miércoles, julio 31, 2013

COMO UNA BOCA OSCURA...




*Obra de Walkala. Luis Alfredo Duarte Herrera (1958-2010).
-En Aurora Boreal. Walkala: un homenaje in memoriam
 
 
 
 
 
 
EL ARTE MENOR*
 
 
 
El arte de saberse disfrazar,
también es la política. El
arte
que convierte a la dura
historia
en una antojadiza pieza
de ficción
que sigue abierta ahí,
como una boca oscura.
 
 
*De Eduardo Dalter. eduardodalter@yahoo.com.ar
 
 
 
 
 
 
COMO UNA BOCA OSCURA…
 
 
 
 
La perra*
 
 
 
*De Graciela Vega. cielavega@yahoo.com.ar
 
 
 
Fue mi instinto de perra lo que me ayudó a saber que él estaba en Buenos Aires. Digo de perra porque lo olía. Su olor andaba por ahí, sudando esquinas y bares, dejando en el aire tabaco de frontera y perfume importado.
Se lo conté a mi amiga, la griega, cuando cruzábamos la avenida. Ella, de inmediato, sentenció: —Vos estás muy loca— como acostumbraba a decir cada vez que yo le hablaba de Pablo. En tanto, ella también aspiraba el aire para descubrirlo y sobreactuaba mis gestos, dándole un clima cómplice a mis palabras. Yo la detuve con una mirada seria y ella se limitó a caminar en silencio.
La calle que conducía a la estación estaba poblada de árboles y fue imposible seguir adelante sin postergar el olfato. Otros sentidos atrapaban nuestra atención, las hojas crujían bajo nuestros pasos, otras caían rozando nuestras cabezas. Era una danza casi dionisíaca.
 
Me detuve, de pronto, ante un impulso demasiado intenso y le dije a la griega que tenía que volver. Con sorpresa preguntó a dónde era que iba, que qué me pasaba, que se volvía conmigo.—Pero no, Griega— le dije, esforzándome por mostrarme tranquila. Nuestra amistad daba entonces para no agregar más palabras y nos despedimos allí sin más vueltas.
 
A poco de andar, cuando la griega dobló la calle, comencé a andar como una perra. Guiada por el paisaje otoñal, me detuve en la esquina donde solíamos citarnos. Me senté en el piso casi con la lengua afuera. Lo buscaba. Con los ojos de perra esperaba el indicio del encuentro. En un momento vi que alguien se acercaba para acariciarme la cabeza y yo le mostré mis dientes de perra.
La noche, las bocinas de los autos, las luces de mercurio y una luna cada vez más redonda, iban preparándome para el sueño. Pero mis orejas se mantenían alertas, se erguían cuando escuchaban pisadas y volvían a plegarse después del desencanto.
No sé cuánto tiempo estuve allí, sentada sobre mis patas de perra, hasta que lo sentí llegar. Pasó frente a mi hocico y mi cuerpo se estremeció. Me levanté para seguirlo. Rengueaba entumecida pero no quería perderlo. En el puente, unos hombres me apedrearon, espantándome divertidos. Cambié de rumbo, por un atajo, entre los pastos altos. Me arrastré con la poca fuerza que aún me nacía. La noche se cerraba. El olfato sudaba con todo mi cuerpo. Nuevamente, se había ido. Había perdido todo rastro.
Tuve que regresar a casa por la calle de los tilos. Bajo los árboles, la lluvia ocre de las hojas me iba cubriendo hasta que mi piel reaccionó sacudiéndolas con las manos. La humedad y el frío anestesiaron el recuerdo y mis piernas, que conocían el camino, apresuraron el paso.
 
 
 
-Graciela Vega (Argentina). Trabajó como docente, bibliotecaria, tallerista en promoción lectora y educación ambiental en Buenos Aires, Entre Ríos, La Pampa y Chubut. Escribió cuentos para niños, y algunos libros para adultos (manual, novela, cuentos y ensayos). Coordinó el Programa de Lectura de Libros y Casas de Cultura de la Nación. Y desde allí fomentó la promoción Lectora en Familia. Viajó en bibliomóvil animando a la lectura en lugares no convencionales: cárceles, hogares, hospitales, entre otros. Capacita docentes y coordina actividades de literatura infantil. Investiga y da talleres sobre la estimulación perinatal de la Lectura. Fue redactora especial de la revista Billiken. Fue jefa editora de Primer Ciclo en Macmillan, Puerto de Palos. Trabajó como editora externa para El Barco de Vapor y editora de Segundo Ciclo en Editorial SM. Trabajó como editora de material didáctico de ciencia para Estación Mandioca. Escribe literatura y material didáctico para las editoriales: Estrada, Puerto de Palos, Tinta Fresca, Guadal, Mandioca, Atlántida, Beeme Elefantino, Estelar. Colabora con el periódico Noticias de Lomas. Dicta talleres de escritura.
 
 
 
 
 
 
 
*
 
 
nos quedan las manos
y un gesto puede develarnos el misterio
una uña redoblando en el espejo tiene
la fuerza de predecirnos el pasado
un dedo doblado nos sustrae de la lluvia en
que anduvimos de boca abierta respirando anzuelos
una mano se cierra y caen dos puentes en Asia
un elefante morirá de frío bajo un gran árbol de frutas
... una mujer detendrá a destiempo su futuro hecho avispas
un hombre se mirará los pies para adivinarse el alma
cuando la noche estira su espina dorsal tiemblan las ballenas
esa es la media inexacta de las cosas
pero nos quedan las manos todavía
los gestos indisimulados con que vestimos palabras o silencios
si es abierta esa mano nos trae castañas, dulces, peces
ahora entramos en la primera línea vertical del fuego
 
*De León Peredo. gustavojlperedo@yahoo.com.ar
 
 
 
 
 
*
 
 
Me acordé de tu recado
te vas a poner contento, lo sé.
Dejé los mandados sobre la mesa,
las cosas que iba sacando
me gritaban sin pudor alguno,
que los precios hacían conmigo
lo
que
querían...
Me hice la distraída
(por momentos lo logro, viste?)
Cerré victoriosa la heladera,
tema resuelto.
Junté las muñecas tiradas,
cambié el mantel de la cocina,
clasifiqué la ropa en el lavadero
blanca
color
blanca
color
andamos sino
arcoirilizados...
y me senté con la ventana abierta...
lo miré
palpé su aroma
le sonreí
lo dejé entrar.
Tomó de mi té
acarició mi mano atolondrada
y nos sentamos en silencio,
es ese beso tuyo
que me dejás a los pies de la cama cuando salís a trabajar...
y cuando olvido alzarlo
me anda persiguiendo
(calladito)
todo el día.
 
 
*De Paz Bongiovanni pazbongio@hotmail.com
 
 
 
 
 
 
CUENTOS DE LA REALIDAD
 
Esta vuelta la paga él… *
 
 
 
 
*Por Carlos Alberto Parodíz Márquez. parodizlaunion@gmail.com
 
 
 
 
-Los fines de semana parecen tener nuevos códigos-, arrancó Richard, su monólogo “batidor”.
 
Richard es “afecto” al JB, con mucho hielo. Parece generoso, por lo menos con Yon lo fue. A mi, en esa paqueta esquina de Almagro, me ignoró. Me salvó el vasco, con alma de cigarra.
 
Lo mejor estaba por venir, porque Richard es “amante” incondicional, entre otras cosas, de las empanadas de carne cortadas a cuchillo. Cada loco con su tema.
 
El cuchillo de monte que exhibió, parecía el que usó “Rambo” en mejores días. El mozo de librea blanca, que servía en el clásico lugar elegido, tuvo un súbito acceso parkinsoniano cuando lo vio. No creo que se haya recuperado. Pese a todo, las empanadas confirmaban que algo hice para merecer esto.
 
Mientras yo jugaba una carrera de cubitos en la boca ancha de la copa de cristal checo, transparente y ambarina, el aroma a malta, no me alejaba de la zona caliente del disparate.
 
Hay un “default” interno en la sociedad de fomento del barrio, en Villa Niza, Banfield,  anticipó solemne el falso inglés, como si estuviera a punto de anunciar la hora de la invasión aliada a Irak. Sin embargo supe guardar la compostura. El vasco, en tanto, mientras tenga la copa cargada, resiste cualquier tango.
 
-Convengamos que no es la única, tal vez sea la única sociedad de fomento  que queda en pie, vaya uno a saber-, filosofó Yon con su aire bilbaíno.
 
-Hay Foros en Davos, donde los poderosos del mundo deciden contarles los días a los indefensos y, en Porto Alegre, donde “los alegres” hacen marchas solidarias por Argentina, y proponen como defenderse de aquellos poderosos-, retrucó con el ejemplo, Richard, al parecer también afecto a los efectos.
 
“Mientas” tanto aquí y “dando muestras de coraje”, los quinieleros están “fiando” y apostando contra el riesgo país, confió por lo bajo el vasco en esas vísperas del 2002.
 
La boca de Richard se abrió y tardó una semana en cerrarse, sólo por llevar la contraria a los feriados cambiarios y bancarios.
 
-El “cartel” del escolazo organizado cubre, además, Lanús, Almirante Brown y Esteban Echeverría. Parece que en Presidente Perón, por respeto al “líder”, se mantuvieron al margen, según “buchones no autorizados -, lo remató el vasco cabeza dura.
 
Richard, esa noche, seguro no miró películas de ciencia ficción mientras come almendrado, para reponerse del “gaste”.
 
En realidad debería mirar películas de “ciencia de la comunicación”, por lo que estudia, claro. Pero los hábitos no hacen al monje. Aunque tenga costumbres espartanas, como dormir en el piso, cuando lo visita su pareja. No tiene cama de doble plaza. Es casi “un gallego”, junta dos colchones “de una”.
 
Lo malo de este encuentro es que él fuma como un escuerzo y nosotros no, por lo menos de día.
 
--
 
-Nuevos mercados se abren y nuevos mercados se cierran -, insistió el falso inglés. Richard estudia el idioma, para ser legítimo.
 
-Se abren, por ejemplo, las ferias de Solano y La Salada, que funcionan contra reloj -, empieza a enumerar.
 
-En la primera podés comprar todo, menos el auto robado. En la segunda, Notebook, celulares, lo necesario para que tengas una nueva computadora, menos la computadora, por supuesto -.
 
- Contra reloj, porque los arreglos “coyunturales” pueden “descoyuntar” a más de un “arreglador” si no cumple -.
 
- La primera “levanta campamento” antes de las once, si queda algo luego de la incierta “ronda de apertura”, que suele ocurrir bien temprano, siempre en fines de semana. No pidan más datos, ¡por favor!-.
 
-La segunda “arranca” a las siete y puede llegar con suerte a “tener algo” hasta la diez -, Richard no pudo con nuestra impasibilidad.
 
No entienden que las patrullas también se “deben” a sus obligaciones?-, ¡Caramba!, a alguna hora deben pasar, para eso están los horarios “de protección al ladrón”, que deben cumplirse, ¿ porque cuesta tanto comprenderlo?-, completó antes de suicidarse en el silencio.
 
--
 
Siempre hay un viento de cambio.
Siempre habrá alguien soplando en el viento.
Siempre llegará alguien para tenderse como un suspiro de Dios.
Siempre llegará alguien para tenderse como un puente sobre aguas turbulentas, para que otro pase.
Siempre la historia podrá escribirse de nuevo, hasta con los mismos errores.
Siempre llegará una pareja a la playa para escribir su carta de amor en la arena.
Siempre se renovarán las filas de los músicos, locos y poetas.
Siempre alguien saltará el muro de la cordura.
Siempre habrá nacidos para ser salvajes.
Siempre amanecerá, hasta el fin de los días.
Siempre las estrellas guiarán el camino, aunque no hagamos caso.
Siempre volveremos a empezar.
Siempre navegaré la pregunta multiforme… ¿Por qué?
 
En eso estaba cuando la frenada del Alfa, me devolvió al parabrisas empañado, no sólo por la realidad y a la ventanilla conectada con el aire acondicionado.
 
El lugar, al frente, tenuemente iluminado, parecía reminiscente. Estábamos en la imprecisa zona muerta que articula tres pueblos, Lanús, Banfield y Lomas de Zamora.
 
Cuando volví la cabeza, Yon guardaba el celular que había escuchado atentamente. Parpadeó antes de invitar y sonreír a la figura que, en la ventana, otorgaba propiedad a la mesa señalada, en la hora señalada, en el lugar señalado.
- ¿Cómo andás para unos tomates potage´s?, descerrajó para activar otro espasmo de perplejidad.
-¡Nunca un simple “bifecito” de chorizo! , rezongué.
- Y seguro que es, otra vez, sólo tomates -, agregué.
-Estas en lo cierto-, fue su “crudo” laconismo, pero sin grasa. La azafata me volvió a convencer que la deuda externa se puede pagar exportando mujeres. Cada año la cosecha se supera, nadie sabe porqué, pero es una verdad revelada. Portaba un pequeño florero con pimpollo de rosa blanca, para quebrar el rojo del mantel sedoso.
 
Los tomates, con pasta de atún y cebolla de verdeo molida, regados con aceite de oliva y pimienta blanca, sembrada de orégano, estaban buenos. No me puedo quejar, pensé, mientras un vino chileno rosado, único rosado que bebe Yon, deslizaba terciopelos en el alma.
 
-Hablando de ladrones, se ha formado en la calle Hornos, lindera al cementerio lomense, un nuevo equipo, capaz de competir con Ferrari, Mac Laren o Williams, sin exagerar -, explicó el vasco, amante de los fierros de elite y al final de la comilona.
 
- Recién me llamó “el Villa” legítimo, para confirmarlo y ya sabés que ese es un “olimareño” de casta -, señaló el vasco.
 
- Si un cambio de neumáticos en Monza, dura ocho segundos (de ese tiempo), para los “pibes” de Hornos, eso es una pavada-, me lo quedé mirando. Richard hizo ojitos.
 
- Si no me lo creen, puedo contarles que en cinco minutos y “a mano limpia”, hace dos viernes, desmantelaron un Renault Megane que otros tantos “limpiaron” en Belgrano, con la precisión quirúrgica del equipo de Favaloro y la ventaja de no necesitar quirófano -, admiró Yon.
 
La calle Hornos, pensé, tiene un raro privilegio. La pared del cementerio se queda para que sigan las casitas donde la gente le hace “caños” a la muerte.
 
Es como si los muertos vivos, esculpieran “morisquetas”. Hay callejones. Pasajes. Pasadizos y puertas. Todas abren a la nada. Ellos van y vienen. Son los habitantes del tiempo perdido. Duran poco. Sus historias sobreviven en las paredes de la calle Hornos. Curiosamente, el holocausto es el mismo, nada más que dura menos tiempo.
 
- Ah … - agregó Yon, - después que los “pibes” terminaron, pasó la lancha, no sea cosa que se equivocaran -, apuntó sarcástico. Nos miró y, guiñando leve hizo el anuncio.
 
- Vamos a llevar a este -, con un dejo distante priorizó el vasco. Nos fuimos al centro
 
En Plaza Lavalle, cuando pasamos,  la venda de la imagen de la Justicia había caído definitivamente.
Era hora de que se hiciera cargo.
Era hora de que echara una mirada sobre donde se encontraba.
 
“La Corte Suprema de Injusticias” se frotaba las manos. Esto fue un viernes negro, podría ser meramente oscuro, si las cosas empeoran.
“Los nueve del patíbulo”, se ganaron el cacerolazo sostenido, como un “scherzo”
 
- Los acorralados del “corralito” y los repiques de los piqueteros se juntan,  para fundar otra multinacional: la del hambre, usurpados y violados. Decidieron, en primera instancia, con perdón de la palabra, llamarse F.O.R.R.O. S., Foro Organizador Resistentes Rebeldes Obcecados por sobrevivir. Las pretensiones se mantienen, las esperanzas no sé, masculló el vasco.
 
--
 
Llegamos. Dejamos a Richard para que siga durmiendo, aún en verano, con los pies tapados por una frazada pesada. No ganó para sustos. Teme a los murciélagos que rondan su departamento.
 
Richard sufre el trauma de “la página en blanco”, cuando pretende escribir. Sueña con morir al sol, en otoño y a mediodía, sentado en una mecedora y con “algo” escrito. Ahora tiene otro ladrillo en la pared.
 
PD – Para los sobrevivientes del 2002 -
 
 
 
 
 
 
 
Amo*
 
 
Amo, en azul, espectral, primario.
La sangre del ciervo apuñalado.
Las venas hinchadas de los mimbres.
Los ojos de los gatos negros.
La angular vellosidad del aciano.
Legua y tallo, recios y ramificados.
Amo el galope y el kallfu de los mapuches.
El azur del león de dos cabezas.
Las manchas en mi lecho y en el manto de Zeus.
Las alas de los cuervos en mis pechos.
La placenta negada y el agua bautismal.
El espejo trizado de mi boca.
Los ángeles caídos, las llaves, los vórtices.
La estela turbulenta de los relojes de agua.
Amo tus uñas de mortal primate.
Y las hullas…ah la hullas…
Profundo barranco de golondrinas negras…
Y tus ojos de mora y el abismo.
El abismo… en tus ojos de mora.
 
 
*De Amelia Arellano. amelia.arellano01@yahoo.com.ar
 
 
 
 
 
 
 
EL VALLE DE LOS SUEÑOS*
 
 
 
*De Jesús Brilanti. lugburtian@hotmail.com
 
 
 
Castillos de cristal rasgando el cielo, jinetes de metal quemando el sueño. Susurros nocturnos impregnados con un suave aletear, revolotean los entes de éter, se alaban inesperadamente los cantos, se elevan las plegarias, mientras el llanto escapa copulando con una tenue sonrisa.
Hurgan inequívocos aquellos seres entre el argón, agitan sus alas cuando al mismo tiempo desprenden gotas, partículas de líquido sempiterno, agua de la perpetuidad, esencias aladas, divinizadas en la circunferencia solar.
Aquí, dentro de la inexistente noche, las danzas aéreas dan comienzo una vez más; seres armados de alas y mercurio se conjugan bebiendo trozos de tiempo, cabalgando sobre la periferia de la inmortalidad. Por encima del colosal manto oscuro nocturno: luces, brillos estelares cuales emanan de aquellas semi-deidades, el polvo de su luz cae tenue sobre los pinos y se proclama un himno hacia la espiritualidad.
Blanca, es el aura que rasga la oscuridad, provoca hermoso contraste con la proyección lunar, ¿será procreación de la Luna la belleza alada quien me observa atenta, otra vez? Es que he perdido mi sueño desde el día en el cual mi espíritu me transportó hasta aquí, ¿o será más bien, que he muerto y vivo perdido en el valle de los sueños? No lo sé aún, pero sé que perduro en una constante experimentación de espasmos, convulsiones y éxtasis del alma; mientras tanto, los entes aquellos divagan con su desnudez, paralelamente retando al tiempo en su peregrinación, danzan, juegan y se reproducen las risas, se persiguen rozando sus extremidades, acariciando el helio, tocando sus senos, lamiendo sus costados, mordiendo sus alabanzas, seres femíneos, alados, rabosean su eternidad, exaltadas emiten pequeños plañidos, abriendo la boca, dejando escapar un pequeño y fino hilo de saliva y ésta cae al suelo, es entonces que comienzan a elaborarse los castillos de cristal.
 
 
 
 
 
 
 
Las ruinas*
 
 
Sobre un bajo acantilado observé,
una densa construcción en ruinas,
formaciones y aberturas umbrías,
con algún neto propósito definido,
una disposición de los elementos
olvidada e inexplicable para mí.
 
 
Al atardecer de ese rincón olvidado
todo era oquedades y sombras infinitas;
una luz guiñó en las alturas un instante,
un breve destello exiguo que ya existía
y algo o alguien que cruzo con rapidez
ocultándolo con prisas a mis ojos.
Esa primera vez tuve mucho miedo,
regresé con el cabello sucio y erizado,
mis dientes castañeando ferozmente
no por el frío del anochecer, lo sé;
y dormí aterido, ovillado, olvidado,
en la parte más oscura de una cueva.
Al amanecer, al pie de las ruinas,
vi escudos, sangre negra y lanzas,
en el mar, restos de maderos y grebas;
caminé por la playa vacía de nombres,
hasta que vi las mujeres muertas,
y supe que las ruinas eran un templo.
Mis heridas volvieron a sangrar,
descubrí también hogueras apagadas,
me sentí solo como un león viejo.
Atravesé las ruinas, avisté una llanura,
y en la lejanía unas murallas terribles,
ante mí un enorme caballo de madera.
 
 
*De Jorge Lacuadra. jorgelacuadra@hotmail.com
 
 
 
 
 
 
 
 
 
***
 
 
 
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