jueves, octubre 10, 2019

UNA MIRADA AZUL…

*Foto:  Mary Pickford por Alfred Cheney Johnston.








*



En el velo de la tristeza hay cientos de lágrimas con ilusiones.
¿Sabrá el dique de tu ternura dejarlas que desborden?












UNA MIRADA AZUL…

Textos de Nora Azul del Rosario Akimenco. 








Un universo a medida*



1 Nubecitas del pasado.


En la ciudad de las diagonales  el paso del tiempo se detuvo. Fue un encuentro casual.
Las escenas de amor suspendieron al viento, un abrazo espontáneo irrumpió ante la  permanencia  del cariño.

Un Hilván más otro y otro tejiendo a la sorpresa. Ingenuidad de la comunicación, un diálogo espacial en charlas luminosas.
Toco, palpito cada palabra exquisita en esta tarde donde soplan nubecitas del pasado.






2 Otra piel.


Amor
Un semáforo rojo detuvo mi auto
Envuelta en un abrazo sentí que el tiempo no había transitado. Una caricia en la mejilla, un perro negro apoyó su cabeza en mi muslo.
Y me perdí…
Sentí calor
Oí una voz que susurraba en mis vísceras en esa piel arisca de afectos. Ensimismada en “qué buena es la soledad”.
En la independencia.. Creía ser yo, cómoda, sin compromiso...
Estar sola, “estar solamente estar”. Una cierta conformidad de quedarme en la monotonía. En una meseta.
Pero ese apretón  en una diagonal tan intenso me descolocó.
Su voz suave. Su pecho grande y su hombría transitaron sobre el  puente al amor.

Charlamos tanto del pasado y del hoy. De perdonar, de conversar dialogando con respeto. De resbalones de silencios comprimidos, de comentarios mal interpretados con ingredientes de desconfianza y de celos. Desencuentros y malos entendidos. De proyectos de vida que parecían disparates. Olvidando el nosotros o no nombrándolo.
En madrugada, acompañada por la guitarra de un grillo floreciente siento que la vida me ha regalado otra piel, otro despertar.






3 Torrente de caricias.



Sobre los oleajes de sus pieles
Turbados entre besuqueos y suspiros
El crepitar de las chispas en la tempestad
Bañaban sus labios encendidos
Acoplando sus alientos en un
Nosotros -aprendices-
Compases ritmos aventuras
Subrayando cejas, narices, ombligos
Asiéndose el uno al otro
en sintonía
Rebotaban  sonidos sobre el tejado
Nadando sobre un torrente de caricias
En el cuarto, en las sábanas
En los vértices
Susurros cálidos de:
Un te amo, te adoro, te necesito…






4. Escucha su corazón entre sus manos


Ella escucha su corazón entre sus manos
Delicadas siluetas perladas de saliva
Aire expulsado en juego carnal bebido.
Chispazos,  luces difusas de halagos.
Vísceras vientres latiendo en sinceros
Abrazos y calientes contorneos
Ardiendo entre esencias de pasiones.
Ella escucha su corazón entre sus manos






5 Destino.


Albergados por anhelos templados
Incandescentes y volátiles
Sumergidos en calma  ternura
Acordaron  un destino a la par.







6 Deseo y Paraíso.



 Revuelta en sentires
Revivo el atrevimiento de tu piel
Encendida  ambiciosa descontrolada
En una mar de caricias
Tu lengua en mi lengua
Tu cuerpo en el mío
Tu ternura estrella marina
En tu mapa de piel
Sin fronteras
Somos dos y somos uno
Impetuosos susurros  alados
El vértigo de acariciarte
Es mi dueño.
Como habré de contarte
Este sentir tan fresco
Estando en tu cielo
Mi universo
Calma., deseo y paraíso.






7 Ensueño.



Pensándote no logro dormir. El estómago ruidoso estruja mis sensaciones. No sé qué decirle al espejo de la certeza.  
Las vivencias consuman figuras difusas esmeriladas.
¿Fue un sueño el de anoche?
Tantos te amo, miles de besos apretados, corriente de lágrimas salpicando las mejillas. Mis ojos  achinados.
En un torbellino de esperanza estoy, en esta madrugada sintiendo que aluciné. Cual film clásico en el que suceden escenas románticas rapidísimas.
Tus ojos observan pícaros, suaves, asombrados, en este momento donde mi piel erizada de caricias, mi mentón rozado de tu pequeña barba creciente. Dejó sus rastros coloreados del tacto.
Mi lengua enlazaba en la tuya, tu aroma de fortaleza colmando mi  torso conmovido.
Tanta información sensorial y carnal piloteando  en mis poros reservados.
Quiero aprisionar algún registro para guardarlo. Pero son tantos.
El ensueño es mi dueño. -

Cuando me duerma esta noche
Tu rostro viajará sobre mis párpados…






8. Grillo



Un grillo
Un grillo repite tu nombre
Incansable con los sonidos
De su guitarra de antenas
Anima la fiesta de nuestro
Nuevo y  entusiasta templo
Súmanse las palomas en
Esta noche de silencios
De distancias y malos entendidos
Donde existen condiciones
Promesas y un idilio que se esfuma
Un bichito de luz a la orilla del río
Entre las plantas de hortensias celestes
Iluminan palabras un sinfín
De expresiones ataduras y desaciertos
El grillo insiste desde su ritmo
Incansable un te amo un te quiero
Sabe de sus huellas de amores
Con tanto candor
Cantautor de sentimientos
Un lagarto de la ribera
Vive asustado en su madriguera
Él se contuvo por el hábito de estar solo
Casi como ausente.
No quiere que le hagan daño.
La calandria lo pica, el ave lo perturba
Quizás sea él sólo quien descubra
Que ella la mariposa monarca
Sienta no sólo su piel
También su indiferencia
Ella, la mariposa vuela sin tapujos
Con un ala perforada y
Persevera insiste y monologa
¿Quién eres? ¿Que quieres?
Por qué la oscuridad
Cuando el brillo existe
Quien reprocha  a quien
Si el amor existe
Mi grillito, mi alma, mi verdad
No me dejes no me grites
No pongas un rictus
Un universo a medida.
Cuando pinte el sol
Me daré cuenta
De ese idilio que proferiste
si es tal cual lo prometiste.






9 Ruiseñor de tus labios.


Me faltó un beso

Esta mañana

Descansaba desnuda

Y entre sueños oía

Cómo el ruiseñor

Tarareaba

Su suave dueño

En puntitas de pié

Al solcito orientaba

Me faltaron tres y cien besos

Esta mañana.

Cuando te encuentre

En secreto

Te robaré las plumitas

Del ruiseñor de tus labios.






10 El tibio color de tu mirada.



Con tus ojos de azul profundo
Llego a las fronteras del universo
En ellos viajo por lugares de infinita belleza
Colmada de alegría y entusiasmo
Allí transito enérgica y sin tapujos
Por los océanos de tus mares
Intrépida y sin oleajes de temor
Transito las aventuras de sumergirme
En los colores del arco iris
Y vuelo por lugares que conozco
A través de tus palabras, tus experiencias.
En ese azul tan intenso que endiabla tu mirada
Posa en mi piel
Un pentagrama inusual y poco frecuente
Es el tibio color de tu mirada
La que exorciza el infierno de recuerdos
Entre tú y yo
La distancia mece la monotonía
Con una sinfonía de románticas luces
Y aquí estoy yo
En el fogoso vapor de tus imágenes.







11 El piquito.



Voló en la noche calma
Estaba entristecido porque rengo andaba
Tuvo un percance pensando en su amada
Se tropezó con un ángel y se enredó entre sus alas
Llevaba un recado que debía cumplir a la nochecita
Pero herido quedó por sus intenciones no santas
El ángel le preguntó
Que llevas ¿por qué tan apurado?
No se animó a decirle que era un simple beso guardado
Que tenía destinataria
Le dijo que llevaba una carta de feliz cumpleaños
De su amiga de Libra
Por la mentira se sintió sumamente acobardado
No llegó el piquito esa noche de luna clara
Se quedó en mutismo bajo el rocío en esa madrugada
Tiritando de frío con sus plumitas de abrigo
Quedó entumecido en un techo de chapas
Vino un gato peludo y con sus bigotes lo olía
Lo abrigó con su piel suave y sedosa
Mientras el piquito dormía
Le dijo al oído...
Te doy mis manos y te abrazo
Y que puedas soñar distraído...






12. El día que el horizonte se evaporó


Era un atardecer poco común
La brisa no dejó rastros de su presencia
El celeste y el verde se juntaron
Dialogando en lenguaje enamorado
El espectador sorprendido admiraba
La placidez de esa tarde matizada en el silencio

Donde el cielo y el río se fundieron





**






Una bolsa de deseos



De chica tenía una bolsa de deseos en mi diario íntimo.
Allí se prendía en luces fosforescentes el  poder bailar  con zapatillas de punta y un mágico tutú de color blanco.
También estaba el de ser cristalina y transparente con mis emociones.
La risa estaba en un primer plano y era la protagonista de mi película de ciencia y ficción.
La curiosidad era uno de mis destinos, intentaba averiguar con ojos de científica cómo la araña tejía sus maravillosos caminos de la encrucijada.
Sus tentadores hilos vibrantes y sedosos, fascinaban mi búsqueda. Quería ser la tejedora de esas suaves y potentes líneas que reflejaban con su belleza los rayos del sol.
El amor de colores alilados me guiñaba entre las guirnaldas de las hortensias.
Los picaflores con sus enérgicas alas, parecían estar suspendidos en el aire sin la fuerza de la gravedad.
La rosa estaba enamorada del ruiseñor y el Principito podía domesticar al zorro y a mi amada perra collie.
El tobogán del pizarrón escribía los nombres de mis amigas.
La palabra futuro era tan amplia y cautivadora, que resplandecía cuando iba a jugar con mis hermanos al jardín de la paz, donde se erguía el viejo teatro argentino.
En mi anhelo de ser grande existía la palabra amistad, compañerismo, compartir y confianza.
No pensaba en la muerte, o la sentía como un hecho más y muy lejano.
No creía en la incomprensión ni en el egoísmo.

También añoraba mirando  las vidrieras robarme los juguetes sin dueño. Y no sabía que significaba el valor del dinero.
Tenía admiración y respeto por los linyeras, creía que iban pidiendo limosna para poder volver a su hogar. No les tenía miedo.
El lechero que venía dos veces por semana era un señor amable y recto. Mucho no me gustaba tomar la leche. Pero me encantaba mirar la espuma que dejaba cuando vaciaba en nuestra cacerola los litros para nuestros desayunos y meriendas. Me intrigaba ver cómo hervía y subía tres veces como condición necesaria antes de beberla.
La hora de la siesta era la peor. Mis viejos nos obligaban a dormir. Que aburrimiento.
Y así en el paso del tiempo se fueron ilusiones, fantasías y aventuras.

Le contaba a mi abuela “la babi”  que: quería tener doce hijos y no entendía por qué ella me sonreía en complicidad. Aún hoy recuerdo y anhelo el color celeste de sus ojos, esa compañía que colaboró tanto en mi crianza y mis caprichos. Ella me hacía sentir feliz con sus comentarios cariñosos, con sus aventuras picarescas y sus mimos. Para mí “la babi” no tenía edad, no era joven ni vieja, era mi refugio y mi alegría. Con mi abuela pude volar en su sillón mecedor por las travesías y travesuras de mi niñez.








La luna



Quisiera ver esa luna
Que transita por la mar
Canciones azules lleva
En su vientre y en su espalda

La niña de ojos cálidos
Observa la luna que viaja
Por las olas del deseo
Nadando en cada pausa

Su amado está en la otra orilla
Contemplando la luna que lleva
Los sueños de su amada
Escucha  las  canciones
En un  estuche de nácar

Con los pies hundidos
En la arena blanca
Espera la niña serena

Lleva la luna compinche
En una barcaza  de cañas
Trae a su amado de otra playa

La luna se hunde
En la mar rosada
Cuando el sol entibia
A la madrugada.

Descansa la luna
En un lecho de algas
La tarde la ira maquillando
Para ascender en estelas de plata.








Brindis



Bebo el sabor de rompientes
en una copa empañada
por el sudor del hielo

Flotan los cubos desnudos
Saltando y estrellando con  deleite
Las burbujas  bulliciosas y perspicaces

Rozan en cada trago
Mis labios perfumados de olas

El aire del presente respiro
Y propongo un brindis
De  sol y caracolas.









Un día especial



Mi pie izquierdo giró derecho

Recibí un ramo de rosas amarillas

reí de mis defectos

Leonardo Di Caprio me dio un

beso de película

No leí las noticias de los diarios

Las plumas de mi sonrisa desplegaron

golondrinas de coral

Me duché con agua bendita

El olfato animal me llevó

por la tibieza de su intuición

nadé en un mar de nubes

No repasé en el qué dirán de mí

Ni cuanta plata tenía en los bolsillos

caminé por la playa sin un sostén prensado

Ni tuve en cuenta al reloj







*


Soy Azul. Me gustan los espejos. Me intrigan. Me encantaría mirar dentro de ellos. Creo que ahí existe otro mundo. Mi pedido es fundirme en él. Y observar desde el otro plano o universo paralelo. Siempre intento mirar más allá porque sueño deseo y me anima curiosidad.
Soy esa imagen reflejada o soy otra. En realidad creo ser otra. Si, demasiado aniñada. Demasiado fiel y con tantos deseos de volar, que me pierdo en una tela de araña, en una flor o en el vidrio humedecido por el vapor. Pero, a veces no me reconozco.

Y dudo.






**


-Nora Azul del Rosario Akimenco.  Vive en la ciudad  de La Plata.
Es Licenciada y profesora en Psicología. Directora de Psicodrama Terapéutico y Pedagógico.-
Instructora de Hatha  Yoga.
-Autora del Libro "¿Cuando me vas a conseguir un papá y una mamá?" Editorial Universitaria de La Plata.
Participante  en " Palabras al viento" Antología y narrativa de Escritores de La Plata  y de "50 años de buena letra" Antología 2005, sociedad argentina de escritores/ La Plata. 2005.






Inventren






Las aguas y los dioses*



En este lugar, aquí, en este hermoso lugar hay verde. Aquí, en este sitio existe el verdor. Aquí es bello, aquí hay plantas. Eso decíamos.
Nosotros, los mapuches, nosotros, los salvajes ignaros decíamos Carhué y era decir nuestra casa, era decir la tierra, era decir mi familia, mi ancestro más remoto, mi vida. Decíamos Carhué y decíamos amo la tierra verde.
Y el lago Epecuén nuestro lago Epecuén era salado. Salado como el mar más reconcentrado, tan salado como si el océano hubiese sido puesto al fuego en una olla de barro y hubiese hervido despacito hasta que el agua fuese casi sal. Así era el lago, así lo extendieron los dioses oscuros sobre la tierra verde. Y era el límite del verde. Mas allá venía la pradera que se tornaba páramo, hasta allí las pasturas y la facilidad. Hasta allí lo cálido y amable, a partir de allí ese límite, ese exterior, esa felicidad que se consigue con mayor dolor. Porque, debo decirlo, también esa era nuestra casa, y así como se ama al hijo obediente, se ama inevitable y dolorosamente al hijo que se eriza en espinas y baldío.

Era Carhué y era el lago de sal. Y fueron los hombres que ya estaban pero estaban todavía lejos. Eran los hombres del color de la blanca muerte, que nos habían dejado tranquilos hasta que su codicia los forzó a extender los brazos más lejos que el corazón. La codicia les dio hierros en los brazos y les dio hierros en los pies, y Carhué que era mi hogar fue mi tumba, y mis lugares tomaron nombres que nunca les casaron, nombres que se resbalan porque no los pertenecen. Pueblo Adolfo Alsina, lago San Lucas, nombres extranjeros, nombres que se desvanecen bajo el cielo de la América y que mi boca no puede pronunciar sin hacerse violencia.

Llegaron los hombres de hierro. Se quedaron los hombres de hierro.
Vinieron en su propia bestia humeante como quien llega montado en una pesadilla. Le dicen ferrocarril a la bestia de fuego, a ese monstruo negro y temible. En tres grandes bestias llegaban los hombres blancos y seguían trabajando para su codicia.
No les bastaba la laguna de sal. Ya no estábamos nosotros, yo era ya polvo de huesos bajo mi tierra verde cuando los intrusos que vendían baratijas y habitaciones y bañadores a rayas quisieron obligar a la tierra a dar más de si. No les bastó ver nuestra tierra, se la apropiaron; no les bastó apropiarse de la tierra, la quisieron doblegar con sus canales y sus terraplenes. No era suficiente con el nuestro lago, no. Hicieron un lago ellos, un lago dulce, trajeron el agua desde otros lados que no son este lado, que no pertenecen a este lado, y con ese agua extranjera hicieron ese nuevo lago y cambiaron la historia de la nuestra tierra.

Y el diez de noviembre uno de los dioses oscuros miró la tierra que era verde, abominó el lago dulce, tomó una palabra, pronunció una nube de ceniza, y el terraplén cedió, y la ciudad conoció el olvido del agua silenciosa. Y el agua avanzó como un ejército en marcha, y las puertas se hincharon en sus marcos, y el inexorable pasado se acumuló sobre los ladrillos de la ignominia. No tañe la campana bajo el agua, no acuden los niños a las escuelas, diez metros de agua se comprimen sobre las plazas y los tejados.
Me duermo en mi tumba ahora. Mientras me adormezco canto quedo una melodía que ya no encuentra cuerdas para sonar. Siento la luz de la luna quebrada sobre el pueblo sumergido. Descanso ahora. Los dioses juegan sus juegos, un pez desprende silenciosa, lentamente, una escama de madera de una silla que se pudre.



*De Mónica Russomanno. russomannomonica@hotmail.com







-Próximas estaciones de escritura:

KM. 55.  

En el recorrido del tren literario por Ferrocarril Midland:

  ELÍAS ROMERO.    KM. 38.   MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.   LIBERTAD.  
MERLO GÓMEZ.   RAFAEL CASTILLO.    ISIDRO CASANOVA.  JUSTO VILLEGAS. 
JOSÉ INGENIEROS.   MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE.  ALDO BONZI.   KM 12.   LA SALADA.   
INGENIERO BUDGE.  VILLA FIORITO.  VILLA CARAZA.   VILLA DIAMANTE.
 PUENTE ALSINA.  INTERCAMBIO MIDLAND.



JUAN TRONCONI.

En el recorrido del tren literario por Ferrocarril Provincial:

CARLOS BEGUERIE.   FUNKE.   LOS EUCALIPTOS.     FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE.    GOBERNADOR UDAONDO.   LOMA VERDE.  
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN. GOBERNADOR DE SAN JUAN RUPERTO GODOY. GOBERNADOR OBLIGADO.  
ESTACIÓN DOYHENARD.   ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA.    D. SÁEZ.    J. R. MORENO.     EMPALME ETCHEVERRY.   
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY.   LISANDRO OLMOS.  INGENIERO VILLANUEVA.  ARANA.  GOBERNADOR GARCIA. 
LA PLATA.

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