*Foto de Paz
Bongiovanni. pazbongio@hotmail.com
*
La fragilidad
no es una cueva,
un desborde,
la piedra que
sabe hacer sapito en pleno salto.
No comemos
de ella.
No la deseamos.
Probamos su
sostén
a la vuelta de
la esquina,
mientras
improvisamos las formas
de creernos
casa.
Los restos de
una rama nos marcan
la transición
y el verano
casi siempre
llega
el día que no
es.
*De Valeria
Cervero. valecervero@hotmail.com
EL DÍA QUE NO ES…
DELANTAL*
Recuerdo el
delantal de mi abuela Maruca
Azul desteñido,
pero azul
con un bolsillo
grande a la derecha,
su mano sin
anillo allí
de vez en
cuando,
en el apuro de
las mañanas:
limpiar la
habitación
barrer los
pisos
hacer mandados.
El delantal iba
con ella,
tenía una
pechera que
con dos anchas
cintas
le envolvía el
cuello.
Reina de la
casa, mi abuela
con su delantal
repleto de
manchas que persistían
lavado tras
lavado.
Sobre el
bolsillo del delantal
había
flores bordadas
en celeste y
turquesa
que se fueron
desvaneciendo
despeluchando
que perdieron
la forma
la compostura
sin
contemplación
al ir de
un asunto
al otro, la
mano de mi abuela
dentro del
bolsillo acariciaba
su revés
de flor
agonizante
durante los
días claros
en aquella casa
donde
respirábamos las dos.
*De Irma
Verolín. irmaverolin@hotmail.com
-Irma Verolín nació en
Buenos Aires en 1953. Se formó en la escritura poética pero comenzó
publicando narrativa. A partir del 2013 retomó la poesía y publicó dos libros,
el segundo gracias al premio de la fundación Victoria Ocampo. Novelas:
“El puño del tiempo” y “El camino de los viajeros”. Cuentos: “Hay una nena que
gira”, “La escalera en el patio gris”, “Una luz que encandila” y “Una foto de
Einstein tocando el violín”. Poesía: “De madrugada” y “Los días”. La editorial
Palabrava editará su próximo libro de poemas: “Árbol de mis ancestros”. Es
autora de algunos libros de literatura infantil publicados en distintas
editoriales. Ha recibido numerosos premios: Emecé, Internacional de Novela
Mercosur, Internacional de Puerto Rico, Fondo Nacional de las Artes,
Primer Premio Municipal de C. de Buenos Aires “Eduardo Mallea” entre otros.
Algunas de sus
novelas fueron finalistas de los premios Clarín, Planeta, Fortabat y La
Nación. Fue becaria del Fondo Nacional de las Artes en 1999.
Zumbido*
A veces, abro
los ojos, me incorporo y camino con lentitud por las estancias. Como si aún
estuviese vivo.
A veces,
incluso me aventuro a salir al exterior para comprobar que otros seres
semejantes a mí se mueven por las calles, se apresuran, chocan entre ellos, se
someten a la tiranía de relojes y semáforos, se detienen y se miran unos a
otros y en ocasiones conversan.
Sí, a veces
también yo finjo estar ahí, entre ellos, provocando sonrisas o muecas de
irritación o atascos. Finjo vivir. Pero siempre regreso al lecho en sombras. Me
acuesto, cierro los ojos y convoco secuencias que nunca termino de comprender.
Finalmente, me
pregunto cuál de estas irrealidades es más ficticia. Cual de estos dos sueños
es el que está encerrado dentro del otro. Si tuviese acceso a esa ansiada
respuesta, tal vez podría despertar, ser. En uno u otro lado, pero existir.
Lo que más me
atormenta es ese molesto zumbido del teléfono que no parece tener lugar y que,
sin embargo, nunca acaba de callarse.
*De Sergio
Borao Llop. sbllop@gmail.com
*
Es necesario
que te nombre,
todavía,
para que el
mundo gire y que no duela
la furia de la
primavera entre las rosas.
Es urgente tu
nombre. Es preciso
recuperarte
de las regiones
donde el viento calla,
traerte de a
pedazos,
de a jirones,
pero traerte al
fin hasta los patios
que supieron de
vos,
que te sabían
hasta el andar cansado con que anclabas
tu presencia en
la tarde.
¿Cómo puede
llegar el verano sin tus ojos velando las higueras?
Será preciso
pronunciar tu nombre,
las sílabas
chiquitas de tu nombre,
las poquitas
cuatro letras que te daban un lugar en la tierra.
Es urgente que
estés.
¿No ves que
tengo las manos cansadas de buscarte?
*De Mariana
Finochietto. mares.finochietto@gmail.com
REFUGIO*
Traigo una
piedra temblándome en los siglos.
Un talismán.
Espacio de los santuarios de todos los azules.
De todos los
arroyos. De todos los jirones de mi cuerpo.
Él llegó porque
si. Como llega la lluvia.
Nos encontramos
en un rincón de la palabra nueva.
Venía de trenes
de cemento. De vagones de moho.
Yo, iba
buscando de nuevo, las acacias.
Una
metamorfosis de Eva y de manzana.
Abrió la
puerta. Y en esa puerta, desnuda, lo saludo.
Desnudez más
casta que una niña en el páramo.
El llega,
ardiendo en lejanías.
Con un vino
callado. Tan callado.
Como un toro.
Como una plaza. Como un niño dormido.
...Y recordamos
juntos...
Antiguas
osamentas. Enlutado país, en renuncia de trigo.
Inservibles
monedas, de indescifrables signos.
Viejos
profanados en delirio de escarcha.
Jóvenes
amordazados de purgatorios tristes.
Niños muertos
sobre maderas vírgenes.
...Y aquí
estamos. Fundando otra vez, refugios.
Un oasis, una
pared de pircas. Una barricada.
Con boca
amarga, con resaca.
Desmenuzando
una tristeza en migas.
Con una cruel
costumbre. Una necesidad. Un hambre.
De sur, de
norte. De vida.
Sobretodo, de
vida.
*De Amelia
Arellano. amelia.arellano01@hotmail.com
*
Te quedaste
quieto
y leíste aquel
cuento de James Salter
una y otra vez
en la noche
intentando
descrifrar
algo sobre tu
vida.
Ahí estaba
la voluntad de
deshacerlo todo
repetida en
días y días
pretendida
libertad de espíritu retumbando
en tu inconsciente
¿era verdad?
Y la frase
retumbando en
tu mente
pelota de tenis
golpeando dulcemente las paredes:
"No sabía
que la felicidad
era tener lo
mismo
todo el
tiempo".
*De Mercedes
Álvarez. alvamercedes@gmail.com
-Mercedes
Álvarez nació en Tandil, provincia de Buenos Aires, en 1979. Vivió en Mar
del Plata hasta los diecinueve años. Entre 1998 y 2006 residió en España, donde
se licenció en Sociología por la Universidad Pública de Navarra. Realizó un
máster en Gestión Cultural. Publicó los libros Vecinos (Baile del Sol, España,
2010), Historia de un ladrón (Caballo de Troya, España, 2010), Imitación de los
pájaros (Zindo & Gafuri, Buenos Aires, 2013), Ficciones súbitas (comp., Eds
De aquí a la vuelta, Buenos Aires, 2013) y Saigón (Zindo & Gafuri, Buenos
Aires, 2015). En 2013 ganó el premio Edmundo Valadés de cuento latinoamericano
con el relato Grow a lover.
Serenidades*
El hálito de
aire que me besa cada día.
La certeza de
los verdes respirables.
El cobijo del
hogar.
Lo transitorio,
ya asumido como final.
La cáscara de
la palabra,
hurgada hasta
encontrar su hueso...
Son serenidades
cosechadas día a día
después del
empeño; del rechazo; del esfuerzo
es decir, del
tiempo.
Ni más ni menos
que el Maestro.
Yo simplemente
deslizo este largo rosario
de sencillos
rituales que conforman toda una vida.
Serenidades
cosechadas día a día.
*De Miryam
Colombotto Seia. miryamseia@cablenet.com.ar
*
"A las
víctimas de la espera"
-Dedicatoria de
Zama. Novela de Antonio Di Benedetto.
(Mendoza, 2 de
noviembre de 1922 - Buenos Aires, 10 de octubre de 1986
Inventren
EL ESPERADOR*
La habitación
es pobre, por la ventana entra una luz tamizada por una cortina con agujeros,
que producen manchitas irregulares de sol sobre el muro encalado. Una araña de
patas largas y cuerpecito minúsculo hace filigrana en el techo. Hay una cama,
un escritorio sencillo de madera, una lámpara con el pie curvo, despintada como
todo, apagada a pesar de que el sol allá afuera está bien alto pero adentro es
penumbra y tristeza.
Revistas viejas
apiladas, un ventilador de metal sobre una silla, un ropero al que las puertas
no le cierran del todo.
Adivinamos un
baño del otro lado de la pared por el goteo lento pero continuo. Suponemos sin
verlo que la tapa del botón falta, y para realizar la descarga del inodoro
habrá que tirar del fierrito dentro del pozo rectangular abierto como una boca
que ni llora ni ríe, abierto el rectángulo como una boca asombrada, suspendida
en un grito o quizás inmóvil simplemente, esperando algún tipo de reparación.
Un hombre en
camiseta sin mangas está acodado en la mesa de la habitación. No hay relojes
allí, sólo las manchitas de luz que imperceptiblemente recorren las paredes y
hacen de reloj de sol indicando que el mundo transcurre allá afuera. El sol se
mueve, las manchas pasean lerdas por la pieza como constelaciones nocturnas de
inmensidad y lejanía, aquí nunca es de día ni de noche, nos decimos, no es un
buen lugar para cultivar vida.
Canta un
pájaro, algún perro ha ladrado confusamente en algún lugar. Les contestan.
Otros pájaros se desgañitan en respuesta, otros perros emiten sus voces
destempladas comentando lo que dijo el congénere.
El hombre no se
ha movido. Vemos que hay una pavita abollada, un calentador, un mate de madera
recubierto en aluminio, una lata de yerba ennegrecida. Otra lata suponemos que
contiene galletas, pero no la ha abierto.
El hombre está
encorvado, los brazos sobre la mesa y la cabeza con pocos cabellos
obstinadamente fijada hacia adelante. Le corre un gota de sudor temblorosa
desde la axila. Anacrónicamente, una pantalla de ordenador le ilumina los ojos.
Habríamos creído que un lápiz de madera y una hoja rayada serían más
convenientes, pero la notebook delante de su rostro está tan deslucida como el
resto de las cosas, polvo entre las teclas, la pantalla sucia y en una esquina
del aparato una cinta aisladora remendando una quebradura.
Escribe con
dedos pálidos "resido en Baudrix", y en el ordenador que
desmaterializa el ser y lo transforma en unos cuantos caracteres viajando por
el globo, se transforma en una frase maravillosa, él se transforma en un hombre
misterioso y fascinante. Baudrix. Una mujer se imagina un caballero hermoso y
distinguido en una casa de tejas negras en medio de un jardín con una fuente.
Otra mujer se dice "Baudrix" y aparece un muchacho lánguido de nariz
recta sentado en el pretil de un puente de piedra sombreado por altos pinos.
"Baudrix" se dice otra, y evoca prados verdes y quizás robles, y
quizás a lo lejos la aguja del campanario de una capilla medieval.
"Baudrix"
ha dicho ella. Y sonríe, y piensa en el hombre en camiseta, en la cama de
hierro, en la uña del dedo gordo del pìe derecho que le rompe las zapatillas de
lona. Piensa en los cabellos ralos, las mejillas mal afeitadas. Recuerda la
mujer la cortina con agujeritos, el comedor con los muebles de la abuela, el
patio de baldosas desparejas.
"Escribe
él, aquí, en Baudrix", se dice la mujer. "Y está solo, y espera"
se dice. Espera aunque en la estación ya no arribarán más trenes. Lanza sus
botellas, él, y todavía. Espera. Se dice la mujer.
El timbre no
funciona. Unos nudillos golpean la puerta.
El hombre se
pone una camisa de mangas cortas sobre la camiseta, se calza las chinelas y
gira el picaporte de su puerta.
*De Mónica
Russomanno. russomannomonica@hotmail.com
-Próximas estaciones de escritura:
PLOMER
-Por Ferrocarril Midland-
JUAN ATUCHA.
–Por Ferrocarril Provincial-
***
El recorrido por venir del tren literario en el Ferrocarril
Provincial:
JUAN TRONCONI. CARLOS
BEGUERIE. FUNKE. LOS
EUCALIPTOS. FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE.
GOBERNADOR UDAONDO. LOMA VERDE.
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN. GOBERNADOR DE SAN
JUAN RUPERTO GODOY. GOBERNADOR OBLIGADO.
ESTACIÓN DOYHENARD.
ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA. D. SÁEZ. J. R.
MORENO. EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY.
LISANDRO OLMOS. INGENIERO VILLANUEVA. ARANA. GOBERNADOR
GARCIA.
LA PLATA.
***
El recorrido por venir del tren literario en el Ferrocarril
Midland:
KM. 55. ELÍAS
ROMERO. KM. 38. MARINOS DEL CRUCERO GENERAL
BELGRANO. LIBERTAD.
MERLO GÓMEZ. RAFAEL
CASTILLO. ISIDRO CASANOVA. JUSTO
VILLEGAS.
JOSÉ INGENIEROS. MARÍA
SÁNCHEZ DE MENDEVILLE. ALDO BONZI. KM
12. LA SALADA.
INGENIERO BUDGE. VILLA
FIORITO. VILLA CARAZA. VILLA DIAMANTE.
PUENTE ALSINA. INTERCAMBIO
MIDLAND.
InventivaSocial
Plaza virtual de escritura
Para compartir escritos escribir a: inventivasocial@yahoo.com.ar
No hay comentarios:
Publicar un comentario