jueves, abril 30, 2009

NI AL ÁRBOL. NI AL NIDO. NI A LA RAMA...



ILUSTRACIÓN DE RAY RESPALL ROJAS.



CAMINOS DEL ORÁCULO*



Los caminos del oráculo.
Conducen a un espejo escaleno
Desmadrado.
Lados cóncavos de claveles rosados.
Cuando se rozan, se marchitan
Se marchitan y mueren.
Las huellas pétalos implacables caminan.
Multiplicándose.
Gramilla. Enredadera. Compulsión. Bejuco.
Petardos.
Se abren cada vez mas las grietas.
Layo y Edipo.


La pitonisa esta vez ha fallado.
Números, hojas de té, barajas.
Me han marcado los naipes.


El espejo enloquece.
Ya no se reconoce.


Ni al árbol
Ni al nido.
Ni a la rama.



*de Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar





NI AL ÁRBOL. NI AL NIDO. NI A LA RAMA...





T E S T I G O C I E G O*


El capitán Ordoñes se dejaba estar en su despacho mirando la foto que recientemente había tomado su hija cuando le otorgaron el nuevo rango. No cumplía aún los cincuenta y ya tendría bajo su supervisión un navío, no sabía cual, pero la responsabilidad que debía asumir le oprimía la boca del estómago con una sensación agridulce de temor y de placer a la vez.
Ese había sido su sueño desde chico, comandar un barco que era sinónimo de gobernar las aguas, las tan ariscas y traicioneras aguas de ríos y mares. Al entrecerrar los ojos se veía en el puente de mando, seguro, consciente de cada uno de sus actos, infundiendo confianza y respeto en sus subordinados. Se sorprendió analizando si su sueño estaba relacionado con ansias desmedidas de poder, pero no, sentía con claridad que no se centraba en dominar hombres, si no más bien en competir con la naturaleza.
Unos golpes suaves en la puerta lo volvieron a la realidad.
- Pase.
- Permiso, señor, - dijo el cadete Brown traspasando la puerta y colocándose en posición firme –llegó este sobre para usted.
- Gracias, cadete; puede retirarse.
Entre sus manos pesaba un gran sobre herméticamente cerrado y ostentando varios sellos. Dudó en abrirlo, seguramente serían sus órdenes y la gran incógnita quedaría despejada. Lentamente tomó un estilete y como si estuviera realizando una operación quirúrgica, cortó uno de los costados; había muchos papeles dentro y un sobre pequeño lacrado donde figuraba su nombre. No tenía apuro así que para romper el lacre y abrirlo se tomó su tiempo. Con su vista fue recorriendo las palabras escritas y tomando conciencia de ellas hasta que quedó atrapado en el nombre del barco que le asignaban, una cárcel flotante que trasladaba presos de extrema peligrosidad a la prisión del sur.
Tardó en recobrarse, no era lo que había deseado, pero evidentemente no podía escoger, “eran órdenes”.Dejó de lado la nota y comenzó a escudriñar entre los demás papeles: eran los legajos de los sentenciados con sus respectivos antecedentes:
CAUSA Nro.....
“Alfredo Rivera, 35 años, dos asesinatos a sangre fría, violación y muerte de una menor. Condena: 35 años...
De ahí en más recorrió lo escrito salteando palabras, fijándose en lo más importante: nombres, delitos, condena.
- Nenes de pecho – se dijo después de leer quince legajos. – Y yo los tengo que cuidar y entregarlos sanos y salvos...
Apoyó los codos sobre su escritorio y dejó caer su mentón en la palma de sus manos; su visión perdió la perspectiva de lo que le rodeaba porque todo se tiñó de rojo.
- ¿Por qué no existirá la pena de muerte? – se preguntó en voz baja. – Sería justicia que recibieran lo que dieron. Pero no, somos civilizados. Si Alfredo Rivera hubiera violado y matado a mi hija ¿sería yo civilizado?
La imagen de Mariam apareció en su mente, era lo único que le quedaba después de la muerte de su esposa hacía un año; dudó de su control ante el supuesto hecho, no creía que ningún hombre normal podía olvidar y perdonar tal atrocidad.
Nuevamente los golpes en la puerta lo volvieron a la realidad.
- El teniente Ricard solicita ser recibido, capitán.
- Que pase.
El cadete se corrió para dar paso al superior y salió cerrando tras de sí la puerta.
- ¿Qué tal, teniente? Siéntese.
- Recibí órdenes de ponerme bajo su mando.
- Bienvenido al buque del infierno.
- ¿Cómo?
- Si, creo que eso es lo que nos han asignado; debemos trasladar delincuentes peligrosos hasta el sur.
- ¿Buque- cárcel?
- Exacto y ¿quiere conocer los antecedentes de la primera tanda? – y le extendió los legajos que el teniente tomó con recelo. Se hizo un silencio largo mientras el segundo tomaba conciencia de la realidad. Ordoñes lo miraba y a cada alteración de su expresión sonreía.
- ¿Qué opina? – fue la pregunta cuando el otro terminó su lectura.
- Bueno, no es divertido. Yo diría funesto y tal vez sería un acto patriótico echarlos al mar cuando sólo nos viera el cielo.
La carcajada del capitán sonó en el despacho como un elemento de distensión.
- No sería mala idea, ellos no sufrirían lo que les espera y la sociedad tendría un motivo para creer en la justicia. ¡Ah! Y una boca menos que alimentar a costa del pueblo.
- Pero no se puede ¿no?
- No. Zarpamos mañana al mediodía de la Dársena B., Prepare sus cosas y preséntese a las nueve.


# # #

Esa noche, durante la cena, explicó a su hija sin detalles lo que había ocurrido, dejó de lado todo dato preocupante; ella lo había recibido con un 10 obtenido en el examen rendido a la mañana, por lo tanto, todo era celebración.


# # #

A las siete el capitán se hizo presente en el puente de mando y comenzó el operativo del viaje. La tripulación estaba lista a la espera de órdenes y al primer oficial arribó una hora antes de la que había sido citado.
- Todas buenas señales – pensó Ordoñes un poco incrédulo ante tanta precisión.
Alrededor de las nueve llegó el camión con los quince delincuentes y Ricard fue el encargado de recibir la pesada carga humana y ubicarla a buen recaudo. Desde el puente de mando era fácil observarlos a medida que subían al barco ligados unos a otros por cuerdas. Al marino le impactó la expresión dura de esos rostros, algunos con una cuota muy alta de cinismo como sobrando a la tripulación que los iba a custodiar.
Retirada la planchada y puesto cada uno de los delincuentes en sus respectivos calabozos, partió el barco rumbo al sur. El cielo apagado de ese otoño de l945 los cubría con indiferencia. “Tirarlos al mar cuando sólo nos viera el cielo”. Como un letrero luminoso la frase de Ricard centelló en la mente del hombre. La idea era buena pero imposible de ejecutar.
Mientras almorzaban pidió a su segundo que le confeccionara una lista con los nombres de los presos y el número de camarote que ocupaba cada uno y por la tarde en su despacho releyó los legajos y los ordenó en secuencia respetando su ubicación. Hizo también una evaluación del grado de peligrosidad teniendo en cuenta sus delitos, “modus operandi”, grado de frialdad y atenuantes según sus trayectorias de vida. El cuadro que quedó ante su vista fue fascinante y a través de una comparación minuciosa sólo encontró tres individuos que no tenían ninguna justificación para lo que habían hecho, con una muy alta dosis de psicopatía, con desprecio total por su vida y la de los demás y que daban la sensación, sin ser psicólogo, que la rehabilitación sería imposible. Y los apartó.
CASO A: Perteneciente a familia de clase media, honesta, trabajadora; había sido tratado con afecto y tuvo a su alcance todas las posibilidades para estudios y trabajos. Siendo muy chico desarrolló la costumbre de morder a sus compañeritos de escuela y gozaba al verlos sufrir. De ahí en más no se detuvo.
CASO B: Familia económicamente acomodada. Único hijo de madre viuda que le dio todo lo que quiso, cuando dijo su primer “no” la mató . Contaba en su haber doce muertes a sangre fría y algunas sin motivo aparente.
CASO C: Hijo menor de una familia campesina. De chico mataba animales por placer y los colocaba delante de la vivienda para que su padre los viera. Siendo ya adolescente violó a su hermana y para que no lo denunciara la ahorcó. El resto pertenece a la caverna del terror.
De estos tres casos lo único que alegraba era que habían sido condenados a cadena perpetua y morirían en la prisión.
El viaje transcurrió tranquilo y ni bien hubieron entregado a los delincuentes, Ordoñes ordenó asear los calabozos tal vez para atenuar la repugnancia que había experimentado durante tantos días.
- ¿Quiere deshacerse de la mugre, señor? – preguntó un cadete.
- Creo que tenemos ese derecho ¿no?
- Si, eso es legalmente permitido – afirmó Ricard.
Al capitán le caía bien su segundo, era prudente, sereno pero firme, cuando debía suplantarlo en el mando lo hacía como él mismo lo hubiera hecho, compartía sus puntos de vista y sus valores y era frontal a mismo tiempo que respetuoso. Ya a mitad del viaje se había hecho un ritual tomar café en su despacho después de la cena y analizar los sucesos del día.
En el segundo viaje la tanda de reos fue menor, sólo ocho, pero con prontuarios mucho más pesados.
- Me molesta esta tarea, señor – dijo Ricard mientras tomaban el café acostumbrado. - ¿Leyó el legajo de Pipo Suarez? Esa bestia ni con la cadena perpetua que le dieron paga lo que hizo. ¡Seis criaturas violadas y destrozadas por él! No puede seguir vivo un ser así.
- Teniente, ¿usted cree que yo no lo pienso? Y todavía tuvo el tupé de pedirme que lo deje fumar un cigarrillo en cubierta.
Unos golpes en la puerta interrumpieron la conversación.
- Capitán, estamos entrando en zona de tormenta. ¿Cuáles son sus órdenes?
- Enseguida subo.
- Tendremos baile – comentó el teniente cuando volvieron a quedar solos.
A las doce de la noche la tormenta arreciaba, en el puente de mando se escuchó la voz del guardia que custodiaba los calabozos.
- Capitán, el reo Suarez pide salir a cubierta a fumar, dice que se vuelve loco encerrado en la celda.
- Si, un cigarrillo frente al mar le hará bien. Yo me encargo. Teniente, tome el mando, - concluyó y tomando el arma de la gaveta salió del puente.
- Abra la celda 6, cadete, llevaré al señor Suarez a cubierta.
- ¿Lo acompaño, Señor? Es un bicho infame.
- No, no es necesario.
Suarez salió de su celda a los tumbos, no estaba acostumbrado a que el piso se moviera tanto.
- ¿Quieres fumar? Vamos.
El mar estaba furioso y todo el entorno comenzó a filtrarse en el interior del preso que se aferraba a las paredes del barco con desesperación mientras sus pies resbalaban por el piso mojado. Por fin logró asirse a la baranda de cubierta pero una ola lo hizo perder el equilibrio y quedó colgado de ella.
- No te sueltes porque vas a caer al mar – señaló el marino con ironía.
- ¡Quiero volver a la celda! – gritó al borde de la locura.
- Todavía no fumaste tu cigarrillo.
- ¡Quiero volver!
- Aún no.
Otra ola lo sacudió, sus manos no resistieron y cayó golpeándose la cabeza contra el suelo. Fue fácil, sólo bastó esperar la siguiente. Ordoñes contó hasta cincuenta y luego gritó:
- ¡Hombre al agua!
El cielo tenía los ojos cubiertos por las nubes, no pudo ver lo que sucedió esa noche.



*de Emilse Zorzut. zurmy@yahoo.com.ar








CONTINUIDAD DE LA GRACIA, de Lermo Rafael Balbi*




*Por Jorge Isaías. jisaias46@yahoo.com.ar


La intricada red de circulación de libros de autores argentinos –sin acceder a un lenguaje de metáforas bastas- podría asegurarse que ha cobrado una nueva víctima.
Esta vez se trata de una excelente novela del escritor rafaelino Lermo Rafael Balbi, obra póstuma que cierra la saga de la inmigración piamontesa iniciada en “Los nombres de la tierra”.Porque sabemos qué sucede con las ediciones oficiales por mejores intenciones que haya de por medio, máxime como en este caso donde por burocracias extrañas el libro no puede venderse.
Pero vayamos al libro.
El relato de esa épica tan cara a nuestros sentimientos y a nuestra historia y que definió en su momento la discusión de una política inmigratoria generosamente contemplada en nuestra constitución y tan poco avalada en los hechos concretos, es tal vez una deuda que tenemos con ella.
Balbi, un sensible y auténtico poeta, dueño de un manejo suelto y ajustado –si se me permite el oxímoron-, de gran erudición y un respeto por la palabra poco común, es como tantos otros un hijo de esa inmigración que desbordó los cálculos más optimistas y cubrió con su trabajo y su sacrificio una importante zona de nuestra provincia, transformando el “desierto” echeverriano en un vergel.
Un trabajo de la naturaleza que hoy nos toca comentar no resulta sino de una auténtica creación que hace efectiva y creíble un sabio equilibrio de esa cadena de símbolos que supo enlazar para que el lector no sea ganado por el tedio al encontrase con una novela de 453 páginas.
El texto de Balbi excede con amplitud –mejor dicho evita sabiamente- el callejón sin salida del regionalismo y sale airoso a golpes de talento. Utiliza varios registros que como una orquestación de contrapunto va delineando la gesta deseos piamonteses que no tuvieron voz propia para cantar sus historias y por eso uno de sus hijos toma el compromiso de realizar. Las historias de las familias se inscriben, en un revés de la trama de la historia oficial que siempre negó esta textura porque sólo se ocupa de las grandes batallas y de los sonoros nombres de los próceres con gusto a mármol o bronce.
La novela de Balbi está mucho más cerca de nuestros sentidos y de nuestra propia historia que de los manuales con que nos aburrían en la escuela.
Todo recurso es válido para acometer su propuesta: cartas, retazos de historias, diarios de inmigrantes, sagas familiares, propagandas de compañías colonizadoras, la recuperación de la tradición y la oralidad, según él mismo confiesa.
Podríamos decir que por primera vez estamos ante una verdadera gesta, una épica sin que lo lírico escamotee los acontecimientos, metaforizándolos o volviéndolos parciales, intimista y tal vez sin verdadera envergadura. Mitos, supersticiones, listas de desgracias, avatares que desde la naturaleza conspirante hasta el sino trágico acontece en estas páginas.
La pequeña economía familiar, doméstica de los inmigrantes-extrapolados por opiniones de “segunda generación” que abandona el campo- hace un juego dialéctico, como la otra cara de la moneda del sacrificio de los fundadores que pelearon con igual ahínco contra las inclemencias del clima y la nostalgia.
Tal vez no tan casualmente se da el juego del gran piamontés universal –nombro a Cesare Pavese-; quien planteaba la imposibilidad de regreso al campo, porque la ciudad “contamina”(“Deja las letras/deja la ciudad””, podía Juan L.Ortiz). En este juego pendular logra tal vez Balbi lo mejor de su prosa, enriquecida por su anterior trabajo en la poesía.[1]
Su prosa atenta a las innovaciones de la técnica narrativa no desdeña la sutileza de una elección cuidadosa de palabras y expresiones que ponen en situación de interés la historia para que el lector lo disfrute.
El juego pavesiano de la idealización del terruño natal, la conciencia de salvarse del tedio volviendo a él, a ese lugar puro y primigenio y la imposibilidad real de lograrlo.
¿Acaso la literatura de occidente no se basa en las imposiciones de un destino –trágico por lo general- que los primeros griegos y Shakespeare extremaron con deslumbrante belleza y perennidad?
Queremos consignar con esto algo que no es fácil cuando se aborda la temática “rural”: el costumbrismo en que Balbi no cayó, gracias al manejo certero de su estilo y su claridad conceptual y que lo pone a salvo del oprobioso mote de “escritor regional”, subespecie que los críticos capitalinos –grandes inventores de frases- suelen consignar.
Es probable que por primera vez no se cumpla aquella predicción de Inés Santa Cruz: “Por ahora el discurso de la inmigración es sólo alegoría. El relato (la interpretación) surgirá cuando esa gesta adquiera, en el futuro, el sentido fundador que se le atribuyó”[2]



[1] “El hombre transparente” (1966); “La tierra viva” (1972) y “Arauz muerto y celeste” (1972).
[2] _”El relato imposible” en “Pintando la Aldea”. F.Ross. 1989







LA POETA ALEJANDRA PIZARNIK COMO “MAESTRA DE ANALISTAS”

“Nombre de lo que me muerde”*


Para el autor, “Alejandra Pizarnik, primera analizante en castellano, interroga al psicoanálisis, no sólo como espacio clínico o zona de identidad personal, sino como modo de intervenir en las discusiones de la cultura”.



Por Marcelo Percia *



Suele llamarse analizante a la persona que se analiza con un psicoanalista. En este texto el término va más allá de esa circunstancia. Alejandra Pizarnik (que tiene esa experiencia desde muy joven) participa, en otro sentido, de lo que me gustaría llamar la ilusión intelectual argentina en el psicoanálisis como experiencia del pensar.
El psicoanálisis como inmersión de quienes quieren conocerse, como ideal desculpabilizador del deseo, como figuración de un mundo familiar menos represivo, como experiencia del yo destronado, como imagen de una mismidad lejana, ajena, exiliada, como creencia liberadora de sentido, como contemplación trágica del pasado, como pregunta por la crueldad humana, como denuncia del malestar moral de nuestro tiempo, como asunto de subjetividades migrantes, extranjeras, discriminadas. El psicoanálisis como utopía de la diferencia.
La expresión Alejandra Pizarnik, la primera analizante en castellano no significa que ella sea la paciente que inaugura la lista de nuestro record internacional de analizados; quiere decir que ella, la que se sabe nacida en las palabras, es maestra excepcional para pensar una práctica cada vez más profesionalista. Llamo profesionalista a una actividad que ve en el psicoanálisis sólo una profesión. Un trabajo de rutinas, pacientes, consultorios, libros y revistas especiales, congresos, supervisiones, redes de derivación, amparos institucionales, plataformas publicitarias, estrategias de reconocimiento. ¿Es otra cosa?
Alejandra Pizarnik, primera analizante en castellano, interroga al psicoanálisis, no sólo como espacio clínico o zona de identidad personal, sino como modo de intervenir en las discusiones de la cultura; en las preguntas sobre cómo tramamos relaciones con el lenguaje, con las representaciones que nos hacemos de nosotros mismos y del mundo; con la idea de porvenir, con los asuntos de la vida: el dolor y el sufrimiento, el deseo y la muerte.
No se puede imponer a los psicoanalistas que aprendan a escuchar, como diría Pizarnik, “con una esponja en los oídos”, ni obligar a que profesores dicten en clases universitarias que “por eso cada palabra dice lo que dice y además más y otra cosa”, pero sería una lástima privarse de esas ideas.
Entonces, decir que leo a Alejandra Pizarnik como primera analizante en castellano es un modo de avisar que encuentro –en ella que afirmó que Freud es un poeta trágico– a una maestra de analistas.
Que Alejandra Pizarnik anotara en sus Diarios cosas que piensa sobre su propio psicoanálisis tiene y no tiene relación con el asunto. Es cierto que esas menciones se presentan como citas, pero no es allí donde ella habla mejor como analizante. Incluso cuando indago las desventuras de esa mujer joven sólo busco aprender a leer el manifiesto de su enseñanza.
La afirmación de que Alejandra Pizarnik es la primera analizante en castellano no necesita ser probada contando cosas de su intimidad o coleccionando circunstancias biográficas (historias de familia, judaísmo, aventuras sexuales, viajes, lecturas, depresiones, noches de insomnio, internaciones, intentos de suicidio o su muerte a los treinta y seis años por exceso de pastillas para dormir). Esos desechos de su vida apenas interesan aquí. No se recorta su estar analizante para engrosar la lista de casos clínicos.
“Primera analizante” puede leerse, entonces, como: mujer afectada por el lenguaje. Sensibilidad que sabe que su dolencia es cosa hecha de palabras, que percibe que las mismas palabras que dan qué pensar pueden ser tormentos, espejismos, ruidos, en los que no (se) piensa nada. O dicho de otra forma, primera no porque no haya otra antes que ella, sino porque no falta a la cita cuando es llamada a pensarse en el lenguaje. Porque sabe que la máquina de pensar es artilugio vacío y, a la vez, lleno de piezas que pueden volverse locas. Que puede darse máquina con pensamientos que la gozan, con obsesiones que la dominan, con voces que traman sufrimientos de los que, por momentos, quiere desprenderse.
No leo a Pizarnik como visionaria o testigo lúcido del psicoanálisis de su época. El sentido de la vista o su punto de vista no están en juego. Interesa Pizarnik como oído poético dislocador de una cultura que aloja al psicoanálisis como práctica del cuidado de sí.
Interesa su mirada como lo imprevisto en esa práctica. Interesa ella misma como arremetedora que alerta sobre lo que les pasa a quienes no hacen lo correcto, sobre los peligros que acechan a quienes se arriesgan a la desapropiación de sí.
Lo que queda pendiente no es la pregunta de qué pudo o no pudo el psicoanálisis hacer por Alejandra Pizarnik, sino qué puede hacer a los psicoanalistas la lectura de su obra. Leer a Pizarnik es una decisión.
Habría muchos otros modos de nombrarla: la mujer de la existencia venidera, la llamadora de ausencias, la que desespera del lenguaje, la que se aloja partida, la que arremete viajera, la enamorada de las ruinas, la que hace el mundo palabra por palabra, la que se siente deletreada por un semianalfabeto, la que vive desnuda como si llevara un traje de vidrio, la que tiene deseos de huir hacia un país más hospitalario, la inlúcida que sabe que ama sombras, la que escribe con humor “mi amante es obscena porque me toca la hora”, la que se da cuenta de que cumple una pena por nada, la del lenguaje alejandrino, la que va hacia no hay dónde, la que intenta nacerse sola, la que pregunta cómo es posible no saber tanto, la niña santa y lujuriosa, la que pide ser curada de algo que no se cura, la que advierte que habla para amueblar el escenario vacío del silencio, la que siente que el envejecimiento del rostro ha de ser una herida de espantoso cuchillo, la reina en el exilio, la que simpatiza con todos los sufrimientos, la que piensa que la felicidad consiste en estar a salvo del pronombre yo, la supliciada, la que fue demasiado lejos en su soledad. De todos los modos de llamarla, elijo este: Alejandra Pizarnik, maestra de psicoanálisis.

Esperadora
Pizarnik es el nombre de una esperadora infatigable. Escribe en su diario en marzo de 1961: “Esta espera inenarrable, esta tensión de todo el ser, este viejo hábito de esperar a quien sé que no va a venir. De esto moriré, de espera oxidada, de polvo aguardador”.
La espera, si no se confunde con la esperanza de que suceda algo, puede pensarse como dar tiempo o darse tiempo de llegada. Eso que solemos llamar el sí mismo es una existencia venidera.
La espera del analizante tiene algo de ir al encuentro de una verdad que nunca llega. Pero, una espera que es ir hacia lo que no se alcanza no es, necesariamente, impulso insatisfecho, tensión que frustra, expectativa fatigada.
¿Y una espera oxidada? Parecería una espera marchita, deslucida, sin frescura. Una espera que se consume dolida de eso que no llega. Como en A la hora señalada, que no es la película de la espera, sino la del cumplimiento de una amenaza. La urgencia de un plazo corrompe la espera. La impaciencia no es impulso de deseo; puede ser su lastre, su cautiverio.
Muchas veces, lo que una persona que se analiza espera no es la espera, sino consumar una esperanza, conquistar una felicidad custodiada de palabras, conjurar la desgracia en todas sus formas por medio del pensamiento. ¿Una especie de religión?
Quizá Pizarnik pida que el psicoanálisis le ofrezca lo que no tiene: una fórmula de felicidad. Razones de acogida a dudas de la existencia, ahora, expresadas en primera persona de un singular en el que se celebra a sí misma. Pero también percibe, en su expectativa de sentirse mejor, una ilusión de autorreforma, una maniobra de corte y confección para forzar su coincidencia con la imagen que le gustaría alcanzar.
Tal vez aquella espera oxidada, ese polvo aguardador, sean pulsaciones tristes, ansiosas, descreídas de su existencia venidera.
No se vive así como así en situación de espera; la esperanza se cuela por todas partes. El juego de la esperanza puede decirse en tres pasos. Primero, se inventa (a medida de la propia ilusión) un absoluto distante, caprichoso y salvador. Segundo, se vive en la incertidumbre (dado que el absoluto es caprichoso y distante). Tercero, se aguarda con fe (a veces portándose bien) la llegada eventual de la salvación.
Practicante de la espera no quiere decir dogma de un ir hacia sin una meta; tampoco doctrina de me da lo mismo qué pueda pasar. La escritora es practicante de la espera porque trata de deshacer en ella misma la tentación de someterse a un absoluto.
Alejandra Pizarnik analizante, más allá de todo psicoanálisis, porque es una mujer que escribe sobre lo que le pasa. Analizante porque se sabe enferma de una especie de maldición amorosa: se siente poseída por lo que no puede poseer. Analizante porque sale al encuentro de lo que no llegará, porque se sabe abandonada. Escribe en marzo de 1961: “Y he aquí lo que me mata, he aquí la forma de mi enfermedad, el nombre de lo que me muerde como un tigre crecido súbitamente en mi garganta, nacido de mi llamado”.
Llamadora de ausencias, Alejandra Pizarnik se pregunta por qué no la atraen quienes se enamoran de ella o por qué su fascinación por el abandono o por qué se empecina en llamar a quien no habrá de venir o por qué la entristece alguien que llega con deseos de verla.
Alejandra Pizarnik, una llamadora de ausencias. Pero no porque haga citas que fracasan, sino porque da de sí la voz que convoca un lenguaje. Pensar es precisamente eso: llamar a que las palabras acudan, solicitar que se apersonen en las sensaciones, las emociones, la belleza, la angustia.
Analizante, también, porque piensa su existencia como misterio. Escribe en su diario, en el verano de 1956: “No comprendo el anhelo de ‘lo fantástico’, ni a la literatura de ‘misterio’. Es que ¿es posible hallar más misterio que en la propia existencia?”.
Admite que desconoce lo que le pasa, que duda sobre el sentido de sus actos, que de su boca salen cosas que la sorprenden, que sus deseos la visitan como parientes desconocidos.
Escribe cinco años después, cuando declara su mayor obsesión después del amor y la escritura, anotando entre paréntesis su propia voz en tercera persona: “El más grande misterio de mi vida es éste: ¿por qué no me suicido? En vano alegar mi pereza, mi miedo, mi olvido (se olvida de suicidarse). Tal vez por eso siento, de noche, cada noche, que me he olvidado de hacer algo, sin darme cuenta de qué. Cada noche me olvido de suicidarme”.
No dice que quiere suicidarse, se pregunta por qué no se suicida. El suicidio no parece un deseo, sino una fatalidad. Entonces, cada noche se olvida de lo inevitable. Tal vez así, en el olvido, diga su deseo de vivir.
Alejandra Pizarnik toma, a su manera, el problema que Camus –quien, en El mito de Sísifo, afirma que el suicidio es el único problema filosófico verdaderamente serio– designa como el misterio más radical de la existencia: “¿Por qué elijo vivir pudiendo decidir mi muerte?”. Como si vivir fuera una decisión que el olvido toma todos los días. El olvido como cesación de la muerte.
Escribe en su diario, en octubre de 1957: “No soy más que una humilde muchacha desnuda que espera que lo Otro le dicte palabras bellas y significativas, con suficiente poder como para izar sus pobres tribulaciones y para dar validez a lo que de otra manera serían desvaríos”.
La proeza del decir no consiste en realizar una sustancia mentada ni en la voluntad de hablar, sino en el impulso de ceder la iniciativa a lo expresado, de confiar la cuestión del hablar a la astucia de las palabras.
Dejar la iniciativa a lo dicho es admitir que las palabras pronunciadas se adelantan a las palabras pensadas o transportan inventivas de sentido no previstas en la decisión de hablar. Oscar del Barco (Juan L. Ortiz, poesía y ética, ed. Alción, 1996), a propósito del poeta Juan L. Ortiz, escribe: “La extinción de lo humano no está produciéndose por el lado sublime del exceso sino por el lado maligno de la llamada ‘programación total’ y del ‘control total’. Pienso en la alternativa que representan el poeta y el místico, quienes saben que no son y viven como noseres. Habita el que es sin ser, porque el habitar exige el despojo de toda iniciativa. Es el sueño de Mallarmé, su propuesta de darle ‘la iniciativa a las palabras’, de que las palabras sin ‘dueño’ sean las que abren el sentido sin sentido ‘humano’ que es el poema. El habitar adquiere así característica de advenimiento”. Pizarnik sabe que pierde la conducción de lo que dice cuando escribe o que es sobrepasada por el flujo de las palabras.

La primera
Pero, ¿por qué primera si lo que se dice sobre ella podría afirmarse, también, de otras escritoras y otros escritores en castellano? Su obra poética y su prosa derraman intimidad, pero no porque permitan espiar sus secretos (su interioridad desnuda), sino porque es la obra de una mujer que intima con el lenguaje. Pizarnik traba y trama amistad con las palabras: intenta ligarse ella misma en todo lo que escribe y tiene la mala intención de estar en el decir.
Así mismo, los Diarios (y parte de su correspondencia publicada) constituyen una escritura infrecuente en nuestra lengua. En sus páginas fragmentarias no hace alarde o culto de sí, como suele ocurrir en autobiografías o memorias. Ofrece su diario de escritora como lugar de experimentación de ella misma en el lenguaje, como espacio para pensarse en relación a sus lecturas y como demora para anotar lo que siente. Hasta el final no deja de preguntarse por el deseo, el amor, la angustia, la soledad. Cada vez intenta nombrar lo que no puede decir. No censura hechos que teme confesar ni secretos que la inquietan. Prueba escucharse pensar lo que le pasa. Escribe como una analizante que se hace destinataria de sus palabras.
Un año antes de su muerte publica El infierno musical. Cito de allí un texto que se llama “La palabra que sana”. Propongo leerlo como manifiesto de su enseñanza: “Esperando que un mundo sea de-senterrado por el lenguaje, alguien canta en el lugar en el que se forma el silencio. Luego comprobará que no porque se muestre furioso existe el mar, ni tampoco el mundo. Por eso cada palabra dice lo que dice y además más y otra cosa”.


* Texto extractado de Alejandra Pizarnik, maestra de psicoanálisis, que distribuye en estos días Alción Editora.


-Fuente: Página/12
http://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-124121-2009-04-30.html






Furia de lo vivo*



La carne de las flores cae en racimos


Resbala en el aire


Agujeritos de luz en la mancha verde
Por donde los espías del cielo
Nos dan señales..


La belleza está en lo inesperado.


Una hoja se suelta casi con dolor

Emisario que trae la noticia.


“Los ángeles no existen
son ustedes”



*de Cristina Villanueva. libera@arnet.com.ar






Correo:



CENTRO CULTURAL BERNARDINO RIVADAVIA
San Martin 1080 –Plaza Montenegro - Rosario

CICLO: "Del derecho y del reves de la memoria” *

Mayo
"Accion, accion para la liberacion"
Consigna que se gritaba en las calles en aquel ‘69


Lunes 04 /20:00
“Yo estuve alli, hace cuarenta años”
Ps. Laura Capella
Se presentara el ciclo del año 2009 y se evocara con el publico que hacia cada uno en aquellos años, cuarenta años atras.


Lunes 11/20:00
“Memoria, historia y politica: a 40 años del ' 69” .
Cristina Viano . Historiadora- docente de la carrera de Historia y de la Maestria Poder y Sociedad desde la perspectiva de Género de la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR. Coordinadora del Centro Latinoamericano de Investigaciones en Historia Oral y Social (CLIHOS).
El año 1969 constituyo el punto de partida de un periodo de grandes movilizaciones y protesta social, con nuevos contenidos, y tambien con protagonistas claramente definidos que emergieron colectivamente en el campo social. Los sectores combativos de la clase obrera e importantes segmentos de la juventud, en especial estudiantes desarrollaron busquedas y postularon alternativas al orden social existente con una intensidad y profundidad ineditas en la historia argentina. El gran capital nacional y transnacional, las fuerzas armadas, la jerarquia eclesiastica y la burocracia sindical fueron objeto de un cuestionamiento que se intensificaria progresivamente en los años posteriores prolongando y condensando un complejo proceso de disputas sociales y politicas. Este cuestionamiento en 1969 se materializo a través de un conjunto de protestas obreras, rebeliones populares e insurrecciones urbanas que se desarrollaron en el interior del país (Rosario y Cordoba principalmente) e hicieron naufragar los ambiciosos proyectos de la dictadura instalada en 1966.
Los vientos de critica, de necesidad de cambios radicales, de avance de las demandas populares y de contestacion social, de nuevos imaginarios y nuevas utopias que encarnaban en vastos segmentos sociales si bien no pueden agotar la mirada sobre esos años, sin duda constituyen sus marcas y forman parte de la memoria social, la reflexion politica y de la historia reciente conformando un paisaje intersticial en el cual inscribimos nuestra propuesta para este ciclo.


Lunes 18/20:00
“Memorias, sujetos e identidades en la militancia de los años sesenta y setenta en Argentina”
Dra. Laura Pasquali, Historiadora y docente de la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR. Miembro del Taller de Historia Obrera
Se abordara el contexto de emergencia de los movimientos revolucionarios de los años sesenta y setenta, haciendo especial referencia a las redes de socializacion, las motivaciones politicas, sociales y de clase que condujeron al activismo. Considerando que la participacion en organizaciones revolucionarias impacto en las identidades y las experiencias de los actores, tambien se discutira acerca de la visión socializada de como debia ser un militante y el lugar que ocuparian varones y mujeres en la sociedad que se estaba construyendo.

Creacion y coordinacion del ciclo: Ps. Laura Capella, psicoanalista
Lunes 20 hs.
Entrada libre y gratuita. Se entregan certificados con el 75% de asistencia
Consultas: delderechoreves@yahoo.com.ar
Auspician:
· Facultad de Psicologia, UNR
· Colegio de Psicologos de la Prov. de Santa Fe, 2da Circ. y su Foro en Defensa de los Derechos Humanos (FODEHUPSI)
· CEIDH (Centro de Estudios e Investigacion en Derechos Humanos-Facultad de Derecho. UNR)
· IPF (Instituto de Investigaciones en Cs. Sociales, Etica y Practicas alternativas "Paulo Freire" - Facultad de Derecho. UNR.)


*Laura Capella. elecapella@yahoo.com.ar
…hacer de la caída un paso de danza, Pessoa


*

Queridas amigas, apreciados amigos:


Este domingo 3 de mayo de 2009 presentaremos en la Radiofabrik Salzburg (107.5 FM), entre las 19:06 y las 20:00 horas (hora de Austria!), en nuestro programa bilingüe Poesía y Música Latinoamericana, música de los compositores colombianos Edgar Rivera Laverde y Manuel Mejía Serrano. Las poesías que leeremos pertenecen a Norman Salazar Leiter (Colombia) y la música de fondo será de Machu Picchu (Andes). ¡Les deseamos una feliz audición!


ATENCIÓN: El programa Poesía y Música Latinoamericana se puede escuchar online en el sitio www.radiofabrik.at
(Link MP3 Live-Stream. Se requiere el programa Winamp, el cual se puede bajar gratis de internet)!!!! Tengan por favor en cuenta la diferencia horaria con Austria!!!!


REPETICIÓN: La audición del programa Poesía y Música Latinoamericana se repite todos los jueves entre las 10:06 y las 11:00 horas (de Austria!), en la Radiofabrik de Salzburgo!

Freundliche Grüße / Cordial saludo!



YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur
www.euroyage.org

Schießstatt-Str. 37 A-5020 Salzburg AUSTRIA
Tel: ++43 662 825067


*


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jueves, abril 23, 2009

EN UNA ESPERA FICTICIA...




TU ESQUELETO DE POLEN LUMINOSO*



¿De donde llega este escondido polen?
¿De que vientos de agobio?
¿De que muertes?
¿Qué naufragios trajeron tu pasión de arena?
¿Cuáles fueron los puertos, los amores?
¿Cómo escrutar los secretos de tu boca?
¿Cómo acceder al mapa de tus manos?
¿Cómo desvelar los ojos de la noche?
¿De que graneros viene?
¿De un pequeño alfarero?
¿Un labriego?
¿Una campesina de callosas manos?
¿De la alegría de las ramas abril?


Intento leer vientos.


La resonancia de las hojas que caen.
La madera corteza de tus sienes.
Me contesta una voz, que apenas reconozco.


A veces siento tu respiración en la alameda.
Una respiración.
Respiración casi animal, casi humana
Tu aliento. Una ráfaga.
Un soplido en mi boca.
Un gemido un latido.
Ay, tu respiración, cerca, mas cerca.
Respiración cuya profundidad no es mía.
Cae, como fruta madura.
Dobla por la ribera musical de las acequias.
Y deja un halito, un respiro, una incerteza.


Apoyo mi penumbra.
En las raíces de las rocas.
Y presiento
Tu huella inadvertida, cerca, mas cerca.
Las manos se levantan en rosa y en paloma.
Y vuelan.


A veces creo reconocer tu silueta clara
De pié, al pié de la montaña.
Con mi corazón extendido a Capricornio.
Encuentro tu esqueleto de polen luminoso
Las manos sobre el pecho…buscando
Escombro laberinto jungla liana.
Esperando
Ay, con las manos sobre el pecho.
Lejos, mas lejos



*de Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar







EN UNA ESPERA FICTICIA...






Primeras palabras*


Llevaban hablando por Messenger más de seis meses. Previamente lo habían hecho en el Chat en el que se conocieron y empezó a nacer aquel sentimiento extraño que con el paso de los días se fue convirtiendo en amor.
Habían planificado el encuentro y estaba esperando encontrarse frente a frente para poder hablar. Habían preferido posponerlo todo a ese encuentro desdeñando conversaciones telefónica previas y eso hacía que la cita fuera aún más esperada y más emocionante.

Los nervios de los días anteriores fueron terribles. No podía comer pensando como sería él. Tenía fotografías, por supuesto, pero ignoraba como sonaría su voz, como sería su presencia, su conversación, sus primeros contactos. Quizás su primer beso...

La mañana que se dirigió al aeropuerto a esperarle no pudo desayunar. Se miró tantas veces al espejo que sonreía pensado que de seguir a así se haría amiga de su imagen.

Llegó el momento y por la puerta de seguridad del aeropuerto, detrás de una señora con traje floreado, apareció con una sonrisa espectacular y se dirigió directamente a ella. Sin mediar palabra la atrajo hacia su pecho y le dio el abrazo más cálido que jamás le habían dado. Era tocar el cielo.

Y entonces habló. Su voz atiplada era como un graznido dos octavas por encima de lo soportable. La tercera frase la destruyó junto a las ilusiones y al susurrarle al oído la felicidad del encuentro fue como si la traspasaran con un estilete. Se apartó de aquellos labios que buscaban los suyos mientras emitían sonidos estridentemente insoportables. Le miró a los ojos, le apartó suavemente y dando media vuelta regreso a su casa a llorar su desengaño.



*de Joan Mateu joan@cimat.es







Las botas de taco alto*




*Por Sandra Russo


Siguiendo la ruta de una nota anterior, "Loca por las compras", me encontré con un recuerdo. Pero antes de escribirlo, vuelvo a una idea planteada a aquella nota: el marketing de los shoppings está dirigido especialmente a las mujeres, y se apoya en los núcleos duros de expectativas que acarreamos desde que en nuestras infancias conocimos algunos cuentos clásicos, como La Cenicienta, La Bella Durmiente o Caperucita. No sólo han servido, esos cuentos, para que los parodien pésimas películas porno. También sostienen el impulso de volver a casa con algo que no necesitábamos y tampoco nos gusta taaanto. Las mujeres buscamos siempre el objeto mágico que nos está predestinado. El marketing de los shoppings se ocupa de que creamos que ese objeto está en venta y además es muy caro.
Hace unos años estaba dando vueltas muy temprano por el Alto Palermo, haciendo tiempo. En un local de ropa y zapatos vi a una amiga de una amiga mía. No nos conocíamos mucho, pero sí lo suficiente como para que yo estuviese enterada de que esa mujer, hermosa, de unos cuarenta años, con cara lavada, iba a internarse al día siguiente para que le sacaran un tumor que tenía alojado en un riñón. Me vio y tuve que acercarme. Yo estaba muy descolocada. No sabía qué decirle. Pero ella dijo:
-Mirá, si mañana me quedo en la operación, por lo menos me habré comprado estas botas.
Me dio una del par que había elegido. Eran de charol negro, con unos tacos muy finos y muy altos. Esas botas imposibles que usan las entrevistadas de Jorge Rial. Cuando la tuve en las manos me sorprendió que el cuero fuera tan finito, tan blando. Tenía la idea de que el charol era duro. Pero éste tenía
siliconas. Las botas parecían rígidas, pero eran muy suaves. Debo haber puesto cara de sorpresa.
-Ah... ¿viste? -me dijo ella, riéndose-. Probátelas -me pidió.
Yo no tenía tiempo y andaba en zapatillas. No me dio tiempo a contestar. Se sentó en una butaca blanca y se las probó ella. Esa mujer que sabía que al día siguiente iba a pasar por la experiencia límite de esa operación puso en marcha otra operación, en este caso de símbolos, que presencié. Con su saquito rojo con botones de nácar y su pollera escocesa que terminaba apenas arriba de las rodillas, ella parecía con esas botas puestas una imagen arrancada de esas revistas para vestir a la muñeca. Las botas, para decirlo claro, eran botas fetiche, botas de Gatúbela, de puta. Nunca volvimos a hablar sobre el tema. Pero el recuerdo de esa mujer comprándose esas botas la mañana anterior a un día tan clave y temido, me quedó dando vueltas. No sé qué recorrido hicieron esas botas por su vida, que siguió y sigue muy
bien. Pero a mí me quedó en la cabeza esa imagen, la de la desesperación que en lugar de solamente estremecer también abre una compuerta, desbloquea. No sé qué habrá buscado esa mujer aquella mañana, pero siempre sospeché que era el objeto mágico. El objeto que estaba allí esperándola, en una espera ficticia, que es la de todos los objetos.
Lo interesante no eran las botas, claro. Era su elección. El tono del llamado que ella escuchaba. Quizá una parte de sí que había quedado obstruida. Quizá algo atisbado con el rabillo del ojo, algo del orden de la ligereza más profunda.
Nuestra relación con los objetos, sobre todo los que nos ponemos sobre el cuerpo, nos habla tanto que a veces aturde. El consumo de imagen está tan incorporado a nuestras maneras de pensarnos, que apenas se despega un poco es muy interesante ver con qué clase de adhesivo lo llevamos pegado.



*Fuente; Página/12
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-123760-2009-04-23.html








La familia atada*




*Por Rodrigo Fresán
Desde Barcelona



UNO El otro día vi por la televisión a un abuelo desesperado. ¿Alguna vez han visto a un abuelo desesperado? Es algo terrible de ver. Es como ver a un padre desesperado... pero peor. El hombre miraba a cámara y con la más seria de las sonrisas que uno pueda imaginar (imagínenla ustedes; porque yo la vi y todavía me estoy reponiendo de semejante visión) decía algo así: "Sólo quiero que cualquier día de éstos me atropelle un auto y quedar en coma. Por dos o tres meses. Y después de ese tiempo recuperar la conciencia sin consecuencias graves. Volver a ser el que era, llevar el mismo tipo de vida.
Pero de verdad: les juro que necesito descansar un tiempo. Ya no aguanto más esto de tener a los nietos todos los días en casa, desde la mañana a la noche y otra vez a la mañana y...". Y el abuelo desesperado, en serio, seguía sonriendo. El abuelo desesperado -quien todos los días se desayuna con alguna nueva noticia sobre el aumento de expectativa de vida para los ancianos- sólo quería poder descansar en paz sin tener que llegar al extremo de morirse.


DOS Pero parece que no se puede. Adiós a esos crepúsculos lentos y dulces y a esas propagandas donde se mostraba a parejas de modelos canosos y esbeltos caminando junto a una playa o corriendo por los prados, redescubriendo el amor de volver a vivir y disfrutar del júbilo de la jubilación como premio
al deber cumplido. Y en España -y supongo que en el mundo- no deja de hablarse del tema entre susurros vencidos y alaridos derrotados. "El síndrome del nido lleno", titulaba una doble página de La Vanguardia hace unas semanas. Y allí se mencionaba un estudio con título en versito, "La generación de la transición: entre el trabajo y la jubilación", que determinaba que un 69 por ciento de los padres españoles de entre 60 y 70 años tiene contacto diario con sus hijos independizados -el doble de la media europea-, el 40 por ciento todavía tiene a algún hijo viviendo con ellos y un 48,3 con hijos todavía no emancipados (léase: "Papi, mami... Les dejo a los chicos para que les den de comer y los bañen, pero antes de todo
eso no vayan a olvidarse de pasar a buscarlos a la salida del colegio y aquí sobre la mesa les dejé el frasco de píldoras para la memoria"). Para aquellos que les gusta tanto coleccionar porcentajes, aquí van algunos más, explicando en detalle las actividades de casi la mitad de los entrevistados para el estudio en cuestión: el 30 por ciento ayuda a sus hijos cuidando a los nietos en el domicilio propio, un 13 en el de los hijos, un 28 los lleva o los recoge del colegio, un 17 les sirve el desayuno y un 14 se encarga de
la cena. Y la cosa se complica más cuando se revela que el 13 por ciento de los padres mayores de 65 años tienen, todavía, a alguno de sus progenitores aún vivo y requiriendo de cuidados y atenciones varias. Esto ubica a España en un poco honroso primer puesto europeo a la hora de seguir -no es lo mismo
la familia unida que la familia atada o constantemente reunida- aquel lema dominguero que aullaba Carmelo Campanelli una vez alcanzada la breve tregua de los ravioles: "Lo primero es la familia". Y lo segundo y lo tercero y lo cuarto también.


TRES Así, la familia ya no es lo que era. O mejor: su curso se ha visto alterado en los últimos tiempos. Así, la familia como entidad golpeada por el estallido radiactivo de algún accidente de laboratorio. La familia que se alza entre las ruinas como una criatura mutante que ya no es y nunca volverá a ser lo que era. La familia como algo con demasiados cuerpos y cabezas y todos juntos en unos pocos metros cuadrados, como en aquel cuento de Ballard, a quien tanto extrañaremos su mirada extraña y cada vez más normal en este mundo cada vez más ballardiano. El testimonio del abuelo antes mencionado es, apenas, la punta de un iceberg contra el que chocan y naufragan todas las expectativas. Es decir: los que por fin, no hace mucho, se habían ido en busca de grandes aventuras vuelven vencidos a la casita de
los viejos; los que se habían ido hace tiempo resulta que ahora se separan.
Otros, más cautos, deciden pensárselo un poco: la cosa no está como para andar dividiéndose. Imposible financiarse una nueva casa y seguir pagando la anterior. Y está el tema de los chicos, de traerlos y llevarlos de un lado para otro. Así es como ha ido descendiendo el índice de divorcios por estos
lados. Por primera vez en diez años. O tal vez la cosa tenga que ver con el hecho de que muchos flamantes separados -habiéndose independizado cerca de las cuatro décadas de edad- ya no tienen padres que puedan cuidarles los hijos o casitas de los viejos a los que retornar. O, quizás, los viejos
padres -sabiendo que en cualquier momento mutarían a abuelos full time y todoterreno- se apuntaron al programa de protección de testigos del FBI y cambiaron nombre y domicilio y rostro para ya nunca ser encontrados por sus vástagos y por los vástagos de sus vástagos.


CUATRO Y hasta hace poco -en tiempos de bonanza de espejismo pero de bonanza al fin- las estadísticas decían que la edad promedio en la que un hijo español dejaba la casa de los padres españoles era la de unos 36 años, verano más o verano menos. Parece que los quieren mucho o que están cómodos.
El 51 por ciento de los hombres y el 50 de las mujeres con ingresos suficientes como para vivir solos deciden quedarse un ratito más junto a papi y mami. De este modo -explican sociólogos y psicólogos- la infancia se acorta (la media debuta sexualmente a los 16 años y 10 meses) pero la adolescencia se alarga. Mucho. Así, la edad del pavo se convierte en la edad del pavo irreal. Así, hasta hace poco uno salía a conocer mundo a eso de los 36 años promedio porque no se podía comprar piso propio (¿qué es esa
vulgaridad de andar alquilando por ahí cuando se puede ser copropietario de la vivienda paterna?) y ahora, en tiempos de crisis, la cosa se ha complicado todavía un poquitito más y aquellos educados por una sociedad consumista para el consumo se descubren súbitamente consumidos. La contracción de créditos bancarios ha generado lo que ya comienza a conocerse como Generación Cero. Y si antes se quejaban los Mileuristas, los Chicos y Chicas Cero -los más preparados y con más estudios de la historia ibérica- darían cualquier cosa por tener trabajo. España es también -con el 31 por ciento y sumando- líder europeo en desempleo juvenil. De ahí que haya tanto tiempo libre y pocas actividades gratuitas. De ahí que, seguro, los padres les recuerden todo el tiempo a sus ya casi marchitos retoños que se tomen la
píldora, que no vayan a salir sin profilácticos, que mejor se hagan una vasectomía o se aten las trompas o lo que sea. No vaya a ser que cualquier noche de éstas sus hijos les consigan trabajo de abuelos.



*Fuente: Página/12
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-123584-2009-04-21.html










La muy lista*







La teta lista me traspasaba

¡Y que esa teta lo diga!

La teta lista me compelía

a pasar a ella

a trasladarme en cuerpo y manos

(La notable notada

en total y en parcial)



La teta actuaba una escena de aquellas

donde se prueban Las Grandes

en sus transiciones

He sido cabalmente el espectador confund ido por el asedio

de esa Diva en el personaje

al filo de la corazonada



Soy demasiado excesivo

¡Y que esa teta lo diga!

Perro de presa en el coto de caza.







*De Rolando Revagliatti. revadans@yahoo.com.ar






*

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El número 87 de nuestro Magazín Cultural Latinoamericano XICóATL “Estrella Errante”, edición Abril/Junio/2009, puede ser ya consultado en nuestra página en internet www.euroyage.org bajo el link:
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CONTENIDO:
· Resultados del 3er Concurso de Composición XICóATL.

La edición impresa de XICóATL # 87 puede ser puede ser solicitada a YAGE por e-mail a la dirección euroyage@utanet.at al precio de 7.- Euros (incl. envío postal).


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lunes, abril 20, 2009

EL INSOPORTABLE RUIDO DEL SILENCIO...




UÑAS DE LUTO*


“Con un solo pájaro enjaulado
La libertad está de luto”
PREVERT


Mi pájaro olvidado no despierta.
Uñas de luto cavando soledades.
Nadie ha encontrado tu botella de náufrago


¿Dónde buscar tu origen corazón?
Responden, alas rotas silencio..
Después del vuelo trunco, vacío en las entrañas.


¿Qué hacer con tu futuro sin pasado?
¿Qué hacer con la mazorca híbrida inconclusa?
Fábulas vivientes.


Después del fuego, una nidal con perfume de agua.
Barco gimiente, vuelo de la rosa. Esperanza y espera.
Después de la duda la certeza. Ecuación incompleta de vida
Luna nona, un eclipse. El alba grita
Aleluya
Calendarios trasnochados de amor.
Escribir el hijo, plantar el libro, parir el árbol.
Después del caos, heridas en la piedra… y sangre, mucha sangre
En la boca de la bestia, en la plumas del ave.


¿Dónde irás corazón mío?
¿Quien ha lacerado tu costado musical?
¿Dónde llevarte las amarillas retamas de la abuela?
¿Estarás en el maíz, rosa té, trébol blanco?
¿Te crecerán las uñas, rasguñaras la tierra?
¿Tus cabellos, serán largos filamento de algas?
¿Dónde estás? ¿Dónde? ¿Dónde?


¿Dónde yace el hijo, el libro y el árbol?
Franco, Hitler, Bonaparte
Pinochet, Videla, Galtieri
No importa el nombre.
“No hay muertos solo desaparecidos.”
“Ecce huomo”


Después del delito el castigo
Ego te condeno.
Después de la condena la amnistía
Ego te absolvo.


Escribir el hijo, plantar el libro, parir el árbol
Los gusanos devoran los deudores, no la deuda.
Después del grito de la bala un silencio sonoro.
Después del olvido, sangra
Gota a gota
La memoria en la piedra.


*de Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar





EL INSOPORTABLE RUIDO DEL SILENCIO...





El ruido*


Estaba cansado de tanto ruido y de tantos golpes. Desde que le habían recluido en aquel sanatorio todo eran reverberaciones, murmullos y gritos.
Tanta algarabía le impedía dormir y se sumía agotado en un duermevela en el que el atronador ruido le mantenía en vilo. Sin duda tenía que ser el aviso de algo, quizás una premonición, pero el envolvente sonido hacía que no pudiera concentrarse.
Llamó a un celador. Lo había hecho ya en otras ocasiones y no le habían hecho caso. Como mucho le amenazaban con encerrarle en aquella habitación blanca y acolchada a la que temía más aún que al ruido. Pero hoy había un celador nuevo y merecía la pena probar. Si conseguía detener aquel suplicio
durante unos segundos ya sería toda una victoria.
Le dijo al celador que escuchara con la oreja pegada a la pared. El hombre de bata blanca y cara rubicunda pegó su oído al muro y al cabo de medio minuto de atención dijo: No oigo nada.
- ¿Lo ves? ¡Pues todo el día así! - respondió cabreado pero contento al fin de que otro hubiera escuchado el insoportable ruido del silencio.


*de Joan Mateu. joan@cimat.es







PEDACITOS DE CIELO*




¿Viste el cielo?
¿Viste cómo el celeste y el azul y el rosa, cómo el blanco, cómo las nubes? ¿Viste las nubes?
¿Viste el mar que corre invertido, esa liquidez de los mediodías, esa lejanía y esas nubecitas que de pronto te bajan el techo antes tan imposible? ¿Viste la luz de fuego, el sol naranja, las capas atravesadas por rayos incandescentes? ¿De veras que vos también viste el cielo? ¿Los borreguitos amontonados, los jirones desgarrados de tules evanescentes, los colores? ¿Viste los colores?
Y las nenas en la terraza. De las nenas en la terraza me contó Rodolfo, esas no las vimos.
Dos nenas en la terraza, magia con palitos, varitas de hadas ingenuas. Haditas pequeñas, hadas.
Dos nenas y una terraza y el cielo perfecto.
Arriba las nubes de algodón, de lirios blancos, nubes de difuso sueño de anémona, nubes de nubes. Nubes sobre fondo de atardecer y en contraste las figuritas bailarinas de las nenas en la terraza.
Las dos niñas. Manos en el aire, manos que trazan círculos que perduran apenas un momento como giro, como rueda invisible, como hechizo en el aire. Palitos, varitas en las manos tiernas.
A las nenas les gustaría comer el mágico algodón de azúcar que venden en ferias y circos. Ellas quieren el algodón de azúcar, y les han dicho que están hechos con pedacitos de cielo. Y entonces ahí están, en la terraza, probando a enredar el cielo en las varitas.
Las nenas giran sus palitos batiendo el aire, giran sus palitos, giran ellas con esperanza, con fe, con los bracitos redondos giran sus varitas para atrapar trocitos de cielo.
Vos sabés, claro. Sabemos que es así, que no hay otra manera. Las nenas atrapan en la terraza recuerdos para el después, cuando lleguen los inviernos del desamparo, los otoños de la melancolía. Las nenas atrapan recuerdos de belleza, danza de aves, sensaciones limpias para esa vida que se les viene. Atrapan felicidades para cuando el algodón de azúcar ya no sea un manjar. Para cuando ya no crean en magias ni en imposibles realizados. Para cuando sepan los cómos y los cuándos pero nunca los por qués.
Y las nenas atraparon, para siempre, al cielo roa, al cielo blanco, azul, celeste. Y se lo metieron dentro como si se lo comieran.
¿Viste el cielo?



*de Mónica Russomanno. russomannomonica@hotmail.com








En memoria de Franco Volpi*




*Por José Pablo Feinmann



No aparecen las palabras para expresar la magnitud de la pérdida, ni la furia por nuestra impotencia ante lo inexplicable, ante lo absurdo. Recuerdo que cuando murió Albert Camus, también en un "accidente vial", Sartre escribió: "Ahora tendremos que acostumbrarnos a ver esa obra incompleta como sus obras completas". La muerte clausura todo. Le pone un sello final y se acabó. Heidegger, en una reflexión descarnada, dice que el Dasein, al morir, "no está muerto". "Estar muerto" sería todavía una forma del ser. El ser que ya no es. El ser que está muerto. Pero esa frase contiene un contrasentido.
El ser muerto todavía está. Está pero muerto. Sería un pequeño consuelo. No, cuando el Dasein muere (¿y quién sino Franco Volpi podría saber esto?) deja de ser. Porque el Dasein es e-yección, arrojo, posibilidad constante. La muerte clausura todas mis posibilidades. Al morir ya nada me es posible. Si
hemos dicho que el Dasein es posibilidad, al no tenerlas por la clausura que la muerte impone sobre ellas, al morir el Dasein deja de ser el Dasein.
Morir no es el pasaje del ser al no ser. Morir es el pasaje del ser (posibilidad) al dejar de ser (ausencia de posibilidad). Nunca más Franco tendrá la posibilidad de salir a pasear en su bicicleta. Sabía que en esa posibilidad, como en todas, estaba la posibilidad de todas nuestras posibilidades, la que las habita a todas, las que a todas puede tornar im-posible. La imposibilidad presente en todas mis posibilidades es la posibilidad de morir. Negar este hecho es la tarea gigantesca de la existencia inauténtica. El Dasein no puede tolerar la idea de que hay una posibilidad que late en todas las otras que pueda elegir. La de la muerte.
Por consiguiente, tiene que aturdirse. Pero Franco Volpi era un filósofo y era un erudito en Heidegger. Había traducido (entre otras obras del filósofo de la Selva Negra) nada menos que Ser y tiempo, la obra maestra de la filosofía del siglo XX, de 1927, aún no superada. Franco no se aturdía para evitar la realidad ontológica de la muerte. Desde que nacemos empezamos a morir. Desde que nacemos estamos e-yectados hacia nuestros posibles. Desde que nacemos en cada uno de nuestros posibles está la posibilidad de morir.
De pronto, las obras de Volpi son sus "obras completas". Bastó que una mañana montara en su bicicleta y saliera a dar un paseo por su solar natal, Vicenza, donde había nacido en 1952. Chocó con un automóvil y perdió la vida. Importa poco -o acaso no tan poco- que las autoridades averigüen si el conductor del vehículo pasó un semáforo en rojo. Están en eso. Pero nada salvará a Franco de pasar a integrar la lista de "filósofos distraídos".
Como Barthes, que no vio un semáforo y lo atropelló un camión de lavandería.
El, Barthes, el gran semiólogo, el hombre que dedicara su vida al estudio de los signos, no vio un semáforo. Franco Volpi (asombrosamente) previó que acaso muriera así. "Debido a su concentración en las cosas últimas, la filosofía nos aleja del mundo de la práctica, nos desvía de la vida concreta, de sus ocupaciones y quehaceres. Desde Tales, que, absorto en la contemplación de las estrellas, cayó en un pozo y acabó puesto en ridículo por una joven tracia, hasta Husserl, Heidegger o Wittgenstein, torpes e incapaces en la simple normalidad, la historia de la filosofía abunda en ejemplos y anécdotas que documentan la aparente inutilidad de la filosofía para la vida" (Prólogo con el que honró a mi libro La filosofía y el barro de la historia). Y más adelante: "La sabiduría popular siempre se ha burlado y siempre se burlará de la filosofía pues la considera un saber abstracto, inconcluyente, ineficaz. Para el hombre de la calle, la filosofía no es sino la lógica de aquel discurso que tiene por tema lo absurdo. O el arte de inventar razones para dudar de lo evidente. Peor aún: es un menú de mil páginas sin nada para comer" (Prólogo en ob. cit.). ¡Tanto podemos encontrar de Volpi en este texto! Primero: su precisión, su humor, su estilo brillante de escritura. Definir la filosofía como "el arte para inventar razones para
dudar de lo evidente" es magnífico. Y luego un desliz delicioso, consciente o no: decir que la filosofía "es un menú de mil páginas sin nada para comer" cuando se está prologando un libro de 814 páginas podría ser leído como un dardo feroz y sarcástico al autor de la obra. No creo que haya sido la
intención de Franco, pero es digno de un fino análisis que esa frase figure en el Prólogo. Por algo estará.
Valoraba el nihilismo porque veía en él un freno a las certezas absolutas, a los fundamentos incuestionables que justifican cualquier acción, a los fanatismos que eliminan la tolerancia, en suma: a eso que llamamos los fundamentalismos. Nuestra época no es la del nihilismo. Se destruye y se mata desde creencias que ninguna duda habrá de erosionar. Se mata desde todo tipo de dioses. Y se mata -muy particularmente- desde Dios. El Dios "ausente" ha desaparecido. Vivimos los tiempos de un Dios omnipresente, de un Dios que se desborda y que todo lo justifica. El Dios de los fundamentalismos. Frente a esto mucho tiene por hacer el nihilismo. Es un gran antídoto contra la concepción fanática de la vida. Un nihilista no pondrá bombas ni habrá de inmolarse. Esto lo hacen los fanáticos, seres tramados por poderosas ideologías imperiales o religiosas. El nihilismo debilita las verdades absolutas y cuestiona las religiones. Su lucha es contra todo totalitarismo, contra toda verdad transformada en dogma. "El
nihilismo nos ha dado la conciencia de que nosotros, los modernos, estamos sin raíces, que estamos navegando a ciegas en los archipiélagos de la vida, el mundo y la historia: pues en el desencanto ya no hay brújula ni oriente; no hay más rutas ni trayectos ni mediaciones preexistentes utilizables, ni
tampoco metas preestablecidas a las que llegar" (Volpi, El nihilismo, Biblos, Buenos Aires, 2005, p. 173). Estaba lejos de las filosofías que -a partir de Heidegger- se refugian en el lenguaje. Quería un compromiso del saber con lo concreto: "La filosofía no piensa abstractamente sino que está hundida hasta el cuello en el barro de la historia. Pues de la historia nacen, y en la historia mueren, todas las filosofías que pretenden explicarla" (Prólogo en ob. cit.).
Solía venir a Buenos Aires y le interesaba la Argentina, país al que quería mucho, de un modo inexplicable para algunos, pero aquí encontraba vida, movimiento, caos incluso, y eso le fascinaba. Fue notablemente generoso conmigo. Se llevó La sombra de Heidegger, intermedió para su traducción y
hasta -junto con Antonio Gnoli- escribió y se incluyó en el texto una postfazione luminosa. Daba conferencias por todas partes. Hablaba cinco idiomas. En mails secretos y valiosos me confesaba su intención inconfesable: matar al monstruo. O, por decirlo con mayor cautela, salir de Heidegger. Pero respetaba al maestro de Friburgo y sus clases sobre él eran destellantes. Visitaba la cabaña de Todtnauberg con alumnos y colegas. Como era afecto a "adosar" fotografías a sus mails, tengo varias de esa cabaña en que Heidegger meditaba y escribía con su prosa rústica, elemento que colaboraba a esa frecuente dificultad para penetrar sus textos. El "escritorio" del maestro de Alemania es de un ascetismo estremecedor. De Todtnauberg, un día de 1967, se fue Paul Celan, el poeta judío, el
martirizado de Auschwitz, luego de haber dialogado con Heidegger un diálogo imposible, y escribió, apenas unos días después, "La línea de una esperanza, hoy,/ en una palabra/ de un pensador,/ que llegue/ al corazón". Nunca existió la "palabra" de ese pensador, mal podría haber llegado a algún
corazón que la esperara. Volpi no aceptó jamás ni justificó el nacionalsocialismo de Heidegger. No sé si lo dijo de modo abierto, terminante. Pero su posición era clara: el nazismo del campesino de Todtnauberg era indiscutible. Ahí está, sin embargo, en la puerta de la cabaña, un día de sol, con sus alumnos, con sus colegas, chiquito, con anteojos, con poco pelo, con una sonrisa dulce, con una mirada serena, calma, la imagen de un hombre que ama la vida, que ama el saber, que nació para pensar y que se dedicó, sobre todo, a enseñar a hacerlo, a enseñar ese amor que recorre la historia de Occidente desde Heráclito, el amor al saber, la pasión por la filosofía, el saber de todos los saberes. Que Franco ya no
esté no sólo nos llena de tristeza; nos deja, sobre todo, más solos, más desprotegidos.


*Fuente: Página/12
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-123482-2009-04-19.html








"40 cafés con leche. (Alegoría de una de las pandemias argentinas)"*



Palabras claves( Tags): Argentina, transportes, ferrocarriles, historia,


Por estos días del otoño austral del año 2009, se puede asumir como premisa para un desarrollo, nociones tales como la que "la parte está en el todo, o el todo está en la parte".
Así, voy a partir de mis vivencias intensas en un quehacer especifico como son los transportes en Argentina,para intentar escalar monográficamente a totalidades, que actualmente culminan en el devenir global.
Sin prejuicio de hacer énfasis en nuestras vivencias personales o las que nos han sido transmitidas en diálogos directos con otras personas, no se puede desconocer, que hemos abrevado en documentaciones, y esas búsquedas han estado estimuladas por las mencionadas vivencias propias y ajenas; búsquedas que con posterioridad han dado mas perspectiva para las vivencias ulteriores. Una suerte de "Feedback" continuo.
Vayamos pues a la vivencia disparadora de la presente comunicación.
Era un verano, creo que el de 1995. La mujer octogenaria,estaba sentada en el salón de entrada del hotel que había en la localidad de Balnearia, provincia de Córdoba. Podíamos conjeturar que se trataba de la dueña del establecimiento. En nuestras recorridas supimos ver muchos hoteles que evidenciaban pasados esplendores, con sus dueños ya ancianos, lo que permitía presuponer que el cierre de ese hotel coincidiría con el fallecimiento de su dueño. En recorridas ulteriores vimos varios de esos viejos hoteles ya cerrados cuando no demolidos...
También he percibido que en esas recorridas, la gente anciana es mas proclive al dialogo con los forasteros. Es mas, me he encontrado con algunos que hacían preguntas incisivas para tratar de saber quien era uno y cual era el propósito que "cayera" de visita por pequeños pueblos.
La cuestión es que iniciamos una conversación con la señora, y en uno de sus párrafos mencionó con añoranza, cuando en el comedor del hotel se servían "cuarenta cafés con leche" a quienes aguardaban al coche motor que pasaba por esa estación a la madrugada.
Por allí al menos desde finales de la década del treinta, circuló al menos hasta la del sesenta, un servicios de coches motores - adquiridos para los Ferrocarriles del Estado en Hungria- y que unían Laguna Paiva con la ciudad de Córdoba.
El relato de "los 40 cafés con leche" viene a resultar como una alegoría del rol que juegan los ferrocarriles en la cultura argentina, un rol que no hizo mella, la deliberada desestructuración a que habrían de ser sometidos a partir de la sanción de la ley Nacional de Vialidad en 1932, aunque deba reconocerse que hubo una suerte de paréntesis- aunque parcial- entre 1943 y 1955.
Al evocar esa vivencia en Balnearia, mi memoria se retrotrae a finales de la década del 50. Iba a visitar la exposición rural de Magdalena, y al bajar el ómnibus de la empresa "El rápido argentino", vi un coche motor Driewry, rumbo a la estación Atalaya. Esos coches motor-traídos al país en 1939-con su peculiar ruido y su color naranja, eran parte del paisaje cotidiano de mi primera infancia tanto los que abordábamos en la estación Dock Central para ir de paseos con mis padres, como los que llegaban a la estación Ensenada, provenientes de Pereyra pasando por las Estaciones Punta Lara y parada Piria. Alguna vez fui a visitar a Carrasco, un guitarrista amigo de mi padre, en su puesto de cambista en la garita, del acceso que desde Tolosa se empalmaba con este ramal. Y mis recuerdos van hacia el verano austral de 1952, cuando fuimos a bautizar a mi hermana Amalia a Luján. En ese entonces desde la estación de ferrocarril, unos carros a caballo transportaban a los pasajeros hasta la Basílica. Aunque luego nos enteraríamos que cerca de la Basílica, había una parada con ese nombre, que servía para los que descendían de "El peregrino" (Entonces los trenes en muchos casos tenían una denominación), que venía desde Pergamino, y donde lo podían combinar los pasajeros salidos de la estación San Nicolás.
Anticipé que se consignarían vivencias propias como ajenas.
Así una vez un señor tambien octogenario, me contaba que en Coronel Granada- donde mantuvimos el dialogo- una vez se averió una pieza de la locomotora a vapor. Decidieron llamar a un herrero. Y este con sus herramientas recompuso la pieza y el tren pudo continuar su marcha.
Mi entrañable amiga Chola Garasa, contaba la manera que las grandes casas comerciales utilizaban para su sistema de comercialización, al sistema ferroviario. Así su mama que era modista, recibía los catálogos que le mandaban a Arribeños, las grandes casas de Buenos Aires y luego con el sistema de pago contra reembolso, le mandaban las mercaderías.
En la estación de Roque Pérez había un jefe de estación, con vocación de historiador. Allá por 1986, me contaba de la tarifa especial para delegaciones deportivas que existían "en la época de los ingleses". En una larga recorrida que hice ese mismo año, otro historiador aficionado, creo que se llamaba Benítez en la estación de Saladillo, me contó la siguiente anécdota: Resulta que cuando comenzó a instrumentarse el tan nefasto "Plan Larkin", encargado por el presidente Frondizi, que no llegó a aplicarlo en su totalidad, porque se lo entregaron en febrero de 1962, semanas previos a su derrocamiento. Bueno, retomando el relato, resulta que entre los ramales que comenzaron a levantarse, figuraba el que iba desde Empalme General Alvear a Recalde. En una de las estaciones del mismo la empresa ferroviaria, decidió alquilar los terrenos obviamente desactivados a una empresa acopiadora de cereales. Pero hete aquí que aparecieron los herederos, de quien en la primera década del siglo XX, había donado los terrenos para erigir la estación y su respectivo cuadro. Esta persona habia hecha la donación "con cargo"; es decir el cargo era que si alguna vez el tren dejaba de circular,los terrenos volverian a él o sus herederos. Conclusión: que la empresa tuvo que cumplir los términos de la donación y restituírselo a sus herederos, los que instalaron un museo ferroviario privado en las oficinas de la estación".
Ya para la época del relato mencionado mas arriba de Balnearia, tenia conocimiento de una publicación titulada "Guia de las Comunicaciones argentinas y sudamericanas", cuyo recopilador es un señor de apellido Braco, y que se puede consultar a través del "fichero viejo" de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires"
Allí se consignan los horarios de los servicios ferroviarios y fluviales de pasajeros en vigencia en el año 1925.
No resulta tedioso leer esos horarios, para quienes como el que escribe esta comunicacion han abrevado tantas vivencias propias y ajenas. Porque allí cobran sentido muchas vidas. Toda una masa de enésimas vivencias, que fueron sedimentado afectos que no fueron tenidos en cuenta con quienes perpetrarían uno de los desequilibrios mas profundos a los habitantes de esta tierra; desajustes cuyos efectos dejaron una dolorosa secuela que debilita a la Argentina, ante las acechanzas del futuro, las que podrían haber sido procesadas menos traumáticamente si se hubiese mantenido aquel esquema que cual foto instantánea, capturó ese esquema de 1925, con los perfecionamientos emergentes del desarrollo cientifico- tecnologico.
Todavía no se ha cuantificado el daño causado y los responsables de esas tropelías, hasta son reverenciados como grandes estadistas o prominentes intelectuales.

Buenos Aires, 20 de Abril de 2009



*de Alfredo Armando Aguirre. choloar@rocketmail.com







Correo:



II Congreso Argentino-Latinoamericano de DDHH

“Un Compromiso de la Universidad ”
22, 23 y 24 de abril de 2009- Rosario- ARGENTINA

En adjunto va programa general del congreso y en el cuerpo del mail, programa Área 7.
Los esperamos
Programa Area 7: Derechos Humanos, memoria y subjetividad
Coordinadores Responsables :Laura Capella, Nadia Cavaglia ,Graciela Kait

Sede de Gobierno de la UNR , Calle Maipu 1065 , Rosario
Jueves 23 de abril de 2009
Salón Vitraux
9 a 10 horas: Coordina Laura Capella
· Las inhumaciones clandestinas y las resonancias sociales en los suburbios de la Ciudad de San Miguel de Tucumán.
Autores: Mercedes Vega Martínez, María Carla Bertotti y Adrián Sergio Iozzi
Adscripción institucional: Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de C. Sociales, UBA.
· Resonancias del Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio (CCDTyE) El Olimpo en la vida cotidiana
Autores: María Laura Trama, Natalia Carolina Altamirano, Fabiana Solano, María Casalins
Adscripción institucional: Facultad de Ciencias Sociales, U.B.A.

10,15 a 12 horas: Coordina Nadia Cavaglia
Mesa redonda: ¿Atenderia Ud. a un genocida? :
Norma Barbagelata (Prof. Y Lic. Filosofía –UNR-, Psicóloga –UC Barcelona-, psicoanalista. Miembro del Centro de Estudios multidisciplinarios dirigido por Graciela Frigerio. Prof. De Maestrías y Doctorados. Supervisora del Equipo de Salud Mental en dispositivos de APS, Infancia y Cárceles, Santa Fe.), Que se referirá al “No matarás” y las Ps. Laura Capella y Stella Maris Orzuza junto a alumnos de la Fac. de Psicología de la UNR

Salón Vitraux
15 a 16,30 horas: Coordina Nadia Cavaglia
· Las entrevistas en un punto de interseccion: entre la historia oral y el psicoanalisis. Una reflexion situada.
Autores: Lic. Cristina Viano (Directora Investigación), Ps. Laura Capella, Ps. Stella Orzuza, y Diego Stechina,
Adscripción institucional: Facultad de Psicología y Facultad de Humanidades, carrera de Historia UNR
Subjetividad y obediencia debida.
Autor: Dr. Ps.Adelmo Roberto Manasseri
Adscripción Institucional: Universidad Nacional de Rosario.
¿Beneficios o Derechos? Estrategias discursivas en torno al régimen de encierro del sujeto encarcelado.
Autor: Lic. Mauricio Carlos Manchado
Adscripción institucional: Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Rosario

17,00 a 18,00 horas: Coordina Stella Maris Orzuza
MEMORIA Y DUELO: Procesos De Reparación Subjetivo Y Social.
Autores: Bermúdez Pérez, Helga Natalia. Useche Hernández, Sergio Alejandro
Adscripción institucional :Universidad Nacional de Colombia- Facultad de Ciencias Humanas
Una gota de sangre : huellas de la identidad
Autora: Ps. Nadia Cavaglia
Adscripción Institucional: Facultad de Psicología, UNR

18,15 a 19,30 horas: Coordina Laura Capella
Conferencia: “De víctimas a seres humanos” a cargo de Graciela Kait, psicoanalista, integrante del equipo terapéutico del centro de atención por el Derecho a la identidad de Abuelas de Plaza de mayo, filial Rosario, Doctora de la UNR.




*Laura Capella. elecapella@yahoo.com.ar
…hacer de la caída un paso de danza, Pessoa



*

Apreciadas amigas, queridos amigos,

El número 87 de nuestro Magazín Cultural Latinoamericano XICóATL “Estrella Errante”, edición Abril/Junio/2009, puede ser ya consultado en nuestra página en internet www.euroyage.org bajo el link:
http://www.euroyage.org/es/xicoatl-87


CONTENIDO:
· Resultados del 3er Concurso de Composición XICóATL.

La edición impresa de XICóATL # 87 puede ser puede ser solicitada a YAGE por e-mail a la dirección euroyage@utanet.at al precio de 7.- Euros (incl. envío postal).


Cordial saludo,

YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur
www.euroyage.org

Schießstatt-Str. 37 A-5020 Salzburg AUSTRIA
Tel: ++43 662 825067



*


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jueves, abril 16, 2009

VESTIDOS DE AGUA Y HUMO...





*


Lluvia emplumada

salgo a recorrer mis penas
con patitas de gorrión que juega a la escondida

alguien grita piedra libre

por los perfiles largos del ayer
ella salta a la rayuela

el cielo es un cuadrado de tiza que no alcanza

medias de lana en el tobillo flaco

mi pasado tenía un aliento sibilante
y dos pulmones tristes

llueven pájaros muertos

habrá que dejar de jugar
o pedir cartas

un mazo nuevecito



*de Martha Valiente. puertopegaso@gmail.com
www.tallerliterariomarthavaliente.blogspot.com






VESTIDOS DE AGUA Y HUMO...





HUMO PERFUMADO*



Bebo sola leche de amarga noche.
Recluida a oquedades.
Oigo desgarrarse la noche en madera
Añoro las vigilias en veleros.
Inmensos mares, cascabeles al alba.
Alas de un pez de greda.
Noche desnuda.
Aguacero burbuja anillo de agua.
El espejo austral no tiene rostro.
El pliegue de la frente es un zanjón abandonado.
Lejos el pueblo, la lámpara y el ladrido del huerto.
Nadie lame mi mano.
Desde las terrazas de la luna interrogo a los astros.
Nadie parece oír.
Hay un sobresalto en el umbral de las mareas.
Un hombre de da vuelta. Tiene rostro de lobo.
En su mirada hay un pájaro tallado.
Me ovillo en su hombro izquierdo.
Y allí descanso.
Bebo leche de cabra.
Lavo mis vestidos. Quedo vestida de agua.
Oigo desgarrarse la noche.
Cubre mi cuerpo en humo perfumado.


*de Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar






Loca por las compras*




*Por Sandra Russo


Todavía está en cartel y la fui a ver el domingo de Pascuas, ignorando que, bien mirada, Loca por las compras es una película edificante. No porque tenga moraleja y uno se vaya del cine con la idea de que debe aflojar con el consumo (el consumismo, en rigor; mis respetos al consumo interno), sino por lo que Loca por las compras nos dice de las mujeres, y que atraviesa clases sociales y latitudes.
En la primera capa de la trama, la chica no puede parar de endeudarse porque no puede parar de arrobarse cuando ve cualquier cosa que todavía no tiene.
Un pañuelo de seda pura y verde, por ejemplo. La chica es una compradora tan compulsiva que su falta requiere ser compensada temporariamente (lo que dura su visita al shopping) con objetos de consumo muy específicos. En ningún momento se la ve comprándose un vestido. El vestido ha sido el icono de la
falta femenina durante siglos. Creo que ya estoy en la segunda o tercera capa, pero irán saliendo así, parece, un poco mezcladas.
El vestido y el zapato. Cubrirse y calzarse, necesidades esenciales de una hembra primitiva. Las llevamos tatuadas en los genes, y acaso esto, si es efectivamente una construcción histórica, sea la más antigua de todas. El vestido y el zapato han recorrido muchos cuentos infantiles clásicos.
Cenicienta los junta a los dos. Ella necesita indefectiblemente un vestido para ir al baile, y ese vestido fruto de magia que recibe es la puerta de entrada al palacio. Pero la pérdida del zapato sella su suerte.
La chica de Loca por las compras luego se hace columnista famosa como "la chica del pañuelo verde" (el triunfo de la singularidad, pero también la confirmación de que entre tantos objetos de consumo, puede haber algún objeto especialísimo que nos esté destinado). Ella escucha a los maniquíes: son los demonios de la enfermedad travestidos de Disney. Una y otra vez se rinde y compra tonterías, hasta que la deuda que ha ido alimentando cae sobre su vida y la modifica. En rigor, esta película habla tanto de la compra como de la deuda. Dos territorios del alma femenina que han venido siendo alimentados por estereotipos de género sin que atinemos nunca a levantar la guardia. Las campañas publicitarias de los shoppings se dirigen exclusivamente a las mujeres. Ir de compras es una expresión de mujeres. Los hombres que hacen mucho shopping son considerados sospechosos. De hecho, cualquier mujer progre se avergonzaría de confesar que está saliendo con un hombre "que se lo pasa en el shopping". Un boludo.
En las compradoras compulsivas, lo que se exacerba es un infantilismo que, en materia de consumo, de ninguna manera equivale a que seamos nosotras las que consumen más. El territorio del consumo viril es el de los objetos realmente caros, los que pesan: el auto, la casa. Por ahí pasa otro tren.
En algún sentido, si no ser compradora compulsiva es no comprar aquello que una no necesita, todas somos compradoras compulsivas. Pero habría que agregar que la feminidad nos ha sido enseñada como una arquitectura que se expresa en aquello con lo que cubrimos nuestra desnudez. Cualquier cosa con la que se vista una mujer nos dirá tantas cosas, están tan cargados los sentidos del artificio en el que nos instruyen, que es casi inevitable ser una chica de botas con doble plataforma, ser una mujer de trajecito, ser una adolescente de correcto escote redondo, ser una secretaria de tacos altísimos, ser una periodista en bata (recuerdo a Julia Roberts en el Informe Pelícano, dando a entender que el tema la apasiona tanto que sigue trabajando después de la ducha, con un café humeante en el escritorio).
Todos esos folletos se pasean por nuestros inconscientes. Hay algo de la feminidad que se juega en la compra y la deuda. Lo que la chica compra son oportunidades, ilusiones. Un prendedor le resulta irresistible. Una carterita de fiesta se le hace impostergable. Busca y busca su objeto mágico. Y mientras tanto se endeuda. Literalmente, pero cómo nos endeudamos las mujeres con los demás. Cuánta responsabilidad nos agarramos, cómo aceptamos que hay cosas que suceden, y que en alguna parte de nosotras suceden porque quizá dejamos de hacer aquello, o porque no nos animamos a hacer lo otro. Sobre todo si nos hemos abnegado, que era lo que venía en el pack.
Se ha hablado mucho de cómo el neoliberalismo formateó individuos recortados sobre sí mismos, incapaces de organizarse. En lo que concierne a la feminidad, hay mucho por pensar y revisar, porque el imaginario consumista se apoya en la falta por la que ancestralmente nos preguntamos.


*Fuente: Página/12
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-123296-2009-04-16.html






Norberto*



Abrazo de vos
en tu pecho sonido.
Agua de luz la piel
alegría en el vértigo del origen,
proa.

Después vino la mancha del dolor .
ausente de testigo se quedó la memoria
el misterio del nunca, la tenaz lejanía.
Eso será el exilio
y tanta lucha, llamarada, furia,

se perdió en la distancia crecida de la muerte.



*de Cristina Villanueva. libera@arnet.com.ar








Lo que se tiene*


*Por Angela Pradelli



La niña tiene cuatro años. Está sola en el patio de una chacra alquilada en la que su familia trata de subsistir. Es el atardecer. Desde lejos, le llega el ruido del tren que pasa por la estación más cercana. De pronto la niña siente una gran melancolía. Todavía no aprendió a escribir pero lo que siente es tan tremendo que necesita hacer algo. El tren se aleja cada vez más rápido. La niña busca algo en el patio, no sabe qué, pero busca algo con desesperación. Encuentra unas ramitas, unas ramas delgadas con las que hace un dibujo en el parante de una chata de maíz. El sonido del tren alejándose se pierde en la distancia. Pero queda la inscripción, en aquella soledad del patio de la chacra queda la inscripción que la niña hace con ramas delgadas sobre el parante. ¿Cuánto de esta escena de infancia puede leerse en la
poeta que fue esa niña? Ese gesto es también una marca de escritura en Diana Bellessi y define el campo de su poesía. Como el dibujo sobre el parante, los poemas de Bellessi se leen hoy como la escritura que surge de una necesidad que la devastaría si no se concretara.
La conversación con la escritora transcurre en su casa de Palermo, en una de las últimas tardes calurosas de marzo. Sobre la pequeña mesa que nos separa, su Poesía reunida, un tomo de más de mil páginas en cuya selección la autora trabajó durante dos años. "Una sobrevivió por la generosidad de tanta gente a lo largo de todos estos años de la vida. Tuve una vida, y pude hacer algo con ella, y ese algo está ahí", dice Bellessi y su mirada se detiene unos instantes sobre el ejemplar. "Tengo un agradecimiento infinito a los padres, a los maestros de la escuela rural y a todos los que alguna vez me miraron y se detuvieron en mí de algún modo: con un libro prestado o una amistad.
Porque de nosotros, de los patas sucias que vivíamos del otro lado de la vía, era difícil pensar que iba a venir alguien que iba a tener a sus pies el mundo, y los libros del mundo y que iba a escribir. Eso, que parecía tan frágil y tan imposible, se hizo realidad."
Pero, ¿qué es un poema? Hay otra escritura, más cercana en el tiempo que la que hace la niña con una rama delgada sobre la chata. Esta otra escritura puede leerse también como una respuesta a la pregunta, la construcción poética de una definición. En El jardín de los milagros la poeta dice:
"Temprano en la mañana mi madre intenta/ llamarme por teléfono, y en la tarde/ luego me cuenta: tan hermosa noticia/ tengo, con una voz de aterciopelado/ misterio, muy serena y suave anunciando/ la pequeña magnolia se abrió en dos flores/ por primera vez. Hay justicia, pensé/ con un agua dulce que se abría paso/ en mi corazón. Esa magnolia que ella/ plantó bajo la mirada de mi padre/ años atrás diciéndole melancólico/ si no la verás florecer, tarda tanto/ Y yo, verano tras verano mentía/ un poco o creía o pasaba revista/ de las pequeñas magnolias florecidas/ que supe visitar en una placita/ por Colegiales, adonde robé aquella/ reina blanca, perfumada y frágil que huelo/ aún en la distancia como si fuera,/ como si hubiera sido una hostia pascual/ o el cuerpo de la amada, la comunión/ con lo bello del
mundo, como mi madre/ lo siente ahora y lo dice en esa voz/ que me parece el cantar de los cantares/ Florecerá, le aseguraba, el próximo/ verano, ya verás, y hoy ha sido visto,/ esta vez se unieron belleza y justicia/ para ganarle juntas, las dos al tiempo".
Así, si un poema es el florecimiento al que se espera a pesar del escepticismo de todos, no deja sin embargo de conmover como un milagro cuando sucede. Como la magnolia en el jardín, el poema vuelca su intensidad de perfumes en el aire que renueva y enrarece al mismo tiempo. El poema es también, una voz que no puede dejar de decir y que lleva consigo la espesura de los sentidos y la hondura de lo sagrado.
A lo largo de casi tres horas de conversación, Bellessi recorrió sus orígenes y reflexionó sobre su obra, sus libros y su poética.


EL GRANERO
Recién fui a Italia por primera vez el año pasado. Por un lado porque a mí Europa nunca me dijo nada. Es América el continente que me dice mucho, de cabo a rabo. Siempre me he sentido tan sólo latinoamericana. Además, yo sentía que ir a Italia era peligroso y lo fue porque tuve una conmoción muy
grande cuando llegué. De chica yo escuchaba hablar en italiano y en fruiliano, y por supuesto también bastante en cocoliche, pero vos no te olvides que yo me crié en el campo pobre, no con los dueños de campo, ni de la tierra, sino en los campos de los inquilinos, que alquilaban la tierra, protegidos por el decreto peronista que hizo que durante muchos años no tuvieran que abandonarla ni pagar rentas tan altas. Por esa protección lograron sobrevivir y pudieron mandar a sus hijos a la escuela. En ese campo
pobre todo se hacía tracción a sangre. Trabajaba la familia entera porque no había maquinarias, y en los períodos de cosecha venía además la población golondrina, que trabajaba en la juntada de maíz y el sembradío de papas.
Vivíamos y comíamos todos juntos en la casa familiar. Yo crecí en esos galpones de trabajo. Entonces por un lado me crié en contacto con este relato familiar de Italia, de las tías y los abuelos y los parientes, que eran ágrafos y pobres. No habían tenido tierra en Italia ni la tenían por supuesto en la Argentina. No había libros porque no estaban alfabetizados, y toda la historia se pasaba de relato en relato, de boca en boca. Son mis padres los primeros que terminan la escuela primaria. Mi madre terminó sexto
grado cuando yo tenía tres o cuatro años. Mi padre y yo la acompañamos a dar el último examen. Fuimos a la mañana y volvimos a la noche. Recuerdo perfecto ese momento, y la alegría de mi madre con su diploma. Pero los libros de mi casa, la herencia literaria, son tardíos porque yo fui la primera de mi familia que hizo la escuela secundaria. Son los libros que compraron mis padres para mí. Ellos me empujaron al mundo de los libros y la cultura, Pero no me trasmitieron nunca el deseo por aprender la lengua italiana. Cuando llegué a Italia, se me vinieron con mucha presentividad todos los fantasmas, es decir, todos los relatos de infancia. Fui al pueblo de mis abuelos y comprendí que en realidad yo estaba muy arrullada por esas historias, por las voces italianas y por el paisaje de esa zona en la que se
cultivaba trigo. Vi las colinas cubiertas por los campos de trigo y me di cuenta de que era un paisaje idéntico a los que yo había escuchado en la infancia. Los recuerdos de mis abuelos eran relatos de trigo. A pesar de los años, el pueblito de mi abuelo está hoy exactamente igual, así que yo sentía que iba caminando por donde habían caminado mis abuelos. Lloré mucho, me arrodillé en la tierra y besé el trigo. De pronto me di cuenta de que lloraba en una ambivalencia muy extraña. Amor por un lado, y también rencor por la vieja Italia que los había echado muertos de hambre a América, que tampoco los recibió con los brazos abiertos. Estuve casi dos meses viviendo en una residencia para artistas que era un castello. Cuando repartieron los estudios donde trabajaríamos los escritores, a mí me tocó un cuarto que había sido el granero. Mi abuelo sabía escribir su nombre pero era analfabeto, y cuando entré al estudio pensé "ah, la nieta de los Contadini vuelve al granero del castello".



POETICA
El materialismo marxista y anarquista me construyó desde temprana edad. Me siento completamente ligada a la inmanencia del mundo. Yo celebro constantemente no lo que hay detrás sino lo que hay enfrente. Digo esto en el sentido en que lo plantea María Zambrano cuando se refiere a ese espacio de interrogación metafísica. Ella dice que si un filósofo y un poeta miran un árbol, el filósofo se pregunta todo el tiempo qué hay detrás del árbol y que el poeta simplemente dice, ¡ah el árbol! y no hay una pregunta por un conocimiento que vaya más allá del árbol. Yo pertenezco a ese grupo de poetas que no se preguntan por la verdad que está detrás sino más bien a aquellos que están enamorados del mundo que acontece y que está a la vista.
Me tomé dos años para ver toda mi obra y preparar esta edición. Y si bien es cierto que hay variaciones entre un libro y otro, hay también una fidelidad en progresión que yo la atribuyo a cierta coherencia del fracaso. Es decir, en un poema retomo lo que no pude asir en otro. Claro que hay diferencias entre un libro y otro, pero también hay alguna clase de retorno en espiral.
Así como el fracaso no cancela los sueños y los anhelos, ni cancela la voluntad de luchar por un mundo más justo aunque se fracase una y mil veces, de la misma manera, o mejor, gracias a que se fracasa, se puede seguir escribiendo. No digo fracasar por entero porque en ese caso uno descarta esa
escritura y no la publica. Pero si no se fracasara en algo, no se podría seguir escribiendo. Hay un cierto fracaso en el poema y eso es lo que permite que uno vuelva a escribir. En algunos casos es una larga cadena de pequeños fracasos lo que hace que una sea reclamada a volver emocionalmente a ciertos lugares. Aunque claro, se vuelve desde otro momento de los años, desde otro dominio del oficio, desde otra perspectiva del yo lírico. Cuando miro ciertos libros míos que quiero mucho, por ejemplo, Danzante de doble máscara y Sur, me digo que recorrí un camino largo entre uno y otro porque es indudable que hay intereses bien distintos. Pero creo también que así como se nota la diferencia, se nota también la insistencia. Sur para mí es un libro clave porque creo que allí empecé a descubrir y a desear ciertas
cosas que son las que me siguieron acompañando en todos los libros posteriores. Es imprescindible que mientras escribe el poeta dedique un largo período al forjamiento del oficio y a la apropiación de la cultura.
Uno de los peligros de ser poeta es que uno puede quedar preso de los estadíos y me parece que tu voz también podría quedar presa y podría no ablandarse y volver a casa. Cuando digo casa digo infancia, pertenencia de clase, las voces que oíste cuando eras chica y que te construyeron.
Nunca tengo grandes proposiciones para escribir. Me doy cuenta de que estoy en un lugar distinto del anterior porque hay un tono, un acento, unos intereses, un ritmo, y yo siento que se diferencian. Pero en realidad no tengo demasiadas apreciaciones técnicas de qué libro voy a hacer, o cómo va a ser ese libro. Yo percibo algo y voy detrás de eso. No tengo programática en mi escritura.


LENGUAS
Además del italiano que yo oía hablar a mis parientes, a mí me llegó también el coplerío de la población golondrina que venía de las provincias más pobres a laburar a las chacritas pobres también, y que eran como mis parientes. O sea que para mí, la guitarra, la copla, los cuentos de aparecidos y toda la mezcla de lo español indígena estaban muy presente, sobre todo en las noches y en los días de lluvia. Este magma central de mi vida después fue bastante adormecido por mi migración de clase, por mis padres que me empujan a la escuela, a la universidad y a la adquisición de la cultura y del saber. En ese momento, lo que me conforma es la vanguardia y la ruptura del siglo XIX y XX. Son mis grandes lecturas de la
adolescencia. Cuando a los 23 agarré la mochila y recorrí Latinoamérica caminando, toda la infancia y la lengua me volvieron otra vez. Pero cuando algo vuelve hay luego un largo proceso para ablandar lo que se recupera, y juntar lo escindido. La lengua que vos oís, la tradición de la oreja, es blanda como el agua, llena de matices. El trabajo del poeta es entonces cómo hacer para, con tradiciones diferentes, tener una lengua suave, blanda, honda.


LO INDIVIDUAL Y LO SOCIAL
Yo empecé a escribir en los '70. Ahí se criaron mi sensibilidad, mis proyectos, mi visión de la historia, que luego por supuesto tuvo variaciones y transformaciones a lo largo del tiempo. Cuando tenía 15 años llevaba bajo el brazo La guerra de guerrillas del Che Guevara y lo leía en los rincones de la escuela. Pertenezco a esas aguas. Pero en los '70 no escribía poesía social y hasta me la reclamaban. Algunos leían mis poemas sobre la infancia y me decían que mi poesía era burguesa. Ahora que escribo poemas a los piqueteros dicen que es poesía social, sin embargo en esos poemas yo reclamo a esa gente como familia, porque esos son de verdad mis parientes. Los que luchaban mes a mes porque el dinero no les alcanzaba, como mi padre, al que le dieron una patada en el culo cuando el onganiato sacó el decreto que
protegía a los inquilinos. Por eso yo no siento que haya una barrera entre lo social y lo íntimo, para mí todo es íntimo porque ese es el mundo social que yo viví y entonces la historia está constantemente emocionalizada desde la poesía.


EROICA
Bajo los años de la dictadura yo escribí Tributo del mudo, poemas breves que son como las hilachas de lo que se podía decir. Cuando estuve más asentada en mis reales escribí Danzante de doble cara como un intento de reponerme a mí y a la Argentina en el contexto latinoamericano. Después de eso escribí
Eroica, un libro con un discurso central mucho más radicalizado. Es un libro que maneja tres y cuatro espacios en la página, porque todo está astillado.
Los silencios y los corrimientos pesan por esa materialidad respiratoria. Si hay un blanco y una dispersión en el espacio, eso también implica un jadeo y una sensación de astillamiento. Veníamos de la dictadura y la mudez y Eroica fue la manera que yo encontré para reconstruir una subjetividad sincera y pública en un libro en el que, entre otras cosas, se habla de amar a una mujer. Yo todavía no había constituido un sujeto lírico demasiado visible que pronunciara estas cosas en el espacio de la escritura que va a ser luego publicada y encontré en Eroica una manera para que ese sujeto se pronunciara.


LO POETICO
La valoración del silencio ha sido en mí muy importante porque me crié en el campo y con muchos juegos solitarios. Pero por ser una "cabecita" migrando hacia los espacios urbanos y letrados, también convocaba a otro silencio: el silencio del que se siente diferente, a la intemperie, frágil, acosado. Y
todavía me siento así muchas veces. Creo que eso no se pierde nunca del todo. Yo elegí la poesía porque a mí me gusta cantar. La música y el canto son dos cosas centrales que me llevan a la poesía y no a otra cosa. Yo no escribo nada motu proprio que no sea poesía. Los ensayos los escribo porque me piden algún texto para una conferencia o para un congreso. Pero no me nacen. A mí lo único que me sale es el verso. El peso del verso y su silencio y el peso de la frase y su música han hecho que yo esté en la
poesía. He leído a los padres de la iglesia cristiana, como San Agustín, he dedicado mucho tiempo a leer a los poetas islámicos, tengo una gran curiosidad por el budismo y sus diferentes manifestaciones en la India, en Japón, China. Tengo un cariño enorme por todos esos universos y creo que eso se podría pensar como metafísica, es decir, la pregunta por el sentido, por lo oculto y por el misterio. Además, la poesía debe lidiar y resolverlo todo con gran economía, en consecuencia siempre lo resuelve en el salto al vacío
y en el misterio del lenguaje. Cuando me preguntan cómo empiezo a escribir, yo siempre respondo que me viene la frase y yo la sigo, y si bien es cierto que a veces viene de mí y me incluye, a menudo la frase viene también de los otros. Creo que uno de los misterios más importantes de la escritura es el modo en que le hacemos un lugar en nuestras vidas. Lo que quiero decir es que el oficio de la escritura implica no sólo la práctica diaria sino también que el poeta tiene que seguir siempre ahí, aun en los momentos en
que el poema no llega.


*Fuente:
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-3416-2009-04-15.html






El sermón del silencio*



*Por Paula Jimenez

Tener lo que se tiene
Diana Bellessi
Adriana Hidalgo
1202 páginas


Tener lo que se tiene, la poesía reunida de Diana Bellessi, pone en circulación diez libros anteriores, un nuevo volumen hasta ahora inédito y adelanta algo de su futura producción. Es que la viva pluma de Bellessi resiste a todo cierre de sentido, y esa "pista oculta" con la que culmina el libro vaticina lo próximo a recorrer. Si bien el título de esta obra (compartido con el del libro que se edita aquí por primera vez) parece expresar una suerte de balance poético, tal enunciación señala la imprecisa, pero acotada, cantidad que, según Bellessi, puede poseerse y simultáneamente nos posee, medida que no sabe decirse en términos comparativos de exceso o carencia. Lo que se tiene no es, ni más ni menos, que el instante presente.
Así, Tener... se instala para la autora en un tiempo actual en el cual se rememora y a la vez se anticipa su poética. Esta concepción temporal no sólo hace en gran parte al imaginario bellessiano sino que también signa, en lo concreto, la aparición pública de su obra: el tiempo viejo trae consigo el germen del porvenir. Dice en el poema Estampa argentina: "Hechizo de lo menudo haciéndose/ visible al frío creciente y atrás/ franjas color celeste del cielo/ alegre, claro. Ese es el niño/ que el invierno trae de su mano".
Lo pequeño en su fraterna polaridad con lo inmenso, lo visible con lo invisible, el día con la noche: su poesía pareciera buscar una situación fronteriza donde lo opuesto confluya y se haga presente en un espacio que, como la "tierra sin mal" de Danzante de doble máscara (1985), nos entregue una imagen posible. Dice Bellessi en las notas finales de éste, su cuarto libro, al respecto de esta "tierra": "Ivimarae'i, una aldea igualitaria, basada en la solidaridad y la ayuda mutua de todos sus componentes, unidos por el sobrio abrazo del trabajo en común, la música y la danza". Así, esta imagen mítica se convierte, como todo mito, en un "sur" hacia donde orientarse y en el objeto de una auspiciosa melancolía que guía el retorno.
En "Detrás de los fragmentos" -también de Danzante...- dice: "Palabras italianas, guaraníes/ quechuas/ se mezclaron desde niña/ en mi alfabeto". El tema de las raíces comunes -no sólo en términos de pertenencia a una cultura latinoamericana y conflictivamente sincrética, sino también a la especie
humana- es una preocupación expresada desde su primer libro, Crucero ecuatorial (1981), basado en experiencias de viajes en su juventud. Allí pareciera decirnos que la proximidad sensible con los otros nos revela algo propio, se esté donde se esté. Durante su recorrido poético, Bellessi avizora un objetivo: atravesar las diferencias que separan para dar con la perla de un lenguaje común. Claro que esta búsqueda -temática, pero también formal, ya que desde el comienzo su poesía persigue al habla e intenta amalgamarse con ella a través de procedimientos líricos-, esta creciente exploración, toma diferentes formas, que van desde la comunión de culturas diversas al encuentro amoroso, como en Eroica (1988), o a la observación del paisaje, al que también se incorporan los ojos que lo miran. La compasión, es decir, la identificación amorosa con el resto de los elementos de la creación, opera poéticamente como una fuerza capaz de revolucionar el orden establecido para el cual rigen jerarquías injustas y arbitrarias, y de
subvertirlo a través de una voz, un modo de decir que modifica la representación misma del poema. Esto es lo que hace de los versos de Bellessi una poesía profundamente política, más allá de su elocuente toma de posición en, por ejemplo, Mate cocido (2002) o La edad dorada (2003), que tienen a los movimientos populares y a personajes como Mate Cosido (un bandolero anarquista), y otros héroes personales como tópicos de algunos poemas. Pero entre la lucha por la reivindicación de los derechos y la naturaleza, tan viva en los versos de Bellessi, existe un correlato fundamental que Jorge Monteleone describe así en su brillante prólogo: "Desde el sol, 'el ponchito de los pobres', hasta las ramas finas de los ciruelos, la belleza de las cosas comparece. Toda rebelión, toda redención social cuenta con lo sagrado del mundo, y una misma pureza radica en la contemplación de lo real, lo que se honra en el detalle, tal como en las
asambleas encendidas", y cita a la autora: "tan bella/ la multitud como la naturaleza/ organizada en paisaje las columnas/ de Aníbal, de Teresa". Esta mirada capaz de igualar distintos órdenes asignados por la cultura señala al mismo tiempo la abundancia y alternancia de lo existente, sea esto visible o
no. El "rescate" del detalle dentro de la gran escena natural, social y poética, evidencia el enamoramiento con la vida y la melancolía que a esta embriaguez subyace. Como si con el poema sustrajera de lo inagotable el regalo fugaz de lo finito: "se va la vida y por eso la ven/ radiante mis
pequeños, ahora bébanla", dice Bellessi en "El cristal", de Tener lo que se tiene. En "La corona", un conmovedor poema hecho de catorce sonetos encadenados, Bellessi parece sintetizar su búsqueda formal y de sentido, ya que esta delicada y fluidísima estructura se desliza en una continuidad lírica que, dulcemente, podría no tener fin. Allí el tópico es el "sermón del silencio", aquél con el cual Buda se dirigió a sus discípulos alzando "su mano en una flor de cinco pétalos"; y nos dice: "abriéndose como arcos parabólicos/ que suavemente el infinito empujan/ y se repliegan luego cuando el índice/ besando al pulgar en cerradura// atesora el amor de cada cosa/ encantada que le dieran los días/ donde hubo de ser deshaciéndose/ como la frágil rosa del jardín".


*Fuente:
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/subnotas/3416-349-2009-04-15.html











Inexpresable*







Raíces en el aire,





préstamo de la nada.



El territorio cuerpo busca

un velo o un puente



para el dialecto de la infancia.











Jardín secreto*







En el fondo de todo siempre hay un jardín.

Olga Orozco





El jardín secreto respira hilos de oro

Para el tiempo de las imágenes inapresables.







Prioridades

Lee las instrucciones: Primero hay que inventar el laberinto.

después vendrán los hilos.





La niña lee

La niña lee con ojos de voyeur

libros que fosforecen en el verde de las encuadernaciones.

¿Es la mirada una punta de palabra imposible ?

Los dedos piel de navajas-redes que abren, cierran papel-.

Castigo por el Crimen de la fuga del patio donde la niña lee.

Acostada en todos, Regazo -enredadera de voces,

Manon, Ema Bovary o un jardín desplomándose en cerezas.

Inocente-perversa, revancha contra las sombras.

La niña lee







*Poemas de Cristina Villanueva. libera@arnet.com.ar







*

Queridas amigas, apreciados amigos:


Este domingo 19 de abril de 2009 presentaremos en la Radiofabrik Salzburg (107.5 FM), entre las 19:06 y las 20:00 horas (hora de Austria!), en nuestro programa bilingüe Poesía y Música Latinoamericana, música del compositor chileno Boris Alvarado. Las poesías que leeremos pertenecen a Jorge Mendoza Castaño (Colombia) y la música de fondo será de Llaqtamasi (Andes). ¡Les
deseamos una feliz audición!


ATENCIÓN: El programa Poesía y Música Latinoamericana se puede escuchar online en el sitio www.radiofabrik.at
(Link MP3 Live-Stream. Se requiere el programa Winamp, el cual se puede bajar gratis de internet)!!!! Tengan por favor en cuenta la diferencia horaria con Austria!!!!


REPETICIÓN: La audición del programa Poesía y Música Latinoamericana se repite todos los jueves entre las 10:06 y las 11:00 horas (de Austria!), en la Radiofabrik de Salzburgo!

Freundliche Grüße / Cordial saludo!


YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur
www.euroyage.org

Schießstatt-Str. 37 A-5020 Salzburg AUSTRIA
Tel: ++43 662 825067



*

Apreciadas amigas, queridos amigos,

El número 87 de nuestro Magazín Cultural Latinoamericano XICóATL “Estrella Errante”, edición Abril/Junio/2009, puede ser ya consultado en nuestra página en internet www.euroyage.org bajo el link:
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CONTENIDO:
· Resultados del 3er Concurso de Composición XICóATL.

La edición impresa de XICóATL # 87 puede ser puede ser solicitada a YAGE por e-mail a la dirección euroyage@utanet.at al precio de 7.- Euros (incl. envío postal).


Cordial saludo,

YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur
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