*Foto de Eduardo Francisco Coiro. @educoiro
XII *
Dejé tendida
mi mesa
mi mano
mi cama
me miraste
como si fuera
hermosa y suave
sagrada
como si fuera
una magnolia
que se deshoja.
*De Mariana
Finochietto. mares.finochietto@gmail.com
(poema de Desviadero, Mascarón de proa, 2025)
-Mariana
nació en General Belgrano, provincia de Buenos Aires, en 1971. Actualmente
vive en City Bell.
Publicó: Cuadernos de la breve ceguera (La Magdalena, 2014)
Jardines, en coautoría con Raúl Feroglio (El Mensú,
2015)
La hija del pescador (La Magdalena, 2016)
Piedras de colores (Proyecto Hybris, 2018)
El orden del agua (GPU Ediciones ,2019)
Madura (Sudestada, 2021)
Quiero sacar la cabeza
por la ventanilla de tu coche (Halley Ediciones, 2023)
Patio (elandamio ediciones, 2024)
Poesía reunida (Medusa editores, 2024)
Trinchera (Sudestada, 2025)
Desviadero, (Editorial Mascarón de proa, 2025)
No
mires a los ojos de los maniquís*
No mires a los ojos de los maniquís.
Sus ojos son la senda incomprensible
hacia mundos terribles nunca presentidos.
Todo en el aire parece agazapado
como en espera de un único movimiento en
falso
para saltar definitivamente sobre tus
últimas moradas.
Los maniquíes no saben hablar.
No es probable que uno de ellos se decida a
amar.
Nunca podrás sembrar la dulzura en sus
almas
porque sus almas están hechas de plástico.
Sus frías manos nada harán renacer.
El coágulo incoloro de sus rostros,
la rigidez enfermiza de sus miembros,
la quietud infinitamente repetida,
pueden causar lesiones en el corazón poco
habituado
del incansable espectador de platea.
Pero no mires jamás a los ojos de los
maniquíes
o tu alma podría hundirse en el fondo sin
fe de los espejos
o peor, diluirse
en el cosmos sin fin de las regiones
quietas.
*De Sergio
Borao LLop. sbllop@gmail.com
-De El
Rostro Prohibido. Poemas de @S_Borao_Llop
*
Les diré:
el vínculo amoroso
rara vez
apoyará su paso por la
línea
emocionada y blanca
que trazamos.
Sin pudor, romperá
nuestras costillas,
y torcerá el circuito
de la espera.
Hablo del vínculo:
amigas, hijos,
esposos, amantes,
madres, padres,
hermanas, todos.
¿Cómo saber si el amor
es suficiente
como para que el
muelle se sostenga
y no caigamos tristes
bajo el agua?
¿Cómo saber si es
jactancia o abandono
el mensaje que se
perdió en el río?
Infortunados del
verano,
la vida está llena de
nieve.
Solo nos queda
confiar.
Estamos vivos,
el amor nos habla en
lengua extranjera
y no hay quién
entienda
el pedido de auxilio.
*De Valeria
Pariso. valeriapariso@outlook.com
(Poema de su libro Final francés)
-
Valeria publicó los libros de poesía: "Cero
sobre el nivel del mar" Ediciones AqL (2012), "Paula levanta la persiana", Ediciones AqL (2013); "Donde termina esta casa",
Ediciones de la Eterna (2015), "Del
otro lado de la noche" (2015) Editorial El Mono Armado, "Triza" (2017) Editorial
Detodoslosmares, "La trilogía: Uva
negra/ Mascarón de proa/ El castillo de Rouen", Vela al viento
Ediciones patagónicas (2018), Segunda edición AqL (2020), Zarmina, Primer Premio del Concurso de Letras, categoría poesía,
del Fondo Nacional de las Artes, año 2019, Ed. Mascarón de proa (2020); "Flores para no regar",
Editorial AqL (2021). “Final francés”,
AqL ediciones, 2023
UNA
MIRADA*
He observado los bosques para ver
únicamente los árboles de corteza caduca y hojas desnaturalizadas por las
babosas. He visto los hongos comiéndose la oscuridad de la tierra, pájaros
parasitados y animales moribundos en la maleza. He visto tormentas destructivas
en la espesura, y no me es ajena la cicatriz del rayo en los troncos
torturados. No me es ajeno el dolor de los bosques, no comprendo cuando dices
"mira" y sonríes a tal espectáculo de muerte y sufrimiento. No me es
ajeno el espanto de la espesura.
Me muestras los mares, y las olas de sucia
espuma rompen en playas formadas por millones de cadáveres calcáreos. Cómo
mirar el mar, me pregunto, cómo admirarlo. Cómo evitar en él el naufragio, el
llanto de las viudas, la extinción de los roncos mugidos de los cetáceos. No me
son ajenos, te digo, los espantos oceánicos.
Diriges mi vista hacia las humanas
multitudes. Señalas un niño, veo en él presentes y futuras crueldades, veo la
lenta degradación de los órganos, el velo enquistado de los saberes falsos, de la
dureza que hará de él soldado de inquisiciones, verdugo y juez de sus
semejantes.
Alumbras para mí a un par de enamorados. Se
devorarán, te digo, no hay forma alguna de que no acaben tironeando de sus
propios despojos. Acabará la caricia en garra, el beso en colmillo, la ternura
en cuchilla afilada. No me es ajeno, tampoco, el amor. Que ya lo he visto. No
me es ajeno el amor, y no conozco donativo más oneroso.
Meneas la cabeza tristemente. Me dices que
tu paisaje es bello, que hay ternura en tu universo, que las sombras están,
pero debajo de los claros objetos.
Dichosa de ti, dichosos los dichosos.
Cíclope soy. Esto veo.
*De Mónica
Russomanno. russomannomonica@hotmail.com
Narraciones*
Podemos decir a esta altura, ahora, hoy,
todavía,
Que somos testigos efímeros tratando de
precisar
Conjeturas, con palabras que entonces no existían,
Que hubo un en sí de la materia. Un Big
Bang
Inicial que impulsó al universo a la
expansión,
O sea, que la masa quieta se puso en
movimiento.
Ese movimiento –que aún no cesa- cobró
vida,
no un momento ni un día, porque esos solo
son
términos recientes, unidades de tiempo,
palabras,
ruido, sonidos, con más de un sentido que
solo
nos conciernen para lograr un orden
precario.
Que al comienzo hubo un tiempo sin ayer,
que la inocencia fue unánime y absoluta
porque el pasado nunca había existido.
Solo materia y energía sin dioses
un universo, galaxias, estrellas,
detritus, un caldo primordial,
bacterias, y después nosotros.
El instinto de supervivencia
Y pura voluntad de poesía.
*De Horacio
Rodio. horaciorodio@hotmail.com
-Horacio
nació en Llavallol, en 1954. Realizó talleres con Laura Massolo y Liliana Díaz
Mindurry. Obtuvo más de cien premios nacionales e internacionales en cuento,
poesía y novela, con publicaciones en Argentina, España, Colombia y Chile. Es
autor de los libros de cuentos Palabras
de piedra (Baobab, 1999), Media baja
(Dunken, 2012) y La insistencia de la
desdicha (Ruinas Circulares, 2018), y de los poemarios El cinturón de Orión (primer premio del 15° Concurso “Adolfo Bioy
Casares”, Ediciones Municipalidad de Las Flores, 2022) y El libro de Hopper (Pierre Turcotte Éditeur, Canadá, 2023). Ese
mismo año, el sello español Avant Editorial publicó su novela Ausencia y error. -En el 2024 publicó
su libro de cuentos La oscuridad de los
hechos. -Editorial Esa luna tiene agua.
Los
perros de la luna*
*Por Miriam
Cairo
Ahora vamos por el otro camino. Dale,
vamos; ¿así que vos me soñaste? Sí, te soñé porque no le tengo miedo a nada. Yo
sí tuve un poco de miedo. Yo también. Yo no, y soñé que vos venías para este
lado. ¿Querés que vaya? Sí, vení. ¿Querés ir mi vida? Sí, tengo ganas. Andá,
entonces, que yo miro por el espejo retrovisor.
Ahora se trata de dejar la cartera y el
estado civil en el asiento de adelante y pasar para atrás las piernas, las
manos, la cabeza, la lengua, la cintura y todos los otros dispositivos humanos,
se trata de pasar la conversación apuntillada y el viento que entra por la
ventanilla en esta noche, ¿de agosto? Sí, de agosto. Pasan también la síntesis,
los incidentes ínfimos, los gestos tenues, el instinto gregario. Quedan en la
guantera los chicles de menta y el puñal para la defensa propia, en caso de
que, en el asiento de atrás, el desconocido del sueño se convierta en
pesadilla.
¿Qué dirán los que nos miran? Nada porque
miran pero no ven. A nadie se le ocurre que este sueño pueda pasearse en auto y
rampar la noche como un lobizón comiéndose una blanca rana desnuda. Pocos
entienden el dialecto de los sueños.
Ahora se trata de la llave de oro que abre
la dimensión coral de la ocurrencia. Es natural que te quites esto, porque
después de todo sos mi sueño, y sueño que te sacás esto para que yo pueda verte
y tocarte esa dicha constelada. Estaba pensando en la agilidad onírica: de no
haber sido yo, habría sido otra. Y de no haber sido vos, yo habría sido otro. Y
de no haber sido ustedes, yo habría sido otro. Me confundís. Porque es mi sueño
y no el tuyo. Claro, mi vida, es el sueño de él.
Ese perro quiere subir. Que suba. Que sube.
No es un perro de verdad, no puede subir. Que es mi sueño y el perro sube. Que
suba el perro de su sueño. Que es mi auto y el perro sube. Dámelo. Este perro
que no existe qué hace. Me obedece. ¿Sigo derecho o doblo? Seguí, seguí, hasta
el fondo. ¿Después qué hago? Bajás el perro y doblás a la izquierda.
Ahora se trata de que las mantas con alas
van desnudando el frío, y las nubes se van tirando flores, y las estrellas allá
arriba no tienen forma, y saco de este sueño el pie desnudo y lo meto en tu
boca. ¿Qué llevás en los pies?, parece un regimiento de dragones. Parece una
flecha rosada. En mi sueño son dragones. En mi boca, una flecha rosada. Es mi
pie una lanza que traspasa las fronteras. Tu pie es una lanza; preguntame por
dónde voy, amor. ¿Por dónde vas, amor? Por las lindes de la luna.
Ahora se trata de que la noche se pone a
brillar en tus ojos que me miran por el espejo retrovisor; no sueltes las manos
del volante, amor. Por supuesto, ¿estás bien mi cielo? Sí, mi vida. Ahora te
llevo por los montes de Saturno y sigo viaje. Parece que sí. Yo estoy segura.
¿Es de día? Es de noche. En la luna siempre es de noche, amor. Y el perro no
terminó de comer su comida. Sigo yo. Dale, seguí vos.
Mi amor, esta caja que tengo en el pecho
respira y me duele todo. ¿Es lindo ese dolor, mi vida? Lindo como los pliegues
de tus ojos que me miran por el espejo retrovisor. Él me dijo que te iba a
hacer eso. Sí, sí, conversábamos de sueño a sueño y él también me dijo que vos
podías hacer esto. Cosas que a una se la han dado, como la varicela o las
cosquillas.
Sí, sí, a mí se me ha dado por el sueño, el
fútbol, la tos convulsa y los ladridos de perro en la luna; hoy por ejemplo fue
un día apoteótico: soñé que ustedes venían en auto, que vos te pasabas del
asiento de adelante al asiento de atrás, y que metías un pie desnudo en mi
sueño y otro pie desnudo en la boca de él, y que la gente de los otros autos
miraba sin entender nada, y que hacíamos subir al perro de la luna, y que el
perro me obedecía, me obedecía hasta más no poder; después me dio un ataque
soberano de tos y escupí lirio tras lirio. Mi lirio. Tu lirio, amor, tu lirio.
Mi lirio de Saturno. Sí, el lirio de ella, que antes no lo conocía pero ahora
es igual a como yo lo escupía; y empecé a gambetear pelotas inmensas, planetas
inmensos, del tamaño de una pelota que era del tamaño de Saturno por todo el
césped del universo.
Ahora se trata de que este sueño se puede
recorrer de punta a punta. Sí, se puede ir y venir, de punta a punta. Y además
hay un jardín. Y una caverna. Y un cerezo de Japón y lirios de la luna. Y un
perro de Saturno. Hay una melodía que plantó John Coltrane y un océano que
abriste con el dedo y un fuego que me enciende desde tus ojos.
Otra vez tengo un pie en tu sueño y otro
pie en tu boca. Otra vez tiene un pie en mi sueño y otro pie en tu boca. Otra
vez tenés un pie en su sueño y otro pie en mi boca. Me pregunto hasta qué punto
un perro callejero puede ser un perro de la luna. Qué hermosa pregunta, mi
amor. Qué poca atención les prestamos a los perros que bajan de la luna. Sí,
qué poca, siendo tan blanca y tan bella, mi amor.
*Fuente: Rosario/12
https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/14-50921-2015-09-05.html?
NEBULOSAS*
Este capricho mío de llorar descalza.
Pertinaz boca que beso y no me nombra.
Pájaro negro que grazna sobre el zumo de
mis pálidas lunas
Recién nacida. Vieja rugosa y desdentada.
¿De qué múltiples rumores de espejos me
arrancaron?
Yo jugaba entre lápidas. Besaba el aura de
los muertos.
Árboles tristísimos y trigales venerables.
Y robaba flores a los ricos. Nardos y
flores de papel morado.
Bravura de polleras cortas. Trenzas y largas
falsedades.
Huía y huía y Dios me perseguía. No me alcanzaba
No lo consigue, aún. No lo consigue.
Fugitiva yegua con crines coloradas.
- ¿Tampoco viene este domingo, madre? -
Ella alisaba los pliegues de la almohada.
Una desnudez de hierro la arropaba.
Un vaso de agua y cuatro hembras yertas.
Y el reloj se detuvo. Y la noche.
Quise beber, tirada es sus faldas de
albahaca.
Sus manos de Magdalena, cruzadas sobre el
pecho.
Leve brisa elevando un cansancio de años.
¿Están todos? No. No están.
¿Por
qué esa soledad? ¿Quién te obligó a orinar de pie?
¿Escuchas madre? Es la eterna nebulosa.
Es otra vez el mar…y la rosa y un puñado de
sal.
Y una incansable visión de cabezas
truncadas
Y este capricho mío de llorar descalza.
*De Amelia
Arellano.
San Luis.
ELLOS
Y EL UNIVERSO*
Cuando la imagen de la desdicha de una
familia puesta delante de nuestros ojos era irreversible, le pregunte a Kalman
si tenía alguna historia que dejara pequeña a la soberanía de la muerte.
Kalman quedó pensativo. Había pasado muchas
horas de vuelo para apenas llegar a ver a Esteban a punto de ser enterrado en
un cementerio privado. Estábamos pisando lápidas con nombres de personas
desconocidas bajo un techo gris de nubes que podrían tocarse con las manos. Nos
rodeaba una llovizna que hacía todo más triste e inolvidable.
-Sí. Tengo una historia justa para achicar
la importancia de la muerte.
Lo relató un arqueólogo. El hombre
participa de un equipo interdisciplinario que desarrolla una investigación en
cuevas a las que se accede desde la ciudad de Dubrovnik. Son cuevas que ya
habían sido bastante estudiadas en el pasado. La data de actividad humana
realizada por carbono 14 muestra presencia desde veinte mil años atrás.
En este nuevo estudio se realizaron
sorprendentes hallazgos que fueron interpretados como independientes, pero
ahora están siendo pensados -al menos como hipótesis- en conjunto.
Las excavaciones que se realizaron hace más
de una década habían hallado piezas de cerámica de 15.000 años. Uno de esos
pedazos había quedado bajo la mirada curiosa de aquel equipo científico, era
parte de un objeto desconocido aparentemente inútil para aquel grupo humano
primitivo que habitaba allí, no era una vasija ni una urna funeraria.
La reconstrucción digital de los pedazos
daba una imagen similar a una máscara con aperturas para ver y respirar. Quizá
era el primer casco inventado como forma de defensa de los primitivos ante
garrotazos de grupos rivales.
El equipo en el que colabora el arqueólogo
amigo de Kalman hizo otro descubrimiento que resignifica la lectura de aquellos
trozos de cerámica.
En otra
cueva, cuya ubicación se mantiene discretamente oculta para preservarla se
hallaron pinturas y huesos tallados con imágenes con la misma data AP de los
pedazos de cerámica en cuestión.
Son imágenes de la vida de esos primitivos:
escenas de cacería de animales, mujeres talladas tipo Venus. Lo sorprendente
fue el hallazgo de pinturas de humanos teniendo sexo montándose como lo hacen
los mamíferos de cuatro patas. Las mujeres representadas con enormes pechos
colgantes. Los científicos quedaron admirados por aquellos antepasados remotos
que representaban al sexo y la procreación de nuestra especie como forma de
derrotar a la muerte.
El gran descubrimiento fue observar que
algunas de esas figuras humanas representadas en el coito llevaban puesta en su
cabeza ese casco -o lo que fuese- similar al que se reconstruyo a partir de los
pedazos de cerámica. La lectura inicial de los antropólogos suponía que hombres
considerados "vencedores" podían tener sexo con las mujeres otro clan
o tribu rival "vencido". Paradojalmente Un detalle cuestionaba esta
hipótesis: había mujeres representadas con ese ¿casco? puesto teniendo sexo con
hombres desprovistos de ese objeto en su cabeza.
La duda inicial los llevo al tiempo a
descartar que esa cerámica fuese parte de un atuendo defensivo de los
guerreros, tampoco parecía una máscara ritual.
La siguiente hipótesis los llevaba a pensar
que ese grupo humano que vivió allí representaba su relación -incluso sexual-
con otros seres provenientes de una civilización "técnica" La
cerámica sería una imitación -digamos- de una escafandra de aquellos llegados
del espacio sideral. O -porque no- parte del atuendo de viajeros en el tiempo
provenientes de este mismo planeta.
No hay, -cómo te imaginaras- conclusión
certera en estos estudios.
A Esteban le hubiera gustado conocer esta
historia. Más aún por título del proyecto bajo el cual se sigue investigando: "Ellos y el universo"
*De Eduardo
Francisco Coiro.
https://www.facebook.com/CansadoDeTriunfar
*
Es curioso
lo poco que se sabe
de la gente que se
ama.
Entre dos
que se quieren
se construyen puentes,
pero siempre hay
pasadizos,
túneles donde se
esconde la memoria,
bosques
de oscura fronda y
lobos sueltos.
Qué poco sabemos
de ese otro,
y sin embargo
siempre
parece suficiente.
*De Mariana
Finochietto. mares.finochietto@gmail.com
-Mariana
nació en General Belgrano, provincia de Buenos Aires, en 1971. Actualmente
vive en City Bell.
Publicó: Cuadernos de la breve ceguera (La Magdalena, 2014)
Jardines, en coautoría con Raúl Feroglio (El Mensú,
2015)
La hija del pescador (La Magdalena, 2016)
Piedras de colores (Proyecto Hybris, 2018)
El orden del agua (GPU Ediciones ,2019)
Madura (Sudestada, 2021)
Quiero sacar la cabeza
por la ventanilla de tu coche (Halley Ediciones, 2023)
Patio (elandamio ediciones, 2024)
Poesía reunida (Medusa editores, 2024)
Trinchera (Sudestada, 2025)
Desviadero, (Editorial Mascarón de proa, 2025)
LUNA
DIURNA*
Un chico dibuja el árbol, la casita, un
autito sospechosamente cuadrado, el cielo celeste, un sol amarillo con rayos
que le quedan verdes cuando se le mezcla el trazo amarillo sobre el fondo
celeste. La maestra le pregunta si va a poner una luna en ese pedacito que le
ha quedado vacío.
El nene, señalando el sol de marcador al
agua, le dice que en su paisaje es de día, pero la maestra le indica que no
importa, que la luna puede estar en el cielo de todos modos. Se nota la
incomodidad del chico, que ahora sospecha que la maestra se está burlando, o
que lo ha llevado a una de esas cuestiones engañosas en que la respuesta
correcta está torcida y es difícil de ver.
La señorita se ríe y le asegura que la luna
y el sol pueden compartir el cielo ¿Acaso no ha mirado nunca hacia arriba
cuando izan la bandera por la mañana? El nene no entiende por qué le está
diciendo algo tan absurdo, cuando es sabido que el sol alumbra durante el día,
y la luna se ve por la noche.
El aula tiene la puerta que da a una
galería, y apenas se asoman pueden confirmar que, efectivamente, una raja de
luna es visible en el cielo iluminado. No pasa todos los días ni a cualquier
hora, pero algunas tardes y algunas mañanas, sol y luna están sobre nuestras
cabezas.
El nene podría haber jurado que la luna es
nocturna siempre. Ese saber era inmutable, firme, y no se resentía por haber
presenciado cientos de veces lo contrario. Sencillamente descartaba la
evidencia en contra inadvertidamente y sin proponérselo. Veía a la luna pero la
ignoraba, su presencia no manchaba una verdad sólida e incuestionable.
Habitualmente me pregunto cuántas lunas
ignoro para resguardar mis creencias, cuánta tozudez intelectual, cuánta falta
de observación distorsiona lo que creo saber.
Esto es así, digo, porque me resulta más
confortable mantener mis opiniones, porque temo reconocer que he estado
equivocada, porque simplemente no relaciono esto que veo con aquello que es un
saber enquistado en mi percepción del mundo.
Nos quita un poco el equilibrio, nos deja
en la incertidumbre, pero es también un paso delicioso ese de buscar lunas en
los cielos diurnos, y poder verlas, y colocarlas en nuestro torpe dibujito del
mundo.
*De Mónica
Russomanno. russomannomonica@hotmail.com
SIOFN*
"Después de haber pasado varias veces
por el planeta SIOFN los seres tienen una vida sin pasión. Los supera saber que
su nuevo cuerpo tiene fecha de vencimiento; ya no sienten estar en una vida
verdadera con peligros y desafíos, incertidumbres, frustraciones.... se limitan
a administrar su tiempo dentro de redes psicofísicas a las que confirman su
pertenencia con gestos tan automáticos, tan naturalizados en su
inconsciencia"
Por eso el hombre ruega que lo transfieran
a un planeta de "sangre caliente" donde la vida merezca ser vivida.
Donde pueda sentir de nuevo -como aquella remota vez- que cada instante es un
principio y un final.
*De Eduardo
Francisco Coiro.
https://www.facebook.com/CansadoDeTriunfar
ESTACIÓN
DE LOS ECLIPSES DE AGUA*
"Y ya no sé si a
ti te estoy mirando, o si contemplo el cielo"
VICENTE GAOS
La espuma desborda por el lecho.
Esta pasión por el río y la piedra es la
misma.
No, no es el mismo Río. Pero muerde la
pasión.: ay
Imposible desnudar la luna de metal
Esta piedra que Sísifo lleva. Es la misma.
Una y otra vez. No es el mismo camino. No.
Imposible limpiar la hulla que deja el
agravio.
Una lluvia de hollín cubre recodos, esquina
y rincones.
Y ella aquí, hurgando basurales.
No, no es el mismo basural.
Imposible acortar los pasos del hambre.
El hambre es el mismo.
Es el mismo dolor. La misma estaca.
Ella, misma. No lo es ni lo será. Nunca.
La espuma, otra espuma, la misma.
Quema como odio hirviente.
Y no hay lluvias. Ni nidos. Ni pájaros.
Las cicatrices denuncian que la luna es el
quinto satélite.
Pero tiene cuatro fases y metal hirviente.
Y penetra, penetra en todos los espacios
libres.
Y hay eclipses que borran hasta las mismas
sombras.
Y la luna no es la misma luna. Ni él, el
cielo.
No, no hay lugar entonces.
No hay lugar para él, el mismo, otro.
Territorio primigenio de los desamparos.
De los desamparos. Y los desamparados.
La espuma cubre las cuatro estaciones de su
luna.
*De Amelia
Arellano.
San Luis.
*
Habría que inventar un
nuevo amor que estuviera por encima de la posesión, el ego y el desprecio.
*De Liliana
Díaz Mindurry. lidimienator@gmail.com
Inventren
https://inventren.blogspot.com.ar/
Ensueño
en estación Libertad*
Vine a Libertad porque el nombre me pareció
sugerente. Y tal vez también porque algún amigo me había hablado del sitio, de
la estación, aunque esto está algo confuso en mi cabeza.
Tomé el tren en alguna parte (después de
semanas viajando sin destino, me costaba ubicarme) y confié en no pasarme de mi
parada, cosa que me sucedía con demasiada frecuencia.
Esta vez, por fortuna, estuve lo bastante
atento y bajé donde había previsto. Miré alrededor. Elegí un rumbo y caminé
durante un buen rato. Vi algunos edificios, un centro comercial, una iglesia…
nada que no hubiera en otros mil lugares. Me desanimó comprobar que no había
allí nada de lo que yo buscaba (pero ¿qué era exactamente lo que buscaba?) y
regresé a la estación, dispuesto a tomar el primer tren de vuelta (de vuelta ¿a
dónde?).
Como aún faltaban varias horas hasta la
próxima salida, me senté en un banco del andén y, presumiblemente, me quedé
dormido.
En el sueño, yo dormitaba en un banco del
andén de la estación de Libertad. Un desconocido me zarandeó sin brusquedad y
al verme ya despierto, me ofreció un teléfono móvil. Yo no supe qué hacer y me
lo quedé mirando a los ojos. Él insistió: “Quiere hablar contigo”. Yo tomé
maquinalmente el artefacto y pregunté con la mirada: “¿Quién?”. Pero el tipo
pareció no entender y dio media vuelta, alejándose a continuación en dirección
al norte. Puesto que tenía el teléfono en la mano, hice lo más natural,
saludar. Del otro lado me llegó la voz de una mujer.
Creo que se identificó, pero no entendí su
nombre y no me atreví a preguntar por no parecer grosero. Debía de ser una
amiga o pariente porque me habló de personas próximas a mí y de hechos que
tuvieron lugar en mí ya lejana niñez. Después se puso a contarme cómo le había
ido la vida, describió lugares que había visitado, viajes que había hecho,
aventuras. Llegado mi turno, yo le hablé de mis dificultades como estudiante de
secundaria, del tedioso trabajo en el taller del que no pude escapar en muchos
años, de mi experiencia como jugador y entrenador de baloncesto (las victorias
y derrotas, la risa y las lágrimas, el esfuerzo y la decepción). Poco a poco,
fui soltándome. Intercambiamos anécdotas. Me felicitó por mi libro (que dijo
haber leído con avidez) y yo me interesé por sus logros. Pasaron varios trenes,
pero ninguno se detuvo.
Después seguimos charlando, no me pregunten
de qué. No lo recuerdo. Ya saben que los sueños son volátiles. Lo que sí puedo
afirmar es que una extraña sensación agradable se fue extendiendo por mi
espíritu. Debieron de pasar horas, o minutos, nada es lo que parece en el reino
de los sueños. En algún momento, el tipo volvió y reclamó su teléfono. Yo me
despedí de mi interlocutora no sin antes fijar una cita en un lugar y un tiempo
que no pude recordar una vez despierto. Tampoco sabía, me dije, el nombre de la
mujer.
Llegó un tren. Me subí a él, ya no
importaba el destino. De algún modo, comprendí que mi búsqueda había llegado a
su fin, que ya tenía lo que necesitaba. El tren arrancó, y aunque la escena
soñada ya empezaba a difuminarse en mi memoria, el poso que había dejado, lo
supe, permanecería en mí para siempre.
*De Sergio
Borao LLop. sbllop@gmail.com
http://sergioborao2011.blogspot.com.ar/
-Próxima estación:
ESTACIÓN GOYENECHE.
-Continuidad literaria
por el Ferrocarril Provincial:
GOBERNADOR
UDAONDO.
LOMA VERDE.
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN.
GOBERNADOR DE SAN JUAN
RUPERTO GODOY.
GOBERNADOR OBLIGADO.
ESTACIÓN
DOYHENARD.
ESTACIÓN GÓMEZ DE LA
VEGA.
D. SÁEZ.
J. R. MORENO.
EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL
ETCHEVERRY.
LISANDRO OLMOS.
INGENIERO VILLANUEVA.
ARANA.
GOBERNADOR GARCIA.
LA PLATA.
InventivaSocial
Plaza virtual de escritura
-Editor
responsable: Lic. Eduardo Francisco
Coiro.
Blog histórico & archivo: https://inventivasocial.blogspot.com/
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