martes, abril 09, 2024

EDICIÓN ABRIL 2024

 


*Foto de Noelia Ceballos @noe_ce_arte

 

 

 





 

PÉRDIDA*

 

 

Como si uno mirara un gato y no supiera qué hacer

el vacío caminaba por el desierto de una ciudad rota, vencida

el vacío no entraba en las casas de la peste y de las mariposas muertas

clavadas en un álbum,

el vacío se comía cada mañana la cosa oscura de la noche,

se llevaba la masa sospechosa del mundo, el maullido de

las olas del mar.

El vacío

que veía las situaciones del revés.

Cualquiera es copia errónea de un arquetipo inconcebible, ya lo sabemos

pero el vacío

ese antiguo vacío

te ayudaba a llorar con el agua mansa de sus ojos,

o te adelgazaba el sueño

para que pudieras guardarlo de una vez en tu bolsillo.

En el agujero del mundo

era un poco de luz.

 

*De Liliana Díaz Mindurry. lidimienator@gmail.com

 

 

 

 

 





 

 

 

Lo que callamos*

 

 

El aprendizaje fue urgente y elemental

marcado por la herencia o el contexto:

distópico, esquivo, incómodo, irritante.

Como un pinchazo que alivia la presión

o un cerco caído por las repetidas fugas

necesarias, vitales, arteras, censurables;

valiosas al fin del día, un entrenamiento

con el fin de encontrar la grieta del muro.

Aquel vicio tan necesario para sobrevivir

al borde del abismo en el desaconsejable

y frágil equilibrio. Ese instinto que caído

adentro trituraron para reciclar los restos

de lo que fuimos. Con la dura adaptación

y el triste resultado de estados enfermos.

Indefinibles en palabras: la sospecha de

una extrañeza incomunicable, el miedo

en la sangre de ignorar algo importante,

y la mancha deshonrosa de la soledad.

El esfuerzo sobrehumano de entender

todo eso oculto y por fuera del relato,

la única excelencia que a nadie sirve.

Milenios de cadáveres enmudecidos

atragantados de verdades relativas.

 

*De Horacio Rodio. horaciorodio@hotmail.com

 

-Horacio Rodio es autor de los libros “Palabras de piedra” Ediciones Baobab. Argentina. 1999 / “Media baja” Ediciones Dunken. Argentina. 2012 / “La insistencia de la desdicha” Editorial Ruinas Circulares 2018 / “El cinturón de Orión” Poesía.  Ediciones Las Flores Argentina 2022 / “Ausencia y Error” Novela (Aparece en octubre 2023) Avant Editorial. Madrid. España. 2023

- Autor del libro de poesía “El libro de Hopper” Pierre Turcotte Editor. Quebec. Canadá. 2023 / Autor de la novela “Una sed extraña” La voltereta Almería España 2023

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Imágenes de la guerra y deshumanización*

 

*Por Alejandro Badillo. badillo.alejandro@gmail.com

 

Las estrategias de mercadotecnia no parecen tener límites. Este artículo trata de los procesos de estetización de la guerra de Ucrania mediante la portada de la revista Vogue, que desvirtúa y vuelve glamoroso el conflicto bélico con Rusia. Lejos estamos de las imágenes que grandes fotógrafos como Robert Capa (1913-1954), Gerda Taro (1910-1937) y David Seymour (1911-1956) lograron en su tiempo y a costa de su vida.

 

En días recientes la revista Vogue edición Ucrania seleccionó en su portada, para su número de primavera, a la modelo ucraniana Karina Mazyar. La joven posa para el fotógrafo inglés Brett Lloyd vestida con atuendo militar en el Liceo Militar de Kiev y teniendo como marco a algunos cadetes. La imagen no remite, en absoluto, a las duras condiciones que existen en ciudades como Mariúpol, Odesa, Jersón, Járkov y Zaporiyia, que están en el frente de batalla y cuya población ha sido expulsada o diezmada por bombas y combates. Al contrario: la modelo aparece sonriente, como una escolar que simula, con sus compañeros de aula, la alegría por terminar una jornada de estudio. Para la portada de la edición digital, Vogue presenta a Oksana Rubaniak, una militar de veintiún años que fue herida en la guerra y que se apresta a regresar a los combates. La joven pelirroja posa muy seria, mirando de frente a la cámara. Está casi en posición de “firmes” y lo único que muestra cierta espontaneidad es la mano derecha en el bolsillo. El gesto hierático no conduce, más allá del uniforme camuflado e impoluto, a la guerra; recuerda, más bien, el perfil inexpresivo de una modelo de pasarela. Vogue usa el código de la moda para disfrazar la guerra y crear un producto chic para el consumidor de alto perfil o, al menos, para el que contempla a Vogue como un paradigma aspiracional. La estetización de la violencia llega, de esta manera, a un nuevo límite: la exclusión de la realidad en pos de un espectáculo que reconfigura la percepción de la guerra. No hay sangre, ni restos humanos, ni ruinas, sólo un intento fallido de sublimar la tragedia humana a través de una fantasía extraída de un catálogo de ropa de

alto perfil.

La fotografía de guerra sirvió, al inicio, como un acercamiento inédito a las duras condiciones de los soldados en el frente y a su encuentro con la muerte. Robert Capa, Gerda Taro y David Seymour –pioneros en el fotoperiodismo bélico en la primera mitad del siglo XX– murieron en acción durante la Guerra de Indochina, la Guerra Civil Española y la Guerra del Sinaí, respectivamente. La idea atrás de la fotografía documental tenía que ver con aproximarse –como afirmaba Capa– al objetivo hasta unir la experiencia entre el fotógrafo y el protagonista de su toma, incluso a costa de la propia vida. Sin embargo, poco después la fotografía de guerra sufrió todo tipo de imposturas fruto de la propaganda moderna. Susan Sontag realizó un análisis de varias imágenes icónicas que vendieron una “realidad” actuada, una reconstrucción de un hecho para volverlo más atractivo y heroico. La toma más representativa de esta tendencia es la imagen de Joe Rosenthal que captura la bandera estadunidense en el monte Suribachi en Iwo Jima durante la segunda guerra mundial y escenificada con una bandera más grande para lograr el efecto requerido. La espontaneidad que requiere el fotógrafo para capturar la esencia de lo retratado cede su lugar a una coreografía que manipula las emociones del espectador.

Algunos fotógrafos, hartos de la manipulación de las imágenes de guerra a través de la estetización o el cínico ocultamiento de sus consecuencias, hacen esfuerzos por romper el límite que impone la narrativa oficial, particularmente en Occidente. En la Guerra del Golfo –invasión de Estados Unidos a Irak para ser más exactos– iniciada en 1990, el fotógrafo independiente Kenneth Jarecke capturó la imagen de un soldado iraquí carbonizado por el bombardeo a base de napalm y otras sustancias de la alianza que, amparada en la promesa de la libertad, contribuyó a desestabilizar Medio Oriente. Jarecke apuntó en la parte inferior de la instantánea: “para que mi madre no piense que la guerra es lo que ve en la televisión”. El fotógrafo pensó que su imagen ayudaría a que los estadunidenses cambiaran su punto de vista sobre la guerra, pero los medios de su país y la agencia AP rechazaron su propuesta. Sólo el London Observer tomó la decisión de publicar la foto obtenida en una zona que los periodistas llamaron “la carretera de la muerte”, un lugar sembrado de cadáveres y vehículos destruidos gracias al bombardeo aliado a unas tropas que intentaban huir de una muerte segura.

La guerra se experimenta y, sobre todo, se anuncia de forma diferente según la clase social a la que se pertenezca. Las fotos glamorosas de la revista Vogue son un espectáculo reconfortante y vacío para la élite de ese país –y de Occidente– que difícilmente comprometerán sus bienes o su integridad física en la escalada de violencia después de la invasión rusa iniciada en febrero del 2022. La imagen no sólo pierde su “aura” –en el sentido que el filósofo Walter Benjamin le da a la reproducción técnica y masiva de las fotografías– sino que se regodea en un ejercicio estéril y, sobre todo, deshumanizado.

 

-Fuente: La Jornada.

https://semanal.jornada.com.mx/2024/03/31/imagenes-de-la-guerra-y-deshumanizacion-2781.html?

 

 

-Alejandro Badillo. (Ciudad de México, 1977)

-Es autor de los libros de cuento: Ella sigue dormida

 (Tierra Adentro), La herrumbre y las huellas (Eeyc), Vidas volátiles

(BUAP), Tolvaneras (SC Puebla), El clan de los estetas (Universidad

Veracruzana. Premio Nacional de Narrativa Mariano Azuela) y las

novelas La mujer de los macacos (Libros Magenta) y Por una cabeza

 (Premio Nacional de Novela Breve Amado Nervo).

Recientemente ha publicado:

“La Habitación Amarilla” (cuentos) por Editorial BUAP. -2021-

“Reconstrucción” (novela) Ediciones EyC. -2021-

 

 

 

 

 




 

 

 

Borges y Javier*

 

 

Esa mañana al verme con el libro de Borges en la mano a Javier se le iluminaron los ojos. Se reclinó en el banco de plaza en el que vive y se dispuso a recordar. Me habló con el corazón. No es necesario, supongo, aclarar que las palabras recordar y corazón tienen la misma raíz en latín. Los recuerdos, a ciertas personas, las remiten a lo más profundo de su ser. Si es un ejercicio honesto, cordial, no una ficción para engañar al oyente. Y Javier no necesita hacerlo. Por eso vive en el parque, donde puede ser libre y sincero.

Todo comenzó por un libro, muy grueso, que acababa de comprar. Las obras completas de Borges, año 1974, editadas por la editorial Emece. Quien me la vendió fue Antonio, uno de los libreros nómades que se gana la vida vendiendo libros usados en el parque. De las pocas personas en las que Javier confía. Javier siguió desde lejos toda nuestra transacción, contento tal vez, de que nos llevemos bien. Es natural alegrarse de que nuestros amigos se entiendan, una forma más de validar la intuición al elegirlos.

Cuando pase a su lado, me miro con ternura, tenía una mirada que nunca le había visto y me dijo que había leído a Borges cuando estaba sano. Incluso que lo conoció y que la mujer de Borges le había regalado un ejemplar de lujo.

Le pregunté cómo era la mujer que le había regalado el libro y me dijo: era “chiquita” y de “pelo blanco”.

Asintió cuando dije que la mujer debería ser María Kodama.

Pero que el regalo lo perdió, no sabe dónde está. Aunque no lo dijo en forma explícita su expresión reflejaba: ¿Cómo voy a saberlo en el estado en que me encuentro?

Javier leía a Borges mientras su mamá limpiaba en una casa. La acompañaba al trabajo y él se quedaba leyendo en un banco que había en el patio, de lo que presumo, era un caserón de estilo inglés en algún barrio de Adrogué.

Un rayo de sol lo calentaba e iluminaba su lectura. Hizo un gesto con su mano haciendo la trayectoria de un rayo de sol que apunta hacia el texto.

Luego me preguntó si en la antología estaba el famoso cuento “El Aleph”

Ante mi confirmación quiso saber en qué página estaba. Que fuera la 617 lo tranquilizó, aunque no veo un motivo lógico para ello, su cara era de completa satisfacción. Otro número, para él, lo hubiera tomado como una traición o un mal presagio.

¿Se acordaría de que hablaba “El Aleph”? No me animé a preguntarle, porque ese cuento y no otro, era el que tenía en su memoria. Descarté la obvia causa de la cercanía entre la casa de Beatriz Viterbo y su actual morada porque para Javier la avenida Garay, a solo una cuadra del parque, es tan lejana como el desierto de Arizona.

No es sencillo entrar en su mundo, a mí me da miedo que una palabra fuera de lugar lo saque del ensueño. Me ha pasado alguna vez y aprendí la lección.

De pronto sonrió y como si leyera mi pensamiento, buceo en su frágil memoria el motivo del recuerdo. Me relató que él también había visto todo el universo en simultaneo en una pequeña circunferencia posada en el bajo relieve que tiene frente suyo. El bajo relieve se llama “La Fundación” y se encuentra en el lateral del monumento a Pedro de Mendoza que mira a la calle Defensa. Aclaremos que no fue ese el lugar donde se fundó la ciudad, esa es una mentira más de las tantas que se cuentan. Pero todo eso a Javier no le importa, el desea volver a encontrar ese círculo una vez más.

Se levantó de su trono y me señalo la pala del aborigen representado en el bajo relieve. O eso me pareció que quiso hacer. No estoy muy seguro porque todo ocurrió en un instante. Quizás fue otro punto del bajo relieve. O peor aún, fue un diminuto punto en el lomo de la paloma que se posó por unos segundos en el monumento. Un punto alado.

Después de este acto el discurso de Javier volvió a ser difícil de seguir. Se asustó de contarme su secreto. Confía en mí, pero como sabe que soy una persona que escribe sospecha que no soy confiable de mantener un secreto. Este mismo relato es la prueba viviente de que sus temores eran pertinentes.

Su soliloquio bastó para que me fuera revelado el motivo de porque vive Javier en ese banco, teniendo opciones con más reparo, incluso en el mismo predio. Ahí logró evitar toda obligación y todo deber que lo distraigan de su único objetivo. Anida en su alma la esperanza de volver. a ver el universo y el microcosmos unidos en ese mismo punto. Después de esa experiencia nada lo podrá sorprender. Anhela repetirla antes de la inevitable noche del olvido. Es posible que él sospeche que puede ser el elegido.

 

-Del capítulo “El guardián del parque” del libro inédito “Dios es un gran escritor”

 

*De Jorge Santkosky. jsantkovsky@go.org.ar

 

-Nací en la ciudad de Bahía Blanca en el año 1957. Desde los 18 años vivo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Estudios cursados de Matemática en la Universidad de Buenos Aires. Actualmente trabajo en el rubro residuos tecnológicos.

Presidente durante 8 años de la Asociación Argentina del juego de go.

Libros publicados de poesía “Revelaciones” por la Editorial Huesos de Jibia 2010.  “Revelaciones acerca de otras criaturas” por la Editorial Huesos de Jibia 2011. “Breves” por la editorial Colectivo Semilla 2013 de la ciudad de Bahía Blanca. “El sonido de la atención” Editorial Huesos de Jibia 2014. “La incomodidad” Editorial Huesos de Jibia 2015. "El después es ahora" Editorial "A capella" 2021 Córdoba.

-En narrativa “Diario de un cuentenik” de la editorial Leviatán 2020

-Mantengo el blog http://otrascriaturas.blogspot.com.ar/

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ELEGIDOS*

 

* Antonio Dal Masetto.


 

Le hago una visita a mi viejo conocido el licenciado Almayer, director y alma mater de Zeus S.A., Instituto de Formación para el Éxito.

–Almayer –le digo–, estoy cansado de andar penando en el llano, quiero estar en la cima de la colina.

–Vino al lugar indicado, mi querido amigo –me dice–, lo felicito por la decisión de abandonar la planicie, su sitio son las alturas.

Me siento reconfortado.

–Por favor, instrúyame –le digo–. La verdad que ando más tirado que el perejil.

–Mi Instituto está perfectamente pertrechado para resolver su problema. Tengo bajo mis órdenes un equipo de profesores de altísimo nivel, gente muy afilada, especializada en sociología, psicología, oratoria, comunicación y supervivencia en situaciones límites. Le voy a enumerar las reglas básicas para que vea cómo funciona nuestro entrenamiento. Regla número uno: debe hacerse amigo de todos sus compañeros, ganarse su confianza y su corazón e inmediatamente traicionarlos.

–¿Sin más ni más? A mí siempre me enseñaron que el que tiene un amigo tiene un tesoro.

–Recuerde el viejo dicho: amigos son los testículos y también se golpean. La segunda regla se deduce de la primera: todos los que lo rodean son sus enemigos, ódielos, destrípelos sin asco.

–¿Me está hablando metafóricamente?

–Nada de metáforas, en el Instituto Zeus tripas quiere decir tripas y ninguna otra cosa.

–Comprendido, maestro.

–La tercera regla se deduce de la primera y la segunda: a los adversarios, que son todos, tiene que devorarles los sesos.

–¿Intelectualmente?

–Nada de intelecto, les tiene que hacer un agujero en el cráneo y chuparles los sesos, para que no les quede ni una sola idea. No le haga asco a nada. A los débiles de estómago y a las almas dubitativas se los comen los chimangos.

–Comprendido, maestro.

–Ultima regla y regla de oro: en la olla del guiso, si está bien condimentado, la verdad y la mentira tienen el mismo gusto. Apréndaselas de memoria y, cuando termine su preparación, podrá acometer con éxito el ascenso a la colina.

–Entendí, maestro, sin duda es un curso muy estricto y puntilloso. Pienso que sería perfecto si yo aspirara a ser un killer eficiente, un sicario desalmado, un despiadado profesional del crimen. Pero me asalta una duda: ¿para qué le sirve todo ese entrenamiento a un tipo como yo que solamente quiere dejar de penar en el llano y alcanzar la cúspide de la colina?

–Mi buen amigo, los que se acomodaron en la cúspide llegaron utilizando reglas parecidas a las nuestras. Si usted quiere asegurarse una subida rápida, no dude, aplique al pie de la letra las enseñanzas. A saber, elija uno o dos de los que están arriba y dedíquese a demolerlos sistemáticamente. Indague sus costumbres sexuales, consiga pruebas de las más bochornosas, las que no resisten la luz del sol, y desparrámelas. Revise prolijamente sus finanzas, aunque tenga que revolver los tachos de basura, busque hasta encontrar las pruebas de alguna matufia económica y pregónelas a tambor batiente. Con mirada de entomólogo investigue las relaciones afectivas de los fulanos, las posibles fallas en su grupo familiar, elija las más dolorosas, las que producen vergüenza, y échelas a los cuatro vientos con toda la voz que tenga. Y lo que no encuentre, invéntelo. De todos modos, seguramente algo de cierto habrá. Todos esconden algún secreto.

–Pero me van a hacer pomada.

–De ninguna manera. Si usted llega a ser un rufián lo suficientemente ruidoso, que pega justo y difama con convicción, comenzarán a prestarle atención. Cuando hagan sus cálculos y vean que acallarlo resulta caro, incómodo y trabajoso, lo aceptarán como uno de sus iguales y le tenderán una escalerilla para que ascienda a la cima de la colina, se mezcle con ellos y se convierta en uno más de los elegidos, los intocables, los que están más allá del bien y del mal.

 

-Fuente: Página/12.

https://www.pagina12.com.ar/1999/99-08/99-08-24/contrata.htm

 

*Antonio Dal Masetto.

(Intra, Italia, 14 de febrero de 1938 - Buenos Aires, 2 de noviembre de 2015)

 

 

 

 

 

 



 

 

 

 

El orden*

 

 

En el universo hay un orden secreto que ignoramos,

y que, de manera aleatoria, ciertas veces se nos revela.

Caminaba como siempre al trabajo y noté una piedra,

en el suburbio no es raro verlas, las piedras sobran.

Pero esta piedra no era basura ni era un escombro,

no mostraba ninguna marca de la mano del hombre,

ni era algo fracturado o desprendido de otra cosa.

Era una piedra en sí misma. Salida desde la tierra,

acaso expulsada de sus entrañas como un cálculo.

O se hizo piedra expuesta a la hostilidad del afuera,

a los agentes externos, al desgaste y al zamarreo.

Era habitual encontrarla y mirarla y seguir de largo,

un día al pasar la hallé corrida del lugar de siempre.

Casi con seguridad a causa de una patada temeraria,

porque no era una piedra chica. Pasé otro día y faltaba,

y la asumí ya perdida, pero sin buscarla la encontré,

a la distancia semi escondida entre los pastos altos.

Pensé que eso no era una casualidad, sino un destino,

la llevé a mi casa, pero no era una piedra de interior,

no quedaba bien en ningún sitio, la saqué al jardín,

ahí encajaba en donde la pusiera. A veces la muevo

para comprobarlo y veo que queda en todas partes,

entiendo que a las plantas también les agrada la piedra,

y lo bien que le cae el agua a la pobre cuando la mojo

al regar las plantas. Ella encontró el lugar de sosiego,

y el jardín el alivio para preservarse de mi ansiedad

de jardinero, yo miro la piedra y crecen las plantas.

Tengo la sospecha de que ese es el gran problema de todo,

el mundo está desordenado: la piedra está en su lugar,

las plantas en el suyo y, si un día yo ando extraviado,

miro la piedra y es el imán que marca el norte.

Es algo muerto y no lo sabrá nunca,

pero ella es la piedra

del jardín de casa.

 

 

*De Horacio Rodio. horaciorodio@hotmail.com

-Del libro: El cinturón de Orión. Premio Bioy Casares de Poesía en Las Flores.

 

-Horacio Rodio es autor de los libros “Palabras de piedra” Ediciones Baobab. Argentina. 1999 / “Media baja” Ediciones Dunken. Argentina. 2012 / “La insistencia de la desdicha” Editorial Ruinas Circulares 2018 / “El cinturón de Orión” Poesía.  Ediciones Las Flores Argentina 2022 / “Ausencia y Error” Novela (Aparece en octubre 2023) Avant Editorial. Madrid. España. 2023

- Autor del libro de poesía “El libro de Hopper” Pierre Turcotte Editor. Quebec. Canadá. 2023 / Autor de la novela “Una sed extraña” La voltereta Almería España 2023

 

 

 

 

 





 

 

 

LOS INADAPTADOS*

 

Nosotros en la escuela no sabíamos el nombre del hermano mayor del más vivo. Nunca pudimos aprendernos los cantitos. Jamás acertamos con las palabras que los demás se proferían sin vacilación. Y, ni una sola vez, hicimos el gesto correspondiente en el momento adecuado.

Los demás sí. Los demás sabían qué cosa se antepone a cuál otra. Si te pregunta decile... si sonríe así entonces vos... Y uno no entendía por qué, qué grado de necesariedad tenían las respuestas, si nosotros argumentábamos o nos encogíamos de hombros porque eso es lo que nos salía sin andar pesando o midiendo. Y uno se comportaba sincera, estúpida, sinceramente.

Cada vez.

Pero hay que sobrevivir. Hay que hurtar el cuerpo al golpe, la cara desnuda a la sonrisa despectiva, el corazón al dolor.

Entonces elegimos confundirnos con el paisaje, aprendimos a hacer como si estuviésemos de veras cuando no estábamos, o como si supiéramos lo que se esperaba de nosotros. Sin llamar la atención para que no se notase la falta de solvencia, el instante de vacilación antes de la respuesta, o la lamentable pose de mal actor que no sabe qué hacer con las manos y que muestra que no es, en verdad, quien intenta ser.

Cuántos años.

Cuánta vida mirando al bailarín de al lado para copiarle el paso. Cuánta moda que se nos escurrió entre los dedos, nosotros siempre tarde y nunca completamente como la prenda debía ser, color incorrecto, forma de las mangas casi, pero irremediablemente fracasadas. Ni hablar de los zapatos.

Y darse cuenta. Ahora.

Darse cuenta ya de vuelta, ya cuando se ha dejado atrás tanta cosa mal disfrutada, mal asida. Ahora darse cuenta de que el que sabía era uno. Éramos nosotros. Finalmente nosotros. Gozosamente y gracias al cielo nosotros sabíamos ser seres humanos.

Y lo fuimos, aunque infructuosamente intentásemos no serlo. Aunque nos pusiéramos disfraces ridículos y nos pincháramos insignias que nada significaban.

Éramos.

No fuimos alumnos ni hijos ni novios ni empleados. No pensamos lo que se repetía a coro desde los altoparlantes, no hicimos reverencias y, si no lo sentíamos, no dijimos "te amo".

No aprendimos a mentir.

Nos salvamos.

Éramos lo que éramos. No otra cosa.

Sincera, estúpida, sincera, maravillosamente seres humanos.

Nosotros.

 

*De Mónica Russomanno. russomannomonica@hotmail.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

*

 

¿Qué es el aburrimiento? ¿una súbita presencia de la nada? ¿Un problema químico al que le llaman depresión? ¿La sensación alegre de que todos hablamos distintos idiomas, nos querramos o no? ¿La sensación triste de estar muy cerca de una revelación y que no entenderemos su resplandor o no lo podremos describir a nadie? ¿La seguridad de que sólo escribimos para nosotros mismos y que eso tampoco está mal? ¿Una paz desconocida cuando se vive con intensidad?  ¿El entusiasmo de sabernos vivos en una vida ínfima? ¿Pensar en la muerte? ¿Eso que viene luego que uno se ha divertido muchísimo y ha llorado de risa? ¿Una forma de amor sereno a lo que es? ¿Un modo del miedo a la decepción? ¿Un modo de miedo a tener que enfermarse y morirse? ¿La sensación de que el amor está ahí al alcance pero asusta en su deslumbramiento? ¿El miedo a un Dios? ¿el miedo a que no haya un Dios? ¿El miedo a un sentido posible de las cosas? ¿El simple y tonto miedo de vivir? ¿El miedo a la irrealidad o a la torpeza de una presunta realidad? ¿La dulce certeza del sinsentido o la tragedia de un sentido ignoto?

 

*De Liliana Díaz Mindurry. lidimienator@gmail.com

 

 

 

 

 

Inventren

https://inventren.blogspot.com.ar/

 

 

 

 

 

EL ESPERADOR*

 

La habitación es pobre, por la ventana entra una luz tamizada por una cortina con agujeros, que producen manchitas irregulares de sol sobre el muro encalado. Una araña de patas largas y cuerpecito minúsculo hace filigrana en el techo. Hay una cama, un escritorio sencillo de madera, una lámpara con el pie curvo, despintada como todo, apagada a pesar de que el sol allá afuera está bien alto pero adentro es penumbra y tristeza.

Revistas viejas apiladas, un ventilador de metal sobre una silla, un ropero al que las puertas no le cierran del todo.

Adivinamos un baño del otro lado de la pared por el goteo lento pero continuo. Suponemos sin verlo que la tapa del botón falta, y para realizar la descarga del inodoro habrá que tirar del fierrito dentro del pozo rectangular abierto como una boca que ni llora ni ríe, abierto el rectángulo como una boca asombrada, suspendida en un grito o quizás inmóvil simplemente, esperando algún tipo de reparación.

Un hombre en camiseta sin mangas está acodado en la mesa de la habitación. No hay relojes allí, sólo las manchitas de luz que imperceptiblemente recorren las paredes y hacen de reloj de sol indicando que el mundo transcurre allá afuera. El sol se mueve, las manchas pasean lerdas por la pieza como constelaciones nocturnas de inmensidad y lejanía, aquí nunca es de día ni de noche, nos decimos, no es un buen lugar para cultivar vida.

Canta un pájaro, algún perro ha ladrado confusamente en algún lugar. Les contestan. Otros pájaros se desgañitan en respuesta, otros perros emiten sus voces destempladas comentando lo que dijo el congénere.

El hombre no se ha movido. Vemos que hay una pavita abollada, un calentador, un mate de madera recubierto en aluminio, una lata de yerba ennegrecida. Otra lata suponemos que contiene galletas, pero no la ha abierto.

El hombre está encorvado, los brazos sobre la mesa y la cabeza con pocos cabellos obstinadamente fijada hacia adelante. Le corre una gota de sudor temblorosa desde la axila. Anacrónicamente, una pantalla de ordenador le ilumina los ojos. Habríamos creído que un lápiz de madera y una hoja rayada serían más convenientes, pero la notebook delante de su rostro está tan deslucida como el resto de las cosas, polvo entre las teclas, la pantalla sucia y en una esquina del aparato una cinta aisladora remendando una quebradura.

Escribe con dedos pálidos "resido en Baudrix", y en el ordenador que desmaterializa el ser y lo transforma en unos cuantos caracteres viajando por el globo, se transforma en una frase maravillosa, él se transforma en un hombre misterioso y fascinante. Baudrix. Una mujer se imagina un caballero hermoso y distinguido en una casa de tejas negras en medio de un jardín con una fuente. Otra mujer se dice "Baudrix" y aparece un muchacho lánguido de nariz recta sentado en el pretil de un puente de piedra sombreado por altos pinos. "Baudrix" se dice otra, y evoca prados verdes y quizás robles, y quizás a lo lejos la aguja del campanario de una capilla medieval.

"Baudrix" ha dicho ella. Y sonríe, y piensa en el hombre en camiseta, en la cama de hierro, en la uña del dedo gordo del pie derecho que le rompe las zapatillas de lona. Piensa en los cabellos ralos, las mejillas mal afeitadas. Recuerda la mujer la cortina con agujeritos, el comedor con los muebles de la abuela, el patio de baldosas desparejas.

"Escribe él, aquí, en Baudrix", se dice la mujer. "Y está solo, y espera" se dice. Espera, aunque en la estación ya no arribarán más trenes. Lanza sus botellas, él, y todavía. Espera. Se dice la mujer.

El timbre no funciona. Unos nudillos golpean la puerta.

El hombre se pone una camisa de mangas cortas sobre la camiseta, se calza las chinelas y gira el picaporte de su puerta.

 

*De Mónica Russomanno. russomannomonica@hotmail.com

 

 

 

-Próxima estación:

 

FRANCISCO A. BERRA.

 

-Continuidad literaria por el Ferrocarril Provincial:

 

ESTACIÓN GOYENECHE.   

 

GOBERNADOR UDAONDO. 

 

LOMA VERDE.  

 

ESTACIÓN SAMBOROMBÓN.

 

GOBERNADOR DE SAN JUAN RUPERTO GODOY.

 

GOBERNADOR OBLIGADO.

 

ESTACIÓN DOYHENARD.  

 

ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA. 

 

D. SÁEZ.   

 

J. R. MORENO.   

 

 EMPALME ETCHEVERRY.

 

ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY.  

 

LISANDRO OLMOS.

 

 INGENIERO VILLANUEVA.

 

 ARANA.

 

GOBERNADOR GARCIA.

 

 

LA PLATA.

 

 

 

InventivaSocial

Plaza virtual de escritura

-Editor responsable: Lic. Eduardo Francisco Coiro.

Blog histórico & archivo: https://inventivasocial.blogspot.com/

 

 


No hay comentarios: