jueves, diciembre 03, 2009

DONDE EN LO PROFUNDO DE LA NOCHE ESCUCHO UNA VOZ...


-ILUSTRACIÓN DE RAY RESPALL (CUBA)

OCTAEDROS*


“El mar no es mas que un pozo de agua amarga…”
IDEA VILARIÑO



Una navaja.
Raspa la garganta de la noche.


Un pensamiento de cristales octaedros
Rueda por la pendiente de la desolación.
Nítidos contornos.
Aguas claras. Amor oscuro.
Una iguana con precario equilibrio
Incrustado tatuaje de ocho triángulos equiláteros
Ocho triángulos equiláteros iguales.


Y una duda, amor, miénteme.


El pensamiento se hace carne y sangre
Atraviesa el precario equilibrio.
Afuera, solo queda la cola de la iguana.
Y una voz.


*de Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar






DONDE EN LO PROFUNDO DE LA NOCHE ESCUCHO UNA VOZ...




PARAÍSOS TERRENALES*



Y en cualquier piso
aquel cuarto sumado
que habita un hombre
esclavo
o esa pocilga multiplicada
de pensiones
en donde sufre una mujer
esclava
para que el poderoso
pueda permanecer
sintiendo
la brisa placentera
en los jardines
del Paraíso
y bañarse pueda
en los ríos cristalinos
no de agua no
sino de lágrimas
de todos
los que padecen.





FORTUNA*



La vida
nunca nos deja ilesos
pero el no haber extraviado
la llave que despliega
el mundo de los sueños
hace más soportable
mi permanencia
en este exilio.




BAILES *



Recuerdo cuando bailabas conmigo
«I 'be got my love» grabación de Benny Goodman
y orquesta sobre el rojo embaldosado
del patio colonial,
ahora entre algunas sombras del cuarto menguante,
recuerdas,
noche de verano,
las puertas del living abiertas
desde la que contemplaban los retratos de Apollinaire
con la cabeza vendada,
Pound con sombrero, bufanda y bastón
caminando en las calzadas de Venecia,
Fijman 1971 en el Borda
enfrentando el misterio total,
los dibujos que Sabat hizo de Cortázar y Discépolo,
las hermosas estampas japonesas.
Qué bien entraban los saxos
y respondían los metales,
2 minutos 26 segundos, contrapunto exacto
en que se deslizaban nuestros cuerpos
a una rejilla del tiempo inolvidable,
perfume de las violetas en el jardín,
recuerdas,
la grabación de la orquesta del Hotel Savoy
de Londres cantando Anne Lenard
«Buenas noches mi amor».
Islas, cuadernos envejecidos
que incendian las antiguas pastas,
tapitas de cerveza, mesas al aire libre,
«Sueño de juventud», «La puñalada»,
filo de bandoneones que iluminan geranios
y jazmines,
bailes de la noche cristalina,
tu cintura, tus manos,
la quebradiza humedad
que en espirales de rocío
se desvanecía en tu pelo.





LIBERTAD*


"La libertad es un perro vagabundo"
Millor Fernandes


un pobre perro sarnoso,
mordiéndose la cola
comiendo de las sobras
durmiendo a los sobresaltos
en la intemperie
apaleado en todos los límites
sin distinciones sociales,
que orina en troncos de utilería,
que no puede siquiera morder
porque le quitan el bozal
sólo para que rebusque
su sustento en los basurales,
que hunde sus patas
en barros demasiado humanos,
que se sacude las pulgas indecentes
en “donde empiezan los otros límites”;
la libertad es un perro abandonado
que alguna vez he visto
huyendo con la cola entre las patas,
babeando una rabia
que no contagia,
corriendo infatigable
hacia una frontera misteriosa
como la vida misma.





SOBREVIVIENTE*



No me salvé de morir
ahogado en el mar
porque nunca intenté cruzarlo
nadando y hacerlo finito
sino porque me dejé llevar
por las corrientes infinitas,
hábil nadador consecuente
con las mareas.
También me salvé del manicomio,
mar en el que casi naufragué,
cuando pude dejar a un lado
el peligroso hábito
de tratar de medir todas las cosas.
No vayan a creer,
no hay tantos poetas locos,
no es la imaginación
lo que nos pierde
sino la rutina de los inventarios,
la lógica constante,
el imperio de los balances
o el intelecto invulnerable.



*Poemas de Santiago Bao. santinebao@gesell.com.ar
-De “Pendientes”, Ed. Salido, 2002






LAS INFINITAS FORMAS DE "ENFERMAR" DE ESTOS TIEMPOS
Sobre el discurso científico*

La representación científica del cuerpo humano, creada por la comunidad científica, no es más que un modelo ideal: procura sustituir la imagen que cada uno posee de su propio cuerpo. El sujeto cautivo expresa en su organismo, la lógica del enunciado.



*Por Jorge Ballario


Si a un niño relativamente sano se lo rotula como enfermizo, probablemente lo será. Tal el sugestivo efecto de la nominación en la mente infantil, dado el desvalimiento que experimenta la criatura frente al omnipotente mundo adulto. En paralelo, muchos hombres y mujeres contemporáneos sufren de manera solapada una similar asimetría sugestiva, pero en relación al hiperjerarquizado discurso científico.
La representación científica del cuerpo humano, creada por la comunidad científica, no es más que un modelo ideal: procura sustituir la imagen que cada uno de nosotros posee de su propio cuerpo. Esa sacralizada ficción lingüística es capaz de influenciar, a través de sus enunciados, en los cuerpos concretos de los afectados. En determinadas circunstancias, el sujeto cautivo expresa en su organismo, mediante una enfermedad o disfunción, la lógica del enunciado.
Sabemos que el cerebro produce lo mental, y esto no puede reducirse a los pocos y simples mecanismos cerebrales observados por la ciencia. Procurar entender a la mente humana sólo con el estudio del cerebro, sería equivalente a pretender comprender una obra de arte valiéndose del desmenuzamiento y análisis microscópico de las partículas químicas que la componen.
Parte de la alienación actual en este terreno está vinculada a la divulgación científica sensacionalista, al exceso de importancia de ciertos descubrimientos científicos y a la megalomanía de algunos investigadores, que ven en sus trabajos resultados más abarcadores de lo que realmente son.
Es así entonces como ciertos posicionamientos cientificistas, más su habitual divulgación sensacionalista, suelen desestimar las vivencias identificatorias, y las estructurantes adquisiciones simbólicas de la
historia psicológica del sujeto.
Algunos mecanismos de influencia de la ciencia biologicista en la gente, especialmente en el terreno de la salud/enfermedad, son: la simple sugestión; el sentimiento de culpa del afectado, al sentir que transgredió algún "mandamiento" de la ciencia; la/s identificación/es con las descripciones científicas, etc.
Las infinitas formas de enfermar de estos tiempos, se deben, en parte, a las crecientemente complejas formas de "caricaturizar" al cuerpo con sus componentes y funciones, mediante el lenguaje de la ciencia. Este discurso, al resaltar y relacionar de manera causal, múltiples aspectos y procesos orgánicos con determinadas circunstancias, conductas o estilos de vida, amplía el espectro psíquico de opciones para psicosomatizar.
Ahora, frente al gran avance del saber científico, la enfermedad se vincula a la simbología que dicho saber produce mediante sus investigaciones, observaciones y conceptualizaciones. La nueva simbología haría de soporte a los antiguos mitos: lo monstruoso o diabólico ya no es la supuesta posesión demoníaca del enfermo, sino por ejemplo, un tumor maligno. El infierno ya no es un castigo posterior a la muerte, sino que se puede sufrir aquí mismo, en esta vida y en este mundo, a través de la enfermedad y/o la muerte, si desacatamos los mandamientos de la ciencia.
Además, sabemos que gran parte de la herencia genética de alguien no alcanza por sí sola a desplegarse, sino que requiere ser activada mediante determinadas vivencias significativas u otros estímulos. Es decir, que mucho de lo heredado genéticamente en cada uno de nosotros puede permanecer en estado potencial, toda la vida, sin ser nunca activado. Mucho me temo que, paradójicamente, la influencia del discurso médico haga posible que gran parte de ese potencial genético patógeno se despliegue.
Humildemente debería aceptarse que todo conocimiento científico depende siempre de un procedimiento imperfecto, y su interpretación está vinculada al paradigma de la ciencia, prevaleciente en una determinada época y cultura.


* Psicoanalista. Escritor. Mail: jballario@coyspu.com.ar

-Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/21-21336-2009-12-03.html






Carnicería*


*De Charles Simic.


A veces caminando en la noche, tarde
me detengo ante la carnicería cerrada.
Hay una sola luz en el negocio
como la que usa el preso para cavar su túnel.
Un delantal cuelga de un gancho:
la sangre le untó un mapa
de los grandes continentes de la sangre;
los grandes ríos y océanos de la sangre.
Ahí están los cuchillos que brillan como altares
en una iglesia oscura donde traen al lisiado y al imbécil
para sanarlos.
Ahí está la tabla de madera donde se rompen los huesos,
y se pelan a fondo —el río disecado hasta su cauce
donde me alimentan,
donde en lo profundo de la noche escucho una voz.


*Fuente: http://www.uaemex.mx/plin/colmena/Colmena%2049/Paper%20army/Charles.html








ACERCA DEL MOBBING O ACOSO LABORAL

Trabajo del perverso*

El autor examina el acoso moral en el trabajo, "esa exposición repetida y persistente a un tenaz envilecimiento por parte de quien detenta posiciones laborales superiores": tras la imagen del acosador, discierne la figura del perverso y la acción del "elenco" que permite su accionar.




Por Carlos Enrique Barbato*


El llamado "acoso moral en el trabajo", mobbing, "psicoterror" o "violencia laboral" consiste en una exposición y sometimiento repetido y persistente a un paulatino y tenaz envilecimiento de las condiciones de trabajo por parte de quien detenta apoyo o posiciones laborales superiores. Con intención de causarle -en forma a veces sutil o poco notoria- daño, sufrimiento o lograr su deserción del ámbito del trabajo. Lo que a menudo provoca perjuicios en la subjetividad del acosado y también de forma mediata, a la organización en la que se comete. Actos que son más difíciles de advertir cuanto más alto es el nivel cultural y social de los involucrados. Tal como es afirmado desde diversos dominios, lo anterior parece ser consecuencia de cómo se han establecido globalmente las relaciones laborales en las últimas décadas: basadas en competitividad, eficientismo y lábil apego a la ética. Pero hemos reparado en el hecho de que, a pesar de la vastísima bibliografía que circula en relación con el tema, escasos aportes provienen del campo del psicoanálisis. Intentaremos sumar con este ensayo nuestra opinión al
respecto.
El proceso tiene un cierto ritmo, una cadencia, una forma bajo la cual habitualmente se presenta. En primer lugar, es escogida una víctima, la cual es aislada, segregada, hostilizada, humillada, culpabilizada y desacreditada frente a sus pares. En segundo término, hay que advertir que el acosador no puede lograr su propósito si no es con ayuda de un elenco. El acosador necesita, para segregar al sujeto así elegido, inacción o colaboración de parte del grupo, de quienes, por acción u omisión, participan en este acto de marginación. Generalmente la vergüenza o el temor a pasar él a ocupar ese lugar, en caso de no participar, vale como incentivo suficiente para permitir al acosador continuar con su tarea. Se establece de esta manera un pacto, la mayoría de las veces no explicitado, no formulado: un pacto de
hecho cuya primera cláusula es el silencio tolerante o cómplice. En tercer término, entonces, un ingrediente fundamental que acompaña todo el proceso: el silencio. La palabra es lo que permite desarticular el juego, como generalmente ocurre cuando la víctima se decide a hacer pública su
situación.
Ese proceso de acoso revela una gran eficacia para constituirse en factor desencadenante de diversos síntomas: el padecer del sujeto acosado ha sido descripto habitualmente como pérdida de interés en el trabajo y en las cosas que del mundo le interesaban, con episodios de depresión, vergüenza,
retraimiento del entorno, dolor moral, irritabilidad, insomnio, sentimientos de ira, fantasías de venganza, rencor e incluso reacciones agresivas.
Asimismo, estrés y síntomas y síndromes físicos, que pueden redundar en infartos y enfermedades graves. Como también alteraciones del confort en las relaciones sociales en general, lo cual indica que el sufrimiento nace en el ámbito de trabajo pero lo desborda, en tanto se instala sintomáticamente en
cada sujeto.

Acoso y perversión
Partimos de la suposición de que, sin perjuicio de tener en cuenta el caso por caso -lo cual es insoslayable- no cualquier sujeto actúa con persistente voluntad de infringir daño o acosar en el ámbito del trabajo. Supondremos que se trata de actos provenientes a menudo de sujetos con una estructura
psíquica perversa, los cuales se manifiestan con una "voluntad de goce" -como la designa Jacques Lacan- que es ejercida sobre un sujeto con una modalidad de posicionamiento claramente diversa en cuanto a su adhesión a la ley.
Respecto de la modalidad de estructuración perversa: recordemos que se trata de un sujeto que logra, con gran pericia, conmover al otro y movilizarlo hacia la angustia. Se desempeña con celeridad y eficacia, sin arrepentimientos y sin la torpeza y las dudas que surgen en el neurótico.
Mientras éste duda, aquél lo lleva hacia un punto que se encuentra más allá de sus deseos reconocidos. Ya que como es sabido, "la neurosis es el negativo de la perversión" tal como Freud lo planteó ya en 1896 (carta 52 a Fliess).
En el neurótico, el fantasma es esencialmente perverso; es de esta manera como se imagina asiduamente a sí mismo, pero en secreto, en su mundo privado, solitario. Un secreto modo de goce con el que no hace lazo. Para el perverso, en cambio, el fantasma es antes que nada público, compartido con otro, hace lazo con él; se relaciona para singularizarse, y lo logra si incluye un partenaire en su escenificación, en la seducción, en la corrupción o en el quiebre del otro en su convicción moral o ética, cuando le es concedido o no.
El acosador, por su parte, se plantea el problema de cómo angustiar, herir al otro, para lo cual se afana en estrategias y tácticas que sigue religiosamente. El otro elegido para acosar suele ser considerado por el agresor como un obstáculo a sus propósitos y/o como envidiable. Es decir, considera a la víctima en algún aspecto como excepcional. Pero esa "excepcionalidad" es la carnada que el neurótico muerde con deleite. La falta de reacción o la reacción demorada, procrastinada, de este último, tiene que ver con esa posición en que ha sido colocado inicialmente por el agresor pero también por otros, en los albores de su vida. Posición que espera poder conservar o recuperar.
La angustia incontrolable en que suele redundar el acoso para el neurótico es una tácita aceptación e identificación con el objeto dilecto que es para el Otro, lo cual se le presenta en este contexto sin mediación simbólica, en medio del fracaso en que ha caído cualquier intervención simbólica.
Ahora bien, si al acosado, neurótico, le corresponde actuar conforme y a sabiendas de su responsabilidad de sujeto deseante, al acosador, del mismo modo que al perverso, no siempre le queda claro a qué amo presta servicio cuando hostiga en el ámbito del trabajo. Como sostuvo Lacan, "el perverso no sabe al servicio de qué goce ejerce su actividad. En ningún caso es al servicio suyo" (Seminario "La angustia", 1963). Su sensación puede ser la de que "está liberado", pero es un engaño. Está preso de su cometido: realizar el goce del Otro, tarea que se le impone como premisa ineludible y por la que milita sin desmayo. Lacan lo designa, por esta causa, como el último gran creyente. Cree en el goce del Otro, en el goce de un Dios que exige el sacrificio; pero con esta creencia fanática, esta voluntad de goce, logra escabullirse del reconocimiento de la castración de ese Otro. Su Otro es así sin tacha, sin barra.
Es muy probable que esto mismo sea lo que ignora el acosador, quien quizá presumirá, disociándose, de que presta en su función una inestimable tarea; así puede haberlo supuesto también cualquier torturador durante la dictadura. Por otro lado, el perverso transforma su sufrimiento en goce y su falta en plenitud. Triunfa sobre las desdichadas condiciones de su nacimiento, sobre su derrota inicial; es, en definitiva, un sobreviviente, como todos, pero él, además, lo sabe.
Accede a una erotización de esa derrota inicial. La función paterna funcionó con el déficit que le propinó quien cumplió con la función materna.
Condenado a una errancia ante la Ley, se aferra a la gracia de un goce, se inventa una Ley del Goce. Se inventa un deseo de vivir donde sólo hubo para él deseo de muerte, pura pulsión de muerte. Metamorfosea las amenazas de muerte en promesa de goce y el horror a la castración -que amilana al neurótico- en más goce por venir. Esta es su desmentida ante la castración.
El que pierde, gana, podría ser su lema. No hay interrupción, hay continuidad, movimiento infinito.
Para el neurótico, se trata de la aceptación de la Ley -fidelidad- a cambio de protección. En cambio, en el perverso la protección ha fallado, lo que provoca que se afirme en su falta de fidelidad y en larenegación. El otro le es necesario para sentirse un sujeto, pero unsujeto que es militante de la
continuidad entre deseo y goce. Lo suyo es avergonzar, asquear, desmoralizar y asegurarle al otro que asco, vergüenza y moral no son construcciones firmes. Ya que para él un deseo que no termina en goce -es decir, ignorando el límite que le permitió constituirse como deseo- no es verdadero, es una mentira. De esta manera, el neurótico es subestimado y considerado como mentiroso, porque no se atreve a gozar verdaderamente, hasta el final.
El valor máximo está asentado en el goce, porque le permitió sobrevivir. Por el goce admite cualquier sacrificio y rechaza cualquier debilidad o desfallecimiento. No se trata de una Ley humana, es una ley natural que dice: es obligatorio gozar; se trata de una exigencia de goce.
"Disculpe, pero..."
El acosador así como el perverso tienen habitualmente una altísima consideración de sí mismos; suponen que el mundo y su propio entorno deberían estarle agradecidos. Esta arrogancia y esta autocomplacencia les permiten disociarse y ponerse a sostener un semblante de bien fingida comprensión del dolor ajeno. No es raro que, en momentos en que sienten máxima autocomplacencia, den lecciones de moralidad y de actos correctos, lo cual no es más que otro recurso utilizado para provocar la división subjetiva de su víctima.
Como resultado de lo anterior, suelen lograr eficacia con respecto al manejo de lo formal de las normas de la institución en la que se desempeñan. Esto nos recuerda la exterioridad que la ley tiene para el perverso. Sólo en el momento del juicio, o como consecuencia de ser increpados por el entorno, comienzan a considerar que quizás se hayan excedido, que han cometido un error de estrategia. El pedido de disculpas que pronuncian muchas veces sólo busca morigerar el entorno para continuar, infinitamente si es posible, su cometido.
El deseo de reconocimiento, admiración y protagonismo los lleva muchas veces a realizar grandes concesiones al entorno: a veces es difícil imaginarlos en su accionar agresivo.
El acoso moral constituye en todos los casos un abuso de poder, algo que afecta la ética concebida en el seno de una institución; resulta perjudicial para los sujetos que la integran y para la misma institución, por su carácter disgregante. Es la instalación de la inseguridad, la amenaza y el miedo, que se extienden eventualmente más allá de los límites de la institución. Por eso, la institución que toma recaudos con respecto a este fenómeno salvaguarda a sus integrantes, se protege a sí misma y, en forma mediata, favorece al entorno social. Es algo a lo que hay que ponerle palabras, denunciar: poner palabras al acto es la única manera de establecer una ética que permita la convivencia.


Bibliografía específica
Barbato, C., Escritos fuera de sus archivos, Ed. Universidad Nacional de Rosario (UNR), 2003.
Barreto, M., "Uma Jornada de Humilhaçoes". En: www.assediomoral.org, 2003
Braunstein, N., Goce, Argentina. Siglo Veintiuno Editores, 1990.
Fernández A., "El acoso moral en el trabajo". En: www.conaduargentina.org.ar.
Hirigoyen, MF., El acoso moral en el trabajo, Ed. Paidós, 2006.


* Psicólogo; Facultad de Psicología, Universidad Nacional de Rosario.
Extractado de un artículo publicado en la Revista Argentina de Psicología, editada por la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires (APBA). www.apbarap.com.ar


-Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-136334-2009-12-03.html





Guerra*


*De Charles Simic.


El dedo tembloroso de una mujer
recorre la lista de bajas
en la tarde de la primera nevada.
La casa es fría y la lista es larga.
Todos nuestros nombres están ahí.




*Fuente: http://www.uaemex.mx/plin/colmena/Colmena%2049/Paper%20army/Charles.html











Correo:







PIQUETES ESTRUCTURALES*



Allá por 2003 escribí "Cuasimodos en la acera". Buscaba que entendiéramos que esas personas que reclamaban de mil maneras distintas a lo largo de las Avenidas del Centro Porteño, eran nada más ni nada menos que personas como nosotros y qué, para el caso, habían quedado mucho más afuera del Sistema que nosotros mismos a lo largo de los sucesos desde la Libertadora, el Videlato, el Menemato y otros argentinicidios intermedios.

Hoy, el reclamo piquetero para que los intendentes no manejen las cajas sociales es, nada más ni nada menos, que un reclamo K Vertical y Centralmente Estructural.

A la acción social de modo punteril y "municipalera" impuesta desde Buenos Aires hacia todos los rincones del País, y del Gran Buenos Aires en particular, necesitan fortalecerla terminando de eliminar "los impedimentos que la estructura Democrática y Federal les impone a los Gobiernos Centrales".

Sí, la más perversa y latrocínea actitud de un intendente municipal es, lejos, mas cercana a ser parte del federalismo y la democracia que la dádiva proveniente de hermosas asistentes sociales remitidas por la aerolínea estatal a sobrepasar las obligaciones de un intendente de Tinogasta, El Dorado o Río Grande. Es el camino del Gobierno central sin estructuras democráticas y federales intermedias. Es el Sistema de los Delegados Provinciales, Municipales y Barriales.

Es la estructura globalizante que solo puede funcionar con el hambre a la cintura y "el arte del manejo del hambre de los demás" como máxima filosofía del hacer politiquero.

Sí, culpables o no, inocentes o no, el reclamo vigente esta semana de puentear a los intendentes con los planes sociales es, nada más ni nada menos, que una expresión porteñamente centralista de controlar las voluntades de todos los rincones del País desde un escritorio Capitalino.





*de Jorge de Mendonça jorgedemendonca@gmail.com

- Ingeniero White - Buenos Aires















REMEMORANDO ANIVERSARIOS ESCOLARES*





Me asiste la duda, si lo que sigue es algo publicable, o si debe ser algo, digno que formar parte de aquellos diarios personales, que parecieran estar pasados de moda, al menos en nuestro entorno. Me queda claro que lo que sigue, se encuadra en aquella sentencia de Goethe, que "todo escrito es autobiográfico". Vaya pues transitando esta comunicación por el sendero de lo testimonial. Y de suyo de
lo subjetivo. Frisando los 63 años, uno tiene muchas reservas con esa asepsia que el método experimental matemáticamente formalizado, intentó imponer como monopólico camino hacia el conocimiento. Resulta que semanas atrás, vino a mi mente la circunstancia de que el 1ero de diciembre del año en curso, se
cumplirían cuarenta años de nuestra graduación universitaria. Así las cosas, lo primero que se me ocurrió fue saludar por correo electrónico al compañero con el que compartimos esa graduación ese día, a la sazón cumpliendo funciones diplomáticas fuera de Argentina; así como a otros tres compañeros de Facultad, con los que conservaba algún contacto. Me puse luego a meditar sobre esas cuatro décadas, y en el decurso de la meditación caí en cuanta que ese aniversario, coincidía con otro: el medio siglo de la
finalización de mis estudios primarios, en la Escuela Nº 1, de mi natal Ensenada de Barragán. A esta altura de mi parábola vital, al menos en lo que hace a educación, sea formal o informal, estoy persuadido de que los niveles son iguales en importancia en cuanto a la formación de cada persona. Es más;
los niveles últimos, sólo son viables por el completamiento de los anteriores. Todo se ha ido almacenando en nuestra mente, y se ha integrado dinámicamente, aunque esto recién se esta reconociendo. Y en ese sentido, ya lanzado a la meditación, caí en cuenta que no podía dejar de lado otro aniversario, tal vez obvio: con diferencia de pocas semanas al medio siglo de la finalización de los estudios primarios, se cumple medio siglo del inicio de los estudios medios, que mi familia decidió que fueran en el Liceo Naval
de río Santiago, instituto entonces "de moda", aunque hoy hasta resulta "políticamente incorrecto" decir que uno completó sus estudios medios allí. Parece una obviedad, pero caigo en cuenta que salvo alguna otra esporádica incursión; cursé los estudios primarios, medios y universitarios, en una solo institución educativa en cada ciclo. Así transcurrió mi educación formal entre 1954 y 1969. Con ese bagaje me inserté en el mundo laboral hacia fines de 1968. Con la jubilación, instalada ya sobre mi horizonte existencial, uno no puede dejar de meditar sobre este tránsito en lo que se conoce, como integrante de la "población económicamente activa", inmerso en el acontecer argentino. Si uno se toma el trabajo de leer la información censal disponible (El ultimo censo es del 2001), se percata que una pequeña minoría de la franja etárea en la que esta incluido, alcanzó la calificación formal de estudios universitarios completos. A veces la pertenencia a ciertos ámbitos laborales o localizaciones geográficas, hace perder esta perspectiva. Y eso lleva a confusiones, en la que me esfuerzo en no caer (aunque caiga...). Y lo primero que me viene a cuenta, es que ese logro, fue posible porque había familias que hacían sacrificios, pero en un contexto donde esos sacrificios, tenían traducciones prácticas. Eso es valido para el grueso de aquellos que pudimos realizar esos trayectos educativos, provenientes de familias humildes, en las que eran frecuentes abuelos analfabetos o que a duras penas habían podido completar algún año del
primario. No se trata de nostalgias de edades doradas; vivimos una realidad distinta, donde estadísticamente es creciente la cantidad de personas con calificaciones formales del sistema educativo, pero donde las posibilidades objetivas y subjetivas de realización laboral o profesional, se han achicado en manera ostensible. Uno podría conjeturar que el proyecto que tenían en mente los que desencadenaron esas oleadas de gente formalmente instruida o bien no se pudo plasmar, o bien la estimación fue exagerada. La gente que se tuvo que exiliar por diversas razones, es una suerte de mecanismo de exclusión que testimonia ese desgarrador desajuste. Las cuotas de frustración multidimensionales, que uno comparte con su franja etárea y las vecinas, es otra de las caras de ese cuadro, que es un componente de este estado de cosas que nos deja con un regusto muy amargo en nuestras sensibilidades. Tal vez quien lea esto (si finalmente decido publicarlo) dirá que estoy "tirando pálidas". Puede ser. Lo que yo percibo, considerándome un privilegiado, en cuanto a las posiciones laborales que he podido alcanzar con esos niveles de educación formal, es que en materia de conocimientos percibo un gran
desequilibrio entre lo que he podio aprender y lo que he podido hasta ahora aplicar de lo aprendido. Ya instalado en el sendero que conduce a la jubilación, hago explicito mi propósito de volcar en instituciones de bien publico (como en parte ya lo vengo haciendo) todo ese acervo de nociones, que
se ira conmigo en el momento que emprenda el viaje hacia lo insondable.







*de Alfredo Armando Aguirre. choloar47@rocketmail.com



(02/12/2009)







*





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