domingo, octubre 30, 2011

MUY POR ARRIBA VOLABAN LAS CIGÜEÑAS...



*Dibujo: Ray Respall Rojas.
-La Habana. Cuba.





EL MATE COCIDO*


Bien dicho, a bien respondida si la pregunta se me hiciere, no es el mate cocido una infusión que concite mi entusiasmo.
Según Amaro Villanueva, este “té mate”, fue inventado por los jesuitas, que en la misiones no podían permitir que sus guaraníes se distrajeran del trabajo –que sería arduo de por sí- tomando mate en calabacitas y bombillas de caña, a la cual le adosaban una redecilla para que la yerba no pasara a la boca.
No puedo decir que esta bebida está entre mis preferidas, pero debo reconocer que cumple en mi biografía algo más que un símbolo, una marca tal vez que siempre llevo en el trajín del hogar humilde.
Dos cosas me traen a la mente la mención del mate cocido. La primera es íntima. Cotidiana. Por las mañanas mi madre me hacía unos suculentos cafés con leches recién ordeñada, gorda, nada de rebajas, traídas por los lecheros de entonces: los hermanos Brog, y Victorio Maiorano, don Ángel Escudero, algún otro que olvido.
Como quien dice, el reparto comenzaba allí en esa cortada, por lo tanto en invierno era noche aún cuando chistaban los caballos y mi viejo salía con una ollita “para la familia”, decía. Nunca le vi probar una gota de leche.
Este desayuno era acompañado por un buen trozo de galleta y a veces -muy pocas, ¡ay¡ para mi gusto- le pasaba un poco de manteca a una rebanada. Pero era un artículo muy caro, por lo que recuerdo.
Había que conformarse con comprar muy de vez en cuando medio paquete, que el “Cholo” Belluschi cortaba con perfección y maestría, ya que no venían sino en de 600 gramos.
Los parientes de las chacras cuando era la época nos traían factura de cerdo o manteca casera, verdadero manjar. Pero para abreviar diré que mi desayuno eran esa gran taza chacarera con el café con leche humeante.
Pero por las tardes la cosa cambiaba. Mi vieja me daba de merienda una taza de mate cocido con leche, que no me gustaba, pero que bebía sin chistar, como todos los niños de entonces y como ya a esa hora mi madre tenía la cocina limpia, yo era el encargado de lavarme mi propia taza.
Nunca pregunté, ni siquiera de adulto esta costumbre, pero imagino que la razón estaría en el precio del café, siempre muy caro. Ellos, mis padres, tomaban mate amargo, en bombilla, tanto a la mañana como en la merienda. Tal vez comieran un pedazo de pan, pero no lo recuerdo.
El otro vestigio memorioso que tengo de esta infusión me resulta más compartido y más social.
Era la merienda obligada que interrumpía los duros trabajos de entonces.
Diana Bellesi recuerda amorosa y certeramente la tarea de llevar el mate cocido al campo, cuando los cosecheros se tomaban un breve descanso para comer un pedazo de pan casero, un trozo de queso y unas rodajas de mortadela empujados por el vivificante y popular mate cocido. La tarea de transportar esa pava inmensa, de no menos de cinco litros la llevaban a cabo las mujeres más jóvenes de la chacra, seguida por una multitud de hermanitos menores que no se perdían oportunidad de pasar la aventura de cruzar grandes extensiones que tachonaban las flores blancas de la alfalfa hasta llegar al campo donde el trigo era segado por las heroicas trilladoras de entonces, como seguramente el maquinista desde su alto puesto de conductor veía de lejos ese heterogéneo movimiento de vestidos claros y sombreros grandes para cubrirse del solazo matador de diciembre, detenía el motor y esperaban el vivificante mate cocido. Cuando llegaban estaban sentados a la sombra de la máquina: el conductor, el bolsero y el costurero. Básicos pilares de la trilla de entonces, cuando se iban sembrando las bolsas por el campo y luego llegaban los alzadores, que eran siempre dos. Los llevaba un tractorcito que tiraba un acopladito para ir juntando el trigo. Esas bolsas se irían a estibar en los grandes galpones hasta que vendrían en camiones a retirarlas de la casa cerealera donde el chacarero tenía una cuenta, ya que además estas casas le vendían los arneses para los caballos, la ropa de trabajo e incluso la mercadería, ya que todos tenían un almacén de ramos generales.
Como se habían endeudado antes de la cosecha, entregada ésta no faltaba el colono que saliera derecho o aún con deudas a saldar con las cosechas venideras.
Es muy certero el recuerdo de Diana, uno estaba metido allí, entre mayores que comentaban sus historias, con su inflexión de oralidad. Para la memoria futura de esos chicos que ávidamente las tomábamos para recodarnos después.
Yo acompañaba a mi madre cuando llevaba el mate cocido a mi padre que trabajaba en los hornos de ladrillos de don Máximo Spizzo, no lejos de nuestra casa, pero había que dar un rodeo, ya que la calle Avellaneda moría en el cañaveral de don Juan Peralta, no estaba la ruta aún, por lo tanto, la calle tampoco estaba abierta. Dábamos un rodeo por la calle de los Correa y de los Vélez, y llegábamos al Camino del Diablo, y allí, nomás, a la orilla del pueblo debíamos pasar entre los hilos de un alambrado y allí sí, estaban esos hombres sonrientes, cubiertos de barro, de tierra o de hollines infamantes.
Mi madre con su pava, yo con dos tazas, porque si bien ya había tomado en mi casa un rato antes, repetía porque quería acompañar a mi viejo.
Mi vieja abría un repasador y sacaba un pedazo de queso, otro de galleta, y ahí yo me sentía feliz, porque juntos tomábamos la verde infusión, muy por arriba volaban las cigüeñas, sosteniendo el sol con sus grandes alas como sábanas y un concierto de teros gritones hacía coro en ese rincón de un campo cuando todo era principio.













¿DÓNDE MUEREN LOS PÁJAROS? *



*De Laura Beatriz Chiesa. labechiesa@yahoo.com.ar



Criatura indefensa que encierra el privilegio

de recorrer distancias, de nadar en el sol,

de llamarse con trinos, de apantallar alturas

o largarse en picada defendiendo su amor.

Hijo del viento errante de climas especiales,

que pese a ser pequeño hieres la inmensidad.

Corazón comprimido en musculoso cuerpo.

Diminuto modelo que vaga su ansiedad.

¿Dónde mueres viajero? ¿Dónde ocultas tu don?

¿Te desintegra el aire? ¿Te devora un mayor?

¿Te llama el horizonte y penetras en él

como en un hueco oscuro que deshace tu ser?

¿Sabrás de un lugar santo que te brinde una cruz,

o te evapora en llanto la luna con su luz?

Pequeñez emplumada que agitas, con tu andar,

partículas de aire para poder llegar.

No sabes quién te llama. Atávico dictar

endulza tus deseos y te incita a volar.

Así pasas la vida, imitando al Señor,

que desplaza su aliento visitando hasta el sol

o que te sopla fuerte, tu pluma o tu plumón,

para que sigas firme la ruta del adiós.

¿Dónde mueren los pájaros?, seguirá en mi pensar.

Tal vez no sepa nunca de tu viaje final.

Tal vez ese secreto se adormezca en mi ser,

y en algún sueño eterno, te revele inmortal.












Cuadernos y Palabras nº13




Entre claves oxidadas
y destiempos




*LEÓN KOMOROVSKI.







LA CASA ESTABA SIN SOL


"La casa perdida vive en alguna parte.
Allí donde los seres queridos que murieron
nos están esperando"
RAÚL GONZÁLEZ TUÑÓN





Es difícil ganar el espacio
desde la fotografía.
Las banderas perdidas en las esquinas
emergen de frías habitaciones
repletas de gente.




Cuántas cosas debo contarte:
la casa estaba sin sol
y encontré el silencio,
quise hablarte.
Los encuentros en la ortografía de los cuerpos
formaban esa frase que el viento
hace tiempo me señalaba.
La línea se termina
y el inventario advierte.




Todo quedó en la cortesía del paisaje.




Pero otra vez la muerte
enciende los diccionarios de la biblioteca
y no hay espacios para las despedidas.
Ignoro todo:
el tránsito, los adjetivos, las pertenencias.




En la plaza se postergan los juegos
y la niñez es un paréntesis
donde no cabe la poesía.
Definitivamente ahora lo sé:
la lluvia y el invierno
se construyen con el mismo ardid.













UNA CORRIENTE ADIESTRADA DE SIGILOS



Camino por última vez las apariencias,
entre los muros insomnes
observo aletargado el misterio de los años
pero me niego
impostergable,
te llamo a la vivencia posible de los atajos
y nos acarician los vientos,
el martillo del tiempo
como una corriente adiestrada de sigilos.
No nos resignemos a la oscuridad.
Hay una lámpara disfrazada
en la consigna del inventario.
Es posible la búsqueda
entre claves oxidadas y destiempos.
Sé que me esperarás,
con una ofrenda calibrada de pétalos caídos,
en la intemperie del vaho harapiento
de los cuerpos amanecidos,
sin lunas presentidas,
sin el acecho
obligado
de callarme.
Me escondo para que otra vez
disimulemos las paredes,
para que no seamos una procesión
de mentiras ensayadas.




Y sé que en el fondo esperas,
porque detrás de todo los pellejos se rehúsan,
clama la meditación de nuestras sentencias.




Sé que me esperarás
o recorrerás descalza,
las mismas espinas de mi condena.










APOCALÍPTICA MISIÓN



Por los corredores develados
de la trampa del destino,
te vas;
por este tramo confundido
que desviste la verdad
de ser y no ser.




Te vas,
naufragando el pasado
-contrapunto de las horas-,
aprisionando hogueras
vida y no vida
muerte y silencio,
enhebradas secuelas
cuajadas de soledad.




Te vas,
mordiendo confines
-la nada-,
trepando alfileres,
aleteando raíces
alimentadas de llagas.




Te vas,
rescatando el infinito
-la condena-,
apocalíptica misión
que depara
esta dispersa realidad:
mía/ tuya,
del silencio.










CON NUESTRA PROPIA MUTACIÓN DE REBELDÍA



Te han suspendido aquí,
en los labios apacibles del infinito,
para que me sueñes,
juzgues la luz,
quiebres los momentos inmolados por presencias.




Vuelvo a tus silencios
quebrantando
horizontes de palabras,
hurgando la piel violada.




La mueca muere en el intento,
mitigando el sacrificio,
la sinrazón,
la abandonada apariencia
que desabriga la siembra,
para que no te encuentre,
para que arrepientas
sin doctrinas y atribuciones.




Mientras la primavera
cela los brotes de un nuevo amanecer,
clamo a los vientos del retorno
para que callemos
con nuestra propia mutación de rebeldía.




Y para siempre...
los arcángeles de la memoria,
me seguirán justificando
tu vuelo.










CUANDO LA METÁFORA HIERA LA MAREA DE LOS TIEMPOS






¿Dónde estarán los dioses
que conquistaron la imaginación,
los ríos anónimos que atravesaron
las últimas palabras del poeta,
los relojes que se apiadaron de lo vivido,
las oscuras horas de instantes
que no volvieron desde la ternura?


Escindirán las vocaciones de aquellos
que escaparon oportunidades.
Tornarán las sensaciones dormidas
que marcaron edades.


Somos pocos los que quedan.


¿Dónde inaugurarán silencios
aquellos rostros que partieron?.
¿Dónde la naturaleza labrará retoños
de los momentos compartidos?.
¿Dónde recalarán los sueños
de aquellos abriles
meciendo lágrimas de despedidas?.


Quizás mañana,
advertirán descalzos los rieles existenciales,
la mirada herida
de los pasajes decisivos,
se darán cuenta
que naufragan la oquedad;
se profana una etapa
en la recordación de los vivos,
como celando la muerte inmerecida del viento.


Cuando vahos hiendan los versos inconclusos:
la poesía gris.


A la orilla de las emociones,
la esperanza renacerá
cuando la metáfora hiera la marea de los tiempos.










PARA QUE OLVIDES






Quieras creer en el olvido,
en el linaje entintado
del que despierta en soledades amarillas.




Sabe a tiempo/ a desarraigo,
a una conquista de torcazas,
trigales tallados de abriles.




Quieras creer en los entresijos
o bastará que te internes
vorágine
en este pergamino,
sin ser/ o creer,
simplemente para que olvides.












ROSTROS EXILIADOS DEL DESTINO






I




Apenados los ojos
van calando soledades sin nombres
caminando oscuridades,
sintiendo la emboscada de las horas
en una rutina de un tiempo que se fue.




Desde un presente coexistido,
se ahogan las luces de los confines,
los rostros de esas muertes
que provocaron el significado del llanto
calcinan almanaques,
duermen los instantes del presente
la cerrazón de los sentires.




Son ellos,
con la mirada trascendida
avanzando en sus luchas contra lo inexplicable,
como profanando alegrías en la quebradiza maraña de un suspiro.
Su andar lento por estampas de genealogías inacabadas.
Tienen gritos en el alma
más les cuesta expresarlo.




Son ellos,
los que pernoctaron noches en el frío del silencio.






II




Tenemos instantes cohabitados:
la memoria y yo.




Son ellos,
atentos a cada designio,
como queriendo llamarnos en la vigilia del ruego,
como rostros exiliados del destino
que se funden en esperanzas replicadas.




Ahora las lágrimas desenlazan pesares,
se pronuncian nombres,
efluvios apagados de todo lo que fue.




Todo es vacío:
desolación de la fotografía.










NOSTALGIAS DE SAL




"Me he quedado quieto, sólo para sentir mi corazón".
DAVID LINCH








I




Aquí estoy una vez más
en esta estación de sombras,
donde conocimos el significante del desprecio,
y sobrevivimos al temible pasaje de la controversia.




Llora su pena de cristal,
la noche,
sobre recintos de este vidrioso encuentro.




Llegará ese día en que el reflejo
penetre la armadura del naufragio,
que seamos cadenas laceradas
para este destino de conjuro
tallado por pálidas resurrecciones.




¿Dónde miente en llamaradas la obediencia?.






II




Esta estación de sombras
nos acompañará hasta el reencuentro final
por ese tramo ávido de emociones.
Propagando los refugios,
el frío recorre nostalgias de sal,
desobedeciendo a la muerte
tejida de intuiciones
que no conocerán
las veladas transparencias de los tiempos.




Y llegará ese día
como una sustancia desposeída de futuro
nosotros inmóviles
como haladas figuras,
designaremos un idioma,
para esta ciega vigilia que nos consume.




Seremos un único eco
ahorcado de palabras:
nuestro silencio.










NO VALE LA PENA SABERLO DE ANTEMANO






La edad del lápiz
es la última lección del papel.
Desciende la tarde de domingo
por la costumbre doliente de las flores.
En un cuadro, la obsesión de la ventana.




No estaré aún en la profundidad;
el filo de la sala
refracta la luz del molde.




Afuera avanza
el débil cordón de la espera
y una palmada anuncia el llamado.




Es cuando nos damos cuenta
que las puertas tienen libertad
y no vale la pena saberlo de antemano.




La memoria me mira.




Pero la muerte,
la oficiarán los perros.












NO HAY LUGAR PARA LAS LÁGRIMAS






¿Cuántas noches habrán sido
las que despertaron los poemas más grises,
las que deshojaron los rosales
de este primitivo acto de amar,
de dar a las cosas un sentido diferente
y de aceptar que con el paso del tiempo,
arrepentimos instantes
que no regresarán más que al evocar?.
¿Cuántas palabras habrán resucitado tus ojos nuevos
por el mismo engaño que nos compromete?.
¿Cuántos momentos únicos que calibran la memoria
en una rutinaria emoción
que cruza las mañanas y enloquece los despertares?.
¿Cuántas distancias para este mismo encuentro,
hamacando las expresiones
hasta quemarle su armadura gris
que se retracta en versos de antiguas comarcas?.
¿Cuántas noches llegaron al mismo sueño,
al mismo final por el atajo de la nada,
para resumirse en lo de siempre,
en el pacto gastado de caricias
y el insustancial pasaje de los vientos
por ligaduras de lamento?.




¿Cuántas horas / cuántas miradas / cuántos sentires
son sabedores de lo que vendrá?.
¿Cuántos días se escaparon
por la brevedad del brote de un suspiro?.
¿Cuántos amores depositó la noche en su vestidura
para enamorarlos de trinos fugaces?.
¿Cuánta soledad revivida en cada llegada?.
¿Cuánta intemperie sin argumentos?.
¿Cuántas risas hay en los espejos?.




Ya no hay lugar para las lágrimas.




Cada cual desplegará sus redes interiores
para inaugurar aguas de un tiempo diferente.










Y QUE NO EXISTAN HORIZONTES EN EL RECUERDO






En el confluir de las edades
habitan las alfeñiques cicatrices
hacedoras del silencio.
Ayer eran de sonrisas los caminos del regreso,
pero hoy sigo aguardando sin saber,
que atraviesas
el anonimato de las injusticias.




Prodígate a las victorias,
fingiendo lápidas de sal evaporadas de violencia.




Desvanece las mitigadas invasiones
de un tiempo
que fue metamorfosis para esos días
que otros anhelaron desde su indiferencia.




Inquiere bajo esta soledad
un páramo donde hayan recalado
armonías de un pasado resplandecer.




Aunque este sea el último soplo que absuelva
tu cielo imaginado,
intentemos vivificar las alas de la piedad
y volemos sin prescribir destinos,
en nuestra propia sed para sobrevivir.









MANSEDUMBRE DE PERFILES




Hemisferios de luto,
cobijan este cuerpo participe,
que atisba desde el follaje secreto.




Las pendientes desvisten la cobertura abismal,
que segrega
desde la atadura cómplice del verso.




Emigran ilusiones
en cadenas cósmicas,
cruces apócrifas,
hilvanando las horas,
la partida,
-infinitud de pasado en vidaque
aguarda y eterniza
alojándome en su obstinación.




Hay un hálito,
una mansedumbre de perfiles
ya existidos,
hay miradas ególatras,
se derriba, desabrigado,
el muro de sombras cloroformices.
Me sumerjo al vuelo...
No lo oscilo
-he sabido rescatarme en la oquedad-.




(reposa el papel,
junto a la larva
de la eternidad).










PELLIZCOS DE LA SOSPECHA






Es en la tarde de mi tiempo,
donde los umbrales de los vidriosos secretos
buscan agonizantes
el disturbio del descanso.




Después de todo será la luz
la que encienda gotas en los paisajes a tientas,
la que reviva las llegadas,
la que me avise el derribo por secuelas
que la claridad abrigará nuestros arrojos.




Las señales inquieren todas las sediciones,
se sospecha el aroma fugaz de las cosas,
el sonido del destierro
y la nada en el hueco conexo de la impronta.




Es ese río que recorre los verdes pellizcos de la sospecha,
el viento que derriba testimonios simétricos.
Y en lo más profundo de mi recuerdo
deambula la regresión de mi poema,
en este papel líquido de la espera
donde el mundo intenta pero no puede adormecerse.








-León Komorovski (Coronda, Santa Fe) 25 Años- Profesor de Audioperceptiva y de Piano.
Egresado del Bachiller Universitario en Ciencias Jurídicas y Sociales(UNL), estudiante de la carrera de Abogacía. Docente de Educación Artística Nivel Medio y Primario. Actualmente es Subsecretario de Cultura de la Municipalidad de Coronda y Coordinador de la Comisión Municipal de Protección del Patrimonio Cultural. Dirigió Talleres Literarios.
Autor del Libro: "En el Insomnio de las Estatuas", Co-autor del libro de poemas "Puntos de Partida", participa de numerosas antologías regionales, nacionales e internacionales. Conductor y guionista del Programa Radial que se emite por FM 104.3 de Coronda: "Con el mismo idioma", Declarado de Interés Cultural Municipal, Provincial y Nacional, "Faro de Oro" 2004/2006. Ha sido Jurado en Certámenes Literarios y Olimpiadas de Poesía. Es Socio Honorario de la Sociedad Argentina de Letras, Artes y Ciencias. Ha obtenido alrededor de 95 Premios en su quehacer Literario, entre los cuales se cuentan varios de carácter internacional. Integrante de S.A.D.E Seccional Coronda.
E-mail: lenako16@hotmail.com







Cuadernos y palabras.


Edición Cooperativa de los Autores
Coordina: Oscar A. Agú. oscarcachoagu@yahoo.com.ar


Colección LuzAzul.











COMBATIENDO EN CUBA*


(La Hazaña del Pequeño Capitán)



El Comandante Fidel Castro bajó de Sierra Maestra, y ya no encontró casi resistencia. El mismo Ejército Regular se iba pasando a su bando y se sumaba a sus huestes. Entró triunfalmente en La Habana y proclamó el triunfo de la Revolución del Pueblo. Y ese pueblo jubiloso se mezcló a sus bravos soldados aclamándolos victoriosos.
Era enero de 1959, en plena Guerra Fría, y esto permitió a la entonces poderosa Unión Soviética, posar la zarpa del temible Oso Ruso, en el umbral mismo de Occidente, recalentándola a tal grado que parecía a punto de estallar el mundo entero. Fidel y su roja estrella, se convirtieron en el centro del mundo de aquel tiempo.
Los progresistas del tercer mundo lo vieron como una esperanza, mientras que la amenaza comunista, estremecía el orden establecido de toda la sociedad; y nuestras Fuerzas Armadas, designándose como la reserva moral y custodios de ese orden, estaban lógicamente en guardia y sumamente alertas.
Así las cosas, en enero de 1960, nos incorporamos al Servicio Militar Obligatorio, con veinte años cumplidos; yo en Santa Fe, en el Liceo, como soldado conscripto, donde sólo había una compañía, con unos sesenta integrantes; mitad Rosarinos, y los demás norteños. Los cadetes estaban de vacaciones y no regresarían hasta el mes de marzo.
Como estuve unos días en el Distrito de San Justo, me incorporé una semana después. Pero todavía no estábamos completos. Pasó otra semana, en plena instrucción, y llegó un nuevo integrante a sumarse a nuestra Compañía de Servicios.
Era un joven de cuerpo menudo, muy flaco, casi esmirriado, de hablar algo inseguro y una voz ronca y algo rústica, que amenazaba tartamudear. Retraído, como esquivo, algo huraño; de mirada baja, huidiza, cara huesuda, mentón hundido, y una nuez de Adán prominente. Ni fuerte ni viril, no se lo veía ni como héroe, ni como valiente.
Ejemplar hecho a medida, para ser objeto de bromas y burlas, especialmente de los rosarinos que no eran de lo mejor; sumamente “vivos”, “piolas”, y engreídos; además dijo venir de Buenos Aires, y haber combatido en Cuba, al lado de Fidel Castro. No le creyó nadie y se le reían a carcajadas. Era el hazme reír. Cayó simplemente en ridículo, Le pusieron mil sobrenombres, y al fin le decían Noé, no porque ese fuera su nombre, sino una deformación de “nuez”. Su apellido era Perazza.
Al principio luchó muchísimo por hacerse creer, y más insistía más se le reían. Intentaba demostrarlo contando alguna de sus supuestas experiencias y anécdotas, pero era burlado y rechazado por todos. Lo único que recibía eran burlas y risotadas.
Terminó apartándose de todos. Siempre que podía estaba alejado y taciturno. Me daba pena. Terminó acercándose a mí, porqué vio que lo trataba distinto. Yo no lo importunaba, ni le preguntaba nada que pudiera molestarlo, y se empezó a sentir bien conmigo. Poco a poco se fue abriendo, contándome de su vida.
Era huérfano, y fue criado por una tía. De chico tuvo fiebre del heno, una grave dificultad respiratoria. Me mostró una gran cicatriz en la garganta, donde una operación le salvó la vida. Deduje que eso habría incidido en su desarrollo deficiente, y seguramente en su carácter entre tímido y resentido. Quizás tratando siempre de superarlo, se apartaba de todo, inseguro; quiso irse lo más lejos posible. Eso lo hizo soñar en ser alguien, realizar alguna proeza; o perderse para siempre…
Soñó con Cuba. Quizás si llegaba allá y se unía a las fuerzas revolucionarias, lo recibirían sin fijarse tanto en su físico, y tal vez tendría oportunidad de demostrar, de lo que sería capaz. La vida misma no le importaba mucho, así como lo trataba. Eso le daba valor para enfrentar al peligro, o intentar cualquier empresa, que le diera confianza y valor. Su sueño era sentirse grande, fuerte; y desafiar, a todo el mundo si fuera necesario…
Un día se embarcó en un tren carguero y viajó entre bolsas de harina hasta Salta, de allí pasó a Bolivia, e ingeniándose, con muy diversos medios, sin casi dinero, y con muchos sacrificios, fue subiendo al norte por el mapa de América del Sur, trepando la cordillera de los Andes, de país en país… hasta el Caribe, y finalmente a Cuba. Siempre como polizón, clandestinamente. Me contó cien anécdotas y detalles. Me apasionaba escucharlo, Podía no ser cierto, pero merecía serlo…
Las vivencias que me relataba, de su permanencia con el ejército revolucionario de Fidel Castro, me fue contando por las noches, cuando tras la cena, teníamos un par de horas de descanso, y nos desperdigábamos en el gran patio de la compañía. Muchas de estas cosas ya las había contado, cuando trataba de hacerse escuchar, al principio, entre los demás.
Decía haberse destacado en las misiones de reconocimiento o de avanzada, cuando a veces debían conseguir provisiones, y llegar a los poblados, o pequeñas ciudades protegidas por el ejército de Batista. La estrategia y la táctica debían ejecutarla en el momento, y según las circunstancias. Generalmente eran misiones nocturnas, y solían tener encuentros y escaramuzas con partidas militares, en las que; o lograban esquivarlas o debían combatir. Según él se destacó enseguida por su capacidad de reacción, y de preeminencia de manejo en situaciones de apremio, y de peligro. Los jefes cada vez le daban más protagonismo, y terminó detentando el grado de Capitán.
Eso de Capitán a tan sólo diecinueve años, era muy difícil de creer. Pero él me aclaraba que no, que eran tiempos apremiantes, de combates, y escaseaban quienes se destacaran y a esos les daban el mando, más allá de la edad o la presencia. Era el coraje y la capacidad de lograr objetivos, y conducir grupos, y decidir en el momento las estrategias, de cómo lograr el éxito en la misión. Sea como fuere, yo lo escuchaba. Sentía como que algo había. No podía ser todo fantasía.
Todos lo miraban con ironía, con sorna…
Hasta los oficiales y los suboficiales lo burlaban. Una noche de esas se dejó llevar por el desaliento, se sentía tan mal tratado que se plantó desafiante:
-A Ud, sargento primero, le juego a que le tomo la guardia, y refuércela cuanto quiera…-
Primero el Sargento se le reía, pero el desafío seguía, y finalmente terminó entrando en el juego, acicateado e involucrado, por como fue presionándolo:
-A ver, pongamos que estaría en esa situación…- burlonamente, el jefe de día le planteó un esquema de guardia, y le exigió que demostrara una estrategia, - Si es que pudiera tener un conocimiento militar de algún tipo… ¿Qué haría Ud., paso por paso? ¡A ver!….
Fue tal la desenvoltura con qué desplegó un plan de ataque sorpresivo, impecable e indiscutible, que se le terminaron los argumentos al suboficial, que quedó mirándolo perplejo. En realidad nadie pudo reírse, como esperaban. El sargento primero optó por alejarse, sin agregar más nada, y todos quedamos en silencio, sin saber qué decir.
En esa época yo tenía problemas de salud. En el Liceo sólo había una enfermería, por lo que me derivaron al Hospital Militar de Paraná. Me iba solo. Cobraba un viático y volvía en el día. Fui varias veces. Noé tenía serios problemas respiratorios, y también lo derivaron. Pero a él no pensaban mandarlo sólo, así que me lo asignaron. Viajamos juntos varias veces, yendo a la mañana en lancha, y volvíamos por la tarde.
Nos sentíamos bien estando juntos. Nos hicimos muy compañeros. Generalmente nos atendían por la mañana, y volvíamos caminando al centro, íbamos al parque Urquiza, comprábamos algo liviano para almorzar, preferentemente frutas, más tarde algún helado, caminábamos, hablábamos, nos hacíamos confidencias, nos tratábamos como hermanos. A media tarde, en una lancha de pasajeros, cruzábamos de vuelta el río, disfrutando del paseo, de una libertad prestada.
Al menos ese día nos sentíamos libres.
Finalmente a mi me internaron y estuve en el hospital cerca de dos meses. Cuando me dieron de alta médico, también me dieron la baja del Servicio Militar. Hasta que se hiciera efectiva, estaría unos días en el Liceo, antes de salir definitivamente para volver a casa
De golpe sentí como que todos me estaban esperando. Ahora todos eran grandes amigos míos. Fue lindo, pero había algo más.
-¿Y Noé? ¿Dónde está el soldado Perazza?
Se amontonaban todos alrededor. Todos me rodeaban y al mismo tiempo querían contarme algo…
-¿Sabés qué? A Noé… ¡Al soldado Perazza lo arrestaron, lo pusieron preso en la guardia!...
-¡Era cierto lo de Cuba!!!.. Lo de Fidel Castro… ¡Era cierto que era Capitán!!!...
-¡Sí! ¡Síiii! – coreaban… - le pusieron guardias reforzadas…¡Pero al segundo día se escapó! …
-¡Nadie sabe cómo…! ¡Pero escapó!!! – Todos estaban admirados, todos me contaban cosas pero en el alboroto no podía entender… Luego, disipado el tumulto, ya mas serenos todos, comprendí mejor lo que me estaban contando…
Casualmente encontraron sus efectos personales, escondidos en una gran pila de ladrillos, que estaba junto a una pared exterior de nuestra compañía, donde comenzaba un gran patio externo, en el que generalmente íbamos a descansar en los ratos libres. Allí a veces recostados en los ladrillos apilados, algunos conversábamos, otros fumaban pasando de uno en uno el faso y compartían la pitada. Esa era la camaradería de la colimba… Allí hizo un pequeño nicho retirando unos ladrillos, guardó una cartera pequeña con varios documentos cubanos, jinetas, cédula del ejército revolucionario con el grado de Capitán, mapas, apuntes, datos sueltos, volantes, cartuchos de fusil servidos, quizás de recuerdo… Volvió a poner los ladrillos en su lugar y allí estuvieron, hasta que un día decidieron mudar de lugar, esa bendita pila de ladrillos.
Hoy nos preguntaríamos que cual finalmente sería el delito; pero no nos cabía aquella vez ese planteo. Las Instituciones de la Patria no eran cuestionables. Ni yo mismo sentía, que pudiera haber un lugar para defenderlo, aunque sólo fuera en mi interior. Nos parecía tan lógico aquello.
La ironía es que el pobre Noé, había vuelto de Cuba para cumplir con el Servicio Militar.
Vino voluntariamente. Sentía que se lo debía a su Patria.
Vino sin querer a la boca del lobo, pensando quizás, que no tenía porque temer…
Un par de días después ya saliendo para casa, aunque provisoriamente, sin la Libreta de Enrolamiento firmada; hubo un revuelo y nos enteramos que habían arrestado al soldado revolucionario, en Tucumán, o Salta, las noticias no precisaban, pero lo traían al Liceo nuevamente detenido. Esta vez con el extremo cuidado. El pobre Noé no era de fiar, según sus custodios.
Más o menos un mes pasó antes que yo volviera al Liceo, a recuperar mi documento, firmado y sellado con la baja y constancia de haber cumplido con el servicio militar…
¿Y cual no sería mi sorpresa?, al enterarme que el Capitán de Castro, el alfeñique, el enclenque Noé…:¡Se le había vuelto a escapar! Esta vez con las guardias súper reforzadas, poniendo indudablemente en incómoda situación, a toda la oficialidad del Liceo…
Nunca consiguieron capturarlo. Ya entonces los militares estimaban, que había salido del país…
¿Habrá conseguido llegar nuevamente a Cuba? ¿No habrá acompañado al Che en Bolivia?
¿No estará quizás, ahora, al lado de Fidel?
En los noticiosos que televisan actos del líder cubano, busco con una sonrisa su desgarbada figura, imaginándolo a su lado… ¿Por qué no???



*De Celso H. Agretti. celsoagr@trcnet.com.ar
Avellaneda (Santa Fe), -Texto incluido en "Los días felices" 18/08/2005






*

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sábado, octubre 29, 2011

PÁJAROS CAÍDOS EN MITAD DEL VUELO...



*Dibujo: Ray Respall Rojas.
-La Habana. Cuba.





EL FLUIR DEL TIEMPO*


No había escuchado el aviso del reloj Cu-Cu de las ocho de la mañana. ¡La noche había sido tan larga! Se quedaba dormido para despertarse cinco minutos después con la sensación de que habían transcurrido varias horas aunque eras algo impreciso de medir ni asegurar.
Esa sensación la había comenzado a percibir en forma lenta desde una semana atrás.. No la podría definir pero las horas parecían eternas.
¿Qué estaba sucediendo?

¿Por qué cinco minutos se le antojaban horas y el amanecer parecía no llegar nunca?
No pudo menos que preguntarse si así comensaba el éxodo hacia el mundo de nunca más.


*De Emilse Zorzut. zurmy@yahoo.com.ar










Huésped de las sombras*



Ese fue el día en que las fuentes manaron hiel.
La luna, ese crepúsculo, nació sin rostro;
bandadas de palomas negras se cernían
sobre todas las esperanzas de los vivos.
Todo el Otoño lloró aquella mañana.

De nuevo sumergido en las tinieblas
me encontré.
Un arcángel de sangre
vino a sobrevolarme,
negándome la dicha,
oscureciéndome.

Como un derrumbamiento, las bocas se cerraron.

Se agigantó la noche, eternizándose.
Todas las aves cedieron en su canto.
Los ángeles, sin luz, agonizaban.
Una ardilla fugaz tradujo las señales:
no existía respuesta.
Los hediondos
sicarios del infierno voceaban
sus consignas de fuego ininflamado.

Eones transcurrieron, sin memoria.
El vacío creció, ardió la fe en los pábilos.
Todo iba convergiendo hacia la nada.

Mas de repente callaron los demonios.
Desde lejos
una voz desenterró la espada de mi pecho,
una lágrima empapó la sal de mis heridas
y el mundo todo floreció como una enredadera.



*De Sergio Borao Llop. sbllop@gmail.com
http://sergioborao2011.blogspot.com









Duda*




Como una boca gigantesca
cuyos dientes irregulares
se exponen al sol violento
de principios del verano
con barbas irregulares
sobrevividas a la violencia humana
aquí en la garganta del valle
prolongo mi existencia
abrumada de oxígeno
de canturreo de pájaros
de imperceptibles
desplazamientos de insectos.
La vegetación no se resigna
creo que implore a un dios
de barba y cabellera verde
por una tormenta reparadora
que inunde tanta sequedad
tanta piel agrietada.
Los techos son figuras geométricas
que recortan el cielo garzo.
Entonces me da por pensar
que esa propuesta de ir al cielo
tiene un gran inconveniente:
de allí el cielo no se ve.




*De Carlos Sánchez. sanchez.carlos@tiscali.it
Folignano (AP) Italia











Cuadernos y Palabras nº14




Mujer que escribe*


*De MARÍA BEATRIZ BOLSI DE PINO.






ANDAR EN PALABRAS



Quizá ya me parieron
atada a la palabra.
En el húmedo nido
un alba de palabras.
Allí
desde la misma fuente.
Crecí con ese lazo.
Balbuceante. Sonoro.
Con puñados de sílabas
con fragmentos de frases
que nombraron el árbol
el abrigo y el tiempo,
el desgarro del sol
la orfandad de los vasos
la jaula de los sueños
el barro de la ausencia.
Camino
y se mojan con la lluvia,
resuenan con el eco
de antiguas cavernas minerales,
se abruman en otoño
y un espejo de azul las tornasola
como a los transparentes
frutos de la tierra.
Por ellas sigue viviendo
todo lo que he perdido.
Tiemblo
si amanezco un día
desnuda de palabras.








JAZMINES ENTRE CENIZAS




Me sostengo entre jazmines.
Para no ver
cenizas
en los cuerpos
pájaros caídos en mitad del vuelo
las impiadosas llagas de un mendigo
en las calles
unos niños corriendo, mutilados de vida
con un rencor que asfixia.
Paria muchedumbre del dolor
mordiendo el polvo desde todos los tiempos.
De tanto en tanto
la lluvia vela
los desgarros.
Apenas una tregua.
Un algo como manto de gemidos
una caricia fugaz.
Y después
nada.
Lamer la herida
para curarse
y continuar.
Extraviado entre esquirlas
el corazón se enciende
de jazmines.
Su sola blancura
define la existencia.









ANTIGUAS HUELLAS




Se abrió en gajos
el sol
hurgando
entre los árboles.
Desperezaba un canto nuevo
el benteveo.
Y en la mañana de enero
me sentí como nunca.
Como hacía tanto tiempo.
Liviana,
brizna,
casi nube
huella en la arena.
Me eché de encima
pesados fardos
culpas mías
y ajenas.
Esas que me endilgaron
y que fui ovillando
como áspera madeja
retorcidos alambiques
que ahogan
nutren fronteras
distancias
y vacíos.




Hoy no.
Ya no.
Recupero esta mirada
de atrapar el aire
de no morirme más en los umbrales.
Lleno mi copa entera
y reinvento pájaros
plena de esencias
embriagada de luces
y sosiego.




Tan sola.
Sola con ella:
mi nueva
recién amanecida libertad.








EL TIEMPO JOVEN


A mis hijas




Mis hijas llevan
el sol en la mirada.


Van por las calles
y el tiempo joven
las adorna.


Es un orgullo verlas
trepando cada aurora
caminando las plazas
bebiéndose la brisa.


Fueron nido
sus brazos,
remolinos de luna
para albergar la magia
de los ángeles nuevos.


He descubierto
-aunque mantienen el secreto que
dispersan por los cuartos
pentagramas de notas y colores
y abren
tras las ventanas
al clarear el día
senderos azules
para enfrentar los miedos.


Y la vida
es más fácil
entonces
y es un encuentro
con la casa
y los libros
con las palabras diarias
un cielo sin mentiras
un patio donde
cuelgan
la sombra y la rutina.


En torbellino
de relojes
cuadernos
y juguetes
arman el nuevo día
con puntual asistencia.
Y allí
cerca
el luminoso rito:
dejando atrás
la lluvia
las espinas
lo oscuro de un invierno deshojado
esparcen
con sencillez de gestos
el sol
sobre la mesa.








SÓLO ELLOS






En el breve patio
de tierra apisonada
ningún dolor está ausente.




La virgen en la ermita
y la imagen de un Jesús
desdibujado
conocen
murmullo de plegarias
vientos de soledad
universo del hambre
en carne viva.




Siglos así.
Mucho tiempo.




Sólo ellos:
maderos
en el confín de la esperanza.










REMAR EL SOL



Dormita el río
-paloma de fuego-

en la mitad del día.
Y en su fluir


desmadejado
leve
nace en brazos de sauce
y de silencio.




Remar el sol
y hacerlo germinar
en las orillas.




El pescador mira a lo lejos
y es la lejanía
costumbre de sus ojos
para empujar
la vida.


Río arriba
canoando el tiempo
sin bajar los brazos.








ESPACIOS





Ellos me ignoran.
Con prepotencia de cielo
crean su propia ruta
en la perturbadora inmensidad.




Tendida
en el último aliento
de la tarde
la quietud en derredor
conmueve.
Sólo en lo alto
juglaría en movimiento.
Majestad de planeos
vuelos rasantes
arabescos en círculo
provocan el candil de la primera estrella.
Se transparentan de altura
de espacio abierto
de libertad
en desbandado vuelo.
Adormecida
la luz
y la mirada
veo
mi limitado cielo urbano.
Precario transitar
por mínimos espacios.
Cruzo
el brillo de la hierba
el aire verde una luna temprana.
Y en el crepúsculo de nácar
a sus alas me entrego.
A sus ingrávidas alas
de infinito.









RADIO EN LA NOCHE




A veces
me acerca voces
queridas
olvidadas
de otro lado del tiempo
en la misma huella de la nostalgia
encarceladas de memoria
hablándome
en la noche.




Hablándome de esquinas sin ochava
de los tranvías
traqueteantes
sobre el empedrado
de un policía y su silbato
los niños en rayuela
los caramelos de goma
la desteñida ilusión
en calesita.




Y me sonrío.
Vaya si me sonrío
con un poco de miel
y otro poco de lágrima
atrapada en el dial.




Hoy
el aire es otro.
De nada vale socorrerse en las sombras
pedir que no desgrane el tiempo
su cuenta de naufragios
no haber dilapidado los incendios.



El secreto está en la magia.
Beber
sin prisa
la diminuta poción
de voces intangibles
y poder regresar
indemne
sin fisuras
a la fragua del día.










MIGRACIÓN




Sed y ceniza
en los ojos del cardo.




Ráfagas ocres
y azulinas
con aroma a remotos pedregales.




Detrás
y desde adentro
de adentro de la tierra
nacen los altos paredones.




Una paleta arde
en la piel
del silencio.




Y migra
-con adherencias de polvo y minerales-

el paisaje
al poema.




(Poema inspirado en una obra de la artista plástica Zulma Molaro)








PREGUNTAS





Inasible. Perfecta.
¿Es la ola
el símbolo
de lo que sólo existe en el instante?




¿Es renacer
en pleno rompimiento
en el ritmo
ancestral
de las mareas?




¿Acaso
imagen salobre
de la nada?




En disfraces de bruma
se intuyen
se evaporan
y se sueñan
respuestas.








DESNUDA Y LIBRE


La palabra





Hay horas
hay días
en que se resiste.
Pelea su libertad
su alada libertad
de no ofrendarse
en la barrera de un poema.
Desatinado impulso
contra el muro de los altos vientos
terquedad
de vencer la sequía
que agobia la labranza.
Vuela
la palabra
sin más armas que su propia vehemencia
sin más riendas
que su propio destino.




Así está en la vida
del otro lado del miedo
vadeando los fangales
exorcizando el polvo de ignotos socavones
volviendo pura el agua
y el deseo.
Qué importa que hoy no venga.
Lumbreluna
que restaña la tristeza
con el ínfimo peso de una lágrima
desnudamente sola.




Volverá
temeraria
a inmolarse
en un nuevo poema.







CÍCLICA



Gira
la mañana
en la certeza de su eternidad.
El viento de ayer
se repite en la fractura
de las ramas
y es la misma luz
la luz de siempre
que clarea la llanura.




Devienen infinitos
los verdes
y amarillos
aguaceros y soles
muertes y retoños.




La materia
germina sus esencias
cíclica
constante
como indescifrable juego
o arcanos signos
en la distancia.



Eterna desde el origen.



Algo distinto existe.
Distinto es el mirar
de los ojos que salen
a buscar sueños.








COSTUMBRE DE NACER



Quiero un canto de sol
que disperse
los malentendidos
el ambiguo rincón de los recuerdos
los huecos de silencio
la nada.
A esta hora
ciega
de la tarde
quiero un desvío de brizna
entre los árboles,
un curso de agua
que humedezca la piel
y las sales del dolor.
Quiero
de nuevo
esa nube que se instala en el techo de la casa
con la muda quietud de una campana.
Quiero
-minúscula, incansableuna
utopía que avente los exilios
que no haya más aludes de ceniza
en las grietas del día.
Y así poder sentir
que todavía
estoy naciendo.






ESA MUJER QUE ESCRIBE



Inclinada
sobre el escritorio
percibo
una mujer
entre papeles.




Un aire de silencio
la circunda.




No la sobresaltan las voces
cotidianas.




Ella guarda voces
más antiguas
ecos en la marea de sus días
escalofrío
de algún dolor
entre un siempre
y hasta nunca.




Unidos al papel
los ojos y las manos.






Escribe
con brasas
de su memoria
para perpetuar lo que no dura.




Se hizo noche en el cuarto.




Ella
seguirá escribiendo
hasta que también
se haga noche en su vida.






OFRENDA






Hoy ha dejado el ceibo
su centenaria ofrenda.




Con los brillos del alba
ha modelado en ráfagas
de pétalo sangrante
los charquitos pequeños
los bancos
las hamacas.




Y siente el caminante
un milagro de alfombra
enrojecida
sobre los silenciosos caminos de la plaza
después de la tormenta.






María Beatriz Bolsi de Pino


Nací un 15 de junio (Día del Libro) de 1945, en Ceres, pequeño pueblo del noroeste santafesino, en donde viví hasta los tres años. Me recibió, en tiempo de lapachos florecidos, la ciudad de Santa Fe.
Con la poesía nos tomamos de la mano desde mi infancia. Ella estaba conmigo en las clases de Declamación, en los actos escolares-de la escuela primaria y secundaria-, en las lecturas que elegía, en los borradores de los primeros poemas.
Años más tarde, los caminos me llevaron a estudiar Inglés y el Profesorado de Letras en la U.N.L. Después vinieron los años de docencia universitaria y terciaria.
La poesía siempre siguió acompañándome. Así formé parte de grupos literarios y publiqué mis poemas en muchas Antologías. Surgieron también los libros individuales: "Los caminos del aire" (1991), "El trazo infinito" (1999), "Imprevistas criaturas" (2005). En el Centro de Publicaciones de la UNL espera turno para su publicación, un libro de relatos : "La vida por delante"
Desde hace años me desempeño como Presidenta de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) Santa Fe, y desde esta Institución procuro estimular y difundir la obra de nuestros escritores, a través de Cafés Literarios, Encuentro de Escritores, Paneles en Ferias del Libro, organización de Certámenes
Literarios y de la Biblioteca de SADE.
Pueden encontrarme en Francia 3565- Santa -Fe o en mi correo:
mariabeatrizpino@arnet.com.ar






Cuadernos y palabras.

Edición Cooperativa de los Autores
-Coordina: Oscar A. Agú. oscarcachoagu@yahoo.com.ar

Colección LuzAzul.








Ego*


*Por Miriam Cairo. cairo367@hotmail.com



Pocos minutos después de los minutos primeros lo vi cruzando el umbral del océano y me pareció que venía escapando de una situación aciaga. Venía huyendo desde hacía varios siglos. No me equivoqué: este personaje huía de las historias vinílicas y de los autores documentados. Por esta razón creí que estaba en busca de un narrador que lo narrara. Que buscaba, por ejemplo, un Pavese, elíptico y mesurado que lo liberase de la grandilocuencia de las tragedias y del regodeo de las penurias. Fuimos a tomar algo al bar y le expliqué que los personajes que cruzan un océano están destinados a grandes historias épicas o amorosas, y por lo tanto, los autores, al conocer su estirpe, perderían todo equilibrio, toda modestia, toda serenidad, toda capacidad de síntesis. Se engolosinarían con su deseo de vivir y su conciencia. El comprendía esto pero no se resignaba.
En el bar llamaba la atención porque era distinto de todos los personajes que suelen beber algo conmigo. Siempre estoy con el jorobadito, o con Godot, o con Berenguer, o con Dulce Persona o con la Filídula. Siempre en el mismo bar, a la misma hora, en la misma mesa, con la misma gente. Pero no sólo por eso la presencia del personaje inquietaba al mozo y a los habitués, sino que también llamaba la atención por sus pies de cruzar océanos.
A mí me parecía pertinente que este personaje buscara un autor que le hiciera honor y justicia. Un autor que lo sacara del montón, que lo pusiera sobre relieve. Un Puig que lo hiciera más humano y menos peregrino.
El estaba seguro de que podía brindarle asesoramiento y yo también confiaba en mí porque sé muy bien lo que leo. Por algo bebo siempre con la misma gente: tengo claro con qué personajes me embriago y con qué desclasados exploro el mundo en el que vivo.
Este personaje, abandonado de toda teatralidad, era un caso conmovedor hasta para el mismísimo Pirandello porque, a diferencia de sus seis vástagos rechazados, éste huía de todos los autores que querían escribirlo. Yo, en su lugar, habría hecho lo mismo. Soy muy celosa de las palabras que me nombran, de los besos que me dan, de las veredas que coloco bajo mis pies, de los logros que admiro.
El y yo coincidíamos en que lo más apropiado para un cruzador de océanos de su estirpe era un relato que lo narrara en segunda persona. Pude sugerirle entonces, a la exquisita Lorrie Moore, verdaderamente fina e inteligente, capaz de escribirlo como él se merecía. Claro que la lengua inglesa no le resultaba a él (ni a mí) lo suficientemente atractiva. Es la lengua de los negocios, del turismo y las invasiones. La bella Lorrie, el amado Whitman, los viscerales beats, el mínimo Carver, el trémulo Cheever, sí estarían a la altura de su circunstancia, pero si lo escribieran en una lengua menos degradada por sus paladines políticos. Nos permitimos semejante chisme en un momento de alcohol y picardía.
A lo largo de la charla pensé en presentarle a Raúl Pérez, el escritor ecuatoriano que tuve el gusto de conocer. Consideré que su organismo y su alma podrían ser bien tratados por la sensible y poética narrativa de este autor no contaminado que le iba a garantizar también una índole de lector a la medida de sus huesos.
El me escuchaba atentamente, confiaba en mi criterio. Ese exceso de confianza me obligó a advertirle que a veces peco de demasiada sutileza y que, si seguía muy a pie juntillas mis cavilaciones, corría el riesgo de quedar afuera de los grandes relatos y de pasar inadvertido por los grandes medios, por los grandes editores, por los grandes críticos. Obviamente, todo lo grande a él le parecía chico.
Este personaje, acaso porque escribo desde el otro lado de lo escrito, acaso porque no escribo la clase de relatos de los que él venía huyendo a través de los siglos, vino a mí para que hiciera oír su voz de personaje a la deriva por el mundo de las futuras lecturas. Vino a mí para que lo salvara de los libros. Vino porque yo creo en pocas cosas, pero creo en los personajes y en los relatos que todavía no han sido escritos.



*Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/14-31043-2011-10-29.html









ESTABA CANTADO*



Llegó y dijo, hoy no soy Ernesto soy el pintor loco. Los girasoles que traía parecían irreales por lo desmesurados. Eran como soles abiertos al delirio, ventanas del insomnio. Elegí el más grande de una belleza casi despavorida. Mi amiga me susurró:-vos siempre enloqueciendo a los hombres-. Me brillaban los ojos que entraban y salían del mar inabarcable.
El malecón era como el borde de un sueño.
Tiempo después olvidamos la belleza casi subversiva de las flores en la guardia del hospital donde lo dejamos. Me ayudó a sobrellevar la situación, saber que en el neuropsiquiátrico de Cuba lo iban a tratar bien, pero por sobre todo, lo que me decían mis amigas desde siempre, "ya vas a encontrar otro", si vos "volvés locos a los hombres."




*De Cristina Villanueva. cristinavillanueva.villanueva@gmail.com







Correo:


Venta de "Díptico", mi primer libro*



Hola a todos! ¿Cómo están?
Como bien indica el asunto de este mail, estoy vendiendo mi primer librito de poemas Díptico. El mismo es el resultado de un premio-edición en el certámen de poesía de ASDE "López Rosas".
Los pueden encontrar en la librería "El arca del sur", lugar hermoso y totalmente recomendable en Irigoyen Freyre 2935 (teléfono 4121093) o en mi persona, que soy mi propia vendedora jeje
El libro está $15. Cualquier cosa me avisan!!!

Un abrazo a todos!!! feliz de poder compartir mi poesía con ustedes



*Julia Ruiz. july_77@hotmail.com








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jueves, octubre 27, 2011

LA SABIDURÍA DE LO INMÓVIL...




*Dibujo: Ray Respall Rojas.
-La Habana. Cuba.






Kiosco antiguo*


Tú nos recordarás seguramente,
kiosco antiguo.
Aquellas veces en que aquí estuvimos
Ella y yo, prendidas nuestras manos,
con los ojos amándose en silencio,
tal vez haciendo planes
o comiendo unos bollos, (era todo
tan natural, tan simple, como un río
fluyendo, un vuelo de jilgueros,
una canción sonando entre los árboles).

Tú nos recordarás seguramente,
kiosco antiguo,
tú que conoces la historia del mundo
y albergas la sabiduría de lo inmóvil.
Sé que lo has visto todo, y entre todo,
yo sé que no la olvidas, kiosco amigo,
porque la habitan soles y cometas,
porque su alma alberga paraísos.

Tú recuerdas su voz y recuerdas su risa.
Y el son de sus palabras siempre vivas.
Por eso vengo a ti, mi viejo compañero,
me siento donde entonces, te contemplo.
En mi mudez formulo una pregunta.
Y tú, callado, asientes.



*De Sergio Borao Llop. sbllop@gmail.com

De Por si mañana no amanece
http://sergioborao2011.blogspot.com








El fantasma de la Mosuela*


Con resignación Javier se hundía en el mullido sillón de la recepción del hotel mientras esperaba que llegara Mauricio.
Se reprochó haberse levantado tan temprano, haber ingerido apurado el desayuno para ahora tener que esperar más de una hora.
A través de sus ojos semi cerrados comenzó a observar a la mosuela que limpiaba el piso, lentamente, empujaba un gran cepillo, iba y venía mecánicamente como lo haría un robot. Al terminar se ausentó por unos minutos para volver a repetir la tarea sobre el mismo sector. La figura lo cautivó y en la medida que la acción se repetía muchas veces como un ritual exactamente en la misma
forma comenzó a imaginar que obedecía a una orden suprema como si la hubieran programado.
Transcurrió más de una hora y de pronto la mosuela desapareció para ya no volver.
Una gran duda me invadió, ¿habria soñado?


*De Emilse Zorzut. zurmy@yahoo.com.ar









Quizás una oda*



¿Cómo haremos ahora sin los bárbaros?
Después de todo, aquella gente era una solución.
Constantino Kavafis



Cuento los satélites que pasan
indiferente a las estrellas
te grito e-mail exasperados
cambio canal con desconsuelo
caliento la comida prefabricada
en un horno sin fuego
leo los periódico con sus afonías
consumo frutos sin semillas y aroma
paseo por la playa
gambeteando escorias
abro los ojos
veo tu cuerpo entre nubes de humo tóxicos
dejo el celular en la casa
para aislarme de mi mismo
arrastro mis libros
en un cuarto sin ventanas
los entierro ceremoniosamente.
Sufro de modernidad material:
compro zapatos chinos
camisas tailandeses
pantalones hindúes.
Pasivamente participo en el ocaso
de la flora y la fauna
y otros bíblicos frutos
Observo las armas siempre más inteligentes
y la repartición del mundo
veo como se visten de banderas multicolores
los ataúdes folklóricos.
Pago impuestos en un agujero negro
voy a votar calamidades
resisto apenas a la moralidad inmoral
de mi reino animal.
Me aturde el avance de la tecnología
en la creciente hambruna reinante.
Me sorprende tanta solidaridad
por las focas en extinción
tanta turbación por el ambiente
tantos parasitismo camuflado:
tanta inflación de soledades
en la multitud.
Lamentablemente me resta poco tiempo
para admirar el éxito final
de tan inmenso progreso civilizador.



*De Carlos Sánchez. sanchez.carlos@tiscali.it
Folignano (AP) Italia








Cuadernos y Palabras nº15



De albores y relojes*





*MÓNICA LAURENCENA BERRAZ. monilaurencena@hotmail.com






poesía




En el lacio néctar de las horas que pasan,
no hay senda más luminosa que la poesía.
La Palabra que seduce mis sentidos
-diosa verbal reencontrada-
Exiliada en el mundo de los ideales recorridos.
Expectante de reingresar a la rítmica locuaz luz.
verso que como manantial
reencuentre su cauce.
Allí. Tal vez sostenida por la búsqueda del verso
que me interna en la flor del universo
en la vida de las gentes.
en la conversación de los días que fugan
en pos de las verdades milenarias.
Vienes fiebre de noches.
Extirpas mi corazón humedecido
en los abismales recuerdos.
Juramentada de sílabas, la voz.
dotadas de ricas mieses y alambicados modismos.
Antigüa lírica de mis antepasados
Ellos venidos de Castilla - La Vieja
Buscada hallada turbia silenciosa mágica.
Ella -amada secreta- en la fugaz ausencia,
hacia vos marcho ligera, sin alas.
Sin perfume de noche estelar
Sin la lluvia de los entristecidos




Sólo casi desnuda de mí
Estoy en vos, con vos
Soy tu cuerpo de primavera que nace.




A tu rudimentaria cueva pronunciada
por el hombre me congrego...
Anuncian las estaciones que aún vives en mí.
Eres mi compañera lúcida y bella.
Mi propia copa ancestral que grita ser acuñada en moneda de río y
luna. habiendo bebido todos los romances en la cuna de mi niñez con
las plateadas ilusiones del invitado al festín y al convite
de su próxima venturosa límpida canción.
Te bebo con fruición, eres miel de mi sangre
despojada de toda ilusión .
Te bendigo.
La noche universal abriga a los hombres,
a los poetas que cantan.
Estiro mis manos y allí estás
rica de plumajes y libertades.




No necesito dios para seguir viva
eres mi eterno rito de iniciación.
Mi cumbre y mi caída.
Mi dolor y mi alegre estancia.
Mi silencio de asombros ante el hombre
que anda posponiendo la planetaria dimensión
de la vida.




Tu letra grabada en el papel vivo
hace mimos y garabatea, con un beso limpio de la mañana, casi sueño
casi alba.
Y allí, así sin querer, vuelvo al milagro del corazón
que centellea con la mente.
Y libo agradecida como el picaflor tu néctar.
tu riqueza de saudades manjares pétalos intenciones
Y se me hace que nunca podré dejarte, amiga
Y que nunca abandonaré tu casa
...de infinita ternura ancestral...


Poesías y saudades - 2010








Ventana del amanecer



Un aleteo, trinos, vuelos...
El alba en la presencia se atisba.
Amanece, ya casi...
Ellos son mi sueño inacabado.
El ejemplo exacto que la vida fluye.
La brisa mañanera...
Cantan tan cerca en el alféizar.
Saludan las gentes al pasar,
una moto corre rauda.
La vida recomienza...
la voz de la vecina tan temprano,
ella barre (todas las mañanas de la misma forma)
y yo amanecida.
En el leve vuelo de la poesía sosteniéndome
aún viva junto a mi ventana...
Amo a estos pájaros de mi calle.
inciertos aleteos que ahogan el misterio
de mi partida...








Oficio de escriba



Oficio de miradora, el mío,
que vislumbra las luces
en el haz infinito de todas las auroras.
Trepa por los bordes.
incauta, todavía inocente
persiguiendo no sé qué
buscando la verdad en el trazo del pincel.
O en aquella imagen del rostro.
Oficio de escriba que relata
desmenuza increpa acusa
la infinitud del paisaje.
Atravesando las latitudes
que ellos me permiten.
Trepando las cabezas
Perfilando sus costados ojos manos.
Cuerpos cuellos rostros de afilados cuencos.
De los artistas voy recorriendo la inmensidad del espacio.
La existencia en todos los mundos:
Fotos de contraluz, esculturas de metales,
Espacios con extrañas y míticas cerámicas.
Algunos me aquietan con su música.
Cual pájaros de libertades multiplicadas.
El canto vivo de la voz y la guitarra.
Me dan alas para seguir respirando el día que sigue
Al día que después vendrá...
Oficio de testigo enlazada con los versos
La mañana del día que acuna
Toda la terrible soledad de los hombres.







La gota perfil de agua



vienes lluvia para habitarme, incendias mi intimidad
caes trepidando sobre la cerrada ciudad.
PALPITA AÚN LA TIERRA DESGAJADA
SUSPIRA EL AIRE
Y los árboles son como enamorados
que vuelven de su fatigosa entrega.
El barro se cuela entre los olores.
Las calles húmedas se persignan
frente a las gentes apuradas.
AGAZAPADA ILUMINADA
RECORRO CALLES INUNDADAS
Respiro ese perfume único.
Algo me dice que esta gota desde el cielo
es el invierno que parte,
promesa de una próxima primavera...




Viaja por profundos laberintos
los recónditos secretos de los amantes.
La gota se percata de mi sueño.
Y cae a mi hombro la perpetuidad
del asombro...








Breve revelación



No puedo revelar
el misterio .
la canción que salta en el vacío,
la longitud del verso.
Mi larga y carnal inocencia
frente a la blanca incauta hoja
que se dilapida en cenizas de tiempo ido.
No se me revela el por qué.
Esta cruel desesperación que corre
con lápiz en mano a volcar poesía y más poesía.
Encantamiento de magia singular
en la creación de lo universal...










Ciudad de luces


Sólo silencios
abundan sobre la ciudad de luces,
cuando el sueño llega a mis cansados huesos
soy una felina de aguzados oídos...
Por las calles de la miseria la mujer vuela,
espía nocturna del dolor...












Sangre Camalotal



Agua turbia.
devienes del barro camalotal de mi tierra.
bajas del caudaloso, serpenteante río.
Es verdoso el fango.desde allá la lomada me mira.
Historia en sepia de antiguas memorias,
tengo calle, redomada sangre, cenizas de filial afecto,
allí guardadas.en panteón centenario.
(Ahora no es tan doloroso ir hacia vos, Río )
Es parte del círculo indómito con nuevos vínculos.
¡Ah! inútil hacerme muchacha de modales de estilo,
¡Siempre libertaria! ¡Embanderada, y con pancartas!
Buscándome en los girones inciertos de las breves incógnitas.
.Y de los secretos de herencia guardados.
Blandiendo espadas de largas esperanzas.
Llega la acuosa lágrima, verde, perfumada de las islas,
lenta
cae sobre la piel barrosa, sobre la herida biográfica,
hoy, descansa..
Tras el ojo, allí está el bello Paraná que es naturaleza
hecha pájaros en libertad.




¡En mis venas no corre sangre sino el agua de
camalotes
hecha luz.!









Pájaro Anahí.



Los pájaros vienen hacia
nosotros
solitarios veloces frágiles
en bandadas. todos los colores
habitantes de los grandes árboles.
Escondo mi corazón carmesí
en este furtivo pájaro- Anahí.
El amor supo pasar por aquí.
Una mirada un abrazo una despedida.
Los ojos fulgurantes de lágrimas.
Hubo un cielo de dulcebesos.
Herido el rojo canto en el vuelo de los colibríes,
suenan lejanos en el campo algunos tamboriles.
cuando atardece.
El gran árbol, ceibo de bellísimas flores,
protege a los picaflores.
Me convierto en Ave efímera de plumaje rojizo,
entonces por segundos libo el perfume de los amantes
de la vida verdecida.



De la Serie
Vuelos y Estíos.












VASCA




Vengo de allá la mar
mi sangre a veces
me sacude -VASCA-

Más que española
de Olés y de dramas los amores
de castañuelas y largas las pasiones.
Que soy tan Castellana como el Nono de Logroño.
Se me ha mezclado
con la bisabuela francesa y lencera
y alguna abuela paterna de raíz sufriente tana...




Vengo de la sangre de allá,
soy de esta Patria escondida
en el corazón de éstas tierras bellas
y del canto libre de las muchachuelas.
Así que aunque me digan que vengo de
otros lares, porfío
que mi sangre está acuñada entre los ríos
y las barrancas,
y los viejos líderes.
La querida sudada
sangrada patria
que nunca fuese liberada,
como los vascos, dura y suave.
Libertaria tierra de los antepasados
entre montañas lejanas en la memoria.




Esta soy yo
la que resume
el cutis cetrino y la mano que se entrega
con el corazón que desflora
las madrugadas de guitarra embelesada...








Vegetal Secular



los árboles caen amarilleando
sobre mi hombro
fragor de ciertas batallas lanzadas en el día.
acontecimientos cotidianos.
calles recorridas
aire flotando
hacia el cielo.
mi cabeza bulle
recuerdos de otro universo
todo me conmueve.
quedo en un momento
así como quien no quiere la cosa.
sólo mirándolos sólo esperando.
que con su dorado perfil de hojas
me llamen y pueda alcanzarlos.
resista a la abrumadora cotidianía
cae sobre mi hombro
se desliza toca mi humanidad
ella diosa de todas las hojas
con su alegría
hecha luz del día
vegetal secular
bella perfecta en su geometría de siglos:
una simple hoja
que de solo estar allí.
y suavemente existir
me bendice.












Inefable la pena






Al volver de aquel lado de la otra orilla,
cómo saber qué será la vida de mi bella luna
todo está allí:
abrazo de amigos, aulas, pensamientos,
estandartes lugares reuniones
música convicciones amores
Cada regreso es un acto de alegrías y lágrimas.
Aquí duele en mi costado como vientre abierto.
tú: ojos claros de felina audaz,
flor de cardo salvaje. ave de colores signada
por lágrima de soledad albergada
de tus versos se desprende el perfume
y la libre ejecución de alas.
Ya mujer, ya pájaro, ya niña mía, amiga,
Ya hermana, ya hija.




Compañera de tus compañeros.
Resignada vuelvo a la tarea.
He vivido la sostenida Camaradería
palabra y debatidas ideas
compartida en franca y juvenil algarabía.




Mi Paraná te alberga.
Te seduce, allí quedas
en custodia de las lomadas
los verdes
las luces.
el sol cayendo sobre mi espalda
en un haz de recuerdos.
Y tal vez surca por mi rostro una tenue lágrima en el
contraluz de la vida.












Sierra Luna




I




De agreste perfume
oscuro en la noche
manantial de cobre a lo lejos
piedra de sol en la mañana
mis ojos te miran
mis pies te caminan
mi cuerpo entero se hace lumbre
en el mediodía de tu universo.






II




Y pensar que el hombre está allí a la vera del camino
sentado, como esperando no sé qué terrible final.
Y toda la vida está en la piedra y en los árboles
inflamados de verdes y luces . arroyos y cascadas,
vertiendo la carcajada de un dios que nos mira
ante tanta belleza todavía no destruida.
Cielo y más cielo,
límpida agua que cae
mica sobre mica,
milenaria y ensangrentada de los que nos precedieron
último hermano que se tiró desde lo alto.
Hoy corre aire en mis manos.
Hoy la azulada casa del hombre es tierra
y valles que entrelazados abrazan las verdades.






Breve poemario. Sierras de Punilla
Febrero- 2010












Mujer






Salpicada de estrellas, silbadora de canciones, sinuosa
en las danzas.
Desembarcaste en este mar del olvido, entre las ruinas
del dolor...
Eras aquella imagen de casi-Mujer:
cintura pequeña,
cuerpo de niña, húmedos labios...
inquietos ojos,
asombro de pájaro...
flacura extrema,
pose de bailarina...
Te convertiste en Mujer:
La señalada. Nunca sumisa en el combate.
La de los amores en la bruma, en parques y jardines,
playas en el estío.invierno de debates y dulces
mates.
Mujer venciendo el frío en la barriada, con las manos
tendidas hacia las gentes.
Mujer de albores y relojes... juegos, cuentos y títeres.




Mujer de tizas y pizarrones... Mujer de madurez...
Piel tamizada de heridas signadas por el recuerdo.




Sacudida por los vientos húmedos de la mañana.
Aún suena a timbales mi ancha cadera y sueña mi piel
con caricias bienvenidas.
¡Que mis labios, ni mis manos y mis piernas no están
fríos!...
Enlazada en la noche sibilante de pájaros me espera un
amante abrazo.
Embarcaré en el remanso o en la pasión.
La luna vendrá a deslizarse en las piedras del río.
Seré aún lilas del agua, perfume ceibal y andaré
descalza como en la infancia
jugando en las arenas donde el horizonte es estrella,
canción y danza.
Ah. advierto a los bendecidos hombres de la crítica
poética que, yo, he renunciado
a ciertos destinos proféticos que abundan en los
capítulos de las biografías féminas.




Mujer, nunca pero nunca vaya yo a ser ni purificada ni
jamás salvada.












Advertencia de soledades y algo más...






Advierto la terrible soledad de las mañanas.
Los sueños son las caricias de un cuerpo olvidado,
mi memoria estalla en sensuales batallas de amores .
por la brisa el rocío invoca lo vivido,
en la fresca nervadura matinal.




Cada pasión fue como la única primera entrega,
ataviada de novia concurrí a los altares.
Fueron benditos los fuegos nupciales.
Bebí el vino de tanta fiesta impúdica. Sigo viva.
Las mujeres en estas épocas no somos quemadas
en hogueras, ni perseguidas, pero sí señaladas o marcadas.
Tomé las ricas frutas y mordí los jugos carnosos de las estaciones.




La advertencia sigue en pie.


Soledades golpean con martillos las puertas del alma.
Me voy a desgarros de locura trepando por las paredes de mi cuerpo.
No del dolor. O del silencio. No. ¡Sino del gran amor!
El que fuese bello, dulce amor
-hombre de protectores abrazosbesos
de mieles y de signos en el aire.


¿Amar para siempre? ¿Si? ¿Se puede? ¿Se quiere?
Decir siempre es demasiada eternidad.
En la necesidad de seguir imaginando ¿el amor es
posible?




Juega entonces mi cabeza con toda esa enorme arma de
destellos




las vestiduras y los encajes caerían si fuese una joven
doncella
a la espera que la desposen según convencionalismos
burgueses.


Infinitas formas e imágenes pudiesen aparecerse ante
mí...


Las advertencias de las viejas mujeres no sirvieron de
nada.


Asegurarse una posteridad sin comentarios dudosos,
una pura virginidad,
se cae como una máscara a la hora de mirarnos al
espejo de la sociedad.


Mi propia advertencia es la de seguir pisando las hojas
otoñales
y abrazando a los amigos que suenan a verdades
universales.


Algo más. Sí. Lo vivido.


En las estaciones de los corazones, sobre mis hombros:
algunos pájaros de colores aguzan el oído
esperan para cantarme o regalarme un perfume
nuevo...
la noche de la memoria se vuelve rueda de fiesta y
batalla de vida.










Constelaciones sagradas






El dolor profundo es un reflejo sólo humano.
Nos sostenemos como en red.
cardúmenes acuosos,
en ventrales recuerdos sagrados, en círculos de pieles,
en flores desgranadas desde el río de la vida.
Cada uno con su propio y suyo dolor.
Una biografía narrada.




Estelares abrazos con extrañas lágrimas,
salidas desde nuestras propias almas, venidas de las
galaxias que nos habitan.
Entre nosotros nos reconocemos. Hablamos el mismo
lenguaje.
Es por ello que estamos aquí en ronda con poesía en
mano.
Somos como los maravillosos árboles, fecundos,
brindamos el abrazo, la sombra y la frescura en el
estío.
La tormenta nos encuentra reunidos y nos damos el
calor y la fuerza.




Si fuese necesario construiríamos entre nuestras almas
una casa
donde el fuego nunca se apague y los libros, la música,
la pintura, las artes.




Sean nuestros dioses protectores, venidos de miles de
iluminadas constelaciones.












Serie de miradas históricas




1974
Yo sólo veía banderas rojas
las Facultades tomadas, volantes,
muñecos quemados en la calles ,pancartas
debates de sociedades libres ,más justas.
El Che siempre presente y ya Salvador ausente.
Sólo veía líneas de fuegos.




1976
La oscuridad cayó sobre mi
Patria.
Esa noche mi madre, abrió su puerta (generoso
corazón).
En mi humilde casa
durmieron días y días compañeros,
luego partieron, hoy andan caminan y tienen hijos.
Una noche de miedo e incertidumbres.
Ella cocinó, abrió un vino tinto. Y matizó con una
buena charla
de autores: Sartre, Proust, y Simone de Beavuoir.
infaltable el mayo francés
Conocía, sabía del dolor y la
represión.





Mónica Laurencena Berraz
Nació en Paraná,1955.Reside en Sta Fe.
Prof. en Letras (UNL).Docente en Esc.Medias.
Cofundadora del grupo literario Tupambaé y de la SADE Santa Fe.
Participa del teatro independiente y murgas barriales.
Expos fotográficas-poéticas con Oscar Decchiara y "Amalgamas III y
IV" con la plástica Zulma Molaro.
Publica en Antologías y en publicaciones virtuales. Miembro de la CDSADE
Santa Fe.






DEDICATORIA: A mis hijos y mi familia
A mis amigos
Al hermano y maestro Horacio C. Rossi









Cuadernos y palabras.



Edición Cooperativa de los Autores
Coordina: Oscar A. Agú. oscarcachoagu@yahoo.com.ar



Colección LuzAzul.













ESTIMULOS*





La actitud y el desafío



A veces un estímulo puede venir de donde uno menos lo espera, y lograr inducirnos a encarar empresas impensadas, impulsándonos a alcanzar hazañas, grandes o pequeñas, o lograr anhelados triunfos, que de no ser por ese inesperado empujón, no nos hubiéramos animado, o no las hubiéramos emprendido.-
De muy joven aprendí a jugar al billar, a la carambola. Al principio, como todas las cosas, malamente, sin técnicas, sin práctica, ni métodos. Jugábamos a una raya, veinticinco carambolas, y tardábamos una hora o más. Aprovechábamos la siesta de los domingos cuando las mesas de los bares estaban disponibles, y allí íbamos aprendiendo y entusiasmándonos.- Cada vez más, y más y más.
Jugábamos con muchachos que estaban aprendiendo y por lo tanto en el mismo nivel, y también viendo y admirando a los mayores que para nosotros eran verdaderos maestros. Algunos bastante jóvenes, y ya le hacían partido a los veteranos, que sabían de técnicas y mostraban habilidades muy desarrolladas por su larga práctica.
Se jugaba mucho en aquellos tiempos. En varios lugares había mesas y siempre se disputaban torneos: en Clubes, en bares, y en la parroquia; en nuestra ciudad o en la vecina; con diferentes categorías para minimizar ventajas. Poco a poco fuimos mejorando substancialmente nuestro juego.
Yo sentía una verdadera pasión, jugaba todos los días y las horas que podía disponer, lógicamente uno terminaba aprendiendo, no sólo a jugar, sino los trucos y misterios que encerraba.- Efectos, golpes, retrocesos, corridas, pasabolas, rebotes y bandas; peso y contrapeso de los tacos… Lográbamos indudablemente ser cada vez más competitivos. Y eso nos atrevía a buscar entreverarnos con los más avanzados. A esta altura era posible que nos invitaran como pareja de alguno de ellos, cuando había algún desafío y se jugaba de cuatro, casi siempre por una cena.
Un domingo en el bar más concurrido he visto a uno de los “maestros” taqueando solo, esperando seguramente algún amigo para hacer unas rayas… Me ofrecí como contrincante, mientras tanto…
Me miró despectivo, y se movió muy lentamente, quedando casi paralizado en la posición de tiro, apenas levantó algo la cabeza…, y con toda la arrogancia que podía ser capaz…diría que me espetó:
-Pero, ¿Quién te creés que sos, mocoso?- Y exhibiendo una mueca socarrona, mostrando una evidente indignación,. siguió con su solitario taqueo, ignorándome por completo…
Sé que me mordí de rabia y humillación. Sentí tanta vergüenza que me fui a casa, con un injusto dolor en las entrañas, pensando una y otra vez si era mía la culpa, y si en fin, yo mismo había provocado su reacción visiblemente arrogante…. Por bastante tiempo rumié ese momento una y otra vez, hasta que se fue transformando más bien, en un juramento de venganza, de que llegaría el momento del desquite…
No debería haberme dejado llevar de esa manera, no debí permitir que esa ira crezca dentro mío, no debí darle tanta importancia; y sin embargo eso es lo que hice…
Desde allí aceleré mi aprendizaje si cabe, jugando más y más. Competía cada vez con mejores adversarios. Jugaba con destreza, pero también con una fuerza nueva, como con furia. Entraba en casi todos los torneos, y me fui emparejando a los mejores, a los más habilidosos, a los veteranos incluso. Muchos consideraban que era muy bueno, y yo me sentía cada vez más seguro.
En un torneo organizado por la Parroquia, participamos una veintena de billaristas, en la mayor categoría, todos contra todos; a cuatro rayas; y la duración era de un par de semanas, ya que no se jugaba todas las noches. Había dos partidos por vez, y los demás, en lo posible, asistíamos para observar el desarrollo de cada uno.
Este hombre arrogante también jugaba, y lógicamente llegó el día, o la noche, en que nos enfrentamos. Quizás él se habría olvidado del incidente, porqué había pasado ya mucho tiempo; pero no yo, que pensaba apabullarlo, destruirlo, y cobrarme su actitud despectiva, como una de las mayores consignas de la vida…
Era reconocido como muy buen billarista, uno de los mejores entre nosotros; pero yo estaba motivado por la pasión de cobrarme la ofensa. Yo quería desquitarme, humillarlo… y que mejor que esa noche delante de todos…
Comenzado el partido no le fue bien, creo que sentía el peso de demostrar toda la gran diferencia que había con aquel “novato”, debía ganar con mucha holgura, mostrar sin ninguna duda su supremacía… En cambio a mí me movía una furia santa que me potenciaba y me daba un poder extra.
De entrada le saqué muchísima ventaja, y desde allí le fue cada vez peor; mientras yo me sentía iluminado, hacía carambolas a diestra y siniestra; me salían todas y me permitía tirar lujos y hacerlas a tres bandas, tirar pasabolas imposibles, y hasta massés, como si estuviera haciendo una demostración…
Cuando me faltaban unas diez carambolas para completar las cuatro rayas, él no había hecho ni la mitad de la primera; por lo que rojo de ira y vergüenza, tiró el taco contra la pared, y atropelladamente abandonó el juego y el lugar, aumentando de mala manera su catastrófica derrota…
Yo permanecí imperturbable entre la euforia de mis compañeros, sin demostrar la alegría y la satisfacción que me llenaban por dentro.
Me había desquitado en buena ley, con creces…, y sin embargo, sentí pena por él.
Yo pensé:
-(Nunca hagas daño al más débil, porqué el mundo es redondo…, hoy estás arriba, mañana estarás abajo),






II

En otro torneo y en otro lugar, y estando muy bien posicionado en la tabla de posiciones, en cierta fecha del fixture me tocaba con un viejo billarista. Era un hombre que jugaba medianamente bien, pero no era de los mejores. Sin embargo me estaba ganando y yo no conseguía emparejarme.- Por más que me esforzaba, el juego no se me daba, erraba, me quedaba mal armado, no conseguía achicar la diferencia, es más; la ventaja se iba agrandando. Por momentos veía que era cada vez más difícil revertir la situación.
No era para nada mi día…
Estaba inseguro, erraba tiros increíbles, no conseguía concentrarme y cada vez se me presentaban peor las cosas. Él en cambio sereno, y avalado con la favorable diferencia, se iba encaminado a la final del partido con muchísima ventaja.
En un momento llegamos prácticamente a la meta, si bien a mí me faltaban treinta y seis carambolas, a él solamente dos. Con sólo dos tiros buenos ganaba y muy holgadamente, y yo sin conseguir reaccionar, al menos para no perder por tanto.-
Un viejo amigo, funcionario del correo, también billarista, miraba el desarrollo del partido con un vaso de vermouth en la mano, en el fondo apesadumbrado por mi inesperado y pobre desempeño. Casi no lo podía creer…
Se aproxima y en voz muy baja me dice:
-No es diferencia para vos…-, y como si tuviera aún confianza en mí, fue a sentarse a una mesa un poco más lejos, quizás esperando el milagro…
-(A él le faltan sólo dos; y a mí treinta y seis… ¿y me dice que no es diferencia?)- Ahora me tocaba tirar a mí, no tenía ninguna chance… pero voy a morir de pié, voy a dar lo que sé,…-¡Total, perdido por perdido!...-
Y sentía como en mi interior nacía una fuerza nueva, que crecía incontenible dándome una fe desconocida,… ¡Quizás Nilo tuviera razón!... Yo estuve fallando, debía hacer algo más, no me entregaría, aunque sabía que no estaba jugando sólo; pero yo haría mi parte con esta nueva sensación que me empujaba…
Me concentré y tiré mi primera carambola, sería una a una, a no errar.
Una… dos… tres… cuatro…, y seguí una a una, tratando de no desconcentrarme, como si allí se me fuera mi honra, como si fuera mi mejor partido: ¡ cinco…! ¡ seis…! ¡ siete...! y así seguí tirando cuidadosamente hasta completar una volada de dieciocho seguidas, la mitad de las que me faltaban… Me sentí entusiasmado, evidentemente; pero no bastaba, ya era tarde, ahora tiraba él… ¡Si me hubiera concentrado a tiempo otro sería ahora el resultado!.
Tiró don Ángel y erró. Tal vez se sintió apremiado al ver mi recuperación, aun que creo que no se impacientó porqué aun tenía todo a su favor. A mí me faltaban otras dieciocho…, por más que hiciera algunas…, al él le quedaban por hacer sólo las últimas dos…, ¡Y ganaba!
Y me concentré de nuevo con toda mi alma…una, dos, tres, y no quedaba mal armado, así que seguí sin siguiera pensar en las que me faltaban, sólo trataba de hacerlas una, y otra: ¡Cinco…, seis…,siete…!, y seguía…
Don Ángel se puso serio, quizás no lo podía creer, aunque seguramente pensaba que no las iba a hacer todas las que me faltaran en otra volada de dieciocho…
Pero yo seguía... Los que miraban se habían parado, acercándose, para no perderse lo que podía pasar, o estaba pasando…
La cuestión que hice la: ¡Diecisiete!, Me faltaba una solamente, pero me quedó mal armada. Requería un tiro difícil. Sopesé todas las alternativas, no tenía otra que tirar pegando baranda primero, tocar luego media bola con un efecto que hiciera correr la mía por la otra banda, hasta la roja que estaba tocando el otro rincón. Si la erraba seguramente él se encargaría de asegurar las dos que le faltaban…
La tiré y la bola como obedeciéndome al pié de la letra, girando como un trompo, fue siguiendo lentamente la ruta esperada, caminó un trecho pegada a la banda, y llegó justo para golpear tenue a la bola arrinconada, que se movió casi imperceptible, como saludando a la recién llegada…
-¡Dieciocho!- celebraron todos. ¡Partido ganado! ¡Increíble!
Don Ángel estaba realmente sorprendido, pero era un caballero, y me felicitó con entusiasmo.
Nilo, no se acercó; canchero, desde su lugar levantó el vaso y me guiñó un ojo…, como si hubiera descontado que yo iba a reaccionar así.
Yo me quedé con un sabor a culpa por mi incapacidad. Si no hubiera sido por el aliciente que me acicateó el ego, que despertó mi fe en mí, en el último momento, yo sólo no habría sido capaz; y tendría que contar que ese día, en realidad, no tuve una actuación muy brillante.
Se lo debo a quién apenado por mi mal momento, supo estimularme, al mostrarme que creía en mí.
Con esa valiosa ayuda, se hizo posible lograr un triunfo, de una segura derrota.
Fue una pequeña gran hazaña…
Un buen estímulo puede impulsarnos a lograrlo.




*De Celso H. Agretti. celsoagr@trcnet.com.ar
-Texto incluido en "Los días felices" Avellaneda (Santa Fe), 03/08/2005





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