jueves, noviembre 23, 2006

ESPEJO O SOMBRA

Esta noche*



En esta noche de primavera
Estoy aquí frente a mí
Espejo o sombra
Labios apretados
Y esfuerzo por escribir
Algo bello y tierno
Con esperanzas de lavandas
Y desfiles de muñecos
Entre las estrellas de plata
Y los bichitos de luz
Estoy asustada y perdida
Esperando una mala noticia.


*de Azul. azulaki@hotmail.com




Espejo o sombra...




Jueves, 23 de Noviembre de 2006
PIRATAS*


*Por Jorge Isaías. jisaias46@yahoo.com.ar

El camino era de tierra con sus consabidos zanjones donde los cuises hacían sus trabajosas cuevas para huir de nuestras pedradas y de los colmillos asesinos de los perros.
Hubo también a los costados en un tiempo alguna hilera de paraísos coposos para descansar de las correrías en verano, árboles que algún miserable taló para siempre.
El camino se metía entre sembrados amarillos de trigo o verdes de alfalfa y de vez en cuando trotaba sobre él el caballito heroico de un sulky que venía de una chacra remota, o algún carro con su estrépito de tarros con leche recién ordeñada para la cremería del pueblo.
A veces nos resulta tan pobre , tan despiadadamente pobre este escenario que por más que rasguemos en busca de alguna historia que merezca una representación, no la encontraremos.
Sólo polvo, crepúsculo abierto y nada alrededor. Apenas patos silvestres, mariposas, un cielo bajo de cobalto y a lo mejor un solo grano -un granito?-de pimienta para adobar una historia a medias real a medias inventada. Pura nadita sobre la vastísima desazón del cielo -tan bajo que podemos tocarlo-
que las cigüeñas alzaron con su vuelo súbito, ante aquel trueno rodador, antes de las gotas pesadas como brevas maduras cayendo sobre el patio que ya cruzan los sapos presurosos.
Sin sentido era el grito de los teros, al menos así lo veíamos entonces, sin sentido a lo mejor nuestros propios pasos en bandada anárquica y risueña, despreocupada. Pero sólo ahora no se lo encontramos, porque en aquel tiempo hasta la última hierbita perdida del campo lo tenía y nosotros oscuramente
lo sabíamos, lo intuíamos como un destino implacable que como una luz en el camino estaría delante nuestro.
En los tiempos de cosecha era distinto, porque era como si todo el campo se pusiese en movimiento, con ropas oscuras o coloridas, pero era el tiempo alto y bello donde reinaban las canciones, según el dialecto o el origen de los cosecheros con sus familias como racimos heterogéneos, hilachientos, precoces de sueños.
De cualquier modo aquella vieja producción rural pertenece al irremediable pasado, también aquellos caballos que pastaban solitarios con un tordo sobre el lomo, picoteando el duro cuero de los toros, a la caza de los bichitos que criaban allí a mansalva sus colonias.
De vez en cuando un tren pasaba con su nervio y su ruido de hierros sacudiendo alambrados y arboledas. Y era emocionante mirarlo tirados debajo del puente de madera, entre durmientes secos que parcelaban el cielo con sus rectángulos quietos y su nube viajera.
También visitábamos taperas y corríamos sin suerte las ratas numerosas que allí se refugiaban y lo hacíamos con minuciosidad asesina, azuzando a los perros que veces mataban alguna.
O nos subíamos al molino, mientras el bástago golpeaba, monótono. Desde lo alto, casi tocando la rueda con nuestras cabezas, en la plataforma de madera nos instalábamos a mirar el horizonte, el techo de la casa y allá lejos el pueblo, desflecado, informe, sumergido entre arboledas muy verdes y la vía
que lo cruzaba al medio, como dos hilos de acero.
Era bello el espectáculo, pero sin matices. De todos modos, nos hacía felices, como era de vez en cuando probar lo distinto, y a espaldas de los mayores, mejor.
Todos los cañadones de la época fueron visitados por nosotros, bien para bañarnos, bien para la pesca de bagres o mojarritas, con anzuelos improvisados con alfileres hurtados a las madres.
Pero una vez conseguimos un bote para navegar. Bote tal vez sea una nominación excesiva dado su carácter artesanal y además era un préstamo.
Fue así. El inefable Negro Giuliano lo había construido con dos tanques de gasoil abiertos al medio, los había soldado y puesto tres asientos de duro metal el cual munido de un par de remos se podía avanzar en ese espejo de agua que acechaban los juncos y las aves acuáticas.
La proa era una cuña de chapa soldada "ad hoc" para cortar el agua. Lo demás era voluntad e imaginación, pero flotaba y cumplía su cometido.
Él, el negro, lo usaba para internarse en lo hondo y pescar, nosotros para jugar a los piratas y pasear, a riesgo de darlo vuelta y perderlo entre el barro del fondo.
Hacíamos avanzar la embarcación con los remos que tal vez fabricara el mítico carpintero "Perita" Gabilondo, en su taller frente a la escuela provincial. No recuerdo.
Es probable que embarcación tan estrambótica no haya surcado nunca ningún
cañadón o río o arroyo del mundo, pero nosotros éramos Dadid Crocxett, o el colmo de la aventura marina, o Sandokán y los piratas de la Malasia, tal leíamos en las novelas de Salgari o tantos héroes que veíamos en la matinée del cine "La Perla". Esas aguas que navegábamos no eran un tranquilo cañadón
rodeado de juncos, era un mar Caribe infestado de tiburones y piratas que debíamos abatir.
A veces pienso que si esa precariedad material en que se desarrollaba nuestra infancia que estaba reemplazada con creces por la imaginación, podría hoy ser trocada por tanta tecnología .
Creo que no, porque lo que funciona en la cabeza de un niño pobre no puede sustituirse con los mejores juguetes del mundo y esa riqueza y esa felicidad nos habrá de acompañar por toda la vida, por más llena de trampa con que se nos presente.


*Fuente: Rosario-12
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/14-6299-2006-11-23.html








RICARDO CHIDICHIMO HABIA APROBADO LA LICENCIATURA EN METEOROLOGIA EN LA UBA
No conoció a su padre, desaparecido en la dictadura, y recibió por él su título universitario*


El decano de Exactas entregó el diploma a Florencia Chidichimo en un acto en la Facultad. Ricardo fue secuestrado el 20 de noviembre del 76, seis meses después de dar la última materia.

EN SU NOMBRE. Florencia Chidichimo, su abuelo Ricardo, y una madre de la línea fundadora, en el aula magna de exactas. (Leandro Monachesi)


*Liliana Moreno limoreno@clarin.com



Tierra donde tuve un hijo/ tierra donde se crió (...)/tierra donde lo perdí una madrugada/ tierra hoy te pregunto a ti temblando ¿lo tienes tú?. El poema dedicado a Ricardo Darío Chidichimo, secuestrado y desaparecido el 20 de noviembre de 1976, lo leyó con voz entrecortada su hija Florencia. Fue el
martes en el escenario del Aula Magna de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA donde recibió en nombre de su padre el diploma que él no pudo tramitar: Licenciado en Ciencias Metereológicas.
Antes Florencia había dicho: "Desde que desapareció mi papá todos los años mi abuela le escribe un poema. Y éste es mi favorito". Su abuela, la mamá de Ricardo, es Nélida Chidichimo -"Quita" para todos-, Madre de Plaza de Mayo y parte del grupo originario de familiares que se reunía en la Iglesia de Santa Cruz, en el barrio de San Cristóbal. El mismo en el que se infiltró el ex marino Alfredo Astiz y del que en diciembre de 1977 fueron secuestradas, entre otras, las monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet. "Quita fue una de las pocas que sobrevivió porque lo autos estaban colmados", dijo en
su discurso el decano Jorge Aliaga.
Quita no pudo estar el martes por un problema de salud. En su nombre estuvieron Florencia, su esposo Ricardo, un grupo de Madres Línea Fundadora y amigos y compañeros de militancia de su hijo Darío.
Pero sí estuvo el 23 de marzo cuando la facultad realizó el primer acto oficial por el 30 aniversario de la dictadura militar: una reivindicación a sus detenidos-desaparecidos y un homenaje a los organismos de Derechos Humanos.
Aquel día Quita y Ricardo se acercaron a Aliaga y le comentaron que su hijo había aprobado todas la materias de la Licenciatura en Ciencias Metereológicas pero no había alcanzado a gestionar su título. La última, Climatología, la había rendido el 5 de mayo del 76.
El Departamento de Alumnos tomó la tarea y el biólogo Diego Weinberg -de la Secretaría de Hacienda- representó a Darío y a Exactas ante la UBA. Julio, Beatriz, Paulina y Noemí, compañeros de militancia, siguieron el proceso de cerca. En la facultad había un antecedente: en setiembre de 1998, 20 años
después de la desaparición del físico Daniel Bendersky, sus padres habían recibido el diploma.
El trámite se puso en marcha con la unanimidad del Consejo Directivo de Exactas. Y el 20 de octubre el título, certificado por el Ministerio de Educación, llegó a la facultad. Se lo comunican a la familia el 23, sin saberlo un día después de la muerte de Marita Chidichimo, la otra hija de Quita y Ricardo. Marita era doctora en Física, también egresada de la UBA, y vivía en Canadá desde 1973 cuando ganó una beca en Cambridge.
"Este es un año muy duro para mis abuelos, para toda mi familia. Además, ayer (por el lunes) hizo 30 años de la desaparición de mi papá", dijo Florencia desde el escenario. Terminado el acto -cuando recibía besos y abrazos- lo recordó con alegría, aunque no alcanzó a conocerlo. "Mi papá militaba en la Juventud Peronista y yo era una beba cuando lo secuestraron.
Pero siempre me contaron que era un tipo fuerte, que le daba fuerza a los demás", contó. "También sé que estudió Meteorología porque le gustaba mucho volar. Era piloto civil"
Actriz, profesora de expresión corporal y estudiante del profesorado de Lengua y Literatura, Florencia -que llevaba la foto de Ricardo colgada al cuello- es el calco de su viejo. Con el diploma en una mano, con la otra revisaba el Certificado Analítico, donde constan materias y notas. "Mirá: tiene 2, 3, un aplazo. Me parece que no era muy buen alumno, pero bueno .... militaba. Aunque acá tiene un 10 en 'Instrumentos y Métodos de Observación', y eso que la rindió en el 76". También dijo: "Creo que mi papá fue feliz a su manera. Y pienso que sólo llegó hasta los 27 años porque todo lo que vivió lo tenía que vivir".
El título -que apretaba en su mano derecha-, a diferencia de cualquier otro, tiene una leyenda en el reverso. Dice: "Este diploma se otorga conforme a lo establecido por Res. CD Nº 768/06 de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, encontrándose el Sr. Ricardo Darío Chidichimo en situación de desaparecido".

*Fuente: Clarín
http://www.clarin.com/diario/2006/11/23/sociedad/s-03601.htm





Los Cazadores de Marfil*

La barcaza a nueve nudos por hora, iba aguas abajo por el río Congo. A un lado del mástil, el pequeño. Inmóvil junto al timón, el grandote. Los dos hombres meditaban. De ellos se podía decir: por mitad comerciantes y por mitad bandidos, según se ofrecieran las circunstancias. Peter, de minúscula
estatura, desafiaba al sol africano, que no había podido disolver su firme palidez. Anderson, a su lado, resultaba gigantesco, cabezudo y violento.
Difícil era resolver cuál de los dos era más peligroso. Trafican a todo lo largo del río Congo. Su última aventura había consistido en matar a palos y cuchilladas a treinta nativos cargados de colmillos de marfil. En cierto modo iban huidos, ambos pensaban que de ser uno solo el propietario del cargamento de marfil, podría vivir dichosamente los años que le restaban de vida.
Mientras la línea de los bosques acercaba o apartaba sus verdes murallas en la llanura de agua, y la barcaza, resoplando, avanzaba hacia el cabo de Dongo-Dongo, Peter pensaba cómo podría asesinar a su socio y Anderson de qué modo mataría a Peter.
Por su importancia, el cargamento de marfil, solicitaba un asesinato.
En África, los hombres siempre han muerto a otros hombres para apoderarse del marfil. No hay una sola bola que ruede en ninguno de los paños verdes de los billares del mundo que, secretamente, no esté manchada de sangre. De sangre de negro, de sangre de bestia y de sangre de blanco...
El marfil solicita la sangre. Peter lo sabía y Anderson también. De modo que un crimen más no tenía importancia.
Se acercaban a la orilla o se alejaban, y el gigante de Anderson se decía que ahora que cerrara la noche...
Ahora que cerrara la noche. . . Pero ¿quién cuidaría la caldera de la barcaza y del timón si él asesinaba a Peter? Peter, además de maquinista, conocía palmo a palmo las revueltas del río.
Además, hasta que no dejaran atrás el cabo de Dongo-Dongo, el río era peligroso. Para Anderson, estrangular a Peter era una operación sencilla. Lo estrangularía y lo arrojaría a las aguas, los peces voraces o los perezosos cocodrilos darían cuenta de él.
Cierto es que Peter tenía un hijo, y Anderson hubiera preferido que Peter no tuviera un hijo, porque nunca es agradable dejar a un chico huérfano. No, a esto no llegaba la dureza de Anderson. Pero ¿qué podía hacer el buenazo de Anderson? ¿No estrangular a Peter?
No, eso no podía ser... Su benevolencia no llegaba a tales extremos. Lo estrangularía a Peter y se lamentaría profundamente por el huérfano. Además, en todas las ciudades, se encuentran establecimientos filantrópicos, y cualquiera de ellos se hará cargo del huérfano. No era cosa de perder un cargamento de marfil por exceso de buen corazón. Le retorcería el pescuezo a Peter como a un pollo, y se interesaría por el huérfano. Eso. ¡Se interesaría por el huérfano y le daría una oportunidad! ...
Anderson se sintió reconfortado por haber resuelto el problema equitativamente. Peter debiera estarle agradecido de su prudencia. Ahora podía asesinarlo con la conciencia tranquila y todos quedarían contentos.
Mientras que Anderson, con una mano apoyada en la barra del timón, pensaba estas cosas, Peter daba vueltas en su magín al factible modo de librarse de Anderson, ¿una puñalada, un tiro o un garrotazo?
Un garrotazo era casi imposible. Tendría que acercarse a Anderson, y éste, desde hacía varios días dormía con un ojo abierto y otro cerrado, y siempre--¡la casualidad de las casualidades! que Peter tomaba el cuchillo, Anderson empezaba a revisar el tallado de un garrote que estaba a su alcance, o el tambor de su revólver. Cualquier crimen era preferible a repartir el cargamento de marfil. Si él asesinaba a Anderson, su hijo podría estudiar en la universidad, en fin, vivir una vida un poco más humana y limpia de la que cochinamente no se había podido librar hasta ahora.
Pero había que liquidar aquel asunto antes de llegar a las primeras factorías de Dongo-Dongo. El cauce del río se ensanchaba, la selva aparecía allá, muy lejos, sobre la anchurosa sábana de agua amarilla, y Peter, sentado tristemente frente a la caldera, en la que ardían gruesos troncos, pensaba que si su hijo fuera a la universidad, él podría envejecer honorablemente y calzar abrigadas pantuflas durante el invierno.
Pero el maldito Anderson, como si sospechara de la naturaleza de sus pensamientos, sesgadamente sentado junto al timón, sin perderle de vista, hacía varios días que Anderson, casualmente, tomaba posiciones que hacían prácticamente imposible toda tentativa de asesinato.
De pronto, Anderson dijo, grave:
--¡Picaron! . . .
Peter se aproximó apresuradamente... las cuerdas de los anzuelos estaban tensas. Tendrían pescado para la noche.
Anderson se inclinó sobre un espinel y Peter sobre otro. En los extremos de las cuerdas, un pez de oro y un pez de plata saltaban fuera de las aguas y volvían a sumergirse. Anderson comenzó a recoger los anzuelos. Peter volvió la cabeza. Anderson seguía divertido con los saltos del pez de oro, y Peter
descargó su brazo como un resorte. Se vieron en el aire los dos pies del hombre, y Anderson lanzó un grito ronco. Ahora nadaba vigorosamente tras la barcaza. Pero ésta se alejaba rápidamente en el mar de herbajos que la rodeaban.
Los aullidos de Anderson sonaban cada vez más distantes, ahora comprendía Peter el significado de nueve nudos por hora. Anderson nadaba rápidamente pero su relieve fuera de las aguas se tornaba cada vez más pequeño.
Peter, manteniendo inmóvil la barra del timón con un pie, cruzado de brazos miró al lejano nadador. Nadie podía salvarle. Había caído en la parte más estrecha del río, en la llanura de herbajos, que eran nidales de cocodrilos.
Más adelante estaban los remolinos; detrás las cascadas. El cargamento de marfil le pertenecía. Ya nadie podría disputárselo. Su hijo iría a la universidad, y cuando él fuera anciano usaría tiernas pantuflas. En cuanto a Anderson, diría que el hombre había muerto a consecuencia de una fiebre
maligna, y todos se darían por muy satisfechos.
Tres años después, Peter vivía en Montaña Negra, al sur de Neuquén. Había llegado el verano. Caía la tarde y el cazador de marfil, de pie frente a su casa de madera de alerce.
Estaba satisfecho ahora, porque en el pasado había cometido un crimen, y ese crimen había permanecido impune, y de consiguiente él y su hijo vivían sin penas. Sobre todo su hijo. El chico andaba jugando por el monte entre recientemente derribados troncos de robles. Lo había hecho venir de Santiago a pasar sus vacaciones, porque Peter, siempre prudente, quiso que su chico se ligara a los hijos de los ganaderos de la zona, y en vez de enviarlo a estudiar a Buenos Aires, que quedaba tan lejos, le hacía ir hasta Chile
cruzando los lagos. Ahora el niño estaba con él, y Peter sentía que el cielo derramaba bendiciones sobre su cabeza. Recordando al corpulento Anderson, cuyos huesos se podrirían en el fondo del río Congo, pensó: "Si Anderson viera al nene, y a este cuadro, y a esta buena casa de alerce, y a las ovejas que andan en el monte, se pondría contento y palmeándome en las espaldas me diría:
"--Eres un hombre prudente, Peter, siempre lo he dicho."
¡Cosa curiosa! El cazador de marfil recordaba al muerto a cada una de sus satisfacciones, y hasta le ocurría, muchas veces, dejarse llevar por su pensamiento y discutir con él, como si el muerto estuviera vivo, y semejante conducta no aminoraba los remordimientos de Peter, por la sencilla razón de que un forajido como Peter no podía experimentar ningún género de remordimiento; pero situaba al muerto, con respecto a él en un plano de indulgencia misteriosa. Era como si le pidiera consentimiento al asesinado
para ser feliz, y Anderson, magnánimamente, le permitía ser feliz.
Peter echó algunas bocanadas de humo y miró las montañas azules que enrojecían, y nuevamente volvió a sentirse contento de tener un hijo, una propiedad y de no estar en presidio.
Un caballo se detuvo frente a la distante tranquera y Peter palideció.
Palidecía ansiosamente siempre que un desconocido se detenía frente a su campo. "No hay motivo", se decía él; pero el caso era que su rostro se cubría de una palidez mortal.
El desconocido montaba un recio potro, y una barba espesa le circunvalaba el rostro. Después de abrir la tranquera, sin desmontar, avanzó al galope por el camino. Peter se apoyó, trémulo, en el muro de tablas de su vivienda en cuanto pudo reconocerlo. El muerto había resucitado. Allí, en persona,
estaba Anderson.
--Aquí estoy--dijo el otro, desmontando--, yo: Anderson.--Y su mano ancha cayó sobre la espalda de su verdugo.
--¡Tú!...--acertó a murmurar el otro.
El hijo de Peter apareció por un camino junto a la casa sombreada de grandes árboles. El niño iba descalzo, un cinturón con cartuchera le sostenía el pantaloncito y traía un arco con flechas entre las manos. Anderson miró al pequeño, y dijo:
--De modo que éste es tu mocito hijo Andresillo. Bien, bien con Andresillo.
El niño miró al barbudo y se coló en la casa. Peter, desencajado, continuaba mirando a su ex socio. ¿De modo que no había muerto? Como si el otro viera lúcidamente lo que pasaba en su cerebro, replicó sagazmente:
--No, no he muerto, Peter. ¿Has visto? No he muerto. Y bien pude haberme muerto. ¡Vaya si pude!...
--¿Cómo llegaste hasta aquí?--murmuró Peter.
--¡Ah, es tan largo de contar todo esto! ¡Tan largo!...
--¿Vienes a buscar tu parte?
Anderson lo soslayó cruelmente. Luego:
--Sí, por supuesto.--Y nuevamente su mano cayó sobre el hombro del cazador de marfil, y una congoja tremenda entró en los sentidos de Peter, y sus ojos se nublaron. Anderson continuó:--Pero ¡qué alegría verte! no hay nada que hacer, Peter. Yo siempre lo he dicho. Eres un hombre prudente. ¿De manera
que te has comprado estos montes. . . y esta finca? Bien. Bien. Y el pobre Anderson pudriéndose en el fondo del río Congo, ¿eh? El pobre Anderson haciendo bulto en el estómago de algún cocodrilo, ¿eh?...
Miró nuevamente todo lo que había en derredor suyo, y continuó, socarrón:
--¿De manera que te das la vida de un príncipe? Engordas, ¿eh? ¿Y no te acordabas nunca de mí? Dime, Peter: ¿nunca te has acordado de mí?...
--¡Cállate!--murmuró Peter.
--Yo siempre te recordaba--prosiguió Anderson--. Me decía: "¿Dónde estará mi buen amigo? ¿Qué será de sus negocios? ¿Qué intereses le producirá su capitalcito?". Pensaba en ti--súbitamente ese tono cambió--, y se me revolvía el estómago--nuevamente retomó el otro tono--. Se me revolvía el estómago al acordarme de toda el agua que tragué en aquel anchuroso río.
Porque, ¡vaya si es ancho ese río!
Copiosas gotas de sudor rodaban por el rostro de Peter. Su mirada iba ansiosamente hacia el interior de la casa. ¿Por qué había enviado a la cocinera hasta el puesto de Coiue?
Anderson continuó:
--Te prevengo que he salvado la vida, digamos cómo. . ., ¡milagrosamente! Me encontró una lancha de negros en Dongo-Dongo abrazado a un tronco. Te juro, Peter, que llorarías de lástima si vieras cómo me desgarraron las piernas los dentudos peces. Estuve enfermo. Gravemente enfermo. Otro hombre te
hubiera delatado a la justicia. Yo me callé. Me dije: "No quiero que Peter tenga dificultades con los hombres de la ley". ¿He procedido mal o bien?
Contéstame.
El cazador de marfil tuvo la sensación de que su corazón se había convertido en un trozo de manteca, derritiéndose junto a un encendido brasero. Anderson continuó arrimando su enorme estatura a él.
--Contéstame, Peter: ¿he procedido bien o mal?
Peter sentía su aliento en las narices. La mano de Anderson se levantó, tomándole del cuello lo introdujo en el comedor. Una estufa ocupaba el centro de la habitación de muros adornados con cabezas de ciervos y jabalíes, y por el vidrio de la ventana entraba un rayo rojo de sol. Peter miró ansiosamente en derredor. Su escopeta estaba allí sobre la cama.
Anderson adivinó el sentido de su mirada, y sin soltarle del alzacuello lo arrimó al tubo de la estufa:
--De manera que no te niegas ningún placer, ¿eh? ¿Hasta escopeta tienes, y cabezas de ciervos y de jabalíes? Bien. Bien. Y todo ello adquirido con el dinero del pobre Anderson, ¿eh?
Lentamente desenfundó un cuchillo. Un cuchillo de hoja ancha. Peter sintió que se desvanecía en las negruras de la muerte, y echándose a los pies de Anderson, le dijo:
--Te daré toda mi fortuna. Te daré un cheque, Anderson. La mitad de este campo. La mitad de mis ovejas. Aquí las tierras se están valorizando día a día, Anderson. Podemos trabajar juntos. Te haré abrir una cuenta corriente en el banco de Bariloche, Anderson.
La mirada del gigante pesaba como una losa sobre el cazador de marfil.
--Tengo quince mil pesos en el banco, Anderson. Te daré la mitad. Seremos socios.
Anderson pareció pensarlo y enfundó el cuchillo. Peter, amarillo como un cuerno de marfil, se enderezó, lentamente sobre el suelo. Gruesas gotas de sudor rodaban hasta sus cejas. Anderson, sin perderle de vista, dijo:
--Fírmame un cheque por diez mil pesos... No: por catorce mil pesos . . .
--Anderson, escucha. Conténtate con diez mil. Quédate aquí. Trabajemos juntos a medias. Las tierras se valorizan cada día más. Te juro que se valorizan.
Anderson, en silencio, tomó una silla y se sentó junto a la mesa. Peter, frente a él, comenzó a charlar. Y habló, convulsivamente hasta entrada la noche. Andresillo, de brazos cruzados sobre la mesa, dormía profundamente, mientras el gigante de gruesas cejas, arrimado a la mesa, con los brazos cruzados, escuchaba impasible.
Cerca del amanecer, Peter despertó bruscamente, cosa desacostumbrada en él.
Puso la mano debajo de la almohada. Allí estaba su revólver. ¿De modo que en cuanto saliera el sol, Anderson se marcharía con el cheque de doce mil pesos en su bolsillo y él tendría que empezar de nuevo? Si su hijo no estuviera en la casa, no vacilaría en asesinar a Anderson. Se estremeció. Anderson
acababa de carraspear en el otro cuarto. Evidentemente, estaba despierto.
Peter, tratando de impedir que crujiera su cama, retiró el revólver de debajo de la almohada, y pensó:
"Si entra a este cuarto, lo tumbo de un tiro."
Peter apretó el cabo del revólver bajo las sábanas:
"Si se dejara convencer y se quedara aquí podría envenenarlo." Súbitamente Peter se estremeció. Anderson desde el otro cuarto, le hablaba:
--Estás despierto, Peter, ¿eh? Y pensando de qué modo matarme, ¿eh?
Un desaliento infinito entró en la conciencia del cazador de marfil. ¿Qué hacer? ¿Negar? ¿Fingirse dormido?...
Anderson insistió:
--¿Te haces el dormido, eh, Peter? ¿Tienes miedo?...
Peter contestó débilmente:
--Estoy enfermo, Anderson. Estoy enfermo de verdad crujió la cama--. No te levantes, Anderson. No te levantes que tengo el revólver en la mano. Estoy enfermo.
Anderson, en la obscuridad de su cuarto, apretó los dientes. Aquél era el momento y no otro. Elástico como un gato, el gigante se desprendió de la cama. En una mano sostenía una almohada y en la otra el cuchillo ancho.
Peter oyó el crujido del lecho; quiso hablar, pero una arcada tremenda le impidió pronunciar una sola palabra y recibió en el rostro el golpe de la almohada, y quedó tendido sobre su cama bajo el peso del gigante que le hurgaba en el vientre con la hoja del cuchillo. Dos veces aproximó la hoja del cuchillo a su piel y le tocó y no le hirió.
Peter quería gritar, pero la almohada le asfixiaba, y de pronto, en las tremenas tinieblas, comprendió que el gigante había cambiado de opinión. El filo del ancho cuchillo se apoyó en su garganta. Y ahora un gran dolor lo sumergía en la breve desesperación de la que no se vuelve.
Terminado que hubo, Anderson volvió a su cuarto, encendió la lámpara y comenzó a vestirse. Cobraría el cheque y se marcharía nuevamente al Congo.
Estaba satisfecho, porque además de cumplir con su deseo no había dejado en la indigencia al niño de Peter. Sentado ahora en la misma habitación donde estaba el muerto, prendiéndose los cordones de los zapatos, se decía que Andresillo quedaría a cubierto. ¿Y si él lo reclamara a la justicia desde el
Africa? ¡Imposible! El niño le reconocería siempre como el hombre que estuvo con su padre la noche que él lo asesinó. Lástima, en cierto modo, porque el tal Andresillo parecia una criatura despabilada.
Precisamente allí en lo alto de la escalera, sin que Anderson pudiera verlo, estaba Andresillo. El niño, gravemente, miró el charco de sangre que había en la cabecera del lecho de su padre, y luego observó al asesino prendiéndose lentamente los cordones de los zapatos. Andresillo inspeccionó nuevamente con la mirada el cuadro y comenzó a bajar lentamente la escalera.
La criatura, descalza, se deslizaba como un gato. A un costado de la cama del muerto, colgado del muro, había un mazo. Andresillo, siempre cauteloso, reteniendo la respiración, obedeciendo a la fuerza extraña que le impedía llorar, recogió el mazo, se arrimó al asesino, que le daba las espaldas,
levantó el mazo, y con toda la fuerza que cabía en sus bracitos, lo descargó sobre la nuca del cazador de marfil. El asesino se desplomó, herido de muerte, como un toro al que derriba el matarife. Y sólo entonces estalló el llanto del niño, asustado en el silencio opaco de la noche...

*De Roberto Arlt.

-Fuente: http://es.geocities.com/cuentohispano/texto/arlt_cazadores.html





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Queridas amigas, queridos amigos:

El próximo domingo 26 de noviembre del 2006 presentaremos en la Radiofabrik Salzburg (107.5 FM), entre las 19:06 y las 20:00 horas (hora de Austria!), música del compositor español José Minguillón. Las poesías que leeremos pertenecen a Gerson Valle (Brasil) y la música de fondo será de Rikchariy
(Andes); todo ésto en nuestro programa Poesía y Música Latinoamericana, en español y alemán. ¡Les deseamos una feliz audición!

ATENCIÓN: El programa Poesía y Música Latinoamericana se puede escuchar online en el sitio www.radiofabrik.at (Link MP3 Live-Stream)
!!!! Tengan por favor en cuenta la diferencia horaria con Austria!!!!

REPETICIÓN: ¡La audición del programa Poesía y Música Latinoamericana se repite todos los jueves entre las 10:06 y las 11:00 horas (de Austria!), en la Radiofabrik de Salzburgo!
Cordial saludo!

YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur.
www.euroyage.com
Schießstattstr. 44 A-5020 Salzburg
AUSTRIA
Tel. + Fax: 0043 662 825067




*

Reescribiendo noticias. Una invitación permanente y abierta a rastrear noticias y reescribirlas en clave poética y literaria. Cuando menciono noticias, me refiero a aquellas que nos estrujan el corazón. Que nos parten el alma en pedacitos. A las que expresan mejor y más claramente la injusticia social. El mecanismo de participación es relativamente simple. Primero seleccionar la noticia con texto completo y fuente. (indispensable) y luego reescribirla literariamente en un texto -en lo posible- ultra breve (alrededor de 2000 caracteres).
Enviar los escritos al correo: inventivasocial@yahoo.com.ar




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domingo, noviembre 19, 2006

BIENVENIDOS AL DESIERTO DE LO REAL

ADÓNDE VOLVER*


Uno envidia a quien es capaz de desnudarse, de dejar las prendas y los lenguajes, abandonar la merienda servida e irse; irse lejos, atravesar países tiempos y gentes. Todos sentimos alguna vez esa inclinación a soñar con el mar, con los caminos que se pierden, con horizontes difusos que borren el asfixiante aquí y ahora.
Se puede viajar, si, es posible disolver la pertenencia en escapadas, en huidas tempranas o tardías. Es posible cortar las cintas que nos aferran a la tierra, a la familia, a los amigos. Se puede, aunque sea esta una empresa de personas marcadas por algún secreto signo que no está visible en la frente.
Lo que perdura allá en un fondo de pozo con sapo y luna, es el miedo a no tener adónde volver.
La vida entera es la dificultosa construcción de aquel sitio que nos reciba al fin de la jornada. Puede que sea un intento fallido; que al acabarse la partida sólo un gato sigiloso murmure su aprobación solitaria a la viejita olvidada entre muros silentes, o que por ser el último en abandonar el ferrocarril, el anciano quede con los naipes en la mano, vacías las sillas de sus compañeros ya desvanecidos.
Pero habrán tenido puerto para la charla amable o ácida. Habrán hecho sus nudos de amores u odios donde fuesen reconocidos, donde la familiaridad les prestase un entorno que sintieran propio, intrínsecamente propio. Odiado puerto, amado puerto el del fin de la jornada, pero una amarra que nos contiene cuando el embate del mar. El vértigo absoluto de un viajero es no tener adónde volver.
Y no nos engañemos, viajamos tanto los que se van y pasan de vida a vida como los que nos quedamos, y hacemos rutina de veredas fatigadas. Todos debemos retornar a casa cuando el crepúsculo nos trae. Y algunos, no tienen adónde volver.
Quién escuchará la narración efímera de los incordios del día, quién compartirá la mesa, quién respirará quizás en otro cuarto, quizás en otra casa, pero quién respirará nuestro aire.
En qué lugar habrá una caja con fotografías de nuestra infancia, quién preguntará cómo estás, y aguardará la respuesta. Y, si me voy, quién recibirá mis cartas.
El vértigo absoluto de un viajero es no tener adónde volver.


*de Mónica Russomanno. russomannomonica@hotmail.com





Bienvenidos al desierto de lo real...





Del desierto y los oasis*

En 1955, Hannah Arendt --de cuyo nacimiento se cumplen cien años--dictó en la Universidad de Berkeley el curso "Historia de la teoría política". En estas páginas se reproduce la conclusión recientemente aparecida en español de aquellas clases


El crecimiento moderno de la amundanidad [imposibilidad de una comunión de los hombres con el cosmos y entre sí, N. de E.], el declive de todo entre humano [distancia que separa pero al mismo tiempo posibilita el encuentro, N. de E.], también se puede describir como la propagación del desierto. El
primero que reconoció que vivimos y nos movemos en un mundo desértico fue Nietzsche y también fue él quien cometió el primer error decisivo diagnosticándolo. Como casi todos los que vinieron tras él, Nietzsche pensaba que el desierto está en nosotros. Así se revelaba a sí mismo no sólo como uno de los primeros habitantes conscientes del desierto, sino también y por lo mismo, como la víctima de su más terrible ilusión. La psicología moderna es psicología del desierto: cuando perdemos la facultad de juzgar, "de sufrir y de condenar", comenzamos a pensar que hay algo equivocado en nosotros si no podemos vivir bajo las condiciones del desierto. En la medida en que la psicología trata de "ayudarnos" nos ayuda a "ajustarnos" a aquellas condiciones y nos quita nuestra única esperanza; a saber: que
nosotros, que no somos del desierto aunque vivamos en él, somos capaces de transformarlo en un mundo humano. La psicología pone todo del revés: precisamente porque sufrimos bajo las condiciones del desierto somos aún humanos y estamos aún intactos; el peligro consiste en que nos convirtamos en verdaderos habitantes del desierto y nos sintamos cómodos en él.

El mayor peligro en el desierto consiste en que hay tempestades de arena; en que el desierto no siempre es tranquilo como un cementerio. Allí donde, al fin y al cabo, todo sigue siendo posible, puede desencadenarse un movimiento autónomo. Esas tormentas de arena son los movimientos totalitarios, cuya
característica principal reside en que se ajustan extraordinariamente bien a las condiciones del desierto. De hecho, no cuentan con nada más, y por ello parecen ser la forma política más adecuada a la vida del desierto. Ambos, la psicología -la disciplina de ajustar la vida humana al desierto- y los
movimientos totalitarios -las tempestades de arena, en las cuales lo que es tranquilo como la muerte explota repentinamente en pseudoacción- plantean un peligro inminente a las dos facultades humanas que pacientemente nos capacitan para transformar el desierto en lugar de transformarnos a nosotros
mismos: las facultades conjuntadas de acción y pasión. Es cierto que cuando somos alcanzados por los movimientos totalitarios o por los ajustes de la psicología moderna sufrimos menos; pero perdemos la facultad de sufrir y con ella la virtud de resistir. Y sólo de aquellos que consiguen resistir el
padecimiento de vivir bajo las condiciones del desierto es de quienes podemos esperar que se armen del coraje necesario que se encuentra en la raíz de toda acción, del coraje que convierte a un hombre en un ser actuante.

Las tormentas de arena amenazan también esos oasis en el desierto sin los que ninguno de nosotros podría resistir allí, mientras que la psicología sólo intenta acostumbrarnos a la vida en el desierto de modo que ya no sintamos la necesidad de los oasis. Los oasis constituyen todos esos dominios de la vida que existen independientemente, o al menos en gran medida independientemente, de las circunstancias políticas. Lo que en ellos disuena es la política, es decir, nuestra experiencia plural, pero no lo que
podemos hacer y crear en la medida en que existimos en singular: en el aislamiento del artista, en la soledad del filósofo, en la relación inherentemente amundana entre seres humanos tal como existe en el amor y a veces en la amistad "cuando un corazón se dirige directamente a otro, como en la amistad, o cuando el entre, el mundo, asciende en llamas como en el amor". Sin la intangibilidad de esos oasis no sabríamos cómo respirar. Y los especialistas en ciencia política deberían saber esto. Si aquellos que deben gastar sus vidas en el desierto, intentando hacer esto o aquello, preocupándose constantemente por sus condiciones, no saben cómo usar los oasis, se convertirán en habitantes del desierto, incluso sin ayuda de la psicología. En otras palabras, los oasis se secarán si no los mantenemos intactos, y ellos no son meros lugares de "relax" sino las fuentes dispensadoras de vida que nos permiten vivir en el desierto sin reconciliarnos con él.

El peligro opuesto es mucho más frecuente. Su nombre habitual es escapismo: huir del mundo del desierto, de la política, hacia lo que quiera que sea es una forma menos peligrosa y más refinada de aniquilar los oasis que las tormentas de arena, que amenazan su existencia, por así decirlo, desde
fuera. Tratando de huir transportamos la arena del desierto a los oasis "como Kierkegaard, tratando de escapar de la duda, introdujo su duda en la religión cuando dio el salto a la fe". La falta de resistencia, el fracaso de reconocer y resistir la duda como una de las condiciones fundamentales de la vida moderna, introduce la duda en el único ámbito en que nunca debió entrar: el ámbito religioso; hablando estrictamente, el ámbito de la fe. Eso es sólo un ejemplo para que veamos lo que hacemos cuando intentamos huir del desierto. Porque aniquilamos los oasis dispensadores de vida cuando vamos a
ellos con la intención de huir, parece a veces como si todo conspirase para generalizar las condiciones del desierto.

También esto es una ilusión. En último análisis, el mundo humano es siempre el producto del amor mundi del hombre, un artificio humano cuya inmortalidad potencial está siempre sujeta la mortalidad de aquellos que lo construyen y a la natalidad de aquellos que comienzan a vivir en él. Lo que Hamlet dijo
es siempre verdad: "El tiempo está fuera de quicio. ¡Maldita suerte la mía, haber nacido para ponerlo en orden!". En este sentido, en la necesidad que tiene el mundo de los que comienzan para que pueda ser comenzado de nuevo, el mundo es siempre un desierto. Sin embargo, a partir de las condiciones de
amundanidad que aparecieron por primera vez en la Edad Moderna -amundanidad que no debería ser confundida con la ultramundanidad cristiana- nació la cuestión de Leibniz, Schelling y Heidegger: ¿por qué hay algo en lugar de nada? Y a partir de las condiciones específicas de nuestro mundo contemporáneo que nos amenaza no sólo con que no-haya-nada, sino también con que no-haya-nadie, puede surgir la pregunta: ¿por qué hay alguien en lugar de nadie? Estas cuestiones pueden sonar nihilistas pero no lo son. Al contrario, son las cuestiones antinihilistas planteadas en una situación objetiva de nihilismo, donde el que no-haya-nada y el que no-haya-nadie amenazan con destruir el mundo.

*Por Hannah Arendt

Traducción: Juan A. Guerrero
© Revista de Occidente

*Fuente: LA NACIÓN
Link corto: http://www.lanacion.com.ar/859761





Bienvenidos al desierto de lo real*

*Slavoj Zizek


Cuando Neo, en el filme de los hermanos Wachowski, despierta en la realidad real, Morpheus lo recibe con ironía: "Bienvenido al desierto de lo real".
Igualmente, al improviso, lo impensable sucedió en Nueva York: aquello que era objeto de la fantasía, realmente ocurrió: el "afuera" ingresó. Slavoj Zizek percibe que, si hay algún simbolismo en el derrumbe de las torres, no se trata tanto de la vieja noción sobre el "centro del capitalismo
financiero" sino más bien de la idea de que ambas torres representaban el capitalismo virtual de la especulación financiera, desconectada de la esfera de producción material...

La última fantasía paranoica norteamericana es la de un individuo que vive en un idílico pueblo californiano, un paraíso del consumo y de pronto comienza a sospechar que el mundo en el que vive es una farsa, un espectáculo montado para convencerlo de que vive en la realidad, un show en el que todos a su alrededor son actores y extras. Un ejemplo reciente es The Truman Show, de Peter Weir, en la que Jim Carrey encarna al empleado local que gradualmente descubre la verdad: que él es el héroe de un show
televisivo transmitido las 24 horas y que su pueblo es, en rigor, un gigantesco set de filmación por el que las cámaras lo siguen sin interrupción. Entre sus predecesores, vale la pena mencionar la novela Time
Out of Joint (1959) de Philip K. Dick, en la que el héroe también vive en un pueblito californiano, a fines de los años ciencuenta y gradualmente descubre que toda la ciudad es una farsa montada para mantenerlo satisfecho... En ambos casos, el mensaje es elocuente: el paraíso del consumo capitalista es, en su hiperrealidad, irreal, insustancial, privado de toda inercia material.
El filme Matrix, de los hermanos Wachowski, llevó esta lógica a su clímax: la realidad material en la que vivimos es virtual, generada y coordinada por una megacomputadora a la que todos estamos conectados; cuando el héroe (Keanu Reeves) despierta a la "realidad real", lo que ve es un paisaje desolado, sembrado de ruinas humeantes: lo que quedó de Chicago después de una guerra mundial. Morpheus, el líder de la resistencia, lo recibe con ironía: "Bienvenido al desierto de lo real". ¿No fue algo de un orden similar lo que sucedió en Nueva York en 11 de septiembre? Sus ciudadanos fueron introducidos al "desierto de lo real"; a nosotros, corrompidos por Hollywood, la imagen de las torres derrumbándose no pudo sino recordarnos las pasmosas escenas del cine de catástrofes.
Cuando escuchamos hablar de lo inesperados que resultaron los atentados, deberíamos recordar la otra catástrofe crucial, a comienzos del siglo XX: la del Titanic. Aquello fue un shock porque, en la fantasía ideológica, el trasatlántico era el símbolo de la civilización industrial del siglo XIX.
¿Se puede afirmar lo mismo de los atentados? No sólo los medios nos bombardeaban con el discurso de la amenaza terrorista; sino que esta amenaza estaba obvia y subliminalmente abonada (basta con recordar películas como Escape de Nueva York o Día de la Independencia). Lo impensable que sucedió
ahora era, a su vez, objeto de fantasía: de alguna manera, Estados Unidos tuvo lo que tanto fantaseaba, y ésta fue la mayor sorpresa.
Ahora, mientras lidiamos con la cruda realidad de la catástrofe, debemos considerar las coordenadas ideológicas que determinan la percepción de estos atentados. Si hay algún simbolismo en el derrumbe de las torres, no es tanto la vieja noción de "centro del capitalismo financiero" sino, más bien, la noción de que ambas torres representaban el centro del capitalismo virtual, el capitalismo de la especulación financiera desconectada de la esfera de producción material. El demoledor impacto de los atentados es percibido como la frontera que separa el Primer Mundo digitalizado del Tercer Mundo, "desierto de lo real". La conciencia de que vivimos en un universo aislado y artificial genera así la noción de que un agente ominoso nos amenaza permanentemente con la destrucción total.
Osama bin Laden sería, en consecuencia, la versión real de Ernst Stavro Blofeld, el cerebro diabólico que planea formas de destrucción planetaria en las películas de James Bond.
Lo que uno debería recordar es que el único momento en las películas de Hollywood en que vemos el proceso de producción en toda su intensidad es cuando Bond penetra en la guarida secreta del cerebro diabólico y localiza en ella el centro de la producción criminal: el destilado y empaquetado de
drogas, la construcción de un cohete o un rayo láser capaz de destruir Nueva York. Siempre, tras capturar a Bond, el criminal le ofrece un tour por sus instalaciones.
¿Y, según Hollywood, no es esto lo más cercano a una orgullosa exposición de los métodos de producción socialista en una fábrica? La función de Bond es, por supuesto, volar todo por los aires, permitiéndonos volver a nuestra rutina en un mundo "sin clase obrera". ¿Y no es el derrumbe de las Torres Gemelas esta misma violencia dirigida del amenazante Afuera estallándonos en la cara? La esfera en la que viven los norteamericanos se encuentra amenazada desde Afuera por terroristas despiadados y cobardes, brillantes y primitivos.
Cada vez que encontramos un mal externo en estado tan puro, deberíamos reunir el valor para recordar la lección hegeliana: en este Afuera puro, debemos reconocer una versión destilada de nuestra esencia. Durante los últimos siglos, la prosperidad del Occidente "civilizado" se ha conseguido a través de la sistemática exportación de violencia y destrucción al Afuera "bárbaro" -de la conquista del Oeste a las matanzas en el Congo.
Este "retorno a lo Real" dispara tramas hasta ahora impensadas. Para comentadores derechistas como George Will, esto marca el final de "las vacaciones que Estados Unidos se ha tomado del curso de la Historia": el impacto de la realidad desmorona la torre de la tolerancia y los estudios culturales. Ahora, Estados Unidos debe responder, debe enfrentar enemigos reales en el mundo real. ¿Pero a quién? Cualquiera que sea la respuesta, nunca van a pegar cien por ciento en el blanco, nunca van a estar cien por ciento satisfechos. El ataque norteamericano a Afganistán fue el colmo de lo ridículo: si la mayor potencia mundial destruye uno de los países más pobres del planeta, ¿no estaríamos frente al epítome de la impotencia?
Hay algo de cierto en la noción de "choque de civilizaciones" de la que se habla. Imaginen la sorpresa de un norteamericano promedio: "¿Cómo es posible que esta gente aprecie tan poco su propia vida?". Ahora bien, ¿no es el reverso de esta sorpresa el triste hecho de que nosotros, en nuestro Primer Mundo, encontremos cada vez más difícil siquiera imaginar una causa pública o universal por la que estaríamos dispuestos a sacrificar nuestra vida?
Ahora, en los días posteriores al atentado, oscilamos entre un evento traumático y su impacto simbólico, como en ese momento posterior a un corte profundo, cuando vemos la herida pero el dolor todavía no nos golpea plenamente. Ya se puede vislumbrar en qué símbolo se transformará este evento, cuál será su eficiencia y cómo se lo evocará para justificar actos posteriores. Pero este proceso nunca es automático, ni siquiera en los momentos de mayor tensión.
Y ya aparecen los primeros síntomas: el día posterior al atentado recibí el llamado de una revista para la que había escrito un artículo sobre Lenin; me avisaban que habían decidido postergar su publicación por considerar inoportuno hablar de Lenin bajo estas circunstancias.
¿No señala esto la dirección de las ominosas rearticulaciones ideológicas que vendrán? Puede que no sepamos con exactitud cuáles serán las consecuencias económicas, ideológicas y militares que traerán los atentados, pero una cosa es segura: Estados Unidos ya no se puede considerar a sí mismo una isla aislada que presencia los acontecimientos mundiales a través de una pantalla. ¿Qué decisión tomarán?
Hasta ahora, lo único seguro es que intensificarán su actitud: "¿Por qué debería sucedernos esto? Estas cosas no pasan acá". Actitud que, por supuesto, aumentará la paranoia y, por lo tanto, el grado de agresión hacia el temible Afuera.
La otra opción es que se arriesguen a aceptar su llegada al mundo real y superen el "esto no debería suceder aquí" para acceder al "esto no debería suceder en ninguna parte". Pero para eso, los norteamericanos deben aceptar también que nunca se tomaron "vacaciones del Curso de la Historia", sino que su paz se compró con base en catástrofes en otras partes. Ahí reside la verdadera lección de estos atentados.


*FUENTE: http://www.memoria.com.mx/180/zizek.htm




Sentada en un café*

Sentada en un café
endulzo mis sueños
revolviendo la cucharita
en un pocillo opaco.
El bullicio me abraza
y las palabras se precipitan
entre las mesas oscuras
que guardan infinitos secretos.
Un niño triste se acerca
y con su voz entrecortada
me ofrece algunas violetas
que me colman de nostalgia.
Los recuerdos tiernos florecen
en el jardín de mi memoria
y el perfume de mi infancia
entra por la ventana.
Los pensamientos me conmueven
y floto en el aire
mientras mi café se enfría
en ese pocillo opaco.


*De María Griselda García Cuerva. mg_cuerva@yahoo.com.ar






*

Queridas amigas, queridos amigos:

El próximo domingo 19 de noviembre del 2006 presentaremos en la Radiofabrik Salzburg (107.5 FM), entre las 19:06 y las 20:00 horas (hora de Austria!), música del compositor brasilero Egberto Gismonti. Las poesías que leeremos pertenecen a Orlando Augusto Pinto (Brasil) y la música de fondo será de Wankamaru (Andes); todo ésto en nuestro programa Poesía y Música
Latinoamericana, en español y alemán.
¡Les deseamos una feliz audición!


ATENCIÓN: El programa Poesía y Música Latinoamericana se puede escuchar online en el sitio www.radiofabrik.at (Link MP3 Live-Stream)
!!!! Tengan por favor en cuenta la diferencia horaria con Austria!!!!



REPETICIÓN: ¡La audición del programa Poesía y Música Latinoamericana se repite todos los jueves entre las 10:06 y las 11:00 horas (de Austria!), en la Radiofabrik de Salzburgo!
Cordial saludo!



YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur.
www.euroyage.com

Schießstattstr. 44 A-5020 Salzburg
AUSTRIA
Tel. + Fax: 0043 662 825067




*

Reescribiendo noticias. Una invitación permanente y abierta a rastrear noticias y reescribirlas en clave poética y literaria. Cuando menciono noticias, me refiero a aquellas que nos estrujan el corazón. Que nos parten el alma en pedacitos. A las que expresan mejor y más claramente la injusticia social. El mecanismo de participación es relativamente simple. Primero seleccionar la noticia con texto completo y fuente. (indispensable) y luego reescribirla literariamente en un texto -en lo posible- ultra breve (alrededor de 2000 caracteres).
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lunes, octubre 30, 2006

POLENTA CON BUENA LECHE

Habitaciones*


Habitaciones que se bifurcan,
que se multiplican y no terminan.
Que son distintas y son todas la misma.

Pasillos que no conducen ni extravían.

Helados muros que devuelven, indiferentes,
el eco angustiado de mi voz que te llama.

Y en el medio de todo
mis pasos, quietos, sin destino,
mi alma yacente, precipitada
en el abismo de tu ausencia.


*De Sergio Borao Llop. sergiobllop@yahoo.es

http://al-andar.blogspot.com
http://www.aragonesasi.com/sergio





Polenta con buena leche....





QUERIDA BEATRIZ*


Beatriz Sarlo escribió un artículo titulado “Lo que la escuela no da, la tele no presta”, donde desarrolla la idea de que la responsabilidad de que los niños se derrochen delante del televisor durante la mayor parte de las horas que pasan en sus hogares mientras no duermen o están en el baño, la responsabilidad es de la escuela, que carece de atractivo y no demandaría esfuerzo en las tareas para el hogar.
Me pregunto si Beatriz es docente, si tiene contacto con escuelas fuera de “las buenas, las exigentes” y si sabe que ni a los chicos ni a los padres les interesa que las maestras se gasten los dedos escribiendo en los cuadernos de comunicaciones “no hizo los deberes”. A los chicos no les interesa, a los padres les molesta que se los cite para pedirles cumplimiento. Y el gobierno da el mensaje claro: que pasen todos. Que todos promocionen, lo importante es mantenerlos en las aulas.
La sociedad enseña a zafar, a resolver los problemas usando la cintura, poniendo excusas, simplemente con cara de piedra y esperando que pare de llover.
Los chicos ven demasiada televisión, y es culpa de la escuela. Dice Beatriz que se le echa la culpa a los padres, cuando la responsabilidad es institucional. Culpa de la policía los chicos se drogan, por culpa de los hospitales es que las adolescentes quedan embarazadas, y por culpa de los profesores es que no se acuestan temprano y no hacen la tarea. Los padres trabajan.
Los padres trabajan. Los padres. Ninguna escuela puede sustituir a un padre, menos a los dos, trabajen o no.
Que la educación debería cambiar, no me cabe duda. Pero en vez de institucionalizarse aun más, debería ser una cuestión social y familiar para que tenga eficacia. Que un niño o adolescente perciba que el saber es importante depende de sus referentes, y en este momento todo y todos les dicen que lo mejor es zafar, y que el que demuestra cierta cultura es un “nerd”, un estúpido del que burlarse. Y que los maestros y profesores son viejos que habitan un universo paralelo que hay que soportar para poder salir finalmente de la escuela, con cierto tipo de certificado.
Yo le diría a Beatriz que poner tareas más exigentes sería maravilloso, y más que nada si no están baleándose en la calle en ese momento, si los chicos tienen para comer en su casa, si tienen casa, si algún padre se sentara un ratito a mirar el cuaderno, si la sociedad le dijese “bien pibe, qué buen estudiante, te felicito”, y no “no te calentés cerebrito, que cuando haya que tomar a alguien en la fábrica va a ser al hijo del representante del sindicato”.
El problema de la educación se agrava, y se agrava en todo el mundo. Exige cuestionar desde el fondo todos sus componentes. Pero no lo resolveremos con deberes para el hogar, eso es seguro.


*Mónica Russomanno. russomannomonica@hotmail.com


Nota del editor: Para leer el escrito de Beatriz Sarlo, ir al link: http://www.clarin.com/diario/2006/10/29/sociedad/s-01299018.htm





Fábricas Recuperadas, un modesto análisis, con "polenta" (creo), pero de buena leche*


Separar la paja del trigo, o - mejor aún - ir por partes, no asegura un final feliz para el análisis o el estudio de algo, pero permite recorrer los pasos lógicos que ha seguido el investigador o expositor, con la inestimable ventaja de encontrar - en la hipótesis que exista - el error, el dato equivocado o - que los hay, los hay - la mala fe.
Por consiguiente me atreveré a esbozar algunos puntos que considero importantes para entender el fenómeno de las "empresas recuperadas".
Le agradezco a Celso Agretti las preguntas (que aparecen más abajo) que actuaron como disparador para estas reflexiones.

1) Colusión de derechos: nadie ha dicho que la vida es un jardín de rosas, y menos la economía, a la que hay que expurgar de su espeso velo de tecnicismos matemáticos, con los que el neoliberalismo intenta presentarla como una ciencia "dura", con inexorables leyes, como las físicas. Ocultan . hábiles tramoyistas como son, al servicio del capital - que las formaciones económico-sociales son contrucciones humanas, que dependen de las relaciones de producción que se establezcan, y como tales - construcciones - son pasibles de ser modificadas, perfeccionadas, o aún abolidas. El derecho de propiedad, con todo y ser antiquísimo, no es más que eso, una convención entre los seres humanos, que aceptan la posibilidad de la apropiación individual del entorno por parte de algunos. Cierta visión vulgar e interesada del marxismo postula que la abolición de la propiedad privada conllevaría una ruptura de ciertas estructuras inmanentes en la psique humana. Nada mas lejos de la verdad, Marx en realidad demuestra que la burguesía es la primera "expropiadora", que es la clase dominante quién se "apropia" de nuestro trabajo. Solamente la abolición de la propiedad privada "de los medios de producción", nos liberará y permitirá ser propietarios, ante todo, de nuestras vidas, nuestros cuerpos y el fruto de nuestro esfuerzo.
Por lo tanto, y desde una perspectiva marxista, el derecho de los trabajadores se ubicará siempre en la cúspide de la pirámide jurídica, teniendo primacía por sobre los derechos de la burguesía o del estado que la representa y defiende.
2) ¿Por qué motivo tendrían los trabajadores que asumir las deudas contraidas por los capitalistas? Estas deudas no tienen carácter transitivo respecto a los bienes tangibles o no con los que los trabajadores cobran en parte las acreencias que tengan hacia el capitalista. Incluso las mismas leyes clasistas que la burguesía ha creado para reproducirse y disciplinar al trabajador no pueden dejar de reconocer - so pena de corto circuito lógico - que una vez utilizado el capital físico y las acreencias de la empresa fallida para saldar las deudas con los acreedores privilegiados se pagará - si hubiese remanente - a los demás acreedores. Naturalmente que en los hechos esto nunca se produce, en la enorme mayoría de los casos los capitalistas dejan de pagar primero los impuestos, en segundo término el salario indirecto (aportes sociales, jubilación, etc.), después los salarios de bolsillo, y en último término las materias primas, insumos y servicios provistos por otros capitalistas. Esto es asi por una sencilla razón: mientras deja de pagar impuestos y salario indirecto mantiene la producción y las ventas. Obtiene la rentabilidad que su posición en el mercado no le permitía por el expediente de no pagar algunos de sus costos. (Cabe aclarar que la merma en la rentabilidad puede provenir de causas externas, como recesión, pérdida de mercados por variaciones en el tipo de cambio; o internas, por baja productividad de su parque de maquinarias, o déficit en la escala de su producción). La continuidad de la secuencia es la apelación a sus trabajadores para que asuman el costo de la situación, aceptando una rebaja en sus salarios nominales (aumento absoluto de la tasa de plusvalía) o postergando su cobro hasta una tanto hipotética como lejana "reactivación". Llegado al punto en que ni siquiera dejando de pagar los salarios se sostiene la rentabilidad es cuando el capital suelta lastre y tira la toalla sin pagar las cuentas de sus acreedores comerciales por materias primas e insumos. Esta historieta es - por supuesto - una generalización para la mejor comprensión del fenómeno, no quita que en algunos casos se haya producido alterando el orden de los factores. Los derechos de los capitalistas acreedores, entonces, se ven agredidos por el capitalista fallido, y no por los trabajadores, que sólo actúan en defensa de sus legítimos derechos.
3) Pero todo esto tiene su miga, a la que conviene desmenuzar. ¿Por qué "fábricas recuperadas"? Como la utilización del lenguaje no es inocente, ni neutral, sostengo contra viento y marea la utilización del significante "recuperadas". Y eso también guarda relación con la forma y estructura, productiva y distributiva, que asuma la empresa que los trabajadores inicien, así como la figura jurídica que los incluya.
Las preguntas: "¿Y la nueva empresa cooperativa, no es capitalista? ¿O sus insumos y gastos tampoco van a pagar?" son pertinentes, ¡Cómo no!
La primer pregunta, y como el lenguaje no es neutro, asume que la empresa recuperada se constituirá inevitablemente como "cooperativa". Presentada de este modo, la respuesta es unívoca: SI. Las empresas cooperativas actúan, hacia su interior, y en principio, de modo diverso a la empresa capitalista, con diferencias que si bien pueden ser importantes - hasta cruciales - en las formas de organización interna, asignación de recursos, toma de decisiones y distribución de beneficios, no resultan - estas diferencias hacia dentro - decisivas a la hora de interactuar con el entorno capitalista puro y duro. Al acudir al mercado capitalista la empresa cooperativa debe asumir su lógica, que se puede enunciar en tres palabras: " Maximización del beneficio". Dado que estamos asumiendo la lógica del mercado deberemos forzosamente coincidir en tres puntos:

1. Las materias primas, insumos, energía, impuestos, créditos y amortizaciones de capital los obtendrá - en el mercado - a los valores que cualquier empresa de similar tecnología y escala consigue. Por consiguiente aquí el precio que pague por estos costes de producción será el promedio de los precios de mercado.
2. Los precios de venta encontrarán su tope en la competencia que otros agentes económicos le planteen, al igual que cualquier empresa capitalista que acuda al mercado a ofrecer su producto o servicio. Aquí, entonces, tampoco tendrá diferencias con sus concurrentes.
3. La inevitable conclusión es que la única manera de reducir costos y obtener beneficios está en pagar el menor precio posible por el trabajo que se incorpora en el proceso productivo. Como en toda empresa capitalista - pues - obtendrá beneficios aumentando la tasa de plusvalía, es decir, reduciendo el tiempo de trabajo por cada unidad producida. Esto se puede lograr incorporando tecnología, que permita realizar la misma producción con menos trabajadores, o reduciendo el precio que se paga por el tiempo de trabajo que se aplique a la producción de cada unidad. En este sentido, la disyuntiva es de hierro, no hay otras alternativas.
A modo de resumen a estas preguntas: La empresa recuperada que se constituya como "cooperativa" será, inevitablemente, capitalista, dado que actúa enmarcada en el modo de producción capitalista. Deberá pagar sus insumos y gastos y obtener beneficios, de la única manera que el modo de producción capitalista lo permite: aumentando sin cesar la tasa de plusvalía, como forma de contrarrestar el rendimiento decreciente de la tasa de ganacia, ley general de la economía capitalista que explica la tendencia centrípeta del capital y su proceso de concentración.

Pero todo esto, al final, es sólo filosofía, y ya alguien dijo que durante siglos los filósofos se afanaron por explicar la realidad, cuando de lo que se trata es de cambiarla.
En esta línea, entonces, volveremos unos pasos atrás.
¿Por qué debemos insistir en el concepto "recuperación" de las empresas, y no cualquier otro?
La recuperación implica una "re-apropiación" de algo que le pertenece a los trabajadores y les fue arrebatado. No sólo que una empresa "fallida" es recuperada como unidad productiva luego de ser cerrada, abandonada o vaciada por los capitalistas. El significado último de la "recuperación" alude a la verdad oculta por los espesos cortinajes de las relaciones de producción establecidas: la verdadera propiedad de los medios de producción le pertenece a aquellos que los utilizan, a los que con la maravillosa propiedad que tiene el trabajo humano usan los medios de producción para generar mucho mas valor que el costo de los materiales que se utilizan en el proceso demanda, y desnuda que - hasta producida esa recuperación - ese plusvalor fue apropiado por el capital, retribuyendo al trabajador con la menor cantidad de valor posible.
No, las palabras no son inocentes, aun cuando sean utilizadas sin plena conciencia de su polisemia.
Recuperar empresas, pues, es devolver la propiedad de los medios de producción a quienes los ponen en marcha y utilizan para crear valor: los trabajadores.

*de Udi udi.cuatro.catorce@gmail.com




El correo de Celso

*
Gracias UDI, por el comentario.
Soý un asalariado. Bancario, dos veces quedé cesante por cierre del Banco.
La ley de quiebras da prioridad absoluta al cobro de haberes. Pienso que hay otros que tienen derechos.
Esto me asusta. Cualquiera así, sin saldar deudas; borrón y cuenta nueva. ¿Y la nueva empresa cooperativa, no es capitalista? ¿O sus insumos y gastos tampoco van a pagar?
Afectos. Me gustaría seguir debatiendo.

*Celso. celsoagr@arnet.com.ar







De vez en cuando la vida...*


*Fernando Savater Filósofo español


Me lo contaron hace años unos amigos italianos, que estuvieron de visita en San Sebastián. Tras una jornada de playa y gratos paseos, cenaron suculentamente en un asador de la parte vieja donostiarra. De repente, sobrecogedoramente, comenzaron a oír un coro que se les antojó celestial: entonaba nada menos que el "Va pensiero" de la ópera Nabucco, el clamor de los prisioneros por la libertad perdida y la nostalgia de la patria. Eran voces maravillosas, arrebatadoras, mágicas.

Es que de vez en cuando lo maravilloso puede asaltarnos la vida. Por azar, por arte, por una de esas coincidencias que embrujaban a Jung, a veces porque hemos bebido o fumado algo estupendo, se abren las puertas que nos separan del fondo de las cosas y conectamos.
Por un instante, todo parece ser como siempre debiera ser, pleno, intenso, gravemente alegre: después se desvanece poco a poco, pero nos queda el ramalazo tonificante de lo que hemos sentido durante ese momento. Y ayuda a vivir, vaya que si ayuda.
Los aficionados a los toros hablan del "pellizco": es un algo más que habilidad o arte que ponen ciertos toreros en las suertes y que transmite a los espectadores el latigazo que el alma siempre espera para lanzarse al ruedo de la vida.
Pero a quien no le gusten los toros no debe preocuparse, porque este pellizco puede conseguirse de muchas otras maneras. Salta con un verso, con una sonrisa o una caricia, al escuchar que alguien dice no o sí justo cuando y como es debido... Es un regalo precioso pero multiforme y quizá no tan
raro como suele creerse.
Si no me equivoco, también las emociones que suelen llamarse religiosas con mayor propiedad pertenecen a este género: el de lo que dábamos por muerto pero no lo está y vuelve para traernos más vida.
El pellizco es la salvación momentánea, lo que nos rescata. En uno de sus majestuosos momentos inspirados dice Víctor Hugo que el tigre "lleva su piel marcada por la sombra de la jaula eterna". En esa jaula eterna estamos todos encerrados, fieras y humanos. De vez en cuando llega el pellizco, para que
comprendamos por un instante que los barrotes son sólo sombras y que nuestro destino es abierto, como cuanto cubre el resplandor del sol.

Copyright Clarín y Fernando Savater, 2006.

*Fuente: Clarín
http://www.clarin.com/diario/2006/10/30/opinion/o-01902.htm





La hija de Gregory Peck estrena en Londres un documental que critica a Bush*


La cineasta Cecilia Peck, hija de Gregory Peck, ha presentado en Londres su primer trabajo como directora, "Shut up & Sing", un documental crítico con la gestión del presidente estadounidense, George Bush.

conexiones@claringlobal.com.ar


Dirigida por Peck y la realizadora estadounidense Barbara Kopple, la cinta aborda la historia de la banda femenina más exitosa de la historia de la música "country", las Dixie Chicks, cuya fortuna cambió por criticar públicamente al presidente de EEUU.
Tras afirmar en un concierto en Londres en el año 2003 que se avergonzaban de que Bush fuera de Texas, el lugar de donde ellas también proceden, las "Dixie Chicks" fueron atacadas por parte de la prensa estadounidense y muchos de sus compatriotas.
Peck dijo que lo que les pasó a las "Dixie Chicks", que hasta llegaron a recibir amenazas de muerte, es "increíble, pero es más alucinante aún que después de tres años todavía sigan sufriendo las consecuencias".
"Antes de la polémica, Bárbara y yo estábamos interesadas en hacer un documental sobre el grupo, que tenía una carrera espectacular", explicó Peck en la entrevista, celebrada en su habitación en un céntrico hotel en Londres.
Sin embargo, la controvertida declaración hecha por la cantante del grupo, Natalie Maines, dos meses antes del comienzo de la guerra de Irak, supuso un giro en su carrera musical.
"Lo que Natalie (la cantante) hizo fue expresar lo que muchos estadounidenses pensaban en aquella época: '¿Por qué precipitarse a una guerra cuando no existen las armas de destrucción masiva?'", dijo la directora.
Peck consideró que la gestión de Bush no sólo ha tenido "consecuencias desastrosas" para su país y la seguridad de los estadounidenses, sino también "para el resto del mundo ". "La política interior también ha sido funesta", añadió Peck quien se mostró "orgullosa" de que las Dixie Chicks, que con treinta millones de ejemplares es el grupo femenino que más discos ha vendido de la historia, hayan colaborado en su película y del "coraje" que mostraron.
Para Peck, cuya película ha sido presentada ya en los festivales de San Sebastián (España) y Toronto (Canadá), todavía hay sitio para la esperanza: "Vivimos en una democracia, por lo que tenemos el derecho constitucional de la libertad de expresión". "Como los tiempos están cambiando, esperemos que
esto se refleje en las elecciones de noviembre", afirmó la realizadora en referencia a los comicios legislativos en EEUU del próximo mes.
La directora que había llegado a Londres desde Los Angeles también habló de sus gustos cinematográficos y confesó que prefiere el documental a la ficción. "Mi gran amor es el documental porque me gusta trabajar sobre historias reales que te permiten investigar", dijo.
Aunque ha trabajado como actriz en catorce películas y ha producido tres, su intención ahora es seguir rodando documentales, aunque no descarta la ficción.
Viva imagen de su padre, el mítico actor Gregory Peck (1916-2003), la directora, de 48 años, confesó que su progenitor es un ejemplo a seguir. "En su carrera profesional tomó decisiones muy valientes y siempre me aconsejó que hiciera los filmes que me gustaran", recordó.

Fuente: La Vanguardia
http://www.clarin.com/diario/2006/10/30/conexiones/t-01299558.htm





Defensa blues*


*Por Juan Sasturain


Vivo en Buenos Aires desde hace más de cuarenta años y pasé por media docena de barrios hasta que a principios de los noventa anclé en un lugar raro.
Raro para vivir. No por que sea lejano o quede a trasmano de todo sino precisamente por lo contrario. Hay muchos adjetivos para nombrar la simple lejanía, los confines, la incomodidad padecida o la soberana independencia elegida respecto del núcleo de la ciudad: zonas marginales, barrios
apartados, oasis urbanos y algunas otras cursilerías. Lo mío es --destino asumido- la condición inversa. "Too close for comfort" cantaba Sinatra con swing en los cincuenta: "Demasiado cerca para estar cómodo", traduzcamos del foxtrot. Es que vivo en el primer piso, no "de un palacete central" como el
interpelado muchacho del tango pero sí de un lindo edificio antiguo, en la calle Defensa, a una cuadra y media de la Plaza de Mayo.
No digo que desde mis balcones vea pasar la Historia pero casi. Quiero decir: no necesito ir hacia ella, me viene a buscar. Redoblantes bombos callejeros y redundamentes bombas de estruendo me suelen recordar, por si fuera necesario, dónde vivo y en qué país. Me asomo y veo la Pirámide, me quedo en el patio y me hacen llorar los ocasionales gases de la Plaza. Es demasiado: "Too match", como dijo desafortunadamente alguien cerca de aquí.
El barrio (¿lo es?) tiene dos caras. De lunes a viernes, Defensa es un torrente saturado de empleados y tramitantes de paso que va y viene, desbordando las vereditas de cuatro baldosas, herencia colonial. Los vecinos-vecinos somos minoría: quién carajo va a vivir acá, entre ministerios, iglesias, museos y edificios históricos. Sin embargo, hay quiénes, claro.
Sábado y domingo, en cambio, la calle y las vereditas se vacían, parecemos el corazón bursátil de Manhattan: Defensa es un amplio, desolado cauce abierto para el devenir turístico, un goteo de brasileños, japoneses, yanquis e inidentificados de pantalón corto e incluso -puedo jurarlo- casco
de corcho, como salidos de una de Tarzán, que hacen la disciplinada vía turística básica, cámara en mano, de la Plaza al corazón de San Telmo, ocho o diez cuadras más al sur.
El largo paredón decorado de graffiti de la iglesia de San Francisco ocupa toda la vereda de enfrente de mi casa y es una tentación para los inquietos disparadores de la habitual digital. Así, uno sabe que, circulando entreverado con los turistas, llevado por el ida y vuelta de la rutina de las compras sabatinas al coreano más próximo, al lavadero de la vuelta, tarde o temprano terminará siendo parte, comparsa o contexto de fotos descentradas apoyadas en repisas familiares de Kioto, Chicago o Curitiba. Un destino por lo menos globalizado.
Claro que siempre queda la posibilidad de balconearla, una sana costumbre que los porteños de esta calle practicamos a conciencia. Desde los mismos lugares estratégicos que utilizaron nuestros antecesores patriotas hace justo doscientos años para arruinarle el uniforme y los planes hegemónicos al invasor británico con míticas salpicaduras de aceite -sin saber que le estaban poniendo histórico nombre a la calle- hoy nos asomamos a veces con ganas de repetir el gesto pero sin la convicción ni los argumentos
suficientes. El enemigo no es tan ostensible aunque sí tan alevoso como entonces; pero el pintoresco personaje disfrazado de explorador que pasa en bandada bajo nuestros ojos no es precisamente el enemigo sino el turista.
Alguien que se supone debemos cuidar o al menos tolerar con civilizada indulgencia, supuesto proveedor de divisas, ocasional propagandista "urbi et orbe" de nuestra bonanza en todos los sentidos.
Ahora, si nos impostamos/mimetizamos en paseantes de ocasión y nos mandamos Defensa abajo de turistas, el balconeo barrial diseminado a lo largo de más de una docena de cuadras de Defensa no está pensado para tirar nada ni para ver lo que pasa sino para ofrecerlo todo, en tren exhaustivo, al paso:
literalmente, se saca la casa por la ventana, se la vacía sobre la calle. Ya sé que ese universo discepoliano de objetos proviene de fuentes diversas. No de esas casas, precisamente. No son antigüedades tampoco, sino simples cosas, objetos usados cuyo mayor atractivo -creo descubrir- no es su extrañeza o su misterio sino todo lo contrario: la cercanía. Todos parecen haber sido alguna vez nuestros, los perdimos nosotros, no supimos cuidarlos o nos los tiraron sin permiso.
La saturación tanguera del ámbito -orquestas acabadas, acróbatas bailarines, cantores sin red- no puede neutralizar el clima melancólico, el "efecto blues" que decantan las cosas con sólo estar ahí. Discos y picaportes, encajes, vitrinas y sifones azules; sacacorchos y figuritas; ropa de anteayer y radios con la voz de Fioravanti. Todo. Incluso se puede encontrar algún oxidado recipiente de hierro que, según las ganas de creer del cliente, acaso contuvo alguna vez el histórico aceite hirviente con que nos defendimos, irresponsablemente para muchos, de la Civilización.


*Fuente: Página/12
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-75364-2006-10-30.html




*

Reescribiendo noticias. Una invitación permanente y abierta a rastrear noticias y reescribirlas en clave poética y literaria. Cuando menciono noticias, me refiero a aquellas que nos estrujan el corazón. Que nos parten el alma en pedacitos. A las que expresan mejor y más claramente la injusticia social.
El mecanismo es relativamente simple. Primero seleccionar la noticia con texto completo y fuente. (indispensable) y luego reescribirla literariamente en un texto -en lo posible- ultra breve (alrededor de 2000 caracteres).
Enviar los escritos al correo: inventivasocial@yahoo.com.ar


***

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miércoles, octubre 25, 2006

EL HORIZONTE ESTALLA

Acaso*

¿Acaso vuelo en círculos pausados
en noche de cortinas enlutadas?
¿Acaso busco en los cuatro costados
a guardias en manadas?

No busco planes indecentes,
ni una bisutería barata.
No busco listas, ni discretas,
ni putas, ni beatas.
Tan solo quiero que el mañana
se meta en mi alma con premura,
que la comida cotidiana
no sea siempre de verdura.

Y al posponer con tino la alegría
lo único que alcanzo es deprimirme,
morirme un poco cada día
sin pautas para irme
a recorrer el mundo en calzoncillos,
regando el cuerpo con las aguas
del juego aquel del "que te pillo"
rasgando las enaguas.

Quiero tener el pasaporte
para poder correr desnudo,
haciendo del amor deporte
y olvidarme de ser mudo.
Quiero tener el pase en blanco
de la ilusión que me apetezca,
no tener cuentas en el banco.
que a nadie pertenezca.

Y a la postrer visita de la parca
con la sonrisa del vicioso,
acostarme con ella y dejar marca:
éste es el mejor poso.


*de Joan. joan@cimat.es




El horizonte estalla...







Lunes, 23 de Octubre de 2006
literatura|antonio dal masetto, vida y obra en el c. c. recoleta


"Hoy se aplica una política de venta rápida y olvido"*

El autor de La tierra incomparable describe la realidad del mercado y marca el contraste con el espacio literario recientemente inaugurado. El ciclo del Recoleta, que incluye material cedido por la Audiovideoteca de Escritores, busca trazar puentes entre narradores y lectores.

Este miércoles, Dal Masetto será entrevistado en público por sus colegas Guillermo Saccomanno y Angela Pradelli.


*Por Angel Berlanga

Apenas se entra en esta sala, la número tres del Centro Cultural Recoleta, el visitante da con un panel que contiene señales de la vida y la obra de Antonio Dal Masetto, sucesos claves como la llegada a Argentina o el nacimiento de sus hijos, tapas de primeras ediciones de sus libros, frases.
Y fotos, fotos que rescató, dice, de "cajas olvidadas": en la más antigua está en medio de sus compañeros de la primaria en Intra, el pueblo italiano donde nació, en 1938. Ahí está con su familia poco antes de venirse para aquí, en 1950, y vestido de futbolista, adolescente, en Salto, el pueblo bonaerense donde se radicó apenas llegó; y atrás del mostrador de una heladería o al pie de una cabaña que pintó en el cerro Catedral, imágenes de los '60; y con Osvaldo Soriano sobre una sierra de Tandil, la ciudad de fondo, en los '80, y con su madre, inspiradora de la protagonista de dos de sus novelas principales, Oscuramente fuerte es la vida y La tierra incomparable. Estos y otros materiales forman parte del flamante "Espacio literario" del Recoleta, que tendrá su continuidad con sucesivas muestras destinadas a otros escritores. "A mí me agradó que me invitaran para iniciar el ciclo -dice Dal Masetto en torno de una mesa de la sala en la que pueden leerse sus libros-. Creo que es una buena propuesta, más allá de quién la inicie o cómo avance, de los nombres que aparezcan, porque puede posibilitar la comunicación, el acercamiento, entre el autor y el lector, en un momento en el que no son muchas las posibilidades en ese sentido."
"Además de lo que me gusta su obra, lo elegí a Antonio para que abriera el ciclo porque siempre me lo cruzo de visita por acá y él fue amigo de Miguel Briante, que dirigió el Recoleta", dice Liliana Piñeiro, la directora del Centro Cultural, que adelanta que la continuidad estará dada por autores como Liliana Heker, Guillermo Saccomanno y Griselda Gambaro. "La idea es ir dando espacio a todas las actividades culturales, y con la literatura el Centro estaba un poco en deuda", agrega, y explica que la muestra en parte está inspirada en "Presencias", aquella exposición multimedia e interdisciplinaria sobre Cortázar que circuló por varias ciudades del país y del mundo, que la tuvo como impulsora y organizadora principal. "Más allá de lo que se presenta en la sala, cada exposición va a estar complementada con
películas, charlas, talleres u obras de teatro, con la intención de abrir el juego al público y a vincular a la escritura en sí con otras prácticas", dice esta arquitecta a cargo del Centro Cultural Recoleta desde comienzos de este año, y anticipa que se propone presentar a un escritor en este espacio cada mes y medio y desplegar sus materiales a lo largo de treinta días.
"'Nunca pude escribir poesía más allá de la adolescencia', me lamento hoy como ya lo había hecho hace años en la mesa de un bar. 'Finalmente, la prosa no es más que nostalgia de poesía', me contesta Miguel después de meditarlo un poco, pausado." El texto se llama "Encuentro", pertenece a El padre y otras historias, habla de, con, Briante y está escrito con letras grandes en una de las paredes de este espacio literario. Dos televisores reproducen entrevistas que le han hecho a Dal Masetto; una de ellas pertenece a ese notable y necesario rescate y registro de vida y obra de narradores argentinos, la Audiovideoteca de Escritores de la ciudad de Buenos Aires, que acordó ceder parte de sus materiales para las muestras. Con cuatro equipos de auriculares y discos compactos pueden escucharse relatos y tramos de novelas leídos por el propio Dal Masetto, cuyos libros están ahí, disponibles para la lectura de los visitantes. El escritor, que está llevando adelante un taller literario que se extenderá a lo largo de dos meses, será entrevistado en público este miércoles a las siete de la tarde, en el llamado "Espacio living", por sus colegas Guillermo Saccomanno y Angela Pradelli. Todos los días a las 19, además, se proyecta Hay unos tipos abajo, una película inspirada en su novela, con guión propio y dirección de Raúl Alfaro.
"El libro argentino está pasando por un momento complejo desde el punto de vista del mercado y no creo que cambie en lo inmediato, por lo menos -dice Dal Masetto-. Las políticas editoriales no favorecen para nada al libro nacional y no porque no quieran, sino simplemente porque están implementadas así. Ya no existen las viejas y nobles editoriales que descubrían autores, los lanzaban y sostenían, las que ayudaron a que se conocieran los buenos autores que nosotros leemos ahora; han sido absorbidas por estas
multinacionales cuyo único interés es el marketing. Y entonces editan muchísimos títulos por mes, incluso por quincena, inundan las librerías, los libros duran muy poco, son reemplazados por otros y en general de muy mala calidad, aunque en esa avalancha también pasan algunos de los buenos, a los que no se diferencia en cuanto a tratamiento y duran poco en las mesas; por lo tanto enseguida pasan atrás, luego a las estanterías, luego al sótano y finalmente no sé a dónde van a parar. Creo que los que sufren las peores experiencias con esta situación son los autores jóvenes, porque no tienen manera de filtrarse en las grandes editoriales que, en última instancia, dominan el mercado. A un autor nuevo hay que lanzarlo, sostenerlo y esperar que se lo lea y se lo recomiende, y hoy se aplica una política de 'venta rápida y olvido, venta rápida y olvido': una especie de supermercado editorial que va renovando la mercadería. En esta situación, me parece que la propuesta del Recoleta, que ojalá se difunda y se copie en otros centros e instituciones del interior, es una manera de acercar el libro nacional al lector. Es una manera de recuperarlo."

*Fuente: Página/12
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/4-4231-2006-10-23.html




EDGARDO BERON ANALIZA LAS CONTRATAPAS DE DAL MASETTO EN PAGINA/12

Tensiones entre periodismo y literatura*


*Por Washington Uranga

Edgardo Berón (42 años) es periodista y escritor por elección y por vocación. El periodismo es también su forma de vida. Lector apasionado, desarrolló capacidades de analista en sus estudios de licenciatura en comunicación social en la Universidad de Buenos Aires. Su propia experiencia combina periodismo y literatura. Admirador y seguidor de Antonio Dal Masetto, publicó este año Periodismo y literatura en la obra de Antonio Dal Masetto, un libro en el que analiza esta tensión a través de los textos del escritor que durante mucho tiempo aparecieron publicados en la contratapa de Página/12.
-El diario tiene una necesidad de temporalidad y su vigencia es efímera desde esta perspectiva. ¿Cuál es el eje que conecta el texto literario y la noticia?
-En el caso concreto de mi libro que analiza las contratapas que publicaba Antonio Dal Masetto en Página/12 se da una conexión entre los cuentos y la agenda periodística. No eran directamente las noticias del día, pero los cuentos estaban vinculados con la agenda periodística de la última semana o
los últimos diez días. A través de distintos mecanismos retóricos -como la sátira, la fábula, la ironía-, Dal Masetto nos hace ver la realidad de otra manera. El diario a las pocas horas era viejo. Pero ese aporte de contratapa, ese cuento, perduraba a tal punto que los cuentos publicados en el diario, sometidos a un proceso de reescritura, pasaron a los libros y están hoy disponibles y lo van a estar por siempre. Y si uno quiere rememorar lo que pasaba en la Argentina en el año 2001 un cuento de Dal
Masetto de esa época sigue tan vigente como si los hechos estuvieran ocurriendo hoy mismo en la calle.
-¿Está diciendo que la construcción literaria de los cuentos de Dal Masetto acompañó la agenda periodística?
-Exactamente. Había una relación -que está probada en mi libro- de los cuentos de Dal Masetto con la agenda periodística de Página/12.
-¿Qué influencias mutuas existen entre Dal Massetto y el estilo periodístico de Página/12?
-Página 12 ha innovado. Al comienzo de la democracia generó un cambio total respecto de los diarios que se conocían en la Argentina. El diario tiene un estilo satírico en sus titulares, en el trabajo que se hace de fotomontaje, es una mirada irónica, por momentos cruda pero al mismo tiempo risueña de la realidad. Este estilo se articulaba perfectamente con los cuentos de Dal Masetto. Al hacer literatura en un medio periodístico él tenía una mirada similar. Una mirada cruda que nos permitía reírnos aun de las cosas
terribles que nos estaban pasando en la Argentina. Pero reírnos no trivializando la realidad sino haciéndonos reflexionar profundamente. Y creo que eso es lo que hace Página/12 con sus titulares, con sus primeras planas, con sus notas y con sus crónicas.
-En su libro usted sostiene que los personajes de los cuentos de Dal Massetto parecen sacados de Buenos Aires y que si no fuera así valdría la pena incorporarlos a la historia de Buenos Aires. ¿Piensa que a través de su literatura Dal Massetto es un fiel intérprete de la vida en la urbe?
-El es un inmigrante con una historia similar a la de muchos argentinos.
Pero por sobre todo es un gran observador. Inmigrantes hay muchos, gente que frecuenta la calle, la noche y los bares de Buenos Aires hay muchos, pero con la capacidad de observación de Dal Masetto pocos. El ha dicho que cuando necesitaba cumplir con esas sesenta líneas que tenía que presentar en el
diario y estaba "seco" -como suelen decir los escritores cuando no se les ocurre nada- simplemente se sentaba en un bar y observaba como cazador al acecho esperando que la historia sugiera. Y allí caía. Pero ¿por qué? Porque es un observador notable de la realidad y desde luego que para poder tener
esa capacidad uno tiene que haber vivido, tenido experiencias, haber sufrido, trabajado en todos los oficios. En Buenos Aires los personajes abundan. Sólo hay que saber mirar y saber contarlo.
-La investigación periodística ha dado lugar en los últimos tiempos también a textos literarios, a relatos ficcionados o novelados. ¿Por qué cree que se elige este camino para comunicar?
-Es una estrategia de comunicación y de publicación. Una manera de hacer más entretenido, más llevadero y más atrapante el relato para el lector. Y no creo que las editoriales sean ajenas a esta estrategia. ¿Cuál es el secreto?
No hay ningún misterio. El relato es inmanente al ser humano y siempre lo va a atrapar. ¿A quién no le gusta sentarse y que alguien le lea? De hecho hay muchos encuentros en los que actores o poetas no hacen sino leer obras. Eso nos viene de niños o de la infancia de la humanidad, de las cavernas, de
reunirnos en torno de una fogata escuchando los relatos de alguien.



Los proyectos sobre el papel*

"Está por aparecer un libro de relatos, por llamarlo de alguna manera, textos cortos escritos en diferentes momentos, que se llama Señores más señoras", cuenta Dal Masetto; algunos de esos textos fueron publicados en diversos medios, explica, y otros son inéditos. "En general el tema es la
pareja, con tonos unas veces irónico, otras jocoso, otras más o menos en serio. Me da la impresión de que resulta interesante para cualquiera, para uno inclusive." En estos días, dice y advierte que no puede adelantar mucho, está "borroneando" una nueva novela: "Desde el punto de vista geográfico, vuelvo a incursionar en un pueblo similar al de Bosque o al de Siempre es difícil volver a casa, aunque la historia no contiene la violencia tan explícita de esas dos novelas. Aunque acá la violencia no es tan evidente y
desatada, las consecuencias siempre son terribles para las pobres víctimas, para quienes caen en manos de una especie de jauría que, como suele ocurrir, aparece disfrazada angelicalmente, como buena gente, gente bien educada".


*Fuente: Página/12.



AFJP*

*Por Antonio Dal Masetto.

Volví a casa de madrugada,cerca del amanecer, y me encontré con una pareja joven en el palier. Ella era rubia, piernas larguísimas sobre tacos altos, cuello de cisne, traje sastre de terciopelo rojo muy escotado. El: flaco, saco y corbata, pelo corto.
Llevaban maletines coon letras doradas. Me recordaron las parejitas de mazapán que adornan las tortas de casamiento. Al verme me llamaron por mi nombre. "Lo estábamos esperando", dijo él. "¿A mí?" "Sí, a vos", dijo ella dibujando un corazón con los labios. "La computadora nos dijo que hoy regresaría tarde", dijo él. "¿Qué computadora?", dije abriendo la puerta del departamento. "La de Aleluya AFJP", dijo ella. Se apretó el pecho izquierdo y se escucharon compases de El Mesías de Haendel. "La Administradora de Fondos de Pensión y Jubilación de mayor solidez y experiencia internacional", dijo él. "Van a tener que disculparme pero a esta hora acostumbro dormir."
Ella, sedosa: "Tu futuro bien vale perder unos minutos de sueño, papi". Me dibujo otro corazón con los labios y se me deslizó dentro del departamento. Se presentaron: "Samantha y Gonzalo, promotores e informadores de AFJP Aleluya". Samantha se volvió a apretar y resonó otra vez El Mesías. Se sentó, tardó años en cruzar las piernas larguísimas y a mí me agarró vértigo. Gonzalo, con tono seductor, aseguró que bastaba mirarme para advertir que yo no pertenecía a esa clase de personas que todavía piensan elegir el perimido sistema jubilatorio de reparto. Sonriendo le dije que todavía tengo mucho hilo en el carretel y ya me preocuparé por la jubilación cuando sea grande. "Lo felicito por su sentido del humor -dijo él-, con nosotros sus inversiones en el sistema en el sistema de capitalización tendrán la más alta rentabilidad. Ya mismo paso a explicarle." "Prestá atención que te va a interesar,bebé", dijo ella. "Las mejores garantías y control de calidad permanente", dijo él. Samantha me miró fijo: "Y madurez viril a satisfacción". Ante el nuevo corazón de sus labios temblé y me asaltó el temor de perderme. "Y además -siguió Gonzalo con tono triunfal-, atención de consultas con personal especialmente capacitado, cálculos de proyecciones de jubilaciones, informe sobre rendimiento del fondo y la provisión permanente del Jubisoft, con toda la información para su PC personal y el servicio de excelencia con la más moderna tecnología de mercado." La seguidilla me mató. Samantha dijo: "Los hombres bien hombres siempre están por el sistema de capitalización". Y con la on final aleteándole sobre los labios me construyó un corazón enorme. Sentí que acababan de tocarme. Samantha notó el efecto del impacto y echó a sonar El Mesías.
Me colocó un formulario delante y me dijo: "Firmá, papi, te va a gustar, es por tu bien". En ese momento por la ventana entró el primer rayo de sol y me aferré a esa esperanza. "Chicos -dije-, salió el sol, llegó el nuevo día, hay que descansar, la seguimos en otra oportunidad." Noté que los dos se desmoronaban como mazapán viejo. En unos segundos no quedaban ni las sombras del Gonzalo y la Samantha del comienzo. "Huy, el sol -dijo él con voz de desaliento-, ya tuvo que salir el asqueroso." "Y no concretamos nada -dijo ella mientras se sacaba los zapatos y se masajeaba los pies-, si seguimos así no se realizarán nuestros sueños, por favor señor, sea bueno, nos queremos casar, si conseguimos muchas afiliaciones nos ganamos un departamento y un viaje a Europa, serán nuestro nidito de amor y nuestra luna de miel." "Don, si firma lo elegimos padrino de boda", dijo Gonzalo. Se oyeron golpes en la puerta, fui a abrir y se me metieron un par de docenas de parejas promotoras de administradoras de jubilación. Gritaban: "Nosotros lo vimos primero, Amanecer da más ganancias, Adorar le da mayor respaldo, Alumbrar es más transparente, Aclamar es más puntual, las chicas de AFJP Albricias están más fuertes".
Retrocedí, retrocedí y logré escapar.
Todo lo que antecede acabo de escribirlo encerrado en el baño, mientras los promotores de la jubilación privada se masacran en milivig. Pondré este escrito en un tubito de plástico, lo cerraré herméticamente y lo tiraré al inodoro, con la esperanza de que llegue al mar y que manos amigas y piadosas lo encuentren y alguien venga pronto a rescatarme.

*Publicado en la Contratapa del diario Página/12, el 31 de mayo de 1994.




Republica*

*Por Antonio Dal Masetto.

Recibo una tarjeta con un lindo escudo en la parte superior izquierda y una bandera en la derecha. en el centro, con letras doradas: Republica de Barloventia, calle barlovento al 2300, entre Gerundio y Mazapán. y abajo: déle un golpe de timón a su existencia -la utopía del mundo mejor que siempre soñó al alcance de su mano-, cásese con una de nuestras ciudadanas, lindas, honestas, sanas de espíritu, trabajadoras.
Me tomo un taxi y me voy a la calle barlovento al 2300 a ver de que se trata. llego y le pregunto a un vecino: -¿estoy en la Republica de Barloventia?
-Efectivamente, esta vereda y la de enfrente.
-Recibí la tarjeta y estoy interesado en la propuesta. ¿Con quien tengo que hablar?
-Puede hablar con cualquiera, esta es una republica horizontal, no hay autoridades.
-Si no hay autoridades me interesa mas todavía.
¿Como se origino la Republica de Barloventia ?
-Un día nos cansamos de que nos robaran con los impuestos, con el gas, la electricidad, la sanguijuela de los bancos, la educación deficiente y la pesadilla de la atención sanitaria, para no hablar de la otra peste que son los representantes políticos. Así que nos reunimos los vecinos de la cuadra y dijimos: basta de soportar tantas calamidades. Y sin dar muchas vueltas decidimos constituir una republica independiente.
-¿Y como hicieron para cortar con todo?
-Empezamos por dar de baja los medidores de luz, de gas y dejamos de pagar todos los impuestos. instalamos pantallas solares, molinos y las viejas cocinas económicas a leña. Cada casa tiene su huerta y su gallinero. Se cultiva inclusive en las macetas. Todas las compras se hacen dentro de la republica; el trueque es un recurso que adoptamos a menudo. Se negocia afuera solo cuando es imprescindible. ahí enfrente, en la casa amarilla, el medico de la cuadra instalo una unidad sanitaria. Recurrimos al exterior exclusivamente en casos de alta complejidad.
En la esquina, la señorita Beatriz, nuestra maestra jubilada, acondiciono su casa para que funcione como escuela. En el programa de enseñanza hay una nueva materia, la historia de nuestra joven republica. Para prever apuros económicos de los ciudadanos fundamos una mutual. Antes de la gran raviolada dominguera, se discuten entre todos las decisiones importantes.
-Veo que en la puerta de cada casa hay fotos de ancianos, ¿quienes son?
-Nuestros ancestros, nuestros proceses. Los viejos se preocupaban para que no se perdiera lo que sabían sobre las calamidades, se lo pasaban a sus hijos para que estos a su vez continuaran la cadena. Retomamos sus tradiciones que estaban un poco olvidadas; cada uno de nosotros concurre a la escuela de la señorita Beatriz y dedica una horas de su día a transmitirles a los jóvenes lo que aprendió sobre el tema.
-Me llena de entusiasmo lo que me esta contando. un solo detalle no me queda claro. en la tarjeta que me mandaron hay una muy interesante oferta de casamiento con chicas lindas, honestas, sanas de espíritu y trabajadoras. No alcanzo a entender cual es la relación entre el casamiento y los principios de la republica.
-Me extraña que no se haya dado cuenta, se cae de maduro, aquel que se lleve a una de nuestras chicas se lleva a una pionera, y los muchos hijos que sin duda tendrán, vayan donde vayan, difundirán el espíritu de barloventia y su lucha contra las calamidades.
-Dígame donde tengo que firmar y cuando puedo conocer a mi futura esposa.


*Fuente: contratapa de Página/12





BANDONEONES EN LA HABANA*

A Rosalía


BANDONEÓN (I)

Un bandoneón tendido frente al mar
sin fuelles para el alma.



BANDONEÓN (II)

Dos bandoneones en la madrugada
callan.



BANDONEÓN (III)

Un bandoneón suena a rebato
una tangata.



BANDONEÓN (IV)

Llora un bandoneón
La Habana es una rosa recién cortada



BANDONEÓN (V)

Un bandoneón que se levanta
El horizonte estalla.


*Reinaldo Cedeño Pineda. rcperiodista@yahoo.es
reinaldocp@cultstgo.cult.cu





*

Reescribiendo noticias. Una invitación permanente y abierta a rastrear noticias y reescribirlas en clave poética y literaria. Cuando menciono noticias, me refiero a aquellas que nos estrujan el corazón. Que nos parten el alma en pedacitos. A las que expresan mejor y más claramente la injusticia social.
El mecanismo es relativamente simple. Primero seleccionar la noticia con texto completo y fuente. (indispensable) y luego reescribirla literariamente en un texto -en lo posible- ultra breve (alrededor de 2000 caracteres).
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