PROTOCOLO DE
PROGRESO*
La llegada a
ese planeta fue como siempre, primero la observación desde lejos, la
preparación del informe, la espera de las evaluaciones, toda la burocracia que
se pone en marcha en cada ocasión en que contactamos un ambiente propicio para
la vida.
Hemos
descubierto bastantes planetas habitados a lo largo de los siglos, pocos con
vida y un escasísimo número de civilizaciones. Por esto es que no fue indiferente
la noticia de que en éste no solamente hay vida inteligente sino organizada.
La primera
observación fue que los seres inteligentes se encontraban en todo el planeta en
el mismo estadio de evolución, compartían una cultura común y no se observaban
conflictos en ninguna de las regiones. La homogeneidad era lo más destacado y
sorprendente, algo que hasta ahora no tiene paralelo en ningún otro de los
planetas conocidos.
Antes de
realizar contacto y siguiendo el protocolo se fue elaborando un informe
completo en todos los aspectos, desde la conformación mineral y geológica del
planeta a una detallada y enciclopédica descripción de fauna y vegetación,
dejando para la culminación el estudio de los seres inteligentes con su
lenguaje, arte, historia, saberes de todo tipo.
Es en esta
etapa final en la que fui enviado para hacer contacto.
Estuve
orbitando un largo tiempo mientras me familiarizaba con vocablos, pronunciación
y gestos. Fui escogido entre otras causas debido a que mi raza es la más
parecida a esta. Soy un poco más oscuro y la distancia entre los ojos es
diferente, pero en general puedo pasar por uno de ellos que hubiese tenido
alguna deformación de nacimiento.
Cuando bajé a
la superficie escogí una zona que para ellos es fría pero que para mi percepción
de la temperatura es la más benigna, y con suplementos médicos logré compensar
el oxígeno.
A los primeros
días los pasé en una zona rural, aclimatándome y acostumbrando mis músculos a
la gravedad. Ya conocía bastante bien sus costumbres y llevo por supuesto un
sistema de ordenador incorporado que me proporciona la información que pueda
requerir.
El primer
contacto en la campiña fue con un hombre que pasó llevando leña y me miró con
el rabillo del ojo, como se observa disimuladamente a los minusválidos o a los
seres de otra raza. Nos saludamos cortésmente y me dirigí al poblado.
La evolución de
estas gentes se encontraba en el estadio de vida campesina, con granjas y
pequeños pueblos donde se agrupaban los artesanos y se realizaba la actividad
política. No había ciudades ni un centro mundial, sólo poblados rodeados de
establecimientos rurales, y la misma extendida cultura. Lo más inexplicable es
que esta etapa de su civilización abarcase todo el planeta, y durase milenios.
Nuestras
investigaciones previas habían demostrado que la cultura única se había formado
hacía miles de años (tiempo terrestre) y desde entonces no había sufrido ningún
cambio significativo. Esto era intrigante, ya que no habíamos hallado algo
similar en ninguna galaxia.
Me presenté en
el pueblo en un comercio de insumos, saludé al dueño en la forma ceremonial y
le pregunté si había trabajo para un hombre saludable. Se conmocionó
visiblemente, y con muestras de respeto inquirió el por qué de mi necesidad de
trabajo, el por qué de mi soledad, como quien sabe que responder será doloroso,
y ya excusándose con el gesto.
Le mentí un
incendio en la granja de mis padres y expuse la historia ya preparada para
integrarme en la comunidad.
La enorme pena
que le provocó el que yo hubiese quedado solo me conmovió. Son unos seres muy
emotivos y para ellos, profundamente gregarios, la desgracia que se había
abatido sobre mí era inimaginable.
Me mostré
afectado. Atento a mis sentimientos, no me interrogó más y me indicó una granja
donde podrían adoptarme.
Puede parecer
inútil, pero estas observaciones de campo son parte del protocolo de
acercamiento a las civilizaciones descubiertas. Es posible que este paso se
obvie en el futuro, pues algunos sociólogos han muerto o sufrido violencia en
algunas misiones, y los científicos últimamente no tienen demasiado en cuenta
nuestros relatos, pero yo disfruté de ser el primero en pisar suelo virgen.
Después de
llegar a la granja y llamar a la puerta hube de esperar a ser atendido por el
padre. La organización es familiar con una cabeza masculina que funciona como
consejero, patrón, educador y sacerdote de dioses lares. A veces conviven dos o
más familias, pero el varón principal es el mayor en edad y toma a su cargo a
los hermanos con sus hembras y sus hijos.
En esta granja
había solamente un grupo familiar, por lo que contaban con habitaciones vacías
y la posibilidad de acoger otro integrante.
Desde el primer
momento me trataron como uno más. Tuve mi lugar en la mesa, me proporcionaron
algunos vestidos evidentemente confeccionados por ellos mismos, pusieron
elementos de limpieza a mi alcance.
La vida era
perfectamente planificada desde el amanecer al anochecer según las necesidades
del trabajo, que estaba distribuido con justicia entre todos los integrantes de
la familia. No había peleas, nadie se quejaba, los niños aprendían de los
mayores todo lo necesario para la vida cotidiana. Mi personalidad me ha hecho
participar de algunas riñas en mi juventud, pero el mecanismo vital de estos
seres limaba cualquier aspereza que pudiese dar lugar a una disputa.
No habían
tenido guerras desde miles de años atrás, la misma palabra “guerra” no existe
aunque puede evocarse el significado al referirse a la quita de malezas, a la
limpieza de ciertos parásitos que anidan en los techos y circunstancias de ese
tipo.
Anoté las
peculiaridades de su cultura, que se van revelando en la convivencia. En líneas
generales todo era conocido por el estudio previo, pero mi visión proporcionaba
un registro para el futuro de situaciones vitales aún sin influencia de otra
cultura como la nuestra.
Estos seres
eran vegetarianos, aunque poseen colmillos que evidencian un remoto pasado en
el que fueron carnívoros. Buena señal, pues tenemos mucha existencia de ganado
pasible de ser comercializada. Su medicina es muy rudimentaria, y nosotros
somos productores de un amplio abanico de medicamentos. Utilizan metal pero los
yacimientos son casi vírgenes. En suma, era un mercado inexplorado con gran
potencial de intercambio.
Yo pertenezco
al planeta tierra, donde mi especie inteligente en pleno estadio de formación
logró exterminar a otros homínidos que pudiesen presentar batalla por
territorio o alimentos. Poseemos una violencia que logró acortar
considerablemente las etapas evolutivas, de sociedades primitivas como la de
este planeta a una economía feroz de aprovechamiento extenso de recursos. Como
en otros planetas, hubo un apocalipsis de guerras internas que acabó con la
mayoría de las especies animales y vegetales, dejando relativamente pocos
habitantes, un gran nivel tecnológico y la puerta abierta a ser contactados por
otra especie inteligente para iniciar el comercio interestelar.
Mientras
compartía la mesa de la granja con individuos serenos y afectuosos, imaginaba
mi próximo trabajo, consistente en sembrar la semilla de la evolución social.
Sería relativamente sencillo pero dadas las condiciones la germinación
seguramente tomará más tiempo del estándar.
Según las
características de cada especie tenemos diversos protocolos. Aquí la estabilidad
se encuentra fundada en la homogeneidad de la cultura, la inexistencia de una
religión dependiente de poderes centrales, la atomización de las sociedades en
aldeas regidas por una democracia real, la naturaleza pacífica de los
individuos. En suma, la absoluta falta de competencia que actúe de movilizador
de la historia. Como en algunas antiguas sociedades de mi planeta, carecían de
la noción de progreso adhiriendo a un pensamiento cíclico y circular ligado a
las estaciones y las cosechas.
Tuve unos días
de trabajo quitando malezas, algunas pequeñas felicidades en charlas breves e
inocentes con criaturas atávicas, me distraje observando horizontes limpios y
un cielo carente de tóxicos, puro y dilatado.
Uno se ablanda
un poco y se suele sentir el impulso de dejar el planeta intocado y testigo de
una era de la ingenuidad, pero tengo detrás toda una organización de la cual
soy apenas una minúscula partícula, y mi plan de acción fue prefigurado de
antemano.
Podía
introducir la cápsula de veneno de muchas formas. En un equilibrio
aparentemente tan firme un solo cambio inclina el plano y todo comienza a rodar
y a entrechocarse.
Habría que
provocar ese desequilibrio, y ello era posible introduciendo el concepto de
progreso, avance con respecto a otros, superación de otras comunidades, recelo
por estos otros, envidia de las condiciones distintas y mejores de esos otros,
lucha por la consecución de esos bienes o forma de vida envidiable.
Tomé la
comunidad que me acogió, les revelé que yo soy de otro planeta y les aseguré
que mejoraría su existencia con conocimientos insospechados. En poco tiempo los
convencí con algunos prototipos para encantar ingenuos, para lo cual debieron
aprender a utilizar algunas herramientas, y para hacer esas herramientas
debieron buscar materiales en otras regiones. Esos materiales, como minerales,
se encontraban debajo de los cultivos de otras comunidades, por lo que debieron
comerciar con ellos, compartir saberes, especializarse.
Sé que pronto
surgirán las disputas por el precio de materiales, cosechas, saberes. Habrá
escaramuzas, luego guerras, y en unos cuantos siglos el paisaje estará
devastado, y las condiciones serán las adecuadas para entrar en el comercio
intergaláctico. Los que queden ya no serán ingenuos y tendrán el anhelo de progresar
infinitamente.
Miro el campo
que ondula en pastizales, respiro el aire puro. Me llevo una imagen
preapocalíptica, suspiro y vuelvo a mi nave.
*De Mónica
Russomanno. russomannomonica@hotmail.com
TODA LA INFINITA NOCHE ATRAVESAR LOS CIELOS…
EXODO II*
Guarda esa
congoja, amor. La rosa está de luto.
Ellos se han
ido.
Quedan sus
nombres y un territorio ausente.
No hay nada.
Ni siquiera el
miedo en la pupila muerta de la tarde
No hay
ancestros ni dioses,
solo adioses.
Está el sol,
siempre el mismo, pero otro sol.
Es tibia
caricia que desgrana el alba
pero también
castigo que deshace la luna y la memoria.
Está el viento,
otro viento, el mismo viento
Pero la brújula
del tiempo ha enloquecido
y rota, gira,
en un círculo sin edad,
y sopla el
viento, piadosamente sopla.
Es en vano.
Para que las
sendas caminen deben saber al menos
adonde van los
pies.
Guarda esa
congoja amor. Ellos ya no están.
Tampoco yo.
*De Amelia
Arellano. amelia.arellano01@yahoo.com.ar
EL MALDITO
BOTÓN ROJO*
Estoy frente al
ordenador. Marte sigue intrigando a los científicos terrestres. Enviaron
máquinas para que sobrevuelen la órbita y se desplacen por el planeta, en busca
de señales que comprueben si existe algún tipo de vida.
La primera vez
que nuestras naves fueron avistadas por los habitantes de la tierra, fue en
tiempos remotos. La Biblia nos menciona y existen pruebas registradas en
antiguas obras de arte. Por ejemplo, las encontradas por el científico Ruso
Vicheslav Saisev en China. Datan de hace 2000 años. Representan a un ser
extraterrestre y a una nave espacial ascendiendo. En uno de los detalles de la
pintura la "crucifixión" de Visoki Decani, se observa una nave
tripulada.
En la catedral,
Nueva de la Asunción de la Virgen, Salamanca, España, una figura esculpida en
piedra. La figura muestra a un viajero, vestido con un traje similar a los que
utilizan los habitantes de ese planeta, en las excursiones de su incipiente
carrera interestelar. Podríamos sumar innumerables ejemplos.
La noche del
tres de Junio de 1947, medida de tiempo terrestre, en las afueras de Roswell,
en Nuevo México, Estados Unidos, una unidad aviso que se encontraba efectuando
tareas de reconocimiento cayó a tierra.
Fue sometida a
meticulosas investigaciones por los círculos que entienden en el tema OVNI. No
consiguieron develar ningún detalle que hiciera, siquiera suponer, el origen de
la nave. Nació el mito de los “platos voladores”. Desde entonces, buscan probar
la vida extraterrestre. En los cielos aparecen objetos que se desplazan,
aterrizan y dejan huellas. Sucede con regularidad: descendemos a tierra y
establecemos contacto con humanos sin dejar rastros suficientes que delaten
nuestro origen.
En uno de esos
descensos succionamos hacia nuestra rutilante y compleja nave, a aquella mujer.
La adormecimos, le produjimos atonía muscular y falta de voluntad.
Cuando abrió
los ojos, se encontró en la espaciosa sala- estudio, completamente
esterilizada, desmoralizada y sin ropa. Maniatada a un plano horizontal que
modificaba posiciones y giraba suavemente, mientras varios pares de pupilas
inquisitivas la observábamos con detenimiento.
Comenzó a
balbucear la palabra ma-má, ma-má, ma-ma-ma-mamá. Sus labios azulados apenas se
movían.
-Bienvenida a
la nave- transmití, pausado y tranquilizador. La mujer temblaba. Para poder
realizar las incisiones programadas tenía, según lo requiere el protocolo, el
cuerpo aterido.
-Ha pasado a
formar parte de nuestro material de investigación pero no tema, no sufrirá.
Mientras dure el período de estudios y concluyamos las etapas de nuestra
rutina, vivirá un tiempo con nosotros y un tiempo con los suyos.
-¿Cómo podré
hacer eso? ¿Vivir un tiempo con ustedes y un tiempo con los míos?
-No se asuste,
antes de que usted comience su misión, lo solucionaremos. Cierre los ojos.
La inducción a
la falta de voluntad pudo más y la mujer dejó caer los párpados.
Luego de
abduccionarle el cerebro se procedió al reacomodamiento neuronal y a separar el
alma del cuerpo, de modo que quedara suspendida, en el túnel luminoso que media
entre su masa cerebral y los potentes focos que penden del techo del
laboratorio. A continuación, efectuamos un corte en el pecho en forma de “Y”,
con el objeto de examinar y manipular los órganos del cuello, tórax y abdomen y
de instalar adminículos inherentes al cometido.
Resuelta la
tarea, un efectivo rayo láser fundió la incisión. La volvimos a la vida y pasó
a sala de recuperación. Después de algunas horas (tiempo humano) descendió a la
superficie terrestre con la suavidad y la delicadeza, con que en el aire se
mueve una pluma.
Basada en el
temor de un inminente y peligroso conflicto, con una civilización
tecnológicamente más avanzada, la noticia de la amenaza de una infiltración
extraterrestre, evolucionó entre los humanos. Encontró su cenit, en la sospecha
de que ya estábamos, sin que se dieran cuenta, entre ellos, secuestrándoles y
utilizándolos para los más increíbles y extraordinarios experimentos.
La sonda
Mariner 4, según cuenta la medición temporal de los hombres, en 1965, tomó las
primeras fotos de Marte. Imágenes que alentaron las suposiciones sobre la
existencia de agua y vida. Durante los años 70 continuaron las incursiones en
el planeta rojo con las misiones Viking y los vehículos exploradores. Les
siguió el robot Curiosity que recoge fragmentos rocosos y los analiza en sitio.
Curiosity busca signos de habitabilidad. Su potente luz convierte piedras en
bolas de fuego y determina los elementos que las componen.
Misión exitosa,
de hecho, fue tan exacto el cálculo que, efectivamente, en el lugar donde
aterrizó hubo, alguna vez, agua a temperatura adecuada, con niveles de acidez
apropiados para la vida.
Situación que
se modificó hace unos tres mil millones de años cuando el campo magnético de
Marte se desvaneció, perdiéndose gran parte de la atmósfera.
Debajo del
polvo superficial del planeta, la sonda Mars Express, ha descubierto hielo y
encontró algo más peligroso y preocupante: metano. El metano es un hidrocarburo
sencillo, se utiliza como combustible y en la elaboración de productos
químicos. El programa europeo ExoMars lanzará en 2016 un satélite para examinar
este gas. Próximamente, un robot se enviará a nuestro planeta. Será la primera
misión que busque puntuales evidencias de vida. Nuestros espías no han
conseguido averiguar, el lugar estratégico donde aterrizará el autómata. Los
terrícolas buscan persuadirse sobre la existencia de algún tipo de
sobrevivencia, hace unos 4.000 millones de años.
Los secretos de
Marte se esconden en zonas prácticamente inaccesibles para la modesta
tecnología terráquea. Sin embargo, los veloces progresos, llevarán a unir los
fragmentos del enigma, obligándonos a preparar la aniquilación del invasor.
Quince años más
tarde de tu primer ascenso a la nave, estoy apesadumbrado. Han llegado
demasiado lejos: debo cumplir la orden. No tengo otra opción que estar aquí,
impotente frente al ordenador. Espero, minuto a minuto, que aparezca la señal
al lado de tu nombre. Manejo la certeza demoledora de que te veré por última
vez: la última antes de apretar el botón, el maldito botón rojo, que obliga a
convertir en deshechos espaciales, a tu planeta…y a ti.
*De Ana
María Broglio. anamariabroglio@gmail.com
Villa Gesell
SIOFN*
El hombre lee
su informe otra vez:
"He
observado que hacemos el amor en la esperable indiferencia con la que un
empleado administrativo lee, firma y sella un expediente. Para el cual lo
verdaderamente importante es el control. Que el expediente este en el estante
correcto, disponible para cuando sea necesario otra firma, otro sello, pasarlo
a otro estante con cierta indiferencia como si fuera a otro abandono.
(....)"
"Después
de haber pasado varias veces por el planeta Siofn los seres tienen una vida sin
pasión. Los supera saber que su nuevo cuerpo tiene fecha de vencimiento; ya no
sienten estar en una vida verdadera con peligros y desafíos, incertidumbres,
frustraciones.... se limitan a administrar su tiempo en redes psicofísicas a las
que confirman su pertenencia con gestos tan automáticos, tan naturalizados en
su inconsciencia (...)"
Por eso el
hombre ruega que lo transfieran a un planeta de "sangre caliente"
donde la vida merezca ser vivida. Donde pueda sentir de nuevo -como aquella
remota vez- que cada instante es un principio y un final.
*De Eduardo
Francisco Coiro.
Las religiones
en el planeta Kepler*
Las religiones
en el planeta Kepler-296f son una cosa muy seria.
Eso lo sabía
muy bien el Capitán Collins, lo aprendió por las malas, estuvo un año perdido
en la jungla, bebiendo solo Spram, se tardó su tiempo, pero lo aprendió.
El húmedo
planeta extrasolar había sido descubierto en el año 2014 en la constelación del
Cisne, a unos 400 años luz de distancia de la Tierra, durante un cansado
barrido del telescopio orbital Kepler en una de las primigenias búsquedas de
exoplanetas, pedruscos con posibilidades de habitabilidad en sistemas solares
externos, el pasatiempo favorito de los astrónomos de oficina de comienzo del
siglo XXI. Kepler-296f era uno de 715 candidatos posibles y se tardaron pocos
días en obtener sus características principales, se observó que era dos veces
más grande que nuestro planeta, que orbitaba alrededor de un sol más pequeño
que el nuestro, que una gran capa de nubes cubría su superficie seguramente
lluviosa y luego fue olvidado. Por algunos años figuró en catálogos y en
publicaciones científicas de la Agencia, posteriormente, como muchos datos
interesantes del universo, fue relegado a la oscuridad enciclopédica.
Hasta que el
Capitán Andreas Collins tropezó con el planeta, su tripulación se comiera a
Kra-Mambo y todo cambio, pero nos estamos adelantando 150 años y el relato
empieza a no tener coherencia.
Todas las
piedras, plantas y animales del planeta Kepler-296f son dioses, no se rían, es
verdad, pero antes de que alguien ataque este imposible e irreverente panteón
politeísta, este aparente caos de elementos disminuye estableciendo
agrupaciones tales como: todos los peces son Aui, todos los insectos son Paku,
todos las aves son Onui, los reptiles son Oric, todas las piedras con Ataku,
todos los arboles con frutas son Kra, etc, etc, etc. Pero lejos de parecer
improcedente, esta clasificación es de suma conveniencia para los habitantes de
las desperdigadas aldeas del vegetal planeta.
Esta especie de
panteísmo ateísta, donde la naturaleza de Kepler-296f es concebida como única
realidad verdadera, en el que cada elemento es dios y a su vez la unión de
todos esos pequeños eslabones conforma el mundo orgánico visible, está regido
totalmente por la lectura al amanecer de tres versículos contiguos al azar de
su libro sagrado, el Ohol. Estas “exaltadas” agrupaciones o triadas escogidas,
son las que definió Francisco de Amberes, primer historiógrafo oficial de las
religiones del planeta. Este cronólogo de los nuevos mundos, dijo, enunciándose
sobre el dios Kra-Prutra, un ejemplar de Musa Paradisíaca, comúnmente llamada
banana, pero de suave color violeta: “Dios puede ser sofisticado, pero no tan
mal diseñador”
Este libro
principal, su texto sagrado, el Ohol, consta de unos 10000 capítulos o suras a
su vez divididos cada uno en 3 versículos o aleyas, comparativamente entonces,
su enredado librito es entonces unas 500 veces más extenso que el antiguo Corán
del viejo planeta Tierra. Cada aldea posee una única copia del Ohol, el cual a
pesar de estar escrito en las finísimas hojas prensadas del divino árbol
Kra-Ohol, del cual toma el nombre, es una importante bagatela de unos 180
kilogramos lo que dificulta su traslado e impone el ejercicio tal que el que
desea consultar el ambiguo horóscopo y augurio debe apersonarse a la choza
central de la aldea y solicitar al sacerdote o Okumm, su lectura, su paciencia
y su obtusa sabiduría para interpretarlo.
Pero el Capitán
Collins era un agnóstico discreto y apático, le tenían completamente sin
cuidado las deidades de Kepler, sus múltiples formas o implicancias sagradas.
Collins era un ignorante intelectual pero a la vez un profesional en lo suyo.
La conquista espacial fue su trampolín desde una oscura academia militar hasta
los confines de la galaxia. Decir que no tenía moral es no aceptar las reglas a
las que se atenía, sus propias reglas. Tanto es así que al desembarcar en
Kepler-296f y apreciar la fabulosa atmósfera y su vegetación circundante
cargada en abundancia de Litras, frutas del aromático Kra-Litra (una especie de
uva peluda pero del tamaño de melones), aplasto su habano de la buena suerte
sobre la plataforma deslizante y dijo: - ¡Hermosa mañana, soldados! ¡A probar
puntería, dos cargadores para desentumecer las armas! – Inútil decir que
mereció la reprimenda oficial de la Agencia y la deshonrosa bienvenida de los
nativos Oku.
La zoología y
la botánica de Kepler no intentan enredar las cosas, pero la proliferación de
las lluvias, el suelo rico en materiales pútridos, los minerales en abundancia
y una caprichosa naturaleza dada a las mutaciones y permutaciones genéticas,
dignas de un ilustrador de bestiarios medievales, hacen del planeta un catálogo
rico en especies y herencia biológica. Estos cambios de fenotipos de forma
extrema solo son posibles en los reinos animal y vegetal, en Kepler el reino
mineral permanece inmutable, como desgraciadamente lo hace en todos los
planetas, nunca esperaríamos que una roca saltara o volara sola por los aires.
Tomemos el caso
del pez diurno Aui-Nuva, una bonita carpa tornasolada con dientes de unos cinco
centímetros, durante la jornada larga es un Aui, un pez digamos normal y
corriente, dios menor y genio tutelar de los ríos y arroyos (no de los
pantanos, esos territorios corresponden al obeso dios Aui-Siapu, ni de los
mares ya que estos pertenecen a dioses mayores) y por las noches se inmoviliza,
pierde toda flexibilidad y su condición animal mutando en la bella planta
Kra-Aui, cuyo segundo término aduce a su origen diurno, divinidad de las brisas
frías. Pero, sumando complejidad al asunto, las noches en que alguna de las lunas
de Kepler entra en plenilunio, el Aui muda a otra especie de animal, pierde sus
dientes, extiende sus aletas y respira aire de las orillas tomando el nombre de
Oric-Aui, sus terribles ojos escrutan la noche en busca de presas volátiles,
convirtiéndose así en el odioso dios de los cazadores nocturnos. Al amanecer,
por supuesto, los roles se invierten, y las cenicientas retornan a sus estados
iniciales.
Un caso inverso
o la muestra de una evolución diferente sería la del arbusto Kra-Tipra. Esta
aromática de flores telescópicas de color rojo, en su esfuerzo diurno es la
deidad de los sabores y de las salsas, por las noches y en una nunca
documentada transformación pasa a ser Onui-Tipra el pájaro polinizador que
propaga dicha especie y fecunda la fruta, dios de las cosas etéreas y
volátiles. En las noches de luna llena, donde al parecer lo benéfico se
trasmuta en maligno, el Kra-Tipra se convierte en otro tipo de planta, el
Kra-Nicro, un pestilente cacto espinoso y reptante que todos evitan y que se
enseñorea como dios de los sueños recursivos y las pesadillas.
La expedición
del Capitán Andreas Collins fue llamada: “La Expedición a las Tierras de Maple
White” en honor a una vieja geografía literaria descripta en un libro casi
olvidado y era una buena broma de los teóricos de la Agencia, ya que en Kepler
no existía nada de color blanco, sino más bien infinitos tonos de verde. A
pesar de la información recabada durante los primeros años por los primeros
biólogos y científicos, territorios muy lluviosos del planeta aún permanecían
inexplorados, envueltos en la bruma enciclopédica y su naturaleza era una
incógnita. Se suponía que todas las especies de Kepler estaban descriptas, o al
menos nombradas, en el libro sagrado, el Ohol y de su interpretación surgían todas
las vicisitudes o accidentes que podían suceder en el decurso de los
acontecimientos. Si el libro estaba escrito, es que entonces no había
sorpresas. Salvo la cuestión de lo que sucedía por las noches.
La expedición,
gracias a los oficios de Collins y su equipo, avanzo con rapidez hacia el
corazón oscuro del planeta, pero sin tener en cuenta el prolífico crecimiento
vegetal debido a las eternas lluvias. Sonrieron, avanzaron, dispararon sus
armas a blancos imaginarios y finalmente se dieron por perdidos. El
instrumental arruinado por la humedad moría en destellos apagados. Collins no
descuidó nunca la calma, analizo la situación, contó por enésima vez las
municiones, recordó los aburridos cursos sobre las religiones en Kepler y llegó
a la única conclusión lógica posible. En tres días se acabarían los alimentos
sintéticos y no podrían dar caza a ningún dios.
Mambo no era
ninguna excepción, compartía por supuesto las características mutantes de
Kepler y además gozaba del privilegio de ser una deidad mayor. Durante las
serenas horas del día, Mambo era una especie de carpincho o capibara feliz, un
masticador tranquilo de pastos tiernos y dulces. Su olor a barro de los
pantanos no desmentía su naturaleza pacifica, sus dientes teñidos de azul y su
enorme y roja nariz le conferían un aspecto casi cómico y bonachón. Al
anochecer Mambo emergía del barro primordial, remontaba las riberas y se
anclaba con sus terribles uñas a la tierra cubierta de enredaderas y raíces. Su
cuerpo se estiraba, sus brazos se ramificaban y se erguía hacia la luz irreal
de las tres lunas.
Kra-Mambo
florecía en fosforescencias azules y rápidamente alimentaba sus frutos con el
agua recolectada llamada Spram. Bajo sus ramas entonces, se pendulaban enormes
y suculentas cuasi naranjas transparentes con un reborde de miel o de azúcar,
característica que le daban potestad como dios de la abundancia y de los aromas
dulces. Del extenso panteón de los Oku era una de las deidades más antiguas y
también una de las más desconocidas, dado el carácter tímido de su mitad
diurna, Mambo, y la carencia de información del nocturno panorama de Kepler. La
consulta o lectura arrojada por el Ohol al escrutar este arcano era para el
día, felicidad y para la noche, dulce muerte.
Las rápidas
sombras del atardecer cubrieron a los hombres del equipo del Capitán Collins,
empeñados en la búsqueda de un río o arroyo que los guiara fuera de la inmensa
jungla. Hambrientos, extremadamente cansados y con las pupilas dilatadas por la
ansiedad, recibieron deslumbrados el espectáculo que ofrecía Kra-Mambo en las
orillas barrosas de su reino. Collins se detuvo, encendió su último cigarro y
desde su escepticismo trató de recordar que cosa era aquello y sus
implicancias; la deducción, condicionada por su formación militar, fue rápida.
Era primordial la supervivencia de la expedición a las charlatanerías de un
libro y a los vaticinios dudosos de un dios vegetal. Mientras el Capitán
Andreas Collins fumaba, dio la orden y sus hombres se comieron a Kra-Mambo a la
luz de la luna.
Las lecturas de
los suras del Ohol fueran consideradas durante las primeras décadas de la
exploración planetaria, un completo sinsentido. Los inmutables nativos Oku
fueron contemplados como incivilizados y su religión y variantes un compendio
de simpáticas fantasías, desvaríos sumergidos todavía en el tiempo de los
mitos. Rodrigo de Toledo, que elaboró su primer tratado de la teología
comparada de Kepler-296f hacia el año 50 del descubrimiento, comparó la
ambigüedad de las interpretaciones del sagrado Ohol con las desorientadoras
lecturas del antiguo libro de los arcanos del Tarot de Thoth publicado por
Aleister Crowley, un satánico iluminado de principio del siglo XX. Toledo
refiriéndose al sagrado Ohol dijo: “No importa si esta religión fue creada por
dioses u hombres, lo único seguro es que estaban locos”
Una rápida
definición de su sistema de presciencia podría ser el descripto a continuación,
dejando aclarado de antemano que no es el único método. El interesado (Oku),
luego de un corto viaje o una fatigosa peregrinación, se apersonaba en la choza
del Okumm y mediante los gestos preestablecidos (tirarse del labio hacia abajo,
tocarse la oreja izquierda y salivar copiosamente sobre su pie derecho, símbolo
de la humedad ritual) solicita al sacerdote la apertura del libro en una página
al azar. El Okumm, que es ciego pero no es tonto, desliza la larga uña de su
sexto dedo índice entre las páginas y abre el libro señalando un versículo
cualquiera. El aprendiz de Okumm, siempre hay uno y que tampoco es tonto,
aunque lo parece, emprende la lectura de esta aleya y de las dos siguientes,
sobreviniendo luego la interpretación de su superior.
Entonces, el
dictamen será bueno o providencial si las sagradas frases nombran dos plantas y
un animal o dos animales y una planta, de lo contrario completamente nefasto en
cualquiera de sus otras combinaciones, lo que se complica un poco dependiendo
de que el interesado solicite el vaticinio para un accionar diurno o nocturno,
se torne complejo si la noche corresponde a algún plenilunio de las inquietas
lunas y ni hablar si es para salir de cacería o recolectar una cosecha. Todo
esto, sumado a la mutabilidad cruzada de las deidades de Kepler, hace que el
número de combinaciones de pronósticos se convierta en una terrible e
indescifrable mezcolanza.
Siempre nos ha
dejado estupefactos el mito de Circe y sus pociones mágicas, encantamientos
que, lanzados sobre la hambrienta tripulación del divino Odiseo, los confino
como animales a su servicio en la isla de Eea. Sepultado en el subconsciente del
hombre se encuentra el arcaico temor a la bestialización, el retorno al rugido
primario, el olvido de su parte civilizada. El Capitán Andreas Collins quedó
boquiabierto al contemplar la trasformación de sus hombres, la degradación que
inducida por la asimilación del organismo de Kra-Mambo alteraba la genética
terrícola en casi todos sus detalles. Una cuasi planta-animal devorada en un
horario nocturno alienándose con una animal de otro planeta. En menos de un
minuto los quince soldados duros y entrenados del equipo de Collins quedaron
reducidos a unos pequeños cerdos de color azul con enormes narices rojas,
chillando y enredándose con los pertrechos y las correas de las armas
desparramadas en el barro. La parte más inconveniente es que a pesar de la bestialidad,
todos se reconocían entre sí, todos vomitaron a la vez y el Capitán Collins
huyó aterrado para nuevamente perderse en la jungla lluviosa.
Collins estuvo
un año perdido en la selva, tomando solo Spram, alimentándose de Spram, el agua
recolectada en las hojas y otros recipientes vegetales, jamás hubiera osado
masticar un pedacito de deidad o tragarse a un dios multicolor. No comprendió
nunca las religiones de Kepler, pero aprendió a respetar su extravagante
doctrina y que la cosa iba en serio. Desnutrido, alucinado, cubierto solo por
harapos putrefactos, fue encontrado y rescatado por los miembros de la Primera
Expedición Mormona de Vermont a Kepler-296f del año 152 K. Del destino de su
equipo nunca se supo, pero no resulto extraño, para el Okumm Superior, la
aparición de un versículo nuevo en el Ohol que por supuesto, nadie de la
Agencia investigo. La flora y la fauna de Kepler continuaron sus mutaciones,
los nativos inmutables y su doctrina un desatino aún después de que los
científicos digitalizaran el Ohol y descubrieran que este no tenía ni patas ni
cabeza y se asemejara más a un delirio creacionista que a una seria convicción
religiosa.
En los lejanos
comienzos del siglo XX, el último explorador de la era victoriana, el Coronel
Percival Harrison Fawcett, desaparecía por siempre en territorio del Alto
Xingú, un afluente del Río Amazonas, en su diario de apuntes y en cartas de
anteriores expediciones hacía referencia a una jungla inquietante y misteriosa:
boas gigantescas, nutrias ladradoras, parásitos ponzoñosos, delfines rosados,
gatos-perros, tigres de dos narices, flores devoradoras, lianas paralizantes.
Estos informes que la sociedad inglesa devoraba con avidez, sirvieron de base
para que un genial escritor escocés, Arthur Conan Doyle, creara su famosa
novela “El Mundo Perdido” donde el papel de Fawcett se lo adjudica a un
adelantado aventurero llamado Maple White, artista y poeta que en póstumos
bocetos y acuarelas revela al mundo la llamada Tierra de Maple White, un
paraíso jurásico. En el año 2166, la llamada Expedición a las Tierras de Maple
White, en el planeta Kepler-269f también desapareció, solo un hombre
enloquecido volvió, contó historias que los científicos y biólogos no pudieron
desentrañar y las religiones apenas mencionar. El universo aún deparaba al
hombre, cosas maravillosas.
*De Jorge
Lacuadra. jorgelacuadra@hotmail.com
Gliese 581*
Nuestra
estrella Helio -G2, es una esfera de plasma en equilibrio hidrostático que,
mediante reacciones termonucleares de fusión del hidrógeno, genera energía en
su interior. Dicha energía se emite al espacio en forma de radiación
electromagnética, neutrinos y viento estelar. La radiación ha permitido a
nuestros Helio- científicos, idear una red espacial invisible en la oscuridad
del universo, imposible siquiera de imaginar por parte de cuerpos celestes que
no reúnan nuestras características físicas. La situación ha sido explotada por
los creadores del proyecto, tan favorablemente, que hemos logrado vender la
franquicia a lo largo y ancho del cosmos. “Tejimos” alrededor de nuestra
estrella, la más brillante del Sistema, una red de partículas de captura en
hilera y en forma de círculos concéntricos, portadoras de carga eléctrica que
desarrollan comportamiento colectivo. Dichas hileras presentan focos de
absorción periódicos. Esto permite que determinados cuerpos celestes que
navegan por el espacio, a merced del viento estelar, sean captados y atrapados
por la trama. Se trata del proyecto más afanoso que nuestros científicos, en el
transcurso del tiempo espacial, han podido imaginar y llevar a cabo. Lo más
importante es que, cada año galáctico que transcurre, este diseño se ve
coronado con mayores éxitos al conseguir seleccionar y aprisionar, según nos
interesen sus cualidades, millones de partículas interestelares. De acuerdo a
las necesidades, ha sido especialmente habilitada para el servicio, una
extensión de “caminos” intermedios no destinados a la captura sino al libre recorrido
de nuestras naves, en pos de control y/o recolección de materia prima.
Dependiendo de su proximidad a nuestro núcleo los cuerpos celestes apresados,
en mayor o menor grado, también se ven beneficiados. Tenemos la capacidad de
provocar en los distintos planetas, el fenómeno día noche, utilizando la
traslación y rotación naturales de los mismos. Por otro lado, estamos
tecnificados como para obligarles a girar a nuestro alrededor, mediante uno de
nuestros más brillantes logros: la conocida fuerza de gravedad. Nuestro sistema
está formado por nueve planetas y sus correspondientes satélites; asteroides,
cometas, meteoritos, polvo y gas interplanetario. El material es, como dijimos,
atrapado por la red de captura. Urdimbre que permanentemente, se encuentra abocada
a la detección y reclutamiento de nuevos cuerpos celestes extra solares. El
planeta Marte cuya superficie está cubierta de cráteres de impacto, campos de
lava, volcanes, cauces de ríos secos y dunas de arena, proporciona a nuestra
civilización, valiosas cantidades de basalto volcánico de alto contenido en
óxidos de hierro. Mercurio por su parte, es el principal abastecedor de hierro.
Después de billones de años, la mayoría del hidrógeno de nuestra superficie se
“quema” y nuestra estrella corre el peligro de contraerse y convertirse en una
gigante roja por lo cual, es necesario, mantener una reserva adecuada de
“combustible”. Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno nos proporcionan la provisión
necesaria de Hidrógeno y de Helio así como de otros gases menores,
imprescindibles para nuestra subsistencia estelar. Venus, cuyas nubes están
formadas por ácido sulfúrico, compuestos de azufre y otros ácidos, es poseedor
de una atmósfera rica en Dióxido de Carbono y Nitrógeno. Plutón, el planeta
enano, se mantiene como repuesto de Nitrógeno, Monóxido de Carbono y Metano. En
la Tierra, la energía irradiada por nuestra estrella, es aprovechada por seres
fotosintéticos que constituyen la base de la cadena trófica, siendo así, la
principal fuente de energía de la vida que existe en el planeta. También
influimos en los procesos climáticos y condiciones meteorológicas en que se
desenvuelve. Hace de doscientos a trescientos mil años terrestres, en un lugar
al que ellos mismos llaman África, pusimos en funcionamiento el proyecto
“Hombre” (Según algunas teorías que circulan por el planeta “Adán”) y a
continuación el proyecto “Mujer” (Eva). No hemos conseguido pulir algunas
imperfecciones que están llevando a sus descendientes a la autodestrucción. El
proceso de crear civilizaciones útiles es complejo, por ese motivo cada planeta
agotado es suplantado, en el transcurrir del Universo, por nuevos cuerpos
celestes. El planeta Tierra nomenclado como “Granero”, está destinado, dentro
de nuestro programa, al almacenamiento alimenticio dado que los habitantes, se
auto eliminarán en breve ya que nuestra tecnología aún no ha conseguido la
fórmula para evitarlo. Haremos uso de las riquezas naturales hasta la extinción
y posterior descarte del astro. Nuestros radares han detectado para su eminente
suplantación, un exoplaneta gemelo al denominado Tierra. Dicho astro se
encuentra a sólo 20.5 años luz en la constelación Libra, nomenclado en los
registros humanos como Gliese 581. Por encontrarse girando alrededor de uno de
nuestros Helio clientes, hemos negociado el intercambio del astro por
tecnología de avanzada. Por ser de calor excesivo para la vida del hombre, el
programa prevé una grandiosa civilización similar a la terrestre pero con el
perfeccionamiento adecuado. La enorme popularidad que ha cobrado nuestro
invento, ha hecho que sin medir costos, se requieran franquicias desde las
galaxias más alejadas. Con la proliferación de los Sistemas Solares, en pocos
años luz, nos habremos convertido en los magnates del Universo.
*De Ana
María Broglio. anamariabroglio@gmail.com
República
Argentina
Pájaro en una
tormenta*
*De Sergio
Borao Llop. sbllop@gmail.com
Ese día, ese
primer día de la naciente primavera
la embriagadora
música amaneció sobre los montes.
La risa azul
que irradiaba el firmamento
reverdecía las
laderas y ensalzaba
los contrastes
verdirrojos de los prados.
Ese día
florecieron los años de destierro
reconstruyendo
la antigua cúpula dorada
con columnas de
esperanza y miradores
que se abrían
sobre el valle de la dicha.
Así, ciego, con
la daga de tu nombre entre mis labios,
creí haber
escapado a las fauces del destino,
pero hoy las
sombras cenicientas de twin peaks
nuevamente han
descendido sobre mí
y no hay una
hondonada sin fisuras
donde poder
respirar un minuto de sosiego.
¿Qué despiadada
venganza de los dioses
me condena al
arbitrio de las nubes
inquietantes,
plomizas, que me cubren?
¿Qué oscuro designio
ha desencadenado
el furor del
vendaval sobre mis alas rotas?
Dondequiera que
el atardecer me lleve
la faz del
firmamento está cerrada.
Un granizo
triste azota las esquinas
de esta ciudad
vencida, saqueada y moribunda
donde hasta los
perros vagabundos se estremecen
cuando sus ojos
caen en la oquedad del cielo
tapiado por un
muro de silencio perpetuo.
No hay luna que
brille en esta noche aciaga
y hasta el
bosque resuena con un murmullo de amenaza
que confunde la
vigilia de los búhos
y acalla las
canciones de los árboles
como una
divinidad incontestable.
Los ángeles
blanden un estandarte de inclemencia
y el horror se
va extendiendo en los zaguanes
como un
torrente negro que va desdibujando
las huellas que
dejaron nuestros pasos
en la alfombra
de asfalto, en las baldosas
blanquinegras
que adornan el recuerdo.
Todo es una
sombra impenetrable,
todo un trueno
aterrador que nunca cesa,
un relámpago
atroz que incendia la cordura.
Y entre el caos
volar, volar toda la noche,
toda la
infinita noche atravesar los cielos
sabiendo que
las tormentas nunca cesan
y que el
amanecer es tan sólo una utopía
urdida con los
frágiles cristales
del evasivo
espejo que jamás se detiene.
-Sergio
Borao Llop, publicó “El alba sin espejos”
UN AMOR
ESPECIAL*
Apareció en el
umbral de la puerta enfundado en aquel traje de una sola pieza y las botas
enormes cuyas suelas de plomo dejaban marcas en el suelo de madera. Brillaba
con los reflejos de la lámpara del salón cuando asustada vi como se adentraba
en la habitación.
Levantó la
visera de aquel casco parecido a una burbuja y me miró desde detrás del cristal
con unos ojos lánguidos que denotaban el cansancio por el esfuerzo de arrastrar
aquel traje tan pesado.
Estaba
alucinada con la aparición. Un astronauta en mi puerta, en mi salón, en mi
casa. El hombre con traje espacial, se acercó para abrazarme y yo me retiré
asustada. Se detuvo sorprendido y me preguntó con la mirada el motivo de mi
reacción.
Sus ojos se
ensombrecieron cuando se aclaró la situación. Entiendo que se entristeciera
porque creía haber encontrado el verdadero amor. Aquel que nos habíamos jurado
en nuestras largas conversaciones en el chat. Dio media vuelta y se marchó con
los hombros caídos y arrastrando los pies. Yo me senté aliviada haciendo el
firme propósito de apuntarme a un curso de mecanografía. No quería que se
repitiera el error y tener ilusiones vanas. Yo quería un amor especial -
es-pe-cial - y sólo era mi culpa ya que tecleé equívocamente cuando se lo
escribí en el chat.
*De Joan
Mateu. joan@zarca.es
http://inventren.blogspot.com/
EL TREN HACIA LA
NADA*
Just a small town girl
Living in a lonely world
She took the midnight train
Going anywhere…
Don´t stop
believing
Journey
En las noches,
cuando los párpados se resisten a continuar la lectura de turno, abordo el tren
hacia la nada.
He circulado en
este tren desde que tengo recuerdos. A pesar de que el viaje es en un solo
sentido, puedo recordar con nitidez de óleo y pincel fino sus múltiples
paradas. Puedo verlas, si abro determinadas ventanas temporales: ahí está mi
infancia en el castillo de hojas, mi adolescencia solitaria, el descubrimiento
del amor, la primera visión del rostro de mis hijos, las emociones recibidas o
entregadas, alegría, silencios, lágrimas, aquellos que han ido bajándose en
diferentes estaciones, unos tras un largo viaje, otros tras un breve recorrido,
suficiente para dejar su impronta en el resto de los viajeros.
A veces cambio
de cubículo. Hacer el viaje en compañía solo vale la pena cuando es agradable,
cuando del intercambio salimos ganando los ocupantes. No es triste, me da la
oportunidad de conocer nuevos pasajeros, registrarlos en mis recuerdos, quedar
en su memoria. Guardo una grata nostalgia de vagones anteriores, pero intento
vivir intensamente el aquí y ahora de cada asiento que ocupo, aprender lo
máximo que me brinda el momento. Es la esencia del viaje.
Puedo
considerarme afortunada, he vivido experiencias extraordinarias. He logrado
atisbar realidades cuyas reminiscencias me acompañan al despertar y dan vida a
mis creaciones literarias. He viajado a mundos paralelos, donde mis almas
gemelas se debaten en similares incertidumbres. He vislumbrado la presencia de seres
que a otros pasan inadvertidos, peregrinos, mensajeros o simplemente
extraviados en la grieta que separa los universos alternativos.
Pero lo mejor
del tren, lo que más adoro y me hace aguardar con alegre paciencia el instante
de abordarlo cada noche, es que, no importa si largo o corto el camino – aunque
siempre ha de valer la pena -, si solos o en compañía, sea cual sea el destino,
conocemos cuál ha de ser la última parada.
*De Marié
Rojas Tamayo.
La Habana.
Cuba.
***
Próxima estación para escribir por Ferrocarril Midland:
PARADA KM 79
ENRIQUE FYNN. PLOMER.
KM. 55. ELÍAS ROMERO. KM. 38.
MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.
LIBERTAD. MERLO GÓMEZ. RAFAEL CASTILLO.
ISIDRO CASANOVA. JUSTO VILLEGAS. JOSÉ INGENIEROS.
MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE. ALDO BONZI.
KM 12. LA SALADA. INGENIERO BUDGE.
VILLA FIORITO. VILLA CARAZA. VILLA DIAMANTE.
PUENTE ALSINA. INTERCAMBIO MIDLAND.
***
Próxima estación para escribir por Ferrocarril Provincial:
ÁLVAREZ DE TOLEDO
POLVAREDAS. JUAN ATUCHA. JUAN TRONCONI.
CARLOS BEGUERIE.
FUNKE. LOS EUCALIPTOS.
FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE. GOBERNADOR
UDAONDO. LOMA VERDE.
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN. GOBERNADOR DE SAN JUAN
RUPERTO GODOY.
GOBERNADOR OBLIGADO. APEADERO DOYHENARD.
ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA.
D. SÁEZ. J. R. MORENO.
EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY. LISANDRO OLMOS. INGENIERO
VILLANUEVA.
ARANA. GOBERNADOR GARCIA. LA PLATA.
InventivaSocial
Plaza virtual de escritura
Para compartir escritos escribir a: inventivasocial@yahoo.com.ar
1 comentario:
Inventiva planetaria e inquietante, gracias por la selección de textos
Publicar un comentario