lunes, febrero 10, 2020

UNA CIUDAD DE INVENCIONES Y SUEÑOS...



*Foto de Katrin Leydel.











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Uno cree que vive en la ciudad equis en el país equis, porque eso dice en los documentos, papeles convencionales para la sociedad de los mandatos, pero el único lugar de pertenencia es el de las invenciones y los sueños, esa ciudad interior a la que uno pertenece desde que nació y que es única y diferente a las de otros. La casa donde estuvimos de niños, puede haber sido demolida o modificada absolutamente pero sigue habitando nuestra ciudad verdadera, la que no cambia de domicilio.



*De Liliana Díaz Mindurry. lidimienator@gmail.com











UNA CIUDAD DE INVENCIONES Y SUEÑOS...
(Invenciones & sueños por Liliana Díaz Mindurry)








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Pocos recuerdan que las casas se sostienen en la pura ilusión.







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El mundo humano al estar hecho de palabras es, en general, puro engaño. Pero sin ese engaño la brutalidad aparece, en toda su abyección. Tiene que haber un intermedio entre el engaño y la brutalidad: hay que encontrarlo.






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La singularidad conmovedora de cualquier cosa ínfima.







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La inutilidad de la poesía es su resplandor agregado, su secreta sabiduría, lo que la sustrae como la gracia, de un mundo pragmático y capitalista, regido por la violencia como forma de eficacia.






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Quién sabe adónde va el agua de este instante.







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Si en lo cotidiano no vemos lo absurdo, lo intenso, si cada palabra no nos resulta sensual, idiota, resplandeciente y trágica, todo a la vez, si no encontramos que la nada es una de las maravillas, si la falta de certezas no nos produce alegría y furia y a la vez deslumbramiento, si no tenemos ganas de destruir el lenguaje en su totalidad y rearmarlo para volverlo a destruir, tal vez todavía no entendimos demasiado para qué estamos escribiendo. Lo cual tampoco importa.






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La melancolía es una ropa colgada un día de lluvia.






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La poesía muestra la desnudez, lo que revela el cuerpo desnudo: estoy aquí, soy esto. Toda desnudez produce una sensación crispante, un malestar. Pero la desnudez también incita a la unión por lo que muestra de la debilidad y la incompletud. Unión es nuestro orden. Se ordena ficcionalmente en la poesía, se une ficcionalmente en el amor. Dos formas de erotismo.







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Cada puerta nos conduce a un reino pero también nos traga sin que podamos advertirlo.







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En el bosque de símbolos cada cosa es simulacro de otra.







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Lo que sucede no habla. Pero nosotros le inventamos palabras, ideas, estructuras, sentidos. Y así ha sido siempre y por eso todo es pura leyenda, invención, literatura, construcción imaginaria, ficción.







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El malentendido es un relámpago lleno de posibilidades. De él se nutren todas las posibilidades narrativas, poéticas y hasta ensayísticas.






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Para algunos la delicadeza es decir en forma imperceptible lo brutal.







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Las casas de la infancia se me figuran colgadas de agujeros negros, o fugadas de otros universos.







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Cualquier inocencia es feroz porque nos hace doler todas las cosas. Nos limpia y nos tortura. Nos embellece pero nos muestra la crueldad más lejos, al acecho








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¿Por qué buscamos certezas? ¿No es mejor un mundo de incertidumbre? ¿No es mejor que haya múltiples universos y que los domine el azar?








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Nosotros hemos inventado la muerte de la que no saben los animales antes de experimentarla, y sólo nos interesa un extraño sentido que reposa en la nada. Nos gusta el absurdo y hacemos muecas que no tienen que ver con la alegría, aunque creemos que sí. Inventamos un dios que castiga y un dios muerto, un dios venidero y un dios nada. Le llamamos humor a nuestras agresiones y decimos amar a los que designamos como objetos. Juntamos animales para martirizarlos e inventamos mentiras todo el tiempo para no aburrirnos. Como en la colonia penitenciaria sólo entendemos el lenguaje de la tortura escrito en el cuerpo. Además inventamos redes sociales, comunicaciones continuas con nadie en infinitos aparatos que llevamos a todas partes como si fueran hijos pequeños.








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Los vestidos fastuosos siempre me parecieron aptos para disfrazar la desesperación.





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Atravesar la fronda de las repeticiones, de los malentendidos, de las interpretaciones paranoicas, de las agresiones gratuitas y encontrar personas que saben escuchar, que saben aceptar opiniones dispares con respeto, que parten de la confianza y no están viviendo en una especie de fortaleza inexpugnable, armadas como caballeros medievales.








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La belleza es algo ajeno, inhumano, imposible y no nos pertenece. Por eso la deseamos por encima de todas las cosas. La ajenidad es su atributo fundamental.







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Verdad: éxito de un discurso en un mercado de ideas.









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Ir y venir de palabras que dan vueltas por la casa, que hacen grietas en las paredes, que brillan en las luces o se apagan desde una perilla, que corren como insectos por la cocina, o que se duermen en el freezer entre verduras viejas.







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A veces todas las cosas están ahí. Esas son las lámparas secretas.







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La palabra tiene poderes oscuros que duermen en ella, ningún arma de fuego tiene más fuerza. Lleva las señales de haber combatido por expresarse, de haber confundido, malentendido, encerrado, matado el pensamiento.








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Hay días en que, con grandes tijeras, recorto pesadillas. Entonces salgo en estado de gracia y cualquier calle me parece nacida en el paraíso.







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No comparto el endiosamiento de ciertos valores de este tiempo: la velocidad y la eficacia. No niego el juego doble de practicidad y fascinación que tienen. Pero me parece que sustentan desde cierto lugar una doble cara de utilidad y barbarie. Un bosque es lento en crecer y veloz en destruirse. La fascinación tiene generalmente un costado frívolo y el pensamiento profundo o el arte se mueven lentos, aparentemente ineficaces y complejos.






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Ver bosques invisibles en los desiertos debiera ser nuestra tarea.







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Esa gente lluvia que vive repartiéndose como si lloviera en los otros, que se entrega sin saber que se entrega, a los que algunos idiotas llaman desvariados, esos que tienen espesuras donde podemos descansar del mundo.








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Las aventuras ínfimas como quedarse mirando la forma de un balcón, escuchar la armonía de un rumor o cosas semejantes, son las que verdaderamente salvan de la desdicha.








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El caos escondido es la marca de lo humano.








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Las cosas no nos dejan entrar en su reino. Opacas, impenetrables, nos expulsan, aunque les inventamos palabras a su silencio lógico, entonces vivimos relaciones fetichistas con las personas, las queremos todo el tiempo transformar en objetos, como si los objetos fueran nuestro fin. Así comienza la alienación. Finalmente nosotros mismos nos volvemos, imagen, cosa, letra.









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Dos personas, una silla, un sillón, la pared, un cuadro atrás, al costado una ventana. El punto en que se une toda esta multiplicidad, puede ser un abismo.









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Creo que es maravilloso salirse por fin de uno mismo y ser otro, creo que tal vez por eso escribo: para no estar más adentro de mí, para no tener mis recuerdos y mi vida y mis miedos y mis absurdos y todas esas horas infinitas desde que a mis padres se les ocurrió (seguro que ni lo pensaron) realizar un acto automático de preservación de la especie.










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Las delicias siempre nos esperan del otro lado del mundo.











ARACNE*



"Han roto mi garganta: ahora podré hablar,
han vaciado mi voz, sólo me queda el engaño de la palabra,
suspendida en mi tela, guardiana del misterio, centro de una hilera de moscas atrapadas, mis criaturas,
clavada en el asombro, soy mi propio cáliz, mi propio
veneno. Apenas un punto entre el barro y las constelaciones
del absurdo, una fractura en el orden perfecto del vacío,
me acongojan los paisajes de los vivos, sus perfiles de máscaras.
El juego de los dioses: el religioso hermetismo de la geometría
que las moscas adoran. Sin fin la gratuidad de engarzar nubes,
hilos y poemas.
La locura es fundamento de las cosas,
gota en un abismo universal donde nada se teje
ni desteje:
ni mitos ni grandes decoraciones.
Mi tela separa el sueño de los durmientes del sueño
de los despiertos.
Perdí el hilo que sujeta la leyenda de vivir."



*Del libro "Paraíso en Tinieblas" (1991)







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-Liliana Díaz Mindurry nació en Buenos Aires. Poeta, novelista, cuentista, ensayista y dramaturga argentina.

Ha editado 26 libros, 5 de ellos en España. Obtuvo entre otros galardones: el 1º Premio Municipal de Buenos Aires (bienio 90-91), el 1º Premio Municipal de Córdoba 1990, el 1º Premio Fondo Nacional de las Artes 1993, el Premio Centro Cultural de México 1993, Premio El Espectador de Bogotá 1994, ambos en el concurso Juan Rulfo de París, el 1º Premio Jiménez Campaña de Granada. También el Premio Planeta latinoamericano 1998 por la novela Pequeña música nocturna (reeditada en España por Huso, 2016).

En poesía es autora de Sinfonía en llamas, Paraíso en tinieblas, Wonderland, Resplandor final, Cazadores en la nieve, Hamlet en la azotea. Fue editada también su Poesía Completa (1990-2017). Obtuvo en este género el Premio Fondo Nacional de las Artes, el Premio Antorchas, el 1º Premio Embajada de Grecia,
el 1º Premio First, el 1 º Premio Asociación de Abogados de Buenos Aires, la Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores.
Varios de sus poemas fueron publicados en Colombia, Austria, Estados Unidos, Perú, Uruguay y otros países. Su obra fue traducida al alemán, inglés, francés y portugués.

-En marzo se editará en España el poemario "Guernica" en edición bilingüe francés-español.







Inventren








SATURNO Y LA EXTINCIÓN*



Voy a Saturno. No es una broma. Me voy a Saturno. Me espera una estación sin proporciones, esto es, un edificio pequeño, flaco, como un cuzquito que se ha quedado en una adolescencia de adulto sin madurar. Una estación de tren en Saturno, sin anillos, sin estrellas fulgurantes, sin cometas cíclicos. Una estación baldía unos rieles sin paralelismo, un horizonte desvaído.
(Si, recuerdo mientras tanto la estatua, cómo no recordar mientras tanto esa estatua)

Me voy a Saturno, en tren. Ya no existe el tren, pero me voy en el tren a Saturno, un tren de vapores blancos, de traqueteo cinematográfico. Una estación de polvo y yuyo que huele a sequía y a deshoras muertas.
Hoy me voy a Saturno mirando por ventanillas sucias, en un asiento de madera, sin valijas.
(La estatua de mármol, los niños, el hombre tensionado, los músculos retorcidos, el grito, los chillidos, el intenso chirrido de la piedra)

Sé que me espera el edificio y que nadie ha puesto en hora el reloj.
Arribo. Saturno sigue devorando a sus hijos.
(Me devora el Dios, me devora el coloso a mi y a mis hermanos, o acaso soy yo quien devoro a mis hijos, quizás no importa quién mate y quién muera en medio de tanto dolor pétreo)

Llego a Saturno. No queda nada. Nadie. Todo, hasta el pasado muere aquí. Hay un grito en el cielo.



*De Mónica Russomanno. russomannomonica@hotmail.com







-Próxima estación:

Apeadero KM. 55.


En el recorrido del tren literario por Ferrocarril Midland:

ELÍAS ROMERO.    KM. 38.   MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.   LIBERTAD.
MERLO GÓMEZ.   RAFAEL CASTILLO.    ISIDRO CASANOVA.  JUSTO VILLEGAS.
JOSÉ INGENIEROS.   MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE.  ALDO BONZI.   KM 12.
LA SALADA.  INGENIERO BUDGE.  VILLA FIORITO.  VILLA CARAZA.
VILLA DIAMANTE.  PUENTE ALSINA.  INTERCAMBIO MIDLAND.




JUAN TRONCONI.

En el recorrido del tren literario por Ferrocarril Provincial:

CARLOS BEGUERIE.   FUNKE.   LOS EUCALIPTOS.     FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE.    GOBERNADOR UDAONDO.   LOMA VERDE.
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN. GOBERNADOR DE SAN JUAN RUPERTO GODOY. GOBERNADOR OBLIGADO.
ESTACIÓN DOYHENARD.   ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA.    D. SÁEZ.    J. R. MORENO.     EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY.   LISANDRO OLMOS.  INGENIERO VILLANUEVA.  ARANA.  GOBERNADOR GARCIA.
LA PLATA.

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-Para compartir escritos escribir a: inventivasocial@hotmail.com


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