lunes, junio 30, 2008

LOS AFECTOS SON UN FAROL Y UNA BRÚJULA...






Postales de la Plaza del Congreso*




Las callecitas de Buenos Aires tienen ese qué se yo, viste ?
Salgo de paseo por Callao, lo de siempre en un domingo a la tarde.
Y cuando llego a Rivadavia, de repente, se me aparece él:
mezcla rara de agente de Monsanto y López Jordán.
Boina en la cabeza, propaganda de TC 2000 en la campera de carpincho,
un brote de soja en una mano y un billete de 100 dólares en la otra.
Pero no sólo yo lo veo, no.
Por que una viejita con tapado de zorro fueguino se le acerca y lo alienta.
Y dos señoras le besan las rubicundas mejillas, no sin antes decirle:
"No afloje, que con los militares estábamos mejor".
A su paso lo sale a saludar la "gente linda", y la plaza se llena de banderas que se agitan.
Las naranjas del frutero de la esquina le tiran glifosato,
y a medio camino del Congreso un taxista con el logo de Clarín Rural le obsequia un bocinazo.
Desde una carpa vitorean: "Viva, viva", "No nos une el amor".
Y un joven trotzkysta, y una "Nina" entonan un canto de loor.
Un soldado se le cuadra, y un cura lo bendice.
Desde otra esquina se le oponen:
un joven desdentado y un político sin honor,
Una collita le hurta la mirada,
y el canillita le regala "La Nación".
y, él, como entre dientes, musita: "Lo dijo La Nación"

Y yo, aquí, mientras lo evoco,
siento un poco de vergüenza ajena.



*Udi, mediocremente poético. udi.cuatro.catorce@gmail.com








LOS AFECTOS SON UN FAROL Y UNA BRÚJULA...







Ulises*



El descubrimiento de fragmentos de la Odisea de Homero en unas excavaciones dirigidas por Plumkier cerca de Esmirna ha sorprendido al mundo, ya que deja entrever las dudas que tenía el autor en su guión. Estos manuscritos han puesto en evidencia el pasaje de "Ulises y las sirenas", en el que conmina a sus hombres a taparse los oídos para no escuchar los cánticos.

Transcribo literalmente el retazo que dice:
Cuando las sirenas cantaron Ulises hizo que sus marineros se taparan los oídos con cera para que no pudieran escuchar los cánticos que les atraerían hacia los arrecifes. Ulises se arrepintió de esta orden al cabo de media hora de remar. Nadie le hacia caso cuando, atado al mástil, gritaba: "¡A babor, a babor que vamos contra las rocas!"



*Joan Mateu. joan@cimat.es








LUIS KANCYPER PSICOANALISTA

"Tener un hermano nos protege del anhelo de un poder totalitario"*


El cultivo de buenas relaciones fraternas, tanto entre hermanos de sangre como entre amigos y semejantes, es tan importante para las personas como para las sociedades. Cuando se pierden, sobrevienen conductas autoritarias.



*Fabián Bosoer. fbosoer@clarin.com



El tratamiento del Mal y las manifestaciones de la maldad no son materia exclusiva de filósofos, religiosos o políticos. También es un asunto que preocupa a los psicoanalistas, tanto al abordar los traumas y angustias que traen los pacientes como al introducir su mirada en los malestares de
nuestra cultura. A tratar, precisamente, las "Figuras clínicas del Mal" se dedicó el reciente Congreso Argentino de Psicoanálisis, que se reunió en Córdoba con la presencia de algunos de los más prestigiosos psicoanalistas del país.
Entre ellos estuvo Luis Kancyper, autor de numerosos libros, algunos de los cuales fueron traducidos a otras lenguas: "Resentimiento y remordimiento", "Jorge Luis Borges o la pasión de la amistad" y "El complejo fraterno".

Los aspectos más tortuosos o complejos de la relación entre hermanos aparecen en varias películas recientes. ¿Qué lecturas pueden hacerse desde el psicoanálisis de este renovado interés?


Las relaciones entre los hermanos que se presentan tanto en la aparente simplicidad de lo normal como en las exageraciones de lo patológico son diferentes de aquellas que se originan en la relación con los padres. El hermano es un semejante demasiado semejante y la primera aparición de lo extraño y diferente en la infancia. El enfrentamiento con el hermano, con el doble, con el intruso, perturba mucho. Como decía Calderón de la Barca, "Para quien aspira a ser rey, todo hermano es un estorbo". Por otra parte, la relación fraterna pone al descubierto temas muy actuales y altamente preocupantes en este mundo de la intolerancia ante la diversidad. La falla en los roles parentales, en lugar de instalar un sentimiento de pertenencia y orden en la estructura familiar y social, hace que se desplieguen los
afectos más hostiles y crueles, que son también inherentes a las relaciones infantiles entre los hermanos. Esto es lo que aparece en varias de estas películas, como "Muerte en un funeral" y "El sueño de Cassandra".

En "El sueño de Cassandra", la última película de Woody Allen, vuelven a aparecer los temas clásicos del psicoanálisis, pero se centra en la relación fraterna...

Sí, en esta película Woody Allen devela los conflictos entre las generaciones, de padres a hijos, de tíos a sobrinos, y la dinámica propia entre los hermanos. La madre de los dos hermanos devalúa la función del padre y sobrevalora la imagen de su hermano exitoso financieramente en el exterior. Y es precisamente este tío de América el que expone a sus sobrinos europeos a cruzar las barreras éticas. Pone al descubierto cómo la generación que precede a los jóvenes, de alguna manera, los manda a matar.

¿Cómo interpreta el impacto que tiene en los dos hermanos esta incitación a pasar el límite?

A diferencia de anteriores películas de Woody Allen -"Crímenes y Pecados" o "Match Point"- aparece aquí algo inédito. Terry, el hermano menor, siente arrepentimiento, remordimiento y búsqueda de autocastigo. Este personaje tiene resonancias en Dostoievsky: el mal termina siendo castigado. Y se
precipita finalmente un fratricidio, pero, a diferencia del bíblico en el que Caín mata a Abel, aquí se invierte la relación. En "Match Point" parecía que un crimen puede salir impune si el azar juega a su favor. Y el individuo no es responsable de sus actos sino que se limita a jugar a que la suerte sea favorable.

¿Al final no habría salvación, no habría redención posible, pero sí existirían el juicio y la determinación personal...?

En "El sueño de Cassandra" la tragedia parece ser inevitable. Pero la pregunta que surge es aquella que en el año 1602 ya se planteaba Shakespeare en el "Rey Lear" y que continúa siendo tan actual: "¿Es que se ha desterrado de este mundo la compasión?" El sentimiento de compasión no es piedad, ni misericordia, ni lástima. La compasión es aquel sentimiento que me permite abrir las puertas de la solidaridad cuando registro aquello que lastima al otro y que promueve un deseo de mitigar el dolor del "otro fraterno". El surgimiento épico de la confraternidad contrarresta las fantasías fratricidas que anidan en el alma de los individuos y de los pueblos. Es la cuestión de cómo contrarrestar al herrumbrado destino mítico y encontrar algunos "por qué" a lo que aparentemente parece ser inamovible.

¿Qué respuestas aporta el psicoanálisis?

En este sentido, podemos decir que el psicoanálisis es la ciencia del anti-destino. Intenta, dentro de lo posible, hacer conscientes los escándalos del inconsciente que de un modo constante generan sus efectos en la psicología individual y en las sociedades.

¿A qué llama "escándalos del inconsciente"?

En ciertos momentos, la fuerza de lo inconsciente puede llegar a operar como "la piedra del escándalo" exteriorizándose a través de síntomas, inhibiciones, falsos enlaces, lapsus, angustias y otras múltiples emociones que se sustraen al dominio voluntario, llegando a generar malentendidos, que a su vez originan nuevos malentendidos, y éstos suelen interponerse en los ámbitos de la razón, para que el sujeto tropiece y pierda el equilibrio de sus ideas, convicciones y actos. En cambio, en otros casos, lo inconsciente
funciona como fuente y motor de creatividad inagotable, promoviendo en el sujeto y en lo colectivo la posibilidad siempre abierta para que se desplieguen impredecibles e ignotos horizontes de invención.

¿El inconsciente sería algo así como un depósito permanente de la naturaleza humana?

Así es, de poderosas fuerzas irracionales. Actúa a la vez como el agente supremo de la libertad humana y todavía más, como la traba más fuerte de ella. En ese doble sentido también decimos que el complejo fraterno no se reduce únicamente a los aspectos destructivos de la rivalidad entre los hermanos, tiene además sus aspectos constructivos.

¿Cuáles serían esos aspectos tan necesarios?

Desde su origen, todo sujeto requiere de un Otro, personificado en un hermano cuya presencia resulta fundamental y fundante, como el garante doble que asegura la posibilidad de emanciparse del poder parental, y además permite la resignación de la creencia inconsciente de ser el único y perfecto hijo que sobrelleva la misión de salvar a los padres y salvarse de ellos. Esta relación horizontal con un "otro fraterno" cumple la función de auxiliar, modelo y objeto de complementación y de reconocimiento. Tener un hermano nos preserva y protege del anhelo de un poder totalitario que subyace en el alma humana. Es a través del contrapoder surgido a partir de la alianza fraterna que se logra la oposición al mítico padre que intenta la reapropiación de los hijos.

¿Esta dimensión constructiva del complejo fraterno puede cambiar de signo?

Los vínculos fraternos son ambivalentes y suelen oscilar con suma facilidad entre el amor y el odio y entre la compasión y el resentimiento. Cuando el hermano se relaciona de un modo desconfiado con un otro a quien inviste como a un intruso rival ominoso que puede llegar a perturbar, robar o destruir su
unicato, en este caso decimos que el complejo fraterno es tanático o destructivo. El hermano desconfiado, lejos de aliarse con lazos de solidaridad, no admite al otro como a un diferente y semejante, sino que intenta combatirlo y hasta destruirlo como Caín a Abel. Se pierde así la dimensión liberadora y democrática que instaura el orden ético y social de la cofradía, para contrarrestar, precisamente, al poder autoritario de la generación que detenta un poder vertical.

¿Un amigo cercano es como un hermano por elección?

La amistad es una relación de hermandad elegida, no impuesta por lazos consanguíneos, en la que se desactivan los deseos edípicos puestos en movimiento por la aspiración de alcanzar a ser el heredero único y el hijo preferido. En la amistad se establecen relaciones de objeto no familiares, aunque con facilidad pueden volver a filtrarse con las conflictivas narcisistas y parentales. En ella, los lazos consanguíneos son reemplazados por lazos sublimatorios. Además entre los amigos se requiere deponer las relaciones de dominio. El amigo ejerce una función de acompañamiento en los estados angustiosos de soledad y en situaciones conflictivas relacionadas con el amor de la pareja y de la familia. Una lógica horizontal, de una solidaria confraternidad, posibilita procesar el desasimiento del poder vertical ejercido por los padres y por los hijos. Aporta una singular función en los procesos de la creatividad, a través de distintos modelos de identificación y de confrontación, que permiten cotejar con sentimientos de solidaridad lo diferente, lo semejante y lo complementario.


Copyright Clarín, 2008.



Psicoanálisis, literatura y tango

Existen afectos y pasiones que detienen el fluir temporal, espacial y afectivo y que requieren ser concientizados. Luis Kancyper, autor -entre sus muchos libros- de un estudio psicoanalítico sobre "Resentimiento y remordimiento" y otro sobre Borges y la pasión de la amistad, bucea en estos sentimientos tan presentes, y a veces tan difíciles de reprimir, que, según explica, obstaculizan la elaboración de los duelos y reinstalan la compulsión a la repetición:
"Los afectos son un farol y una brújula que posibilitan alumbrar y ordenar el pensamiento y la acción. El resentimiento resulta de humillaciones múltiples, ante las cuales las rebeliones sofocadas acumulan sus pequeños 'ajustes de cuentas', tras la esperanza de precipitarse finalmente en actos de venganza. Este aspecto destructivo del resentimiento, que instala la ciega Ley del Talión de la venganza repetitiva e incoercible, ha sido notablemente señalado por los hermanos Homero y Virgilio Expósito en 1944 en
su célebre tango Naranjo en flor: 'Después, qué importa del después. Toda mi vida es el ayer, que me detiene en el pasado. Eterna y vieja juventud que me ha dejado acobardado como un pájaro, sin luz'. El resentimiento y el remordimiento obstaculizan así la elaboración de los duelos".
¿De qué otro modo puede elaborarse ese duelo frente a situaciones traumáticas? Kancyper responde: "Yo contrapongo la memoria del rencor a la memoria del dolor. Otro tango, Los mareados, la ejemplifica: 'Hoy vas a entrar en mi pasado (...) y nuevas sendas tomaremos'. O sea, cuando hay dolor no se olvida el pasado, pero se elabora y se abre un tiempo y un espacio de futuro. Cuando prevalece el rencor, el tiempo del pasado anega las tres dimensiones del tiempo"



*Fuente: Clarín
http://www.clarin.com/suplementos/zona/2008/06/29/z-03615.htm






*



Las dos eran muy románticas. Aún no habían tenido la suerte de encontrar el amor de su vida por eso estaban tan ilusionadas ante aquella nota en papel cuadriculado, doblado cuidadosamente en cuatro pliegues en la que alguien había escrito en el exterior: Para Maite con cariño de Roberto.
La abrieron las dos porque las dos estaban igual de excitadas y aplanándolo sobre la mesa del restaurante, leyeron el poema con la voz ilusionada y el corazón palpitante.

Maite mía corasón
te veo cada día
y me ace tanta ilución
mirarte vida mía
quiero darte mi amor
que es el mas sinsero
te lo digo en este berso
por si no supiereses que te kiero.

- ¡Dios mío! ¡Es un poeta! - exclamó Maite con las mejillas arreboladas y el ketchup del bocadillo de hamburguesa asomándole por la comisura de los labios.

- Y hace unas poesías magnificas - le respondió su amiga sorbiendo los mocos.



*Joan Mateu. joan@cimat.es








LA VENTANA DE PAPÁ*



*Patricia Severín


Mi papá fumaba cada día un cigarrillo después del almuerzo. Sólo uno. Fumaba un cigarrillo y miraba por la ventana del comedor hacia la calle, mientras el humo daba tres vueltas en círculos alrededor de su cabeza.
Mi papá miraba la gente que pasaba, desde arriba, porque mi casa queda en la planta alta. En la planta baja hay dos garages y un negocio que vende inodoros, bidets, bañaderas (bañaderas no, me dijo la dueña: se dice bañeras) y percheros de distintos colores para colgar toallas. No hay espejos ni otra cosa. Es un negocio aburrido y de feo nombre: 'Sevlo'. Nosotros alquilamos ese local y uno de los garages, para tener otra entrada, dice mi mamá, que siempre organiza los dineros de la casa.
Mi mamá pensaba que mi papá no sabía hacer plata. Por eso ella tenía que renegar, para que no faltara la comida en casa.
En casa no faltaba la comida, pero faltaban muchas cosas que mi papá no podía comprar, porque en el campo nunca nada iba bien. Si no era la sequía, era la inundación, si no era la inundación, habían bajado los precios del trigo y nada alcanzaba para nada.
Una siesta, mi papá dejó de fumar un cigarrillo todos los días después de comer. Empezó a fumar también uno antes de almorzar y otro, antes de cenar. No fumes tanto, le decía mi mamá, que vas a enviciar a los chicos con el mal ejemplo. Mi papá no decía nada. Miraba por la ventana del comedor, desde la planta alta, a la gente que pasaba por la calle. Después se iba al campo. A veces volvía al rato porque la camioneta se le había descompuesto, y otras veces no volvía por muchos días.
Entonces mamá decía: este hombre me va a volver loca. Y cuando papá regresaba, en realidad parecía una loca que gritaba. Papá se ponía a mirar por la ventana y prendía otro cigarrillo.
Un día le dijo a mi mamá 'No puedo respirar'. Mamá fue a la farmacia y le trajo un aparatito que él apretaba y largaba un rocío adentro de su boca. Desde entonces mi papá fumaba y usaba el aparatito. Pero a veces seguía diciendo: no puedo respirar.
Mi mamá, mientras tanto, hablaba de posibles negocios que debían hacer para tener más entradas, de todo lo que necesitaba comprar, de las cosas que nos faltaban y de los programas de la tele. De vez en cuando, de lo mal que le salía la comida porque siempre andaba regateando algún ingrediente, o de las vacaciones que soñaba.
Hasta que un día llegué de la escuela y mamá estaba llorando. Me abrazó y me mostró a papá, que estaba acostado sobre el sillón rojo. Yo fui a darle un beso, pero él no se movió. Tenía un ojo medio abierto y el otro cerrado. Mamá empezó a gritar como cuando se ponía loca mientras repetía: que nos espera, que nos espera. Fui a sacudir a mi papá para que se levantara, pero se le cayó el brazo hacia el costado y tampoco se movió. Mi mamá dijo, ya basta, ya basta, y me llevo hacia la puerta: te vas a quedar en la cocina con tus primos. Mis primos no hablaban, me miraban de reojo y yo me aburría. Después entraron las tías cuchicheando; lloraban y me abrazaban. Cuando algunas salieron con el café, yo me fui al comedor y me puse a mirar por la ventana.
Desde entonces no puedo salir de ese lugar. Veo todo pequeño y diferente. Veo las espaldas y me pongo a contarlas.
Es posible que todas esas espaldas lleven como una marca invisible la mirada de papá.



De Solo de amor
www.severinlopezseverin.com.ar

*Enviado para compartir por Verónica Capellino veroaleph@hotmail.com







Correo:



*

Si el fútbol cumple una función simbólica, Racing lo logró

Como hincha de la academia sufrí todo el año, pero no solo por el sentimiento futbolero, sino porque sentía íntimamente que había algo en contra nuestro: Los chicos jugaban bien y algo pasaba en el final que tiraba todo para atrás.
Entonces ya pasaba los límites futbolísticos, era un desafío al destino que parecía marcado .Porque así en la vida, como en el fútbol, te llena de impotencia hacer las cosas medianamente bien y que los resultados sean adversos ¿Cómo se hace entonces? nos preguntábamos.
Nosotros seguimos a Racing tanto en la salud como en la enfermedad: No somos campeones pero recorrimos el duro camino que recorren todos los días los hombres y mujeres que trabajan todo el año, que no roban, que el sueldo no les alcanza, que aguantan viajar como ganado y que se preguntan ¿como se hace, para salir de esto?
Entonces esa fue la función simbólica de que Racing se quede en primera:
Representar al los miles de argentinos, que luchan todos los días por “la permanencia”, siguiendo el único camino que deben y saben transitar.
¡Gracias a los jugadores y a nosotros!
¡Gracias Academia querida!


*Silvia Irigaray. silvirigaray@arnet.com.ar


*

Queridas amigas, apreciados amigos:



El domingo 29 de junio del 2008 presentaremos en la Radiofabrik Salzburg (107.5 FM), entre las 19:06 y las 20:00 horas (hora de Austria!), en nuestro programa bilingüe Poesía y Música Latinoamericana, música de los compositores colombianos Guillermo Gaviria, Luis Pulido Hurtado und Luis Fernando Franco Duque. Las poesías que leeremos pertenecen a Luis Rivas Alcocer (Bolivia) y la música de fondo será de Elis Regina y Tom Jobim (Brasil). ¡Les deseamos una feliz audición!



ATENCIÓN: El programa Poesía y Música Latinoamericana se puede escuchar online en el sitio www.radiofabrik.at
(Link MP3 Live-Stream. Se requiere el programa Winamp, el cual se puede bajar gratis de internet)!!!! Tengan por favor en cuenta la diferencia horaria con Austria!!!!



REPETICIÓN: La audición del programa Poesía y Música Latinoamericana se repite todos los jueves entre las 10:06 y las 11:00 horas (de Austria!), en la Radiofabrik de Salzburgo! Cordial saludo!


YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur.
www.euroyage.com

Schießstattstr. 44 A-5020 Salzburg AUSTRIA
Tel. + Fax: 0043 662 825067





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viernes, junio 27, 2008

¿DE QUÉ VALE LA PENA HABLAR?




*Dibujo de Freyja. freyja_walkyrien@hotmail.com




Para unos futuros papás‏




palabras mágicas
sueños de volar
por la transparencia
del cariño
el amor abre las alas
de un corazoncito
que comienza a latir
en futuros papás
la cuna promete
dulzuras y canciones
con proyectos y
y muchos deseos
de poder conquistar
amiga leonina
con cabellera de cascabeles y
un compañero de verdad.


*De Nora Azul del Rosario Akimenco azulaki@hotmail.com
-Para S y M.-






¿DE QUÉ VALE LA PENA HABLAR?






EL RAMONCITO*


La gente de las chacras todavía comenta lo mal padre que había resultado el Pedro.

Su hijo más chico, el Ramoncito se había caído de una higuera de la quinta del patronato en que lo internaron, cuando murió Juana, la madre.
Cosas de chicos que no hacen caso a los celadores, les dijeron.
Era chiquito el Ramoncito, ocho años creo. Pobre, ni siquiera sabía limpiarse los mocos.
Su cuerpo triste y pequeño fue aplastado por las ramas del árbol añoso y no resistió.
Nunca supo Ramón si era el mundo que se precipitaba sobre él, o era el cielo que venía a buscarlo, para acunarlo un poco mejor que sus celadoras en el patronato de niños huérfanos.


Pedro no podía con los tres pibes.
Cuando la Juana se fue, consumida por la tuberculosis, decidió quedarse con Esteban que era el más grande y le podía ayudar cuando consiguiera algún conchabo en las chacras.
Poda, alambrado, vendimia, cuidar los chanchos, cualquier cosa que le ayudara para seguir tirando.
Juancho no.
Además de ser medio chicón, era vago. Tan para adentro ese chico, que costaba sacarle palabras. Se le quedaba dormido entre los viñedos, se meaba encima, tartamudeaba cuando lo retaba. No, no le convenía tenerlo.
La abuela lo cuidaría, mandándolo a la escuela, al menos hasta que aprendiera a leer y hacer algunas cuentas, para qué más.

Pedro no era de muchas palabras. Extrañaba a la Juana y con el vino se tragaba la tristeza que poco a poco lo iba matando.
Largas horas se quedaba acodado en el mostrador del boliche de la ruta, con un vaso de vino entre las manos callosas. Hasta que el viejo Fernández se negaba a seguir llenando la jarra desde la bordalesa del rincón, o hasta que lo atrapaba el sueño.

Las heladas de ese año, le negaron el trabajo.
Las chacras habían quedado negras. Las plantaciones se habían perdido con el terrible frío del invierno.
“Hay que pasar agosto”, comentaban.
Pero él sabía que no pasaría agosto ni ningún otro día, si no conseguía algo de comer para él y el Esteban.
Al Ramoncito lo cuidarían en el patronato y al Juancho, la abuela.
Por eso decidió irse al sur con el Esteban. Algún puestero les daría changa y una cobija para taparse, y no les faltaría un pedazo de carne para cuando le dolieran las tripas de hambre.

Estaban lejos cuando lo del Ramoncito.
Fue por eso que las damas del patronato le avisaron a la abuela.
En silencio, vestida de negro y con su digna cabeza en alto, la abuela lo trajo hasta la casa en la ambulancia del hospital.
Con algunas vecinas prepararon la mesa de la cocina para velar al angelito.
Ni flores había. El invierno también había ennegrecido el jardín de la abuela.
María, la de la despensa, trajo unas velas; la abuela sacó las flores de plástico de la foto del abuelo, las sacudió un poco y se las puso entre las manos al Ramoncito.
Rezaron el rosario tomando mate dulce bien caliente, para soportar el frío de la noche.
El Juancho, más tartamudo que nunca era un estorbo. Arrinconado tras el aparador, parecía no entender nada.
Por la mañana temprano armaron la jardinera atando el caballo más viejo y de patas peludas.
En la chata, ataron el rosillo que había usado siempre el abuelo. Era viejo, pero conservaba la fuerza y algunos bríos de cuando era joven.

En la jardinera fueron Ramoncito, la abuela y María, la vecina.
En la chata se hicieron lugar los vecinos, y algún peón.
Pasando inadvertido, también subió el Juancho, que quedó con las piernas colgando y la mirada perdida en el polvo de los callejones de tierra.

En silencio salieron para el pueblo.
No le costó a los vecinos llevar el cajón en el cementerio. Ramoncito era chiquito y se había puesto muy flaco en el patronato.
“No hay celadora que lo obligue a comer”, le dijeron a la abuela.


A la semana llegaron por la casa Pedro y el Esteban.
En la cocina se escuchaba sólo el chasquido de la leña que ardía en la Istilar.
La abuela preparó una olla de sopa humeante.
En silencio, llenó los platos blancos enlozados, con florcitas azules en los bordes.

Nadie habló.
De eso se encargaron las viejas de las chacras, que, todavía hoy comentan lo mal padre que había resultado el Pedro.



*de Iris. iris_neuquen@ciudad.com.ar








La dehesa*


Corría por la dehesa montando aquel potro luso-árabe con un galope largo y cadencioso. Saltó la valla para adentrarse en el campo verde, lleno de amapolas. Parecía estar en un mar esmeralda lleno de espumas rojas. Atravesando el bosque llegó a la casa donde sus dos hijos estaban jugando en el porche. Su mujer salió por la puerta al oír los cascos del caballo y con una sonrisa le hizo ademanes de que la comida estaba lista. Al bajar del caballo se le enredó la rienda en el brazo.

El largo tubo de plástico que salía de la botella de suero y se ocultaba bajo un esparadrapo en su muñeca, se le había enrollado en el brazo. Con un gemido y un esfuerzo oprimió el timbre llamando a la enfermera que acudió rápidamente. Le miró la identificación de plástico: " Srta. Plumkier - Oncología", "¿Por qué las cambiarán tan frecuentemente?", "Parece que se mueran ellas y no nosotros". Con un quejido de dolor le pidió un nuevo calmante. En su lugar recibió una sonrisa y unas palabras ininteligibles.

Decidió que era mejor que las cosas siguieran bien por lo que cerró los ojos y… Corría por la dehesa montando aquel potro luso-árabe…



*Joan Mateu. joan@cimat.es







La conversación*



*Martín Caparrós
27.06.2008

El jueves primero de julio de 1858, hace casi siglo y medio, un científico módicamente prestigioso –o sea: conocido por sus veinte colegas de una ciencia en pañales– presentó en la Linnean Society de Londres un trabajo sobre cómo evolucionaban los seres vivos o, mejor: sobre su hipótesis de que esos seres no habían sido creados por Dios tal como son sino que habían ido cambiando, buscando sus maneras.

Charles Darwin pensaba, por supuesto, asistir a su propia conferencia, pero uno de sus hijos se murió de escarlatina, y su artículo inaugural fue leído en su ausencia. El evento no tuvo gran repercusión.
Al día siguiente, los diarios londinenses hablaban de la cabalgata de la reina Victoria, la presentación de una imagen del presidente de Estados Unidos en el museo de cera de madame Tussaud y la llegada de un barco que había tardado sólo once días en cruzar el mar desde Nueva York, pero no decía una palabra sobre el artículo de Darwin. Ni los diarios del viernes, el sábado, el domingo.
A fin de año, en la revista anual de la Linnean Society, su presidente escribió que “este año no se ha visto marcado por ninguno de esos descubrimientos que revolucionan su rama de la ciencia…”: un visionario. Tiempo después, millones empezaron a entender que la teoría darwiniana de la evolución cambiaría para siempre la forma en que nos pensamos como hombres. Pero su presentación nunca salió en los diarios.
–¿Y usted qué se esperaba, mi estimado?
–No sé, cómo decirle. ¿Que le acertemos alguna vez, de vez en cuando?
Suelo sospechar que las cosas que importan no salen en los diarios o, peor: que las cosas que importan son las que no salen en los diarios. La procesión de ejemplos sería interminable y jubilosa. Recuerdo otro primero de julio, 1948, también jueves, otra historia de ciencias: cuando el editor de la sección Radio del New York Times le encargó a uno de sus periodistas 82 palabras –exactamente la cantidad que lleva este párrafo desde que empezó con las palabras “suelo sospechar”– para contar –ya van 87– que el día anterior Ralph Brown, director de los laboratorios Bell, había presentado un invento cuyo nombre también era un invento. “Lo llamamos transistor –una abreviatura de transference resistor– porque es un dispositivo semiconductor que puede amplificar las señales eléctricas que transfiere”, dijo. Fueron, insisto, 82 palabras. Este párrafo ya usó 140.
Los ejemplos podrían multiplicarse al infinito. Tampoco parece que nadie haya registrado el primer concierto de los Beatles ni cómo y cuándo dejó de ser escandaloso en Buenos Aires que un hombre y una mujer vivieran juntos sin casarse ni cómo fue que a una persona se le ocurrió llamar a otra persona “fiera” ni por qué nos estamos volviendo cada vez más pavos ni ni ni.
El punto es que seguimos mirando hacia donde no vale la pena o, mejor: seguimos sin mirar adonde sí. Todo, en principio, por el gran mito de la actualidad: a veces creo que no hay nada peor para la información que el mito de la actualidad. La actualidad parece un dato “objetivo”, una parte decisiva de la realidad. Pero está claro que es una construcción de los medios para que el público consuma: el público la compra, la cree, y termina por pedirla. Entonces los medios pasan a tener la excusa mercantil perfecta: es lo que nuestro público quiere, por eso se lo damos.
La actualidad está hecha, sobre todo, de lo que hacen los ricos o famosos o futbolistas o tetonas o políticos –o las diversas combinaciones de estos elementos. Y de lo que nos pasa a los demás cuando nos pasan cosas tremebundas: asaltos, tsunamis, accidentes, hambrunas, sextillizos. La mayoría de las personas sólo aparece en los medios cuando les pasa algo espantoso. Ésa es la diferencia decisiva: los ricos y tetones hacen; a los demás, nos pasan cosas.
La actualidad, como toda construcción, depende de sus constructores: los que van y la deciden cada día. La actualidad sigue –suele seguir, excepto en Crítica de la Argentina, por supuesto– determinadas reglas: que sea fácil de consumir, que muestre blancos y negros bien marcados, que no requiera grandes reflexiones, que impacte, que emocione barato, que no cuestione cierto orden, que se venda.
La actualidad no sabe –o no quiere– contar nuestras vidas. Y nos ha convencido de que lo que importa, lo que sí define nuestras vidas, es ella. La operación está completa: nos hablan de algo lejano, que en general no podemos modificar, y nos convencen de que eso es lo que realmente nos importa.
Ni siquiera es mala fe –quiero decir: ni siquiera siempre es mala fe: a veces es sólo esa incapacidad de ver que nos viene de la costumbre de mirar “la actualidad”. Pero sería increíble aprender a contar lo demás, lo que se nos escapa, esos fenómenos que, dentro de cien años, alguien va a recordar.
–¿Qué nombre me decís, Critina? ¿Critina qué, Critina cómo?
–No, querido, era Cristina, una mujer que fue eso que eran entonces, “prescidente” creo que se decía, o proboscidio, no me acuerdo, de una de las partes del continente, más al Sur.
–¿Una mujer? ¿Era de cuando todavía existían hombres y mujeres?
Pensó Yak y cerró los ojos para cortar la comunicación mental con su prim@ Sili en la base saturna. Nunca entendía por qué ell@ le hablaba de esas cosas.)
Es cierto: no es fácil descubrirlos. Y es más probable que se nos escapen a nosotros, periodistas, tan vasallos del diario trajinar, tan esclavos del tiempo tirano y el espacio autócrata opresor. Por eso quería pedirles a ustedes, lectores, eminencias, que se dejen de putear barato en internet y lo usen (www.criticadigital.com) para un casi juego: ¿qué cuestiones, qué historias, qué temas más allá de la llamada actualidad les parece que habría que contar en estos días? ¿Qué nos estamos perdiendo y deberíamos saber? ¿De qué vale la pena hablar?


*Fuente: CRÍTICA DIGITAL
http://www.criticadigital.com/impresa/index.php?secc=nota&nid=6981








*


Viaja el final de la canción en brazos de la lluvia
cuando el invierno late en ronco lamento
y un beso adormece la noche del dolor.

Viaja, pasea
se hace acorde sin acuerdos
se hace lágrima tácita
salta y bebe la tierra
moja y quiebra el silencio
sin silencios.


*de Ana Lia Gattás. analia_gattasz@speedy.com.ar







Remolino*


Después de dieciséis horas de vuelo, dos trenes, un trasbordador, el viajero regresa al pueblo donde nació y del que se fue siendo chico. Se instala en un hotel que en un tiempo fue un convento y de inmediato sale a recorrer. Camina lo que queda de ese día, camina al día siguiente. Pasa por la que había sido su casa, por la escuela, por la cancha de fútbol, por el cementerio. Cruza los puentes sobre los ríos que bordean el pueblo, busca sin encontrarla la represa donde iba a nadar. Demasiadas cosas cambiaron, modificadas por la intervención de los hombres o por las traiciones de la memoria. Y aun aquellas que se conservan tal como las había fijado el recuerdo ya no le pertenecen. El viajero camina sin parar, desilusionado y extranjero. En algún momento se pregunta si todavía estará cierto patio emp­edrado, detrás de una pequeña iglesia, bajando hacia el lago. Ahí se reunía a jugar con los amigos después de la Escuela. De ese patio, vaya a saber por qué, conservó la imagen de un ángulo formado por las paredes de dos casas, donde el viento se arremolinaba y arrastraba hojas secas, briznas de pasto, papeles. Recuerda en especial —otra curiosa selección de la memoria— los envoltorios de caramelos. En la mañana del tercer día se mete en una callecita en sombra que viborea entre construcciones antiguas, pasa bajo una arcada y ahí está, frente a él, el patio. Acá no ad­vierte grandes cambios. Sólo le parece que las paredes están más negras y que las puertas y las ventanas alrededor varia­ron de tamaño. Avanza unos pasos cautelosos y entonces lo ve. En el rincón perdura el remolino. El viento arrastra ho­jas secas y papeles igual que antes. Después de haber deam­bulado por el pueblo sin encontrar nada que le permitiera identificarse, nada para abrazar, nada para poder decir "esto es mío, esto soy yo", el viajero acaba de oír una voz familiar llamarlo por su nombre. Cierra los ojos para escucharla me­jor, para que no se le pierda. Se abandona. Entonces piensa que desde el momento de su partida, la voz estuvo ahí, viva en el remolino, invocándolo, reiterando día tras día el con­juro para el regreso. Piensa que la voz perduró alimentada por un elemento tan inasible como el viento, se mantuvo gracias a la persistencia y a una forma de fidelidad del vien­to. Y el reclamo sin duda llegaba hasta él, en su ciudad del otro lado del océano, porque ésa, la del patio empedra­do, era una de las imágenes que volvían a la hora de recor­dar. Al viajero le gusta creer eso. Y permanece parado de cara al rincón, viendo desfilar su vida. Su vida transcurrida en otras partes del mundo, sometida a leyes de otros vien­tos. Aunque ahora le parece saber que, anduviera por donde anduviere, siempre estuvo mirándose en ese espejo, atento a la voz del remolino inicial, intentando mantener vivas también él, en las pérdidas y en las turbulencias de sus años, tantas diminutas cosas desechadas.



*de Antonio Dal Masetto.
EL PADRE Y OTRAS HISTORIAS. Editorial Sudamericana.





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martes, junio 24, 2008

HOGUERAS...


El día que haya nubes y Sol*



Tengo miedo de no tocar
Mi cara nuevamente,
De no mirar tus ojos
Y de no escuchar tu voz,
Ni mi voz.

Temo a la prisión
Que me aleje de ti
Al igual que a la bala
Que termine por calmar mis miedos.

Sufro el temor del "quién sabe"
Junto a la desesperación del "puede ser"
Y te escucho y hablamos sin prisa.

Tomamos el miedo juntos
De ver que un niño tenga hambre
Mientras juega a que existen
Los días nuevos.

Sentimos un profundo miedo por la guerra,
Pero el miedo a la miseria,
Y el miedo de que familias enteras
Padezcan de Hambre,
Es más fuerte que otros miedos.

Tengo miedo a que no soportes el frío
Mientras duermes en la banqueta
O a que nuestros viejos
Y nuestros niños mueran sin un médico,
Tan solo porque les faltó un poco de dinero.

Temo que no te des cuenta de mis temores,
Que las pláticas sean palabras
Reventadas en la alfombra
O que se han olvidado en el ascensor.

Temo perder tu nombre,
Que traigo anotado junto al mío.

Pero temo profundamente
Que algunos de estos miedos
Sigan siendo realidad
Por mas tiempo.



*de hugo ivan cruz-rosas. quetzal.hi@gmail.com






HOGUERAS...




La noche de Sant Joan*


En la noche de San Joan
Donde comparten su pan,
su tortilla y su gabán
gentes de cien mil raleas...

Joan Manel Serrat



Se trata de una noche mágica. Durante toda la semana, incluso antes, los niños, en pequeños grupos y una vez acabadas las clases, van recogiendo por todo vecindario maderas, cajas y muebles viejos para quemar. Los vecinos colaboran y entregan lo inservible y a veces cosas que no lo son.
En una plaza, en un cruce de calles, en un descampado, o en un solar vacío, van apilando cuidadosamente el botín de maderas recogido, que esperará la noche del día 23 de Junio.
En ocasiones, es preciso dejar un vigilante, que cuide que otro grupo cercano, no quiera pasarse de listo, apropiándose de las maderas recolectadas con tanto esfuerzo, para así ahorrarse el suyo.
La picaresca, está viva incluso en las fiestas...
Durante la semana, empiezan a oírse los petardos, primero tímidamente, espaciados, pero a medida que nos vamos acercando a la noche del 23, las explosiones van escuchándose con más frecuencia, y en la vigilia, arrecian y se desbocan como anunciadoras de la gran fiesta del fuego.
Cuando empieza a anochecer, el nerviosismo es cada vez mayor. La competencia por la hoguera mas grande, por la que queme durante mas rato, por la mejor, flota en el aire, y un jurado inexistente siempre te da la victoria, al mismo tiempo que los competidores reciben la suya.
Se prenden las hogueras, y se lanzan los petardos, y se danza alrededor de la hoguera con sus llamas al cielo, y sus crujidos festivos. Se saltan las llamas... se saltan las llamas... se saltan las llamas...

Los petardos y cohetes ponen la nota de color, sonido y riesgo a la fiesta.
La hoguera quema el último vestigio de civilización, y es entonces cuando los inmortales son inmortales, los hombres son niños, y las almas son fuego.

Es la noche de Sant Joan.

Salta esta noche las llamas conmigo, dadme la mano, y vamos allá....



*Joan Mateu. joan@cimat.es
-1998-







La valija*



*Por Miguel Roig. miguelroig2005@gmail.com



Hace unos días me reencontré con un amigo a quien hacía mucho tiempo que no veía. Entre las novedades de nuestras vidas que nos contamos mutuamente, destacó el hecho de que él está conviviendo con una nueva pareja. Si bien en la vida de cualquiera esto representa algo significativo, en la vida de mi
amigo lo es aún más: se trata de un hombre mayor que llevaba un par de décadas compartiendo techo con su anterior mujer después de haber roto todo vínculo afectivo o al menos sentimental con ella.
En un viaje a Buenos Aires, una noche vi en televisión una vieja película de Enrique Carreras, La valija, con Luis Sandrini y Malvina Pastorino. Dentro de la filmografía de este realizador, dedicado siempre a producciones comerciales y al género musical, La valija es una película que se consideró en su día como un intento con cierta ambición en la que quiso abordar el tema del divorcio. El proyecto surgió a partir de una interesante obra teatral de Julio Mauricio que estrenaron Héctor Alterio y Elsa Berenguer.
El tema es la crisis de la pareja a finales de los sesenta en una sociedad que estaba cambiando y en la que se cuestionaba todo. El argumento es muy sencillo. Un matrimonio maduro, sin hijos, vive en un edificio del centro de Buenos Aires. El marido es oficinista y goza de una tranquila estabilidad,
la mujer es ama de casa y ambos, con muchos años de vida en común, son incapaces de atravesar la intimidad del otro; la rutina, cierto hastío y la falta de diálogo, horadan la relación sutil y rigurosamente como la gota de agua cayendo sobre la piedra. Un día cualquiera, un estudiante que vive en el edificio golpea la puerta del piso de la pareja para pedir algo; atiende ella. La mujer y el joven terminan en la cama y cuando el marido se da cuenta de lo que ha sucedido comienza el drama donde todo lo no dicho en años deviene en un monstruo que les devora y, finalmente, el hombre hace la valija y se va.
No recordaría casi nada de lo que he escrito si no fuera porque La Valija probablemente sea una de las pocas películas -al menos en el cine argentino es la única- que contó con dos finales: uno para los cines del centro y otro para las salas de los barrios y el interior. Quienes en su día vieron la película en el centro, asistieron a la ira de un hombre despechado llenando una valija con sus pertenencias y yéndose de su casa para siempre. Aquellos que fueron al estreno en alguna localidad del interior, pudieron ver -y posiblemente salir del cine con una sonrisa tranquilizadora- a un hombre que recapacita, perdona el affaire de la mujer, y vuelve a guardar en los cajones el contenido de la valija.
¿Por qué ocurrió esto? Los críticos del realizador lo adjudican a su voracidad por conseguir la mayor cantidad de espectadores posibles; algunos memoriosos adjudican el hecho a la censura militar de la época que no consintió lo que consideraba como la exaltación del divorcio.
Más allá de las razones que llevaron al director a tomar esta decisión, si uno piensa la película con sus dos finales como una unidad, adquiere un sentido curioso y la hace más relevante, incluso, que la obra que en su día la originó, posiblemente agotada, cautiva ya de su tiempo.
Pienso en mi amigo y la película, por ejemplo, se convierte con la esquizofrénica ejecución de los dos finales, en una representación perfecta del cautiverio al que se sometió, durmiendo durante años en una habitación distinta a la que ocupaba su mujer, bajo un mismo techo; concurriendo juntos a reuniones sociales como un matrimonio bien avenido y horas después, llegando a un mismo domicilio, subiendo en el ascensor, otra vez como dos extraños, y yendo cada uno a su habitación sin, posiblemente, un hasta
mañana.
Cada noche, sin duda, se imaginaría haciendo la valija y saliendo con ella por la puerta, para siempre.
Cuando uno veía a un marido aburrido por la rutina, encendiendo un cigarrillo o revolviendo con una cucharita la taza del café, esas mismas manos, en algún lugar de su interior, estaban haciendo la valija.
Como un espía: uno no tiene delante a quien cree que está viendo; en realidad se trata de un agente, por decirlo de alguna manera, al servicio de su propia imaginación, zona a la que muy pocas veces se nos permite acceder.
Eric Ambler, el escritor inglés de novelas de espionaje, refuta con pruebas que el oficio más viejo del mundo sea el que todos pensamos: es el del espía, afirma. Recurre a la Biblia recordando que Moisés envió espías a Canaán por sugerencia de Jehová. Es decir, el espía, el ser otro distinto al que somos sin perder la simultaneidad, nos es inherente. Tal vez, la expresión máxima de este rasgo la ha conseguido Graham Greene en El Factor Humano, novela en la que un hombre se convierte en espía doble por razones sentimentales. A medida que conoce el tejido psicológico del personaje y el encuadre moral, y suspende su incredulidad, el lector se involucra y le cuesta leer lo que es evidente desde el principio: la relación con una mujer lleva al protagonista a colaborar con el bando contrario.
Hacer la valija y quedarse al mismo tiempo, eso es lo que hace un espía: estoy aquí pero estoy en otra parte y casi nadie lo sabe. Sam Shepard en su obra teatral Fool for Love, llevada al cine por Robert Altman, cuenta una historia radical que gira en torno a esto. Una pareja de amantes descubre que son hermanos, ya que su padre, un viajante de comercio, tenía dos hogares en dos estados diferentes, y una hija y un hijo, que el azar junta, con cada esposa. El personaje del padre, en la película, lo interpreta Harry Dean Stanton y tengo grabada en mi memoria, a pesar de que he visto el film hace muchos años, a ese hombre entrando en cada una de sus casas como si fuera la única o sentado en la mesa, llevándose una cuchara de sopa a la boca y pensando, seguramente, en otra casa, en otra mesa. Como un espía que
trata de llevarse todo lo que puede de un sitio a otro.
Por supuesto que la historia que referí al principio no alcanza la radicalidad de estas ficciones, ni la de Greene -que expone, a pesar del contexto, un conflicto moral- ni la de Shepard. El de mi amigo es un drama cotidiano que, en definitiva, pudo resolver. Pero de alguna manera, puede que todos seamos espías en una realidad que nos es ajena, a veces hostil y siempre sorprendente. Puede, también, que nuestra impostura -que no es menos inocente ni compleja que cualquier otra- oculte que estamos haciendo la
valija para ir alguna vez a ese sitio, imaginario o no, donde se supone que nos vamos a alcanzar, de una vez y para siempre, a nosotros mismos.



*Fuente: Rosario-12
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/14-14067-2008-06-24.html







La soja reina*


Un análisis de la situación económica y política actual realizado por el historiador José G. Vazeilles. El artículo se inserta en la dinámica del mercado mundial y en los determinantes de la historia argentina reciente. "Aunque los frentes en conflicto son heterogéneos, no cabe duda ninguna que uno está bajo hegemonía de la renta parasitaria de la tierra y el otro, bajo hegemonía de la trenza pública y privada del capitalismo urbano prebendario y corrompido", afirma.

Por ANRed - M


*Por José G. Vazeilles


1. Soja y Sojit
Durante el peronismo de los '50 se hizo famoso el periodista radial Luis Elías Sojit, por llamar "un día peronista" a los de pleno sol y también, por repetir en volumen decreciente "se fue mi cuarto de hora" al cerrar sus comentarios de quince minutos.
El primer dicho quedó literalmente oscurecido por los nubarrones y tormentas del período de las presidencias de Juan e Isabel Perón, prólogo de y vía franca a la oscura noche de 1976. El segundo, buena alusión a la fugacidad temporal, tampoco duró en el habla cotidiana
El momento actual puede llamarse "sojático" por el debate sobre "retenciones", pero la posibilidad del juego de palabras "...y también sojítico", no.
¿Y por qué no? Buena pregunta, ya que hay circunstancias económicas parecidas a las que indujeron entonces calificar el buen tiempo de "peronista" y es razonable suponer que al actual matrimonio presidencial le encantaría que algún periodista dijera "hoy es un día kirchnerista". El tema de los parecidos lo veremos más adelante.
La disputa "sojática"
La respuesta más obvia, hoy, es que se ha desatado una feroz pelea por los cuantiosos dólares que resultan de la venta de soja al mercado internacional que, como tal, ha puesto al alcance del gran público el exponencial crecimiento de este tipo de cultivos y aspectos de su comercialización internacional.
Antes, la información estaba más limitada a sectores especializados en economía agraria. O bien fueron puestos de resalto por organizaciones conservacionistas de los recursos naturales, que el cultivo de soja depreda. O también por organizaciones de campesinos propiamente tales que los afiebrados buscadores de dólares a través de la venta de soja procuran (y suelen conseguir) despojar de sus tierras.
Ahora, la disputa ha producido un ruido tan estridente, que no puede dejar de escucharse hasta el último rincón del país ¿Qué clase de ruido es?
El "clin, caja" y el grito de los teros
La etapa neoliberal ha dejado en el sentido común que el objetivo principal, sino exclusivo, de la vida es hacer "clin, caja" cuanto más veces mejor, lo que produce un clin, clin, caja, caja ruidoso, aunque de muy baja calidad cultural y política.
El combustible del movimiento que hace este ruido es el dólar y si en algún momento aumenta ¿a qué cajas irá el incremento? Si hay rivalidad entre cajas, no es lógico que cada una diga la verdad, o sea, "quiero ganar más" o "quiero todo" el incremento, porque eso daría ventajas al otro.
Ahí empieza el grito de cada tero, lejos de donde pone los huevos de su avidez cajera: ¡los borrachos son ustedes, que se toman todo el vino!
Aunque vaya a saber qué efectos tendrá esta estridencia en el plano electoral, lo que sí podemos saber que ella se desliza naturalmente en el molde de un electoralismo que funciona bajo el lema "vótenme a mí, porque si no mi rival hará un desastre". Pero como ahora hay una puja real por el flujo de dólares, se produce el paradójico efecto de que ambas artillerías de excremento y lodo que se arrojan mutuamente los rivales da en el blanco del contrario.
En efecto, la Sociedad Rural tiene una historia golpista, CRA también y todos ("los cuatro") quieren que se premie, en verdad, a la renta parasitaria de la tierra [1]. Por el otro lado, el gobierno no tiene el menor perfil de redistribución del ingreso y sí el de disponer de fondos para subsidiar los grandes capitales, o bien emprender obras como la de Skanska o el "tren bala" y, desde luego, la construcción de hospitales (¿Cuándo?), bien puede entrar en el mecanismo del "Club K de la obra pública".
Aunque los frentes en conflicto son heterogéneos, no cabe duda ninguna que uno está bajo hegemonía de la renta parasitaria de la tierra y el otro, bajo hegemonía de la trenza pública y privada del capitalismo urbano prebendario y corrompido.
Parecidos (y diferencias) entre el momento de Sojit y el de la soja reina
Hay tres parecidos ligados entre sí, por la naturaleza misma del comercio mundial capitalista:
1) un auge fuerte de la demanda de materias primas alimenticias, aumento de volúmenes y precios (entonces centrado en cereales, ahora en la soja);
2) la expectativa de que no será una situación durable, sino transitoria, aunque no se pueda medir con precisión el lapso;
3) una falta absoluta de influencia del país beneficiado en la evolución del negocio, lo que en el caso segundo se agrava, porque los negociantes privados que lo controlan son extranjeros, pudiendo sólo su gobierno influir impositivamente en los efectos distributivos, que es justamente la disputa en curso.
Las diferencias son muchas más y su enumeración y análisis imposible aquí, pero sí podemos comparar las circunstancias más inmediatas de ambos casos. En el primer caso, se trató de la prolongación en la segunda guerra mundial, de la ruina de la agricultura europea, que produjo una demanda de cereales con otros orígenes,
En el segundo, se trata de la situación permanente y creciente del comercio superavitario de China respecto de Estados Unidos, que da aquella un gran poder de compra en el mercado mundial, que en buena medida se aplica a las compras de soja.
En el primer caso, a fines de la década de los '40 se sabía que la excepción no sería duradera, aunque el fin del auge no fuera abrupto sino previsible, siguiendo las curvas de la recuperación agraria europea.
En el segundo caso, hoy, la duración del auge es más incierta, pues se prolonga porque China prefiere seguir con su superávit, aunque sea en papeles, con expectativas decrecientes de convertirlos alguna vez en valores reales, pues esa es la condición de que Estados Unidos siga comprándole manufacturas industriales.
Sin embargo, la certeza de que tocará a su fin es tan indudable como en el caso de los cereales en la posguerra, lo que puede ser ilustrado con dos explicaciones, aunque la guillotina sea una sola, según se la mire antes o después que caiga sobre la demanda china de soja.
a) Antes, se trata de lo que llamamos "el agujero negro maestro" de la actual crisis de Estados Unidos y mundial, entendiendo por tal un gran flujo que traga valores reales de la producción y los convierte en meros papeles y que un "gurú" de las finanzas estadounidenses, Moisés Naim, describe así: "El mundo está hoy estructurado alrededor de un arreglo mediante el cual los norteamericanos no ahorran y compran productos de consumo chinos, mientras que los chinos ahorran muchísimo y compran papeles del Tesoro norteamericano, lo que permite a Estados Unidos financiar su déficit." Esto hizo decir nada menos que a Paul Volcker, quien fue Secretario del Tesoro antes que el famoso Allan Greenspan: "Somos como los patinadores sobre hielo. Sólo que es un hielo cada vez más delgado."
b) Después que la guillotina corte la demanda china de soja -y otras yerbas- llegará el inexorable momento de sincerar que el dólar no puede ser más la medida monetaria del comercial mundial, sino que es necesario otro arreglo, que no girará, como en 1945 tras la voluntad acuerdista de EE.UU. e Inglaterra, sino que deberá sumar la de China, la India, la Unión Europea, Japón, Rusia y tal vez por el equilibrio de esta mayor pluralidad, la de los países petroleros u otros.
Entonces, sobrevendrán en el mundo muchos más zarandeos que el que puede ocasionar en la Argentina la caída de su trono de la soja reina, la que sin embargo, aquí seguramente bastaría para superar las trepidaciones del 2001.


2. Papeles y fantasmas
Aunque en ese 2001 las capas medias miraron los bancos y se enojaron con ellos, ahora les costará aceptar que los bonos del Tesoro de los EE.UU., sólo papeles, pero que hoy permiten comprar de todo, puedan de pronto no valer nada.
Si uno alude al "fetichismo de la mercancía", Doña Rosa nos dirá: ¿y eso con qué se come? Don Jacinto agregará: ¿Acaso usted vio alguna vez un bono del Tesoro?
¡Sojit, Sojit, qué grande sos, tu optimismo ha renacido en Don Jacinto!, pues en esos días luminosos en que recién aparecían los problemas entre el peso y el dólar, el general Perón, para tranquilizar a los asalariados les preguntó en célebre discurso: "¿Qué es eso del dólar... acaso ustedes vieron alguna vez un dólar?"
Fue Carlos Marx quien dio una explicación dialéctica: cuanto más acrece la ganancia y la acumulación del capital, para mantenerse se hace cada vez más ficticia, en puros papeles, lo que finalmente se resuelve en crisis del sistema, así que no es de extrañar que su fantasma, más antiguo que el de Sojit, pero con pensamiento más duradero, se dibuje tras el aventamiento de las ligerezas de éste.
Sin embargo, en el corto momento de superposición de ambas imágenes de los fantasmas, se pueden producir efectos desopilantes, como que desde el podio montado del sainete, que es como llamamos aquí lo que los franceses del siglo XIX denominaban comedia, Cristina Kirchner, luego de aludir a un concepto atribuido habitualmente a Marx, apostrofe a sus opositores con un destemplado grito de "¡Basta de comedia!".
Desopilante pero no inexplicable. La explicación requiere introducir un tercer fantasma, el de ambos bonapartes, mediando entre su paso de la tragedia a la comedia (un corolario de la seria creación de Marx y Engels del materialismo histórico) y el falso optimismo peronista (y radiperonista y peroradical, con otras yerbas conservadoras que nos mantienen en el pantano).
Napoleón I fue grande porque como dictador logró con su famoso Código asentar definitivamente las relaciones capitalistas en la sociedad francesa y su vida resultó una tragedia porque fue derrotado por los británicos y murió preso, quedando Francia como potencia imperialista segundona, a pesar de su brillante talento militar y la admiración que suscitaron sus campañas.
Perón nunca fue grande como líder burgués porque nunca enfrentó a la oligarquía y al imperialismo extranjero, sino que osciló entre capitular ante ellos o negociar mientras reprimía a sus propios partidarios, que son los que a la postre formaron parte importante de los que sufrieron la tragedia, también repetida, del genocidio, las torturas, la censura y otras represiones.
Tempranamente eligió ser como Napoleón III, como cuando intentó tranquilizar a los trabajadores con el empirismo de minimizar al dólar si no se lo ve y así finalmente fue responsable de la tragedia de los trabajadores y los luchadores políticos y sindicales, culminando en que la comedia lo persiguió post-mortem, cuando burócratas sindicales y otros tironeaban de su cajón y se agredían violentamente por ello.
Desde fuera de la burguesía francesa, Marx y Engels criticaron certeramente la corrupción, la ligereza y el aventurerismo a que había llegado con Napoleón III, que incluyó su fracaso estrepitoso ante los campesinos aztecas liderados por Benito Juárez, cuando intentó extender su imperio a México.
De esta laya han sido Isabel Martínez, Menem, el infaltable Cafiero y los Kirchner y el exabrupto de sainete "¡Basta de comedia!" de Cristina es, así, cabal grito de tero para desviar la atención de lo que realmente hace.

Buenos Aires, 21 de junio de 2008.

*Fuente ANRED http://www.anred.org:80/article.php3?id_article=2594







La estupidez de la tensa calma*



*Luciana Peker
24.06.2008

Estaba en 6º grado y no hablábamos con mis compañeras de divinas o populares sino si habíamos estado en la Plaza o en Campo de Mayo. Yo estuve ahí en la Semana Santa de una plaza realmente apiñada. Y supe después -mucho después- que lo de Felices Pascuas no fue para que comiera chocolates con orejas y
confites adentro. Crecí con el terremoto de los tanques aliados que no llegaban a tiempo y con ese espanto parecido al miedo a lo desconocido que no deja dormir de noche en la infancia. Pero el terror era noticia.
Yo llame a mi mamá para recriminarle que me había dejado en lo de mi abuela cuando hubo otro levantamiento militar y tenía miedo. Después no hubo zozobras, sino menemismo. ¿Lo habían votado por el salariazo? Bueno, ya sabemos. Y al que no le gustaba, se jodía. Después del menemismo -también-
sabemos. En 2001 fui una de las errantes que creímos que en las calles que agolpaban cacerolas había algo más que el tilín tilín de los plazos fijos usurpados. Había fábricas recuperadas y una política deliberativa que no justificaba que un presidente elegido por el voto se vaya en helicóptero y no por las urnas.
En este diario yo tengo la libertad de criticar a Cristina -porque no se ocupa de frenar el femicidio contra las mujeres ni la mortalidad materna- y leí alguna de las mejores críticas al Gobierno: Papel Prensa, con parte accionaria del Estado, contamina; la mortalidad infantil subió por primera vez en cuatro años; en Tucumán anotan a los nacidos vivos con bajo peso extremo como muertes fetales sólo para dibujar la mortalidad infantil; en Calafate, el intendente K está implicado en el asesinato de un pibe joven; no se está redistribuyendo la riqueza. Etcétera.
Pero la Argentina no se paraliza por ninguna de esas noticias, sino porque un Gobierno que ganó por mayoría resolvió cobrar un impuesto a un sector del país al que le va bien y, claramente, le va mejor que antes. En conflicto tuvimos tiempo de enterarnos de que también hay pequeños agropecuarios y ya
lo entendimos. También sabemos que casi ningún productor dejó de contratar pibes para la cosecha o de agravar el desmonte o saturar el suelo por iniciativa filantrópica. Digo: la mayoría de los que deberían pagar las retenciones no son angelitos que motu propio se encargan de redistribuir lo que ganan o de ganar menos si es necesario para garantizar el futuro cercano de la mayoría de los argentinos.
También es lógico que si no están de acuerdo con que les hagan pagar más protesten. Igual de lógico como me parecía que protesten las enfermeras del Garrahan por ganar menos, los empleados del subte o los estudiantes secundarios cuando se les caen los techos. Sin embargo, éste es uno de los cortes con más consecuencias para los que no paran. Por la influencia directa (o indirecta) de la huelga, los alimentos aumentaron y van a terminar aumentando más. Eso lo vamos a pagar en la clase media y va a empobrecer mucho más a los pobres. ¿Estoy repitiendo los argumentos del Gobierno? Creo que así como la libertad de expresión es un derecho, también vale disentir con quienes disienten.

No estoy de acuerdo con que la Gendarmería intervenga en un corte de ruta ni con que se criminalice ninguna protesta social. Aun cuando -creo- hay diferencias entre los piqueteros que cortaban la calle porque la exclusión los había dejado en la calle y los ruralistas que ya ejercen su protesta a través de un lock out. Igual, no es un avance que ni a ellos -ni a nadie- la policía se los lleve por protestar.

Quedan menos de cuatro años. Parece una obviedad pero no lo es en un país con la garganta al cuello. Se puede volver a votar. Pero cuando vuelva a votar quiero poder elegir a un gobierno que si decide gravar las F100 para repartir hierro entre los menores de un año, pueda hacerlo sin que vuelva el juego de la silla con el sillón de Rivadavia.

El miedo a que un presidente, y una presidenta todavía más -porque en un país machista a una mujer se la prejuzga más frágil-, caiga no es, en la Argentina, chocolate por la noticia. Yo, al menos, quiero un gobierno con poder de decisión, sectores sociales con libertad de protestar y ciudadanos con capacidad de votar. Pero no más ese miedo con el que crecí de que los (y las) presidentes se muden antes de tiempo. Desde los 11 años que la historia en vivo y en directo me enseñó que el miedo no es santo: ¿la Argentina
creció o sigue siendo un país en donde la democracia no deja de decir por la tele esa estupidez de la tensa calma?


*Fuente: Crítica Digital
http://www.criticadigital.com.ar/impresa/index.php?secc=nota&nid=6702






*

Queridas amigas, apreciados amigos:



El domingo 22 de junio del 2008 presentaremos en la Radiofabrik Salzburg (107.5 FM), entre las 19:06 y las 20:00 horas (hora de Austria!), en nuestro programa bilingüe Poesía y Música Latinoamericana, música de la compositora brasilera Jocy de Oliveira. Las poesías que leeremos pertenecen a Gerardo Contreras (Costa Rica) y la música de fondo será de Mario Guacarán (Venezuela). ¡Les deseamos una feliz audición!


ATENCIÓN: El programa Poesía y Música Latinoamericana se puede escuchar online en el sitio www.radiofabrik.at
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lunes, junio 23, 2008

LA TAREA ERA IMPOSIBLE...


SE HAN ABIERTO LAS BARRANCAS DE LA NOCHE*



*Dibujo de Freyja freyja_walkyrien@hotmail.com



Se han abierto las barrancas de la noche.

Aquellos que se han ido, han vuelto.

Silenciosamente, así como han partido.



Está la repudiada, con su sexo abierto y su boca cerrada.

Esta el hombre estallado en el espejo del amor

Está el niño que no llegó a la lluvia.

Esta la adolescente pálida ahorcada con sus trenzas azules-

Está la bestia, aun sin rostro.

Está el preceptor de primer grado con su índice erecto y su pene flácido

Está el hombre que murió en defensa propia.

Están los muertos ilustres envueltos en banderas.

Están los “muertos de mierda” y la mierda de los muertos.

Está el condenado por los dioses arrojado al Río de la Plata.

Están erguidas las ratas militantes de la peste negra.

Está Medea y los hijos de Medea.

Está el hombre de las cuencas vacías.

Está la infamia anónima escondida tras pétalos de lepra

Está Magdalena enamorada eterna del eterno hombre.

Está María con mirada cándida y piernas varicosas.

Está el padre del padre de la madre con su espada rota.

Está el poeta condenado a la muerte y la vida de la rosa.

Están deudos y deudores de la fetidez globalizada.

Está el hombre de sombrero bizarro.

Está el labriego con las callosas manos mutiladas

Esta la dueña de los pantanos invisibles

Está el vate chileno de la generación muerta.



Están todos. Ninguno falta.



Tampoco yo.




*de Amelia Arellano arellano.amelia@yahoo.com.ar










LA TAREA ERA IMPOSIBLE...





*

nosotros alzamos el hambre del dolor
justificamos patria
dolemos miseria
apretamos los ojos al cielo
y hasta mordemos la lágrima del jornal.
nosotros andamos en la escena
pariendo siempre una muerte
pero la muerte es muerte de luces tan pronto.
valiente el alma que conquista en la rosa
su perfume al rocío.
Tengo en mi garganta
el mismo silencio de murciélagos
que la pradera del día.



*De Ricardo Mastrizzo.






CONCLUSION DE UN EQUIPO DE PSICOLOGOS DE LA UNIVERSIDAD DEL PAIS VASCO

Afirman que el hombre sufre más la soledad que la mujer*


Lo dice un relevamiento hecho en España. Analizaron aspectos familiares, sociales y amorosos de personas tras un divorcio. En la Argentina, los expertos coinciden. Los divorciados muestran los valores más altos de soledad romántica.
Los hombres sufren más la soledad que las mujeres. Es lo que ya decían muchos estudios y especialistas, y ahora confirmó un equipo de psicólogos españoles. "Los hombres se sienten más solos que las mujeres", es la nueva conclusión de los investigadores de la Universidad del País Vasco (UPV).
Los psicólogos suelen usar la Escala de Soledad Social y Emocional para Adultos (Scale for Evaluation of Social and Emocional Loneliness in Adults SESLA-S) para evaluar la experiencia subjetiva de la soledad en sus distintos aspectos: la soledad social, la familiar y la de pareja. La escala -refleja la falta de amigos y relaciones sociales, la carencia de un ambiente familiar que apoye a la persona y la falta de una relación afectiva íntima- fue traducida al castellano por investigadores de la Facultad de Psicología de la UPV, dirigido por Sagrario Yárnoz.

Para comprobar que la adaptación era correcta, los investigadores hicieron un estudio con 517 personas, en especial tras el divorcio. "Los resultados avalaron la adaptación", aseguró Yarnoz, del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico, en la revista científica International Journal of Psychology and Psychological Therapy.
Los resultados dicen que los divorciados muestran el nivel más alto de soledad romántica. El estudio también refleja diferencias en cuanto al género. "Los hombres muestran niveles significativamente más altos de soledad en todas las escalas: social, familiar y romántica", dice Yárnoz. Pero no son sólo los psicólogos quienes dicen que existe una marcada diferencia de género. Los abogados, que están al tanto de los divorcios y sus consecuencias, dicen lo mismo. "Los divorciados hombres se vuelven a casar más que las mujeres. Reinciden mucho más", aseguran. "Hay más solteros y unidos varones, mientras que hay más separadas y viudas. Parte de la explicación de estas diferencias de sexo se relacionan con la mayor reincidencia de la unión que se da entre los varones", explica la demógrafa Victoria Mazzeo.

"Los hombres se deprimen más que las mujeres. Deben enfrentar el duelo por la mudanza, por el nuevo hogar, dejar de vivir con sus hijos y pasar a ser padre de visitas. Además, al principio el hombre abandona su aspecto, baja su rendimiento laboral y se aleja de sus hijos porque no quiere que lo vean en ese estado. La separación implica la pérdida de la pareja, de una vida sexual garantizada y de cierta alianza económica que favorece la prosperidad", explica Viviana Koffman, abogada especialista en derecho de familia.

Para Daniel Rubin, abogado de familia, asesor de ANUPA (Asociación Nuevos Padres) el hombre divorciado es más proclive a formar una nueva pareja. "Cuando una pareja se separa, el que se va de hogar es el hombre. Esto implica perder el hogar, el arraigo, la vida familiar y la cotidianeidad con los hijos. Esto desestructura, provoca un enorme vacío, produce cierta nostalgia de esa vida en familia, y quizás opere como estímulo, consciente o no, para formar una nueva familia. A la par, el hombre tiene más tiempo para formar nuevos vínculos. La mujer, por el contrario, muchas veces se abroquela en la vida familiar con sus hijos, tiene menos tiempo libre, y relega los nuevos vínculos. Por eso, sería deseable que ambos padres puedan seguir criando a los hijos en igualdad, compartiendo la crianza, es decir, pidiendo la tenencia compartida". Maia Zuretti es psicóloga gestáltica y coordina Soledad & Cía, un lugar donde se generan encuentros de recreación. "Los juegos facilitan la comunicación", explica esta mujer, que dice más: "La soledad apabulla a los hombres, que tras una separación admiten que perdieron la brújula, entonces se enamoran de cualquiera o salen con mil mujeres. La mujer puede conectarse mucho más con el vacío".

Para Irene Meler, psicóloga que presidirá el XI Congreso Metropolitano de Psicología, los hombres tienen una "socialización primaria. Están más entrenados para cumplir tareas que para cuidar de los demás. Por eso se arreglan menos estando solos y buscan mujeres sin discriminar. La mujer es más compleja para relacionarse, es más exigente. Y puede serlo porque tiene una red, de otras mujeres, que la sostienen y contienen. El hombre no".


*Fuente: Clarín
http://www.clarin.com/diario/2008/06/23/sociedad/s-01699859.htm






LA OCTAVA MARAVILLA*



*De Vlady Kociancich.


40



-¡Brillante! Qué hermosa historia. Oílo a segura, cómo gruñe. Viejo, tenemos la historia, tenemos la imagen. ¿Falta la voz del poeta? Y qué. Igual había que doblarlo. Ahora le pondremos, además del relator en off, un actor que recite. ¡Brillante! Les dije que Paradella nos sacaba del pozo. Y qué pozo. Los de la embajada que no aceptan otro reportaje, los alemanes que me reclaman la cuenta de gastos. ¿Fumás, Alberto? Ah, es cierto, vos no fumás negros. Un error.
Mientras rechazaba los cigarrillos comprendí, dolorido, cuánto había deseado que Juan Pablo rechazara la idea. ¿Un error? Era una locura.
con el mismo tono alegre y confiado, prosiguió:
-Una historia poética, que ilustraremos poéticamente. Material no nos falta. Mirá esos rollos, hay para tirar media película. Playa, palmera, indios. Le metemos el texto, la música que preparó Segura, intercalamos al indio en la silla, recita el actor, más texto, más palmera, más música, y alcanzamos cómodamente los noventa minutos.
-No tanto texto -lo interrumpí-. Lo que quiero decir sobre Francisco Uriaga no cubre tres carillas.
Me había mostrado elocuente y puesto más del grano necesario de pasión en la historia de Francisco Uriaga. Ahora, en aquella pieza sórdida que denominaban Estudio A, mirando la lluvia que no cesaba de caer en el patio desierto con su reloj de hierro detenido en las diez, dije que la tarea era imposible.
La cara de Juan Pablo Miller se llenó de arrugas.
-¿Por qué imposible? Imaginación no te falta y un profesional escribe sobre cualquier cosa. Además, Segura te suministra información como para llenar volúmenes.
-Miller -el sonidista se quitó los anteojos, lo miró con sus ojos blancuzcos, llorosos y miopes-, es cierto que sé los poemas de memoria, pero no sé nada del Poeta.
Y se dirigió a mí, suplicante:
-Hacele entender, Alberto, porque es la pura verdad. ¿Qué sabemos de Francisco Uriaga? Nada. Unos pocos datos biográficos que ya te los digo. Donde nació, el nombre de la madre, porque padre, lo que se dice padre, no tuvo. Luego aparece una mujer que vivió con él, sin nombre registrado. ningún hijo. lo demás es la lista de premios, actos públicos, homenajes, diplomas.
-¿Brillante! Más espacio para la imaginación creativa.
Y el director de cine ahuecó las manos, simuló con ellas una cámara. La cámara y la sonrisa giraron lentamente enfocando las paredes descascaradas y húmedas del Estudio A.
-Acá, señores, el llanto del vástago ilegítimo. Aquí la madre prostituyéndose en el cieno del arrabal, para alimentar al futuro poeta. Acá el chico, esquelético y barrigón, en harapos, sentado frente al mar, soñando con el Nobel. Aquí, ya hombre, deambula por la mugre del rancherío. Ah y el sexo, el llamado de la jungla, india sensual, toma de la playa, cuerpos oscuros abrazados en la arena. ¿Qué tal?
-El horror, el horror -gimió Segura, sujetándose la hirsuta cabeza con ambas manos.
-Tomas de playa sobran -dijo la voz triste de Carlitos.
Miller sonreía, divertido.
-Vamos, Segura, no es para tanto, che.
-¿No es para tanto? ¿qué no es para tanto? Una invención indigna, eso es lo que es. Porque no sabemos nada, nada, nada.
-Segura tiene razón -dije-. si no sabemos nada, ¿a qué endilgarle ese pasado de miseria? La madre bien pudo ser una mujer decente, la casa relativamente próspera, el llamado de la jungla una señora que le lavaba la ropa. ¿Por qué no una vida mediocre? ¿Por qué no una vida feliz?
Miller encendió un cigarrillo.
-Ustedes dos son como chicos.
-No sabemos nada de Francisco Uriaga -repitió Segura.
El director le apuntó con el cigarrillo.
-Vos no sabrás. Pero ya sé. Sé lo que hay que saber.
Y como a dos chicos, nos explicó:
-La gente necesita que le pongan colorada la cara. Muchos productores lo saben. Saben que la vergüenza pública atrae al espectador medio. ¿Por qué? Porque lo vacía de la vergüenza personal. Y si la vergüenza viene de lejos, tiene el éxito asegurado. Cuanto más extranjera, más remota, más alta lleva la cabeza el espectador, al salir del cine. al fin y al cabo, siempre hay otro más injusto, más pobre, más estúpido que él.
Hizo una pausa. Luego se echó a reír alegremente:
-sí, estamos en la era de la vergüenza. Y ahí lo tienen a nuestro espectador. Recordando con furor ético el genocidio, la tortura, las cárceles, los niños muertos, los nazis, Vietnam, los dictadores latinoamericanos, vuelve a su casa limpio y redimido. Ahora, sin perturbarse mucho, podrá darle una paliza a la mujer, patear al negro, al indio, al árabe, a la escoria que ese gobierno de porquería dejó entrar en su barrio. Y la guerra será una locura, pero el tráfico de armas deja buenos dividendos, y los judíos uno los conoce, caramba, y esos pobre, que siempre hubo, no quieren trabajar. Y saca una cerveza de la heladera y mira la tele, que lo avergüenza agradablemente otro rato.
-¿Y eso qué tiene que ver con el poeta? -interrumpió Segura.
-ah, tiene mucho que ver. En este mundo de sociólogos, Francisco Uriaga individuo no se vende. pagarán bien por el paquete nicaragüense. nadie tiene interés en un poeta, quieren ver al indio.
-A ese juego yo no juego -protesté.
-Mirá, che, no te ofendas, pero este juego es tu juego. A mí no se me había ocurrido el ángulo que presentaste. Yo te di unos detalles, pero el tema es el mismo. Y pensá, los dos pasados pueden coexistir. la miseria, el sufrimiento. La buena vida, la felicidad. ¿Y qué? Elijamos uno que permita la película. Todo, hasta Francisco Uriaga, es una ficción, una mezcla de tragedia y de ridículo. Este mundo es muy raro.
Involuntariamente miré el paquete de cigarrillos que me ofrecía.
-¿Querés? Ah, es cierto, no fumás negros.
Era un paquete de Imparciales. Mucha gente los fuma.
También los fumaba Paco Stein.



*Fragmento de La Octava Maravilla. Seix Barral. Biblioteca Breve-







La llamada*



- Perdone, tengo una llamada desde su teléfono y no me ha dado tiempo de cogerlo.
- Pues lo lamento señor pero yo no he llamado a nadie. ¿Usted quién es?
- ¿Y usted, que es el que llama?
- No, oiga, que le digo que yo no he llamado ¿Qué número tiene?
- Usted sabrá, que es quien lo ha marcado.
- Bueno, ya le digo que yo no he sido.
- Anda, ¿Y ahora qué hacemos?
- No sé, pero no me importaría conocerle; es usted muy amable y educado.
- Pues hagamos una cosa: Llame usted a otro teléfono a ver si así suena el mío y podemos seguir charlando.


*de Joan Mateu joan@cimat.es






Correo:


NO SE ENTIENDE NADA ¿O Sí?*



-Pueblo que no se quiere enterar, facil que se queje de ser víctima-

Podría suponer que no entiendo nada ni de economía, ni de política, ni de sociología y mucho menos sobre "intereses creados".
Bien, así las cosas, paso a detallar lo que veo de frente al conflicto POLITICO entre el Gobierno y los sectores referidos al Agro.

Se entiende porqué no había combustibles en gran parte del País debido a los cortes de rutas, pero ¿cómo es que no había combustibles en Mendoza, Rosario, Bahía Blanca y, especialmente, Gran Buenos Aires y Ciudad? Los 14 millones de habitantes de la Megalópolis Porteña gozan de tener no menos de 5 destilerías por dentro del anillo de los cortes y, además, Campana, Dock Sud y La Plata, cuentan con sendas conexiones fluviomarítimas para traer e intercambiar combustibles.

Entonces, ¿No será que hay otra película oculta detrás de eso? ¿Quién estuvo de paro en el Gran Buenos Aires? ¿O es que hubo un lock out de combustibles oculto detrás del conflicto mediático con entre Gobierno y Agro?

¿Habrá sido una oportunidad de exportación escondida mientras todos estaban distraídos? ¿Habrá sido con mala intención para que el Gobierno y el Agro tuvieran mas enemigos por igual?

En el almacén hay manteca y queso de marcas desconocidas (o que se vuelven a ver). Será que son magos los pequeños "fabriqueros" locales que consiguen leche mientras que los grandes pulpos, pobrecitos, no pueden? ¿O será que "LOS GRANDES" pudieron fabricar productos de mayor valor agregado y reserva mientras todos nos quejábamos que no había leche?

En mi pueblo y mi ciudad no podía ni puedo comprar más de una o dos botellas de aceites, pero en la misma línea de supermercados en Buenos Aires te venden y vendían lo que querías. Lo raro es que algunas de las fábricas no están en Buenos Aires, pero sí cerca de ciudades como la mía.

Ayer conseguí harina Pureza para pizzas y panes, QUE SIEMPRE FUE MAS CARA que cualquier otra de la misma marca, a $2,35, mientras que el día anterior conseguí el último Pureza Leudante a $2,99. No cabe duda que la de Pizza debe ser más cara, PERO LA VENDEN MAS BARATO, SIN LIMITE, MIENTRAS QUE LA MAS POPULAR NO SE CONSIGUE siendo la misma fábrica, la misma planta y el mismo insumo básico: HARINA.

La kiosquera no tiene mercadería, pero confiesa que tiene el depósito lleno. Dos de los distribuidores de primeras marcas le PROMETIERON que la semana que viene todo aumenta el 25 al 30%. Es más, la mercadería la tiene hace días.
La electridad y el gas salen lo mismo; la mano de obra sale igual (o menos), los insumos básicos pudieron faltar, pero no aumentaron. La presión de las retenciones es para asegurar menor precio local. Todo pareciera dar fundamentos para un menor valor de las mercaderías de consumo popular. Pero igual se fueron "a los caños".

Los medios dirán que el kiosquero es un especulador y tiene la culpa de todo. Sí, es una porquería, igualita a las de la época de la hiper, pero no nos olvidemos que la raíz comercial argentina viene del tráfico de esclavos, el contrabando y la esclavitud de todo el que no "perteneciera" a determinada clase (Leyes varias posteriores a la Asmablea del Año XIII y de la Constitución del '53 sobre el control de los criollos gauchos, negros e indios).

Ese kiosquero, por imbécil especialmente, no deja de pertener a la misma Sociedad del fulano que niega los combustibles culpando a otros; que el mismo periodista que no se hace cargo de esa misma realidad durante los 100 días del conflicto; que el mismo funcionario que no denuncia la especulación detrás de las "noticias incompletas"; que el mismo ciudadano que, muy vago, muy desesperanzado, muy de echarle la culpa a los demás, no quiere mantenerse al tanto de la realidad polítca, salvo que la cosa sea extrema, esté muy hambreado, le pongan un corralito o, esté de moda participar en "la movida".

Somos todos de esta misma Sociedad. Somos los mismos que, con un partidito de la Selección, olvidamos toda la realidad. somos los mismos que, criticándonos gratuitamente, justificamos en un "que todos somos iguales" y pasamos a justificar el robo propio en base a que, supuestamente, existe el robo ajeno. Lo hacemos bien cómodos no queriendo leer un poco más de los que nos dicen, porque eso significaría que nos tendríamos que comprometer.

Si hay alguien que nos está engañando, el primer culpable es el que en la pareja no quiere ver o no quiere encargarse de hacer su parte. El malo puede ser muy malo, pero tanto más malo puede ser y menos pasible de ser acusado, cuando mas vago y cómodo es el martirizado.

Mi abuela tenía razón: "...a ese le molesta lo negro..." se refería a los que no quieren leer ni diarios ni libros. Creo que nuestro Pueblo se acomodó en darle la culpa al que dirige y no enterarse de qué es lo que hace. Esa es la manera más cómoda para quejarse, total, el que metió los cuernos fue el otro, el Ser Argentino es siempre inocente, pues no estaba enterado de nada.



*Jorge de Mendonça. jorgedemendonca@gmail.com




*

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jueves, junio 19, 2008

POR UN PUÑO DE PIEDRA...





*Dibujo de Florencia Soler Abbate. florencia_soler_77@hotmail.com


Sin maquillaje‏*




En soledad
Y también en la noche
Quizás con las dos juntas
He descubierto la profundidad
Del abismo,
La pesadilla de ser yo
No me animo a mirar
En el espejo
No quiero asustar a mi rostro
Él aunque esté triste
No puede transmitir
Esa la pura soledad
De estar con uno mismo
Y sin maquillaje.-



*de Azul. azulaki@hotmail.com






El náufrago*


El náufrago sentía una enorme necesidad de compañía. Cada mañana se contaba las costillas para ver si le faltaba una y podía, por fin, tener compañera.



*de Joan Mateu joan@cimat.es






POR UN PUÑO DE PIEDRA...







REESCRIBIENDO NOTICIAS*



Esta mi madre afectada casi como si fuera un hijo suyo, "De Lules como Palito Ortega pero este chico no vino a cantar sino a morir por un estúpido acto".
Por un estúpido acto me repito.
Y es lo que siento. Un estúpido acto que no debía desatar una muerte por más "accidental" que quiera verse con esa falta absoluta de culpa que tienen los políticos de hoy y de siempre.
Casi como si fueran los "daños colaterales" de una guerra, donde las muertes son casi invisibles.
Un minuto de silencio.
Y que siga la función.
El teatro político. Los políticos y su neurosis de acción. No pueden dejar de representar su papel y su libreto, por algo menor. Una muerte.



*De Eduardo F. Coiro. inventivasocial@hotmail.com







CARLOS MARRIERA, 21 AÑOS
La historia del joven militante tucumano que murió en la Plaza*

Visitaba por primera vez Buenos Aires. En el acto pidieron por él un minuto de silencio.

HORROR. EL CUERPO DE MARRIERA YACE EN LA PLAZA, HERIDO POR UN FAROL DE
BRONCE. EL JOVEN, TENÍA 21 AÑOS.


Un joven de 21 años murió ayer por el tremendo golpe que le produjo en la cabeza, un farol que se desprendió de una columna de alumbrado público en Plaza de Mayo. Carlos Marriera había llegado desde Tucumán para participar del acto que tuvo a la presidenta de la Nación, Cristina Fernández, como
única oradora. El militante peronista fue homenajeado con un minuto de silencio antes de comenzar el acto.
Anoche, fuentes del gobierno tucumano informaron a Clarín que esperaban la orden del fiscal, para que, terminada la autopsia, permitiera trasladar el cuerpo de Marriera a su provincia. Temprano se informó que el gobernador José Alperovich había dispuesto "todo lo necesario" para colaborar con la familia del joven.
El accidente se produjo pasadas las 11 de la mañana. Marriera recibió el golpe al desplomarse desde siete metros la farola, de unos 10 kilos. Ocurrió sobre Hipólito Yrigoyen, cerca de la Rosada. Marriera murió una hora después, en el hospital Argerich.
"Con esto entendemos que a Carlos le esperaba un destino trágico que nos podía haber tocado a cualquiera de nosotros. Hace un rato estábamos todos juntos caminando en Plaza de Mayo a la espera del acto, pero ahora ya no lo tenemos a nuestro lado", dijo angustiado Facundo Marena, uno de sus amigos.
Según mostraron las cámaras de seguridad de la Plaza, la farola se habría desprendido de la columna de luz, por la fuerza ejercida por un pasacalle atado a ella que embolsó el fuerte viento de la mañana.
"Nunca me gustaron los actos políticos", se lamentó anoche Rubén Marriera, repartidor de diarios de 51 años y padre de Carlos. "Fue el destino el que me arrebató a mi hijo", dijo el hombre a Clarín mientras todo Lules, desfilaba por la humilde casa familiar del barrio El Oratorio.
Según su padre, el muchacho "no era afiliado peronista ni tenía militancia política alguna". Fue al acto invitado por un primo y por amigos con quienes jugaba habitualmente al fútbol. El viaje había sido organizado por el PJ.
Carlos vivía con su padre, su madre, Lucía (42), y sus tres hermanos: Rubén (28), Jonathan (17) y Lucía (10). Fue empleado temporario de la municipalidad de Lules hasta fines del año pasado. "Como la mayoría de los chicos de por acá, estaba ahora sin trabajo, había repartido su currículum por todos lados y tenía que presentarse la semana que viene en un empacadora a ver si lo tomaran", contó el padre.
Sus amigos dijeron ayer que Carlos pasó parte de la última noche de su vida cantando folklore en la quinta fila del micro. Luego durmió profundamente hasta el amanecer. Entrevió la ciudad por las ventanillas, a las cinco y media de la mañana, y bajó con sus compañeros cerca del Congreso. Juntos
desandaron hacia el río la Avenida de Mayo y dejaron correr la mañana fría.
Cinco horas después, el muchacho estaba muerto.
Jugador de vóley del club de Lules, Almirante Brown, Carlos debía dos materias del secundario, cursado en una escuela técnica y, hace poco, en una nocturna acelerada. Su padre recordó: "Lo que más le gustaba era el deporte.
Su sueño era ser profesor de Educación Física".

Colaboró: Rubén Elsinger. Tucumán


*Fuente: Clarín
http://www.clarin.com/diario/2008/06/19/elpais/p-00601.htm






LA OCTAVA MARAVILLA*



*De Vlady Kociancich.


37



La lluvia hace que uno vea el mundo con ojos de miope. Las calles, las casas, los árboles, reverberaban bajo el agua, perdían y recuperaban la forma en un constante temblor gris. Nunca habría encontrado la casa si Juan Pablo Miller, de jeans y campera de cuero, protegido por un inmenso paraguas, no se hubiera apostado en la puerta.
-Qué asco de clima -dijo, ofreciéndome la mano, sonriendo alegremente-. Pero los muchachos ya llegaron, tenemos todo listo.
Ni un comentario sobre mi decisión de acudir a la cita. me había llevado tiempo resolverme y él lo tomaba con naturalidad.
-¿Es aquí? -pregunté, perplejo.
-Aquí mismo.
Cruzamos la puerta de entrada de una casa muy vieja, con balcones que daban a la calle. La puerta y los balcones -antiguos, sólidos, con aparatosas volutas y guirnaldas en las rejas- eran, en realidad, un falso muro. No había piezas detrás.
Había un patio inmenso y bien al fondo un semicírculo de habitaciones. El patio tenía una extraña desnudez. Me refiero a la ausencia de cosas propias de un patio, como una fuente o una hilera de macetas, como un juego de sillas de jardín o al menos esos trastos que absorben los lugares vacíos. Nada. Sólo el esqueleto de una glorieta, de una parra extinta. El piso era de baldosas blancas y negras. Un gigantesco tablero de ajedrez que parecía roto a golpes por un puño de piedra. En los huecos se juntaba el agua.
Juan Pablo iba adelante, esquivando los charcos con agilidad. Yo, en cambio, medía la distancia, el puente seco entre baldosa y baldosa, torpe, indeciso, como la pieza movida por el jugador inexperto en un torneo de maestros.
-Eh, no pierdas el tiempo mirándolo, porque está parado.
Yo miraba, bajo la lluvia y con medio pie en un charco, el reloj de hierro que colgaba de una viga gruesa a un costado del patio y marcaba las diez.
-Claro que es una coincidencia. Mirá vos, son las diez. Qué puntualidad, che, no parecés argentino. ¿Y esa cara? Ya sé. Te desalienta la escenografía. Puro cartón, pero un buen iluminador te lo convierte en un palacio. Lo que importa es la obra.
El Estudio A (así llamaban a una de las piezas del fondo) y el equipo técnico (dos hombres ateridos, envueltos en una nube de humo de cigarrillos), parecían reunirse junto a un enfermo grave. Todo el tiempo que duró el encuentro lo pasé sentado en la misma silla, tratando de mostrarme animoso, fingiendo un interés que no sentía.
-Muchachos, la mejor de las noticias. Alberto Paradella se suma al equipo -dijo Miller.
-Yo no...
-Yo también dije no. pero uno tarda poco en dejarse ganar por la tentación europea. La tecnología de avanzada, el apoyo económico, a cambio de la inspiración y del genio. Y cuentan los potentes marcos, ¿eh carlitos? Carlitos te lo dice. Sufre como un cochino lejos de la señora y de los pibes. Pero guarda, embolsa, gira a Buenos Aires. Acá lo tenés. El mejor compaginador en plaza. haciendo guita y fama. ¿Eh, Carlitos?
Un hombre minúsculo, muy morocho, de bigotes caídos, con una cara tristísima y un cigarrillo que no se sacaba de los labios, murmuró algo ininteligible desde su sitio junto a una máquina grande, pintada de gris.
-Y este es Ramón Segura. Un genio del sonido. La clase de tipo que afirma el prestigio del técnico argentino en el exterior.
El genio del sonido estaba hundido en un sillón. No le veía bien la cara porque arriba y hacia los costados le brotaba una exuberante melena canosa y luego había bigotes y luego un matorral de barba gris que sujetaba con las dos manos como para ayudar al equilibrio de esa pobre cabeza. Tenía anteojos ahumados. los anteojos, la pelambre, la postura de abandono en el sillón, le daban un aire de actor retirado, de vieja celebridad sin chance de papel protagónico. A lo que menos se parecía era a un técnico.
El sonidista, en un gesto de lánguida generosidad, estiró el brazo hacia una silla próxima y me la acercó.
-Mejor sentate.
Me senté.
-Eso es, eso es, no perdamos tiempo que a nadie le sobra -exclamó el director con vivacidad.
Se quitó la campera, la arrojó a un rincón, buscó una silla Segura.
-¿Querés? Te aviso que son negros.
-Fumo rubios.
-Un error. aunque quién sabe, che. Yo los tengo que encargar a Buenos Aires.
Y aspiró el humo con una energía y un deleite que duplicaban la mala luz, el frío, el olor a humedad y la profunda apatía que emanaba de su equipo técnico.
-A ver, Carlitos, poneme el rollo uno.
Carlitos suspiró, se acercó a unas pilas de latas redondas. Algunas de las latas estaban abiertas y puntas de celuloide se asomaban, negras y brillantes como anguilas recién pescadas.
Carlitos tomaba una punta, se la ponía delante de los ojos, suspiraba, la dejaba caer, levantaba otra, la examinaba, suspiraba. No devolvía los rollos a sus latas; anidaban entre serpientes descartadas.
-Está bien, está bien -lo interrumpió Miller, impaciente-. Agarrá cualquiera que tenga un primer plano, para que Paradella lo vea. Mirá ese cuadrado, Alberto. Es la pantalla de la moviola.
Carlitos puso un rollo en la máquina, se sentó frente a ella y con una mirada desbordante de melancolía, esperó la orden del director.
-Ahí lo tenés. Nuestro primer protagonista. Fijá la imagen, Carlitos. Sin sonido.
Juan Pablo Miller se puso de pie. Con el dorso de la mano golpeó ligeramente la imagen en colores que ocupaba toda la pantalla.
-Francisco Uriaga -dijo.



*Fragmento de La Octava Maravilla. Seix Barral. Biblioteca Breve-








Tecnicismos*



*Por Rodrigo Fresán
Desde Barcelona


UNO El chiste en la portada de la revista humorística El Jueves lo dice todo con las palabras justas. Ahí, Zapatero camina junto a Luis Aragonés –el un tanto rupestre DT de la selección de fútbol española– y le aconseja: “Si la cosa va mal, no digas que hemos perdido. Di que ha habido un reajuste a la baja de las expectativas influido por la coyuntura exterior”.
Y concluye: “¡A mí me va de puta madre!”.


DOS Decir “reajuste a la baja de las expectativas influido por la coyuntura exterior” es, claro, la forma “técnica” de decir crisis: palabra en boca de todos los españoles y de los que no son españoles pero quieren serlo y de los que no son españoles y no pueden serlo pero viven por aquí. El sueño de más de una década ha terminado y ahora llega el despertar de las lagañas, la resaca con las persianas bajas y el insomnio de encuestas y porcentajes económicos. Se acabó lo que se daba y se acumulan los datos en las primeras planas de los diarios: media España es pesimista, Zapatero baja y Rajoy (quien este fin de semana se presenta en el tan anunciado como definitivo para su carrera congreso del Partido Popular y donde, atención, se materializará para lanzar un discurso José María “Darth Vader” Aznar) sube por inercia, el PSOE y el PP están hoy empatados en intención de voto, paros sorpresa, desocupación, piquetes, aumento de los precios, desabastecimiento, desempleo, ayudas para los inmigrantes sin trabajo que elijan irse de aquí para no volver en unos cuantos años, subida de la electricidad, y el crujido de una Europa que –otra vez, ahora desde Irlanda– se niega a ser única e indivisible, y de un lado está China y del otro Estados Unidos y, ¿habrá que aumentar las horas de la jornada laboral para poder oponer cierta resistencia y competencia? Y los hombres de Zapatero insisten con tecnicismos para justificar un “de crisis, nada; esto es nada más que una contracción inevitable luego de un gran período de expansión”, aseguran que los malos pronósticos desde Bruselas son “exagerados” y hasta explican que “cuanto más rápido se caiga, más rápida será la recuperación”. Jerga técnica mientras todos se preguntan qué va a hacer aquel que, una vez en el suelo del fondo, descubra que ya no puede levantarse y salir a flote.


TRES Y es que –se sabe– las segundas legislaturas no son fáciles para ningún gobierno. La primera de Zapatero arrancó refulgente, aprobando leyes revolucionarias y hasta imaginando una tregua con ETA que parecía al alcance de la mano para, después, acabar derivando en una virulenta lucha en las bancadas con el PP. Fueron cuatro años de tecnicismos dialécticos con mucho de duelo de bar entre guapos y payadores. El reciente autoderrumbe del PP (con múltiples deserciones y traiciones para derrocar a Rajoy) hizo pensar en que se había ganado la batalla, que todo el asunto pasaba por vencer en duelo a la oposición. Pero no. Resulta que ahora hay que ocuparse de otros asuntos y ya a nadie entusiasman los proyectos líricos del tipo “Alianza de Civilizaciones” o el paseo del Quijote como símbolo patrio. Y “novedades” como la de la línea telefónica exclusiva para que los maltratadores de mujeres llamen cuando se sientan nerviosos y con ganas de arrojarles el auricular a esposas y novias producen, la verdad, una sonrisa triste. Así, Zapatero reprueba por primera vez en las encuestas y lo cierto es que ahora la gente está cabreada. Y poco y nada le importa su lugar en el mundo, prefiriendo concentrarse en su sitio en España. El índice de confianza del consumidor se desplomó más de 7 puntos para que subiera el índice de desconfianza del consumido. Y los especialistas internacionales advierten que esto no es nada y que lo peor está por llegar en este 2008 y en 2009. Y hay algo terrible en el hecho de que las malas noticias se comuniquen, siempre, en un idioma tan claro y sencillo y con palabras inapelables. Nada de tecnicismos para informar que se viene una lluvia pesada.


CUATRO Y, por supuesto, como siempre, ahí está el siempre útil oasis/espejismo del fútbol. España –una vez más– intenta quebrar el maleficio que le impide superar los cuartos de final. Y aquí viene la histeria triunfalista con publicidades televisivas en las que los jugadores de la selección se convierten en una especie de acerados e implacables transformers/terminators que proceden a destrozar a sus rivales. Muy lindo, muy deportivo. Lo importante no es ganar sino destruir, parece. Pero –por debajo de la cuchilla de titanio y el rayo láser– se comprende que aquel lema/slogan un tanto bárbaro y hooligan del último Mundial (el sanguinario “¡A por ellos!”) ha sido reemplazado por el un tanto más cauto y contemplativo “Podemos”, entonado con la misma pasión operística de aquel “Bizmillah!” en la “Bohemian Rapsody” de Queen. Los locutores del magno evento ofrecen tecnicismos varios para explicar por qué España es favorita para ganar el torneo que, digamos, no resultan del todo convincentes cuando se ve jugar a Holanda. En cualquier caso, ahí están ellos, mirando el cielo cada vez que suena un himno nacional al que todavía le falta la letra, más corderos que androides, conducidos por el ya mencionado Luis Aragonés. El tipo más primitivo que he visto. Alguien para quien –para bien o para mal– el lenguaje técnico se reduce a un “ahora hay que patear para allá”.


CINCO Y con el fútbol se vacían los cines y yo aproveché para meterme en un doble programa apocalíptico: La niebla, de Frank Darabont, y The Happening, de M. Night Shyamalan. Dos películas findemundistas en las que no se explican del todo los motivos para que se entreabran las puertas del Apocalipsis. En la primera la culpa la tiene, parece, un fallido experimento militar e interdimensional. En la segunda, todo parece reducirse –para reducirnos– al cansancio de un planeta cansado de nosotros. Una y otra película tratan, en realidad, de lo mismo: cuando la cosa se ponga de verdad complicada, cuando nos toque jugar la final del campeonato, no habrá tecnicismo que valga. Vamos a perder por goleada. Y nadie nos va ayudar a recuperarnos rápidamente. Pero quedará un tibio y breve consuelo: tampoco quedará nadie para explicarnos qué fue lo que pasó.


SEIS Y mientras escribo todo esto escucho por primera vez Viva la vida or Death and all his Friends, el nuevo álbum de la banda Coldplay, quienes anduvieron por aquí el pasado martes por la noche para presentarlo en un recital gratuito ante selecto público de fans. Y desconcierto primero y tristeza después: ¿a dónde se han ido todas esas canciones simples y redondas que hacían de tu living una especie de iglesia pop? Ahora, todo parece tormentoso y atormentado y pensado como para sonorizar estadios incómodos. Y aquella alegre melancolía de Coldplay como si de pronto quisiera parecerse a la depresiva euforia de Radiohead o algo así. Nubes negras y ruido blanco y hasta es posible que las lindas canciones estén, sigan estando, ahí: sepultadas bajo asfixiantes frazadas y colchones de sonido, cortesía del paisajista sónico Brian Eno.
Tecnicismos otra vez.
Mientras tanto, en otra parte, vuelve a oírse el metálico sonido de... (continuará...). Pero a no preocuparse: a todos nos va de puta madre.
Siempre y para siempre.


*Fuente: Página/12
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-106258-2008-06-19.html







Correo:

Para el amigo Udi*


Udi en la firma escribió mordazmente “haciendo amigos”, presuponiendo ya lectores escandalizados. Como lectora, es difícil escandalizarme, pero si me sentí molesta. La confrontación es directa y feroz. No trata de convencer o dar argumentos sino de arrojar generalizaciones a la cara como ladrillazos.
Es una pena. Yo creo que el sistema capitalista sustentado por la derecha trae desigualdad y miseria. La izquierda tiene el deber de convencer, dar el ejemplo, crear planes serios y concretos, poner como adalides a personas capaces e intachables. De otra manera, trabaja para la oligarquía contra la que quiere luchar.
Estar con el pueblo no es comerse un choripán en la plaza, hasta Macri se come un choripán y lo disfruta. Estar con el pueblo, para mi, es buscar el bien de todos los sectores racional y sostenidamente. Con un acto y unos discursos sentimentales no hacemos nada.
Trato en este conflicto de ser cauta. De los dos lados hay quien saca su tajada y genera adhesiones por emotividad pura, sacando lo peor de todo el mundo.
Mis enemigos son los corruptos, los que dicen mucho y hacen poco, los que viran con el viento, los que favorecen a los que no lo necesitan. Yo no tomo partido hasta mancharme, eso hicieron los militares cuando tiraban al río a los subversivos, la izquierda que fue a vitorear a Galtieri a la plaza, los que con el sayo partidista son utilizados como peones sin inteligencia y cometen vilezas. Todo partido o asociación necesita crítica interna y que quienes la integran no sean seres sin intención de ser responsable de los propios actos fuera de la obediencia ciega.
Creo que con Udi debemos de compartir muchos ideales. El tema es la coyuntura y las adhesiones.



*de Mónica Russomanno. russomannomonica@hotmail.com






EL PAÍS EN LA PELOTA*


Hace un par de días comencé a procesar en mi mente otra de mis cartas sobre las cosas que nos pasan, pero esta mañana decidí dejarla para más adelante, porque la ronda del mate mañanero (en el trabajo), me llevó a 1982. A Junio de 1982.

Esa carta "mental" se refería (espero, se refiera), al espíritu latente de los argentinos sobre la POLÍTICA. Cualquiera sea la interpretación de la realidad, nadie puede negar que el SER POLÍTICO continúa latente en los argentinos y eso sí que es bueno.

Pero, como siempre tenemos un "PERO", bastó un PARTIDO DE FUTBOL como para que todos se olviden, distiendan y ninguneen el tema en su momento más crítico. En el momento de más urgencia que es el momento de las definiciones. Anoche fue un momento de definiciones.

Aquel mediodía de 1982, mientras en un ala de las oficinas de ENTel estábamos dos técnicos a los que no les interesaba el fútbol y menos cuando teníamos a nuestros soldados muriendo en la Guerra, el otro ala del Sector estaba HIPNOTIZADO por el partido Argentina - España del Mundial de Fútbol de ese momento.

Ya no importaba si Goose Green fue perdido o recuperado. Ya no importaba si la Presidenta metía presos a los dirigentes agrarios o estos le hacían Juicio al Estado. Ya no importaba si Menéndez estaba escondido bajo la cama o encaramado a un TAM acometía al frente de la Batalla de Puerto Argentino. Ya no importaba si Sola se abría de la decisión del Gobierno o si algún Ministro Fernández encontraba la fórmula mágica que destrabara el conflicto.

Ya importaba el gol del Diego. Ya importaba si el referí era manso o agresivo. Ya importaba un rábano el hambre de los soldados. Ya importaba un rábano la desesperación de la Sociedad por el conflicto político.

La pelota tiene una ventaja. Una ventaja muy grande. Todos aplauden cuando la patean y cuanto más fuerte mejor. Pero si pateamos algo en un conflicto, muchos salen lastimados.

Sí, la PASIÓN POLÍTICA está latente en los argentinos, pero pareciera que solo importa cuando patean a la de cuero.



*Jorge de Mendonça. jorgedemendonca@gmail.com
Ingeniero White - Buenos Aires




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