*Dibujo de Erika
Kuhn.
RESISTENCIA*
El viento
desafora la noche y
la enquista
en mi cuerpo.
No puede
llevarme. Todavía
no quiero ir.
Soy un mapa de
recuerdos donde
envejecen los
sueños,
y resisto
preguntándome
porqué
resisto.
En algún lugar,
en algo,
en alguien,
debe haber una
ternura
donde hundir
las uñas
para
sostenerse.
Noche, hermana,
duéleme menos.
Aligera tu paso
en las heridas
piérdeme el
rastro.
Lejos
el viento
destruye
todo lo que
siento.
*De Miryam
Colombotto de Seia. miryamseia@cablenet.com.ar
UNA TERNURA DONDE HUNDIR LAS UÑAS PARA SOSTENERSE…
Espero*
En una ronda de
cuentos
tu palabra de
lobo
mordiéndome las
comas
partenaire del
bosque alucinado
red de los
nombres
me acuesto en
tu pasto de lenguaje
Espero.
*De Cristina
Villanueva. libera@arnet.com.ar
*
leerte
para rodear la
ocurrencia con palabras
para abrazarla
de tibieza
como el
contorno de nubes silenciosas
entonces
escribir
nacer en la
ternura
osar tonos de
sol
en cuerdas de
un ensayo
probar la
lengua de coser
niebla
en torno a
nuestra herida
*De alejandra
alma. almaalma3h@gmail.com
Desde las
miradas a las palabras*
Desde las
miradas a las palabras
hay un abismo y
un viejo puente
de endebles
tablas que no salva,
con el tímido
verso, la distancia.
A veces bifurco
mi alma urbana
y otras tantas
divido mi mundo
en conquistar
todas tus sonrisas
o el acariciar
el aire cerca de ti.
Soñé un día,
creo que fue ayer,
no recuerdo la
sombra exacta,
que proyectaba
ya ese viejo sol,
aún siento la
brisa sobre la piel.
Te vi caminar,
tan cercana a mí,
un deseo
moldeado con la ilusión
y sin embargo
aún lejos, yo lo sé,
aleteos de un
pájaro en un sueño.
Traté atrapar
el brillo de tus ojos
esfumado en el
viento, lo busque
debajo del
cristal de mi ventana,
pero solo
sonreí a un sol de abril.
Entiendo, soy
yo el que me dormí
y olvide el
aleteo cierto de tu voz,
supe también
que por besar el aire
se degusta el
sabor de las lágrimas.
Aclaró muy
pronto ese nuevo día
demasiado
pronto tal vez para mí,
te escapaste
junto con las sombras
que huían ya
hacia el humilde gris.
Quizás, acaso,
nunca te amé tanto
como en el
sigilo de aquella noche
y tu sonrisa al
lado de ese abismo
me hace daño,
porque es hermosa.
Y oculté mi
rostro hoy, en un poema,
busqué en lo
indiferente o el engaño,
y sin pensar en
qué día o a qué hora
sabrás que yo
he soñado, tu mirada.
*De Jorge
Lacuadra. jorgelacuadra@hotmail.com
A FAVOR DE
SAER*
Nada mejor que comenzar esta
intervención con una cita del propio Saer.
“La poesía es naturaleza, no
lenguaje. El lenguaje es una opresión. Cuando despertamos a la poesía la poesía
ya estamos dentro del lenguaje.
La poesía busca en el lenguaje
esos sedimentos, esas puertas que persisten en él y permiten el acceso a la
naturaleza. Toda poesía es un palimpsesto en el que se superponen y se
confunden naturaleza e historia, pero es únicamente a través de la
lectura que el lenguaje de la poesía reencuentra su historicidad”
Saer también sostuvo que la
experiencia en la escritura, es decir su propio proceso obedece a un hecho
individual y voluntario que tiende a expandirse y crear su propia práctica y su
propia base de ideas ,como si cada vez se gestara una nueva escritura como una
tarea recurrente que en cada nueva puesta en proceso de borramiento entre los
géneros hasta atreverse a aseverar que un día escribiría una novela en verso,
algo que como sabemos no llegó a producir porque se fue antes de tiempo de la
vida, dejándonos a sus leales lectores en un grado de desazón y un duelo que
perdura y que de vez en cuando nos lleva a tomar uno de sus libros al azar y
encontrar algunas de las mejores páginas escritas en un rioplatense plagado de
carnadura, de sentido y de redescubrimiento.
La lengua literaria, decía
además, sólo se enriquece cuando incluye en ella la lengua privada, no otra
cosa hizo Bartolomé Hidalgo, que escribe en una lengua que es y no es español
en sus Cielitos y Diálogos patrióticos En ese magma histórico, multicultural,
plurilingüístico que lo formó con el aborigen, castellano, portugués, andaluz y
gallego. Esos versos populares, festivos, escritos para arengar al gauchaje en
su pelea contra el Rey de España, que lleva la amenaza, la sangre y la muerte.
No tan curiosamente la gauchesca terminará siendo lo único original que se
produce en el Río de la plata hasta culminar en el Martín Fierro.
Cuál es el efecto de fascinación
que nos produce la obra de Saer.
Esa idea original de borrar las
fronteras entre prosa y poesía, ese sostener que si uno no pensara en modificar
el curso de la historia de la literatura no valdría la pena siquiera
intentarlo, lograr esa autonomía que le atribuía a los grandes como por ejemplo
Juan L. Ortiz. Porque el obra debe ser un acontecimiento irrepetible y el
proceso creativo por el cual se generan esas obras literarias es un acto que
está en permanente modificación, lo que se opone a la idea de la literatura que
debe someterse al canon del mercado.
Cuando uno lee a un autor como
Saer es como abrevar en una cantera inagotable, tanto que es imposible lidiar
con ella y no es esa mi intención, sino manifiesta que es muy probable que me
haya influido, tal me han dicho los amigos que me quieren beneficiar. Porque
uno obtiene siempre de ese torrente de ideas y de pulsiones, un aliciente para
mi propio trabajo o al menos un placer que se ve renovado cada vez.
Voy a referirme brevemente a un
texto que por su alto contenido poético lo traigo aquí y porque es digamos así,
una temática que me ha fascinado siempre.
Se trata del texto La
Tardecita, de su libro Lugar. Donde la precisión de la llanura
aparece como en una forma de extrañamiento, para exhibir el grado de poesía y
de recuerdo. En mi último libro que se llama precisamente El sentir de la
llanura, hago referencia al texto saeriano.
Porque si digo sentir la
llanura, no conceptualizo, me resulta imposible, porque es un sentimiento, no
un concepto. No se puede razonarlo.
La llanura es algo plano, que no
tiene nada trascendente, nada que, por decirlo así llame la atención.
El paisaje de la llanura está en
mí y el texto de Saer justamente marca una historia que comienza la mañana en
que Barco (que acaba de cumplir 52 años, precisa el narrador) buscando algún
texto corto para leer antes del almuerzo, encontró la ascensión del Monte
Ventoux, de Petrarca.
Que oficia como suele suceder de
disparador de los recuerdos.
Pero esos son recuerdos
personales, los que dispara esa lectura. Escribe el narrador “no advino ni el
éxtasis ni una revelación, sino algo más intimo y querido: un recuerdo”.
“Existe—escribe Saer—siempre durante el acto de leer un intenso y plácido a la
vez en que la lectura se trasciende a sí misma y en lo que lee, abandona el
libro y se queda absorto en la parte ignorada de su propio ser”. Y relata que
Barco inicia el viaje con su hermano mayor hacia un pueblo de llanura y al
bajar en la ruta tiene que caminar varios kilómetros hasta ese pueblo, en un
paisaje barroso tirado en la llanura como un puñado de manzanas geométricas
divididas por un par de vías del ferrocarril. Eso que para nosotros podría ser
un recuerdo compartido para Barco pudo ser el paraíso. Pero resulta que ese
paisaje que le era familiar de pronto se transforma en algo extraño, casi
metafísico.
En esta zona de su literatura
donde percibo que ese borramiento, esa disolución entre prosa y poesía desplaza
hacia la lírica narrativa, que él habría descubierto en su maestro Juanele
Ortiz.
Ese paisaje habitual que habría
sido hasta ese momento se estaba volviendo irreconocible y extraño.
Como si gradualmente, capas y
capas de experiencia, como sucesión de marcas de pintura sobre una imagen
odiosa, terminarían por hacérsela olvidar, hasta que esa
mañana la lectura de Petrarca la
trajo de nuevo a la luz viva del recuerdo.
*De JORGE ISAÍAS. jisaias46@yahoo.com.ar
SALVACIÓN*
“En algún
lugar, en algo, en alguien, debe haber una ternura
donde hundir
las uñas para sostenerse.”
Miryam
Colombotto de Seia
Es tan extraño,
amor, es tan extraño.
Tan peregrino.
Sutil y doloroso.
Es tan extraño
este pensar, dormida.
Este soñar,
despierta.
Es la hora de
la flor y el insecto.
Y me salen
violetas de los ojos.
Y pasan en
tropel, los álamos descalzos
Y un toro negro
y una yegua blanca.
Y se buscan a
ciegas y se encuentran.
Y beben.
Y se beben y
tragan el néctar de sus belfos.
Y no es la
gloria de la carne.
Ni el corazón
del muro.
Ni el semental.
Ni el útero.
Es algo tan
imperioso, tan urgente.
Es tan
extraño, este salvarse de la muerte.
En algún lado,
aquí, allá, alguien te espera, amor.
Te espera.
*De Amelia
Arellano. amelia.arellano01@yahoo.com.ar
DIGO LA
REALIDAD*
Podríamos decir
que la felicidad entre dos seres que se hallan dura un rato, apenas el
tiempo de contar los primeros relatos, descubrir el olor de la piel y la
textura del cabello.
Podríamos decir
con sorna, y seríamos unos sornosos pero podríamos, realmente, podríamos decir
y decirnos que el encanto dura precisamente lo que los encantos; hasta
que el hechizo desaparece. Y diríamos con secreta fruición que siempre el
hechizo termina por desvanecerse. Siempre.
Diríamos a
quien quisiera prestarnos oído que la realidad es esto que acontece tal como
debe, esta confección con hilván a la vista y corta de mangas. Que la vida es
lucha y sufrimiento y que todo acercamiento entre personas que se encandilan
puede evitarse portando lentes para sol; que en realidad y dejando que la vista
se acostumbre, ni lentes hacen falta para que la luz sorprendente en los otros
ojos se transforme en un reflejo apenas notable.
Y diríamos
entonces que de nada sirve atrapar una cintura con los brazos, porque somos
grandes, hemos visto mucho, sabemos que el abrazo se transformará como en las
malas fábulas en el estrangular de la enredadera al árbol fascinado.
Si yo anduve
siempre en amores, qué me van a hablar de amor.
Cantaríamos con
voz desengañada el tango triste.
Y la vida es
esto pibe, no te engañes. La vida es el camino al laburo a la mañana pibe, el
beso desganado, la compañía sufrida con resignación de aquel o aquella que una
vez fue hermoso y único pero ya es una sombra más en el pavimento, esa voz que
nos recrimina por boletas impagas del pasado obscuro, esa carne que ya no se
encabrita debajo de la mano.
Diríamos que
las cosas son así. Que la tristeza es endémica, que toda flor turgente es un
futuro papel quebradizo sobre la lápida de un cierto mármol. Y tendríamos
razón. Pero quién me saca la sonrisa que se me va para adentro y se me abre
en el pecho. Y quién me dice que la realidad no es este pequeño instante,
este precioso momento entre los momentos, que su belleza depende precisamente
de su futura desaparición.
El sentido
común me haría decir muchas cosas sensatas. Digo la realidad es este paso en la
ancha acera, esta única libélula sostenida en un pedacito de firmamento, este
intervalo cardíaco, este breve amanecer.
Y si después
cae la sombra, no borrará la luz de la memoria. Si los milagros fuesen
perdurables, no formarían parte de la maravilla.
No podrá
negarlos la inexorable acumulación del tiempo ni el que la marea desgaste y
redondee las aristas.
Aquí están. Hay
que atraparlos al vuelo, montarlos hasta que desciendan, atreverse a morir un
poco cada vez que toquen tierra. Y creer con ingenuidad que la realidad es esta
cosa que acontece tan de vez en vez, tan esporádica. Que lo demás es falso, que
la verdad es la piedra con musgo en el medio, justo en el medio del pedregal
estéril.
Diría que lo
real es el páramo si mi alma no cantase de alegría posada en el mínimo verde.
Digo entonces
"creo en el barco y no en la ancha mar, creo en ese silencio
resplandeciente y no en la abrumadora masa sonora, creo en este instante,
en este minúsculo instante creo en vos".
*De Mónica
Russomanno. russomannomonica@hotmail.com
Alabama Blues*
“Ain't any Negro in this town, Mrs. Daisy?”
Para J. B.
Lenoir, in Memoriam.
...Nosotros,
hijos
del árbol
Bahobab
y el río.
Nosotros,
nietos
de África
al sol
de la noche,
al día.
Nosotros,
vástagos
del blues,
del jazz
y el rigtime.
¿Qué puede
decir
la muerte
de nosotros
que
los árboles
no vieran
en
sus ramas?
*De Daniel
Montoly. danielmontoly@yahoo.es
*
Con tanta
imperfección
que cargo
encima
vaya una a
saber cómo he llegado
hasta aquí,
punto en la
niebla
que se abre a
la mañana.
*De Ana
María Broglio. anamariabroglio@gmail.com
Villa Gesell
***
INVENTREN
Próximas estaciones literarias:
J.J. ALMEYRA.
-Por Ferrocarril Midland-
GOBERNADOR ORTIZ DE ROZAS
-Por Ferrocarril Provincial-
-Colaboraciones a inventivasocial@yahoo.com.ar
InventivaSocial
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Para compartir escritos escribir a: inventivasocial@yahoo.com.ar
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