jueves, mayo 21, 2020

EDICIÓN MAYO 2020.




* Dibujo de Erika Kuhn. https://obraerikakuhn.blogspot.com/













PREDESTINACIÓN*


Los amos/ tal como los poetas/ aman la poesía/
que los mata/ como marineros/ que se ahogan en el mar./
Derek Walcott



Tal como
la enredadera ama treparse a los muros
tal como al perro le gusta
ladrarle al viento
dentro de un automóvil en marcha
tal como el padre
espanta la mosca de la boca
de su hijo enfermo
tal como el ciego roza la piel
que desea con las yemas de los dedos
tal como el poeta juega
con la palabra. Tal como
yo hurgo ahora
en este mar que los poetas navegan
hasta ahogarse


*De Daniel Montoly.












*



Si se supiera,

tantas veces crecía un río

que cubría la mesa,

los pasillos de la casa,

cubría todo,

la cama,

la lámpara, los libros,

era imposible salir,

quedar a salvo,

crecía un río, como crecen

los dientes

de un animal feroz al mediodía,

crecía sin piedad,

y no importaba

que éramos buenos,

que éramos dóciles,

que éramos valientes,

crecía un río

y las manos sentían

la pulsión de la vida

pidiendo,

llorando,

todo el cuerpo chocaba

con las plantas acuáticas, nocturnas,

respirar se volvía

una catástrofe,

un pie fuera del barco,

una plegaria,

porque el agua subía,

sorda subía,

ciega subía,

queríamos decir y no,

queríamos saltar y no,

queríamos salir y no,

no,

nosotros

ay, nosotros,

que éramos buenos,

que éramos dóciles,

que éramos valientes,

mudos de las dos manos,

sosteníamos los helechos de agua,

las lentejas pequeñas

y las flores azules

de los camalotes.



*De Valeria Pariso. valeriapariso@outlook.com
-De "Flores para no regar".



-Valeria  (Muñiz, Provincia de Buenos Aires, 1970)
Coordina talleres de poesía y el ciclo de poesía en Bella Vista. Algunos de sus poemas fueron traducidos al portugués y al italiano.
Publicó los libros de poesía: "Cero sobre el nivel del mar" Ediciones AqL (2012), "Paula levanta la persiana", Ediciones AqL (2013); "Donde termina esta casa", Ediciones de la Eterna (2015), "Del otro lado de la noche" (2015) Editorial El Mono Armado, "Triza" (2017) Editorial Detodoslosmares, "La trilogía: Uva negra/ Mascarón de proa/ El castillo de Rouen", Vela al viento Ediciones patagónicas (2018).

-En 2019, con su libro "Zarmina", obtuvo el Primer Premio del Concurso de Letras, categoría poesía, del Fondo Nacional de las Artes.

Sus poemas fueron incluidos en distintas antologías, entre ellas "Antología de poesía iberoamericana actual", Ed. Ex Libric, España, 2018; "Rapsodia ensamble de voces- Obertura- Editorial El mono armado, 2015; Movimientos/ Primera antología Ciclo Moserrat 2018, "Antología Federal de poesía de la provincia de Buenos Aires", del Consejo Federal de Inversiones.

-Administra el blog de difusión de poesía contemporánea https://laficciondelolvido.blogspot.com.ar



















El abrazo que no llega*



La mañana aún es noche
pero ya no ves la luna
ni los perros ladran.
Todos duermen.
Vos nunca dormiste.
Qué le ocurre a la noche en este otoño
que no le da fin al día.

Como dibujada en tu memoria
la abuela te coloca los guantes y te arropa
porque el frío es crudo cuando chicos.

Tu cuerpo,
el que se brota con el calor
y se afiebra ante el primer frío.
Tu cuerpo blanco, ahora solo,
triste cuerpo curvo.

Tu cuerpo,
el que un día tomé con mis manos
y ahora no descansa.

La noche es larga
y es otoño.

Tu abuela y yo nos encontramos
en ese punto del recuerdo
en donde somos una
intentando abrigarte.




*De Paula Novoa. novoapaula8@gmail.com














*



Aquí empieza la intemperie.

Sólo traigo

este puñadito de palabras

y esta certeza de tenerte.

El viento nos arrastra, amor.

No me sueltes.

No me sueltes.




*De Mariana Finochietto. mares.finochietto@gmail.com


- Mariana nació en General Belgrano, Provincia de Buenos Aires. Actualmente vive en City Bell.
Publicó: Cuadernos de la breve ceguera  (La Magdalena 2014). Jardines, en coautoría con Raúl Feroglio (El Mensú, 2015)
La hija del pescador  (La Magdalena, 2016).  Piedras de colores (Proyecto Hybris 2018)
Su último libro publicado es El orden del agua, GPU Ediciones (2019)

-Coordina Microversos, talleres de exploración literaria.

















Mujer mirando al vacío*



Parada frente al mar
con un reflejo gris en su mirada.
(Se diría perdida en la nostalgia,
la nostalgia del mar, que no se agota)


Parada frente al mar.
La ciudad a su espalda
(esa ciudad que antaño fue promesa
y hoy es sólo glacial encrucijada)
y una muda tempestad de arena
bajo sus pies descalzos.


Ante ella hay un mar incomparable
que sus ojos no ven, un cielo transparente,
una distancia,
la levedad impronunciable de la brisa.




*De Sergio Borao Llop. sbllop@gmail.com

-De Por si mañana no amanece.



















UN CARRO BAJO LA LLUVIA*




*Por Jorge Isaías. jisaias4646@gmail.com



Las historias que el hombre escribió en sus horas grises, en sus horas huecas, cuando los atardeceres se animaba impulsados por el fuego del crepúsculo, dejando su sangre sobre lo troncos olvidados de los pinos.
Las historias que el hombre repetía, corregía, volvía a echar a rodar sobre la vida de los otros habitantes de ese pequeño pueblo perdido en la llanura, eran en general soñados por él, con el sustrato de historias que otros le contaron, aunque la gente en gran parte terminaba, tomándola como ciertos, como si no fueran carne de ficción, como si el nudo del relato o existiera y como si no se pudiera crear la realidad de la narratividad más pura.
De todos modos aquel mundo ya acabado alguna vez había existido. Era un mundo abierto a los anchos amaneceres rodadores, cuando los días tenían el olor del caballo, y las siestas su orín agrio donde pululaban los grandes moscardones del verano, el mar de mariposas amarillas, sobre los alfalfares que refrescaban las noches del verano, cuando sólo el violín de un grillo diminuto y escondido aserraba el pegajoso calor del anochecer.
Las tareas se habían cumplido con trabajosa rigurosidad y era la hora del descanso, cuado el campo quiere decir algo, como bien puedo citar borgeanamente.
En esos tiempo y a esa hora en que el sol había muerto descabezándose en sangre violeta sobre los eucaliptos últimos, sobre los paraísos verdes y sobre esos fresnos de hojas cobrizas que ya habían caído en su totalidad y habían cubierto ese gran patio de tierra donde los perros jugueteaban bajo la mirada agrisada y como lejana del abuelo ultramarino, pero ya aquerenciado a esta pampa que había trocado por los picos nevados de su aldehuela natal. Llegando a ese fin de tareas para descansar, y según la estación se encendía ese inmenso farol y si era verano se colgaba de un árbol frondoso del patio, un sauce alto y añoso pero si era inverno se colgaba dentro del gran comedor con las vigas de maderas altas, o en primavera u otoño de la ancha galería de baldosas coloradas. Para las habitaciones se usaban las lámparas que mojaban esa larga mecha de kerosén y acompañaba –agigantando- las sombras en las paredes que escondía esa luz mezquina, olorosa y llena de silencios.
Estas son las historias que el hombre contaba cuando los amaneceres eran más altos que el mundo. Cuando los años se arracimaron sobre él y lo dejaron exámine frente a tantos recuerdos, frente al vacío de un mundo que le quitaba todo, hasta el mínimo frescor del vacío sobre sus anegados misterios.
Algunas historias que este hombre escribió fueron leídas por mí en cuadernos ya amarillentos de olvido, con el ocre en borde de sus páginas como un oprobio y una miseria. Algo como vergonzoso de lo que se quiere huir, Algo que no se puede aludir del recuerdo. Que de vez en cuando aparece en toda su luminosidad.
Y entre los huecos que han dejado esas historias hay uno que se cuela de hace tiempo en todos los intersticios.
Mi tío Roque, hermano de mi madre, a la sazón en Rosario ya vino a visitar a su novia, la bellísima tía Anita, quién vivía con su familia en una lejana chacra justo a un hondo canal.
Era verano y mi tío que paraba en mi casa en estos viajes de novio que hacía, trató de entusiasmar a mi madre con una visita a la chacra “del tío Domingo Ciccarelli”, un gringo bonachón que tenía su campo cerca de Cañada del Ucle. Mi madre aceptó, poco convencida, ya que mi padre estaba por volver del sur de la provincia de Buenos Aires donde anualmente iba de cosecha fina. Pidió el carro prestado con su correspondiente caballo al “Pelado” Míguez y partimos.
La familia del tío Domingo era numerosa. Tres hijos le trabajaban el campo porque él estaba muy grande, y se entretenía contándole historias a sus nietos numerosos que por las noches leía en un su original itálica del libro “Corazón”.
Pasamos un día magnífico, los grandes jugando al truco luego de la homérica tallarinada y los chicos corriendo bajo un montecito de paraíso que estaba detrás de la casa. Cuando avanzaba la tarde una tormenta empezó a amenazar de manera preocupante como suelen serlo este tipo de fenómenos en la llanura. En cuando el campo demuestra su entonces desamparo, su condición de intemperie.
Fue inútil convencer a mi madre a que esperásemos la lluvia y volver al otro día.
Temía – y con razón- la ira de mi padre que no consintió nunca nuestra ausencia cuando el regresaba a la casa, máxime cuando había estado (como esta vez) más de un mes afuera. Mi tío ató el caballo al carro, de la casa trajeron una lona o una frazada vieja para que nos tapásemos mi madre y yo, y mi tío, cubierto por un gorrito de género que se empapó enseguida y una bolsa de arpillera a guisa de impermeable, regresamos.
Me quedó esa imagen: mi tío manejando en el asiento, bajo las gotas implacables. Mi madre y yo sentados en la caja del carro, bajo ese manto que se empapó enseguida. Lluvia, relámpagos y truenos.
Cuando llegamos era noche cerrada.
Mi padre tardó en volver cinco días.
Esta es la historia dolorosa que el hombre olvidó contar.


















INDECISION*



No debía haber entrado en aquella pequeña habitación en la que se quedó encerrado. Al tacto se dio cuenta de que a pesar de lo reducido de la misma había una puerta en cada pared. A la luz del mechero descubrió que estas tenían un letrero colocado a la altura de los ojos y vio también dos puertas más, una en el techo y otra en el suelo.
Vio claro que era un punto sin retorno porque no había manera de identificar por donde había entrado. Y vio claro también que debería escoger una puerta jugándose su futuro a tenor de la que eligiera. Un dilema de cuatro puntos cardinales mas el techo y el suelo.
En la puerta Norte la leyenda decía:
"La guía, el punto magnético, frío en el alma"
La desechó por no considerarse un líder y por miedo.
En la puerta Sur rezaba:
"Vida escasa, temperatura extrema, soledad"
Ni pensar en esta, sentirse solo siempre fue uno de sus temores.
En la puerta Este se podía leer:
"Especies y aromas, sueños vanos, pasión culpable"
Rechazó esta posibilidad por temor a las culpabilidades, aunque no se sentía culpable de nada.
En la puerta Oeste había escrito:
"Ocaso, mares embravecidos, distancia infinita"
Esta opción le dio más miedo aún que la anterior. Miedo a lo desconocido, a lo oscuro. ¡No!
En la puerta del techo leyó:
"Solamente para almas puras".
Ahí sabía que no tenía opción alguna.
Miró al suelo buscando el letrero y no lo halló.
Supo que tenía que decidirse rápidamente y que no debía escoger el suelo, a pesar de no haber nada escrito y precisamente por eso. Estaba en un mar de dudas y los minutos iban pasando. Se dio prisa a si mismo consciente de que no le quedaba tiempo y tomó una decisión. Se giró y en el momento que estaba delante de la puerta escogida se abrió el suelo y cayó. Cayó irremediablemente en una caída sin fin, cayó hacia la nada infinita mientras pensaba que su indecisión le había llevado a un destino inconcreto y eterno



*De Joan Mateu.












*


Una inmensidad de estarse repetían las jornadas…

Y ahí estaba él,

dibujando en el aire versos de ríos y jangadas ..

presumiendo proyectos con el mate,

una manzana en rebanadas

o esa tempranera manera de abrirme los ojos al paisaje.

Le divertía correr el sol tornasolado

y bañarme de luces con su canto.

Su sombra aún alienta en mis costillas

y un abecedario de vocales

grita su silencio

aunque esta constante lluvia cada noche

habita en el mutismo interminable del abrazo…


Dicen que el poeta ha partido al horizonte.

Y allá lo veo, transparente, con la luna en sus manos

y su silencio en mi boca…



*De Ana Lia Gattás. al_gz@yahoo.com.ar

















MI ABUELA LA CALANDRIA *



Las manos de mi abuela campesina
Inquietos jaríllales al viento.
Denunciantes De historias postergadas.
De mujer y labriegos
De calendarios de hambre.
De renuncias. De involuntario exilio.
De extensos quebrachales de miedo.
De rezos, de leyendas, de íconos en sepia.
Mi abuela heredera de mieses y de soles.
Mi abuela flor. Brote, rama, raíz. Fruto


En terrenal alquimia mezcla argamasa y lluvia
En el horno de barro se hace pan el milagro
Y perfuma, perfuma
Los cielos de la infancia.
Se confunden sus manos con la tierra.
Entierra simientes y dolores.
Casi secretamente
Desgrana semillas de esperanza.
El vellón de oveja desafiante la espera.
En sus manos, las nubes.
Se transforman
En calor. En abrigo,
En padre, en madre.
El oro es pajonal y en sutil filigrana,
puntadas y sueños se entrelazan
Surge entonces el nido: un canasto de paja.
Mi abuela es la calandria, la que siempre se queda,
Y canta cuando goza y canta cuando llora.
… El viento se detiene… para verla bailar
Sus manos se transforman en palomas y sus pies,
En ingrávidos gorriones.
Mi abuela, la calandria, la que siempre se queda



*De Amelia Arellano. amelia.arellano01@gmail.com

 (La calandria es uno de los pocos pájaros que no migran y viven por años en el mismo nido)























*


Creo que todos más de una vez pensamos en la sutil rebelión de las cosas, sobre todo cuando se pierden: allí parecen tener vida propia. Pero también cuando las percibimos caóticas en la oscuridad, o con la ingenua sencillez que tienen a la mañana, la indiferencia que afectan de tarde y la malignidad irónica que muestran al atardecer.


*De Liliana Díaz Mindurry. lidimienator@gmail.com







Inventren



-Próxima estación:

JUAN TRONCONI.

En el recorrido del tren literario por Ferrocarril Provincial:

CARLOS BEGUERIE.   FUNKE.   LOS EUCALIPTOS.     FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE.    GOBERNADOR UDAONDO.   LOMA VERDE.
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN. GOBERNADOR DE SAN JUAN RUPERTO GODOY. GOBERNADOR OBLIGADO.
ESTACIÓN DOYHENARD.   ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA.    D. SÁEZ.    J. R. MORENO.     EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY.   LISANDRO OLMOS.  INGENIERO VILLANUEVA.  ARANA.  GOBERNADOR GARCIA.
LA PLATA.



***


En el recorrido del tren literario por Ferrocarril Midland:

ELÍAS ROMERO.

KM. 38.   MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.   LIBERTAD.
MERLO GÓMEZ.   RAFAEL CASTILLO.    ISIDRO CASANOVA.  JUSTO VILLEGAS.
JOSÉ INGENIEROS.   MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE.  ALDO BONZI.   KM 12.
LA SALADA.  INGENIERO BUDGE.  VILLA FIORITO.  VILLA CARAZA.
VILLA DIAMANTE.  PUENTE ALSINA.  INTERCAMBIO MIDLAND.





InventivaSocial
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-Para compartir escritos escribir a: inventivasocial@yahoo.com.ar

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