
las vidrieras robarme los juguetes sin dueño. Y no sabía que significaba el
valor del dinero.
Tenía admiración y respeto por
los linyeras, creía que iban pidiendo limosna para poder volver a su hogar. No
les tenía miedo.
El lechero que venía dos veces
por semana era un señor amable y recto. Mucho no me gustaba tomar la leche.
Pero me encantaba mirar la espuma que dejaba cuando vaciaba en nuestra cacerola
los litros para nuestros desayunos y meriendas. Me intrigaba ver cómo hervía y
subía tres veces como condición necesaria antes de beberla.
La hora de la siesta era la
peor. Mis viejos nos obligaban a dormir. Que aburrimiento.
Y así en el paso del tiempo
fueron pasando ilusiones, fantasías y aventuras.
Le contaba a mi abuela “la
babi” que: quería tener doce hijos y no entendía por qué ella me
sonreía en complicidad. Aún hoy recuerdo y anhelo el color celeste de sus ojos,
esa compañía que colaboró tanto en mi crianza y en mis caprichos. Ella me hacía
sentir feliz con sus comentarios cariñosos, con sus aventuras picarescas y sus
mimos. Para mí “la babi” no tenía edad, no era joven ni vieja, era mi
refugio y mi alegría. Con mi abuela pude volar en su sillón mecedor por las
travesías y travesuras de mi niñez.
El día que el horizonte se evaporó
Era un
atardecer poco común
La brisa no dejó rastros de su
presencia
El celeste y el verde se juntaron
Dialogando en lenguaje enamorado
El espectador sorprendido admiraba
La placidez de esa tarde matizada en
el silencio
Donde el
cielo y el río se fundieron.-
Un personaje se
escapó de mi novela
Era nítido y susceptible
No deseaba estar allí
Quería tener su propia vida
No me imaginaba que podía
salirse de mis papeles
Pertenecía a mis locuras de la
fantasía
Pero él se negaba a seguirla
Tenía su propio destino
Aunque intentaba aferrarlo entre
signos de paréntesis
o lo engañara invitándole a
participar en una estrofa poética
Él quería vivir su vida.
Como un globo soplado hasta la
medianía
Tenía una gran flexibilidad
para escurrirse de mis ideas de
vanidad
Entre soplos y sus desiguales
formas
iba mutando para escaparse
airoso
de mis impertinencias
Quería volar por los aires de la
montaña
Se mecía intuitivamente
franqueando las redes
Que intentaban envolverlo.
Con una viveza casi perfecta
Dejó su impresión en blanco y en
suspenso…
Desperté de la pedantería y el
egocentrismo
No quise detenerlo más
Un rayo oceánico expandió mis
ojos
Asombrada apacigüé mi orgullo
Y me entregué a observar el
intervalo.-
Ella, la Sra.
Tere
La Sra. Tere se había dado la
gran vida. Era una mujer muy hermosa y de mucho carácter. Su perfil aguileño le
sentaba de maravillas, y estaba orgullosa de él. Jamás pasó por su mente en
hacerse una cirugía plástica de nariz, ella comentaba orgullosa que le daba
"personalidad".
Rememoro sus días de fiesta y de
extravagancias. Su afán de ser la más linda.
Cuando enfermó llamaron a sus
familiares avisando que había fallecido, fueron de inmediato sus hijos a la
sala de terapia intensiva para despedirla. Pero abrió los ojos lentamente y les
dijo: "todavía no me voy a morir".
A sus allegados no les
sorprendió que despertara, ¡tenía tanta personalidad!.
Los que estaban asombrados eran
los médicos.
En Febrero le llegó la hora y
voló para otro boliche, quería seguir de caravana tomando Whisky, fumando
cigarrillos importados, llevándose los vestidos de moda hechos a medida.
Sus cenizas se las dieron a una
de sus hijas, quien con un poco de impresión no quería tenerlas en su
casa, por lo tanto se las proporcionó a Roxana (una amiga) y quedaron que en
Semana Santa las esparcirían en el Lago del Bosque.
Pasó esa fecha, y el cofre de
Tere estaba en el cuarto Roxy.
Una noche, Roxana empezó a
sentir ruidos raros, se levantó de la cama y al no encontrar nada, se
acostó.
Nuevamente comenzó a escuchar
más murmullos.
Entonces se puso frente a la
urna y le inquirió: Tere que querés? Te doy un cigarro, un poco de
champán? El susurro siguió.
A la mañana siguiente Roxana
observó que en el cuarto de baño había dejado enchufado el artefacto que
derrite la cera depilatoria. Ja.
Pasaron cuatro años y Tere,
luego de haberse mudado a otro departamento, después de estar en el baúl de un
auto paseando por el interior del país.
Fue entregada a su hija.
Están sus cenizas en el living
de su hogar. Sigue haciendo de las suyas.
Esta acompañada por una osa de
peluche gris que pertenece a su nieto.
Algún día cuando su sucesora
pretenda despedirse de ella, la llevará al lago, pero mientras tanto está
en compañía.
*
Ella, el y yo
Ella sabe, presume
Presiente
Más allá del silencio
Adivina
Detrás de las miradas
Escucha atrás de la ventana
Conoce reconoce reclama
Más que el sabio
Ella es niña
Ella es tierna
Y sufre y crece
La corriente crecida
Él intuye
El guarda el contenido
Ellos
También oyen
Las verdades ocultas
Y yo quizás esté
Entre ellos
Y entre el tu, el mi y el mío
Y entre tantos tules
Y adivinanzas
Estás tú y
Entretelas y a escondidas
Estamos todos
A tientas y tentados
De saber
De enigmas y entretelones
Entrecruzados.
Ojala
Ojala que tengas un día amigable
Que puedas volar por él: firme
Con tus mejores momentos
Dejando de lado la tristeza
Ojala pudieras hacer de mi
Un poema de gemas de turquesa
Que puedas mirarte en el espejo
Del lago de aguas tranquilas
Que bebas el licor de la alegría
Con tanta pasión hasta
embriagarte
Que tu equipaje solo lo llenes
De entusiasmo y aventuras
Que además sepas cariño mío
Que estaré siempre a tu lado
Cobijando el costado más difícil
Sorteando las huellas del
pasado.-
Bichito de Luz
Para Gustavo mi hermano.
Magia de la noche
cálida de infancia
misteriosa lucecita
que se prende y
se apaga
Sorpresivamente,
Aún hoy, te busco
En las noches de esperanza
A hurtadillas y
Un poquito asustada
Por la oscuridad.
Luciérnaga de fantasías
De tenerte acorralado
Guardado en un frasquito
Cual trofeo ganado.
Misterioso ser
Que te enciendes
Y despiertas
Mis ilusiones más puras
Inocentes, apretujadas.
Quisiera encontrarte
En mis noches
De melancolías,
Contagiándome tu luz
Calor y energía.
Siempre escurridizo,
Te escapas, te ensombreces
Cuando presientes
El peligro
Y desapareces...
Mi bichito de luz
No me tengas miedo
Sólo quiero tenerte
Cuando no tengo
Consuelo
No te asustes de mí
No te voy a atrapar
Solo quiero mirarte
Y sentirte que estás
El piquito
Voló en la noche calma
Estaba entristecido porque rengo
andaba
Tuvo un percance pensando en su
amada
Se tropezó con un ángel y se
enredó entre sus alas
Llevaba un recado que debía
cumplir a la nochecita
Pero herido quedó por sus
intenciones no santas
El ángel le preguntó
Que llevas ¿por qué tan apurado?
No se animó a decirle que era un
simple beso guardado
Que tenía destinataria
Le dijo que llevaba una carta de
feliz cumpleaños
De su amiga de Libra
Por la mentira se sintió
sumamente acobardado
No llegó el piquito esa noche de
luna clara
Se quedó en mutismo bajo el
rocío en esa madrugada
Tiritando de frío con sus
plumitas de abrigo
Quedó entumecido en un techo de
chapas
Vino un gato peludo y con sus
bigotes lo olía
Lo abrigó con su piel suave y
sedosa
Mientras el piquito dormía
Le dijo al oído...
Te doy mis manos y te abrazo
Y que puedas soñar distraído...
No podía dormir
Hacía mucho tiempo que no
escribía... las palabras ingeniosas se las llevaron a un terreno desconocido.
Los sinónimos estaban de huelga. Las metáforas se fueron de su interior, el
repiqueteo de las rimas se hundieron en la neblina del otoño. El silencio de su
imaginación se hizo presente, hormigueaba por su cabeza.
Le faltaba la dicha de las
oraciones y enunciados. Creo que hasta había olvidado soñar.
Se sentía insegura, tiesa. Todo
lo que se le ocurría le parecía banal, ordinario. Intentaba escribir una frase
acogedora, como si buscara encontrar una melodía fecunda y grata. Pero no
podía, su sensibilidad se había caído por un torrente de duda y de conformismo.
No era ella la que estaba frente
a la pantalla, eran los fantasmas de su pasado los que la habitaban. Ellos con
su capa de gris, le susurraban al oído que ya no podría seguir. La atormentaban
amonestando sus pensamientos, sus sensaciones. Querían comprimirla en un nido
de medianoche, como una niñita temerosa que no podía gritar ante esas figuras
horrorosas.
Pero, en un momento de furia,
exorcizó a esas apariciones con una nota de su personalidad. Sacudió varias
veces su cabeza, revoleó su pelo lacio para descomprimir tanto malestar y se
orientó a relatar:
En esta noche de madrugada,
escucho un saxo de jazz, la neblina vibra y envuelve las copas de los árboles.
La calle queda amplia y hay pocos caminantes nocturnos. Es tan hermosa la
ciudad cuando muchos duermen. La siento solamente mía. Las casas, los edificios
están peinados de un cálido sudor. Voy por la avenida libre, orgullosa, de ver
el paisaje urbano sin smog, ni ruidos. Las castañuelas de las hojas magnetizan
el aire. Respiro una fuente de energía, mientras muchos están descansando. No
saben lo que se pierden. La ciudad y yo. La rambla y mi ser, las plazas
respiran del movimiento y las flores se desperezan. No hay bocinas, ni gritos,
solo el suave recorrido del agua sobre las alcantarillas. El cielo está más
cercano, lo miro, lo deseo. Está suspirando entre un puñado de estrellas. Las
luces de las veredas se van juntando en una hilera continua. El futuro llega
manso y tierno.
¿CUANDO
ME VAS A CONSEGUIR UN PAPÁ Y UNA MAMÁ?
Adopción niños
institucionalizados
Nora Azul del Rosario Akimenco
Contratapa del libro
La araña teje su tela, sigue una
estructura, una forma singular, transparente, su hilo de seda es fuerte,
flexible aunque no se lo vea, si se rompe se puede reparar.
Como ocurre con la araña, mi
papel es ir observando la trama del niño: entrelazar experiencias, sucesos,
unir hechos, resignificarlos, formar ideas, nombrar ausencias y reparar
presencias; revisar los hilos que están endebles, buscar diferentes
significados, guiar, conducir, entretejer - reparar.
El pequeño también tiene su
potencial para seguir creciendo, madurando, evolucionando a pesar del abandono.
***
-Nora Azul del Rosario
Akimenco. Vive en la ciudad de La Plata.
Es Licenciada y profesora en
Psicología. Directora de Psicodrama Terapéutico y Pedagógico.-
Instructora de Hatha Yoga
Autora del Libro "¿Cuando
me vas a conseguir un papá y una mamá?" Editorial Universitaria de La
Plata.
Participante en "
Palabras al viento" Antología y narrativa de Escritores de La Plata
y de "50 años de buena letra" Antología 2005, sociedad argentina de
escritores/ La Plata. 2005.
***
INVENTREN
Próximas estaciones literarias:
J.J. ALMEYRA.
-Por Ferrocarril Midland-
GOBERNADOR ORTIZ
DE ROZAS
-Por Ferrocarril Provincial-
-Colaboraciones a inventivasocial@yahoo.com.ar
InventivaSocial
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de escritura
Para compartir escritos escribir
a: inventivasocial@yahoo.com.ar
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