domingo, noviembre 03, 2024

INOCENTES DE ARDOR Y DE SOMBRA.

 


*Obra de Noelia Ceballos @noe_ce_arte

 





 

 

 

*

 

Podría ser que luego,

muy luego,

mucho

más luego

de lo que el temblor recuerde

 

se den cuenta

 

de que nosotros,

los huérfanos,

desarmados,

inocentes de ardor y de sombra,

 

no estábamos

equivocados

al temblar.

 

-Poema del libro “Del otro lado de la noche”

 

*De Valeria Pariso. valeriapariso@outlook.com

 

- Valeria Pariso. Publicó los libros de poesía: "Cero sobre el nivel del mar" Ediciones AqL (2012), "Paula levanta la persiana", Ediciones AqL (2013); "Donde termina esta casa", Ediciones de la Eterna (2015), "Del otro lado de la noche" (2015) Editorial El Mono Armado, "Triza" (2017) Editorial Detodoslosmares, "La trilogía: Uva negra/ Mascarón de proa/ El castillo de Rouen", Vela al viento Ediciones patagónicas (2018), Segunda edición AqL (2020), Zarmina, Primer Premio del Concurso de Letras, categoría poesía, del Fondo Nacional de las Artes, año 2019, Ed. Mascarón de proa (2020); "Flores para no regar", Editorial AqL (2021).

- “Final francés”, AqL ediciones, 2023

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

EL DÍA DE LAS ARAÑAS *

 

Las arañas izaron sus banderas esa mañana; todo estaba tan oscuro, al punto, que yo no lograba distinguir las puntas de mis pies. Tomé una mochila eché en ella todo el presente que pude para salvaguardar el futuro protegiéndolo de posibles polillas. Y nunca más volví la cara hacia atrás. Caminé día y noche hasta llegar a ese lugar soñado por mis ancestros. Lugar, en donde dos cascadas se juntan como las trenzas de una niña adolescente. Y allí deposité mi corazón debajo del tronco de un árbol que nunca envejece cuyas hojas miran al extraño con ternura. Entonces, el sol emergió de su silencio y las arañas que antes vi se escurrieron por las hendiduras de los vocablos del tiempo hasta no ser más que, las cenizas del asombro.

 

*De Daniel Montoly. danielmontoly@yahoo.es

Columbus. Ohio

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LO PEOR*

 

Qué es lo peor, derrumbarse por una despedida, sentir que hay algo que se pierde para siempre y se lleva las propias entrañas, o saber, pero saber de veras que uno va a salir adelante, que todo pasa, que el tiempo lima y desdibuja.

La pérdida de la inocencia, la definitiva pérdida de esa inocencia que nos hace creer que alguien es necesario y que nos hace preferir las historias en que la heroína toma veneno cuando muere el amado, en vez de hacer un prudente duelo y seguir vendiendo pan o sellando formularios mientras espera que aparezca otro hombre con el cual casarse y formar una familia.

De jóvenes preferimos las novelas con suicidios por amor. De adultos hemos visto ya muchas recuperaciones y descreemos de los excesos. Qué pena.

Es condescender a la realidad y sobrevivir a medias.

Somos quienes ya saben que todo pasa y se han inmunizado a fuerza de anticuerpos. Somos los sobrevivientes. Duros, eso sí. Y habrá que ver si, sabiendo que el amor no es eterno desde antes de la largada, somos capaces de querer de veras.

Lo peor es ver el circuito desde arriba. Uno sabe desde dónde sale, hasta dónde llega, no sufre demasiado porque el resultado es previsible. Pero no participa de la carrera.

Lo peor es hacer como que se corre, sin correr en realidad, por vaticinar la derrota. Darse por vencido de antemano para evitar el desgaste. No hay nada que mate más que una muerte aceptada de antemano.

Lo peor entonces no es sufrir la pérdida, sino nunca haberse animado a intentar el improbable trámite de realizar un amor.

 

*De Mónica Russomanno. russomannomonica@hotmail.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Mis zapatos*

 

 

Mis zapatos están rotos

y ya no se pueden

volver a arreglar.

Tienen la edad del tiempo

y de las eras,

la desventura del hombre pobre.

 

Pobre no es quién no tiene

qué comer,

sino el que no tiene la

posibilidad de elegir.

Y mis zapatos ya no tienen

puntos cardinales.

 

Mis zapatos están rotos.

Y ya no podré colocarles

diarios adentro

para que no se me congelen

las costillas.

 

Ahora mis zapatos, que tienen

la edad del viento,

me muestran, al costado

de mi cama, el dolor del mundo,

la triste desventura humana.

 

 

*De Jorge Palma. jpalma@adinet.com.uy

(Montevideo, 1961).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

*

 

He corrido bajo la lluvia hasta la soga

con la ilusión de un náufrago.

He dado el tirón para acercar

la camisa blanca, las sábanas.

Algunos broches han saltado al suelo,

y no me importa porque he corrido

bajo la lluvia hasta la soga

y ahora intento

recoger

la funda de la almohada,

dos remeras, un corpiño,

estos repasadores que no llegaron a secarse.

Es curioso lo que sucede con la lluvia:

nos hace creer que existe una familia.

 

 *De Valeria Pariso. valeriapariso@outlook.com

    

   

 

 

 

 

 

 

 

 La cajita de música*

 

Tirada entre cosas sin uso, en una bolsa arrojada por azar

en un tacho de basura de la plaza

encuentro una vieja cajita musical.

La tomo, le doy cuerda con la pequeña llave

que cuelga de ella

debo haberme excedido o tal vez haya roto algo.

Sale la bailarina de su interior

pero su cuerpo no es porcelana sino humano

pequeña como las hadas de los cuentos

me agradece haberle puesto fin al sufrimiento

y encierro de tantos años.

 

*De Andrés Bohoslavsky. vladimirbeat@yahoo.com.ar

-De "Medianoche en la plaza de los sueños" Editorial Leviatán 2021

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Imágenes*

 

 

Creo que podría ser tranquilamente un desfiladero,

o un cañón que se angosta con un río en el fondo

entre acantilados esa veta en la madera, y el nudo

marrón una roca que parte en dos la corriente.

O bien podría ser el ojo de un tigre que acecha,

pero más abajo hay otro más grande y oscuro

que se parece al hocico de un perro, entonces,

todo el conjunto podría ser mi perra yéndose.

O podría no ser más que una tabla lustrada

del mueble de la mesada de la cocina.

Sería muy triste que fuera tan sólo eso,

que yo la contemplara muchas veces

y no viera nunca nada, nada más,

que lo que mis ojos creen que es.

 

*De Horacio Rodio. horaciorodio@hotmail.com

 

-Horacio Martín Rodio nació en Llavallol, provincia de Buenos Aires, en 1954. Realizó talleres con Laura Massolo y Liliana Díaz Mindurry. Obtuvo más de cien premios nacionales e internacionales en cuento, poesía y novela, con publicaciones en Argentina, España, Colombia y Chile. Es autor de los libros de cuentos Palabras de piedra (Baobab, 1999), Media baja (Dunken, 2012) y La insistencia de la desdicha (Ruinas Circulares, 2018), y de los poemarios El cinturón de Orión (primer premio del 15° Concurso “Adolfo Bioy Casares”, Ediciones Municipalidad de Las Flores, 2022) y El libro de Hopper (Pierre Turcotte Éditeur, Canadá, 2023). Ese mismo año, el sello español Avant Editorial publicó su novela Ausencia y error.

-recién publicado el libro de cuentos:

La oscuridad de los hechos.

-Editorial Esa luna tiene agua.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

DIARIO DE UN TRANSEÚNTE *

 

En mi soledad, me reconforto con los labios entreabiertos de los libros que me besan cuando creen que estoy solo también con las obras de arte que alimentan el hambre de belleza que algunas veces azota mi espíritu en medio de la noche desierta, pero la vida rara vez se da por satisfecha. Es por eso por lo que, que dejo la casa algunos domingos y con una mochila al hombro abordo el primer autobús que se me cruce por delante sin tener un plan concreto. Me dejo guiar por la espontaneidad del instinto, como pájaro que se fía a la mansedumbre del viento primaveral. En mi soledad, me reconforto encontrando pedazos de vida enganchados en los ojos de las multitudes.

 

*De Daniel Montoly. danielmontoly@yahoo.es

Columbus. Ohio

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La lección*

 

A edad oportuna la abuela se lo había dicho a su madre con todas las letras. Años después su madre pudo explicárselo a ella con la firmeza de un catecismo. Como un saber que no debe ser olvidado:

“Hay que conquistar el corazón del hombre, pero que él no conquiste el tuyo” No entregar jamás el corazón -ni la ilusión- era la consigna implícita. El tiempo pasó escurriéndose como el agua. Su libertad era tan profunda como su soledad.

En la fila del banco, mientras esperaba su turno para cobrar la jubilación. Escuchó la conversación de dos jóvenes mujeres que hablaban del “cómo enganchar un tipo”.

Quiso hablarles, pero se le hizo un nudo en la garganta.

 

*De Eduardo Francisco Coiro.

https://www.facebook.com/CansadoDeTriunfar

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El presente de la alegría*

 

 

Que el pasado te ata, te esclaviza y te enloquece,

eso nos dicen, que hay que soltar los recuerdos

para que la vida fluya y la felicidad acontezca

y que todo consiste en vivir el día, y que sólo

tenemos el presente. Esa es la nueva filosofía

de la resignación, de los vencidos de antemano,

de los que nunca han tenido pasión ni rebeldía

para presentar batalla. Los que no tienen coraje

para aceptar la vergüenza de los errores y el dolor

de las derrotas. De los que olvidan que vivir duele,

que para empezar a respirar estuvieron boca abajo

colgados de las piernas y les dieron en las nalgas.

Porque nadie acepta que sólo tenemos el pasado,

que somos eso que hemos construido muriendo.

Nadie piensa un futuro en el cual será un muerto,

recordemos la vida con seriedad, con voluntad,

con esfuerzo, con toda la dignidad posible.

Nadie está pidiendo que seamos héroes,

porque, aun así, habremos mentido.

 

*De Horacio Rodio. horaciorodio@hotmail.com

 

 

 

 

 

 

 

*

 

“Nos creemos demasiado las cosas, nuestras grandes verdades, nuestras guerras, nuestras personalidades e importancia. Me gusta que venga el humor a tergiversar todo, a poner las cosas con el culo para arriba, a hacernos entender de una vez por todas, que el mundo es absurdo.”

 

*De Liliana Díaz Mindurry. lidimienator@gmail.com

 

 

 

 

Inventren

https://inventren.blogspot.com.ar/

 

 

 

 

Esteban y Lucía*

 

 

Esta arriba de ese tren, aunque sepa que no va a ninguna parte, vagamente trata de calmar la soledad con el método que utilizaba su tío después de enviudar por segunda vez a los 85 años. "Contra la soledad del domingo no hay como un viaje en tren" —recuerda con la voz presente de su tío. Se levanta y se dirige al vagón comedor buscando una excusa para estirar las piernas, adelante va una mujer muy agraciada. Al entrar al vagón comedor la mujer casi se tropieza con un hombre que caminaba en sentido contrario sin verla. El hombre observa que de las disculpas ellos pasan casi enseguida a un abrazo. "Sos vos" se dicen, "pasaron 26 años". Como único testigo lamenta no tener mejor oído ni leer los labios. Los reencontrados buscan una mesa, se sientan. El hombre que viaja sin destino los sigue quizá por curiosidad, quizá por darle un acontecimiento rescatable a su vida en este domingo. Encuentra una mesa, puede verlos, pero no escuchar. Debe seguir lo que ocurra desde sus gestos.

Los bautiza para poder imaginarlos mejor: él se llamará “Esteban” y ella tiene cara de “Lucía”. Esteban tiene entre 55 y 60 años. Vive solo o con padres ancianos. Lucía aparenta una década menos que él. No está sola de hombre, aunque la soledad es la sombra de sus pasos.

Se ríen mucho. De pronto Esteban ha recuperado la postura de un hombre joven. "Llevo tu beso perenne en mis labios" quisiera decir Esteban. Ella le toma delicadamente la mano, la acerca a su boca y le besa ese dedo que transporta un hechizo compartido hace muchos años. No, no fueron amantes. Despliegan un cariño que solo puede dar una bella amistad. Hace frío, aun en este comedor donde hay vapores de café y tibiezas de cocina. Esperan el pedido tomados de la mano. Cuando la moza llega a la mesa desprenden sus manos con incomodidad. Después del café con leche aparecen ataduras, dolores expresados en el relato de los rostros.

 

—26 años es mucho tiempo—

Lucía le recuerda que "El lenguaje es una piel", saca un libro de su cartera. Le lee largo rato a Esteban. "La vida es un milagro". "Encontrarse vivos y mutuamente sensibles es aún más milagroso". Con los celulares se muestran fotos. Se brindan expresiones de ternura.

—Son las fotos de los hijos. Intuye el observador. El tren va a detenerse en una estación. Ellos se levantan. El hombre sabe que van a bajar de ese tren. Hermoso día para refundar el mundo con sus propios pasos —deberían decirse.

El hombre se asoma por la ventanilla. Los ve irse tomados de la mano. Llevan –quizá- promesas de futuro.

Seguramente no les interesa ni el nombre de la estación, en el cartel se lee "San Sebastián".

 

 

*De Eduardo Francisco Coiro.

-Argentina, (Lomas de Zamora, 1958). Licenciado en Sociología de la Universidad de Buenos Aires y escritor. Es director - editor del proyecto cultural Inventiva Social, publicación virtual abierta para escritores, con temáticas sociales y humanas.

 

 

 

 

-Próxima estación:

FRANCISCO A. BERRA.

 

-Continuidad literaria por el Ferrocarril Provincial:

 

ESTACIÓN GOYENECHE.   

 

GOBERNADOR UDAONDO. 

 

LOMA VERDE.  

 

ESTACIÓN SAMBOROMBÓN.

 

GOBERNADOR DE SAN JUAN RUPERTO GODOY.

 

GOBERNADOR OBLIGADO.

 

ESTACIÓN DOYHENARD.  

 

ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA. 

 

D. SÁEZ.   

 

J. R. MORENO.   

 

 EMPALME ETCHEVERRY.

 

ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY.  

 

LISANDRO OLMOS.

 

 INGENIERO VILLANUEVA.

 

 ARANA.

 

GOBERNADOR GARCIA.

 

 

LA PLATA.

 

 

InventivaSocial

Plaza virtual de escritura

-Editor responsable: Lic. Eduardo Francisco Coiro.

Blog histórico & archivo: https://inventivasocial.blogspot.com/

 

 


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