*Dibujo de Erika Kuhn.
https://obraerikakuhn.blogspot.com/
Crenovich
a Del
Prete*
(Línea 57)
Al contrario de lo que quiere la gente,
yo ruego que el colectivo
venga lleno cada vez que viajamos juntos.
Nosotros no tenemos nada en común.
Jamás nos hubiésemos conocido viajando.
Él vive hacia el norte; yo más al centro.
Ni siquiera nos coinciden los horarios.
Damos
dos pasos atrás. Se agarra del pasamano. Yo
me agarro de él -no puedo hacer más: con
suerte
le llego al pecho-. Nos presionan de todos
lados:
entregar un libro en dos días; sus clases
de los viernes, y veinte albañiles que
intentan
llegar temprano a casa. ¡Un pasito más!, grita el chofer.
Lo miran con mala cara, en cambio, su cara
es inconfundible: no está enojado, no está
triste.
Quiere pedirme lo que no podría darle. Vení,
me dice con esa voz grave que usa a veces,
y yo
me interno como una adolescente en el hueco
que hay entre su abrigo y la camisa verde
musgo.
Lo abrazo. Él y yo no tenemos nada en
común,
pero su corazón está en la punta de mi boca
-lo
siento latir-, el colectivo va lleno, un
bebé
llora adelante y nos quedan quince minutos
de algo demasiado parecido al amor.
*De Cecilia
Romana.
-De "Poemas
concretos", Editorial Cabiria. 2015
-Cecilia Romana. Nació en Buenos Aires. Es escritora y
Licenciada en Artes y Ciencias del teatro. Publicó ocho libros de poesía, entre
ellos Aviso de obra (Premio de Poesía
Iberoamericana Sor Juana Inés de la Cruz 2006), y No lo conozcas (Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines 2006) El libro de los celos (Segundo Premio
Poesía Fondo Nacional de las Artes 2009). Y Los
que se fueron (Segundo Premio Poesía Fondo Nacional de las Artes 2011).
Es autora de cuatro volúmenes de relatos
infanto – juveniles (Norma) y varios libros escolares para nivel inicial,
primario y secundario en Kapelusz y Santillana. Realizó el estudio preliminar
de la edición de El salar de Fausto
Burgos para la colección Los Raros de la Biblioteca Nacional en 2010.
Sus poemas han sido traducidos al francés en
Canadá (Exit) y Bélgica (Maison de la poésie), al italiano,
inglés, portugués, y polaco formando parte de antologías argentinas,
latinoamericanas y estadounidenses.
Trabaja en la Biblioteca Nacional desde 2014.
El corazón es un poema*
Cuando el corazón se
detuvo
el escritor dejó
inconcluso su poema
pero como todas las
cosas misteriosas
aparecerá aquí en el
bosque
o tal vez en tus
sueños
para que lo termines.
*De Andrés
Bohoslavsky. vladimirbeat@yahoo.com.ar
Febrero de 2025
-Del libro Miniaturas en el sendero poético, de próxima aparición.
TRAS
UNA MUJER PEQUEÑA*
Existe una mujer pequeña
Que cabe en un suspiro.
A veces deja mensajes extraños
Que escribe con resto de comida
Siempre pensé que me volvería loco
Pero ella tiembla, me abraza
Y pide que le rasque la cabeza.
Recorre la ciudad alborotada
Como un circo recién llegado
Yo voy tras ella.
*De Carlos
Norberto Carbone.
PARA VIVIR*
Para vivir,
yo busqué un sitio oscuro.
Para vivir.
Para vivir,
practiqué el mimetismo.
Para vivir.
Me compuse mil caras,
mil caras inocentes,
mil caras complacientes.
Para vivir.
Mil caras diferentes,
mi amor, mi buen amor,
mi amor que sólo tienes
la cara del amor.
Yo cavaba la tierra,
callaba, me escondía,
borré todas mis huellas,
me deshice de todo,
mi amor, para vivir.
Para vivir,
yo busqué un sitio puro.
Para vivir.
Para vivir,
sólo había este abismo,
mi amor, para vivir.
*Raúl
Gustavo Aguirre.
-De Señales
de vida (1962)
https://es.wikipedia.org/wiki/Ra%C3%BAl_Gustavo_Aguirre
ESTACIÓN DE LOS ADIOSES*
“La
muerte hace ángeles de todos nosotros y nos da alas donde teníamos hombros,
suaves como garras de cuervo”
JIM MORRISON
ESTACIÓN DEL LLAMADO
Fijamos un
término a la angustia. Un vallado. Una empalizada.
Acaso se
te olvidó la víspera. Medio cirio apagado y él me llama.
Voy a
partir amado mío. Mi vértice secreto. Huir.
Desertar,
muy lejos del umbral de tus soleras.
ESTACIÓN DEL LABERINTO
Te he
visto ciego. Laberinto. Río. Ventana que da al fuego.
Aquí ya
nada será igual. Los pulsos. Los latidos.
Medio
cuerpo en sus parpados. La noche entre sus brazos.
Mientras
miro partir la golondrina, tú, ríes con tus muertos.
ESTACIÓN DE LAS HUELLAS
Sé,
siento, has moldeado el surco de tu pié.
Yo, aun no
borro los surcos de mi frente.
-Las
huellas de la piedad son tan tenues. Tan frágiles-
Hacen
llorar los ojos de los gatos. Sangre abierta. Año bisiesto.
ESTACIÓN DE LAS MUERTES
Has un
gesto, uno solo, dijiste. Lengua de brizna y paja.
Mi barro
tomó el contorno de tu pecho.
Has un
gesto, uno solo, dije. Tristísimo temblor en tus vertientes.
Dios me
apuñaló mirándome los ojos.
Mi
atardecido amor. Mi silicio. Seis horas tiene la luna roja.
“Mis
hombros, suaves como alas de cuervos.”
Cómo será
el crecer de mis cabellos, allá, entre las algas.
*De Amelia Arellano.
San Luis.
*
Si vas a entregar el corazón,
sabelo,
puede quedar solito
en medio de la estepa,
perdido como los corazones que se pierden,
dando vueltas,
perseguido por el hambre
o por los lobos.
Tenés que saber,
ahora,
antes de que debas ser valiente,
que entregar el corazón
no es
para cualquiera.
Hay que tener coraje y una cuota
de demencia,
porque nunca se sabe bien
en qué manos caerá tu corazón.
Pero si no lo das,
si lo guardás escondido bajo el ala,
qué tristeza
un corazón cobarde,
qué tristeza.
*De Mariana Finochietto.
mares.finochietto@gmail.com
-Mariana
nació en General Belgrano, provincia de Buenos Aires, en 1971. Actualmente vive
en City Bell.
Publicó: Cuadernos de la breve ceguera (La
Magdalena, 2014)
Jardines, en coautoría con Raúl Feroglio (El Mensú,
2015)
La hija del pescador (La Magdalena, 2016)
Piedras de colores (Proyecto Hybris, 2018)
El orden del agua (GPU Ediciones ,2019)
Madura (Sudestada, 2021)
Quiero sacar la cabeza por la ventanilla de
tu coche (Halley
Ediciones, 2023)
Patio (elandamio ediciones, 2024)
Poesía reunida (Medusa editores, 2024)
-Coordina Microversos, talleres de exploración
literaria.
ALREDEDOR DE NABAM*
Yo soy yo,
la que escribo y no la que escribió. Algunas veces, cuando releo la novela de
ella tiendo a confundir las identidades y creo ser la otra, la que se obsesionó
con ese personaje extraño y maravilloso que fue apareciendo apunte por apunte,
en esas noches de insomnio en las cuales la historia le fue aconteciendo como
dictada, como si ese ser imposible se escribiese y describiese a sí mismo,
apareciendo pleno y corpóreo, ajeno a su imaginación.
La cosa
comenzó a partir de un artículo del "Diccionario infernal" de Collin
de Plancy, libro que pacientemente la esperaba en un anaquel de la biblioteca
familiar desde antes de que naciera. Siempre había estado allí, lo descubrió en
la infancia leyéndolo a escondidas de sus padres, y desde entonces
esporádicamente releía algunos artículos, con la curiosidad incrédula que
conviene a nuestros tiempos y la satisfacción por el estilo y el lenguaje
antiguos. También allí, desde siempre, la aguardaba quizás Nabam para
manifestarse.
En la
página dedicada a los conjuros se recetan las palabras, signos y condiciones
para invocar a los demonios, y tan bien organizadas se encuentran las huestes
infernales, con sus capitanes, sus legiones y sus cadenas de mando, que a cada
día de la semana corresponde un demonio, un horario para efectuar la ceremonia,
una ofrenda que debe ser preparada con celo para entregar al compareciente.
La
escritora no otorgaba fe a la brujería, pero le pareció que el tema era
adecuado para crear una novela, y la primera noche hizo una descripción de
Nabam, el demonio de los martes.
"Lo
miro parado y es más bajo de lo que parece estando sentado. Esa falsa impresión
la causa una cierta desproporción entre el cuerpo y los brazos, que resultan
demasiado largos. Me desagrada. Tiene un exterior brutal desmentido por una
delicadeza extrema en los dedos y la forma en que manipula los objetos.
Desearía que fuese simplemente bestial sin esa cualidad falsa de cuidadosa
cortesía. Cuando habla, agacha la cabeza, lo que hace que aparezca una línea
blanca debajo de su iris. Ojos celestes, o grises, o verdes.
Difícil
definición. El inicio de cada frase le provoca una sacudida y un adelantar el
torso hacia mí, que en cada uno de sus avances retrocedo. Me llega su aliento a
cigarrillo y alcohol, y algún aroma más como a perfume y transpiración. (Y
flores marchitas). Me mira con una intensidad que me pone nerviosa. Respondo
apurada, equivoco las palabras y mis expresiones me resultan estúpidas en el
mismo momento de decirlas. Siempre igual. Serpiente encantadora de pajarillos.
Pero yo no soy un pequeño pajarito; sin embargo frente a él soy un ser informe.
Me desprecio. Cada vez que estoy contenida en su mirada, con su cuerpo atento y
ominoso, me siento en la zona de trampa. Digámoslo de una vez, el hombre me
resulta intolerablemente atractivo porque me repugna."
Este
primer retrato se le dio como una revelación, como si hubiese visto realmente a
Nabam, y al otro día la imagen del demonio se le presentaba constantemente,
reclamando su atención aun mientras ejecutaba sus tareas cotidianas.
Tenía,
entonces, al personaje. Cómo sería el desarrollo de la novela no era tan claro,
excepto que le resultaba evidente que se enamoraría de él con secreto horror.
En síntesis, una mujer invoca al demonio en una ceremonia hecha por broma, el
demonio se presenta, se declara suyo, esta mujer debe convivir con él y se consignan
las visicitudes y los diálogos que se dan entre ellos.
En algunos
borradores utilizó un narrador omnisciente, en otros la tercera persona, pero
los desechó y finalmente escogió el relato en primera persona, siendo la
narradora una mujer que era ella misma, disfrazada apenas por detalles dispares
o concesiones tenues a un intento de ocultamiento. Se puede notar sin ninguna
dificultad al leer el libro cómo esos pueriles disfraces se diluyen a medida
que la relación avanza, y finalmente aparece la escritora claramente retratada
a través de sus palabras. Así, Nabam iba tomando forma y peso, y ella se
despojaba de imposturas para reconocerse como protagonista del drama.
"No
soy más que una mujer. Una patética mujer. No puedo escribir sobre sentimientos
porque caería en la deplorable zona de la novela rosa, no no no no no no.
¿Qué se
puede decir que no haya sido dicho admirablemente por otros?"
Este
párrafo se encuentra en su diario, y por la fecha corresponde a las primeras
etapas de escritura. No deseaba escribir una historia de amor, y era eso sin
embargo el fondo de la trama, la secreta seducción del demonio. Sin embargo, un
segundo leitmotiv ejercía un contrapunto constante, y era la relación del
demonio con Dios, la imposibilidad de probar la existencia de Dios aún ante la
presencia del demonio, igual de ignorante que las demás creaturas de los
secretos designios del creador.
Así, este
personaje en principio fantástico e increíble se va mostrando como ser arrojado
al mundo, dotado de escasos poderes y aún más escasos conocimientos del más
allá, siendo que al entrar en este territorio, al franquear la puerta de
nuestra existencia pierde la memoria sobre las maravillas o espantos del otro
lado.
Todo esto
lo escribía ella sin consultarse a sí misma, con rapidez, finalizando capítulo
tras capítulo casi sin efectuar correcciones posteriores.
"No
me extrañaría para nada comenzar a escribir en lenguas. Jamás había sentido
igual urgencia por otro relato, ni tanta seguridad al poner las palabras, que
se siguen unas a otras como dotadas de una necesaria ordenación. Recuerdo un
documental sobre el autismo, en el que un niño dibujaba un gallo copiando la
imagen fielmente de su memoria, trazando líneas aparentemente azarosas,
caóticas, hasta que como por milagro se completó la figura. Se explicaba que
las líneas no tenían sentido para él, y que aleatoriamente podía realizar un
trazo del ala, luego una pata, luego una pluma de la cola y el pico, pero que
el gallo surgiría completo y perfecto al final, siempre igual al primer modelo,
sin importar el orden o aparente desorden de la operación. Me pregunto si no
estaré dibujando algo que tiene una existencia propia, me pregunto qué rostro
aparecerá cuando coloque el punto que cierre el último capítulo, y si podré
mirar ese rostro que me estará devolviendo la mirada".
Esa
sensación de ser mera transcriptora, acaso de estar realizando un acto más de médium
que de creadora la acompañó todos los meses en los cuales los capítulos se
sucedían velozmente unos a otros, en los cuales el demonio narraba historias,
reflexionaba sobre la humanidad desde su condición de creatura ajena, se
instalaba con su rostro y su cuerpo detalle por detalle en las palabras y en
esa realidad paralela que tomaba una consistencia de cosa cierta.
Y Nabam, claro, era hermoso y terrible,
orgulloso, soberbio y completo en sí mismo, una enorme fuerza agazapada y acaso
mentida en su presencia confortable. La violencia probable, la posibilidad de
una súbita detonación hacía que el horror por su condición demoníaca permaneciera
como bajo continuo por detrás de la melodía tranquilizadora de los diálogos
calmos y la convivencia cotidiana.
El demonio
se presentaba con una corporeidad en el relato que al principio le hizo dejar
las luces encendidas por las noches y se resolvió luego en una especie de
espera insensata.
"Me
he descubierto en la calle mirando insistentemente los portales y las veredas,
buscando la imagen familiar de mi demonio recostado contra el umbral de una
casa o fumando silenciosamente desde la silla de un bar, libro en mano, sentado
con esa actitud de dejarse estar, con ese reposo de animal cazador que
reconocería de inmediato. Me ha parecido verlo, y no me he asombrado. Sería
natural y fácil caminar hacia él y saludarlo, aceptando su comparecencia como algo
necesario.
Cuando
escribo lo siento a mi lado, puedo percibir ese olor que le es característico,
y no tengo miedo sino expectación. Frente al teclado de mi computadora,
mientras describo cómo me seduce lentamente, soy seducida, ¿me seduzco? Y cómo
lo extraño cuando lo busco en las habitaciones silenciosas y descubro que él no
está aquí, que no puedo rodear su cuerpo ominoso con mis brazos.
Ayer,
cuando llegaba a casa, la imagen de Nabam
aguardándome, espalda en la pared, cigarrillo humeante en la mano de estatua,
esa imagen era tan nítida y precisa que la decepción de no encontrarlo me sumió
en una depresión que hube de conjurar continuando con la novela, donde vive
respira actúa habla, me habla."
Reconociendo
el grado de obsesión que su personaje le provocaba, la escritora no se alarmó
por ella sino se limitó a disfrutarla, pues no creía en realidad en la
existencia de los cielos o infiernos del catecismo. Pensaba, como lo consignó
en otros apuntes, que esta momentánea suspensión de la incredulidad era el
resultado de haber encontrado un carácter y una historia interesantes, cosas
que favorecerían la obra, que prometía ser buena o en el peor de los casos
menos mala que sus anteriores producciones, las que reconocía resignadamente
como mediocres y carecientes de ese impacto que obliga al lector a mantener la
atención en las páginas, y distrae del artificio del estilo y los mecanismos
del relato.
"No
te asustes, que cuando te dije que lo busco y me parece escuchar sus pasos
demorados por las habitaciones, sé perfectamente que no va a ocurrir. Sólo es
un sentimiento de posibilidad de la maravilla pero como juego. Déjame ser feliz
con su compañía imaginaria mientras dure. No te preocupes, que no me estoy
volviendo loca. Lo que pasa es que es tan hermoso."
Este
fragmento de un mail a una amiga da cuenta de la alarma de ésta por esa
inmersión en la irrealidad, y del intento de la escritora por tranquilizarla y
quizás tranquilizarse a sí misma. Luego del frenesí de escritura de los
primeros tiempos, hubo una súbita detención en correcciones mínimas y agregado
o sustitución de palabras o frases que no alteraban la obra sustancialmente,
sino que demoraban el desenlace.
"No
he continuado con la novela. No puedo decir mi novela porque es suya, es la
zona donde él camina y respira y me acaricia distraídamente. Me he percatado de
que esta suspensión no se debe a falta de inspiración. Demasiado sé que ya el
último capítulo está completo línea por línea, y es el miedo a la finalización,
a escribir las palabras lo que me amedrenta. Sé que puesto el punto final, esto
acaba, Nabam se transforma en un
personaje con presentación, nudo, desenlace, y que narrar el desenlace equivale
a darle fin a él junto con la novela. Está vivo mientras escribo, lo relegaré
al pasado cuando concluya su historia. Me demoro en separarme de su presencia
cotidiana, no me resigno a aceptar que sus últimas palabras sean consignadas y
se resuelva finalmente en una foto más del álbum, que desaparezca como esos
amigos que se van y se diluyen en la memoria."
Pero,
resignadamente, luego de corregir una y otra vez pasajes ya revisados, en un
solo día completó lo que restaba y colocó el temido punto último que equivalía
al punto de muerte para la relación íntima con su personaje.
"Ya
está, la cosa está hecha. Nabam está
terminado, qué feo me suena. Ahora, a intentar vivir sin mi demonio. Pero qué
dramática, yo que deploro las tragedias y esa penosa magnificación de las
cosas, me entrego a la lástima por mí misma y por nada. Pero me engaño. Es el
pudor, siempre ese pudor por los sentimientos lo que me obliga a intentar
mentirme a mí misma. Los sentimientos me avergüenzan como la exhibición de las
tragedias o la demostración de que al fin y al cabo yo tomo, también,
seriamente mis sufrimientos, aunque éstos sean bastante lastimosos y dignos más
de una sonrisa que de una lágrima. No es que no haya ocurrido nada, lo que me
sucedió no sucedió en el terreno de lo diurno, de lo tangible, pero esta
desazón, este pesar no son ficticios. Es un abandono, una carencia, y duele, me
duele.
A veces
siento el impulso de retomar Nabam,
de agregar otro capítulo, de fingir que puedo tocarlo cuando íntimamente sé que
está completo y no puedo manipularlo sin perjudicar esa cosa de bruñido ya
realizado."
Quizás
resulte innecesario referir que ella estaba enamorada de Nabam. Se había enamorado de ese ángel caído hermoso y taciturno
que página a página iba definiéndose como un ser negado al amor. Era la
seducción del amado inaccesible, acaso la más perversa porque al no ser
factible su satisfacción la transforma en una obsesión imposible de conjurar.
Ella sólo podía depositar su amor en ese demonio, y el demonio sólo podía amar
a Dios, que lo había expulsado de su amor.
Situación
refleja, simétrica, insensata porque el demonio a fin de cuentas no existía.
"Te
extraño mi Nabam, cómo te extraño. Y
no es casual que extraño sea lo ajeno, lo diferente, lo alejado de uno y de sus
costumbres, y utilicemos el verbo extrañar para expresar el intolerable vacío,
la urgencia, el desesperado hueco que alguien deja en nosotros al marcharse.
Cuando uno extraña, es porque el extrañado se ha convertido en ajeno, alejado,
diferente, en un extraño."
Pasado un
tiempo, dijo a sus amigos en tono de broma que poco a poco había remitido la
enfermedad, y que ya no buscaba a su personaje por las calles ni esperaba
hallarlo sentado en la silla de hierro de la cocina. Contó que había comenzado
a escribir algunos cuentos, y que tenía la idea de una nueva novela.
Hay
apuntes de esa novela, que recomenzó varias veces, sin hallar el tono justo ni
la forma de narrar la historia. Los borradores revelan una escritura desganada,
carente de inspiración, más de trabajo de redacción impuesto que de novelista.
"No
hallo placer en la escritura, no puedo dejar el estilo de Nabam, su castellano antiguo, su fría observación a través de
frases corteses. No puedo creer en estos nuevos personajes intrascendentes,
meros personajes y no otra cosa, marionetas con los hilos al descubierto. Cómo
habría sonreído Nabam, siempre tan pronto a burlarse de mí, si hubiese leído la
frase 'marionetas con los hilos al descubierto'. Sin su mirada no puedo
soslayar estas frases estúpidas y gastadas. Para qué engañarme, no puedo
escribir este libro sin sombra, esta historia anecdótica e insustancial que
tanto esfuerzo me demanda y que tan poco vale."
No
destruyó los borradores, pero los guardó definitivamente y no volvió a
escribir.
Sus
conocidos dicen que ya no hablaba de Nabam,
y que continuó su vida sin demostrar la íntima sensación de vacío de la que
habla en su diario. Era quizás tan penosa para ella que no quería compartirla,
y más aún cuanto que pensaba que no había verdaderos motivos, ya que se repetía
que el demonio había sido un personaje en una trama y no había razones reales
para sentirse abandonada. Cabría preguntarse qué es la realidad, qué significa
esa palabra aplicada a los sentimientos.
"Trato
de salir, de ver amigas, de volver a la realidad. Me persigue un vacío helado,
una soledad que me atemoriza, la vergüenza de admitir ante mí misma que me
enamoré de un ser inexistente y al que yo misma di forma sólo con palabras.
Cómo decir esto, como admitir esto si no puedo confesármelo sin saber que es absurdo.
Sin embargo, no es menos doloroso por ser absurdo. No, no duele menos."
Fue
entonces que tomó la resolución de invocarlo. Tal vez lo meditó durante
semanas, tal vez fue un impulso repentino. Como sea, ningún rastro escrito
queda de ello, y cada uno puede formarse su propia opinión al respecto.
Repitiendo
al personaje, repitiéndose a sí misma si convenimos finalmente en que ella era
el personaje de la novela, con una tiza dibujó el círculo mágico y el pantaclo
en el suelo, y pronunció su pedido de comparecencia a la noche del martes, al
aire inmóvil de la habitación, a los improbables habitantes de esas oscuras
regiones invisibles en las cuales no creía.
Sabemos
que su pedido fue satisfecho, y también sabemos que no fue su demonio familiar,
su doméstico acompañante quien apareció atraído formado o conjurado por la
letanía. Qué terrible espanto se alzó frente a ella Dios nos guarde de saberlo.
No fue posible reconocerla, pues su cadáver estaba desperdigado en jirones de
carne y cabello y vísceras ensangrentadas. De nada había servido la pueril
barrera de la línea de tiza, y la protección que asegura el conjuro es
seguramente un engaño más de los demonios, que se complacen en juegos de esa
naturaleza.
Ahora, en
mis manos se encuentra la novela, y me hallo con súbito horror buscando la
figura de Nabam recostado en algún
muro, fumando en la silla de algún bar, respirando quedamente mientras hojea un
libro. Línea por línea conozco su rostro y su cuerpo, y es tan hermoso. Es tan
hermoso.
*De Mónica Russomanno. russomannomonica@hotmail.com
Teatrillo*
Hay titiriteros que crean una marioneta
que actúa sin dudas como su alter ego,
pero ellos pretenden que no actúa,
que no sigue un libreto escrito,
que no es una marioneta,
que no se le ven los hilos,
que el beneplácito es absoluto,
que la incredulidad está suspendida,
que tienen derecho a ser aplaudidos
en cualquier circunstancia
y sin plantear disidencias,
aunque las hilachas sean obscenas.
Como si los que miran y juzgan
también fueran marionetas
movidas por ellos.
*De Horacio Rodio. horaciorodio@hotmail.com
-Horacio Rodio nació en Llavallol,
provincia de Buenos Aires, en 1954. Realizó talleres con Laura Massolo y
Liliana Díaz Mindurry. Obtuvo más de cien premios nacionales e internacionales
en cuento, poesía y novela, con publicaciones en Argentina, España, Colombia y
Chile. Es autor de los libros de cuentos Palabras
de piedra (Baobab, 1999), Media baja
(Dunken, 2012) y La insistencia de la
desdicha (Ruinas Circulares, 2018), y de los poemarios El cinturón de Orión (primer premio del 15° Concurso “Adolfo Bioy
Casares”, Ediciones Municipalidad de Las Flores, 2022) y El libro de Hopper (Pierre Turcotte Éditeur, Canadá, 2023). Ese
mismo año, el sello español Avant Editorial publicó su novela Ausencia y error.
-En el 2024
publicó su libro de cuentos La oscuridad
de los hechos. -Editorial Esa luna tiene agua.
LLEVO
TU CORAZÓN CONMIGO*
Llevo tu corazón conmigo (lo llevo en
mi corazón) nunca estoy sin él (donde
quiera
que voy tú vas, mi querida; y todo lo que
haga
yo solo es hecho por ti, mi cariño)
no temo
destino alguno (pues tú eres mi destino, mi
dulce) no quiero
mundo alguno (pues hermosa tú eres mi
mundo, mi verdad)
y es que tú eres lo que una luna siempre
haya significado
y lo que un sol siempre cantará eres tú
he aquí el más profundo secreto que nadie
conoce
(he aquí la raíz de la raíz y el brote del
brote
y el cielo del cielo de un árbol llamado
vida; que crece
más alto de lo que el alma puede esperar o
la mente puede esconder)
y esta es la maravilla que mantiene
separadas las estrellas
llevo tu corazón (lo llevo en mi corazón)
*E.
E. Cummings
(Estados Unidos, 1894-1962)
-Traducción de Francisco Vargas
*
Una de las cosas que
más me aterran es la paranoia creciente ("piensa mal y acertarás")
dada por el hecho de que siempre estamos a la defensiva, imaginamos algo malo
del otro pero lo más grave es que no averiguamos, lo damos por hecho. Con este
modo primitivo de pensar, no salimos de la selva, ayudamos a la difamación, y
nuestra vida entera y relación con los demás es un malentendido continuo.
*De Liliana
Díaz Mindurry. lidimienator@gmail.com
Inventren
https://inventren.blogspot.com.ar/
LAS RODRÍGUEZ*
En el cuaderno dejó escrito “otra vez dar
vueltas alrededor de la enorme boca del tiempo”. El abuelo que no conoció.
La abuela lo busco vivo o muerto hasta que
en la estación de Beguerie alguien que lo había conocido bastante dio la única
explicación que tenía:
-El hombre se habrá ido con las Rodríguez,
estaba locamente enamorado de la mayor.
Fue suficiente. Era algo bastante común en
esa época sin informática. No era el único caso de alguien que salía a la hora
de siempre a trabajar y no volvía nunca más.
En la comisaria abrían una carpeta por
averiguación de paradero que al tiempo se archivaba sin más noticia.
La abuela dio por sentado que era un
abandono de hogar. En algún lugar ese que ya no era su hombre se había
“juntado” con una de las “Rodríguez”. No lo busco más.
La abuela anotó sus nombres:
“Gloria Beatriz Rodríguez” la mayor.
“Graciela Susana Rodríguez” la más joven.
La hipotética historia, relato del jefe de
estación que su abuela repitió a su modo hasta perder la memoria:
“Las
hermanas Rodríguez vivían en Carlos Beguerie, trabajaban en La Plata. En la
semana alquilaban una pieza cerca de la oficina donde eran mecanógrafas. Iban y
volvían en el tren para estar sábado y domingo en su pueblo. Fernando el
guardatrén se desvivía por lograr una sonrisa de ellas. Sufría al verlas bajar
hasta perderlas de vista cuando salían del andén a ese otro mundo que era su
pueblo. Cuando se supo que el tren estaba por cerrar ellas se quedaron a vivir
en La Plata”
El Jefe suponía que ese hombre idílicamente
enamorado las había ido a buscar sin otro mapa que la intuición de su corazón,
sólo con los nombres de las chicas. Quizás tuvo suerte.
Esteban, el nieto que no conoció a su
abuelo fue a lo que quedaba de la perla del provincial 40 años después del
cierre del tren. No había memoria alguna de las Rodríguez. De aquellos
trabajadores de la estación que hubieran conocido a su abuelo no había ninguno
vivo.
“A todos se los tragó la enorme boca del
tiempo”. Los fantasmas no pueden relatar acontecimientos a los vivos.
Esteban había llegado a lo obvio: inútil
buscar rastros después de tantos años, pero tenía su propio pálpito.
“El abuelo nunca había dado con las
Rodríguez”.
De pura vergüenza. Incapaz de afrontar dar
alguna explicación a la abuela había decidido ausentarse del todo, como las
Rodríguez.
*De Eduardo
Francisco Coiro.
https://www.facebook.com/CansadoDeTriunfar/
-Próxima estación:
FRANCISCO A. BERRA.
-Continuidad literaria
por el Ferrocarril Provincial:
ESTACIÓN
GOYENECHE.
GOBERNADOR
UDAONDO.
LOMA VERDE.
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN.
GOBERNADOR DE SAN JUAN
RUPERTO GODOY.
GOBERNADOR OBLIGADO.
ESTACIÓN
DOYHENARD.
ESTACIÓN GÓMEZ DE LA
VEGA.
D. SÁEZ.
J. R. MORENO.
EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL
ETCHEVERRY.
LISANDRO OLMOS.
INGENIERO VILLANUEVA.
ARANA.
GOBERNADOR GARCIA.
LA PLATA.
InventivaSocial
Plaza virtual de escritura
-Editor
responsable: Lic. Eduardo Francisco
Coiro.
Blog histórico & archivo: https://inventivasocial.blogspot.com/
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