miércoles, junio 06, 2007

EXTINCIONES

EXTINCIONES...




LA VEDA*



La veda, esa suspensión temporaria para la caza rige para ciertas especies en un cierto tiempo. Cuando la especie se ha extinguido, la veda es definitiva.
Cuando se acabó un amor, cuando se pasó la posibilidad del retorno y expiró el último plazo, cuando no sonó ni el timbre de la puerta ni el teléfono, entonces, amigo mío, comienza la zona de exclusión.
Alguien pasa de ser "bichito" o "gordi" a llamarse Federico, por ejemplo. Y sucede así de golpe. De golpe, realmente.
¿Cómo se puede hablar, en qué lenguaje desconocido, a quien ya es otro así de golpe, así por súbita transposición de actitud, cambio de nombre, cierre de puerta?
Un beso que conoce el camino de los labios tiene que recomponer el rumbo a la mejilla, o quedar en gesto inconcluso. Y en vez de la sonrisa al evocar la imagen del otro, esa imagen se resuelve en nudo en la garganta, en un brillo en los ojos justo a punto de brotar como catarata, en una necesidad de cruzarse de piernas o cerrar las manos. Hacer algo.
Es tan reciente el dolor que una se olvida de que hay que sofrenar la ternura, que está prohibido desde ayer acampar en esa playa.
Es tan reciente el dolor que parece que no duele. Hay que darle tiempo para que aparezca el desamparo, para que el pájaro negro de Poe nos diga mil veces "nunca más, nunca más, nunca más". Para comprender que la veda es definitiva y cierto olor, cierto modo de mirar, cierta caricia se han ido
con su dueño en ese "para siempre" que estruja y que hace daño.
La especie se ha extinguido, y, entonces, es en vano tomar arco y flecha. No la hallaremos.
Habrá que prender el calefactor, encender la televisión, pasar el invierno.


*de Mónica Russomanno. russomannomonica@hotmail.com





La privatización del planeta*

Großansicht des Bildes mit der Bildunterschrift: Vandana Shiva, ganadora
del Premio Nobel Alternativo en 1993.


Vandana Shiva, conocida activista india, sostiene que los países del G8 proporcionan a corporaciones multinacionales acceso al mercado de monopolio y llevan a miles de agricultores indios al suicidio a base de proteger las leyes sobre semillas y de propiedad intelectual.

La doctora Vandana Shiva es física, ecologista, activista y escritora.
Además, ha fundado Navdanya, un movimiento a favor de la conservación de la biodiversidad y de los derechos de los agricultores, en la India. También es directora de "Research Foundation for Science, Technology and Natural Resource Policy" (Fundación de Investigación de Políticas Científicas,
Tecnológicas y Ecológicas).

Las mayores amenazas que presenta la globalización son la "cosificación" y la privatización del planeta.
Los Acuerdos de la Organización Mundial del Comercio (OMC) sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC), firmados en la Ronda de Uruguay del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio de 1996, se convirtieron en un punto de
inflexión en el proceso de propiedad intelectual a través de la privatización de formas de vida y biodiversidad.
Los acuerdos ADPIC no sólo globalizaron geográficamente las leyes de derechos de propiedad intelectual, sino que también eliminaron las fronteras éticas, patentando formas de vida y biodiversidad. Organismos vivientes y formas de vida que se generan por sí mismas, incluyendo semillas, fueron
redefinidas como máquinas y artefactos inventados y fabricados por los que las patentan.
A los titulares de las patentes se les otorgó el derecho monopolístico para evitar que otros produjeran, utilizaran o vendieran semillas. El ahorro de semillas por parte de los agricultores ha pasado de ser una "tarea sagrada" a un acto criminal de robo de "propiedad". El artículo 27.3 (b) de los acuerdos ADPIC, que hace referencia a las patentes sobre recursos vivos, fue introducido prácticamente a la fuerza por las empresas de ciencias biológicas para poder coronarse como las reinas de la vida.

Patentando la vida
La firma de los acuerdos ADPIC ha traído como consecuencia el hecho de que compañías del sector químico de todo el mundo hayan comprado empresas bioquímicas y semilleros, reivindicando patentes sobre genes, semillas, plantas y animales.
El 80% de las semillas modificadas genéticamente que se plantan son propiedad intelectual de Monsanto. La empresa agrícola también posee patentes sobre una amplia gama de algodones, mostazas y soja, es decir, de semillas que Monsanto no ha "inventado" ni "creado", sino que han ido evolucionando a lo largo de siglos de innovación gracias a que los agricultores confiaron en la biodiversidad natural.
Una de las consecuencias de la globalización es que corporaciones como Monsanto se hayan hecho con el monopolio de las semillas. Estas empresas entraron por primera vez en la India a través de semillas de algodón híbridas y después con semillas de algodón Bt transgénicas, resistentes a los insectos. Las semillas de alto coste, que no son ni renovables ni fiables, hacen pasar difíciles apuros a los agricultores indios, llevando a miles a suicidarse. Las cifras oficiales del Gobierno, que se hicieron públicas en un debate parlamentario en 2006, ascienden a 150.000 suicidios la pasada década. El "cinturón del suicidio" coincide con las regiones en las que empresas como Monsanto han asentado sus monopolios.

El G8 promueve los mercados monopolistas
Bildunterschrift: Großansicht des Bildes mit der Bildunterschrift: "Cuartel
general" de Monsanto en San Louis, Missouri, Estados Unidos.
Y, sin embargo, en lugar de promover el acceso a semillas para todos los agricultores y el acceso a medicinas para todas las personas, el G8 está fomentando que las grandes corporaciones, que también son los gigantes de la biotecnología de las semillas, monopolicen el mercado.
Las prioridades para el G8, tal y como ha anunciado el asesor personal de la Canciller, hacen repetida mención a la promoción de derechos de propiedad intelectual reforzados para las empresas, haciendo caso omiso de las consecuencias que las patentes sobre semillas tienen para los agricultores.
El comunicado sobre las prioridades reza como sigue:
"La innovación es el fundamento del bienestar en las sociedades del conocimiento. La protección de la innovación, sobre todo en las relaciones comerciales y de inversiones a nivel internacional, desempeña un papel decisivo para la voluntad de invertir en investigación y desarrollo. Vemos la necesidad de actuar, especialmente en el marco de la mejora de las cooperaciones internacionales, para implementar derechos de propiedad intelectual en la lucha contra la piratería de marcas y productos."
No se hace mención alguna a la biopiratería como parte de los derechos de propiedad intelectual. Se asume que las patentes de productos son un derecho, mientras que las patentes de procesos son consideradas "piratería de productos". Esto constituye un apoyo directo a los monopolios corporativos de semillas.
El G8, en lugar de comprometerse a llevar a cabo la pendiente revisión de los acuerdos ADPIC, ha establecido como prioridad la firma de nuevos acuerdos para imponer monopolios y patentes que favorecen a las corporaciones.
Si los acuerdos ADPIC han matado a cientos de miles de agricultores en la India a base de negarles las semillas, ¿cuánta más violencia desatará una versión extendida de los mismos, dirigida por el G8, en el Tercer Mundo? Los derechos de propiedad intelectual corporativos se han convertido en una
amenaza para la supervivencia de los más pobres.


*Vandana Shiva (I.G.U.)
-Fuente:
http://www.dw-world.de/dw/article/0,,2569602,00.html?maca=spa-Titulares-640-html






UNA MIRADA*



He observado los bosques para ver únicamente los árboles de corteza caduca y hojas desnaturalizadas por las babosas. He visto los hongos comiéndose la oscuridad de la tierra, pájaros parasitados y animales moribundos en la maleza. He visto tormentas destructivas en la espesura, y
no me es ajena la cicatriz del rayo en los troncos torturados. No me es ajeno el dolor de los bosques, no comprendo cuando dices "mira" y sonríes a tal espectáculo de muerte y sufrimiento. No me es ajeno el espanto de la espesura.
Me muestras los mares, y las olas de sucia espuma rompen en playas formadas por millones de cadáveres calcáreos. Cómo mirar el mar, me pregunto, cómo admirarlo. Cómo evitar en él el naufragio, el llanto de las viudas, la extinción de los roncos mugidos de los cetáceos. No me son ajenos, te digo, los espantos oceánicos.
Diriges mi vista hacia las humanas multitudes. Señalas un niño, veo en él presentes y futuras crueldades, veo la lenta degradación de los órganos, el velo enquistado de los saberes falsos, de la dureza que hará de él soldado de inquisiciones, verdugo y juez de sus semejantes.
Alumbras para mí a un par de enamorados. Se devorarán, te digo, no hay forma alguna de que no acaben tironeando de sus propios despojos. Acabará la caricia en garra, el beso en colmillo, la ternura en cuchilla afilada. No me es ajeno, tampoco, el amor. Que ya lo he visto. No me es ajeno el amor, y no
conozco donativo más oneroso.

Meneas la cabeza tristemente. Me dices que tu paisaje es bello, que hay ternura en tu universo, que las sombras están, pero debajo de los claros objetos.
Dichosa de ti, dichosos los dichosos. Cíclope soy. Esto veo.


*de Mónica Russomanno. russomannomonica@hotmail.com






RUTKA LASKIER ERA UNA POLACA JUDIA QUE MURIO EN AUSCHWITZ

Después de 64 años, salió a la luz el diario de otra chica que sufrió el Holocausto*


Lo dio a conocer una amiga. Como el de Ana Frank, cuenta la vida bajo el terror nazi.

"Si Dios existiera, no permitiría que los seres humanos fueran arrojados vivos a hornos y que las cabezas de pequeñas criaturas fueran aplastadas con las culatas de armas o que asesinaran gente con gas. (...) La soga alrededor nuestro se está volviendo cada vez más apretada. Me estoy convirtiendo en un animal que aguarda su muerte". Rutka Laskier (1929 - 1943)


THE NEW YORK TIMES. ESPECIAL


El Museo del Holocausto de Israel dio a conocer este lunes el diario de una joven judía de 14 años considerada "la Ana Frank polaca". Pasados más de 60 años desde que esta adolescente lo escribió, el diario describe de manera muy vívida la forma cómo el mundo se desmoronaba a su alrededor mientras
ella alcanzaba la mayoría de edad en el interior de un ghetto judío.
"La soga alrededor nuestro se está volviendo cada vez más apretada", escribió en 1943 Rutka Laskier, poco antes de ser enviada a Auschwitz. "Me estoy convirtiendo en un animal que aguarda su muerte".
Pocos meses después, Rutka moría. El año pasado, una amiga polaca que había guardado su cuaderno hizo saber de su existencia. El museo aclaró que la veracidad de este diario fue convalidada por especialistas y sobrevivientes del Holocausto.
"El cuaderno de Rutka" es tanto un relato en forma de diario de 60 páginas sobre los horrores del Holocausto en Bedzin, Polonia, como una suerte de álbum con el detalle de vida de una adolescente típica obligada a vivir bajo circunstancias extraordinarias.
Seis millones de judíos fueron asesinados por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, después que los europeos de esta religión fueron agrupados en ghettos, expulsados de la mayoría de los trabajos y obligados a usar estrellas amarillas sobre su ropa.
"Simplemente no me hago a la idea, todavía, de que un día podré salir de esta casa sin una estrella amarilla sobre mi ropa", escribió Rutka Laskier el 8 de febrero de 1943. "O que esta guerra va a terminar un día. Si esto llega a ocurrir, seguramente me volveré loca de alegría".
"Si Dios existiera, no permitiría que los seres humanos fueran arrojados vivos a hornos y que las cabezas de pequeñas criaturas fueran aplastadas con las culatas de armas o que asesinaran gente con gas".
Al día siguiente, inició su cita diaria con una encendida descripción de su odio hacia sus martirizadores nazis pero luego, a modo de digresión, relató el gran amor que sentía por un chico de nombre Janek.
"Creo que se ha despertado la mujer en mí", admitió en las intensas páginas en su diario.
Cuando Rutka sintió temor por no llegar a sobrevivir, le contó a su amiga Stanislawa Sapinska sobre la existencia de este cuaderno, y ésta lo escondió.
"Ella quería que yo salvara este diario", admite Sapinska hoy, con 80 y pico de años.
Fue sólo por pedido de su sobrino más joven que Sapinska aceptó difundirlo el año pasado. Ahora está en manos del Museo del Holocausto en Israel.
"Tengo la impresión de que ésta es la última vez que escribo. ¡Ojalá todo esto terminara ya de una vez! Esto es un tormento. Es el infierno", dejó asentado en su diario el 20 de febrero de 1943.


TRADUCCION: Silvia S. Simonetti
-Fuente: Clarín. http://www.clarin.com/diario/2007/06/06/sociedad/s-03401.htm







INOCENCIA*



El siempre ha habitado el bosque. Este bosque. Este bosque que es, precisamente, lo que la palabra bosque nombra. Le mot juste, la palabra precisa.
Ha deambulado largamente por la foresta frondosa de gacelas de patas temblorosas y de almendrados ojos titilantes; ha transitado los senderos de pájaros de plumaje fantástico. Ha visto virar las hojas desde el espléndido verde al rojo ígneo, en atardeceres que fueron ocasos y también otoños de
ardiente puesta del día.
Solo es. La dulzura del aire se ofrece a sus pulmones limpios, la soledad no es una jaula estrecha. La soledad es este bosque interminable que se ofrece en sonidos y en imágenes de sólida belleza, intacta belleza. Cada día es el primer día. La lluvia limpia el universo cada vez.
No conoce la pérdida del acostumbramiento. Cada erguido árbol, cada arbusto retorcido le brinda nuevos deleites en insectos que danzan el aire, en frutos de esférica alegría, en tiernas raicillas que dibujan evanescentes formas fundidas a la perfecta simetría de las telas de araña.
Ah la alegría de las gotas de rocío capturando la primera luz, la última luz.
Solo es. La soledad no le aferra el pecho, no estrecha sus costillas.
La soledad no lo abraza con su estrangulamiento de enredadera. No sabe que está solo, y ello lo mantiene salvo de su oscuro veneno.
Siente el gozo de la tierra debajo y del firmamento curvo que dibujan su mundo de capullo cóncavo.
Solo es. Nada lo requiere con premura. Puede demorarse y fluir, puede transcurrir mansamente. Nada lo inquieta.
El ojo de agua en la espesura espeja el mundo. Mira la superficie y se ve a sí mismo como si no se viera. La presencia del otro no lo inquieta. Ve su imagen y es su imagen. No existe la obligación de hallar compañía en el espejo, no lo aferra la bíblica promesa, la bíblica maldición del apareamiento. Solo es.
Único y completo, solo es.
En su universo habita hasta ahora. Este ahora que le ofrece una muchacha casi niña entredormida, entrevista, entresoñada en su lecho de trébol húmedo.
Súbitamente una muchacha casi niña, ingenuidad de melodía sin semitonos en la súbita muchacha entrevista, entredormida, entresoñada.
Súbita muchacha en el lecho de trébol húmedo.
Jóvenes brazos de luna nueva, blancas curvas, tierna postura sedente.
El bosque expone el secreto de la niña clara, aliento de helecho matutino, escultura blanda. De pronto el bosque expone su secreto.
Es la doncella florida, la arcilla dócil, la forma exacta. De pronto el bosque halla su expresión en una criatura que lo resume.
Se acerca con pasos breves.
La recorre tocándola con la mirada, y allí están los anocheceres oscuros, las promesas de la fronda susurrante, la convergencia de los caminos y las aves aleteantes. Todo en ella está. Cada gesto suave de los largos tallos ondulados, cada aroma de fruta madura. Todo en ella se manifiesta.
El bosque es esta figura extendida, y lo contiene como un minúsculo camafeo.
Se acerca con pasos breves. Descansa la cabeza en el regazo de miel y nido. Siente por primera vez que ha estado solo, siente que esta niña le falta, que la añora desde ahora, cuando su cabeza reposa en un estrecho contacto que ya es separación y lejanía.
Ha recibido la amarga revelación de que él es un ser entre los seres, la demorada maldición de saber su individualidad. La condenación lo alcanza en este instante en que ya no es el bosque sino que increíble, atrozmente está en el bosque.

Decir que los hombres mataron al unicornio es acaso un agregado innecesario.



*de Mónica Russomanno. russomannomonica@hotmail.com








TIEMPO CERO*



*de Italo Calvino


Tengo la impresión de que no es la primera vez que me encuentro en esta situación: con el arco apenas flojo en la mano izquierda tendida hacia adelante, la mano derecha contraída atrás, la flecha F suspendida en el aire a casi un tercio de su trayectoria y, un poco más allá, suspendido también en el aire y también a casi un tercio de su trayectoria, el león L en el acto de saltar sobre mí con las fauces abiertas y las garras extendidas.
Dentro de un segundo sabré si la trayectoria de la flecha y la del león vendrán o no a coincidir en un punto X atravesado tanto por L como por F en el mismo segundo tx, es decir, si el león se desplomará en el aire con un rugido sofocado por el borbotón de sangre que le inundará la negra garganta atravesada por la flecha, o si caerá incólume sobre mí derribándome con un doble zarpazo que me desgarrará el tejido muscular de los hombros y del tórax, mientras su boca, cerrándose con un simple golpe de mandíbulas, me separará la cabeza del cuello a la altura de la primera vértebra.
Tan numerosos y complejos son los factores que condicionan el movimiento parabólico tanto de las flechas como de los felinos, que no me permiten por el momento juzgar cuál de sus eventualidades es más probable. Me encuentro pues en una de esas situaciones de incertidumbre y espera en las que no se
sabe realmente qué pensar. Y el pensamiento que se me presenta es éste: me parece que no es la primera vez.
No quiero referirme aquí a otras experiencias mías de caza: el arquero, apenas cree que ha adquirido experiencia, está perdido; cada león que encontramos en nuestra breve vida es diferente de cualquier otro león; guay si nos detenemos a hacer confrontaciones, a deducir nuestros movimientos de normas y presuposiciones. Hablo de este león L y de esta flecha F que han llegado ahora a casi un tercio de sus respectivas trayectorias.
Y tampoco puedo ser incluido entre los que creen en la existencia de un león primero y absoluto, del cual todos los diversos leones particulares y aproximativos que nos saltan encima son sólo sombras o apariencias. En nuestra dura vida no hay lugar para nada que no sea concreto y captable por
los sentidos.
Igualmente extraña me es la opinión del que dice que cada uno lleva en sí desde su nacimiento un recuerdo de león que amenaza en sus sueños, heredado de padre a hijo, y así cuando ve un león se dice en seguida: ¡vaya, el león!
Podría explicar por qué y cómo he llegado a excluirlo, pero no me parece que sea éste el momento oportuno.
Básteme decir que por «león» entiendo sólo esta mancha amarilla que emerge de un matorral de la sabana, este bufido ronco que exhala olor de carne sanguinolento, y el pelo blanco del vientre y el rosa bajo las zarpas, y el ángulo agudo de las uñas retráctiles como las veo ahora cerniéndose sobre mí
en una mezcla de sensaciones que llamo «león» por darle un nombre, aunque está claro que no tiene nada que ver con la palabra león ni tampoco con la idea de león que uno podría hacerse en otras circunstancias.
Si digo que este instante que estoy viviendo no es la primera vez que lo vivo, es porque la sensación que tengo es como de un ligero desdoblarse de imágenes, como si al mismo tiempo viera no un león o una flecha sino dos o más leones y dos o más flechas superpuestos con un corrimiento apenas perceptible, de modo que los contornos sinuosos de la figura del león y el segmento de la flecha resultan subrayados o mejor aureolados por líneas más sutiles y de color más esfumado. El desdoblamiento sin embargo podría ser solamente una ilusión con la cual me represento una sensación de espesor de otro modo indefinible, por la cual león flecha matorral son algo más que este león esta flecha este matorral, es decir, la repetición interminable de león flecha matorral dispuestos en esa precisa relación con una interminable
repetición de mí mismo en el momento en que apenas he aflojado la cuerda de mi arco.
No quisiera sin embargo que esta sensación como la he descrito se asemejase demasiado al reconocimiento de algo ya visto, flecha en esa posición y león en aquella otra y recíproca relación entre las posiciones de la flecha y del león y de mí plantado aquí con el arco en la mano; preferiría decir que lo que he reconocido es solamente el espacio, el punto del espacio en que se encuentra la flecha y que estaría vacío si la flecha no estuviera, el espacio vacío que ahora contiene al león y el que me contiene ahora a mí, como si en el vacío del espacio que ocupamos, o mejor atravesamos - es decir, que el mundo ocupa o, mejor, atraviesa -, algunos puntos me hubieran resultado reconocibles en medio de todos los otros puntos igualmente vacíos e igualmente atravesados del mundo. Y que quede bien claro: no es que este reconocimiento suceda en relación, por ejemplo, con la configuración del terreno, con la distancia del río o de la selva; el espacio que nos circunda es un espacio siempre diverso, lo sé, sé que la Tierra es un cuerpo celeste que se mueve en medio de otros cuerpos celestes que se mueven, sé que ninguna señal, ni en la Tierra ni en el cielo, puede servirme de punto de referencia absoluto, tengo siempre presente que las estrellas giran en la rueda de la galaxia y las galaxias se alejan una de la otra con velocidad
proporcional a la distancia. Pero la sospecha que me ha asaltado es justamente ésta: haber llegado a encontrarme en un espacio que no me es nuevo, haber vuelto a un punto por el cual ya habíamos pasado. Y como no se trata sólo de mí sino también de una flecha y de un león, no es el caso de pensar que sea un azar: aquí se trata del tiempo, que continúa recorriendo una huella que ya ha recorrido. Podría pues definir como tiempo y no como espacio ese vacío que me ha parecido reconocer al atravesarlo.
La pregunta que ahora me hago es si un punto del recorrido del tiempo puede superponerse a puntos de recorridos precedentes. En este caso, la impresión de espesor de las imágenes se explicaría como la palpitación repetida del tiempo en un instante idéntico. Podría también darse, en ciertos puntos, un
pequeño corrimiento entre un recorrido y el otro: imágenes ligeramente desdobladas o desenfocadas serían el indicio de que el trazado del tiempo está un poco desgastado por el uso y deja un sutil margen de juego en torno a sus pasajes obligados. Pero aunque no se tratase de un momentáneo efecto óptico, queda el acento como de una cadencia que me parece oír palpitar en el instante que estoy viviendo. No quisiera sin embargo que lo que he dicho hiciese pensar que este instante está como dotado de una especial consistencia temporal en la serie de instantes que lo preceden y lo siguen: desde el punto de vista del tiempo es exactamente un instante que dura como los otros, indiferente a su contenido, suspendido en su carrera entre el pasado y el futuro; lo que me parece haber descubierto es su recorrer puntual en una serie que se repite cada vez idéntica a sí misma.
En una palabra, todo el problema, ahora que la flecha traspasa el aire con un silbido y el león se arquea en su salto y no se puede prever todavía si la punta embebida en el veneno de serpiente traspasará el pelo leonado entre los ojos desorbitados o si errará el blanco abandonando mis vísceras inermes
al desgarrón que las separará de la urdimbre de huesos donde están ahora ancladas y las arrastrará dispersas por el suelo ensangrentado y polvoriento hasta que antes de la noche los cuervos y los chacales hayan borrado la última huella; todo el problema para mí es saber si la serie de que forma parte este segundo está abierta o cerrada. Porque si, como me parece haber oído sostener alguna vez, es una serie finita, si el tiempo del universo ha comenzado en cierto momento y continúa en una explosión de estrellas y nebulosas cada vez más enrarecidas hasta el momento en que la dispersión alcance el límite extremo y estrellas y nebulosas vuelvan a concentrarse, la consecuencia que debo sacar es que el tiempo volverá sobre sus pasos, que la cadena de los minutos se desenrollará en sentido inverso, hasta que se
llegue de nuevo al principio, para recomenzar después, todo esto infinitas veces - y no está dicho, entonces, que haya tenido un comienzo: el universo no hace sino pulsar entre dos momentos extremos, obligado a repetirse desde siempre -, así como infinitas veces se ha repetido y se repite este segundo
en que ahora me encuentro.
Tratemos pues de ver claro: yo me encuentro en un punto espaciotemporal intermedio cualquiera de una fase del universo; al cabo de centenares de millares de billones de segundos he aquí que la flecha y el león y yo y el matorral nos hemos encontrado como nos encontramos ahora, y este segundo será de inmediato tragado y sepultado en la serie de los centenares de millares de billones de segundos que continúa, independientemente del resultado que tenga de aquí a un segundo el vuelo convergente o corrido del león y de la flecha; después en cierto momento la carrera invertirá su sentido, el universo repetirá su curso a la inversa, de los efectos resurgirán puntuales las causas, e incluso de estos efectos que me esperan y que no conozco, de una flecha que se clava en el suelo levantando una nube amarilla de polvo y menudas astillas de sílex o que traspasa el paladar de la fiera como un nuevo diente monstruoso, se regresará al momento que ahora estoy viviendo, la flecha volviendo a empulgarse como chupada en el arco tenso, el león cayendo detrás del matorral sobre las zarpas posteriores contraídas a resorte, y todo el después será poco a poco borrado segundo por segundo por el retorno del antes, será olvidado en el descomponerse de los miles de millones de combinaciones de neuronas dentro de los lóbulos de los
cerebros, de modo que nadie sabrá que vive en el reverso del tiempo como ni siquiera yo ahora estoy seguro de cuál es el sentido en que se mueve el tiempo en que me muevo, y si el después que espero no ha sucedido ya en realidad hace un segundo, llevando consigo mi salvación o mi muerte.
Lo que me pregunto es si, considerando que a este punto de todos modos se ha de volver, no es cosa de que yo me detenga, que me detenga en el espacio y en el tiempo, mientras la cuerda del arco apenas aflojada se curva en la dirección opuesta a aquella hacia la cual había estado anteriormente tendida, y mientras el pie derecho apenas aliviado del peso del cuerpo se levanta en una torsión de noventa grados, y de que esté así inmóvil esperando que de la oscuridad del espaciotiempo vuelva a salir el león y a
disponerse contra mí con las cuatro zarpas altas en el aire, y la flecha vuelva a insertarse en su trayectoria en el punto exacto en que está ahora.
¿Para qué sirve en realidad seguir si antes o después tendremos que encontrarnos en esta situación? Da lo mismo que yo me conceda un descanso de unas decenas de miles de millones de años, y deje que el resto del universo continúe su carrera espacial y temporal hasta el fin, y espere el viaje de retorno para saltar de nuevo dentro, y después volver atrás en la historia mía y del universo hasta los orígenes, y después recomenzar otra vez para encontrarme aquí de nuevo - o que deje que el tiempo vuelva atrás por su cuenta y después vuelva a acercárseme mientras yo estoy siempre quieto esperando -, y ver entonces si la vez es buena para decidirme a dar el otro paso, para ir a dar una ojeada a lo que me sucederá dentro de un segundo, o si no me conviene detenerme definitivamente aquí. Para eso no es necesario que mis partículas materiales sean sustraídas a su curso espaciotemporal, a la sanguinaria efímera victoria del cazador o del león: estoy seguro de que una parte de nosotros queda de todos modos enviscada en cada intersección del tiempo y, del espacio, y por lo tanto bastaría no separarse de esa
parte, identificarse con ella, dejando que el resto gire como debe girar hasta el final.
Se me presenta, en suma, esta posibilidad: constituir un punto fijo en las fases oscilantes del universo. ¿Debo aprovechar la ocasión o mejor dejarla pasar? Detenerme, quizá me detendría no yo solo, cosa que, me doy cuenta, tendría poco sentido, sino yo junto con lo que sirve para definir este instante para mí, flecha león arquero suspendidos así como estamos para siempre. Me parece en realidad que si el león supiera claramente cómo están las cosas, de seguro también él estaría de acuerdo en permanecer como se
encuentra ahora, a casi un tercio de la trayectoria de su salto furioso, y en separarse de aquella proyección de sí mismo que dentro de un segundo irá al encuentro de los rígidos espasmos de la agonía o de la masticación rabiosa de un cráneo humano todavía caliente. Puedo hablar, pues, no sólo por mí, sino también en nombre del león. Y en nombre de la flecha, porque una flecha no puede querer sino ser flecha como lo es en este rápido momento, y aplazar el destino de desperdicio romo que le espera, cualquiera
que sea el blanco en que dé.
Establecido, pues, que la situación en que nos encontramos ahora yo y león y flecha en este instante t0 se verificará dos veces para cada vaivén del tiempo, idéntica las tres veces, y así ya se había repetido tantas veces cuantas el universo ha repetido su diástole y su sístole en el pasado - si es que tiene sentido hablar de pasado y de futuro para la sucesión de estas fases, cuando sabemos que no tiene ninguno en el interior de las fases -, queda siempre la incertidumbre sobre las situaciones en los sucesivos segundos t1, t2, t3, etcétera, así como parecía incierta en los precedentes t-1, t-2, t-3, etcétera.
Las alternativas, mirándolo bien, son éstas: o las líneas espaciotemporales que el universo sigue en las fases de su pulsación coinciden en todos sus puntos; o bien coinciden sólo en algunos puntos excepcionales, como el segundo que estoy viviendo, para diverger después en los otros.
Si esta última alternativa es la justa, desde el punto espaciotemporal en que me encuentro parte un haz de posibilidades que cuanto más avanzan en el tiempo más divergen en cono hacia futuros completamente diferentes entre sí, y a cada vez que me encuentre aquí con la flecha y el león en el aire corresponderá un diferente punto X de intersección de sus trayectorias, cada vez el león será herido de manera diferente, tendrá una agonía diferente o encontrará en medida diferente nuevas fuerzas para reaccionar, o no será herido y se arrojará sobre mí cada vez de una manera diferente dejándome o
no dejándome posibilidad de defensa, y mis victorias y mis derrotas en la lucha con el león se revelan potencialmente infinitas, y cuantas más veces sea yo despedazado tantas más probabilidades tendré de dar en el blanco la próxima vez que me encuentre aquí de nuevo dentro de miles de millones de años, y sobre esta situación mía de ahora no puedo emitir ningún juicio porque en caso de que yo esté viviendo la fracción de tiempo inmediatamente anterior a la garra de la fiera, éste sería el último momento de una época feliz, mientras que si lo que me espera es el triunfo con que la tribu acoge al cazador de leones victorioso, esto que estoy viviendo es el colmo de la angustia, el punto más negro del descenso a los infiernos que debo cumplir para merecer la apoteosis. De esta situación, pues, me conviene huir sea
como fuere lo que me aguarda, porque si hay un intervalo de tiempo que no cuenta nada es justamente éste, definible sólo en relación con el que le sigue, es decir, en sí mismo este segundo no existe, y no hay ninguna posibilidad no sólo de detenerse en él sino de atravesarlo lo que dura un segundo, en suma, es un salto del tiempo entre el momento en que el león y la flecha han emprendido su vuelo y el momento en que un chorro de sangre irrumpirá de las venas del león o de las mías.
Añádase que si de este segundo parten en cono infinitas líneas de posibles futuros, las mismas líneas provienen oblicuas de un pasado que es también un cono de posibilidades infinitas, por lo tanto el yo mismo que se encuentra ahora aquí con el león que se le desploma desde lo alto y con la flecha que
abre su camino en el aire, y un yo mismo cada vez diferente porque el pasado la edad la madre el padre la tribu la lengua la experiencia son diferentes cada vez, el león es siempre otro león aunque sea exactamente así como lo veo cada vez, con la cola que en el salto se ha replegado acercando el
mechón al flanco derecho en un movimiento que podría ser tanto un latigazo como una caricia, con las crines tan abiertas que tapan a mi vista gran parte del pecho y del torso y sólo dejan surgir lateralmente las zarpas anteriores levantadas como preparándose para un abrazo jubiloso pero en
realidad prontas a hundirme las uñas en los hombros con todas sus fuerzas, y la flecha está hecha de una materia siempre diferente, aguzada con diferentes instrumentos, envenenada con disímiles serpientes, pero siempre atravesando el aire con la misma parábola y el mismo silbido. Lo que no cambia es la relación entre yo flecha león en ese instante de incertidumbre que se repite igual, incertidumbre cuya apuesta es la muerte, pero es preciso reconocer que si esta muerte inminente es la muerte de un yo con
diferente pasado, de un yo que ayer por la mañana no ha estado recogiendo raíces con mi prima, es decir, mirándolo bien, otro yo, de un extraño, quizá de un extraño que ayer por la mañana estuvo recogiendo raíces con mi prima, por lo tanto de un enemigo, aunque aquí en mi lugar las otras veces en cambio de estar yo había otro, no es que me importe ya mucho saber si la vez antes o la vez después la flecha dio o no en el león.
En este caso entonces queda excluido que el detenerme en t0 por todo el curso del espacio y del tiempo tenga para mí interés. Se mantiene siempre sin embargo la otra hipótesis: así como en la vieja geometría bastaba que las líneas coincidieran en dos puntos para que coincidieran en todos, así puede darse que las líneas espaciotemporales trazadas por el universo en sus fases alternas coincidan en todos sus puntos y entonces no sólo t0 sino también t1 y t2 y todo lo que vendrá después coincidirán con los respectivos
t1, t2, t3 de las otras fases, y así todos los segundos precedentes y siguientes, y yo estaré reducido a tener un solo pasado y un solo futuro repetidos infinitas veces antes y después de este momento. Cabe sin embargo preguntarse si tiene sentido hablar de repetición cuando el tiempo consiste en una serie única de puntos tales que no permiten variaciones ni en su naturaleza ni en su sucesión: bastaría entonces decir que el tiempo es finito y siempre igual a sí mismo, y por lo tanto puede considerarse como
dado contemporáneamente en toda su extensión formando una pila de estratos de presente; es decir, se trata de un tiempo absolutamente lleno, en cuanto cada uno de los átomos en que es descomponible constituye como un estrato que está continuamente presente, inserto entre otros estratos también
continuamente presentes. En resumen, el segundo t0 en el que están la flecha F0 y un poco más allá el león L0 y aquí el yo mismo Q0 es un estrato espaciotemporal que permanece detenido e idéntico para siempre, y junto a ese se dispone t, con la flecha F, y el león L, y el yo mismo Q, que han cambiado ligeramente sus posiciones, y, allí al lado está t2 que contiene F2, L2 y Q2 y así sucesivamente. En uno de esos segundos puestos en fila resulta claro quién vive y quién muere entre el león Ln y el yo mismo Qn, y en los segundos siguientes seguramente se están desenvolviendo: o los festejos de la tribu al cazador que vuelve con los despojos del león, o los funerales del cazador mientras a través de la sabana se difunde el terror al paso del león asesino. Cada segundo es definitivo, cerrado, sin interferencias con los otros, y yo Q0. aquí en mi territorio t0, puedo estar absolutamente tranquilo y desinteresarme de lo que contemporáneamente está sucediendo a Q1, Q2, Q3, Qn. en los respectivos segundos vecinos míos,
porque en realidad los leones L1, L2, L3, Ln no podrán jamás ocupar el lugar del notorio y todavía inofensivo aunque amenazante L0, mantenido a raya por una flecha en vuelo F0 portadora aún en sí de esa potencia mortífera que podría revelarse desperdiciada por F1, F2, F3, Fn, en su disponerse en
segmentos de trayectoria cada vez más distantes del blanco, ridiculizándome como el arquero más chambón de la tribu, o mejor ridiculizando como chambón a aquel Q0, que en t-1 apunta con su arco.
Sé que la comparación con los fotogramas de una película, se impone espontáneamente, pero si he evitado hasta ahora hacerla he tenido mis razones. Es cierto que cada segundo está encerrado en sí mismo y es
incomunicable con los otros exactamente corno un fotograma, pero para definir su contenido no bastan los puntos Q0 L0, F0, con los cuales lo limitaremos a una escenita de caza del león, todo lo dramática que se quiera pero desde luego no muy vasta de horizontes; lo que ha de tenerse en cuenta contemporáneamente es la totalidad de los puntos contenidos en el universo en ese segundo t0, no uno exclusivamente, y entonces el fotograma es mejor quitárselo de la cabeza porque no hace más que confundir las ideas.
De modo que yo ahora que he decidido habitar para siempre este segundo t0 - y si no lo hubiera decidido sería lo mismo porque en cuanto Q0 no puedo habitar ningún otro - tengo toda la comodidad para mirar a mi alrededor y contemplar segundo en toda su extensión. Aquel abarca a mi derecha un río
negreante de hipopótamos, a mi izquierda la sabana blanconegreante de cebras y esparcidos en varios puntos del horizonte algunos baobabs amarillonegreantes de tucanes, cada uno de estos elementos contramarcado por las posiciones que ocupan respectivamente los hipopótamos H(a)0, H(b)0,
H(c)0, etcétera, las cebras C(a)0, C(b)0, C(c)0, etcétera, los tucanes T(a)0, T(b)0, T(c)0, etcétera. Aquel comprende además aldeas de caballas y almacenes de importaciones y exportaciones, plantaciones que ocultan bajo tierra millares de semillas en momentos diversos de su proceso de germinación, desiertos interminables con la posición de cada granito de arena G(a)0, G(b)0... G(n)0 transportado por el viento, ciudades de noche con ventanas iluminadas y ventanas apagadas, ciudades de día con semáforos
rojos y amarillos y verdes, curvas de la productividad, índices de precios, cotizaciones de bolsa, propagaciones de enfermedades infecciosas con la posición de cada uno de los virus, guerras locales con ráfagas de balas B(a)0, B(b,)0, B(n)0, suspendidas en su trayectoria que quién sabe si herirán a los enemigos E(a)0, E(b)0, E(n)0 escondidos entre las hojas, aeroplanos con racimos de bombas que han de, ser soltadas, guerra total implícita en la situación internacional IS0 que no se sabe en qué momento se
convertirá en guerra total explícita, explosiones de estrellas supernovas que podrían cambiar radicalmente la configuración de nuestra galaxia...
Cada segundo es un universo, el segundo que vivo es el segundo en que habito, the second I live is the second I live in, tengo que habituarme a pensar mi razonamiento contemporáneamente en todas las lenguas posibles si quiero vivir extensivamente mi instante-universo. A través de las combinaciones de todos los datos contemporáneos podré alcanzar un conocimiento objetivo del instante-universo t0 en toda su extensión espacial yo incluido, dado que en el interior de t0 yo Q0 no estoy determinado por mi
pasado Q-1 Q-2 Q-3 etcétera sino por el sistema constituido por todos los tucanes T0, balas B0, virus V0, sin los cuales no podría establecerse que yo soy Q0. Más aún, dado que ya no me preocupa qué le ocurrirá a Q1, Q2 Q3 etcétera, no es cosa de que siga adoptando el punto de vista subjetivo que
me ha guiado hasta aquí, puedo identificarme tanto conmigo como con el león o con el granito de arena o con el índice del costo de la vida o con el enemigo o con el enemigo del enemigo.
Para hacer esto basta establecer con exactitud las coordenadas de todos esos puntos y calcular algunas constantes. Podría por ejemplo poner de relieve todas las componentes de suspensión e incertidumbre que valen tanto para mí como para el león la flecha las bombas el enemigo y el enemigo del enemigo,
y definir t0 como un momento de suspensión e incertidumbre universal. Pero esto no me dice todavía nada de sustancial sobre t0 porque admitiendo que se trata de un momento de todos modos terrible como me parece ya probado, podría ser tanto un momento terrible en una serie de momentos de
terribilidad creciente como un momento terrible en una serie de terribilidad decreciente y por lo tanto ilusoria. En otras palabras, esta firme pero relativa terribilidad de t0 puede asumir valores completamente diferentes, por cuanto t1, t2, t3 pueden transformar la sustancia de t. de manera
radical, o mejor dicho son los varios t, de Q1, L1, E(a), N(a) los que tienen el poder de determinar las cualidades fundamentales de t0.
Aquí me parece que las cosas comienzan a complicarse: mi línea de conducta es encerrarme en t0, y no saber nada de lo que sucede fuera de este segundo, renunciando a un punto de vista limitadamente personal para vivir t0 en su global configuración objetiva, pero esta configuración objetiva se puede
captar no desde el interior de t0 sino sólo observándola desde otro instante-universo, por ejemplo desde t0, o desde t2, y no desde toda su extensión contemporáneamente sino adoptando decididamente un punto de vista, el del enemigo o el del enemigo del enemigo, el del león o el de mí mismo.
Recapitulando: para detenerme en t0 debo establecer una configuración objetiva de t0; para establecer una configuración objetiva de t0 debo desplazarme a t1; para desplazarme a t1, debo adoptar una perspectiva subjetiva cualquiera, por lo tanto da lo mismo que tenga la mía.
Recapitulando una vez más: para detenerme en el tiempo debo moverme con el tiempo, para llegar a ser objetivo debo mantenerme subjetivo.
Veamos ahora cómo comportarme en la práctica: quedando establecido que yo como Q0 conservo mi residencia fija en t0, podré entre tanto hacer una escapada lo más rápida posible a t1, y si no basta, continuar hasta t2 y t3 identificándome provisionalmente con Q1, Q2 y Q3, todo esto naturalmente en
la esperanza de que la serie Q continúe y no sea prematuramente truncada por las uñas combadas de L1, L2, L3, porque sólo así podré darme cuenta de cómo se configura mi posición de Q0 en t0, que es la única cosa que debe importarme.
Pero el peligro que corro es que el contenido de t1, del instante-universo t1, sea tanto más interesante, tanto más rico que t0 en emociones y sorpresas no sé si triunfales o ruinosas, que yo esté tentado de dedicarme todo a t1, dando la espalda a t0, olvidándome de que he pasado a t1, sólo para informarme mejor sobre t0. Y en esta curiosidad por t1, en este ilegítimo deseo de conocimiento por un instante-universo que no es el mío, al querer darme cuenta de si hago realmente un buen negocio permutando mi
estable y segura ciudadanía en t0 por esa porción de novedad que es t1, puede ofrecerme, podré dar un paso hasta t2, cosa de tener una idea más objetiva de t1; y ese paso a t2, a su vez...
Si las cosas son así, ahora me doy cuenta de que mi situación no cambiaría en nada ni siquiera abandonando las hipótesis de las cuales he partido, esto es, suponiendo que el tiempo no conozca repeticiones y consista en una serie irreversible de segundos uno diferente del otro, y cada segundo suceda de una vez para siempre, y que habitarlo en su duración exacta de un segundo quiera decir habitarlo para siempre, y que t0 me interesa solamente en función de los t1, t2, t3 que le siguen, con su contenido de vida o de muerte como consecuencia del movimiento que ha cumplido disparando la
flecha, y del movimiento que ha cumplido el león dando su salto, e incluso de los otros movimientos que el león y yo haremos en los próximos segundos, y del miedo que por toda la duración de un interminable segundo me tiene petrificado, tiene petrificado en vuelo al león y a la flecha a mi vista, y el segundo, t0 fulmíneo como ha llegado fulmíneamente ahora se dispare en el segundo sucesivo, y trace sin más dudas la trayectoria del león y de la flecha.



-FUENTE: www.munisurquillo.gob.pe/website/libros/Calvino/Tiempo.pdf




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Queridas amigas, queridos amigos:

El domingo 10 de junio del 2007 presentaremos en la Radiofabrik Salzburg (107.5 FM), entre las 19:06 y las 20:00 horas (hora de Austria!), en nuestro programa bilingüe Poesía y Música Latinoamericana, música del compositor peruano César Peredo. Las poesías que leeremos pertenecen a Jaime Saenz (Bolivia) y la música de fondo será de Meditación (Andes). ¡Les deseamos una feliz audición!


ATENCIÓN: El programa Poesía y Música Latinoamericana se puede escuchar online en el sitio www.radiofabrik.at
(Link MP3 Live-Stream. Se requiere el programa Winamp, el cual se puede bajar gratis de internet)
!!!! Tengan por favor en cuenta la diferencia horaria con Austria!!!!


REPETICIÓN: ¡La audición del programa Poesía y Música Latinoamericana se repite todos los jueves entre las 10:06 y las 11:00 horas (de Austria!), en la Radiofabrik de Salzburgo!
Cordial saludo!


YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur.
www.euroyage.com

Schießstattstr. 44 A-5020 Salzburg
AUSTRIA
Tel. + Fax: 0043 662 825067


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Reescribiendo noticias. Una invitación permanente y abierta a rastrear noticias y reescribirlas en clave poética y literaria. Cuando menciono noticias, me refiero a aquellas que nos estrujan el corazón. Que nos parten el alma en pedacitos. A las que expresan mejor y más claramente la injusticia social. El mecanismo de participación es relativamente simple. Primero seleccionar la noticia con texto completo y fuente. (indispensable) y luego reescribirla literariamente en un texto -en lo posible- ultra breve (alrededor de 2000 caracteres).
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