*Dibujo de Erika Kuhn.
CRISTO MUERTO de
Hans Holbein el joven*
*De Liliana
Díaz Mindurry. lidimienator@gmail.com
Había una vez,
hubo una vez o no hubo nunca. No debo decir el caos.
Había una vez
un lastimado,
se oye su
muerte en todas partes,
en todas
partes.
No ángeles de
la guarda, no estampas, no luces, ningún contorno,
las horas del lastimado
son eternas.
No luces.
Se puso toda la
muerte en el cuerpo,
toda la muerte,
no ángeles,
las horas del
lastimado
del muerto, del
clavado a todos los cuerpos
crecen como
serpientes. No debo decir el caos.
No luces, no
ángeles:
los salmos se
le duermen en la frente, debajo de las cejas y en la garganta.
Agitaba la
eternidad como si fuera una mezcla.
Gatos negros y
azules, palabras como gatos negros y azules se volcaban en
/todos los
caminos,
llevaba sus
pobres milagros pequeños, el agua tibia de las frases goteando,
liviano como un
dedo,
transparente.
No era un
hombre.
No era una caja
con forma de hombre.
Dulcemente su
amor
se comía las
cosas, brillaba en la saliva, se encendía en los costados de la boca.
Porque no es
cierto que sí y no es cierto que no.
Le sacaron
cualquier forma de la alegría
el brillo de la
noche le enredó ese cuerpo que no gozaron las mujeres.
La luna como un
lobo le mordió el vientre y le dobló la espalda.
Esperaba los clavos
como fauces.
Los gatos se
incendiaron.
Despacito se le
aguaron los ojos.
No habría
cielos empapelados de celeste
y crecerían las
horas
los perros de
las horas.
No habría más
adentro ni afuera, ni aquí ni allá, ni latitud ni longitud.
Nadie cura la
demencia,
ningún paraíso.
El deseo no corrige la forma de las cosas.
Dar órdenes no
es lograr el resplandor.
Las cosas
quieren salirse de sí, poner la mirada en blanco.
Es tan simple
no estar.
Las horas del
lastimado son eternas. Es eterno el perfume.
Es una negra
música,
una ternura
como una negra
música.
En las
estrellas se salieron los gatos,
las palabras
como gatos
resucitaron.
El deseo no
corrige el mundo.
Gloria al
deseo.
ES TAN SIMPLE NO ESTAR…
Cuento de
Navidad*
*Por Alejandro Badillo. badillo.alejandro@gmail.com
Es Navidad. 8
de la noche. En las calles hay luces de colores. Adornos y más adornos. Jesús
Flores, oficinista de tiempo completo, hombre que sufre de insomnio en
las noches,
maneja rumbo a su hogar en medio de un tumulto de autos. Mientras avanza por
calles congestionadas y ruidosas, recuerda las últimas compras de esa semana:
un carro de bomberos para su hijo y un horno miniatura para su hija. Ambos
regalos han mermado el dinero que le queda en la cuenta bancaria. En el radio
transmiten “White christmas” de Frank Sinatra. En las calles hay largas filas y
aglomeraciones para comprar los últimos regalos y los insumos para la cena de
Navidad. Jesús Flores no atiende las incidencias del tráfico. Sus movimientos
son automáticos: freno, embrague, primera velocidad, freno una vez más y
esperar, con gesto inmóvil, el momento en que el tráfico salga de su marasmo y
avance de nuevo. Sus manos se aferran al volante. En el asiento de copiloto
viajan un litro de aceite de oliva, un paquete de servilletas, papel aluminio y
una botella de sidra. Los encargos de su esposa, hechos a última hora, lo
hicieron competir por un lugar en el supermercado que está a unas calles de su
casa. Tuvo que abrirse paso entre empellones. Jesús Flores cuenta las calles
que lo separan de su hogar: seis. Sin embargo, por la cantidad de autos que lo
anteceden antes del semáforo, calcula que esas seis calles son, en realidad,
mil. La canción de Frank Sinatra está a punto de terminar. En el bolsillo de su
traje suena el timbre de su celular. El auto ha estado inmóvil por los últimos
diez minutos. Tal vez alguien no pudo soportar y pisó el acelerador sin
importarle que tuviera a alguien enfrente. Después, como es previsible,
llegaron los reclamos, las ofensas y los golpes. Tal vez un peatón, desesperado
por no poder cruzar, cruzó por la avenida justo en el momento en que se
reactivaba el tráfico. El locutor interrumpe las últimas notas de la canción
para desear una feliz Navidad a todos los radioescuchas. Jesús Flores piensa
que lo hace a propósito. Piensa que ese deseo, dicho con voz cantarina y
optimista, está hecho para hacerlo sentir miserable. Sale de sus pensamientos
cuando escucha de nuevo el zumbido del celular. Se retuerce en el asiento para
sacarlo del bolsillo interior de su traje y mira la pantalla iluminada: es un
mensaje de Raúl, un compañero de trabajo. El mensaje dice: “¿Ya mandaste los
archivos? El jefe me encargó mucho que te recordara”.
Han pasado
cinco minutos más. Jesús Flores apenas es consciente del tiempo. Quiere
quedarse en el auto. Quiere quedarse atorado ahí, justo cuando todo el mundo esté
celebrando. Mira, a través del parabrisas, las ventanas de los edificios
inundadas de colores brillantes. El mensaje de su amigo lo regresa a una
situación que, al menos, por un momento, había olvidado. En la tarde había
tenido que ir a la oficina para revisar los últimos estados de cuenta, los
balances financieros y mandar una propuesta de negocio a un nuevo cliente.
Había sido un encargo urgente de su jefe, un individuo demasiado obtuso que
entregaba el alma a una empresa que, en cualquier momento, lo despediría sin
ningún pudor. Jesús Flores entró a su minúscula oficina y comenzó a enviar
varios correos electrónicos. No le importó verificar las cifras finales, ni el
presupuesto. Pensaba en que algún día huiría de aquella lúgubre oficina. Sí,
algún día encontraría algo mejor. Ya no más estar ahí en días festivos. Ya no
más horas extras sin pago con el pretexto, acostumbrado, de ser “trabajador de
confianza”. Seguía enumerando mentalmente los problemas del último año cuando
escuchó el timbre del elevador que daba al piso de la empresa. Aguzó la vista y
pudo ver a su jefe que caminaba tambaleante. Tenía el saco descompuesto y la
camisa de fuera. Su cabeza un poco calva era coronada por un gorrito de fiesta.
El hombre caminó entre trompicones, quizás orientado por la luz de la única
oficina que, a esa hora, tenía a un empleado trabajando. Jesús Flores sintió
vértigo y luego un vacío que pronto fue ocupado por una ira desbordante. El
jefe, al fin, llegó a la puerta, lo miró con el ceño fruncido, abrió lentamente
su boca de labios gruesos y babeantes, y le reclamó por no haber contestado las
llamadas que le había hecho en el transcurso de la tarde. Espoleado por el
alcohol, con ademanes furiosos y vacilantes, le dijo que había tenido que
abandonar a su familia en año nuevo para ir a la oficina. Jesús Flores se
levantó y, sin mediar palabra, lo derribó de un empujón. El jefe, medio
inmovilizado por el alcohol y por su peso, no pudo esquivar los golpes en la
cara y en el cuerpo. Sus brazos extendidos tampoco hicieron mucho ante un
pesado regulador de voltaje que impactó, una y otra vez, su cabeza. La sangre
se extendió un poco y mojó una caja de cartón en la que se acumulaban hojas
para reciclar. Jesús Flores arrastró con dificultad el cuerpo hasta el
elevador, lo dejó en un rincón y cerró las puertas para después enviarlo al
último piso. Ahí estaría, festejando su repentina muerte, macerándose con
el alcohol que le quedaba, hasta que alguien lo descubriera. Segundos más
tarde, mientras bajaba por las escaleras sintió vibrar su teléfono y leyó
los encargos de su esposa.
Los autos
siguen detenidos. Es una marea metálica que transcurre en cámara lenta. Jesús
Flores cree percibir el enfado de todos los conductores. Mira a su derecha y
observa a un tipo parecido a él, cercano a los cuarenta, vestido con traje
oscuro y con algunas compras en el asiento del copiloto. El auto –un compacto
color rojo como el de él– lleva varios minutos sin moverse ni un milímetro.
Jesús Flores no lo puede evitar: baja el cristal de su ventanilla, observa
fijamente al sujeto y comienza a reír.
-Alejandro
Badillo
(Ciudad de
México, 1977)
Es autor de los
libros de cuento Ella sigue dormida (Tierra Adentro), La herrumbre y
las huellas (Eeyc), Vidas volátiles (BUAP), Tolvaneras (SC
Puebla), El clan de los estetas (Universidad Veracruzana. Premio
Nacional de Narrativa Mariano Azuela) y las novelas La mujer de los macacos
(Libros Magenta) y Por una cabeza (Premio Nacional de Novela Breve Amado
Nervo). Ha participado en publicaciones como Luvina, GQ, Letras
Libres y el suplemento “Confabulario” de El Universal. Colaborador
de la revista Crítica y exbecario del Fonca. Ha sido antologado en
diversas compilaciones de minificción.
Hay una
ciénaga*
Hay una ciénaga junto a mi ventana
un lodazal vivo
que se agita
los días de sol
barro oscuro
que me invita a tomar el té
planicie de
cemento
traga
disimula
inocencia pero sé
conozco esa
fuerza
desde mi cama
escucho el
arrullo
las aguas
espesas
el viento tibio
que empuja las paredes
veo los surcos
del sol
el árbol que
sobrevivió al hachazo
veo los
desgraciados helechos
austeridad de
un jardín que nadie cuida
y crece salvaje
crece
alimentado por
la lluvia
acueductos
invisibles de mi pantano
desde mi cama
junto a las
cortinas blancas
impecables
junto a mi
mueble de roble adornado con collares y pañuelos
desnuda y
quieta
veo que corre
incesante un río de lodo
me nombra
opulento
me pide que
salga de la cama
hay
profundidades
en las que no
es necesario dormir
ni pensar
en las que
puedo ser
muñeca sin sexo
articulada
figura de
plastilina
carnes finas y
plástico adecuado
me grita la
ciénaga
la normalidad
de los vestidos
del silencio
apocado
me exige
asentimiento
que me entregue
me grita no
es bueno tener un barco sobre la cabeza a merced del viento
no se puede
cargar flores detrás de las orejas
sobre las
muñecas
entre los dedos
de los pies
me grita
que me abandone
salte por la
ventana
me olvide de mí
me entregue al
agujero negro
muñeca ahuecada
flotando
en el lodo.
-2017-
-Lorena Suez es Lic. en Ciencias de la
Comunicación y Psicóloga Social. Participa en los talleres de Siempre de Viaje
y en los eventos de Viajera Editorial desde el año 2012. Forma parte de la
Antología compilada por Virginia Janza, Tetas. Historias de Pecho, con su
relato “Desde el Mandarino” (Textos Intrusos 2015).
-Publicó
recientemente Intemperie. Por Viajera
Editorial. -2016-
*
Hacía sus
ejercicios matinales puntualmente pasando de visible a invisible con rapidez.
Era muy metódico y pese a su depresión por la partida de su amigo, cumplía sus
rutinas. El otro había desaparecido dejándole como recuerdo la habitación con
todo lo que contenía. Se despidieron con cierta angustia por parte de él y con
ansiedad por el cambio el otro. Había vuelto a la soledad Se impuso salir a
caminar por las calles, lo cual siempre le había divertido, pero ahora lo hacía
con desgano, sin regocijo. No reía en silencio como antes, no daba saltitos
graciosos ejercitando su cuerpo invisible para todos los que iban a su
lado. Caminaba sin rumbo y volvía al cuarto vacío. Debo hacer algo, pensó.
Empezar otra vez a disfrutar solo. Por un momento emitió destellos azules para
afirmar su decisión, pero se apagaron en segundos. Irme a otro lugar. Cambiar
todo. Eso, pensó, eso es lo que debo hacer. Esa noche descansó inquieto, A la
mañana luego de sus ejercicios, partió. Subió a distintos vehículos,
instalándose entre la gente, que de pronto se removía inquieta, por un roce
inesperado. Fue cambiando para no aburrirse y luego de varias opciones, eligió
el móvil conducido por un anciano que llevaba un niño a su lado. El se sentó
atrás. A los pocos minutos notó que el niño lo miraba fijamente con la cabeza
ladeada y un ojo azul. No me ve, se dijo. Pero el ojo azul seguía fijo en él.
Se removió nervioso y pensó en retirarse, pero no quería hacerlo. De golpe el
niño desapareció. Se encontró solo con el conductor que no lo miraba. Sintió
una presencia a su lado. Una mano recorría su cara. No pudo reaccionar, estaba
atemorizado. La mano terminó su inspección y una voz joven le preguntó hacia
dónde iba. A cualquier lado, pensó. Lejos, tanto como pueda. Estaba abrumado y
no reaccionaba ante la voz que surgía de la nada. Porqué lo haces, preguntó la
voz interesada. Soy muy infeliz, contestó sin palabras. Puedes viajar con
nosotros si quieres, dijo la voz con tono invitante. Mi abuelo y yo vivimos en
el móvil. Quiénes son ustedes preguntó casi lloroso. El niño apareció de nuevo
y sonrió al vacío. Somos como tú. Viajamos todo el tiempo. Adoptamos estos
cuerpos porque es más fácil para moverse entre los humanos. Tú deberías tener
otro cuerpo también, observó con voz clara. Él estaba tan desconcertado
que tomó su forma natural sin proponérselo. El niño lo saludó gravemente y el
conductor emitió un gruñido de bienvenida sin mirarlo. Algo empezó a cambiar en
él por primera vez desde que su amigo lo dejara. Estaba emocionado. El otro lo
miró y por un momento pasó a su forma real. No era un niño. Era un adulto y muy
agraciado. Sus colores naranja y amarillo eran cálidos. Se sonrieron mutuamente
y el otro fue un niño otra vez. El conductor por un instante, fue un anciano de
color azul. Lo saludó con otro gruñido y volvió a su estado anterior. Había
empezado otra etapa. Se sintió reconfortado y comenzó a meditar que forma
adoptaría. Una mujer pensó de golpe. Una mujer joven. Será divertido como
experiencia.. Se acomodó en el asiento del móvil con una sonrisa invisible en
la cara. Estaba casi feliz.
*De Sonia
Arismendi Pignataro.
Uruguay. (1939
– 2016)
EL HADA DE SUS DÍAS*
A Vanesa Álvarez.
Era lunes.
Ella viene cantando bajito...
"todos ciegos hoy sin saber mirar
la espantosa risa de la pálida ciudad".
Al entrar al edificio casi se tropieza con un hombre que la mira a los
ojos y le dice: "vos no sos de este planeta"
Ella no le contesta pero piensa ¿Es Enrique el antiguo?
El hombre le vuelve a hablar mientras ella se aleja indiferente hacia el
ascensor.
-No soy Enrique el antiguo, soy Trydtrek de Kepler-452b no me recuerdas?
Al entrar en la atmosfera terrestre Tu llegaste como Hada y yo como
Telepático.
Ella le contesta: No me acuerdo de vos, he visto tanta gente en los
últimos planetas...
El hombre dice: -claro nos conocimos en el jardín clonal de niños,
pasaron muchos años luz desde la última vez.
Ella teme que lea sus pensamientos. Le pregunta: ¿y ahora a que te
dedicas?
-Soy político.
Ah, que bien...
-sigue sin querer pensar-
Te invito a dar una vuelta en mi nave espacial.
-bueno pero tengo que llegar temprano a casa.
A la hora de la salida el Hada de sus días supone que el buen hombre ya
estaría a resguardo en algún psiquiátrico.
Pero no, ahí esta parado delante de su reluciente plato volador.
Ella accede a dar una vuelta rápida, entre keplerianos no podemos
desconfiar.
El viaje le pareció eterno. Aunque en tiempos terrestres no supero los 5
minutos. Trydtrek como buen representante de su especie se esmero en explicar
los detalles técnicos de su prodigio. Ella se agotó ¿Será que los hombres son
todos iguales en el universo entero?
Trydtrek aterrizó a unas cuadras de su casa y se despidió pues asuntos
urgentes de la política estelar le reclamaban su presencia. Prometió volver en
un par de siglos.
El hada se dijo: hoy volví muy temprano a casa, pero no hay como el
viento entrando por la ventanilla del 60.
Y bien despeinada seguir cantando
Lunes otra vez, sobre la ciudad
la gente que ves vive en soledad.
sobre el bosque gris veo morir al sol
que mañana sobre la avenida nacerá.
(....)
***
Amanecer
El viento
fresco ha despertado la sed de los caballos. En tropel van a beber agua al río.
La despeinada los ve. Los llama con el deseo. Elige uno y lo monta a pelo, lo
lleva tirando levemente de las crines.
El alazán
parece conocer el camino. Ella cierra los ojos, decide ignorar las bocinas de
los autos.
Cuando abre los
ojos esta en la puerta de la oficina…
***
Un martes de M*.
El hada de sus días hoy no va a salir volando pues el calor del Sahara
de este verano puede producir espejismos. Viajara en un Bondi con aire si lo
encuentra.
Todo raro. El portero -que no es el portero habitual- a su saludo
de "Buen día" responde: "bienvenida al desierto de lo real,
señora”
La jefa esta distinta, algo más añosa, distante.
Cuando la ve llegar a su escritorio, se acerca y le dice: Linda, no pasaste
por la maqui, ¿te olvidaste?
-¿los demás ya fueron? -responde el hada tratando de disimular la
sorpresa.
-Claro, estas sobrepasada de stress me parece...
En el salón de reuniones su jefa le muestra como todo el personal esta
conectado a "la maqui". Hay una silla vacía.
"La maqui" debe ser una experiencia agradable pues se los ve
dormidos con signos de placer en el rostro.
-Vos sabes que la empresa es estricta... hay que descargar todo el
contenido del mundo externo, reiniciar con la mente en blanco, se carga el
programa y recién entonces se comienza con las tareas.
-Julia, Esperame unos minutos que me deje la mochila en planta baja...
Ella reflexiona mientras baja corriendo por las escaleras temiendo a
donde la pueda llevar el uso del ascensor:
"Prefiero mi espejismo real de todos los días, y si lo real fuese
un mal sueño al menos estoy más acostumbrada"
*¿Morfeo?
***
Miércoles
Bien temprano le llega un pedido de reportaje.
Le preguntan. (Son muchas preguntas a la vez!!!)
Si ser Hada es un Don o un oficio; Si las Hadas tienen algo parecido a
la doble vida de tipos como Bruno Díaz o Clark Kent que tienen sus horas
de personas comunes hasta que son llamados por acontecimientos a encarnar el
superhéroe. ¿Como hacen las hadas para volar? ¿Tenés varita mágica?
El hada meditó bastante como empezar con alguna respuesta:
-los únicos héroes o superhéroes son las personas comunes que sobreviven
a la dura lucha por la subsistencia.
-Es un Don, pero con el tiempo se convierte en un oficio.
Para volar por ejemplo, hay que practicar mucho hasta lograr ser más
liviana que el aire. La mente debe estar libre de todo peso: El punto Helio que
figura en el manual práctico para elevación de hadas. Luego ascender hasta el
punto justo arriba de la altura de vuelo de las aves y bastante abajo del nivel
de los aviones.
No tengo una doble vida, pero no me gusta que mis vecinos me vean volar
saliendo desde casa o que mis compañeros de trabajo me vean descender en la
puerta presumiendo de mi don como aquel que se baja del auto más caro del mundo
sabiendo que todos lo van a mirar.
Una vez que estoy en el aire no me importa lo que piensen ni que me
confundan -como en la ultima tormenta en la que salí con piloto y paraguas-
cuando me gritaron los albañiles desde una torre alta en construcción:
"siempre bella la Mary Poppins".
Orientar el viaje para llegar justo justo a donde verdaderamente se
quiere ir es también oficio. Una pequeña distracción y se baja en la quinta
Presidencial o en la cancha de River.
No hay varita, no uso varita, pero hay objetos que sólo son mágicos para
mí; como los barriletes que son como sonrisas de abuelos recorriendo al cielo.
(Pero lo más lindo de ser Hada es que alguien adulto y/o niño se la crea
y me permitan responder a este reportaje).
***
Fue un jueves
El Hada espera alguna invitación copada para el "After office"
Abre el WhatsApp.
¡Maldición para que le abre dado el número a Trydtrek!
Le voy a responder porque antes que Hada soy una mujer educada.
-Me dice que me desea, que no puede olvidar mis ojos, que la distancia
no seria problema pues dada la tecnología disponible por su civilización podría
estar al menos una vez al año conmigo...etc., etc.
Le contesto:
-No gracias, te dije que el paseo en tu nave espacial era sin compromiso
alguno.
-Además sólo me viste 5 minutos.
- Trydtrek me pide que lea como es el concepto de deseo y amor en
Kepler-452b antes de contestar definitivamente su propuesta por "Si"
o por "No".
-Le digo que escriba nomás que no lo voy a interrumpir, tengo dos horas
terrestres de viaje. Lo puedo leer con tranquilidad.
Trydtrek: Nuestro concepto del amor se basa en el ejercicio libre e
irrestricto del deseo.
....
Las formas de unirse en el deseo y amor son muy diferentes a las
prácticas habituales del planeta en que vives.
...
Antaño, muy lejanamente en el tiempo, nuestra sociedad no lograba
enfrentar la problemática instintiva y su derivación en formas de represión
cultural contraproducentes. Se comenzó en aquel entonces un largo estudio de
Antropología comparada entre civilizaciones técnicas "vivas" y
aquellas que se habían extinguido. Se decidió dejar de lado a todos los
planetas con nativos cuya edad tecnológica no les permitiera autodestruirse.
El estudio fue concluyente: casi la totalidad de las civilizaciones
extintas se habían autodestruido por la vida sexual insatisfactoria de sus
habitantes.
El Eros había cedido su pulsión al Thánatos de la brutalidad y las
guerras interminables.
Consciente de estos antecedentes el pueblo de Kepler abandono
paulatinamente a través de siglos y siglos de educación todos esos
comportamientos primitivos -como las formas actuales del sexo en la vida
terrestre-
...
Se desea... y mucho. Pero no se involucran corporalmente los deseantes.
"El cuerpo es un lugar de desencanto"** los Keplerianos
hemos aprendido que no debe involucrarse en el verdadero amor. Dicho en un modo
simplificado sería algo similar al amor platónico como lo entienden los
terrestres...
...
Cuando hembra y macho desean crear una nueva vida hacen que la fuerza
del deseo viaje de iris a iris. Con la fuerza mutua de la mirada deseante
transfieren su genética al útero del jardín clonal. En el mismo tiempo de
gestación del embarazo humano nace un bebe fruto únicamente del deseo.
-Traducido a vuestros códigos: nacerá originado en el amor y no por una
calentura física.
...
Le contesto:
Trydtrek, has sido muy gentil en explicarme las formas de amar en tu
planeta. He quedado más que asombrada por la manera en que resolvieron sus
problemas.
...
Y mi respuesta es "No". Me encuentro muy feliz con la vida
sexual primitiva de este planeta.
**Nota:
Científicos han confirmado los dichos de Trydtrek. Los problemas instintivos
con derivación en formas de represión cultural decidieron a los habitantes de
Kepler-452b a desistir de una vida sexual con implicación corporal e
intercambio de fluidos.
***
Madrugada de viernes
Prometió que volvería. Fue en la madrugada cuando el Hada tutora se le apareció.
Tarda años pero vuelve a ver como anda uno en la vida. Avisó que no era un
sueño. Luego de un largo silencio dijo: -veo que andas más que bien pero te
faltarían algunos dones o propiedades nuevas.
¿Cuales?
Los elegís vos. Pueden ser tres dotes de superhéroes o uno de Hadas y
Duendes. Te dejo mi celular así bajas la aplicación. El Hada de sus días quedo
desvelada. Revisó: de los superhéroes nada de nada le interesa. Pero en los
dones de Hadas y Duendes encontró lo mas maravilloso para este presente:
Fabricar cerveza artesanal con malta pero adicionando hiervas y especies.
Wow ¡¡¡ un toque de magia propia y nunca mas faltara ni dinero ni amor.
Tiene el día para confirmar la opción por fabricar la cerveza y para
pensar las variedades. Se llamará "HADA DE TUS DÍAS" la cerveza con
una variedad de propiedades para cada día de la semana.
***
Viernes
El hada de sus
días sabe que llegó viernes, no Viernes ese único amigo de
Robinson Crusoe, sino aquel día en el que se acumuló suficiente sudor para amasar
el pan. El quinto día que confirma con un conteo en los dedos de su mano. Es
viernes nomás, no fue ninguna maravilla mágica atravesar la semana.
Besa a las
hadas pequeñas y emprende el vuelo.
***
Sábado
El hada de sus
días sabe que no es lo mismo ser un hada que una princesa. Desde pequeña
aprendió que nada le será brindado servido, en bandeja, bajo sus pies de una
preestablecida realeza. Ella deberá producir la magia de sus días y sus noches.
Y en el sábado descender, pisar firme con las plantas de los pies, usar con
destreza el aceite Cocinero, baldear, colgar la ropa para que la agite el
viento, despeinarse. Y cuando se pueda mirar al horizonte como al deseo mismo y
ser mujer.
***
Una noche
Decían los muy antiguos repitiendo algún saber popular que al compartir
el amor con un hada en dos pestañeos se toca el cielo.
Abrazáme fuerte dice Ella.
Allá vamos dice él.
***
El domingo.
Domingo es el
día "D" en el que desembarcan las fuerzas del pasado. Su misión es
destruir -en algún momento- los instantes felices, incluso los recuerdos
placenteros pueden ser acribillados o rodeados.
Los
desprevenidos ante cuestiones existenciales pueden sentir la mordida de un
feroz animal en sus talones. Ocurrirán también rarezas, como los relojes que
moverán al tiempo más lento o mucho más rápido.
El hada de sus
días levitara apenas con sus pasos de aire. Cuidara sus talones como no supo
Aquiles. Esconderá el tic tac de los relojes. Puede que practique un
rato su arte de caminar sobre las aguas. Y más que nunca disfrutara lo
humanamente posible del día.
Llegó Szczęście
Las hadas tienen a su vez sus hadas para los momentos especiales. Se las
desea fuertemente, se las piensa y llegan.
Cuando el hada de sus días suponía que llegaría el hada de la nostalgia
llegó Szczęście una de las Hadas que llegan desde Polonia.
Le pregunto si quería efectivamente para hoy lo que deseaba. Ella
respondió que si, que claro que si.
Entonces Szczęście le concedió su especialidad: La felicidad.
***
Cada día…
Para ir al mercado no hay magia posible ni Hada que valga. "A la
carnicería hay que ir con plata"
El hada puede mover el limón o una cebolla desde aquel canasto a la
mesada pero no puede bajar los precios.
Para enfrentar la carestía los laburantes deben hacer día por día una
imposible magia.
Las mujeres que son más que hadas cuando ven una cebolla, una papa y
deben imaginar una comida para cuatro o más comensales.
Y allí aparece un escalofrío. En las casas se teme cantar con la propia
voz cargada de rabia "nanas de la cebolla".
Y a Serrat la voz le tiembla. Los huesos de Miguel Hernández se hacen
polvo, el viento los riega por aquí y por allá.
Entonces el gigante invisible del capitalismo que solo se ve en lo que
aplasta a su paso sigue su marcha.
Y cada cual lucha como puede. Como el Hada que sale con un changuito a
la feria.
***
Mediodía
Sucedió al mediodía en camino al río, con el calor húmedo, cuando desde
un fresno -casi jugando a las escondidas- le hizo señas otra Hada, venía
vestida de abuelita muy abrigada para este clima.
¿De donde venís le preguntó?
Haciendo funcionar el traductor universal para hadas y duendes.
De Polonia al límite con Ucrania, allá hace mucho frío,
Tengo nombre de hada benéfica la "Wróżka"
Soy abuela de Hadas o Hada de la nostalgia.
-Hace poco me visitó Szczescie, también polaca, ¿es casualidad?.
-Más o menos, a veces nos cruzamos. Sucede que la felicidad tiene que
llevarse bien de la mano con la nostalgia.
El tiempo es distinto entre la felicidad y la nostalgia.
La felicidad se rige por el presente. En la nostalgia el tiempo es
cercano y lejano a la vez, no se quiere perder lo perdido. La memoria lucha
para volver a ver.
¿Podemos viajar en menos de 15 minutos? Tengo que volver a la oficina y
con el reloj del trabajo no hay magia que pueda.
Puedo llevarte y traerte en mucho menos, pero con dos condiciones...
¿Cuales?
Que la nostalgia te lleve a una época feliz y que este ir y venir sea un
secreto que no le cuentes a nadie mientras seas Hada de tus días y no Hada de
otras Hadas.
-Dale vamos.
Fueron y volvieron en la luminosidad que plateaba al río.
***
Ese día llovió todo el día y la noche.
Alguien dijo que la lluvia disuelve los tiempos. Más aun aquella lluvia
mansa que parece haber llegado para quedarse siglos aunque el pronóstico diga
que mañana a la mañana sale el sol.
Entonces la lluvia acerca con la imaginación los tiempos remotos. Esta
lluvia cayó desde siempre aun antes que existieran paraguas, cuando se pintaban
bisontes en las cuevas.
Llovía en Gladsheim cuando las hadas fueron liberadas al mundo para que
convivan con los humanos y vivan la vida de cualquier mortal sin perder sus
dones pero sin poder cambiar al mundo con ellos.
Cuentan algunas abuelas que salir sin paraguas a la lluvia les había
traído una dicha imprevista. Un buen hombre que las espero con el paraguas para
cruzar una calle y logró que siguieran así como en los cuentos por años o toda
la vida bajo ese invisible paraguas que los estrechó en pareja.
El hada de sus días puede ver esto como una epifanía similar a la de un
príncipe esplendido esperándola sobre su caballo blanco.
Aunque en los tiempos presentes es más probable encontrar en la esquina
una gripe antes que al hombre con paraguas y vocación de protector.
*De Eduardo
Francisco Coiro. inventivasocial@hotmail.com
*
Una hendidura
en la pared
es una grieta
en la realidad que nos deja
librados a otro
universo.
¿Desde dónde
llegan las voces,
los cuerpos que
contienen, la memoria?
Cada imagen es
tan poderosa
como todo lo
vivido.
Una grieta en
la pared
trae su luz y
su sombra imposibles.
¿Quién recuerda
lo que se fue
como si aún
fuera de este mundo?
(De Seres
pequeños)
*De Valeria
Cervero. valecervero@hotmail.com
Hasta Luego*
La abuela se
moría. Había entrado al sanatorio y sabíamos que de allí su única salida sería
hacia la sala de velatorios. Estábamos tristes pero era muy anciana, el
cuerpito abultaba ya lo que una niña pequeña debajo de las sábanas, la vida se
le había dado con generosidad y la partida era dolorosa pero no trágica. Cosas
que deben suceder, aceptábamos su pronto fallecimiento con esa facilidad que da
la vejez, cuando esa vejez que justifica la resignación es de otro.
De las sábanas
blancas asomaba la cara arrugada, unas manos pura vena azul y huesos frágiles.
Cuando la ayudaba a incorporarse en el lecho, era tan leve. Molestaba el olor a
comida hervida y el cloro de los pasillos, pero no parecía mal lugar para
dejarse resbalar en la muerte. Estábamos todos, turnándonos para acompañarla,
secretamente aliviados cada vez que finalizaban las horas estipuladas y no nos
había tocado el momento aciago.
Yo, cada vez
que sorteaba la puerta, sentía que había tenido la gracia de no ser quien
recibiera el dudoso don de anotar la última imagen de vida y la primera de
muerte.
Sabíamos que a
lo sumo serían dos o tres días. No había retorno, y ella también lo sabía pero
lo callaba para no apenarnos. Le comentábamos el cumpleaños del Juanchi,
matizábamos la espera de lo inevitable narrando nimiedades y evitando alusiones
al futuro.
Parece que si
uno está enfermo de cáncer es algo superfluo enfermarse de otra cosa, resfrío
por ejemplo. Nos han enseñado en la literatura que si una mujer sufre por su
amado no puede justo en ese momento apretarse el dedo con la puerta. No es
elegante, enturbia el relato.
Sin embargo la
vida esquiva las sutilezas narrativas, y estábamos de duelo prefigurado por la
abuela cuando ocurrió la muerte súbita de mi padre.
Víctima de un
ataque cardíaco, mi papá, único hijo, debió ser velado antes que su madre. Eso
no debía ser, no casa en la línea histórica que la madre sobreviva a su hijo, y
que las muertes contiguas no guarden la lógica acostumbrada.
La familia se
dividió entre el sanatorio y el cementerio, la abuela seguía con su tranquila
agonía en la sala siete, maquillamos las lágrimas para que no tuviese que
llorar al hijo. No le dijimos nada.
Con ingenuas
poses actorales continuamos la farsa de lo cotidiano, esperando el final para
poder entregarnos a los duelos. No fue fácil.
La ancianita se
consumía, se apagaba modestamente. Le habíamos evitado sufrimiento, y eso nos
tranquilizaba.
La mañana del
último día mi madre entró a la habitación. Llevaba un camisón recién planchado,
una botella de gaseosa, pilas para la radio que acompañaba el tiempo sobre la
mesa de luz, una sonrisa impostada cubriendo su recién estrenada y todavía no
asumida viudez. Esa noche había llovido, lo
recuerdo, y sus
zapatos hacían un ruido que sobre las baldosas imitaba el de las zapatillas de
básquet en el piso de madera de una cancha.
Yo había velado
el sueño de la abuela en una silla incómoda, había dormido mal, estaba un poco
somnolienta y levanté la cabeza precisamente por el sonido deportivo de mamá.
Me acuerdo. La abuela también abrió los ojos y habló con su vocecita
temblorosa.
"¿Por qué
no me dijiste que se murió el Cacho?" -preguntó.
Mamá se
suspendió allí en el vano y me miró como retándome con los ojos; yo hice el
gesto de que no, que yo no le había dicho nada.
"¿Por qué
no me dijiste que se murió el Cacho?" -había preguntado.
Como no hubo
respuesta agregó "esta noche vino el Cachito y me dijo viejita, la espero
arriba".
Qué lástima
haber estado dormida, me hubiese gustado despedirme de papá.
*De Mónica
Russomanno russomannomonica@hotmail.com
*
Poeta es el que
arranca con violencia o suavemente cosas inútiles o casi invisibles del bosque
de casas, de personas o de mundos y las lleva a su guarida para mirarlas largo
tiempo, sin pretender comprenderlas.
*De Liliana
Díaz Mindurry. lidimienator@gmail.com
http://inventren.blogspot.com/
PARADA KM 79*
De estación en
estación, y todas las estaciones vacías, y todas con lluvia, y todas con este
olor a campo y algunos papeles mojados en los andenes. El campo apenas
adivinado detrás de las ventanillas que no cierran bien y dejan entrar el frío,
las gotas de agua en el vidrio que tiemblan y trazan recorridos oblicuos.
Y yo,
finalmente, yo en este tren que se mueve irremediablemente hacia adelante y más
adelante, y a medida que las estaciones se suceden se va acercando a mi
apeadero, en donde detendré el viaje que para el tren continúa más y más allá,
siempre más adelante y más lejos en esta noche interminable.
El viaje como
una continuidad, un largo camino de aquí hasta allá, y yo que no voy de aquí
hasta allá sino que me bajo antes, en un intersticio, yo que detengo mi viaje
en este tren que va a continuar sin variar casi el peso, sin extrañarme. Yo que
voy descontando paradas, un latido en falso en cada estación, un retorcijón en
el vientre cada vez que tacho en el espacio otro nombre que me acerca a destino.
Llueve, siento
humedad en el aire, abrigo mojado, pelo húmedo, ronquidos desde otro vagón. El
paisaje que se va, que queda atrás, y más atrás, y fuera de alcance. No hay
luna. No hay cielo hoy, sólo una negrura espesa y una lluvia inevitable.
Lluvia, lluvia
y trenes, y estaciones. Y una mujer sola en un vagón con el abrigo húmedo y una
sola maleta y la mano apretada contra la boca cerrada sobre los dientes
apretados. Yo.
Ya casi, falta
poco. Tomo mi maleta para tener algo en la mano, para convencerme de que es
cierto que me voy a bajar. Me convenzo tomando la maleta y arreglándome un poco
el peinado arruinado por la lluvia. Me aferro a mi maleta porque si esto no es
un sueño el tren va a detenerse y en vez de seguir sentada en un viaje infinito
me voy a bajar. Me voy a poner de pie con mi maleta, voy a llegar hasta la
puerta, voy a bajar al andén y voy a encontrarme con Pedro después de esta
larga, larguísima semana.
Va a estar ahí
esperándome, ya nos pusimos de acuerdo. Con las manos en los bolsillos, seguramente.
Terminando un cigarrillo o mirándome de frente con los brazos cruzados. Va a
estar ahí esta noche, nos vamos a subir al auto, vamos a llegar a casa y no sé
si vamos a decir algo. No lo sé.
Siento ya su
cuerpo sentado al lado del mío en el automóvil, la sensación del tapizado del
asiento, mis ojos fijos en el rosario que cuelga del espejito para no mirarlo a
él, silencioso, a mi lado.
Ya me imagino
en casa, dejando la culpable maleta en el ropero, metiéndonos rápido en la cama
para dormir al menos unas horas hasta que suene el despertador. Veo el desayuno
con el mate y yo otra vez usando las pantuflas y el pullover rojo que quedó en
el ropero.
Otra estación,
ya casi. Si fuese de día seguramente podría comenzar a reconocer parajes y
alguna casita rodeada de árboles. Pero no veo nada. Nada de nada.
Mamá me dijo
que una se casa para siempre y que los hombres tienen sus cosas y que la mujer
tiene que aprender a manejarlos. Y dijo mamá que cada esposa con su esposo y
cada carancho a su rancho y que la vida es esto y no cuentitos de princesas y
zapatos de cristal. Le dio vergüenza que yo haya escapado de mi matrimonio y
haya vuelto al pueblo. Se reía con las vecinas pero a mí me congeló con los
ojos fríos cuando me abrió la puerta. Ella habló con Pedro por teléfono y que
si, que claro, que me mandaba de vuelta que las cosas se arreglan entre marido
y mujer y basta de pavadas.
Es la próxima
ahora, Pedro con las manos en los bolsillos seguro, y elevo el cuello de la
campera que no me tapa el moretón pero lo subo igual, no quiero que Pedro vea
el moretón que es como acusarlo y recordar que me escapé.
Ahora sí, en
medio de estaciones y estaciones y estaciones está la parada en el kilómetro
79, ni nombre tiene mi parada, es apenas un intersticio por donde me voy a caer
para siempre para siempre. Y me veo desapareciendo por ese hueco entre campos,
esa grieta entre paredes. Me veo alejándome con Pedro y el rosario colgando y
el color azulado en mi cara que ya no se ve porque se aleja. Se aleja de este
tren que acaba de detenerse.
Me pongo de
pie, tomo la maleta, me subo de nuevo el cuello del abrigo y camino hasta la
puerta del vagón. Estoy caminando en sueños, lo sé. No siento el suelo duro
bajo los pies ni el olor ni los sonidos ni siento mi propio cuerpo. Esto ocurre
despacio y de forma borrosa. Alguien camina con una maleta y es mujer y se
acerca a una puerta del vagón de un tren detenido en una casi estación para
dejarla junto a un casi hombre para que vaya a un casi hogar.
Me quedo. Me
quedo y el miedo desborda, rompe, me hace transpirar en una oleada roja de
pánico salvaje. Aprieto la manija de mi maleta. Me quedo.
Cuando el tren
vuelve a ponerse en movimiento y se sacude, y después se empieza a apurar y al
fin corre sobre sus rieles brillantes de lluvia yo, una mujer con una maleta,
me pongo a alisar los pocos billetes que tengo en el bolsillo, me acomodo en el
asiento e, infinitamente desamparada, sola, sin saber cuál será el futuro,
duermo en una calma de feroz alegría.
*De Mónica
Russomanno. russomannomonica@hotmail.com
***
Próxima estación para escribir por Ferrocarril Midland:
ENRIQUE FYNN.
PLOMER. KM. 55. ELÍAS ROMERO. KM. 38. MARINOS DEL
CRUCERO GENERAL BELGRANO.
LIBERTAD. MERLO GÓMEZ. RAFAEL CASTILLO. ISIDRO
CASANOVA. JUSTO VILLEGAS. JOSÉ INGENIEROS.
MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE. ALDO BONZI. KM 12. LA
SALADA. INGENIERO BUDGE.
VILLA FIORITO. VILLA CARAZA. VILLA DIAMANTE.
PUENTE ALSINA. INTERCAMBIO MIDLAND.
***
Próxima estación para escribir por Ferrocarril Provincial:
POLVAREDAS.
JUAN ATUCHA. JUAN TRONCONI. CARLOS
BEGUERIE.
FUNKE. LOS EUCALIPTOS. FRANCISCO A.
BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE. GOBERNADOR
UDAONDO. LOMA VERDE. ESTACIÓN SAMBOROMBÓN.
GOBERNADOR DE SAN JUAN RUPERTO GODOY. GOBERNADOR
OBLIGADO. ESTACIÓN DOYHENARD. ESTACIÓN GÓMEZ DE LA
VEGA.
D. SÁEZ. J. R. MORENO.
EMPALME ETCHEVERRY. ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY. LISANDRO OLMOS.
INGENIERO VILLANUEVA.
ARANA. GOBERNADOR GARCIA. LA PLATA.
InventivaSocial
Plaza virtual de escritura
Para compartir escritos escribir a: inventivasocial@yahoo.com.ar
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