*Foto de Eduardo Francisco Coiro.
https://www.instagram.com/educoiro/
*
-Hola Borges, ¿me puedo sentar?
-Querida señora: ¿A qué se dedica?
-Sonrojada y tímida le contesto: a buscar
lo que amo.
Contesta con expresión cálida -el amor es
lo que también he tratado de encontrar. Es fácil leerlo. Pero vivirlo, a eso no
nos enseñaron-.
*De Azul.
azulaki@hotmail.com
A BUSCAR LO QUE AMO
-De Nora Azul del Rosario Akimenco.
*
Él les creó una luna artificial
en el ventanal.
Coleccionó rosas de
florero dormidas.
Dibujó un sol de
girasoles en la pared.
Les cantó una serenata
debajo de la persiana
con una guitarra de
juguete.
Se puso alas de papel
crepe y alambre.
Se vistió de súper
héroe.
Hacía morisquetas para
que rieran.
Lo llamaban Papá.
Un día
especial
Mi pie izquierdo giró derecho
recibí un ramo de rosas amarillas
reí de mis defectos
Leonardo Di Caprio me dio un
beso de película
No leí las noticias de los diarios
Las plumas de mi sonrisa desplegaron
golondrinas de coral
Me duché con agua bendita
El olfato animal me llevó
por la tibieza de su intuición
nadé en un mar de nubes
No repasé en el qué dirán de mí
Ni cuánta plata tenía en los bolsillos
caminé por la playa sin un sostén prensado
Ni tuve en cuenta al reloj.
*
(Tarde de sol de invierno, tendida en
una hamaca paraguaya)
- En el vaivén de telas artesanales, con
siluetas incaicas, descanso.
Un acordeón verde titila en los laterales.
El agua planchadita del estanque invitaría a beber a benteveos, mariposas y
aguaciles. Las abejas zumbarían en racimos nacientes de uvas chinches.
Hay que robar los rayos de sol tan escuetos
en esta estación. Mi hermana prepara un rico mate con hierbas y jengibre. El
agua del termo se fusiona con los sabores que brota en espuma sabrosa.
El atardecer viene con frío, hay que ir a
la cercanía del hogar prendido de eucaliptos, chispas rosadas y celestes
aúllan.
El perrito Tuco es el que más se acerca a
la chimenea, parece un gato mimoso. O un
humano enmudecido y deslumbrado por la adoración al fuego. Con su hocico casi
adentro de las brasas dormita consentido.
Es hora de volver, me despido en un “hasta
pronto”.
Espejos
de la profundidad
Sueño entre espumas vibrantes
un texto abre sus compuertas.
En un andar vertiginoso
las manecillas de un reloj
retroceden hacia el pasado.
Saboreo savia de los que amo.
Aquilina
A Aquilina Squiva de
Akimenco.
Ella viene en un barco pesquero, huye con
su marido de la guerra. El temblor de las olas coincide con la incertidumbre de
los que emigran con lo puesto. Dedos congelados, narices rojas, dientes
apretados. La humedad hostil y gruesa del traslado compone un ambiente de
alarma y sobresalto. El aire marino estruja la respiración.
Ella, a pesar de todo, no permite que el
viento robe sus modales ni elegancia. Sus ojos de color turquesa noble,
observan el tiempo para arribar a tierra.
No hay lágrimas, sólo acentos extraños en
sus labios. La labilidad de su figura contrasta con su gorro de piel.
Ha dejado todo, sus parientes, sus siervos,
y su altanería. Logra contentarse con el samovar que tiene su escudo real.
Su alma cristalizada en restos de rojo político
y de supervivencia la han convertido en una foto.
Su imagen cuando llegue a su destino, por
el momento incierto, caprichoso, escalará vital en sus hijos, con la ofrenda de
libertad.
Ella, mi abuela que no conocí.
Ruiseñor
de tus labios.
Me faltó un beso
esta mañana
descansaba desnuda
y entre sueños oía
cómo el ruiseñor
tarareaba
su suave dueño
en puntitas de pie
al solcito orientaba.
Me faltaron tres y cien besos
Esta mañana.
Cuando te encuentre
en secreto
te robaré las plumitas
el ruiseñor de tus labios.
*
En el velo de la
tristeza hay cientos de lágrimas con ilusiones.
¿Sabrá el dique de tu
ternura dejarlas que desborden?
Lo que
el viento me dejó
Una brisa trae el aroma de un perfume
francés: es mi abuela.
Ella con su mirada celeste hacía de las
siestas un mundo fantástico.
Entre mantones de Manila, zarzuelas,
peinetones de carey, una niña
Azul entraba por el espejo del ropero a un
escenario teatral. Esa pícara,
bailaba y zapateaba el tablao con
desparpajo. Su pollera negra y roja.
Zapatos de tacón. Castañuelas improvisadas.
Labios toreros carmesí
tarareaban con candor, la melodía que sus
abuelos tanto amaban.
Esas tardes de persianas abiertas a las
rosas rojas, a los jazmines
blancos, al olor a tierra mojada para
plantar algún malvón morado,
hicieron de mí un injerto, una semilla
multicolor.
*
Soy esa imagen
reflejada o soy otra. En realidad, creo ser otra. Si, demasiado aniñada.
Demasiado fiel y con tantos deseos de volar, que me pierdo en una tela de
araña, en una flor o en el vidrio humedecido por el vapor. Pero, a veces no me
reconozco.
Y dudo.
Nubecitas
Un Hilván más otro y
otro tejiendo la sorpresa.
Toco, palpito cada
palabra exquisita en esta tarde donde soplan nubecitas del pasado.
*
Una frase dice "el lenguaje no puede
abarcar la totalidad de la palabra". Le agregaría en la escritura.
Y es lo que propone el texto, el poema, el
relato. Quien lee viaja en tantas tramas que se abren, bifurcan, entrecruzan,
en tantos escenarios dispares y conmovedores.
Quien logra involucrarse en un párrafo que
lleve a escenas imaginarias de su intimidad, a lugares que rebotan en su
pasado, presente y futuro.
Los
Tiraflores
Cruzo de vez en cuando tiraflores
que aún hoy me dicen algún piropo:
¿Te muestro mi
choripán?
¡Qué lomo para
saborear!
Que florcita para
deshojar
Qué buena que está la
madurita
¿Pero no ven que estoy marchita?
O acaso los provoco
con mi delantera danzante
para que me manden un piropo
por atrás y por adelante
Dios mío por si acaso ruego
que los Miraflores no sepan
que sus frases son fuego
que sus calientes locuciones me inquietan
ardiendo hasta la punta de los pelos.
Medicina para el alma
vieja maraña de maña
pues camino más derecha y oportuna
por si ayuda alguna aventura
a sacarme las telas de araña.
Bendiciones a los
tiraflores.
*
Para todos los que ven
la vida frescos, sin prejuicios, sensibles a refrigerar al planeta, a tener una
comunidad más solidaria, a llamar las cosas como pueden, a los que en algún
momento tenemos el enanito Fascista, y a los que tanto quiero, (“sin reproches,
a veces”)
**
-Nora
Azul del Rosario Akimenco. Vive en
la ciudad de La Plata.
Es Licenciada en Psicología. Directora de
Psicodrama Terapéutico y Pedagógico. -
Instructora de Hatha Yoga.
-Autora del Libro "¿Cuándo me vas a conseguir un papá y una mamá?"
Editorial Universitaria de La Plata.
Inventren
https://inventren.blogspot.com.ar/
EL
ORIGEN*
La memoria de los ausentes pasa por las
afueras como tren de carga en la noche profunda. Se funde con sueños o
pesadillas.
La imagen más antigua que Kalman recuerda
de Esteban a veces se confunde con la última e irreversible.
Sentados en el patio de la escuela
industrial sobre los bancos de madera que se armaban en el taller de
carpintería. Esteban sobre su banco que tenía el número 42 le daba cuerda al
reloj Tressa que su abuelo le había
regalado en vida.
Por alguna cuestión que nunca quedo del
todo esclarecida Esteban tenía desdibujados a sus padres. Especialmente a su
padre que no existía en su hablar cotidiano. Él hablaba de sus abuelos que
vivían en el campo, en un lugar que imaginábamos lejano "viven en su
chacra allá en Km.". Después supimos que se refería a Km 55 un modesto
apeadero que utilizaban unos pocos vecinos del lugar.
Fue Kalman, siempre curioso, el que
preguntó a Esteban por el origen de su nombre.
-Por mi abuelo materno "Stephen
Randall Burkett" dijo con el gesto corporal de orgullo como si hablará de
un prócer.
Y era tal cual, para Esteban su abuelo era
un héroe de los tantos que vinieron al país a trabajar. "y sudar la
camiseta" Trabajaba en los talleres Libertad del antiguo Midland. Se
jubiló unos meses antes que la dictadura de Onganía cerrara los talleres y
fuese esto el principio del fin del tren.
La historia que le fluía a Esteban
contarnos era más remota. Su abuelo había nacido en una zona rural de
Inglaterra cercana a Escocia. El abuelo se consideraba escocés, aunque los
mapas que Esteban dibujaba en el aire y nosotros no entendíamos confirmaban que
el pueblo más cercano Kirkby Stephen
quedaba en Inglaterra.
-Seguro que lo llamaron a tu abuelo
"Stephen" por el nombre del pueblo dijimos en coro.
Aquel pueblo tenía tren. El abuelo Stephen
lo tomaba para ir a estudiar a una escuela técnica especializada en máquinas
ferroviarias. Su abuelo llegó al país en 1938 para la adaptación de los trenes
Birmingham que eran una maravilla tecnológica para aquella época.
Aquel abuelo era técnico especializado en
los talleres de Libertad, iba y venía con un impecable traje negro. Así como en
uno de esos azares mágicos e increíbles Esteban nos regaló como se conocieron
sus abuelos. Su abuela Ligia nacida en un pueblo de Alessandria era corta de
vista y tan despistada que se sentó sobre el abuelo Stephen con su traje negro
como si fuese un asiento libre. Imaginar un después inmediato entre el escoses y
la italiana que hablaban en sus propios idiomas era digno de película.
Esteban fue testigo de un ritual que
tenían. Cuando levantaban la voz en alguna discusión. Al rato -para acercar la
intransigencia- la abuela Ligia se levantaba de la mesa, la bordeaba y se iba a
sentar sobre las piernas de Stephen. "Para que no olvides como
empezamos" decía ella con un tono dulce de voz.
-Al menos ahora no te levantas como un
resorte a los gritos. -decía él.
Y reían como niños.
*De Eduardo
Francisco Coiro.
-Próxima estación:
LOS
EUCALIPTOS.
-Continuidad literaria por el Ferrocarril Provincial:
FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE.
GOBERNADOR UDAONDO.
LOMA VERDE.
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN.
GOBERNADOR DE SAN JUAN RUPERTO GODOY.
GOBERNADOR OBLIGADO.
ESTACIÓN DOYHENARD.
ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA.
D. SÁEZ.
J. R. MORENO.
EMPALME
ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY.
LISANDRO OLMOS.
INGENIERO
VILLANUEVA.
ARANA.
GOBERNADOR GARCIA.
LA PLATA.
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escritura
-Editor responsable: Lic. Eduardo Francisco Coiro.
Blog histórico &
archivo:
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