sábado, septiembre 30, 2017

TELARAÑAS EN EL CIELO…



*Foto de Karina Macció.
“Telarañas en el cielo, atrás la pequeña sonrisa iluminada”.










El diablo en la botella*



Es tu mente, tu cabeza, Aladino,
la que debe ir adelante, provocando
la disolución de las rocas, la liviandad del aire,
porque toda la Obra es obra de la mente,
no del frotamiento, no del clamor del deseo,
de uno o tres deseos que serán concedidos a cambio
de que te deshagas a tiempo de la lámpara de aceite,
pues toda botella encierra un diablo.
Pídele dos, no tres, y deshazte de ella,
pero sobre todo, ejercita tu mente en el deseo,
no el deseo en tu mente, que la carcome a costa
de su satisfacción.

-Y será lo mismo, niño mío,
todo artefacto es del diablo
y toda obra de la imaginación es artefacto
y la pureza del espíritu ha sido perdida
y nada hay que nuestro dominio no abarque:
palacios, hangares, ciénagas, caminos.
Aquellas brujas del mar se hicieron silenciosas,
la mente, la fábrica, ha triturado, destituido,
realizado los croquis, los deseos, y
nada quedó para el candor,
excepto un fulgor
como de tardes, de pérdidas,
de nubes de invierno tras un vidrio-.



*De Jorge Aulicino, inédito










TELARAÑAS EN EL CIELO…









LAS PATAS DE LA MESA*



Mi abuela
observa a sus pequeños hijos,
no quiere que crezcan
no quiere verlos de pantalones largos
y bigotes finos,
si crecen se volverán hombres
y ya se sabe:
los hombres le hacen mal al mundo,
lo forjan con sangre.
Para que sus hijos
no cambien de tamaño
mi abuela los sujeta desde los tobillos
a las patas de la mesa.
El tiempo correteó rápido
entre nosotros. Y aquí estamos,
somos una familia
con gente de baja estatura
que se sienta a comer en mesas
de una medida descomunal.


*De Irma Verolín. irmaverolin@hotmail.com



-Irma Verolín nació en Buenos Aires en 1953.  Se formó en la escritura poética  pero comenzó publicando narrativa. A partir del 2013 retomó la poesía y publicó dos libros, el segundo gracias al premio de la fundación Victoria Ocampo.  Novelas: “El puño del tiempo” y “El camino de los viajeros”. Cuentos: “Hay una nena que gira”, “La escalera en el patio gris”, “Una luz que encandila” y “Una foto de Einstein tocando el violín”. Poesía: “De madrugada” y “Los días”. La editorial Palabrava editará su próximo libro de poemas: “Árbol de mis ancestros”. Es autora de algunos libros de literatura infantil publicados en distintas editoriales. Ha recibido numerosos premios: Emecé, Internacional de Novela Mercosur, Internacional de Puerto Rico, Fondo Nacional de las Artes,  Primer Premio Municipal de C. de Buenos Aires “Eduardo Mallea” entre otros.
Algunas de sus novelas fueron finalistas de los premios Clarín,  Planeta, Fortabat y La Nación. Fue becaria del Fondo Nacional de las Artes en 1999.














Odio los polígonos industriales*



Odio los polígonos industriales.
Mi primera experiencia laboral fue en uno de ellos;
en una imprenta ubicada en un sótano
donde apenas se intuía la luz del sol.
Tal vez sea ése el motivo
o tal vez ese olor
a cosa muerta
mezcla de gasolina
quemada, alquitrán,
metales al rojo o no sé qué...
Es un olor inconfundible
que define perfecta e inequívocamente
la existencia de un polígono industrial.
Cierras los ojos y lo sabes.
Estás ahí, escuchas
vehículos que van y vienen,
voces que gritan, chirridos,
máquinas en perpetuo movimiento;
abres los ojos y ves:
esas puertas metálicas,
enormes,
las naves gigantescas,
los camiones, la gente
embutida en uniformes
que insinúan una cárcel
sin barrotes y sin escapatoria.
Y al llegar la noche,
un silencio de muerte
como si el mundo estuviera a punto de extinguirse
o se hubiera extinguido,
salvo por la obstinada presencia
de ese hombre solitario
que camina entre las calles muertas
como un perro olvidado por los dioses.



*De Sergio Borao Llop. sbllop@gmail.com

-De Por si mañana no amanece, Poemas de @S_Borao_Llop












*


En las tierras oscuras donde el miedo era rey
construí una casa con el barro del río.
Sometí a la materia, la moldee entre mis manos,
le di forma de hombre, de ventana, de hijo.
Con mis ojos de amor parí cada mañana
un sol para entibiarme en los días más fríos.
Vi crecer las glicinas, florecer, derramarse,
convertirse en manojos de violencia azulada.
Vi pasar a los pájaros en su huida hacia el sur.
Los contemplé al volver en la urgencia del nido.
Todo es tan poco siempre cuando se mira lejos.
Tan poco y diminuto y lejano y perdido.

Debo dar las gracias a mis pequeñas muertes
por este cuerpo mío de vida generosa.
Llevo la cicatriz del que ha perdido todo de una perra vez.
Como todo el que aprende, yo también aprendí
que uno es apenas la suma
de todos los demonios que se ha devorado.



*De Mariana Finochietto. mares.finochietto@gmail.com

















POR EL OTRO LADO DE LO QUE TÚ NO IMAGINAS*


“Ay, cuánto duele
que salga el sol y me faltes,
que salga el sol y te sueñe.”
Noel Nicola



Vienes a mí, y yo no sé
qué puedo decirte para tapar los agujeros ciegos
que percibo en tus sentidos
tampoco cómo
darle vueltas al asunto
para que no te corten los labios.
Lo cierto es que, llevo horas
intentando convencer
a todo cuando conozco
para que el impacto del golpe
sea lo menos necesario.
Pero hasta ahora, solo un puñado
de sonidos respondió
a mi indagatoria. Y espero aquí
con esta monografía de adioses
justo con la inconformidad del papel
preguntándome: ¿qué puedo hacer?
Y es verdad que no sé
cómo recordarle a tus párpados
el sentido incongruente
por no saber mirar al revés
lo que imaginas que sueño
“que salga el sol y me faltes”.


*De Daniel Montoly. danielmontoly@yahoo.es













*

Nombrar a alguien. Hacer que el modo con el que suena ese nombre se fusione con una hoja que va pasando a la altura de tus hombros, y con la vecina que saludó con la mirada y con una mariposa amarilla, y con otra y otra más. Con incontables mariposas que van hacia el norte en el mismo momento en que soltaste la voz. Hacer que un nombre sea certeza. Nombrar para dar entidad.



*De Cecilia Figueredo. ceciliafigueredo@gmail.com












ESTACIÓN DE LOS SOLES*




ESTACION DE LAS LUNAS ABSORTAS

Sobrecogido. El niño mira las absortas lluvias.
Se pregunta porqué llora Dios. Se pregunta.
Tan serio. Tan niño. Tan hombre. Tan de amor sublevado.
Habla aquí y allá Tan lejos. Tan espera



ESTACION DE LAS FLORES

El niño mira el corazón de dios y le habla.
-Dios le contesta, siempre-
Nada le sobra al niño, nada le falta.
Sabe, de las calaveras nacen flores.



ESTACION DE LOS SOLES

Desde los pies le sube una virtud unida al polvo.
Un mundo donde la profecía no decae.
Sonámbulo trazaba contornos indecibles.
Rizos de oro. Soles. Trenzas rojas.



ESTACION DE LAS LUCES

Y le sube una llama. Mitad mujer, mitad niña.
Por los cuatro costados, de sur a norte, sube.
Real. Extraña. Idéntica. Distinta .El sol no es una estrella.
Y son torso de zarza. Luz. Maraña. Silencio.

El niño mira las absortas lluvias y musita.
Al oído del viento, musita. No solo de dolor se llora.


*De Amelia Arellano. amelia.arellano01@hotmail.com
Agosto/17

















*



Lo acariciado se rodea

brilla en la ausencia

descarnada cicatriz del deseo

o su palabra



*De Cristina Villanueva. libera@arnet.com.ar












HE COMENTADO A LAS ESTRELLAS*



He comentado a las estrellas
que no me miren mientras duermo,
puede que me quiten la sonrisa,
me lleven hasta el infierno.
He comentado a las estrellas que el suelo
brilla de mármol cuando lloras,
enmudece la muerte cuando se pisa,
ciega de humo el fuego,
Hablé a la madrugada que era muy pronto
para amar mientras ordenas los miedos,
las pupilas hierven, con la flaqueza de los
átomos en el sendero.
Le pedí que el secreto fuera eterno.
Pedí que fuera cierto, a la hermosura
que fuera
haciendo nubecillas con los dedos.



*De Isabel Rezmo. isabelrezmo@gmail.com












*


“Haz el duelo de lo que nunca serás para ser libremente todo lo que eres”.


*Pablo Krantz








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Frágil y Fuerte*



En el tren estaba sentado al lado de un muchacho que leía “Adiós a la filosofía” de Cioran.
Miré de reojo el texto y leí la palabra “escupitajos”.

Cuando bajé caminé unas cuadras y entré a una librería con la curiosidad del libro. Me atendió una anciana muy vital que echaba chispas desde unos ojos muy claros.
Parecía la dueña. Sin importarle que la escuchara, siguió protestando con tono de rabia contra alguien de su familia. Un empleado simulaba cierta escucha mientras acomodaba unos libros en los estantes más altos.
La situación me desubicó -creo- porque en vez de preguntar por el libro de Cioran le pregunté ¿La vida es frágil o fuerte?
La anciana bajó desde aquella nube de malestar donde expresaba a truenos sus problemas familiares y se dispuso a una respuesta:

Soy catalana. A los 14 años por una enfermedad desconocida estuve en coma por 4 días. A mi madre le dijeron que no podría hacer el equilibrio necesario para caminar.
Y la pobre quería dejarme en cama. Pero yo no me quedé. Me levanté, me caí y me desmayé. Luego conseguí andar en patines, me caía y me volvía a levantar.
“Me caigo y me levanto” decía una y otra vez.
Vivíamos en una chacra en Entre Ríos, al poco tiempo anduve a caballo.
Y seguí andando a caballo hasta unos años atrás. Tiré todo lo que me sujetaba.
Tuve hijos. 7 nietos. Y aquí estoy.
Pero le costó la vida a mi madre.
Ella que me veía tan frágil se murió a los 53 años.


-Me fui pensando que la vida es frágil y fuerte a la vez.


*De Urbano & Coiro.







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martes, septiembre 12, 2017

EN UN UNIVERSO LLENO DE AIRE…



*Dibujo de Erika Kuhn.













DETRÁS DE MIS OJOS*



Detrás de mi ojos cerrados
estoy yo
con los ojos abiertos
mirándome:
soy tan pequeña
que casi desaparezco
soy pura  uñas crecidas
y pelo largo
deformados los dedos de los pies
los codos tristes.
Mi pequeñez navega
en un universo lleno de aire,
nada más que aire.
El aire y yo nos pertenecemos
el uno a la otra
en este sitio blanco
donde mi cuerpo se deja estar
completamente abandonado
lejos de las palabras
ahora que mis ojos se abren
y se cierran
una vez más.



*De Irma Verolín. irmaverolin@hotmail.com



-Irma Verolín nació en Buenos Aires en 1953.  Se formó en la escritura poética  pero comenzó publicando narrativa. A partir del 2013 retomó la poesía y publicó dos libros, el segundo gracias al premio de la fundación Victoria Ocampo.  Novelas: “El puño del tiempo” y “El camino de los viajeros”. Cuentos: “Hay una nena que gira”, “La escalera en el patio gris”, “Una luz que encandila” y “Una foto de Einstein tocando el violín”. Poesía: “De madrugada” y “Los días”. La editorial Palabrava editará su próximo libro de poemas: “Árbol de mis ancestros”. Es autora de algunos libros de literatura infantil publicados en distintas editoriales. Ha recibido numerosos premios: Emecé, Internacional de Novela Mercosur, Internacional de Puerto Rico, Fondo Nacional de las Artes,  Primer Premio Municipal de C. de Buenos Aires “Eduardo Mallea” entre otros.
Algunas de sus novelas fueron finalistas de los premios Clarín,  Planeta, Fortabat y La Nación. Fue becaria del Fondo Nacional de las Artes en 1999.









EN UN UNIVERSO LLENO DE AIRE…








Idilio a fuego lento*

Hablando del amor y otras verduras
nos pusimos a cocinar.
Pelamos papas, cortamos cebollas
a lágrimas vivas, echamos sal.
Con el rojo de los tomates,
con el verde del pimiento y del perejil.
Prolijos los cubos de carne magra,
bien tapada la olla de hierro.
A fuego lento el guiso, a fuego lento el corazón.
Ya vendrán los hombres con hambre
hambre de guiso y de amor.
Agregar despacio agua caliente
después fideo caracol y esperar.
Justo a la hora acostumbrada
los hombres llegan, el corazón apura.
La mesa espera y la fiesta comienza.
Fiesta del pobre, guiso caliente
y la promesa de sábanas tibias...
Y acompañadas.

 
*De Elsa Hufschmid. elsifumi@yahoo.com.ar













ELLOS Y EL UNIVERSO*



Cuando la imagen de la desdicha de una familia puesta delante de nuestros ojos era irreversible, le pregunte a Kalman si tenía alguna buena historia que dejara pequeña a la soberanía de la muerte.

Kalman se quedo pensativo, había pasado muchas horas de vuelo para apenas llegar a ver a Germán su amigo de juventud adentro de un ataúd. A punto de ser enterrado en un cementerio privado.
Estábamos pisando lápidas con nombres de personas desconocidas bajo un cielo gris que por momentos nos rodeaba como llovizna.

-Sí. Tengo una historia justa para achicar la importancia de la muerte.

Lo relató un arqueólogo. El hombre participa de un equipo interdisciplinario que desarrolla una investigación en cuevas a las que se accede desde la ciudad de Dubrovnik. Son cuevas que ya habían sido bastante estudiadas en el pasado. La data de actividad humana realizada por carbono 14 muestra presencia desde veinte mil años atrás.
En este nuevo estudio se realizaron sorprendentes hallazgos que fueron interpretados como independientes pero ahora están siendo pensados -al menos como hipótesis- en conjunto.

Las excavaciones que se realizaron hace más de una década habían hallado piezas de cerámica de 15.000 años. Uno de esos pedazos había quedado bajo la mirada curiosa de aquel equipo científico, era parte de un objeto desconocido y aparentemente inútil para aquel grupo humano primitivo que habitaba allí, no era una vasija ni una urna funeraria.

La reconstrucción digital de los pedazos daba una imagen similar a una mascara con aperturas para ver y respirar. Quizá era el primer casco inventado como forma de defensa de los primitivos ante presumibles garrotazos de grupos rivales.

El equipo en el que colabora el arqueólogo amigo hizo otro descubrimiento que resignifica la lectura de aquellos trozos de cerámica.

En otra cueva, cuya ubicación se mantiene discretamente oculta para preservarla se hallaron pinturas y huesos tallados con imágenes con la misma data AP de los pedazos de cerámica en cuestión.
Son imágenes de la vida de esos primitivos: escenas de cacería de animales, mujeres talladas tipo Venus. Lo sorprendente fue el hallazgo de pinturas de humanos teniendo sexo montándose como lo hacen los mamíferos de cuatro patas. Las mujeres representadas con enormes pechos colgantes. Los científicos quedaron admirados por aquellos antepasados remotos que representaban al sexo y la procreación de nuestra especie como forma de derrotar a la muerte.

El gran descubrimiento fue observar que algunas de esas figuras humanas representadas en el coito llevaban puesta en su cabeza ese casco -o lo que fuese- similar al que se reconstruyo a partir de los pedazos de cerámica. La lectura inicial de los antropólogos suponía que hombres considerados "vencedores" podían tener sexo con las mujeres otro clan o tribu rival "vencido". Un detalle falseaba esta hipótesis, también había mujeres representadas con ese ¿casco? puesto teniendo sexo con hombres desprovistos de ese objeto en su cabeza.

La duda inicial los llevo al tiempo a descartar que esa cerámica fuese parte de una defensa de guerreros o una máscara ritual.

La siguiente hipótesis los llevaba a pensar que ese grupo humano que vivió allí representaba su relación -incluso sexual- con otros seres provenientes de una civilización "técnica" La cerámica sería entonces una imitación -digamos- de una escafandra de seres llegados del espacio sideral. O -porque no- parte del atuendo de viajeros en el tiempo provenientes de este mismo planeta.

No hay, -cómo te imaginaras- ninguna conclusión certera en estos estudios. A Germán le hubiera gustado conocer esta historia. Mas aún por título del proyecto bajo el cual se sigue investigando: "Ellos y el universo"



*De Eduardo Francisco Coiro.














Asidas como en mortaja carnaval de penas blandas*



Dedicado a Santiago y Buenos Aires en primavera,
y a mi jardín en otoño.



Suben
bajan
vuelan
solas.
Como el rumor de las hojas
piensan
sudan
se idolatran
caen.


Como el dolor de las rosas
duelen
suenan
bailan
se columpian
mientras pasan
por la ventana vacía
paladar de penas rancias
Como el sabor de las cosas
en el pasar de las horas.

Añejadas
limpias
amargas
y ajenas.
Como el hornero en la rama
solas
quietas
puras
ocres
taciturnas
caminantes
y muy cálidas.

Como el vapor del barbero
cuando retiran el agua
suben
bajan
y encogidas
se estremecen
como hace el pasto en la parva.
En bienvenida de agujas
y en penar de penas blancas
bajan
caen
duermen
corren
ruedan
abrazan
pasan
se avalanchan.

Como el correr de la vida
danzan su danza macabra:
los versos que me has pedido
ya no quedan en las ramas.
caen
corren
se entrelazan
callan.
Como manzanas maduras
que ves podrirse en la zarza.

Fueron tu guiño y
mi enojo
fueron tu tiempo y
mi olvido
fueron
pero el viento
las volvió
entre esquivas
y arrogantes.
Como sueños
agotados.

Cuando soñadas
sus penas
fueron las mías
y mis ansias
sus palabras
fueron
sus manos
aladas:
su sonrisa
fue mi máscara.

Carnaval en armonía
silencio de penas blandas,
sonrisas de las gaviotas
cuando se lanzan al agua,
su murmullo en mis palabras
festival de penas blancas.


*De Marta R. Zabaleta mzabaletagood@gmail.com
-Londres, octubre 2003















Si la vieran los de fuera.*



Juan se agarraba la cabeza. Martita yacía tendida en el piso junto a su cama El rostro demacrado, la piel exageradamente blanca.
Sabiendo lo que mezquinaba sus cosas no entendía para qué había entrado a su cuarto. Odiaba que alguien revisara el escritorio o la mesita de luz.
Trató de reanimarla, en vano. ¿Se habría desmayado?, ¡qué raro!
-¡Martita, Martita!- gritó mientras la sacudía por los hombros. Martita permanecía etérea y lívida, los ojos cerrados e inmóvil.
No supo qué hacer. ¿Llamar a emergencias? Se complicaba porque empezarían con las preguntas y buscarían a la policía. No era simple explicar de quien se trataba. Éste era un caso inaudito.
Trajo un paño embebido en agua helada, no reaccionó; tal vez agua tibia, tampoco.
No consiguió hacerle pasar algunos tragos de café amargo ni de té dulce. Martita seguía en su apariencia de muerta.
-¿No estaría fingiendo?- después de todo la había sorprendido creía hurgando sus pertenencias.
Fue a buscar una revista y le dio aire pero siguió sin reaccionar.
-¡Martita!-volvió a gritar. -Te perdono, háblame por favor.
-¡¿Quieres que venga mamá?! No me gusta preocuparla. Me obligas a llamarla, te caerá una fuerte reprimenda. ¡Mira que asustarme de este modo!
Martita abrió un ojo, luego el otro y se esfumó en la oscuridad.
Es una fantasma caprichosa. Después de su muerte, hace más de treinta años, no ha querido desprenderse de nosotros. Los de la casa no le tememos pero… ¡si la vieran los de fuera!


*De Ana María Broglio. anamariabroglio@gmail.com
Villa Gesell













*


A veces,
cuando quedamos solos,
entre los dos nace un silencio,
un huequito abisal que crece y crece
manso entre las horas de la tarde.
No le tememos.
Es un silencio amable
que nos espía desde las páginas de un libro
o se queda jugando
entre los dos
en la cola de los supermercados.
Lo mimamos. No es poca cosa
tener en casa un silencio tan decente
que se limpia las alas al volver de la calle.
Por las noches,
se acurruca entre los dos.
Nos miramos desde lejos, como náufragos
y abrazamos con amor a ése
que ya es como un hijo,
pero no.



*De Mariana Finochietto. mares.finochietto@gmail.com















PINCELADAS*




1

La piel que me desabriga contra el desamparo
se abriga
con las gélidas plumas
de los cisnes



2

Siento cómo sus blancas dunas
se van reflejando con inquietud dentro de mi boca
apaciento a los demonios
de la brisa
hablándoles en la lengua de Numancia

salgo y echo mano de mi lanza de Quijote
para arrebatarles mi apetito
a las fauces
de esos dragones



3

Tres muertes
no fueron suficientes para justificar
la entrega heroica de Pessoa
al poema,
por lo tanto,
no sé cuántas veces he de morir
para que las letras
justifiquen mi inmortalidad.



*De Daniel Montoly. danielmontoly@yahoo.es











*


Ella no buscaba un cuento con final feliz sino ser feliz sin tanto cuento.


*De Joan Mateu. joan@zarca.es








Inventren






ESTACIÓN POLVAREDAS*



El viejo pueblo de Polvaredas se alza como una mancha de tristeza en los ojos del horizonte, pueblo de innombrables en cuyas cantinas sirven las mujeres las sonrisas más seductoras combinadas con el polvo que el viento arrastra de una mina anciana y sin oro. Por una de sus laderas el amor se confunde con la brisa. Y la estación donde una vez el tren recogió a los hombres que con rumbo a la sierra se abrigaban con pedazos de cuero de vaca, porque la soledad del frío sufre del rigor del mal de altura.

Polvaredas es el vestigio de lo que cualquier hombre ilusiona. Un clítoris en medio de ninguna parte. Una basílica que ofrece al hombre una esperanza. Esperanza que cada día se torna más escasa, como la pluma de un ave Fénix o la cola de un dinosaurio. Pero el hombre vive de sus ilusiones. Y la Polvaredas, hija del tren, conocida como el punto de la suerte que la mala fortuna olvidó recoger del suelo, le extiende sus brazos a todo aquel desarraigado que se aventure a pasar por ella para que haga de ella su mujer y no su amante.

Tal como en La Vorágine, como una jungla de ocaso abraza a cualquier cuerpo hasta hacerlo sudar. Lo exprime. Lo seduce hasta convertirlo en ciego a otros pueblos lejanos y olvidados por los cartógrafos, pero son sus secretos de mujer, los que se apegan al paso del único tren que la cruza de extremo a extremo dejando atrás un sempiterno criadero de nubes preñadas por el polvo cobrizo. Nubes que dejaran mañana arrugas como los plisados en la falda de una colegiala alzándose sobre los rostros huraños y ásperos, que durante el atardecer se aventuran a preparar sus maletas. Las que nunca llegarán a abordar el tren de la medianoche.



*De Daniel Montoly. danielmontoly@yahoo.es





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JUAN ATUCHA.  
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JUAN TRONCONI.    CARLOS BEGUERIE.   FUNKE.   LOS EUCALIPTOS.     FRANCISCO A. BERRA.
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JOSÉ INGENIEROS.   MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE.  ALDO BONZI.   KM 12.   LA SALADA.   
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