viernes, julio 31, 2009

BAJO LA PIEL DE ÁRBOL MILENARIO, PALABRAS ESCONDIDAS...







AMEN*



Lo conocí mucho antes del destierro


Antes de la luz.
Estaba en el espacio de un tiempo sin edad.


Habíamos recorrido los cauces del Río del Olvido.
Vimos las huellas de Caín entre amapolas y lirios pisoteados.
Encontramos golondrinas degolladas.
Testigos de la puerta tapiada de la bella durmiente.
Divisamos la morada del lobo y su cortejo.
En nombre del Padre al vacío empujaban el Hijo.
Fuimos al adiós de la rosa impoluta del martirio.


No conocía su voz ni sus silencios.
Oí su voz. ¡Ay! y era mi voz.
Voz silencio de arena y equinoccio de otoño.
Voz de sal y bálsamo en el costado abierto.
Voz de vides, de leños crepitantes.
Voz de puñal de plata.
Voz de grito.


No he tocado las yemas de sus dedos ni sus brotes.
No he tocado sus manos, ¡ay! sus manos. Conocidas, antiguas.
Manos con manchas angustiosas de tinta.
Manos aferradas a las salvajes crines de los vientos.
Manos de ocasos y de auroras.
Manos de pan y vino.


No he tocado las yemas de sus dedos.
Sin embargo, he andado y desandado sus arterias.
He besado el arco tenso de sus sienes.
He recorrido, con mi boca, la alfombra de sus huellas.
He descansado en sus cepas, niña triste de incienso.


Es el mensajero del retorno del agua.
De la palabra nueva. De la sal y la greda.
De la lumbre y el aire.
De la unidad de naipes fragmentados.


Si embargo, quizás nadie lo sepa.
Bajo la piel de árbol milenario, palabras escondidas
Escondidas palabras, saben a veneno, a bilis, a miel amarga.
Nadie ha de saber tampoco, cuando ahueca su mano
(Saciedad hoguera del poeta.)
Muere gota a gota…
Y a la vez renace.
Renace. Bálsamo, savia, zumo de eternidad, amén.



*de Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar





BAJO LA PIEL DE ÁRBOL MILENARIO, PALABRAS ESCONDIDAS...





Laberintos*


Obligado, apabullado, inquieto, quedó, sin darse cuenta, encerrado en su propio destino. La ambición de sentirse soberano, lo fue intimidando hasta quedar preso en su tenaz decisión.


*de Azul. azulaki@hotmail.com






La justicia de la selva*



*Martín Caparrós
31.07.2009

Hace unos meses, Jorge Lanata escribía todavía en este diario que en la Argentina todo el mundo termina en Comodoro Py. Ayer, buscando vaya a saber qué, lo releí, y de pronto me inquietó ese nombre: Comodoro Py. Me di cuenta de que lo había pronunciado tantas veces sin tener ni idea de quién era: de
qué estaba diciendo. Es curioso y nos pasa todo el tiempo: decir sin saber qué. Con los nombres de las calles, tantas veces. No sólo por nuestra ignorancia militante sino también porque las calles encierran una injusticia básica: quienes las nombraron partieron de la base de que hay una Etapa Fundacional de la Nación cuyos ciudadanos merecen todos los honores -y a los siguientes que los parta un rayo. Por eso, cualquier pelafustán nacido antes de 1850 que no haya sido un plebeyo completo -y mejor si fue abogado o militar, faltaba más- tiene su calle en algún rincón de la res pública y, en cambio, personajes equivalentes de cien años después se perdieron en la merecida noche de los tiempos. Este comodoro, pensé, debía ser de esos privilegiados cronológicos. Pero no tuve que pensar mucho: estamos en tiempos de Satisfacción Inmediata del Moderado Ansia de Saber, lo que ahora llaman SIMAS, sponsoreada por google, wikipedia & Co: eso que solía llevar horas de búsqueda -o, más habitualmente, se olvidaba- se ha vuelto cuestión de 0.42 o 0.28. Es un cambio importante, aunque todavía no consigo entender cómo nos cambia.

En cualquier caso, en 0.31, mi SIMAS me informó que el Comodoro Luis Py era un español que llegó en 1843 al Río de la Plata "y de inmediato ingresó a la Escuadra Argentina. Entre 1871 y 1872 fue comandante militar de la isla Martín García. La historia lo recuerda especialmente porque en 1878 dirigió la expedición que el Presidente Avellaneda mandó al Cañadón de los Misioneros en la Provincia de Santa Cruz, donde izó la bandera argentina el 1° de diciembre, como reafirmación de la soberanía nacional sobre aguas patagónicas, que se veía amenazada por la presencia de buques extranjeros".
Como ven, un perfecto banal -un militar menor que no merecía los 0.31- cuyo nombre repetimos tanto. Alguien diría que no es casualidad que sea el nombre más habitual de la justicia.

La justicia en la Argentina es más o menos eso: una banalidad que repetimos tanto. La justicia en la Argentina es, para empezar, una institución que funciona tan mal como todas las otras, bajo influencia legal extrema del poder político -léase Consejo de la Magistratura- y bajo influencia ilegal extrema del poder político -léase subsecretario que llama al juez para convencerlo de que haga esto o lo otro porque si no ya vas a ver.

La justicia en la Argentina es, para seguir, el espacio de una desigualdad constante, donde es muy distinto ser cuarentón lechoso que morocho jovencito, donde zafan los que pueden pagarse buenos abogados y capotan los que no: donde las diferencias de clase y los vericuetos leguleyos son mucho
más eficientes que cualquier razón o verdad.

La justicia en la Argentina es, para seguir siguiendo, la instancia donde depositamos la esperanza de que alguien haga lo que no hacemos: ante los infinitos delitos visibles -no los ocultos- que cometen los que ocupan el poder político, la sociedad no los sanciona con política -con movilización, votos, repudios varios- sino que espera que alguna vez, cuando pierdan su silla, los agarre la justicia y haga algo.

Pero lo que entendemos por justicia -el conjunto de normas legales que regulan nuestra vida común- es una convención: un acuerdo social, la letra que hace explícito un pacto implícito entre todos los ciudadanos o, por lo menos, los que pueden participar de un pacto. La justicia es un consenso: lo que la mayoría -o, a veces, los poderosos o, si no, también, la mayoría convencida por los poderosos- de un país coincide en considerar correcto: justo. Que puede, por supuesto, variar mucho. La justicia en Israel cuando la Biblia consistía en cobrar ojo por ojo y matar a cualquiera que trabajara en sábado: era justicia, todos coincidían. La justicia en la edad media cristiana consistía en obtener confesiones por tortura y meter la mano del reo en agua caliente: si se quemaba era culpable; era el juicio de Dios, y todos lo aceptaban. La justicia en el islam contemporáneo consiste en matar a pedradas a la mujer adúltera y cortar la mano del ladrón: es justo para ellos. La justicia en el mundo actual consiste en que si yo me compré cinco kilos de pan me lo puedo comer todo aunque a mi alrededor veinte niños
hambrientos pidan rueguen y lloren -porque el pan es mío: es la ley, coincidimos. La justicia en la Argentina actual también consiste en que una mujer no puede decidir si quiere seguir adelante o no con su embarazo, o que un menor no debe ser juzgado y condenado igual que los mayores. Y no fue siempre así, ni siempre será.

La justicia es un valor relativo, variable, con pretensiones de absoluto: cada sociedad tiende a creer que su idea de justicia es ahistórica, inmutable. Por eso, entre otras cosas, justicia es una palabra con un valor muy positivo todavía, una palaba que legitima lo que toca: será justicia, ese reclamo es justo, la justicia social, estamos contra la injusticia, viva el justicialismo y el justo medio y el comercio justo. Por eso me impresionó ver estos días en medios de la patria las historias del "militar justiciero de Mendoza". Ustedes ya lo deben saber: el sargento de ejército que oyó un ruido, se asomó a la ventana de su casa en Las Heras -era de madrugada- y vio a alguien agachado, dijo, al lado de su coche, apuntó su 11.25 -¿ya la tenía en la mano?- y le metió un tiro en la espalda. Entonces, para perfeccionar su gesto, bajó, metió el cadáver en el baúl de su coche según las mejores tradiciones de su arma y, un auténtico clásico, quiso hacerlo desaparecer en un basural. Pero alguien lo vio -lo raro de la vida es que siempre hay alguien que te ve- y lo denunció; unas horas después la policía le tocó la puerta y lo detuvo. El sargento Borgino dijo que había actuado en legítima defensa -de su propiedad privada, quizás aclaró, porque su vida nunca estuvo en peligro. Quedó preso, pero varios medios lo llamaron el "militar justiciero de Mendoza". Si lo dicen con sorna no se les nota. Un justiciero es alguien que ejerce o impone la justicia: para todos estos medios, el sargento Borgino es uno de ellos.

Supongo que también lo es para mucha más gente. Cada vez más personas, hastiadas y aterradas por los asaltos y los relatos de los asaltos, piensan que pegarle un tiro por la espalda a un tipo que te quiere hacer el auto es -una forma mejorada de- justicia. De eso hablábamos: de que la justicia es consensual y que, por lo tanto, puede cambiar. Que así como los diputados aumentaron brutalmente las penas por ciertos delitos cuando Blumberg sacudió Buenos Aires, así podrían disminuir otras si se consolida el consenso de que tirar contra un delincuente no está mal. La tendencia no es nueva pero se está afirmando: cada vez hay menos reparos en llamar a un asesino un justiciero.

Es uno de los efectos del segurismo. El Estado ya mostró que no consigue cuidar a sus ciudadanos: sus fuerzas de represión se parecen demasiado a lo que deben reprimir, su justicia es un desbarajuste, sus cárceles rebosan y destrozan, sus -dudosísimas- políticas sociales siguen produciendo pibes chorros. Los ricos ya demostraron que el cuidado del Estado no les sirve y ahora se compran su propia protección -vigilantes, garitas, alarmas, coches blindados y otros chiches. El resto, entonces, abandonado a su suerte, entiende el mensaje, sigue el modelo y decide cuidarse a sí mismo: ocuparse de su propia seguridad con un arma en la mano. Lo seguirán haciendo, cada vez más, mientras el Estado no consiga probarles que no es necesario. Si eso no sucede y el consenso avanza, la aprobación social se irá consolidando y, algún día, sancionaremos que matar así es justicia: cosa de justicieros. La ley de la selva, al fin y al cabo, es una ley. Donde gana el más fuerte -como siempre, pero sin tanto disimulo.


*Fuente: Crítica digital
http://criticadigital.com/impresa/index.php?secc=nota&nid=28424






*



La extranjera lee las instrucciones, crea cartografías inesperadas, imágenes que se sacuden de cenizas y muestran la intimidad de las luces o el lado de las sombras.
Primero hay que inventar el laberinto.
Surgen restos que buscan el cielo ventana de Magritte o del verano, señales, rastros, se abren en capas como un interminable juego de muñecas rusas.
Después vendrán los hilos.
Voces, hilos que cuentan poeman, se amuchedumbran para convencer a la extranjera de la lengua que se deje tocar los costados huidizos.

Escribir poesía, esa manera de ganarle espacio a lo indecible, a la muerte sin letra de lo
mudo. Esa manera de hacerse, de dejar un testimonio de lo que nos tocó vivir, para los que vendrán. Esa manera de tocar al dolor y a la injusticia para que tengan, al menos, el consuelo-testigo de lo humano.



*de Cristina Villanueva. libera@arnet.com.ar







COMODORO PY*



Buenos Aires, 1884. El Comodoro Luis Py, de 65 años de edad, sorbe la bombilla con parsimonia mientras contempla ese horizonte pampeano que marea, tan parecido a esa línea del horizonte que contemplara durante décadas -a bordo de las respectivas embarcaciones en las que le tocó desempeñar funciones navieras-, que casi lo asusta. Oriundo de Barcelona, aunque actuase desde los 24 años al servicio de la Armada Naval, bajo el comando del Almirante Guillermo Brown durante el sitio de Montevideo, a bordo de la goleta “Chacabuco”, había dedicado su vida entera al dominio de la navegación fluvial y marítima. Los recuerdos de sus pasadas acciones, por las que le fuera otorgada una medalla de oro al serle asignado el cargo de Comodoro, afloraban en su memoria con creciente orgullo. Y habían pasado apenas cinco años desde aquel dorado momento de gloria. Apenas cinco años, y ya parecían haberlo olvidado por completo…
Aunque quizá, la desmemoria no se hubiera generalizado, y haya quienes sí lo recordasen. No precisamente para premiarlo…
Ceba otra amargo y permanece contemplando el horizonte del creciente anochecer. Un paisaje que marea… ¿Alguna vez había sentido los efectos del mareo a bordo de alguna embarcación? Le había resultado tan natural permanecer a bordo, ajeno a cualquier efecto colateral de la navegación, que a veces se preguntaba si no lo habrían parido a la mitad de algún viaje por el Mediterráneo, arribando a las costas de Barcelona a poco de nacer. Pero ésas sólo eran especulaciones en el aire. Lo concreto había ocurrido después, durante su carrera naval bajo la jurisdicción argentina, participando de la Guerra contra el Paraguay –en la que falleciera su hijo Enrique, en 1865, a bordo del vapor “Guardia Nacional”-, o en sucesivas actividades a lo largo del Atlántico Sur -entre 1878 y 1879, a bordo de la goleta “Cabo de Hornos”-, patrullando las costas en eterno conflicto con el gobierno chileno. Hasta que el General Julio Argentino Roca le solicitó un respaldo marítimo de seis meses en su avance hacia “el desierto”…
Esboza una media sonrisa irónica. Imágenes fragmentadas afloran delante de sus ojos. Cañonazos que retumban entre las olas, gritos desgarrados provenientes desde la costa, y el ejército civilizador de Roca que arrasa la línea del malón, secundado por la artillería naval de Py, dejando cientos de cadáveres a su paso…
Sorbe ruidosamente la bombilla; el mate se ha lavado. Se incorpora del cuarteado banquito de madera con cierto esfuerzo -¿por qué será que al haber dejado el mar a cambio de la pampa, su cuerpo chille y se queje, como si se le hubieran salinizado los tendones, corroyéndole las articulaciones, para que no extrañe el efecto residual de sus incursiones marítimas?-, portando el mate y dejando la pava en el suelo. Y se halla a punto de abrir la puerta entornada del rancho, cuando un sonido desconocido le llama la atención. De inmediato, recupera la fina percepción de sus sentidos, manteniéndose en alerta, como cuando tripulaba sus respectivas embarcaciones, dispuesto a cualquier clase de reacción.
Pasos. Sigilosos, en número creciente, partiendo ramas secas caídas. Pero pasos al fin. Humanos. Nada que ver con las cuadrúpedas pisadas de los animales.
Luis Py se vuelve, girando la cabeza a un lado y al otro, intuyendo un peligro inconcebible. ¿Quién podría estar acosándolo? Sin darse cuenta, esgrime el mate como si se tratase de su antiguo sable de combate, con la bombilla apuntando al cielo. Vienen por él, no caben dudas; más allá de que comprenda el motivo o la identidad de sus agresores, sabe que lo cercan. Y antes que el miedo, el coraje aflora entre sus labios.
-¡Salgan al descubierto, mierda! ¡Den la cara, como buenos cristianos!
Pero las arteras siluetas que se mueven alrededor del rancho poco tienen que ver con el cristianismo. Aparecen por izquierda y derecha –babor y estribor; las rutinas son difíciles de olvidar-, en parejas, con filosos cuchillos en alto, emponchados con pieles de animales, aullando la venganza. Caen letales sobre él, sin darle tiempo a defenderse, más que al amague de un inútil gesto defensivo, alzando el brazo derecho con el mate, que consigue eludir la cuchillada inicial, más no las siguientes… Las primeras estrellas se convierten en mudos testigos del derramamiento de sangre condecorada, ajusticiada por los parientes de las víctimas de la Campaña al Desierto roquista, quienes hunden una y otra vez sus aceros sobre este marino de ley, segando su destino para siempre.
Un capitán de navío se hunde con su propio barco. Sin embargo, el Comodoro Luis Py carece de embarcación o de curso de agua donde fondear por el resto de la eternidad. A falta de ello, sus victimarios incendian el rancho. El resplandor de las llamas ilumina la mirada fija y vacía del antiguo marino, que quizá nunca, a partir de este traidor baño de sangre, consiga descansar en paz…


*


Varias décadas después, en la zona donde había estado emplazado aquel rancho reducido a cenizas, los propietarios del flamante Ferrocarril Compañia General Buenos Aires, más conocido como Trochita Angosta, decidieron emplazar allí una estación ferroviaria, en los límites del partido de Bragado. La misma funcionó hasta que el ramal dejó de prestar servicios, en 1977. Con los años, el lugar se fue deteriorando, sirviendo como precaria vivienda de indigentes o refugio de animales salvajes.
Sin embargo, testigos ocasionales afirmaban que aquel lugar estaba encantado… Más de uno –con unas cuantas copas de caña encima- juraba haber visto al frente de la ruinosa estación, de pie sobre el filo de las vías muertas, con su uniforme de gala condecorado y el tricornio de oficial encasquetado en la cabeza, al Comodoro Py, la vista fija en el horizonte, a punto de dar una orden y corregir el rumbo, evitando colisionar contra las acantiladas costas patagónicas…
Durante los años posteriores a aquella fatídica fecha –en múltiples sentidos- de 1977, la zona había comenzado a inundarse, originando la presencia de enormes espejos de agua estancada, que no sólo atraían la presencia de ocasionales pescadores, sino de visitantes inesperados, impensables para los lugareños, pero codiciados por las sectas milenaristas y ciertos desfachatados noteros de programas sensacionalistas de TV.
El agua también había atraído a los OVNIS...
Misteriosas luces brillantes se habían comenzado a ver en el vecino partido de 25 de Mayo, y con el tiempo también se habían extendido hacia Bragado. Las huestes de curiosos acudían con sus cámaras fotográficas y organizaban campamentos de avistamiento, registrando cualquier anomalía lumínica nocturna, debatiendo entre sí acerca de la posible estructura y métodos de navegación sideral de las naves espaciales –que utilizaban el agua como combustible-, del mensaje de paz y evolución cósmica que los sabios extraterrestres venían a legarnos, de la posibilidad nada remota de que quisieran abducir a los lugareños para llevarlos de visita a sus remotos y perfectos mundos evolucionados…
Las espectrales apariciones del espacio exterior competían en pos de la fama con las del Comodoro Py, aunque estas últimas fuesen una tradición más localista, una atracción casi municipal, y sólo trascendiesen a nivel nacional las fugaces -pero cíclicas- apariciones de los OVNIS. Estos parecían caracterizarse por los formatos esféricos, con un intenso resplandor amarillo que los destacaba fácilmente entre los tenues puntos luminosos de las estrellas, aún en despejadas noches de luna llena.
Con tal motivo, sendos equipos móviles de TV habían sido destacados en la zona, aguardando por los futuros avistamientos. Uno de tales equipos se había emplazado cerca de la ruinosa estación ferroviaria, desierta por el momento –aunque tal vez se ocupase de un día para otro: los indigentes migraban continuamente a lo largo y a lo ancho de la provincia-. Al frente de tal equipo, remedando en los televidentes el entrañable recuerdo de José De Zer y sus fantásticas notas de la década del ‘80, se hallaba Damián Adonis –probablemente un seudónimo-, floreciente estrella del periodismo fashion, quien no le hacía asco a ninguna nota, siempre y cuando su nombre figurase en luminosas letras de molde, al inicio y al fin de cada segmento, donde inundase la pantalla su bronceado rostro al compás de su engolada voz de locutor. Su ascendente figura había ido creciendo con los años, y aunque más de un compañero opinase –no sin cierta satisfacción- que el carácter bizarro de sus últimas notas le quitase prestigio a su carrera, Damián seguía adelante, sin preocuparse demasiado por las opiniones ajenas –le importaban muy poco sus semejantes, interesado exclusivamente por sí mismo-, ni por darle algún sesgo determinado a sus apariciones televisivas. Con tal de permanecer en el aire, poco le importaba entrevistar al Presidente, hacer una publicidad de jabón en polvo, o avistar OVNIS en medio de la pampa.
O tal vez, emitir en su propio segmento del noticiero, cualquier nota que mereciese la pena llevarse unos cuantos puntos de rating, manteniendo su bronceada imagen siempre en alza.
Aquella noche de invierno ocurrió lo inesperado. Y Damián Adonis demostró ser un verdadero buitre, devorador de cualquier clase de carroña.
Sus respectivos compañeros, Ezequiel el camarógrafo y Pablo el sonidista, ateridos por el frío, cebaban mate amargo junto al “sol de noche”, deseosos de una cena caliente y una cama abrigada, quizá en compañía de alguna adorable y joven mujer, que bien podría no ser la propia… La música de Andrés Calamaro emergía del parlante de la camioneta del canal, entonando oportunamente “Fabio Zerpa tiene razón”. Mientras tanto, Damián se acercaba sin mayor interés hasta los erosionados muros de la antigua estación. Encendió un cigarrillo, exhaló el humo con decisión, y contempló el cielo por enésima vez, sin advertir nada que fuera muy distinto al resplandor de las estrellas, nítidas y distantes.
El reflejo estelar sobre la superficie de las improvisadas lagunas, fruto de las recientes lluvias, lo distrajo un momento, aunque su mente aún se mantuviese ocupada en idear cualquier pretexto para emitir al aire en su próxima salida. ¿Inventaría algo, como había hecho el gran José De Zer con su ya mítico personaje: el duende maligno que lo instaba a ser atrapado por un misterioso pozo donde desaparecía gente? Algo incoherente, sin duda, pero que las actuales generaciones quizá ni siquiera conociesen. El culto a la memoria es algo inexistente en un país que niega su propia historia.
Fue entonces cuando sus propios sentidos se debatieron entre la exaltación y el terror. Por un lado, ansiaba llamar a sus compañeros a los gritos para que acudiesen de inmediato con los equipos, dispuestos a grabar el incidente hasta el último detalle. Por el otro, deseaba salir corriendo de inmediato, aullando como un poseído, decidido a no regresar jamás por aquellos lugares endemoniados.
Por encima de la superficie del agua, tachonada de estrellas, con un tenue resplandor lunar asomando por la derecha, comenzó a delimitarse una silueta, difusa pero enorme. Muy lentamente se fue definiendo, como si emergiese a jirones de la pesadilla de un alucinado, reunificando sus fragmentos, ganando consistencia a medida que transcurrían los segundos. Recién entonces, Damián Adonis, incrédulo, con el cigarrillo apenas sostenido entre sus labios, comprendió que se trataba de un barco a vela de mediados del siglo XIX, siniestro y descascarado, flotando a un par de metros por encima del agua. La proa de la nave enfilaba hacia la estación, avanzando morosa, como si se hallase próxima a atracar en su destino final. No se distinguía ninguna figura animada sobre cubierta. Daba la impresión de que la embarcación fantasmal estuviera abandonada desde hacía siglos; como si hubiese emergido desde el abisal fondo del océano sólo para acudir en busca de un único pasajero…
Damián parpadeó varias veces, deseoso de pedir ayuda o consuelo, pero su garganta estaba muda. La escena se desarrollaba en completo silencio, como si no perteneciese al plano de la realidad. Y sin embargo, las texturas del casco y de las velas parecían estar al alcance de la mano, con sus propias manchas y rugosidades.
Entonces Damián sintió una presencia a sus espaldas, y se volvió, aterrado. La imagen amenazó con desbordar el interior de sus intestinos. Una pálida silueta marchaba a paso marcial –aunque pareciese desplazarse en cámara lenta- en dirección a la laguna, vestida con un impecable uniforme de gala, luciendo una brillante medalla dorada sobre el corazón y un tricornio azabache sobre la cabeza. Temeroso de que lo atacase o derribase al permanecer en el mismo lugar por el que habría de pasar aquel inexplicable personaje, Damián –ignorando por completo la identidad y tradición fantasmal del Comodoro Py- se hizo a un costado, aunque experimentara una progresiva rigidez muscular, propia del espanto.
El marino pasó a su lado, sin registrarlo siquiera, y caminó por encima de las aguas. Sobre el flanco de estribor de proa había aparecido una escala de cuerda, mediante la cual aquel oficial se disponía a trepar hasta llegar a cubierta, para luego alejarse navegando de allí, quizá para siempre.
Inexplicablemente, Damián reaccionó y emergió de su letargo.
-¡Hey! ¡Vengan, rápido! ¡Y traigan la cámara! ¡Vamos, apurensé, que lo perdemos!!!
Sus compañeros alzaron las cabezas, dejaron a un lado el mate con cierto desgano y llegaron al trote con la videocámara, oteando el cielo en busca de luces extrañas.
-¡Arriba no, imbéciles! ¡Ahí, en la laguna!
Pablo y Ezequiel contemplaron el paisaje en la dirección que Damián les indicaba, y luego se miraron entre ellos, con aire incrédulo, aunque ya casi resignados a los desplantes de su coordinador de equipo de exteriores..
-¿Qué les pasa? -, se alarmó Damián. -¡Empiecen a filmar, carajo!
Ezequiel se echó la cámara al hombro y dejó correr la cinta, apuntando la lente hacia donde le indicaba el brazo del notero estrella. Adonis apenas podía creer lo que veía: el marino condecorado alcanzaba los barrotes superiores y se subía a horcajadas, cruzando una pierna y luego la otra, para finalmente cuadrarse en el extremo de la proa, hacer la venia y mantener la vista fija en el horizonte estrellado, saludando a sus hipotéticos superiores, con el orgulloso sentimiento de la misión cumplida, mientras la oscura nave retrocedía por donde había venido y comenzaba a difuminarse en la noche.
-¿Vieron eso? ¿Lo vieron? -, insistía Damián Adonis, presa de la mayor excitación, mientras los rasgos de la silueta naval terminaban por disiparse, volviendo a revelar el reflejo de un abierto cielo nocturno sobre las aguas. Y sin presencia alguna de OVNIS.
-¡Rápido! ¡Hay que emitir la nota enseguida! -, ordenó Damián, corriendo hacia la camioneta en busca del espejo y el maquillaje. -¡Con esto nos salvamos de haber hecho un viaje al pedo!!!
Pablo y Ezequiel volvieron a mirarse, encogiéndose de hombros, aunque esbozando cínicas sonrisitas mientras regresaban a montar el equipo y transmitir al canal, donde los gerentes de programación probablemente harían con su notero estrella algo mucho más decisivo que mantener un silencio respetuoso.
La nota se emitió en el noticiero de la medianoche. Y por más que un exaltado Damián Adonis creara con su relato el entorno fantasmagórico necesario para presentar imágenes de un marino del siglo XIX aparecido en medio de la pampa, las imágenes eran irrefutables.
Al canal llegaron dos minutos exactos de un difuso paisaje campestre nocturno, revelando una laguna estrellada de superficie inmutable, y sin rastro alguno de presencia humana, material o espectral…




*de ALDIMA. licaldima@yahoo.com.ar
-Del Inventren 2004 .





*


Queridas amigas, apreciados amigos:


En los próximos tres programas de Poesía y Música Latinoamericana, en la Radiofabrik Salzburg (107.5 FM), entre las 19:06 y las 20:00 horas (hora de Austria!) presentaremos:


El domingo 2 de agosto de 2009 música del compositor español Agustín Castilla-Àvila, poesías de Marcelo Marcolín (Argentina) y música de fondo de Wayanay (Andes).


El domingo 9 de agosto de 2009 música del compositor brasilero Albery Albuquerque Júnior, poesías de Francisco Azuela Espinoza (México) y música de fondo de Los Huasos Quincheros (Chile).


El domingo 16 de agosto de 2009 música del compositor mexicano Armando Luna Ponce, poesías de Elena Fassio (Argentina) y música de fondo de Jorge "Lobito" Martínez (Paraguay).

¡Les deseamos una feliz audición!



ATENCIÓN: El programa Poesía y Música Latinoamericana se puede escuchar online en el sitio www.radiofabrik.at
(Link MP3 Live-Stream. Se requiere el programa Winamp, el cual se puede bajar gratis de internet)!!!! Tengan por favor en cuenta la diferencia horaria con Austria!!!! (Recomendamos usar http://24timezones.com/ para conocer las diferencias horarias).



REPETICIÓN: La audición del programa Poesía y Música Latinoamericana se repite todos los jueves entre las 10:06 y las 11:00 horas (de Austria!), en la Radiofabrik de Salzburgo!

Freundliche Grüße / Cordial saludo!

YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur.

www.euroyage.org

Schießstatt-Str. 37 A-5020 Salzburg AUSTRIA
Tel: ++43 662 825067



*


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miércoles, julio 29, 2009

DE LA INMENSA INCERTIDUMBRE QUE LO AMPARA...


-ILUSTRACIÓN DE RAY RESPALL ROJAS.


LA MARANJA PELUDA*

(Dedicado a Pampita)



Había una vez una maranja peluda que habitaba un planeta no tan verde, que se localizaba en una zona del Universo, denominada Supercúmulo de Galaxias Virgo.
Dentro de este Supercúmulo estaba el planeta, incluido en un grupo de estrellas más pequeño llamado Local y para ser más exactos, se ubicaba en la segunda Galaxia del grupo y dentro de la segunda galaxia, en el Brazo de Orión.
Se destacaba la maranja por ser cuadrúpeda y estar recubierta por un caparazón óseo con pelos ralos. Viene al caso agregar que la carne de la maranja peluda era muy estimada por sus depredadores.
La maranja era importante porque, además de pertenecer a la familia de los Dasypodidal, se la consideraba por algunos como la única superviviente del orden Singulata.
Aunque también comía carroña, la maranja prefería, para saciar su apetito, perseguir durante la noche insectos subterráneos.
No tenía buena visión pero se las arreglaba bastante bien pues, para protegerse, contaba con la formidable armadura, compuesta por placas de hueso. Empleaba sus afiladas garras para adentrarse en el suelo flojo en busca de alimento, para cavar madrigueras, que utilizaba para proteger a sus hijitos y también, para protegerse a si misma de los depredadores que caían, como peludo de regalo, sin aviso, de forma inoportuna, intentando depredarla.



*de Ana María Broglio. anabroglio2@yahoo.com.ar





DE LA INMENSA INCERTIDUMBRE QUE LO AMPARA...




Yo quise ser*



Yo quise ser bailarina.
Una Isadora
deslizando el cuerpo entre la impudicia y el arte.
Cuál de esos ojos apreciaba mi estética,
la fuerza de mis movimientos,
la expresión que daban mis caderas,
el sublime desafío de la quietud absoluta.

A quien sobrecogió mi figura
buscando en el aire dar a la música
un sentido de piel, huesos y músculos.
Quien vería los imaginarios tules y gasas
flotando, rodeando mi desnudez.
Todo un desafío a una casta
embretada en códigos y sucios pensamientos.

Yo quise ser aquella Teresa,
esmirriada, luchadora, curando leprosos,
crítica del Papa y sus omisiones.
Vieja y encorvada,
agigantándose en túnica celeste,
cobijando desahuciados hermanos,
llegando a Cristo y preguntando si valió la pena.

Y soy esta mujer
que me observa desde el espejo.
De incógnito en la vida,
con deseos truncos,
buscando la raíz de su sangre



*de ELSA. elsahuf@hotmail.com






BÚSQUEDAS INCIERTAS*


Si pudiera cerrar los ojos
y no ver en mi refugio
palomas muertas al sol...
Si pudiera anclar mi alma
al cielo transparente del otoño
sin sombras de tormenta...
Si pudiera armar con recuerdos
lo amenazante del olvido
y que se pierda a lo lejos...
Si pudiera voltear con aullidos
que choquen contra las paredes
y esconden a los que no escuchan...
Si pudiera edificar murallas
que protejan mi eterna soledad
de las compañías que sofocan...
Mis deseos arderían en la ermita
y lanzarían volutas de humo
señalando el último sendero...



*de Emilse Zorzut. zurmy@yahoo.com.ar






Lazos*


Dentro de la raíz de su vientre, la cinta de la vida nutre al embrión con pretensiones del porvenir de la estirpe. El ombligo, hilvana en su centro el germen de toda una generación. Los lazos de familia entrecruzan las vicisitudes, las esperanzas y las semillas de los que ya no están.-



*de Azul. azulaki@hotmail.com







Pájaro*



hace tanto frío afuera
un pájaro tímido
atraviesa el aire congelado
azotado en la intemperie habitual
que es su refugio


nada es necesariamente hostil
es duro simplemente
como el aire de sequía de un agosto
como el hielo que detiene el agua clara


se sabe expuesto a un nuevo tiempo
de inmensa incertidumbre que lo ampara
gira en redondo en falso en inseguro
despeinado del viento de la noche
lagrimeado de lluvia madrugada


queda a la espera bajo la hoja tiesa
de un aviso de luz de día claro
que le ayude a volar el aire tibio
ensortijado en el ramaje
el pecho henchido de orgullo y de coraje


me mira desde el viento
complacido


es la mañana
y sabe que lo espero



*de Lucía Cinquepalmi. lccnqplm@yahoo.com.ar







POSIBILIDADES DEL ESFUERZO FÍSICO HUMANO EN LA MATRIZ ENERGÉTICA ARGENTINA*




*Por Alfredo Armando Aguirre. choloar@rocketmail.com
http://choloar.tripod.com/choloar.html


Salvo las consabidas excepciones, existe un acuerdo generalizado acerca que el planeta que habitamos ha entrado en una situación de crisis múltiples, cuyas facetas más relevantes son la energética, la ecológica y la alimentaria.
Todo esta dinámicamente interrelacionado y la crisis financiera con epicentro simbólico en Wall Street, que eclosionara en el último trimestre de 2008, es nada más que una manifestación de la crisis multidimensional.
Nos sigue llamando la atención, a quienes venimos siguiendo estas cuestiones, desde el Congreso de Medio Ambiente de Estocolmo de 1972, como pese a todas las advertencias que se fueron haciendo, no se han tomado sobre todo en los países categorizados como "en desarrollo", medidas de peso sea en forma de políticas publicas o de comportamientos particulares, para revertir esta situación prevista ya desde hace tanto tiempo.
Nuestra postura frente a esta crisis multidimensional, que hasta pone en duda la continuidad de toda forma de vida en el Planeta, es sugerir una Argentina (considerada como Estado - Nación), "casi" sin automotores, casi sin "electrodomésticos", y "casi" sin plásticos.
No se nos escapa que tamaña propuesta raya casi en la temeridad; que supone hondos cambios culturales, que son los cambios más difíciles de realizar.
Pero la gravedad del panorama, es la que nos anima a semejantes iniciativas.
Un seguimiento de los documentos que viene generando el "Grupo de los 8" (ahora en trance de ampliación), sugiere que un proceso como el que proponemos está en marcha. Teniendo en cuenta el alto grado de trasnacionalización que presenta la estructura productiva formal argentina, como consecuencia de las políticas publicas aplicadas desde septiembre de 1955 (lo que pese a los intentos realizados o en curso, no se ha alterado en sustancia), es dable esperar que lo que genere en la materia el Grupo de los
8 "ampliado", se aplicará adentro de las fronteras argentinas, como parte de las estrategias globales de los intereses hegemónicos de las actividades económicas del país.
Eso acaecería si se hace una aceptación acrítica de lo que se decida en esos poderosos foros.
Descartando las sugerentes hipótesis autarquizantes, resta el camino de una adaptación critica en función de esquemas culturales endógenos que respeten soberanamente la idiosincrasia de las mayorías argentina en acelerado trance de "Latinoamerizanización".
La adopción acrítica y casi caricaturesca en el pasado del denominado "American way of life" (Incluso hubo mucho sectores que en el país de origen tomaron distancia respecto a ella), potenció ciertas pautas previas culturales y de consumo, de sesgo parisino o londinenses, particularmente por parte de la denominada clase media, fue la que genero un dilatado periodo de "descapitalización", que nos ha tornado mas vulnerables a la nueva situación planetaria.
En nuestros desarrollos sobre el particular, incorporamos primero como ingredientes de la matriz energética (incluido los transportes y las comunicaciones), a la tracción a sangre animal. Fue mas reciente la de las posibilidades de la tracción a sangre humana, enfatizando en el ciclismo, que fuera ya avizorado con motivos de la crisis petrolera de 1973, por Ivan Ilich.
En comunicación anterior nos hemos referido a la suerte de ingeniería popular, que suponen las repuestas resilientes de los llamados "cartoneros" del Área Metropolitana de Buenos Aires. Mas lo que nos motiva a esta comunicación, es la reciente presentación por parte de un estudiante de origen Chino, cuyo video se distribuyó por Internet, de un desarrollo, que en prieta síntesis consiste en lo siguiente:
Se ha diseñado una bicicleta con un acumulador que se alimenta con la energía proveniente del esfuerzo físico del que transmite su fuerza a través de los pedales. Esta se transmite a la rueda y una de ellas acciona el acumulador. Todo el proceso es monitoreado por un mini computador. La bicicleta en un momento finaliza su recorrido, y en un lugar determinado, digamos que se la enchufa y la energía acumulada se transmite a una red de energía eléctrica. El diseño comporta que la persona generadora con su esfuerzo físico de esa energía, obtendrá algún tipo de remuneración por el aporte hecho a la red energética respectiva. Las posibilidades que se abren mediante este ingenio, nos retrotraen a nuestro pasado personal, para desde allí, extraer vivencias que nos sirvan para discurrir en función de nuestro
futuro situado en el territorio argentino.
De nuestra infancia en la década del 50, transcurrida en la portuaria Ensenada de Barragán, situada en la margen occidental del Río de La plata, recordamos múltiples actividades que se motorizaban sea con tracción a sangre animal o con esfuerzos físicos humanos.
En lo que hace a los esfuerzos físicos humanos, comenzamos por rememorar las bicicletas que tenían un foco para iluminar y otro trasero para seguridad, que se alimentaban por un acumulador, similar al del ingenio que nos provoca esta comunicación, pero con una tecnología que suponemos estaba disponible
en Europa antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial . Esos acumuladores se utilizaban tanto en las bicicletas de paseo como en las de reparto. También había triciclos de reparto (recordamos el del panadero, el del almacenero y el del heladero). Se veían muy poco las bicicletas tipos támdem tripuladas por dos o mas personas. Existía si, una euforia de vehículos a pedal para niños. Así estaban los que imitaban a los coches de carrera (Recuérdese que era la época de las hazañas de Fangio), los
sulkyciclos (que tenían un caballito adelante) y los "remo-ciclos", un ingenio que se movilizaba no por el esfuerzo de las piernas como los otros, sino por el de los brazos (Se decía que era muy saludable). Existía el "botero" (Como el que todavía existe para cruzar el Riachuelo en la Boca), que con su esfuerzo físico, remando, hacia los cruces por el Dock Central.
Recordamos los lavarropas a mano y otros utensilios domésticos como las batidoras y las máquinas picadoras, que no se motorizaban a pilas o con energía eléctrica como los que las sucederían.
Y un apartado que se nos había olvidado es el de los aparatos a cuerda, sean juguetes, o relojes. Parece obvio, pero estos aparatos utilizaban energía humana previamente acumulada.
Nuestras intensas vivencias en el atletismo que abarcaron toda nuestra adolescencia y parte de nuestra adultez, nos hicieron percibir las posibilidades de incrementar los rendimientos en materia de esfuerzo físico que se logran con el entrenamiento.
Estas posibilidades de la utilización de la energía metabólica humana, fueron minimizadas por la llamada civilización del petróleo barato y el automóvil. Y tímidamente comenzaron a ser expuestas en los países
desarrollados como consecuencia de la crisis petrolera de 1973. Incluso en los esquemas de ayuda para el desarrollo de estos países, se insinuaron estas soluciones, las que al menos en la Argentina, no fueron casi tenidas en cuenta, salvo las excepciones de lo que siempre se niegan a seguir las "corrientes principales".
No debe soslayarse que en las áreas rurales y metropolitanas del "Tercer Mundo", se las seguía utilizando como se venia haciendo desde épocas ancestrales.
En simultaneidad con estos desenvolvimientos, el desarrollo científico-tecnológico, había puesto a disposición, una serie de elementos que permitirían, aplicarlos para extraer todo el potencial de la energía metabólica humana en un mundo que transita aceleradamente hacia las "low- carbon societies", concepto que todavía no tiene una traducción al idioma español de aceptación generalizada, pero que indica un mundo donde los combustibles fósiles van a ser minimizados; y en todo lo posible, sacadas
de circulación (mediante mecanismos de rescate y "secuestro") las emisiones de dióxido de carbono, que ya contaminan la atmósfera terráquea.
Mas estos turbulentos tiempos de globalización asimétrica, no nos hacen olvidar que "nuestro lugar en el mundo es esta Argentina en acelerado trance de latinoamerizanización: Y es desde el pensar situado, que en nuestra óptica, debemos esbozar alternativas de respuestas congruentes con nuestra idiosincrasia, y con la dotación de recursos naturales disponibles.

De nuestras ya prolongadas vivencias y estudios del sector publico argentino, apreciamos que en su interior, la circulación de la información tiende a ser de alta viscosidad. La incorporación de las Tecnologías de la Comunicación y la Información (TICs) a dicho sector, pareciera todavía periférica. A ello se suma que los potenciales usuarios, es decir toda la población que este en condiciones de leer, no ha percibido masivamente los ingentes y crecientes volúmenes de información disponible. Así por ejemplo Hoy día esta disponible en Internet, un documento casi desconocido: LA DECISIÓN ADMINISTRATIVA DISTRIBUTIVA ANALÍTICA DEL PRESUPUESTO (DADAP), que es la información mas detallada sobre el quehacer de las cuatro ramas del gobierno federal.
Quienes solemos leer este voluminoso documento, tendemos a creer, que a veces ni los propios gobiernos, tienen idea de todo lo que se hace anualmente.
En función del párrafo precedente, no nos entrañaría si por ejemplo en el Instituto Nacional de Tecnología Industrial, o en algún instituto del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, o en la Universidad Tecnológica Nacional o en alguna Facultad de Ingeniería o Agronomía. (El listado es meramente indicativo), se estén estudiando alternativas semejantes a las que aquí comentamos.
Damos por descontado que hay sectores (mas arriba mencionamos a los "cartoneros") que en sus practicas cotidianas utilicen sus propios esfuerzos físicos para la satisfacción de sus necesidades.
Atento la gravedad de la situación, seria de desear que haya una rápida comunicación entre las agencias públicas y los sectores de población que estén aplicando alguna modalidad como las que aquí se comenta. En la medida que se divulguen adecuadamente, y se rompan los estructurales anidamientos burocráticos, estaremos en mejor capacidad y aptitud de procesar con criterios propios, las problemáticas que ya han pasado a integrar la cotidianeidad de nuestras respectivas existencias.

(Buenos Aires, 27 de julio de 2009)






El poema es un acto de alarma*



*de Ruben Vela.


Hombres de este siglo.
Contemplad la palabra.
Leedla
en los muros que
acumulan
descifrables
memorias como gritos,
reclamando
el pleno
ejercicio del amor,
la libertad
inmensa.



Maneras de luchar



*de Ruben Vela


Que no me digan
que escriben simplemente,
que dicen el poema
sin pensarlo siquiera.
Que él nace porque sí.

Es un arduo trabajo,
un oficio de herreros,
un hacer proletario.
Un cansancio que continuará mañana.

Que no me digan
que se hacen poemas sin sudores,
sin una larga y violenta jornada de
trabajo.

Tengo las manos como las de un labriego,
duras, gastadas, llenas de poemas.




*Enviado para compartir con los amigos por Elsa. elsahuf@hotmail.com

-Ruben Vela escritor nacido en Santa Fe el 3 de mayo de 1928.
Reside actualmente en Buenos Aires.
http://www.rubenvela.com.ar











BORGES Y NERUDA*



*Por Enrique Medina


Habida cuenta de un mail en el que se me consulta acerca de una declaración de Borges sobre Neruda, aparecida en el periódico Millennium, de Chabás, firmado por la periodista Alejandra Tenaglia, respondo con este recuerdo. Canal 9 estaba dirigido por el Zar de la televisión, don Alejandro Romay, que, cuando algún teleteatro no tenía buena audiencia, dejaba de saludar a guionistas y actores; y que (esto es un rumor mezquino, claro) retirados los empleados y antes de que pasara el personal de limpieza, revisaba los tachos de basura para desplegar los bollos de papel y leer contenidos con la esperanza de hallar rastros de los malos pensamientos de sus súbditos. Hubo veces en las que el Zar alcanzó el éxito y tuvo la suerte de hallar chismes en su contra; y también algo que lo descolocó: un mensaje amoroso entre un tramoyista y un ejecutivo. El escándalo rebotó fuerte en las paredes porque aún no se vivía el liberalismo de hoy, cuando apenas si serviría para dos minutos de rápido relleno en programitas de chimentos entre gatos y medianoches. En ese tiempo se instala el recuerdo. Era una época de oro porque era un lujo para el público ver debatir al Zar con sus mejores espadas. Tal la polémica sostenida con don Cecilio Madanes, el creador del teatro Caminito, de La Boca, debido a una nueva puesta en escena con faltas y envidos. Eran talladores de nivel; algo que hoy, en el infinito horizonte, no se ve ni en broma. Y era de oro esa época porque existía un fervor televisivo tan marcado que los animadores eran un lujo de capacidad y simpatía. Aunque, humanos al fin, alguno decidió el suicidio por vergüenza ajena, otro el bochorno de ser encontrado in fraganti en su auto en pleno despliegue con una menor, otro con tremendos e infernales bolonquis debido a su fetichista obsesión por las rubias de pelo largo, otro denostado en la Justicia por amante a la que obligaba a falopearse, otro brincando a la política para meter manos en lata, otro divorciado por acoso a la hijastra lesbiana, y otras..., que también las hubo..., pero cabe la caballerosidad... En fin, aquella etapa fue única porque Borges era un asiduo concurrente a diversos programas de la televisión. Entre tantos, lo recuerdo en Canal 9, participando junto a estudiantes en aquellas contiendas plenas de algarabía con preguntas cantadas que, como premio a los estudiantes, otorgaban vacaciones al sur del país. En medio de ese barullo descomunal, se lo veía a Borges muy feliz. Y en el momento culminante en que la música se elevaba victoriosa, él, incómodo al mango por los apretujones de chicas y chicos que saltaban a su alrededor con leve idea de quién era ese señor ciego, era conducido hasta el pizarrón en el que colocaba un corazón que significaba un destacado mérito para un noble fin. En ese tiempo y en ese canal, el periodista Pepe Peña, especialista en deportes pero de elevado nivel, conducía un programa de reportajes que siempre finalizaba en una charla disparatada sostenida con un amigo italiano que hacía las delicias del público expresándose en vivaracho cocoliche. La entrevista con el escritor se hace amable y amplia. Convencido de sí, Borges deja volar al taumaturgo y derrocha inteligencia y picardía. Así las cosas y agotando la poesía, se cae en Neruda. El periodista, rápido en la observación y, quizá, descartando que la opinión a emitir contará con la aceptación de su par, suelta unas palabras claramente críticas para el diplomático chileno: “Pero Neruda... tiene ese costado político que echa a perder su poesía...”. A lo que Borges, reacomodándose en el sillón y colocando la cara en dirección al periodista, y muy en lo suyo, maestro en descolocar defensas, luego de haber denostado al Quiroga narrador y de haber calificado a Lorca de “andaluz profesional”, como si le molestara lo que habría de decir, respondió: “Bueno, usted sabe..., yo creo... que..., quizás ese costado político sea lo mejor de su poesía...”. Y al punto concluyó el programa; tal como yo debo concluir esta página.



*FUENTE: CONTRATAPA Pág.12 29 de julio 2009
-Enviado para compartir por Ruben Vedovaldi.








*


Queridas amigas, apreciados amigos:


En los próximos tres programas de Poesía y Música Latinoamericana, en la Radiofabrik Salzburg (107.5 FM), entre las 19:06 y las 20:00 horas (hora de Austria!) presentaremos:


El domingo 2 de agosto de 2009 música del compositor español Agustín Castilla-Àvila, poesías de Marcelo Marcolín (Argentina) y música de fondo de Wayanay (Andes).


El domingo 9 de agosto de 2009 música del compositor brasilero Albery Albuquerque Júnior, poesías de Francisco Azuela Espinoza (México) y música de fondo de Los Huasos Quincheros (Chile).


El domingo 16 de agosto de 2009 música del compositor mexicano Armando Luna Ponce, poesías de Elena Fassio (Argentina) y música de fondo de Jorge "Lobito" Martínez (Paraguay).

¡Les deseamos una feliz audición!



ATENCIÓN: El programa Poesía y Música Latinoamericana se puede escuchar online en el sitio www.radiofabrik.at
(Link MP3 Live-Stream. Se requiere el programa Winamp, el cual se puede bajar gratis de internet)!!!! Tengan por favor en cuenta la diferencia horaria con Austria!!!! (Recomendamos usar http://24timezones.com/ para conocer las diferencias horarias).



REPETICIÓN: La audición del programa Poesía y Música Latinoamericana se repite todos los jueves entre las 10:06 y las 11:00 horas (de Austria!), en la Radiofabrik de Salzburgo!

Freundliche Grüße / Cordial saludo!

YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur.

www.euroyage.org

Schießstatt-Str. 37 A-5020 Salzburg AUSTRIA
Tel: ++43 662 825067



*


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martes, julio 28, 2009

DEJARÉ LAS PUERTAS Y VENTANAS DE MI CASA, ABIERTAS, PARA SIEMPRE...




he vuelto a ver*



hoy he vuelto a ver
el lado de afuera de las cosas
lo he visto
tantas veces desde fuera
han sido manos tañidas de cebada
bajo el tenue color del alba helada
un movimiento péndulo inquietante
un solo ir y venir de muerte y vida
he visto la llegada
rasante del olvido
impulsándose en viento a otro camino
he visto el aire en el vaivén de sombras
en manos frágiles que temen desasirse
vi el pozo inagotable
donde habitan la duda y los enigmas
y asomé por el vuelo
de rezos y de cábalas ansiosas
invocando al misterio y a los cielos
vi la parte de arriba
de todos los latidos disonantes
creciendo y agitándose viscosos
del cansancio obligado al desafío
vi lágrimas y risas enramadas
mezclándose en el fuego del ocaso
un fuego tibio de calor lejano
vi el adiós dibujado en comisuras
hirientes complacientes inefables
pero hoy
que he vuelto a ver
el lado de afuera de las cosas
lo he visto desde dentro
del ruido silencioso de los besos
del sabor agrio de madrugar la vida
sin el suave movimiento de la brisa
de otro cuerpo rozándose en el mío
latí con la ansiedad de la pregunta
que debía haber hecho y que no dije
detuve el aire en mi garganta
por horas miedo y muerte acompasada
sentí el olor del frío de la luna
que ya nadie podrá herir desde mis ojos
desperté el vientre inerte
dormido de la noche negligente
me atrapé desde el lado de adentro
en el lado de afuera
y viceversa
sin desbordar ni huir
sin recompensa



*de Lucía Cinquepalmi lccnqplm@yahoo.com.ar
-2003-






DEJARÉ LAS PUERTAS Y VENTANAS DE MI CASA, ABIERTAS, PARA SIEMPRE...





La necesidad de escribir*

(Un estudio sobre Rayuela de Julio Cortázar)



*Por Julio Pino Miyar. isla_59_1999@yahoo.com
26/9/009
http://juliopinomiyar.blogspot.com


Fue una fría noche habanera de un mes de marzo de 1980 cuando pude ver sólo una vez a Julio Cortázar. Apenas dejaba atrás la adolescencia y me encontraba junto a mi padre, sentado a la barra de la Bodeguita del Medio; el más tradicional y conocido de los restaurantes cubanos. Mi padre me lo señaló con un gesto, “ese es Cortázar, me dijo en voz baja, tiene más de setenta años, aunque como ves aparenta no tener más de cincuenta. La causa es una enfermedad que padece que le impide envejecer”. Y volviéndose hacia mí subrayó: “vive en París y es una de las vacas sagradas de la literatura latinoamericana”.
Uno de los acompañantes de Cortázar reconoció a mi padre y la pequeña comitiva que venía junto a él intercambió saludos con nosotros. No volvimos a verlos hasta casi dos horas después, terminada la comida, a la salida del pequeño restaurante en la calle Empedrado y frente a la luz mortecina de los faroles que iluminaban la hermosa fachada barroca de la Catedral de La Habana. Allí, en medio de la vieja Plaza colonial, prácticamente desierta, Cortázar mencionó un singular club de Estocolmo, formado por inmigrantes españoles, que llevaba el nombre de Cronopios y a ratos se comunicaba con él. Mi padre aprovechó la ocasión para invitarlo a Suecia; el autor de La casa tomada se refirió, por su parte, al español Paco Uris, en ese momento el principal traductor del castellano al sueco. Yo había permanecido todo el tiempo en silencio, perdido completamente en mis pensamientos; se cumplía el primer ciclo de mi vida, dejaba abortada la que bien pudo ser una prometedora estancia en Europa y regresaba definitivamente a Cuba, mientras mi padre retornaba sin mí a su misión en el extranjero. En el instante postrero, cuando la pequeña comitiva se despedía con prisa de nosotros, Cortázar tuvo un gesto, se me acercó y estrechándome la mano murmuró “ojalá te sientas mejor”; entre tanto su mujer me dedicaba su más cálida sonrisa. Los contemplé alejarse de La Plaza en penumbras, en dirección a la Avenida del Puerto, y por la angosta calle de San Ignacio; nunca más los volví a ver.
Ese mismo año de 1980 conocí a un joven poeta y me vinculé con él en un proyecto común: la publicación de una revista literaria que nunca pudo -ni dejaron- cristalizar, pues era como el empeño personal de una utopía. Después supe -aprendimos mis amigos y yo- que utopía y literatura van juntas, y que la verdadera tarea de la poesía es llegar hacer de la metáfora “un espacio habitable”. Tal vez hubo mucho de metafórico en mi fugaz encuentro con Julio Cortázar; hoy sé, sin embargo, que él fue el escritor, por antonomasia, que hizo de su literatura un testimonio de su humanidad; pero, sobre todo, Cortázar es el autor que deseó que su escritura se convirtiera en ese espacio habitable, metafórico, que pudiera acogernos a todos y en el que viviéramos como reales y propios los problemas fundamentales de la literatura y el arte; problemas que, en la agitada década de los 60’ del pasado siglo, alcanzaron una situación límite que implicó no sólo a los artistas e intelectuales, a la juventud política mundial, sino que también permeó el sustrato de las sociedades contemporáneas. La novela Rayuela es, sin lugar a dudas, la transcripción fiel de esas necesidades históricas.
Desde un París concebido al modo de una “enorme metáfora”, los personajes creados por Cortázar representan un singular estilo de vida, un plano en particular del cosmos cultural que residía en el interior de ese extraordinario constructo urbano, artístico, literario, histórico que parece colindar con la leyenda, la hipérbole e incluso lo absoluto. Rayuela es una parábola de ese pertinaz afán de sobrevivencia, que convierte a sus personajes en héroes de un azaroso texto concebido como antítesis de las novelas de Balzac. Porque a diferencia del gran realismo literario del siglo XIX, la ficción cortazariana no fue hecha para reflejar la sociedad francesa de su tiempo, -la conquista, por algunos selectos individuos, del gran mundo parisino mediante la hipocresía, el desdén y el éxito literario. Rayuela parece haber descubierto un nuevo lugar de refugio para el espíritu humano, en este caso inscrito en el París más íntimo, pero que no atañe esencialmente a su brumosa geografía, sino a los valores más universales de la condición humana. Y ese lugar de acción y de refugio parece ser la obra misma, y llegar a entenderlo a cabalidad supone un acto de trascendencia que involucra nuestra naturaleza.
Con la lectura de escritores como Balzac, nos encontramos frente a los problemas técnicos y estilísticos que se le plantean al literato de genio, -entendido como trasmisor de una tradición cultural en específico- en el terreno del consciente desempeño de su profesión de autor que intenta expresar el concepto de su época. No obstante, los problemas implicados en la lectura de Cortázar se muestran ante nosotros -sus lectores-, como los dilemas que rondan desde adentro al hombre que escribe, que con esfuerzo maneja la dolorosa pulsión de su escritura, y que el propio autor aspira hacer valer. Pues de lo que se trata es de llegar a expresar la verdadera naturaleza del hombre arrastrado por el terrible magma de su tiempo. Entre tanto, el oficio estricto del literato, asumido como un proceso convencional de aprendizaje, se disuelve para ceder lugar a las lecciones que se reciben directamente de la existencia, la cual decanta para sí significados, valores y motivaciones. Lo mismo ocurre con la tradición, ya que la única tradición posible -para el hombre que se ha atrevido a asumir sin concesiones su moderna misión de escritor-, es la irrupción y ya nada puede entonces repetirse ni siquiera la imitación.
Hay un notable cuento de Jack London donde una joven pareja de hermanos persigue tenazmente a un hombre bajo la inclemencia de los blancos paisajes de Alaska. Al final lo alcanzan y le dan muerte. ¿Por qué lo hicieron? ¿Quiénes eran esos jóvenes? ¿Quién fue la víctima? No hay respuestas. London se limitó a narrarnos un fragmento de la vida y nada más. Un personaje de Rayuela, Morelli, expone una propuesta similar: la vida está compuesta de fragmentos y retazos, elementos dispersos que, en el mejor de los casos, podrían llegar a componer un registro -una colección fotográfica-, pero carente de largas secuencias, porque en la práctica se nos hace casi imposible darles seguimiento. Rayuela es eso entre otras cosas: un acercamiento fragmentario a la vida; una acumulación de retazos que se anudan en torno a una serie de experiencias vitales, correlativas a un grupo de exiliados ubicados en el París de principio de los años 60’. Lo curioso es que esta forma de componer, de estructurar, una novela establece una relación mucho más cercana con la manera en que contemplamos la vida que las convencionales narraciones lineales. Aunque para lo que se propone, Cortázar necesita imperiosamente de un lector cómplice que le acompañe sin prejuicios a jugar su rayuela, que de algún modo participe intelectualmente en el ordenamiento de los fragmentos dispersos y que haga con esto posible, verificable, una nueva inteligencia del texto.
En una de las “casillas” de la novela aparece un breve texto de la escritora Anaïs Nin, es una mención al laberinto: nos damos cuenta que el viaje emprendido por los jugadores de la rayuela es circular porque hay temas “que se repiten con exactitud”. El nombre del libro es clara alusión a un juego infantil; el salto en una sola pierna -de casilla en casilla- eligiendo bien donde caer. Y quien ejecute mejor los procedimientos, siendo fiel a la estructura básica del juego, es el que ha vencido.
En algún lugar del texto, Horacio Oliveira, el irreverente protagonista de este texto multiforme y descentrado, murmura, a modo de una plegaria o una imprecación, y una vez ha acabado de hacerle el amor a la Maga: “Devolver el toro al mar y el mar al cielo”. Según la leyenda helénica el toro vino del mar y el mar, en su inmensidad, es una réplica en la tierra del cielo. Es el pensamiento analógico que opera estableciendo asombrosas similitudes, relaciones insospechadas: el hombre, pese a todo, es semejante al universo y la poética del mundo es la cara nova ciencia. “Hay ríos metafísicos, Horacio, le dice -nos dice- la Maga, vos te vas a lanzar un día a uno de esos ríos”. Para a continuación afirmar Horacio Oliveira de sí mismo: “Yo contemplo los ríos metafísicos desde los puentes, pero ella -la Maga- los nada”. ¿Quién es la Maga? “Es un camino, nos afirma tajante Horacio, la literatura es otro”. En la literatura alemana nos encontramos en el Drama de Fausto con Margarita; según Goethe ella es “lo eterno femenino” que nos conduce a las alturas… En un momento clímax de Rayuela, Horacio desciende en un montacarga a la morgue de un manicomio. ¿Qué fue a buscar? Según el autor, una cerveza helada en el frigorífico donde se encontraban hacinados los muertos. El lugar de la locura se convierte así, para Cortázar, en el de la muerte; el no lugar de la razón parece abrigar una lectura maléfica que se desplaza, como una atroz metonimia, hacia el reino de Thánatos. Según mi valoración personal, después de mencionar a la ninfa Eurídice secuestrada por la noche plutónica, el personaje descendió allí en busca de la ironía.
Creo que la propuesta literaria que nos hace el escritor argentino sobre un indefinible ‘roman comique’ encierra este conspicuo modo de asumir la existencia. Según el ‘roman comique’, lo único que importa en una obra es su proceso de gestación, y al exponer eso colinda con Borges que escribió algo bastante parecido: “Cualquier obra humana es deleznable, pero su ejecución no lo es.” Es, por tanto, la obra literaria, en su perenne calidad de gestación, lo que hay que atreverse a mostrar al lector para que ella lo arrastre en su agonía, en su inquietante estado de latencia. Toda obra, independiente de su naturaleza, es perecedera y no podrá resistir el paso devastador del tiempo; incluso las pirámides de Egipto se derretirán ante el sol implacable del desierto y se convertirán, algún día, en “mierda de camello.” Intentar por eso una literatura completamente opuesta a nuestro tiempo, que represente un retorno a un tiempo absoluto, a una hipotética Edad Media de la cual esperamos, para nosotros, una discreta “santidad no religiosa”, es lo que no exige además el ‘roman comique’. Pero la concepción misma del ‘roman comique’ expresa todavía una nueva certidumbre extraída, esta vez, del milenario credo católico romano: “no hay salvación posible si no es con todos”.
Con esta última declaración Cortázar se enfrenta a la médula del concepto burgués de Modernidad. Pues en ella el hombre ha quedado aislado del resto de los hombres, atrapado en el interior del estrecho interés individual, viéndose obligado a renunciar al fundamento moral de la libertad y al significado universal -gregario- de la salvación humana. Ya que es mediante la privatización de las entidades económicas y la atomización de los sujetos políticos, donde se expresa con fuerza la raíz luterana y liberal de la actual concepción de sociedad. La restitución en el hombre de su hambre metafísica, del concepto radical de su libertad y una doctrina de la salvación que comience por las virtudes del altruismo y la compasión, nos conducen, sin embargo, a una de las visiones más introspectivas de Rayuela: “debajo de los párpados, con los ojos vueltos hacia dentro (…) se salía a una playa desierta, a una extensión sin límites”; a una obra plural. Una obra que, al invertir sus procedimientos, sea capaz de crear su autor y que condicione sus modos, sus vivencias, sus deslices involuntarios de conciencia, el indiscreto afán de la memoria… de esa rara avis que podría muy bien volver a nacer entre nosotros, desplegando sus alas de maravillosa libélula, mostrándonos sus pulidas armaduras a la luz de un nítido atardecer de invierno.
Horacio Oliveira había creído que el amor le era útil porque le revelaba propiedades hasta ese momento desconocidas de su ser. Luego supo que su amor era impuro, pues el verdadero amor no espera otra cosa que el amor mismo. (“Una pequeña mano un poco húmeda por el amor, o una taza de té”). ¿Era Cortázar el último romántico de un siglo sin dudas procaz? Según el propio Cortázar, el escritor romántico aspira a ser comprendido y el escritor clásico a dejar una enseñanza, mas él aspiraba a un lector cómplice a quien invitar a las urgentes tareas de la solidaridad, a una extraña comunión que lo hiciera regresar de su angustiosa soledad, de un egoísmo secular, para entonar juntos himnos de alabanza y desplegar banderas al viento. ¿Era ingenuo Cortázar? Él tenía la terrible inocencia de los apóstoles y la fatal ingenuidad de los mártires. No obstante, él también podía reírse de esas metáforas, ya que aspiraba a una obra que fuese una autocrítica constante, incisiva, irónica, mordaz… y dejando siempre puntos suspensivos para que otros los fueran rellenando después. Había además que incendiar el lenguaje, rechazar todo lo que oliera a tradición -“por amor a cosa viva”- y proceder en lo fundamental como un guerrillero: “usando la novela como quien usa un arma para defender la paz”.
“Estoy obligado a tolerar que el sol salga todos los días. Es Monstruoso. Es inhumano”. Oliveira se levantaba, en ocasiones, con una angustia cósmica y proponía en su lugar una nueva cosmogonía: “un sol que se queda fijo o cambie de forma”. “Un cielo elástico.” ¿Estamos simplemente en presencia de un juego? o, ¿de una de las necesidades más intrínsecas del espíritu humano? ¿Hay algo prefijado en la composición del universo que nos impide la felicidad y que justifica incluso nuestra angustia? Por qué ese afán de medirlo todo, de juzgar al hombre por una medida y no pensar, en cambio, que cada hombre tiene su medida; su imperturbable reloj sin manecillas y su relojero esencial. ¿Qué es lo anda mal en los secretos mecanismos del universo que nos revela que aquí abajo tampoco las cosas funcionan bien? Hay en Rayuela una cita de Malcolm Lowry, la cual un poeta como José Lezama Lima convirtió en uno de los puntos principales de aproximación a la novela: “¿Cómo convencerá el asesinado a su asesino de que no se le aparecerá?” Cómo convencerlo, si para eso tenemos que darle una señal, dejarle una huella, enviarle una misiva, y eso le revelaría nuestra precaria presencia victimada, que es justamente lo que no queremos recordarle. Porque lo peor no es que el hombre esté condenado para siempre a su soledad, sino que es mejor dejarlo así, pues renunciar a su salvación es el único modo de no hacerle daño, y esto último es absurdo y se vuelve una consideración lastimosa e inútil. Hay algo imposible en las relaciones humanas que la fe en una revelación superior parece no poder resolver. La teoría de la alienación tiene que sumar a una enajenación histórica -socioeconómica- de nuestra especie, una catástrofe cósmica, la cual ha sido expuesta durante milenios por todas las teogonías. ¿En qué hecho esencial el cristianismo, con su doctrina de la conciliación, el perdón y la caridad, ha fracasado y con él la Civilización Occidental? ¿En qué punto de la historia está el comienzo de esa “gran burrada”, la misma que hoy seguimos cometiendo a diario? Realmente necesitamos de un planeta como el del pequeño príncipe, en el que tengamos el poder de elegir, en un solo día, un millar de atardeceres.
“¿Ha notado usted, señor director, la escasez de mariposas este año?” Pocas frases reflejan tanta capacidad de ironía como esta pregunta alojada en una de las “casillas” de Rayuela. La pregunta, “al señor director”, es una burla emitida contra el concepto de autoridad. Un fino matiz dentro de un variado pentagrama en el que se aprietan las clavijas de la sensibilidad humana; un llamado que nos previene no sólo ante una catástrofe de signo ecológico, sino inclusive moral. El semiólogo Umberto Eco escribió que una novela era una máquina de generar señales. Morelli, por su parte, se pronuncia contra el orden cerrado de la novela, preconiza un orden abierto, o, quizás, una ausencia de orden que, en su abertura, deje pasar toda la luz de la realidad.
En una de las tantas “casillas” aparece esta frase de Morelli proponiendo un final para la novela: “En el fondo no se puede ir más allá porque no hay”. La frase se repite a lo largo de la página, la cubre completamente como un impenetrable mural vanguardista compuesto por ladrillos. ¿Qué hay más allá? Después del lenguaje se encuentra la vida en sus más variadas formas. El escritor argentino se refirió a esto cuando dijo, que el debate entre forma y contenido era un falso debate, porque lo que existía era la relación entre la realidad, expresada por medio del lenguaje, y el lenguaje en cuanto tal. Pero la realidad en sí misma no existe -es tan sólo una hipótesis- ya que invariablemente se nos aparece en su constante relación con nosotros. Desde Platón sabemos que la idea y el mundo componen para el hombre una unidad indisoluble, y con Marx entendemos que esa relación es esencialmente dialéctica y que la teoría y la práctica van juntas y que el único momento del espíritu es la realidad.
La gran aventura formal iniciada en nuestras letras por Cortázar incitó a una reorganización total del texto y la palabra, a un cambio de signo en el seno de las habituales relaciones de la palabra y la realidad, y todo esto dentro del contexto de la más irreverente vindicación del arte. Porque Rayuela es ese texto siempre en gestación que incita a la rebelión y Cortázar es ese escritor que quiso arder en su propia obra, entre tanto la obra lo purificaba. Su obra se prolonga así por un largo camino plagado de señales -algunas incomprensibles, otras repletas de significado-, en busca de un contenido al parecer abstracto, o de una música demasiado lejana. Sin embargo, hoy sabemos sin dudas qué era aquello que él afiebrado buscaba y que paradójicamente nos dejara como extraordinario legado: su singular camino en pos de esa utopía en cuyo final “nos está esperando (trémulo, palpitante, sin ceremonias) el hombre”.
Cuentan que al final su esposa y él murieron de la misma enfermedad, (ella en 1982; él en 1984) y que ella dijo que prefería que “Julio” muriera primero para evitarle así la angustia de su propia ausencia. También escuché decir -me dijo quien los vio- que Carol Dunlop y Julio Cortázar parecían un par de adolescentes tomados de la mano por las calles y los parques de París. Ambos están enterrados juntos en el viejo cementerio de Montparnasse y es costumbre -apunta Wikipedia- dejar una copa o un vaso de vino y una hoja de papel, o un billete de metro con una rayuela dibujada junto a la tumba de Cortázar.






Pedroni*




Monsieur Jaquin fue uno de los inmigrantes franceses que colonizaron parte de Sta.Fe., el primer poeta "bajado de los barcos". En homenaje a él, Pedroni elige su nombre para esta obra en la que cuenta, en verso, la epopeya de quienes colonizaron la zona de lo que hoy es "Esperanza", en Santa Fe. Nombre, el de esta ciudad, que evidencia lo que esos inmigrantes sintieron en nuestra tierra, aquello que los trajo...
La mayoría de estos colonos provenían de Suiza "que el gran Hugo vio sentada junto al cielo/ mirándose en los lagos y trenzándose el pelo", de Francia "su vecina inmortal", de Alemania "que lleva en el ojal / la hoja de roble inspiradora" y de Italia "la gran cantora y bebedora".
Los poemas nos cuentan: (van fragmentos)

Puerta: "El hombre y la mujer frente a la buena tierra, / tierra de Santa Fe: la puerta de la tierra. / El hombre y la mujer que ya en la tierra entran; / la mujer con su miedo y el hombre con su fuerza./ (...) Hombre y mujer mirándose para decirse:"¡Nuestra"!.


"Historia de una escritura": (...) "Un mar de setenta noches / y un río de tres mañanas/ separa la tierra vieja/ de la tierra nunca arada/ El precio de la partida / es siempre una novia pálida. / Hay siempre un niño que muere / en las historias del agua." (...)

A veces, con las frustraciones, con la pena por no encontrar todo lo que esperaban:

"El hombre quiere volver . / La mujer llora callada./ Quieren volver y no pueden./ Un niño muerto los manda."
(...) "El hombre se quita el saco. / La mujer teje y no habla. / Trabajan juntos seis días / y en el séptimo descansan."/ "Hombre y mujer en la puerta / miran la tierra entregada./ Ya la empiezan a querer / ya nunca podrán dejarla".

"Canción de la niña rubia": "No quiere dejar el barco / el alemán de la barba, / porque no ve el naranjal / prometido en Alemania. (...) "La niña quiere bajar, / pero la niña no habla" (...)
"En tanto la tierra espera / y está junto al río echada./ La tierra quiere a la niña / que ha llegado por el agua. (...) "La tierra quiere a la niña / de pelo color de paja. / Tierra de niño moreno / quiérela para sembrarla".

Otros cuentan de la vida dura, de la plaga de las langostas que se llevaban toda la siembra, del recelo del "gaucho", desplazado de la tierra, a quien el gobierno nunca le dio lo que ofreció a los inmigrantes y del indio ,al que los inmigrantes, en alguna medida, "le robaron la tierra" :

"Quien ordenó la carga del arado / ordenaba tu muerte el mismo día" (...) "Descendiente de gringo y su pecado / por cementerio de tu alfarería / a lo largo del río voy callado. /" "La culpa de tu muerte es culpa mía./ Indio, dime que soy tu perdonado / por el trigo inocente que nacía". ("Indio")

Claro, que, con fragmetos, se pierde mucho de la belleza, de la pureza de su estilo, sencillo pero no pueril, de sus historias que se entrelazan...

Nada más quería sumarme con el canto de mi tierra al tema de los inmigrantes que tan de cerca nos toca a todos. Y que les llegue la voz del poeta que fuera saludado como "Hermano Luminoso" por Leopoldo Lugones, como una manera de saludar a la poesía franciscana de este hombre que nunca se movió de su tierra natal y que por eso, quizá, no es tan conocido como mererce...
Aunque largo, transcribo el poema



"LA INVASIÓN GRINGA"


(1)


Hoy nadie llegaría.
Pero ellos llegaron.
Sumaban mil doscientos.
Cruzaron el Salado.


Al cruzarlo, afanosos,
lo probaron.
Y los hombres dijeron
- ¡ Amargo! - .
Pero siguieron.
En la espalda traían clavados
dos ojos de fuego,
los de Aarón Castellanos,
salteño¨.


Los barcos
(uno... dos...
tres... cuatro...)
ya volvían vacíos
camino del Atlántico.
Su carga estaba ahora
en un convoy de carros:
relumbre de guadañas;
desperezos de arados;
hachas, horquillas,
palos;
algún fusil alerta;
algún vaivén de brazos;
nacido en el camino,
algún niño llorando.


El trigo lo traían las mujeres
en el pelo dorado.
Hojas de viejos libros
volaban sobre el campo.



(2)


¿Dónde se hallaba el oro,
de todos alabado?.
El oro estaba en un pequeño árbol;
el oro era un engaño;
sólo pequeñas flores
de oro perfumado.
Aromitos floridos,
orillas del Salado.



(3)


Los indios
-un indio cada ábol-
iban retrocediendo;
no podían mirarlos.
Los ojos renegridos se cerraban
frente a los ojos claros
que tenían la fuerza
del cielo diáfano.
-"¿Cómo hacer
para ahogarlos?
Esperemos la noche
tirados en los pastos.
Esperemos la noche
juntadora de pájaros"-.
Con la noche salieron de caza
los ojos malos.
Y se llenó la noche
de pájaros asustados.


Pero del fondo de la tierra
ya subía el milagro:
el linar de flores azules,
el linar azulado
donde los ojos gringos
fueron multiplicados.



(4)


Un niño que pregunta
cuándo vuelven los barcos.
Una mano de madre que detiene
la pregunta en los labios.
Un hombre con los ojos
clavados en el campo.
Una mujer que escribe:
-ya llegamos.
Hay árboles enormes;
muchos pájaros;
una cruz en el cielo, luminosa;
un río amargo...



(5)



Su lengua era difícil.
Sus nombres eran raros.
Los gauchos se murieron
sin poder pronunciarlos.
Bérlincourt se llamaban,
que es un hilo enredado.
Zíngerling se llamaban:
campanita sonando.
Zimmermann: un dibujo
de mar atravesado.
(Más atrás ya venían
los nombres italianos,
Boncompagni adelante:
el vino derramado).



(6)


Una mujer que escribe:
-Nos casamos.
La tierra es nuestra ¡nuestra!
Todo lo que tocamos
va siendo nuestro:
el buey, el horno, el rancho...
Nuestros todos los árboles;
nuestro un único árbol,
tan grande, tan coposo,
que da gusto mirarlo.
Es una nube verde
asentada en el campo.



(7)


Y como todo vuelve
-flor, golondrina, barco...-,
un día serenísimo volvieron
los cantos ahuyentados;
volvieron uno a uno,
como pájaros.
Iban de boca en boca
los pájaros cantando;
de la boca del mozo
orilla de Salado,
a la boca del hombre
que derribaba el árbol;
de la boca del hombre,
derribando,
a la boca de la mujer que tejía
con los ojos cerrados.

Del lado de "la tierra"
la música y el canto.
Del lado de Esperanza
el trigal avanzando.


*José Pedroni

de: "José Pedroni Obra Poética", Centro de Public. Univ. Nac. del Litoral. Sta Fe.1999 **
** Son sus "Obras Completas".



*Texto y selección de poemas Verónica M. Capellino. veroaleph@hotmail.com







La bala*



Llevaba en aquella sala más de tres horas sin que nadie le dijera nada. Había perdido la cuenta de los paseos que había hecho hasta la puerta de los quirófanos cuando apareció el médico enfundado aún en una bata verde. Al verle la cara se dio cuenta enseguida que traía malas noticias, pero nunca esperó que un profesional, como se suponía tenían que ser los residentes de aquel hospital enorme, estuviera tan mal preparado.

No se dio cuenta de su reacción hasta que entre varias personas le separaron del médico, que estaba en el suelo, debajo suyo, impidiéndole que siguiera golpeándole e insultándole. Le condujeron a una habitación en la que cambió su ira por llanto.

Cuando pidió ver a su mujer le llevaron a una sala aséptica en la que yacía bajo una tela blanca. Con el corazón roto, le miró la cara y aquel horrible boquete en la frente producido por el proyectil. Entre sollozos pensó en lo poco profesional que era el doctor y lo poco que se había dedicado a atender a su esposa. "Una bala perdida", dijo, pero si hubiera buscado un poco la hubiera encontrado enseguida. Aún podía verla incrustada en el cerebro.



*de Joan Mateu joan@cimat.es








Gestos*



*Por Rodrigo Fresán
Desde Barcelona


UNO Fue George Orwell quien dijo que "a los 50 años todos tienen la cara que se merecen". La cara es el espejo del alma y todo eso, sí, pero, ¿y los gestos que uno hace con esa cara y con esas manos que se lleva a la cara?
Porque las líneas de nuestro rostro vienen dadas por el preciso azar de los cruces de la genética; pero el modo en que uno las subraya o las borronea es una decisión propia frente a ese otro espejo que es la vida.
"Are you talkin' to me?", como repetía una y otra vez, mirándose a sí mismo, martillando un revólver, un Robert De Niro llamado Travis en Taxi Driver.


DOS Haber pasado -y aquí sigo- buena parte de mi vida profesional en un diario que supo y sabe revolucionar el arte de titular me ha vuelto especialmente sensible a las ocasionales audacias de periódicos que continúan aferrados a aquello de que el encabezado de una noticia debe contener la información pura y dura, sin metáforas o gracias o juegos de palabras. Así, la semana pasada, me crucé con el siguiente titular en El País que me arrancó el gesto de una sonrisa: "Estoy absolutamente tranquilo", declaró visiblemente nervioso. Y la información daba cuenta de la comparencia en el Tribunal Supremo de uno de los implicados en el llamado Caso Gürtel. La historia es muy larga y sólo diré que se trata de una enredada trama corrupta de favores y tráficos de influencias y negocios
turbios que ha venido sacudiendo a los gesticulantes líderes y tropa del Partido Popular y cuya punta de iceberg es una interminable investigación sobre trajes hechos a medida y bolsos Louis Vuitton. Es fácil perderse en semejante argumento y lo mejor es dejarse llevar por el lombrosiano ejercicio del análisis de rostros merecidos y gestos delatores. Ejemplo: el absolutamente tranquilo y visiblemente nervioso protagonizó un bonito momento cuando, al pasar por el detector de metales y escuchar el pitido de
la alarma, levantó automáticamente los brazos ante la mirada asombrada de los vigilantes del lugar.


TRES De este tipo de situaciones se nutre la serie de televisión Lie to me (Miénteme). En ella, Cal Lightman (Tim Roth) es un virtual detector de mentiras, un lector infalible de gestos, posturas, inflexiones de voz, alguien que forma parte de ese uno por ciento de personas capacitadas para iluminar la oscuridad de lo incierto. Los guiones de Lie to me están basados en las investigaciones del psicólogo Paul Ekman -uno de los hombres más influyentes de la actualidad según la revista Time y quien en más de una oportunidad se negó a trabajar para estadistas, asesorándolos en cuáles son sus tics más delatores y cómo controlarlos-, quien se ha especializado en codificar y sistematizar las leyes que rigen los modales de la mentira a partir de la cuidadosa lectura de "microexpresiones". Y ya hemos sabido en numerosas oportunidades de la lectura de los rostros de gente como Bill Clinton, Richard Nixon, George Bush, O.J. Simpson y Kato Kaelin, y no me parece casual que los más "legibles" sean, siempre, los políticos y los
criminales. Y me pregunto si Ekman o Lightman se atreverían a "leer" al gesticulante crónico Nicolas Sarkozy (quien se desmayó gesticulando). No creo. Pero seguro que cobrarían horas extra y la verdad que ya me estoy cansando de tanta serie con protagonistas superdotados y freaks y médiums y gente que escucha todo y mentalistas y náufragos paranormales y lo que sea.
Propongo, desde aquí, la creación de una serie llamada The Normal: la vida de un tipo normal, de alguien que miente y al que le mienten. Propongo, por favor, una serie verdadera.


CUATRO Según Ekman, casi todos mentimos un promedio de tres veces -mentiras que van de lo ínfimo a lo colosal- en una conversación de diez minutos y tan sólo sale a la luz el 54 por ciento de fraudes y engaños. Sépanlo: por ahí andan sueltas un 46 por ciento de mentiras perfectamente disfrazadas de
verdades, imposibles de detectar por el común de los mortales. Al ser humano le gusta mentir, la mentira es otra de esas cosas que separan al hombre del animal y que dan fe de un mayor desarrollo evolutivo. Lo que no impide -más allá de toda superioridad- que muy a menudo nos vendan cualquier cosa y nos hagan comprar cualquier otra. Y me temo que la explicación para todo esto -para que sean tan pocas las personas invulnerables al engaño- pasa por algo que explica, con total sinceridad, Ekman: "No se desenmascara a más mentirosos por la sencilla razón de que la gente prefiere no saber la verdad".


CINCO Sin embargo, el paso del tiempo -me faltan apenas cuatro años para alcanzar esa cara que me merezco, pero ya tengo una idea clara de cómo será- nos hace más conscientes de nuestras torpezas y más sensibles a las de los demás. Con cada verano o cada invierno vamos descubriendo por dónde pasa lo
verdadero y por dónde viene lo falso. Y así contemplamos a la llorosa familia Jackson durante los funerales del depuesto Rey del Pop con una ceja enarcada (y enseguida nos enteramos de que casi no se hablaban con Michael), miramos las yoga-acrobacias de Madonna (quien no agotó las localidades en
Madrid, ni en Barcelona), con la sonrisa piadosa que se dedica a una mujer desesperada por los rigores de una imagen en la que se metió ella solita, y nos reímos junto a Bruce Springsteen (que convoca multitudes) lanzando carcajadas por lo bien que se la pasa ahí arriba, aunque sospechemos que nadie puede disfrutar tanto de su trabajo por más que sea el mejor trabajo del mundo. En cualquier caso -honestos o tramposos- son pausas refrescantes que enseguida se agotan ante las noticias de la ruptura del diálogo social entre Zapatero y la patronal y los sindicatos ("Pedimos un gesto", declaran los unos y los otros) y la noticia del último incendio forestal de esta temporada que amenaza con romper todos los records. El otro día leí una larga nota al respecto donde se revelaba que los que encienden la primera
chispa -¿habrá gesto más revelador y satisfactorio y primitivamente evolucionado que el de encender un fósforo?- suelen ser personas interesadas por motivos económicos y venganzas y que, recién después, acuden al llamado los pirómanos y psicópatas y gente que primero jura no tener nada que ver con eso y enseguida confiesa aburrirse mucho en estas fechas y, bueno, le divierte mucho ver trabajar a los bomberos.
Después, enseguida, volvemos a estudios centrales y ahí vuelven a aparecer todos ellos confiando en que sus gestos no sean muy evidentes y delatores y no se les note mucho la sutil pero definitiva diferencia entre arder y quemarse.



*Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-128950-2009-07-28.html





Correo:



Agosto: Del derecho y del revés del Bien y del Mal*



CENTRO CULTURAL BERNARDINO RIVADAVIA
San Martin 1080 –Plaza Montenegro
CICLO:
"Del derecho y del reves del Bien y del Mal”
Agosto


“…el castigo, es una caracteristica esencial de la idea
de hombre que prevalece en una sociedad dada.”
Jacques Lacan,



Lunes 03 /20:00
"Banalidad del mal y violencia urbana"
Graciela Brunet, Licenciada en Filosofia, Magister, docente UNR
Los conceptos que Hannah Arendt uso para caracterizar las sociedades totalitarias pueden ser aplicados para pensar diferentes fenomenos de las sociedades globalizadas. Entre ellos: banalidad del mal, superfluidad, y la diferencia entre violencia y poder.
Ciertas formas de violencia urbana desconciertan por su crueldad y gratuidad, asi como por su exhibicion mediatica. Tanto dicha violencia como su naturalizacion constituyen formas contemporaneas de la banalizacion del mal.




Lunes 10/20:00
“¿Atenderia Ud. a un genocida?”
Ps. Laura Capella, Ps. Stella Maris Orzuza, Ps. Erica Rios y Luciana Garcia, Diego Romero, Lisandro Sague y Diego Stechina, alumnos de la Fac. de Psicologia de la UNR .
Continuaremos desplegando un debate que comenzara el año pasado en el Foro en Defensa de los DDHH del Colegio de Psicologos y se planteara luego a alumnos de un seminario de DDHH de la Facultad de Psicologia , con quienes , a partir de la inminencia de los juicios a genocidas nos interesa avanzar en la difusion de una problematica a todas luces etica.


Lunes 24/20:00
"Los juicios contra el Terrorismo de Estado en Rosario"
Por un integrante de H.I.J.O.S.


Lunes 31/20:00
“No mataras”
Norma Barbagelata . Prof. y Lic. Filosofia –UNR-, Psicologa -UC Barcelona-, psicoanalista. Miembro del Centro de Estudios multidisciplinarios dirigido por Graciela Frigerio. Prof. de Maestrias y Doctorados. Supervisora del Equipo de Salud Mental en dispositivos de APS, Infancia y Carceles, Santa Fe.
El derecho a matar, que roza el derecho a la defensa propia, es el punto fundamental que se discute en el trabajo, a partir del debate que se genera en Argentina con la publicacion de la carta de Oscar del Barco.


*Creacion y compaginacion del ciclo: Ps. Laura Capella, psicoanalista

Lunes 20 hs.
Entrada libre y gratuita
Se entregan certificados con el 75% de asistencia
Consultas: delderechoreves@yahoo.com.ar
Auspician:
· Facultad de Psicologia, UNR
· Colegio de Psicologos de la Prov. de Santa Fe, 2da Circ. y su Foro en Defensa de los Derechos Humanos (FODEHUPSI)
· CEIDH (Centro de Estudios e Investigacion en Derechos Humanos-Facultad de Derecho. UNR)
· IPF (Instituto de Investigaciones en Cs. Sociales, Etica y Practicas alternativas "Paulo Freire" - Facultad de Derecho. UNR.)
CENTRO CULTURAL BERNARDINO RIVADAVIA



*Enviado para compartir por Laura Capella. elecapella@yahoo.com.ar

Hoy...
Dejaré las puertas y las ventanas de mi casa, abiertas, para siempre...
Alfredo Zitarrosa (Guitarra negra)





*

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