*Obra de Claudio Uzal. ©
Gijón.
*
Para ejercer
el oficio
del equilibrio
es necesario
saber
cuánto espanto
encierran
los abismos.
Es preciso
temer,
con sagrado
horror,
el paso en
falso.
¿Para qué
forzar,
si no,
la precaria
vertical?
*De MARIANA
FINOCHIETTO. mares.finochietto@gmail.com
¿QUIÉN SE ABISMA EN LA PALABRA GRIETA?
LA CATERVA*
*Por Mónica
Russomanno. russomannomonica@hotmail.com
Sigo en una
extraña recuperación del tiempo perdido, ese paisaje del ayer que es más una
sensación, un dibujo en sepia y carbonilla armado con retazos de objetos y
materiales que traen el perfume de los años irremediablemente desleídos.
Los malvones
con su aroma salvaje y áspero al paladar, el hierro, con su sabor a sangre en
la lengua, la madera siempre confiable pese a las amenazadoras astillas, los
maravillosos vidrios traslúcidos, las motas de polvo danzando en un rayo
oblicuo de sol ingresando por una ventana de vidrios repartidos. Escaleras de
metal, fondo con gallinero, tierra mojada, lluvia en los cristales.
Recupero lo que
tuve y lo que me hubiese deseado tener, con esa clase de posesión que es un
pedir permiso a los objetos para compartir su estancia de placidez.
Lo viejo tiene
eso que espanta a tanta gente, tiene pasado, vidas, años. Mi casa ensamblada
con remanentes de destrucciones, cosas que aquí y allá pertenecieron a otras
casas, mi casa testigo. Mi casa suma y apego, ventanas y puertas por la que
otros miraron la luna, abrieron o clausuraron caminos. Puertas que alguien
cerró por última vez, platitos de porcelana que alguna viejita muerta tuvo
atesorados sin usar en algún aparador de esos que se abren para la visita.
Mi casa
contiene viajes en el tiempo y en el espacio. Mármoles que vinieron desde
Italia, vajilla inglesa, postes de quebracho de aquí nomás pero de tan lejos,
cuando los ferrocarriles ponían poesía viva en el paisaje.
La casa es mi
casa con blasones heráldicos inventados, un dios lar de pacotilla, muebles
franceses y también reverdeceres del álamo que en invierno muere y luego
resucita.
Es un mapa de
mis recuerdos, un vago anhelo que aparece mientras se va creando. Es un
decidido desaire a lo adocenado, a lo que carece de espíritu. Es una afirmación
de lo único e individual aunque tenga rajaduras y partes despintadas. Cada
objeto está porque antes fue deseado y acariciado, como si se fuesen formando de
la nada y del elusivo humo de los recuerdos lejanos.
Y está hecha
para compartirla con los que quiero, con la gente buena, con mis queridos
amigos de ahora y los que también espero ir creando de a poco pero firmemente.
Como si ellos también, con un pasado, con materiales nobles, con experiencias y
desazones viniesen a adornar un espacio melancólico y feliz.
Y ondoloin les
digo, porque la vida es sueño y trabajamos para que no acontezcan las
pesadillas. Ondoloin y cada uno a construir su sueño reparador. Sabemos que los
sueños no tienen tiempo real, son desordenados, parecen no decir nada, pero
estamos. Estamos en ellos.
Pausa circular*
Un trino se
suelta de la rama
desata nudos en
la garganta y cree
que es dueño
invulnerable de la tarde.
No.
No es así.
Yo he pulsado
mi sirena de alertas,
yo te he
convocado.
Se ahuecan las
manos y te esperan.
Se ríen de mí
los campanarios.
Fabulan
historias las penitentes ideas.
Tarde Lluvia
Sola Acecho Límite...
Preguntas.
No hay
respuestas. Ni topes
para esta
seducción de hogueras.
Y todo por un
trino que se soltó de una rama.
*De Miryam
Colombotto de Seia. miryamseia@cablenet.com.ar
La palabra
grieta*
*Por Miriam
Cairo. cairo367@yahoo.com.ar
Toda realidad
es onírica.
Cada célula de
la realidad es una sugestión hipnótica, nos hace ver árbol donde hay árbol, nos
hace sentir frío cuando hace frío, nos hace caer al fondo cuando abre un
abismo.
Y nosotros la
seguimos.
Hechizadamente.
Obedientemente.
Satinadamente.
Toda realidad
se abrirá camino por entre la sintaxis de las cosas hasta hundir los muslos en
el pantano untuoso de las flores.
Es, sin duda,
una falla en el riguroso imperio de la certeza.
La realidad es
una falla.
Y se está
dentro de esa grieta.
Por fuera de la
grieta, la realidad no alcanza su plenitud.
No falla.
Afuera de la
grieta hay ciudades, movimiento continuo, árbol cuando hay árbol, frío cuando
hace frío, caída cuando hay abismo.
Dentro de la
grieta, hay cosas que la realidad no había planeado nunca.
Adentro de la
grieta, la realidad me propone decir cosas que jamás habría podido decir fuera
de la grieta.
Cada célula de
la grieta me sueña conscientemente, me pide que diga dragones retozando en el
fango con las estrellas lucíferamente.
Desde la plena
consciencia molecular de la grieta digo ángel y aparece la palabra ángel, digo
pez y aparece la palabra pez,
digo la palabra
hombre y aparece una criatura bípeda de sombras apiladas, digo mujer y aparece
la palabra.
La aparecida.
No importa lo
afuera que esté de la grieta, la realidad necesita a la aparecida para
desatarse el nudo que tiene en la garganta.
Sin la palabra,
(esa aparecida desde la grieta) la realidad sería el imperio de la evidencia.
Alguien de
afuera siempre propone denunciar el caos de la grieta.
Movimientos de
tierra.
Consejos
consultivos.
Concursos
literarios.
Poetas en
huelga.
Libros
famélicos.
Entonces,
alguien de afuera, propone poner en la entrada de la grieta un cartel de
advertencia: que caiga el que quiera caer.
¿Y quién cae?
¿Quién se
abisma en la palabra grieta?
Bajo campanas
muertas la realidad pide altura.
Llega la noche
y pide lo mismo.
Se hace el día
y pide lo mismo.
Y allí hay una.
Una grieta.
La palabra
grieta se abre esperándola.
Todas las
letras de la palabra grieta lo dicen más de una vez:
te estamos
esperando te estamos esperando.
Y la realidad
se pregunta ¿lo hago todo?
Los perros de
la realidad ladran y le muerden el ruedo de la pollera negra.
Un apuro.
Una urgencia.
Un sucesivo
descarrilar de infinitivos, un exceso de constatación y de datos que se
precisan por miedo a caer en el centro de la palabra noche que está en el
centro de la palabra yo que está en el centro de la palabra grieta.
Dentro de la
palabra grieta una se siente tentada de negar la palabra realidad, pero la
abarca, la abraza y la consuela.
Explicar la
palabra grieta sería como explicar la poesía.
Explicar la palabra
noche sería como explicar la palabra yo.
Explicar la
palabra.
Nada más
satinado y anochecedor que la palabra grieta rasgada sobre la palabra yo que se
nutre de la palabra noche para crear la otra realidad de la palabra.
HEREDADES*
“Entra una
nueva pena y las viejas penas de la casa las reciben calladas, no muertas”
ANTONIO PORCHIA
Se abren las
puertas del silencio.
Cada ojo
atestigua el devenir de un icono de cera.
La casa es un
temblor al borde del abismo.
Solo tú, amor
mío, bajo los párpados.
Una
palpitación. Un espasmo me dicen que no estoy.
Solo hay lugar
para tu pequeñez inmensa.
Me cubro con la
piel de escalofrío. Desde allí te contemplo.
Son heredades
de una epifanía en el desierto.
De un dolor
gozoso, antiguo como el mundo.
Aguijones
clavados en mi lengua. No digas nada.
Sé. Escribes en
mi cuerpo con la mano de dios.
Has dado vuelta
los espejos, en vano.
Un estallido.
Una estampida. Soy.
Y cuando la
savia besa el desconsuelo.
Puedo sentir mi
salvaje inocencia. Mi delirio.
Mi amada
muerte, mirar, en tus pupilas.
En tu iris
desnudo, mirar.
-Dime madre
quien era cuando no era él-
*De Amelia
Arellano. amelia.arellano01@yahoo.com.ar
VENUS SOBRE
MIRLOS*
La muchacha con
largos ojos de Venus nórdica
me besó como
desatinada adolescente
que a mano
armada roba
su primer beso
a una boca
comprometida.
Y con los
nervios ahogando mis palabras
guardé
silencio, era más prudente
fingir ser
tonto
que cazador de
piernas cortas
a plena luz del
día.
Ella no aceptó
la sorpresa. Sin menoscabo
rehusó entender
que el miedo
es mucho más
promiscuo
que los deseos
mundanos.
La muchacha con
ojos más largos que el día
besó mi noche
con la frugalidad
espartana
de quien
demanda hacer la guerra
para saciar la
sed de paz
en cada célula
del cuerpo.
*De Daniel
Montoly. danielmontoly@yahoo.es
Y se hicieron
humanos*
La lengua de
fuego en el cruce, en la frontera, pequeña chispa originada en
el espacio oscuro de las estrellas muertas.
Tanto brillo
apagado guardaba la semilla de un incendio. Ella se escondía en cavernas. Él
loco por encontrarla, se decía de una forma imprecisa, porque el
lenguaje no estaba inaugurado,"la voy a hacer hablar".Ella
rodeada de bisontes salidos de su mano, él rodeado de dragones, hacía
restallar un bastón luminoso, la galaxia era excesiva para los dos,
luceros perdidos que podían alumbrar respuestas a preguntas no
formuladas. Las nubes se detuvieron ante la caverna que reunía un espacio
extraño. Alguien, agazapado en la penumbra de una idea se deslizó oscuro como
un presagio. Tendió un mantel de hojas, estrujó las frutas para hacer
pintura del jugo rojo, se volvió a esconder. Ellos mojaban los dedos
en esa pasta, los pasaban por las paredes de la cueva, se hacían humanos.
Luego, el arte fue a los cuerpos. Como en un sueño hipnótico, él desvanecía el
blanco del cuerpo de ella con fuertes soles. Ella se animaba apenas, le tuvo
cierto miedo, por el resplandor con que se presentó y esas armas de la cacería
que el portaba, pero empezó a tatuarlo y se encontró con el alma, la embebió de
colores. El alma luz, sombra, pozo, cumbre, ella lo palpó con perfumes,
él ejecutaba música sobre ella, con ella, la hizo su
instrumento, su concierto, su partitura, le arrancaba notas, por fin
palabras, era el encuentro de todas las citas. Inocentes, perversos se
hundieron en el abismo, cuando se despertaron, comprendieron
que ese abrazo profundo, era un pequeño cielo .Perdieron el
terror a ser puntitos en el mar de las galaxias.
Mientras tanto
el perverso, salió del escondite buscó su inventada
tinta y con lo que quedaba escribió prohibido, prohibido, prohibido, incesante,
rabioso, perdido.
Pero era tarde
*De Cristina
Villanueva. cristinavillanueva.villanueva@gmail.com
Altri tempi *
*Por Héctor
Cepol hectorcepol@gmail.com
¿Cómo no recordar con ternura
aquel lirismo de los 14? Claro, de mis 14 allá lejos. Se despertaban tantas
cosas, y las que dormían dormían tan plácidamente.
Yo, salvo que justamente me
quedara dormido, tomaba el mismo 205
a la misma hora para ir a mi laburito de pinche. El
bondi pasaba lleno y las caras se repetían. En uno de esos viajes, el de la
mañana –porque al mediodía y a la tarde no la vi nunca–, en uno de esos viajes
nos enamoramos. A primera vista. Y después a segunda, y tercera… y siempre a la
vista porque nunca le hablé.
Debía venir de lejos, venía
siempre sentada, venía del lado izquierdo, el de los asientos dobles, y yo
siempre parado y bamboleándome porque el bulevar Avellaneda entonces estaba
empedrado y las piedras ondulaban. Una dulzura. Morocha, ojos grandes, mirada
que demoraba un poquito en desviarse cuando nos cruzábamos.
La macana era el horario porque
yo no podía seguir viaje y ella bajaba después. Pero empecé a tratar de
acercarme lo que no era fácil apiñado. Para colmo, a veces se sentaba del lado
de la ventanilla y ya no quedaba a tiro para inclinarme y decir, que se yo,
algo. Pero el romance marchaba, y era solo cosa de tiempo.
Hasta que una de esas mañanas,
cuando el 205 tomaba el Túnel, y adentro y afuera del bondi todo se hacía más
íntimo mientras no volvíamos a emerger –hablo del viejo Túnel
Escalada con vereditas en los costados para algún raro caminador y alguna
bici–, hasta que una maldita mañana, digo, nos cruzamos las miradas al entrar
al Túnel, las mantuvimos unos segunditos y ahí las soltamos con la
elegancia de un pas de deux para llevarlas hasta la ventanilla que para
nosotros era como el paisaje bucólico de los enamorados.
Mejor no haberlo hecho. En la
veredita y en la mitad del túnel, un croto cagaba de espaldas, a culo
descubierto y en el momento culminante. No volvimos a mirarnos. En realidad, el
bondi, el Túnel, el croto, todo fundió a negro. Y cuando volvió era otro bondi,
otro Túnel, yo era otro y algo se quedó para siempre del otro lado.
Me escurrí entre la gente y gané
el final cerca de la puerta. Y a partir de entonces, seguí viajando de
pie en el 205 y colgado pero del otro lado, el de los asientos simples.
Bien, pero lo que quería
comentar (porque si esto termina así van a creer que es un cuento y a mí el
estrés postraumático casi que me dura), lo que yo digo es ¡caray, cómo cambió
todo! ¡Cómo se hace para leer hoy Romeo y Julieta…? ¿Cómo entender a
Margarita Gautier o al joven Werther…? Se lo conté a mi nieto, y el muy
delincuente puso cara de no creer en mi reacción, y se largó a reír.
–¡Pero es que se destruyó todo…!
–quise explicarle.
–¡Andá, deja de joder!
–¿Y vos qué hubieras hecho? –le
dije mosqueado.
–Me la ganaba.
–¿Qué…?
–Claro, me la ganaba.
–¿Y qué le decías…?
–¡Uy pobre tipo! ¿Tendrá papel
higiénico?
(¿…No es un animal?).
***
INVENTRENhttp://inventren.blogspot.com/
El último tren*
(De la Estación Blas Durañona –
Ferrocarril Provincial)
*Por Victoria Mora. mvictoriamora@yahoo.com.ar
El tren no llega. Odio esperar.
Este andén parece un cráter que se abre a mis pies y no paro de caer. Quiero
irme ya ¿para que habré aceptado venir a este pueblo de mierda?, siguiendo un
amor ¡que ingenuidad! Tendría que haberme quedado en mi ciudad, no sé si sería
feliz, pero al menos no tendría esta grieta enorme que me atraviesa el corazón
y llega hasta el andén para que me caiga. Encima de noche; con lo que odio
caminar de noche estas calles, donde aún en la oscuridad los ojos siempre miran
y juzgan. En cambio en Buenos Aires lo mejor es la noche, el anonimato, sus
luces, su música, sus bares.
No te voy a negar que quisiera
estar volviendo con vos. El rencor no me alcanza para mentir. Te odio y te amo
tanto a la vez ¿Cómo es posible? −Dale vamos a vivir a provincia, necesito el
aire limpio, el verde, la paz, Buenos Aires me agobia, me enferma
¿Cuántas veces me enfermé el último año? mis bronquios no dan más.
Sabías muy bien que no podía ir
contra tal argumento, tu salud es lo primero. ¡Que imbécil! La primera vez
cuando bajé del tren tuve que apoyarme en tu hombro porque casi me caigo del
espectáculo que tenía en frente. Un puñado de negocios que no sumaban más que
diez y un bar ocupando toda una esquina, algunas casas y el campo ¿Qué hago
acá? Pensé, pero no te lo dije, y cuando te miré, esa sonrisa que me derrite el
alma; entonces sonreí, y te dije que me gustaba que acá ibas a respirar mejor,
que fue una buena decisión, que íbamos a ser felices.
Me esforcé ¡y como! Nunca me escuchaste
quejarme, viajé cada día dos horas de ida y dos de vuelta a mi laburo, me fui
cada mañana dándote un beso y sonriendo y volví cada día con otra sonrisa para
vos.
La gente no me caía nada bien,
chusmas todos viejas chusmas, hombres, mujeres, jóvenes o niños. Los primeros
tiempos fuimos los extranjeros, hasta que empezaron a saludarnos por el nombre.
Mostraban más afinidad con vos, te les metiste bajo la piel, se notaba que te
adoraban. Siempre te hablaban amigablemente, a mi apenas un saludo con la mano
o una inclinación de cabeza. Claro, yo nunca estaba y vos siempre pendiente de
ayudar a los vecinos y adentro del club organizando una cosa y otra. Además,
estaba tu enfermedad. Te encargaste de contarles los terribles tratamientos que
habías pasado, que habías elegido el pueblo para recuperarte, lo
importante que era para vos quedarte en casa y disfrutar de una vida
apacible. Notaban que necesitabas todos los cuidados que yo te daba.
A pesar de todo, estos últimos
meses empecé a acostumbrarme, y hasta un poco el gusto le tomé a esta
tranquilidad avasallante. Incluso ansiaba la hora de volver a casa. Hasta que
un día me dolió una muela.
Ya me molestaba cuando tomé el
tren seis y media de la mañana, intenté no darle bola, un analgésico y listo.
Bajé en La Plata, compré un agua y me tomé una pastilla esperando el alivio que
nunca llegó. Para el medio día ya no aguantaba más, no podía ni pensar. Le pedí
permiso a mi jefe y me fui. Llamé a mi dentista y conseguí que me atienda de
urgencia. Terminé todavía con dolor esperando el tren dos horas antes de lo
habitual. Bajé del tren en nuestra estación sintiéndome un poco mejor y
hasta con cierta alegría de disfrutar un par de horas más de ese día juntos.
Caminé las cuatro cuadras que separan nuestra casa de la estación, abrí el
portón, la perra me saltaba y me movía la cola, fui por la puerta de atrás,
cuando estoy a punto de agarrar el picaporte levanté la vista, a
través del vidrio partido de la puerta, los vi: los dos desnudos bailando
un tango, y te miro y se te ve feliz, como pocas veces te vi conmigo, siento
que la cabeza me va a explotar quedo inmóvil ahí mano en el picaporte y pies
estaqueados al piso por unos segundos que se hacen eternos, hasta que reacciono.
Me di media vuelta y me fui, le
pegué una patada a tu perra pesada que pegó un grito que espero hayas
escuchado. Volví a la estación como por inercia ¿A dónde iba a ir? Esperé
el siguiente tren a La Plata, finalmente después de media hora lo tomé. A la
tercera estación me bajé y me crucé a un bar a tomar un café y hacer tiempo. La
cabeza me daba vueltas, no sabía que pensar, y tus palabras para convencerme de
mudarnos no paraban de resonarme como un eco eterno, ¿habrá sido antes o
después? ¿Cuándo empezaste a engañarme? No sé si quiero saberlo alguna vez.
Calculé la hora y tomé el tren que me correspondía.
Llegué a casa y te encontré
pintando como si nada. Yo igual, como si nunca me hubiese encontrado esa misma
tarde con la imagen de la traición.
Cenamos como todos los días, te
dije que me dolía la muela y me fui a dormir temprano, en realidad no pude
pegar un ojo. Cuando me aseguré que dormías, me levanté y en silencio junté un
par de cosas indispensables y me fui para no volver.
Acá estoy, esperando el último
tren, no vuelvo más, no sé a donde ir, no tengo a donde ir sin vos, caigo
finalmente en la cuenta que no tengo a nadie en el mundo más que a vos, sin
embargo no quiero simular. Las luces del tren que se acerca se hacen cada vez
más grandes, de repente tienen tu rostro y tu cuerpo desnudo, parpadeo.
No es posible, y aun así, ahí estás, en esas luces, entonces, salto a tu
encuentro.
***
Próxima estación para escribir por Ferrocarril Midland:
INGENIERO WILLIAMS.
GONZÁLEZ RISOS. PARADA KM 79. ENRIQUE FYNN.
PLOMER. KM. 55. ELÍAS ROMERO.
KM. 38. MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.
LIBERTAD. MERLO GÓMEZ. RAFAEL CASTILLO.
ISIDRO CASANOVA. JUSTO VILLEGAS. JOSÉ INGENIEROS.
MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE. ALDO BONZI.
KM 12. LA SALADA. INGENIERO BUDGE.
VILLA FIORITO. VILLA CARAZA. VILLA DIAMANTE.
PUENTE ALSINA. INTERCAMBIO MIDLAND.
***
Próxima estación para escribir por Ferrocarril Provincial:
GOBERNADOR ORTIZ DE ROZAS
JOSE RAMÓN SOJO. ÁLVAREZ DE TOLEDO.
POLVAREDAS.
JUAN ATUCHA. JUAN TRONCONI. CARLOS
BEGUERIE.
FUNKE. LOS EUCALIPTOS.
FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE. GOBERNADOR
UDAONDO. LOMA VERDE.
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN. GOBERNADOR DE SAN JUAN
RUPERTO GODOY.
GOBERNADOR OBLIGADO. ESTACIÓN DOYHENARD.
ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA.
D. SÁEZ. J. R. MORENO.
EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY. LISANDRO OLMOS. INGENIERO
VILLANUEVA.
ARANA. GOBERNADOR GARCIA. LA PLATA.
InventivaSocial
Plaza virtual de escritura
Para compartir escritos escribir a: inventivasocial@yahoo.com.ar
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