*Dibujo de Erika Kuhn.
https://obraerikakuhn.blogspot.com
MIRADA
ESCONDIDA DESDE LO ALTO DE LA IGLESIA*
Hay un ojo que mira la cintura del bosque,
el sonido del agua
subterránea,
puede quedarse ciego
entre las hojas de un libro.
Hay un ojo que mira los mensajes del otro
lado de la pared: maldecir la
sencillez de una higuera o jugar con el
revés de los pensamientos.
O esas fiestas de muertos que beben vino
bajo tierra,
o los suspiros de los tigres cuando
duermen, o las resurrecciones de
Lázaros mal dormidos,
o los niños que se divierten crucificando
gatos o matando pájaros,
o el delirio de ecuaciones mal hechas y de
cielos arrojados a la basura
Cualquiera tiene un ojo que puede recordar
hacia delante
que puede correr mientras esté detenido
que puede beber en galletitas secas.
Cualquiera es el Rey Rojo o Blanco
del lugar de los sueños.
*De Liliana
Díaz Mindurry. lidimienator@gmail.com
(Del poemario "Cazadores en la nieve", Letra Eme, Buenos Aires, 2014)
Recuerdo*
Atardecía. Se asomó
por la ventana y observó a un niño cruzar el parque y dirigirse a la fuente.
Recordó una tarde muy parecida, muchos años atrás, en ese mismo parque, cuando
era niño y jugaba hasta el anochecer. Siguió observando al niño y encontró algo
familiar en él: quizás la gorra, la playera roja, los tenis. El niño se volvió
y dirigió la mirada a la ventana desde donde era observado. En ese instante
ambos desaparecieron.
*De Alejandro
Badillo. badillo.alejandro@gmail.com
-Texto incluido en “El caso Max Power y otros cuentos”
-Alejandro
Badillo. (Ciudad de México, 1977)
-Es autor de los libros de cuento Ella sigue dormida (Tierra Adentro), La herrumbre y las huellas (Eeyc), Vidas volátiles (BUAP), Tolvaneras (SC Puebla), El clan de los estetas (Universidad
Veracruzana. Premio Nacional de Narrativa Mariano Azuela) y las novelas La mujer de los macacos (Libros
Magenta) y Por una cabeza (Premio
Nacional de Novela Breve Amado Nervo).
Recientemente ha publicado:
“La Habitación Amarilla” (cuentos) por
Editorial BUAP. -2021-
“Reconstrucción” (novela) Ediciones EyC. -2021-
SOBRE
MI CORAZÓN SE HA POSADO EL VIENTO*
Amor, sobre mi corazón
se ha posado el viento.
Infancia aletargada.
Matuasto al sol.
Valle de umbrío lecho.
La luna está tan lejos.
Ya no están las rocas
solitarias.
Aquellas, las amadas.
Yacen, cubiertas de
ceniza.
O vuelan, ahogadas por
las rosas mosquetas.
El viento borra todo.
Todo.
El valle se ha
marchado. Los álamos, tan altos.
La lluvia ha cerrado
los ojos y el alba no despierta.
Está tan frío. Gotea,
lentamente la sangre del dragón.
Oscuros féretros
calientan el hogar.
El jinete, tan
callado, cabalga.
Pasa de largo. No
detiene su paso. Se va.
Amor, sobre mi corazón
se ha posado el viento.
*De Amelia
Arellano. amelia.arellano01@gmail.com
Soledades*
* Osvaldo Soriano
Una tarde, mientras íbamos río abajo en un
bote de pescadores, mi padre cerró con furia los puños alrededor de la caña y
de golpe se echó a llorar.
Llevábamos un largo rato en silencio. Yo
tenía los remos y trataba de que la corriente no nos alejara demasiado de la
orilla. Hasta entonces su pena me había pasado desapercibida porque para mí él
era fuerte y sin fallas. Me demoré un largo rato antes de preguntarle qué le
pasaba. Confusamente me dijo que había perdido a alguien a quien quería mucho y
aunque era muy católico empezó a cagarse soberanamente en Dios. En ese momento
no me importaron nada Dios ni los seres queridos. Me irritaba verlo así,
aferrado a la caña, con la cabeza hundida en el pecho y el pelo blanco sacudido
por el viento.
Hasta entonces su vida había sido ordenada,
mediocre, patriotera. Fluía mansa y previsible como el agua que nos llevaba
entre islotes y troncos flotadores. Dios era una inteligencia inasible e
inapelable que aparecía cada vez que nos faltaba una explicación. Yo creía en
El: todavía me veo rezando a oscuras, pequeño y pecador, pidiendo que fueran
eternas las cosas que me hacían dichoso. Era tan joven que sólo pensaba en la
muerte como algo lejano que quizás tuviera solución. Lo que pesaba era la
soledad. No la soledad de estar solo sino esa otra por la que han escrito los
mejores libros y cantares del universo. Ese paréntesis que atrapa una palabra
para darle entonación subterránea. El agujero negro, infinitamente vacío, en el
que aquella tarde había caído mi padre.
En Tierra
de sombras un estudiante de letras dice que leemos para saber que no
estamos solos. En Bleu, la protagonista intenta ocultar lo evidente bajo una
máscara de fortaleza e indiferencia, hasta que algo se rompe. Por fin, en la
edad de la inocencia, el hombre que acepta una vida prejuiciosa y previsible se
hunde en las contradicciones de una clase incapaz de dar a la soledad otra
respuesta que el orden cerrado y la complacencia hedonista.
Miré esas películas el fin de semana y al
ver llorar a Anthony Hopkins abrazado
al hijo de su esposa muerta, me puse a llorar yo también y me vino a la cabeza
esa imagen de hace tantos años en el río Limay. Sin duda, también contaba la
culpa, pero eso lo comprendí más tarde. Culpa de estar ahí y ser más joven que
él. De no tener todavía nada que amortizar o de estar pagando por anticipado.
Durante un paseo por el campo, el profesor
enamorado de una mujer agonizante confiesa su dicha efímera y ella le responde:
"La felicidad de hoy anticipa el
dolor de mañana." Tierra de
sombras habla de Dios y del alivio que ofrece la fe para insinuar que no
hay tal. Que Dios es el sufrimiento mismo y no su consuelo. Durante siglos el
Creador jugó a ser imprevisible, fuente de amor y verdad, juez supremo
incomprobable. Desde que lo inventaron, los hombres han tratado de explicarse
para qué les sirve. Y como lo suyo es, a los ojos de la mayoría temerosa, sólo
castigo, tampoco él sobrevivió a la oferta y la demanda. Mi padre no podía
saber que dios iba a morir tan pronto y yo mismo nunca lo imaginé. En esos días
lo habían intimado a dejar el cigarrillo.
Rechazó las pamplinas de los médicos y
apostó a algo superior. Al Ser Supremo que estaba por encima del bien y del
mal.
Naturalmente, perdió. Pero eso iba a
ocurrir años después. Entre tanto está llorando mientras un bagre tira de su
línea y yo no me animo a acercarme para consolarlo. Me digo que en una de ésas
el bote se da vuelta y tenemos que volver nadando.
¿Qué tiene que ver el cigarrillo con el
Reino de los Cielos? Mucho, me parece: al placer corresponde un castigo de
espantosa agonía. Así pasa con todo lo bueno en la tradición de judíos y
cristianos. Más allá, el goce y la dicha no prefiguran el paraíso sino el
infierno. Eso parece decir Richard
Attenborough. El amor, si podemos darlo, nos devolverá lágrimas y castigo.
Palabras más, palabras menos, Scorsese
sugiere lo mismo. Sólo que no hay amor en La edad de la inocencia. No lo hubo
en la vida de Edith Wharton, no podía
haberlo en su novela y no es intención de Scorsese
mostrar otra cosa.
La película, situada en 1857, habla de hoy
y de una aristocracia con códigos propios: ocio, manjares, hipocresías, hasta
que el amor aparece como una amenaza. Evitarlo preserva el orden social. Eso
sugiere, me parece, el impenetrable mayordomo de Lo que queda del día. La
autoridad de míster Stevens es proporcional a la negación de sus sentimientos.
El dolor, la alegría, la humillación, resbalan en su alma como gotas de rocío.
Todo pasa pero queda la soledad. Para Baruch
Spinoza, en su Ética, el control
de los sentimientos es la mayor virtud del alma: "A la impotencia humana para gobernar y reprimir los afectos la
llamo servidumbre; porque el hombre sometido a los afectos no depende de él,
sino de la fortuna." Con Spinoza
se pone en claro, desde 1677, que el poder, para ser tal, excluye el amor en cualquiera
de sus expresiones. Y que la gente vulgar al mostrar sus afectos los expone a
la manipulación y la demagogia.
En sus Diarios,
el narrador John Cheever apunta en
1979: "Puedo saborear la soledad. La
silla que ocupo, el cuarto, la casa, a todo le falta sustancia (...) Creo que
la soledad no es un absoluto, pero su sabor es el más fuerte." El libro
comienza con una reflexión bella y perturbadora para mí porque sospecho que así
sentía la vida mi padre aquella tarde que salimos de pesca: "En la madurez
hay misterio, hay confusión. Lo que más hallo en este momento es una suerte de
soledad. La belleza misma del mundo visible parece derrumbarse, sí, incluso el
amor. Creo que ha habido un paso en falso, un viraje equivocado, pero no sé
cuándo sucedió ni tengo esperanza de encontrarlo."
Y bien, mi padre era más que eso, o ni
siquiera eso: "Nada más obsceno y
vano que intentar contener la vida y la obra de un hombre en un puñado de
líneas invocadas en el tiempo y la distancia", escribe Rodrigo Fresán en Trabajos manuales. Y agrega: "Cuando
un hombre se transforma en el único paisaje posible de sí mismo es cuando
alcanza la forma de la soledad. La soledad como territorio. La soledad como
forma alternativa de la geografía y de lo biográfico."
Estoy tratando de decir, con imágenes y
palabras de otros, que lo esencial de una vida brota en el momento en que nos
enfrentamos a las formas más puras de la verdad. Amor, dolor, soledad. Ahí
estamos solos, sin Dios, sin patria ni sustento. Un paso atrás, un movimiento
en falso y todo está perdido. En la serenidad del bote que bajaba por el Limay,
mi padre percibió de golpe su tierra de sombras. Nada de este mundo le
resultaba ajeno, pero él no era más que una brizna de polen arrastrada por el
viento. Cuando tuvo fuerzas para admitirlo dejó de llorar, recogió la línea y
devolvió el bagre a la correntada.
*De "Piratas,
fantasmas y dinosaurios"
-Recordando a Osvaldo Soriano.
(Mar del Plata, 6 de enero de 1943 – Buenos
Aires, 29 de enero de 1997)
Mar abierto*
soñamos con habitar el
mar abierto
lo más alejados
posible
de la supuesta tierra
firme
pero el pesimismo, la
apatía
y las vanas disputas
no dejan espacio
disponible
para un mar
irrepetible
navegamos en medio de
una correntada
sin brújula ni
banderas
que nos traigan vivos
a la orilla
el sueño acaba, la
ilusión nos abandona
tan fugazmente como
llego a nuestro puerto
lo vivimos como algo
habitual
destellos fugaces del
mundo conocido
no hay nada nuevo
acerca del mar
solemos repetirnos
ciegos al murmullo de
las olas
ignorantes del
previsible naufragio
*De Jorge
Santkovsky. jsantkovsky@go.org.ar
ENCUENTROS*
“Esa sonrisa me ha
salvado de llantos y dolores”
Salvatore Quasimodo
Mi señor. Mi niño. Mi inmortal amado.
Puedo descansar ahora, en la cornisa de tus
manos.
En los ojos de sapos. En las langostas.
Puedo acostarme sin miedo- en llaga
viva-Aguas vivas.
Lechos de sal y ortigas. Bendecida agüita
de tu cielo.
Hay una puerta única que me lleva hacia
vos. Si.
Yo sé, de largas lápidas. Borradas.
Escondidas.
Agrios vientos y médanos oscuros.
Infancia de soledad y espinos y cirios
encendidos.
Un puñal clavado en el olvido. Sementera de
sangre.
Una niña, un niño. Malezas y tigres y
serpientes.
Revolcarse, solos, con una conocida
angustia en la garganta.
Había que perder para encontrarse. Ay,
llagas en las rodillas.
Resucitar espejos oxidados y retratos casi
muertos.
Había que transitar territorios de miedo.
Al final, mirando la llovizna, vos.
Y peces y frutos colorados y azulados
sabores.
Briosos ángeles de la guardia. Una
urgencia.
Una glorificada urgencia de la sangre
subiendo en marejadas.
Perderte para hallarte, mi señor mi niño,
mi inmortal amado.
*De Amelia
Arellano. amelia.arellano01@gmail.com
*
(…)
cuídate de mí amor mío
cuídate de la
silenciosa en el desierto
de la viajera con el
vaso vacío
y de la sombra de su
sombra
*De Alejandra
Pizarnik.
-de ÁRBOL DE DIANA (1962)
Inventren
https://inventren.blogspot.com.ar/
Perdidos*
“estos
hilos aprisionan a las sombras
y
las obligan a rendir cuentas del silencio
estos
hilos unen la mirada al sollozo”
Alejandra
Pizarnik
1
Mi abuela mientras pudo resistió aceptar al presente.
Lo sencillo y posiblemente equivocado sería decir que
fue perdiendo la memoria por etapas hasta que el “aquí y ahora” la abandonó por
completo.
Mi abuela materna –la única que conocí- se perdió más
de una vez llevándome de la mano por el barrio. Por ese entonces con dos años o
tres a lo sumo no podía guiarla.
En 1960 el barrio era un suburbio pequeño, los
vecinos se conocían.
Mi abuela era terca en sus convicciones. Según la
prodigiosa memoria de mi madre, la abuela relataba que caminaba por la ribera
del D’ Orba con su hijo pequeño buscando el sendero que conducía al pueblo. Su
casa quedaba muy cerca de la iglesia.
De pronto había perdido la referencia del río y allí
estaba en otro pueblo que por supuesto le era desconocido.
Aun en la puerta de casa -que aún pequeño reconocía-
mi abuela seguía porfiando ahora en su dialecto mitad francés e italiano que se
había perdido lejos de su pueblo, que yo no era su nieto sino su hijo Nicolás.
Cuando mi abuela estaba por morir me llevaron a verla, ella veía en mí a su
hijo. Lo llamaba con la voz que le quedaba.
No llore aquella vez. Creo que no pude llorar nunca
más con el llanto profundo que merecen las pérdidas.
2
A lo largo de años recorriendo vías del tren que ya
no existe, fui cosechando frases. Una viene al caso “el pasado es otra
persona”. A veces creo que es parcialmente cierto y otras que para nada. Que
somos siempre los mismos buscando algo inasible o intentando reparar lo remoto.
Incluso una historia ajena que no nos pertenece. Dicen que las historias
familiares no nos pertenecen, pero dejan cicatrices profundas.
Cuando subí al tren del presente desde Marinos del
Crucero General Belgrano, me pregunté por dónde había estado mi propia vida
durante tantos años.
Era una pregunta imposible, se mezclaba cierto rumbo
ecléctico, por no usar la palabra desvarío con esa obstinación demencial por
seguir el recorrido por el trazado de vías que en algunos sectores dejaron de
tener huellas reconocibles. Por suerte el recorrido original del Midland no
murió del todo, quedan pueblos pequeños pero vitales ya sin otras vías que las
de letras. Esa formación del ahora Belgrano sur, ya no volverá al tren a vapor
que alguna vez manejó desde Carhué Don Galileo con un tender repleto de carbón
con el buenazo de Mario como foguista.
Osvaldo Soriano escribió certero "Los trenes tienen algo que ver con el principio y con el
final".
3
Los trenes reales tienen acontecimientos que la
literatura suele desprender por intolerables.
Entre Marinos del Crucero General Belgrano y Libertad
todavía hay vía única. El tren marcha a paso de hombre por los trabajos de
colocación de la segunda vía. Hasta ahora si un tren no entra a los andenes de
Libertad no podría salir el que va hacia Marinos.
Cuando el tren se detuvo inesperadamente en el paso
nivel que antecede a la entrada de Libertad entendimos que algo había ocurrido.
El maquinista era un muchacho joven que se lamentaba.
Vio al perrito blanco cruzando por el paso a nivel lindero a la calle, accionó
la bocina para asustarlo, el perrito en vez de correrse se quedó paralizado.
“Pude detener al tren. Pensé que se había salvado.”
Delante del
tren, vimos a una mujer joven tendida atravesando la trocha métrica del
ferrocarril.
La mujer se arrojó literalmente sobre las vías para
abrazar a su perrita pensando que estaba lastimada, pero su perrita había
muerto. Cada tanto la joven le recriminaba “porque me seguiste”.
La perrita la seguía a todas partes. La rescató de la
calle. Había saltado el tapial, la siguió a distancia para evitar un reto y un volver a la casa hasta
el cruce fatal en las vías.
La perrita blanca como nieve se llamaba Bruna. Cada
tanto entre ahogo y ahogo la mujer la nombraba como si pudiera devolverla a la
vida.
Alguien llamo a una ambulancia. Se escuchaba la
sirena acercándose.
Esa joven desconocida con su llanto que paralizó al
mundo había puesto en conmoción mi coraza.
4
Éramos mi abuela y yo perdidos en algún limbo.
Quien no se hubiera sacudido. Inevitable traer una y
otra vez a la abuela Bruna al escuchar su nombre.
No, no parecía solamente eso. Ese golpe a la perrita
desde un tren del presente lo sentí en la profundidad del cuerpo memoria. Soy
quien ahora tiene la edad de mi abuela en aquel entonces.
No hay nieto para perderse de la mano por calles o
estaciones. Soy el niño viejo que sin excusas ni otras manos sigue jugando a
estar perdido en trenes imaginarios mientras el mundo sigue andando.
*De Eduardo
Francisco Coiro.
https://www.facebook.com/CansadoDeTriunfar
-Continuidad literaria
por el Ferrocarril Provincial.
-Próxima estación:
FUNKE.
LOS EUCALIPTOS.
FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE.
GOBERNADOR UDAONDO.
LOMA VERDE.
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN.
GOBERNADOR DE SAN JUAN RUPERTO GODOY.
GOBERNADOR OBLIGADO.
ESTACIÓN DOYHENARD.
ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA.
D. SÁEZ. J. R.
MORENO. EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY. LISANDRO OLMOS.
INGENIERO
VILLANUEVA. ARANA. GOBERNADOR GARCIA.
LA PLATA.
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-Editor responsable: Lic. Eduardo Francisco Coiro.
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