*Foto de Martina Arnol.
*
Vengo
desde la sombra,
oscura
como un jirón
desprendido
de la noche.
Traigo,
apenas,
el asombro
apretado
en una mano:
un rastro
de ceniza
robado
a las estrellas.
En mí
vive
la luz.
*De Mariana
Finochietto. mares.finochietto@gmail.com
Mirar la lluvia en
invierno*
I
Llueve, a pesar de la tala y la quema irracional del Mato Grosso y el Amazonas, aún llueve, y aunque la bajante actual del Paraná ha llegado a niveles históricos, podemos decir que es culpa de un fenómeno inconstante llamado: “la niña”, y cuando a pesar de todas las señales rojas nos creemos a salvo e inocentes, pero la naturaleza le pone ganas a la vida a pesar de nosotros y de que es invierno, sin embargo, adentro, detrás de los cristales sentimos que la piel del frío nos arrincona, miramos el afuera diluirse tras el denso hilado de lluvia desmadejado en el piso, y comprobamos como el mundo cotidiano se nos borra parcialmente, algo intimidante cuya intensidad no nos incomoda ni nos apena ni nos asusta, sabemos que abajo y detrás del manto de agua los restos invisibles permanecen, que de alguna manera nos pertenecen y qué, a pesar de no verlos, podemos reconstruirlos sin esfuerzo con solo hacer memoria, que su disolución es imposible y apenas alcanza con esperar a que pare de llover, pero adentro de la piel del frío no es lo mismo, apenas respiramos temblando y buscamos sentir en el interior de nosotros el recuerdo de latidos pasados, aquellos que, plenos de deseo y de ira, nos impedían mirar la lluvia detrás de los cristales muertos de frío como ahora lo hacemos, porque entonces no había mundo reconocible que desapareciera, no había nada que nos hubiera ocupado para recrear de memoria, porque sólo nos pertenecía y habitábamos la amable intemperie de lo posible.
II
Aunque ahora, a salvo de la lluvia tenaz que no cesa y que, a pesar del esfuerzo de limpiar la miseria de lo cotidiano y reubicar los detritus en lugares que sirvan de abono, no logra lavar y disipar la peste que, aunque no lloviera, nos arrincona a solas detrás de los ventanales y de los barbijos, y nos hunde en el abismo negro que nos habita al acecho, y caemos en la cuenta de que todo nos ha llegado muy tarde, de que hemos debido luchar demasiado por esa parte de la vida cotidiana que ahora yace anulada, en parte o toda, por la lluvia o la peste, la que creemos poder recuperar con solo ejercitar la memoria, y nos damos cuenta de que no era eso lo que en realidad buscábamos, no era eso que por el momento se oculta y creemos que nos pertenece, y que tiene un valor que no se justifica por el tiempo invertido en asirlo, porque nada de eso que existe y que por el momento está invisible y oculto por la lluvia nos hizo feliz ni lo disfrutamos nunca, porque no era eso lo que buscábamos ni deseábamos, y recién lo descubrimos ahora que está invisible o borroso, ahora que nos aburre la lluvia y nos duele el frío en los huesos, y todo se debe a la ausencia de aquellos latidos potentes que derretían el frío y secaban la lluvia como entonces lo hacían.
III
Entonces vamos desde la ventana a las redes sociales y vemos destellos de aquello que en verdad deseábamos desde que tenemos memoria, y que algo torcido en nosotros lo mantuvo invisible y oculto sin lluvia, y, resulta que, de manera tortuosa, hemos elegido contactos afines que están en la ruta de aquello que en verdad deseábamos, pero sucede que en las redes sociales no llueve, y, por lo tanto, no tenemos el alivio de ignorar lo que no se ve de aquello que deseábamos, que, en lo relativo a esa ficción momentánea que a veces ocurre y es tan necesaria, y a la cual perseguimos en forma ilusoria sabiendo que es inalcanzable como el horizonte, y que muchos dan en llamar felicidad, no era gran cosa, pero nada nos libra de la ansiedad de ver a quienes buscan la misma veta encontrar pequeñas pepitas de sueños que les inducen latidos potentes y los mantienen distante de las ventanas y ajenos a la lluvia y al frío, sabemos que puede que encuentren algo sustancial o terminen vacíos y frustrados mirando la lluvia, y aunque logren tener la visión completa de lo atrapado, puede que, ellos, que nunca se han confundido en priorizar sus deseos, y con algo de oro de la veta para mostrar sientan, igual que nosotros, que no ha valido la pena, que no era eso lo que en realidad buscaban y que, al encontrarlo, poco o mucho, no lo disfrutaron como esperaban, y se encuentran, quizás como nosotros, deseando volver atrás en el tiempo, y cambiar el rumbo elegido que nosotros nunca encontramos ni elegimos, porque la cobardía nos impidió admitir nuestros deseos verdaderos, o tal vez aún no lo saben, y exhiben, con cierta impudicia malsana, las muestras mezquinas y contingentes de sus sueños verdaderos, nosotros sabemos y ellos también saben que eso que muestran no son indicios certeros de la veta completa que quizás no alcancen nunca, pero algo nos incomoda por doloroso e indesmentible y nos altera, son jóvenes y aún tienen mucho tiempo de buscar lo que desean y sentimos en la piel del frío que están en la ruta correcta, y que, esas muestras mezquinas e insuficientes, no prueban en modo alguno que tienen la capacidad, el bagaje o el talento necesario, sumado a la intuición y la fuerza, de encontrar la veta madre, pero tienen para exhibir muestras reales de lo que han deseado y buscado y eso es la prueba lacerante de que la lluvia y el frío no los arrincona y las sienes les laten con fuerza.
IV
De que ellos todavía no miran hacia el costado buscando el botón de reinicio, eso que los chinos parecen haber encontrado cuando diseñaron el virus en un laboratorio militar y que, en la más deseable de las posibilidades, con gran voluntad de nuestra parte, podemos creer que se les ha escapado, algo improbable y pasajero como la tormenta cuando ya ha pasado, cuando las cosas recuperan la contundencia ilusoria que la lluvia oculta y desfigura, algo que también es relativo, porque lo recuperable de lo que la lluvia oculta, lo es sólo con respecto a nosotros que lo creamos y le dimos una pertinencia frágil, pero puede ocurrir que, en una lluvia cualquiera, sea necesario detenerse a pensar, y nos asalte la duda de que en verdad sea posible que, con hacer memoria o esperar a que la lluvia pare, las cosas ahora invisibles se puedan recuperar en el estado en que las perdimos o como las recordamos o eran.
V
Vivimos en una interrupción con respecto a nuestra voluntad y nuestros deseos, algo que, nos dicen que, es un aparente armisticio que nos contiene y nos salva, pero la máquina destructiva, apropiadora y enajenante no se detiene, y lo único que nos queda es recoger los restos de sueños y tratar con ellos de sentir algún leve latido, cómo si fuera posible recuperar lo perdido, como si lo perdido tan sólo hubiera sido oculto y deformado por la lluvia, como si la lluvia se hubiera detenido, y las cosas volvieran a ser lo que eran, como si la lluvia fuera un recuerdo y no se repitiera, o no fuera la lluvia lo que siempre se repite, como si lo que se repite todavía latiera, y al latir recuperara la fuerza y el deseo, como si los deseos todavía fueran posibles, como si, aunque fueran posibles los deseos, pudiéramos soñar aquellos latidos sin frío que nos alejen de las ventanas y las redes sociales y nos concedan el alivio de un indicio falso de que encontrar la veta madre todavía es posible, algo para mostrar y mostrarnos y creer que haber vivido valió la pena, y que vivir lo que aún nos resta, todavía vale la pena vivirlo.
*De Horacio Rodio. horaciorodio@hotmail.com
El hombre invisible*
Más allá
del río
encontré
a un hombre
mirando
el agua.
“¿Ha oído hablar
de Trapalanda?”,
pregunté.
“Sí,
pero no la verá
nunca
hasta que
dejemos
de ser
invisibles.”
*De Robert Edward Gurney.
UNICIDAD EN LOS
RASPADOS O GRANIZADOS DE GROSELLA, ROMPOPE Y TAMARINDO*
Criatura a la que convoco con inocultable desprecio: pon
atención, pues mi voz [1] se nutre del sedimento de la roca que poseé más
espíritu que tú.
¿Qué cobarde necesidad tienes por mandar sobre las tormentas que
iluminan con fuerza tu existencia? ¿Acaso eres incapaz de decidir ante el batir
de las alas vestigiales que no gobiernas? ¿Qué te hace creer que al portar un
estúpido amuleto, controlas el devenir aún no escrito que tanto te aterra?
Cuando te vi vacilante, dudar, inseguro de tomar una decisión,
llegó un ser aún más despreciable que tú a ofrecerte una mentira a todas luces
inverosímil: tu cobardía y debilidad de carácter te hicieron abrazarla con todas
tus fuerzas… A eso le llamaste fe…
Bestia que detesto [2], te he observado postrada frente a un
símbolo y no he podido disimular mi risa al mirar tu grotesca esperanza en lo
inexistente, deseando incidir sobre el mundo que te rodea y cuando todas tus
fantasías te fallan, encuentras una patética salvación en otras realidades,
otras vidas que serían dignas de burla si no me causara pena el verte llenar tu
existencia con esas supersticiones vacías.
Incapaz de afrontar la falta de control sobre lo que converge en
tu vida, has tomado toda tu miseria intelectual para darle el ridículo nombre
de destino, suerte, dios, creador, cosa que tiene que suceder, misión por
cumplir, todo pasa por algo, conjunción de los astros, poder de los cuarzos o
insensatez semejante.
No comprendes, repulsivo animal, que tus padecimientos tienen
más explicación económica, política, histórica, que la intervención irreal de
un demonio que solo asusta a idiotas que no comprenden que en la noche
simplemente habita el cauce de la oscuridad… Y aun cuando la veracidad de tus
supersticiones es cuestionada en cada piel mudada por las serpientes, te
aferras absurdamente a tu fanática mentira: ante espantosa exhibición de
ineptitud no pude contenerme y te llamé imbécil con tanta fuerza, que el viento
se movió: tú quisiste interpretarlo como una señal.
Tanta es tu cobardía que me pedirás respeto para quienes han
pasado por situaciones difíciles y es verdad: hay sucesos que son humanamente
insoportables y solo allí, cuando se está al borde de la demencia, comprendo un
poco la necesidad de abrazar falacias incoherentes, mas no lo acepto: tu fe,
con sus más complicados y elaborados mitos no es más milagrosa que un caldo de
gallina, un canto para matar culebras [3] o una danza para hacer resplandecer
al Sol [4].
- - -
[1] Bryophyta sensu stricto. Plantas no vasculares. Presentan
alternancia de generaciones. El individuo haploide suele tener ideas con
diversos grados de herejía.
[2] En voz del demonio poeta, se leé: “¡Muéstrame a un hombre que sea bueno!… Pero que tu gracia multiplique
mis fuerzas naturales, pues ante el espectáculo de semejante monstruo puedo
morir de asombro; por menos se ha muerto”. Isidore Ducasse (Conde de Lautreamont); Los cantos de Maldoror.
[3] “¡Mayombe-bombe-mayombé!”. Nicolás Guillén; Sensemayá.
[4] Toda estrella termina por devorar a sus planetas. Es su
peculiar modo de decir que hay cosas que pudieron ser, pero que ya nunca serán.
*De hugo ivan cruz-rosas.
quetzal.hi@gmail.com
*
Cuando la palabra
se duerme
en el silencio
se hace piedra.
Piedra
que debió ser ave,
arena
que debió ser mar.
Y es apenas
este afilado
barranco
en la garganta.
*De Mariana Finochietto. mares.finochietto@gmail.com
- Mariana nació en
General Belgrano, Provincia de Buenos Aires. Actualmente vive en City Bell.
Publicó: Cuadernos de la breve ceguera
(La Magdalena 2014). Jardines, en
coautoría con Raúl Feroglio (El Mensú, 2015) La hija del pescador (La Magdalena, 2016). Piedras
de colores (Proyecto Hybris 2018) Su último libro publicado es El orden del agua, GPU Ediciones (2019)
-Coordina Microversos, talleres de exploración literaria.
INSOMNIO*
En mi ojo ciego
veo sangrar los crepúsculos
sobre árboles desnudos,
imagino que los Dioses han muerto
desde que flamea un fragmento de mi piel
al aire frío
como prueba de existencia.
No sé si te has enterado que la última estrella
se ahogó en el mar,
y se ve triste tu sonrisa
entre bestial y cómica.
Nadie es cómplice del tiempo
cuando éste seduce
las agujas del reloj
durante el insomnio.
La creación de los sueños
en ojos cerrados
no significan recuerdos.
A veces, sólo a veces
evoco tu nombre,
cerca de mí navegan
mis sombras
divididas en mil sombras
que el ojo ciego
catan sin premura
en sabores dulces y amargos.
instantáneas al fin en blanco y negro
borroneadas en algunas partes
y en otras invisibles.
No puedo memorar si alguna vez
amé tus ojos verdes,
aunque aún puedo ver en tus pupilas
el purpúreo del ocaso
de tu última entrega.
Lejos se oye el silbar del viento,
y quiero correr tras sus alas
subir a sus plumas frías,
y escribir los poemas
que jamás hice por vos.
*De Patricia Dajruch.
*
Con el alma en las manos
La caricia busca una
oculta almohada para acunar los sueños
El regazo perdido,
ese oscuro saber vuelto
perfume
*De Cristina
Villanueva.
In memoriam
Inventren
https://inventren.blogspot.com.ar/
EL SÉPTIMO DÍA DEL SÉPTIMO MES*
Cada tanto huyen a una vida anónima. Con
ropa sencilla y anteojos oscuros.
Ella oculta pudorosamente sus múltiples
tatuajes.
Cumplen un deseo: viajar en un tren de
época reciclado. Un tren con vagones renovados tirado por una locomotora Garrat
-fabricada originalmente por Beyer Peacock- Que tiene 116 toneladas. La más
pesada de la dotación original Midland.
El tren corta la llanura pampeana rumbo a Carhué.
A los dos les gusta hacer el amor en ese camarote estrecho que los obliga a
dormir acurrucados. En ese tren de trocha angosta cuyo andar se convierte en un
suave vaivén de barco.
Van al pequeño pueblo de San Fermín.
Donde se anuncia una corrida de toros, sin
toro.
Muchachos y muchachas vestidos con sus
ropas blancas correrán por las vías.
El toro será un gigante negro y humeante
que ha sido caracterizado a partir de una locomotora North British
recientemente puesta a nuevo.
En una de las fotos que puede verse El toro
tiene una boca gigante de utilería que raspa los durmientes de madera y debe
devorar a varios de los corredores en los casi 1000 metros que dura la carrera.
El tren llega a San Fermín envuelto en sus
nubes de humo y atravesando una densa niebla. Bajan. Ven partir presurosos a
los recién llegados que son recibidos por parientes o amigos. A los solitarios
que corren a ponerse en la fila de espera para tomar alguno de los pocos taxis
disponibles en este pequeño pueblo.
No tienen apuro. Caminan el andén. Se
acercan a observar una locomotora que no quisiera partir. Ni hundirse en la
densa niebla que no deja ver el más allá del final de la estación.
Es un amanecer. Ese es el primer tren del
día que llega antes de que los rayos del sol se impongan a la niebla.
El tren se va. Los envuelve la soledad. Son
una pareja de turistas que no tiene demasiado interés en salir de ese espacio
mágico del andén de un pueblo perdido en la llanura.
Del tren queda apenas un sonido que se
aleja irremediable.
Ellos siguen allí viendo las fotos que
revisten las paredes del andén. Un pueblo viejo que se extinguió y volvió a
refundarse con la vuelta del tren.
Están las fotos de las celebraciones
previas del San Fermín hechas aquí.
Caminan de la mano. Mano derecha de él a
mano izquierda de ella.
Están bastante ajenos al mundo.
Hasta que la tensión en el cuerpo de ella
los puso en guardia, como en esas acechanzas que se perciben en la piel antes
que en la conciencia.
Una voz les hablaba en inglés
norteamericano.
"Know
your Rights"
La voz era de una gitana que se acercaba.
-Hola Brad Pitt.
-Hola Angelina Jolie.
Ahora ambos se sobresaltaron por igual.
-Quiero que se cuiden, hay mucha envidia
alrededor de ustedes.
-hay gente mala que asedia la dicha.
Ella giro bruscamente. le dio la espalda a
esa voz a la que no quería reunir con el cuerpo que se acercaba.
Él se quedó enfrentando con su mirada fija
en los ojos de la gitana.
Su presencia era la actualización de una
antigua pregunta: ¿Hasta qué punto lo real está construido por malos sueños?
¿Cuál es el día en que las pesadillas alcanzan a lo real presente? Fueron
instantes. Apenas instantes.
La gitana siguió hablándole a ella, como si
el hombre fuese apenas una sombra.
-No te vayas. No te escapes.
-Que no te voy a violar.
Ella volvió a estremecerse.
-A vos ya te violaron hace rato… -Remató la
gitana.
-Porque no te cortas la lengua. –Gritó el
hombre con furia, mientras vio la imagen de la espada de Aquiles en el aire. Lo
inundo el deseo de verla decapitada. De llevarse esa cabeza. Que jamás sería de
un mártir como Fermín de Amiens.
Pero la gitana eludió el corte corriendo
hacia el umbral de la estación.
Después, se desvaneció en la niebla.
Ellos se miraron. Descubrieron que fácil es
ser desconocidos darse cuenta a un solo golpe del destino. Él no quiso decirle
que aquella gitana habitaba en pesadillas desde niño. Que la había visto una y
otra vez -Hasta ese día a prudencial distancia- en distintos lugares del mundo.
Ella sintió el corte en su propia memoria
de piel.
Se preguntó si aquel suceso tan encapsulado
en olvidos, había ocurrido un séptimo día del séptimo mes.
De la gitana misma quedaron dudas. Hasta
que vieron ese goteo de sangre, que desaparecía al atravesar el umbral de la estación.
*De Eduardo
Francisco Coiro.
https://www.facebook.com/CansadoDeTriunfar
Próxima estación.
En el recorrido del tren literario por el Ferrocarril
Provincial:
CARLOS
BEGUERIE.
FUNKE. LOS EUCALIPTOS. FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN
GOYENECHE. GOBERNADOR UDAONDO.
LOMA VERDE. ESTACIÓN SAMBOROMBÓN.
GOBERNADOR DE SAN JUAN
RUPERTO GODOY.
GOBERNADOR OBLIGADO.
ESTACIÓN
DOYHENARD. ESTACIÓN GÓMEZ DE LA
VEGA.
D. SÁEZ.
J. R. MORENO. EMPALME
ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL
ETCHEVERRY. LISANDRO OLMOS.
INGENIERO VILLANUEVA. ARANA.
GOBERNADOR GARCIA.
LA PLATA.
*
-Siguiente estación
En el recorrido del
tren literario por el Ferrocarril Midland:
KM. 38.
MARINOS DEL CRUCERO
GENERAL BELGRANO. LIBERTAD.
MERLO GÓMEZ. RAFAEL CASTILLO. ISIDRO CASANOVA.
JUSTO VILLEGAS. JOSÉ INGENIEROS.
MARÍA SÁNCHEZ DE
MENDEVILLE. ALDO BONZI.
KM 12.
LA SALADA. INGENIERO BUDGE. VILLA FIORITO.
VILLA CARAZA. VILLA DIAMANTE. PUENTE ALSINA.
INTERCAMBIO MIDLAND.
InventivaSocial
Plaza virtual de
escritura
-Editor responsable: Lic. Eduardo Francisco Coiro.
https://twitter.com/INVENTIVASOCIAL
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