viernes, febrero 12, 2010

SENDA.





*Ilustración de Ray Respall Rojas. (Cuba)






Senda

-Antología poética de Sergio Borao Llop.







Caminamos



Por las obtusas calles de lo cotidiano
caminamos.
Sin nadie a los costados,
con una incomprensible guía en el bolsillo
y una no menos incomprensible fe en nuestro itinerario.


Alrededor hay rostros que nos miran con desconfianza,
acaso horrorizados
o interrogantes,
o indignados,
o con fingido espanto santiguándose,
y en todo caso, ajenos, del otro lado de la vía.


Pero en cualquier esquina nos asalta
el rostro cómplice que nos contempla con cierta admiración
y cuya sonrisa nos empuja a seguir dibujando senderos
para los pies descalzos del mañana.


Y entonces la nieve en los zapatos ya no resulta tan pesada
ni vacilamos ante los inclementes empujones
o las mezquinas zancadillas que se van alzando a nuestro paso.


Aun así, las calles son las mismas que nos vieron
echar a andar en una madrugada yacente en el olvido.


Tal vez no hagamos más que dar vueltas en círculo,
erráticos vaivenes en la oscuridad.


Y sin embargo, caminamos,
sin nadie a los costados caminamos,
con una obstinación quizá heredada
de aquellos otros que algún lejano día caminaron
forjando sin saberlo caminos útiles,
ciudades habitables y espíritus.






La ciudad



La ciudad es un monstruo de fauces entreabiertas,
feroz depredador de encrucijadas,
mastodonte cruel y apasionado,
despiadado y amante.


La ciudad es un viento de paredes
que forman laberintos de asfalto y decepción.


La ciudad es un gato escabulléndose
tras la negra trinchera de un cubo de basura.


La ciudad es un contrabandista
de luces de colores que incitan a la vida.


La ciudad es tristeza derramada
sobre viejas aceras y adoquines que brillan
al peso inconsistente de la lluvia.


La ciudad, esa máscara doliente.


La ciudad es silencio de unos pasos,
son voces desatadas que atruenan las callejas.


La ciudad es refugio, estercolero,
es un perro sediento y peregrino,
un viejo que medita su cansancio
y un viejo que camina sin caminos;
vendaval y quietud, bares cerrados,
soledad, agonía y esperanza,
noche y día, amor y desengaño.


Hija de los esfuerzos de los hombres,
pervive maternal y milenaria.


Es un ángel perverso de labios anhelantes.
La ciudad…la ciudad es una diosa
posesiva y ansiosa, entregada y cautiva.





Mirar el mar


Mirar el mar
al este el norte el sur
pintarlo en el oeste con el fuego
verdoso de las tardes otoñales

Ver el mar devorando a sus crepúsculos
escuchar sus latidos cada noche
sus canciones de espuma y marejada
memoria de otras noches y otros mares

Pintar el mar sumirse en él desembocarse
ebrios de mar amarse desbocarse
Mirar el mar de mar emborracharse
ser orilla y temblor y acantilado
caer caer caer entre las olas
mirar del mar el mar inolvidable
y no poder cruzarlo para verte...






Atardecer de otoño en las ventanas



Atardecer de otoño en las ventanas.


Desconsoladas ráfagas de viento
como caricias somnolientas de la tarde.


Siempre en este minuto me hiere tu memoria
como ávida cuchilla de negro terciopelo.


Una música triste llena el ámbito
pero, ¿qué música no es monotonía
cuando añoro tus manos, tan lejanas ahora?


Atardecer de otoño en los cristales
y en el alma la flor de una nostalgia
desbocándose hacia todos los rincones.


Un trueno, unas gotas de agua,
luego la calma de la lluvia que no cae.
Sólo el otoño atardeciendo en los cristales,
coloreando en gris el horizonte
y grabando en mi pecho las huellas de tu ausencia.






Santuario



Hay un lugar sagrado (el corazón humano)
repleto de demonios y arcángeles y vísperas,
repleto de cadáveres y niñas de ojos negros
que invitan a la vida.


Un palpitante santuario carente de sacerdotes.
Un templo misterioso lleno de extraños ritos
que acaso asustarían a los posibles visitantes.


Mas aquí no hay turistas ni peregrinos;
es un lugar callado y solitario
cuyas puertas se entreabren muy raramente
a vientos desconocidos.


Ocurren entonces fenómenos inexplicables,
como la floración y la música
y el vuelo de gorriones y de alondras y musas.


Pero al final de la estación
la puerta termina por cerrarse
con un sordo chasquido
y todo cesa.


Excepto la desconcertante salmodia
que va retumbando por todo el ámbito
de la catedral en llamas.





Soñé



Soñé
que temblorosos labios me besaban.


Desperté
con la certeza de mis treinta y tres años
y clavos en las manos.





Humildemente, maestro*



Reconozco el salitre de sus pulidos versos,
la atlántica firmeza que los parió desnudos
la sangre enamorada que amamantó su fuerza
y el agudo chirriar de los ferrocarriles
que unen patrias y mares y llevan esperanzas.


De lucha, amor y fierro crecieron las palabras,
su luz se fue expandiendo por pueblos y senderos,
la paz del caminante fue la explisión secreta
que prestó alas al verso para poblar las sierras
donde los campesinos vieron crecer la vida,
donde se hizo mujer la fértil resistencia.


Hoy esa voz nacida de la roca
callada está, su grave resonancia
dejó paso a su indómito recuerdo.


La cordillera estremecida de su verbo
se hizo tuétano en las almas de los pobres.
Hoy, nosotros, lo que queda del pueblo malherido,
hemos querido entonar un canto hacia la aurora,
y en su memoria esparcirlo por el viento
como una ofrenda matinal que verifique
su presencia vital desde la tierra
que le cobija. Gracias.
Gracias don Pablo
por enseñarnos el hierro y los volcanes,
por su recia testuz de militante,
por las navegaciones estelares
por las espigas, los navíos, las quimeras
por la fe y por el clamor de las montañas
que un día se alzarán incontrolables
contra los viles verdugos de la tierra.


*A Pablo Neruda, poeta.







Arena


¿Quiénes seremos cuando el ruido cese
y los cuadernos, ya cerrados, duerman?


¿Qué voz nos llamará por nuestros nombres?


Tan sólo nuestras huellas en la arena
quedarán, si el mar no las engulle.


¿Persistiremos lluvia, trino, rumoroso río?
¿Tal vez ensoñación de una palabra
prendida entre las crines del recuerdo?
¿Ceniza entonces, rescoldo de nostalgias?


Signos apenas en la arena leve.
O quizá sólo arena...





Mujer trabajadora



Vengo esta noche a cantarte, compañera,
desde el fondo tenaz de mis entrañas,
un son de lucha mineral y centenaria.


Vengo a cantarte, hermana, con mi sangre,
para empaparla en tu sangre derramada.


Se apaga tras los siglos ya la noche
en que atada, escarnecida y olvidada,
te dejabas morir junto al fogón prendido
sin un gesto de fuga en la mirada.


Van muriendo las horas solitarias
en que la casa insoportablemente muda
te cercaba por doquier con los recuerdos
inasibles del tiempo sumergido
en tardes de ventanas y nostalgias.


Tuyos son los amaneceres que vendrán,
tuyo el cántaro preñado de futuros
tuyo el azul sortilegio de los días
que se vislumbran en el horizonte.


Tuya es el arma que abre las compuertas
de un alba que a los cielos amenaza.
Tuyo es el campo virgen que se extiende
ante el ojo sorprendido de los ángeles.


Es tu hora, compañera, hermana,
la hora del candente itinerario
que te lleve, magnífica, a la aurora.
Es la hora del verbo desatado:
Canta, ruge, grita, resucita
el fuego que se esconde en tus pupilas
y lánzalo como un heraldo del mañana.






Porque volé una tarde



Porque volé una tarde, sediento de horizontes,
los dioses me encerraron en una oscura celda
donde no se percibe el rumor de las cascadas
ni puede olerse el alma de la nieve.


Porque osé ejercitar mis propias alas,
ángeles envidiosos me prendieron
(ángeles emboscados, sólo sombras
que jamás se asomaron al borde de unos ojos)


Porque aventuré mi rostro contra el viento
y canté bajo el temblor de las estrellas,
me encadenaron al martirio de la ausencia.


Porque violé las leyes de los náufragos
(se me acusó de alterar a las mareas
y del amotinamiento de las algas)
me condenaron a extrañar los cristalinos
reflejos del azul mediterráneo.


Porque traspuse umbrales precintados;
porque atravesé fronteras clausuradas;
porque aposté la sangre y la cordura
con un fervor de luz en las entrañas,
hoy habito esta celda ensombrecida
donde no llega el silbo de la nutria
ni el hálito amigable de las lilas
ni el fragoroso canto del torrente.





Nostalgia



A Ítaca volví; fue mi destino.


Largo tiempo vagué sin otra idea
que retornar a sus doradas costas.
Hubo noches de fiebre, dolorosas heridas,
desesperadas horas de silencio.


Es cierto, sí, que padecí la cólera
del feroz Poseidón y del exilio;
que velé eternas noches para no perecer.


Mas al fin regresé: fue mi destino.


Atrás quedaron cíclopes y cantos de sirena;
lejos ya en la memoria, la divina Calipso,
la funesta Caribdis, y Circe, la hechicera.


Pero hay atardeceres melancólicos
que me traen aromas de ese tiempo;
mirando al horizonte y al pasado
siento el ardor del viejo navegante.


A Ítaca volví; fue mi destino
mas hoy siento nostalgia de la espuma
del viento, de la sal, de la resaca...






Retener un instante las soñadas imágenes



Retener un instante las soñadas imágenes.
Apoyar suavemente mi cabeza en tu pecho
y escucharte...


Y una vez más tus labios me hablarían
y la lluvia sería un dulce remolino,
un rítmico remanso de belleza.


Y en tu voz nacerían mundos que no conozco
y un cielo sin arcángeles malditos
cobijaría nuestro amor encadenado.


Y una fuente ambarina saciaría
la eterna sed del alma malherida
que sólo quiere habitar tu pecho.


Y en tu mano sin dagas hallaría refugio
mi mano que no ansía sino escribir tu nombre.


Y entonces en la sala ya no habría silencio,
sólo gratas palabras y un retazo de un sueño
flotando entre los muros como tenue suspiro.


Y en las grises paredes sembrarían tus ojos
un pétalo de luz sobre la luz cansada.


Y me hablarías y el tiempo detendría
su inexorable avance de ejército implacable.


Y amor ya no sería tan sólo una palabra.


Si tan sólo la tarde juntase nuestros cuerpos,
si estuvieras...


Mas tú no estás y nadie habla
y en las estancias apenas se oye el viento
azotando impasible las persianas.


Tú no estás, en mis manos
no descansan tus manos de amapola cautiva.


Hoy me acosa la sombra de un recuerdo sin voz
que quisiera comprar mis esperanzas
por un áspero trozo de presente.


Es apenas el viento que gime en los cristales,
mientras tú en otros trenes, mientras tú en otras calles,
te deslizas veloz a través de la vida
y yo aquí permanezco
a oscuras y en silencio,
contemplando la noche a través de la lluvia
y añorando en mi cuerpo el peso de tu cuerpo.






Albaida



Recuerdos de una ciudad en la que nunca estuve.
Sus casas blancas, de paredes blancas
como blancos fantasmas condenados
a la inmovilidad de las esquinas.
Sus calles grises, de asfalto o de ceniza,
espejo acaso de mis propios gestos.


Una plaza vacía, unos bancos de piedra,
una campana muda presidiendo la escena.
Bajo el sol no anda nadie.
Tal vez cuando anochezca cobre vida
esta ciudad que habita mis recuerdos.


Recuerdos de una ciudad en la que nunca estuve.
Escenas que en algún lugar o tiempo
están, lo sé, esperando mi regreso.






Te odiarán



Te odiarán
si caminas.


Por su cojera,
por tu obstinación.


Te odiarán
sin saber que los zapatos hacen callos.


No te perdonarán.
Cada paso adelante será como un zarpazo,
como un escupitajo, una blasfemia,
lanzados contra sus cómodos divanes.


Te odiarán.
Con fingida indiferencia,
sembrarán los senderos de emboscadas.
Tejerán intrincados laberintos
que te guíen a ciudades lejanas y desiertas.


Azuzarán en tu contra los canes de la confusión.
Ciegos, querrán extraviarte.
Minarán con palabras maquilladas los matojos,
las piedras, las esquinas, los zaguanes habitables.
Levantarán por doquier edulcorados muros.
Con manos sigilosas, edificarán decorados
de cartón-piedra, neón y terciopelo,
en un desesperado intento de comprarte.


Pero sus telemandos carecen de poder en estas calles
porque el camino es tu única bandera.


Y así, caminarás,
provocando el odio a tu alrededor,
caminarás,
sin una meta explícita pero con un deseo,
caminarás,
tal vez únicamente en pos del fugitivo espejo,
caminarás
sin saber que el camino no es un medio
sino un fin en sí mismo.






Laberinto



En nuestro propio laberinto
podríamos creer que somos dioses.


Pero es una ilusión. Aunque lo hayamos
arduamente creado, tejiendo encrucijadas,
edificando muros y abriendo galerías,
no nos es dado conocer su centro
ni descifrar su nebuloso código
de circulares ecos y vastas soledades.


En nuestro laberinto
apenas somos desorientados minotauros
en espera de un sol o de una espada.






Si te vas a marchar



Si te vas a marchar, toma mi mano
y empújame al abrazo de la muerte,
que este abismo de silencio no lo quiero,
que este cúmulo de ausencias me envenena
como un atroz licor que no perdona.


Si te vas a marchar, ángel vencido,
emigrante de mi cuerpo y de mis versos,
no me dejes el eco de tus risas
ni el rastro de tu piel entre mis dedos
ni la instantánea de tu sombra en los zaguanes.


Si te vas a marchar, llévate los recuerdos;
borra de mi cuaderno las palabras
que llenaron las tardes de otro otoño.


Si te vas a marchar, como un tiro en la sien del horizonte,
para el latir del tiempo y acalla las mareas
de la atlántica orilla que no olvida
todas aquellas noches de música y almíbar.


Si me vas a matar, entierra mi cadáver.
No lo dejes pudriéndose en las fauces
del tenebroso olvido y la resaca.


Si te vas a marchar, ciega mis ojos:
De nada han de servirme entre las sombras.







¿Adónde irás?



¿Adónde irás, pequeño
ángel mendigo de sol y de silencio?
¿Acaso han de juzgarte las estrellas
por haber merendado sonrisas de oreja a oreja
de simpáticos vendedores a comisión
de sepulcros llameantes metalizados en gris?
¿Quién te buscará entre las paginas amarillentas
de un polvoriento libro de poemas?
¿Qué será de tus juegos infantiles
archivados en la noche de los tiempos?
¿Adónde irás cuando el sol te abandone
y te arrebaten el silencio que te acompaña?
¿Adónde con tu soledad de vampiro?
¿Dónde sepultarán tus trenzas imaginarias
de astronauta abandonado entre las flores?


Tu expresión conspirante de una juventud negada,
la huella imperdonable del trabajo,
el polvo y el sudor y el esfuerzo rutinarios,
la sonrisa triste de tus labios resquebrajados,
¿Adónde irán? ¿Adónde
desesperadamente viejos y cansados
nos conducirás cuando tus manos encallecidas
no puedan ya elevarse sobre nuestras cabezas
y tu voz oscurecida no pueda ser escuchada
ni aun por aquellos escasos oídos que en la tarde
se postraban ante tus vírgenes quimeras
haciendo del espacio un bosque fiero
donde escapar contigo del asfalto?


¿Quién besará tus labios más allá de la noche?


Antes serás demonio sobre el sueño
pero cada despedida es una paletada de tierra
y crepúsculos tormentosos se ciernen amenazantes
sobre nosotros los desesperados
soñadores de galaxias entrelazadas.







Otredad



Añoro caminar por otras calles
indagar otros rostros, dispersarme;
abrazar otros cuerpos, adaptarme
al ritmo de otras muchedumbres.


No sé si es escapar o renacerse
pero en mis manos hay palomas
que no son de esta plaza.


Podría entrecerrar los ojos


Podría entrecerrar los ojos y evadirme...


Podría abandonarme a la música y el juego,
dedicar la mejor de mis sonrisas
a la muchacha triste que se agosta en la esquina
y en sus lechosos brazos profanados de agujas
depositar mis besos y mi llanto.


Podría entrecerrar los labios y olvidarme...


Podría dejar que me acunase tu mirada,
beber el vino triste de tu herida,
ceñirme a la rutina de tus noches...


Es cierto que podría mirar hacia otro lado,
acomodarme al pan y el circo legendarios;
podría suscribir una póliza de crédulo
para no recelar de las versiones oficiales.


Podría simplemente oprimir el telemando
y abolir con ese gesto la mueca del farsante,
diluir los falaces rostros de la mentira,
no sentir sus miradas ni oir las falsedades
que sus bocas declaman sin sombra de vergüenza.


Pero he elegido el verso como patria,
he nacido canción a contramano,
grito caricia estepa hormiga hambre
prostíbulo coral aullido estanque.


Podrán los férreos brazos de la muerte
acunar mis palabras en su lecho
de silencio perpetuo.
Pero tú que me lees
tú que en noches azules me escuchaste
mientras el mar gritaba nuestros nombres
tú sabrás que es la entraña de la tierra
quien llueve amor y acíbar por mis venas.







Molinos



Todo Quijote sabe que el molino
es molino tan sólo, y no gigante;
pero es su sino acometer la empresa
de derribar molinos cual si gigantes fuesen.


Tragicómica función representada
para todos los Sanchos de este mundo.


Lo mejor de mi vida tal vez se haya quedado


Lo mejor de mi vida tal vez se haya quedado
abandonado en alguna encrucijada
o al otro lado del cristal mojado
tras el que contemplé las marejadas y la noche,
y por qué no decirlo, las inmutables estaciones
que me fueron alejando de otras tardes más cálidas.


Hubo un tiempo de caminos anchos,
de colinas suaves que ocultaban fuentes,
de jóvenes aves y ardillas veloces
y de sal y de pan y de plácidos campos
preñados de fértiles terrones y labradores.


Hubo un tiempo de límpidas aguas,
de frondosos bosques y playas morenas,
de silentes cráteres orlados de espuma.


Pero en la noche del invierno treintaycinco,
todos esos mis ángeles me fueron vomitados en el rostro
y pude comprobar que la senda se había ido estrechando
hasta límites intolerables.


Supe entonces que mis pasos borraban el camino,
que ya no era posible detenerse
ni mirar hacia atrás, que no había regreso,
que legiones de arpías me empujaban riendo
y que un loco empuñaba mis recuerdos.


Entonces, tras la lluvia, se apagó una ventana.







Ayer fuimos arena de desiertos lunares


Ayer fuimos arena de desiertos lunares,
fuimos bosque que espera los rumores del viento.


Luego nació la era en que se abren las flores,
llegó la primavera con su vértigo eterno.


Fuimos la avena que germina, la naciente alborada,
el tallo que se eleva en busca de la aurora.


Como ángeles indómitos abrimos
nuestra piel al aullido de las olas.


Ciegos, nos embarcamos con rumbo a la aventura,
todo el mar era calma, todo el cielo promesa.


Todo en el horizonte azul era un remanso
sin nubes de alquitrán oscureciendo el alba.


Desde distinto puerto nuestras naves zarparon
cargadas de esperanza, de ilusiones repletas.


Se alejó de la costa nuestro sueño dorado,
mar adentro las olas fueron embraveciéndose.


Navegando entre rocas fuimos perdiendo el rumbo.
La fe de las bodegas se nos fue consumiendo.


La resaca nos trajo veladas decepciones.
La noche se acercaba y el mar era un desierto.


Azotes de la espuma de las playas vacías
fueron preñando el cielo de grises nubarrones.


Hoy todo es abordaje y mar bravía,
todo es fiero oleaje, marejada cruel sobrevenida.


Hoy todo es un relámpago violento y desbocado,
todo un trueno incesante de furia y torbellinos.


Anochece a lo lejos y nada es la respuesta.
¡Sin brújula ni estrellas! ¡Con las velas en llamas!


Hoy somos peregrinos en sendas paralelas
(los estrechos caminos de los sueños perdidos)


Hoy somos los jinetes del agrio desencanto,
las aves que perdieron sus alas en el viento.

¡A la deriva, amor, a la deriva!

Pero el alba se acerca y la tempestad cesa,
se aleja el vendaval hacia nuevos naufragios.

Hay un puerto a lo lejos, nuevas naves esperan
nuestro peso de espiga que aspira a ser paloma.

Nuevas naves celestes ajenas a los restos
de los antiguos sueños ahora desmantelados.

Nuevas naves doradas ansiosas de futuro
sin lastres ni equipaje ni rutas prefijadas.

Es hora de partir, de quemar el velamen
de las viejas goletas que al caos nos guiaron.

Es hora de zarpar, nuestro es el horizonte,
nuestra es la claridad que se derrama.

Es hora de zarpar, todo está en calma.
¡Oh, dulce amor entre las dulces olas!








Pájaro en una tormenta



Ese día, ese primer día de la naciente primavera
la embriagadora música amaneció sobre los montes.
La risa azul que irradiaba el firmamento
reverdecía las laderas y ensalzaba
los contrastes verdirojos de los prados.


Ese día florecieron los años de destierro
reconstruyendo la antigua cúpula dorada
con columnas de esperanza y miradores
que se abrían sobre el valle de la dicha.


Así, ciego, con la daga de tu nombre entre mis labios,
creí haber escapado a las fauces del destino,
pero hoy las sombras cenicientas de twin peaks
nuevamente han descendido sobre mí
y no hay una hondonada sin fisuras
donde poder respirar un minuto de sosiego.


¿Qué despiadada venganza de los dioses
me condena al arbitrio de las nubes
inquietantes, plomizas, que me cubren?


¿Qué oscuro designio ha desencadenado
el furor del vendaval sobre mis alas rotas?


Dondequiera que el atardecer me lleve
la faz del firmamento está cerrada.


Un granizo triste azota las esquinas
de esta ciudad vencida, saqueada y moribunda
donde hasta los perros vagabundos se estremecen
cuando sus ojos caen en la oquedad del cielo
tapiado por un muro de silencio perpetuo.


No hay luna que brille en esta noche aciaga
y hasta el bosque resuena con un murmullo de amenaza
que confunde la vigilia de los buhos
y acalla las canciones de los árboles
como una divinidad incontestable.


Los ángeles blanden un estandarte de inclemencia
y el horror se va extendiendo en los zaguanes
como un torrente negro que va desdibujando
las huellas que dejaron nuestros pasos
en la alfombra de asfalto, en las baldosas
blanquinegras que adornan el recuerdo.


Todo es una sombra impenetrable,
todo un trueno aterrador que nunca cesa,
un relámpago atroz que incendia la cordura.


Y entre el caos volar, volar toda la noche,
toda la infinita noche atravesar los cielos
sabiendo que las tormentas nunca cesan
y que el amanecer es tan sólo una utopía
urdida con los frágiles cristales
del evasivo espejo que jamás se detiene.







No me busquéis


Cuando, olvidados ya de mí y de mis quimeras,
tal vez echéis de menos mis manos en la noche.
Cuando, perdidas ya las pistas de mi risa,
caminéis por el filo de una voz enemiga.
Cuando mueran los trigos.
Cuando desaparezca...


No me busquéis en casas decoradas
por artistas del lujo y el boato.
No me busquéis en cálidos despachos
ni entre alfombras, cortinas o lámparas antiguas.
No me hallaréis tampoco entre las gentes
que, despreciando al hombre, conversan vanamente
con vacías palabras que nada significan.


No estaré con aquellos que filtraron
(sin piedad, sin rubores)
gota a gota la sangre de los pobres
para hacer de cada vena un instrumento
de riqueza enterrada en sus bolsillos.


Buscadme en el sepelio de una hoja
brutalmente arrastrada por el viento.
Tal vez en las aceras, entre las multitudes,
solo,
contemplando el ocaso de un insecto
o el cambio de colores de un semáforo.


Ahogándome quizás tozudamente
en gigantescas fuentes de nostalgia,
o prendido de un silbo
recorriendo recuerdos.


También me encontraréis enredado en la hiedra
que crece por los muros del eterno
rayo que hirió mi piel y no se apaga.
Tal vez esté subido en una estrella
o escarbando la tierra malherida
o cantando a la luna mis desvelos
o arrullando las aguas del arroyo
o a la orilla nocturna de ese mar compañero
de viajes y esperanzas, de ese mar que me ama.


Jugando con las ninfas sobre una flor de loto,
en el curso de un río al norte de mi aldea,
comentando con un almendro amigo
las últimas promesas del otoño
o el tono grisverdoso del crepúsculo.


Allí me encontraréis sinceramente vuestro
si me buscáis en pie, sin veleidades.


Quizá malhumorado, alegre, deprimido,
confuso, triste, solo, emocionado,
feliz, cansado, incierto...
pero vivo.





Senda..

-Antología poética de Sergio Borao Llop. sergiobllop@yahoo.es
http://sbllop.blogia.com
http://www.aragonesasi.com/sergio





Correo:


INVITACION :

12/02/10 18 hs en el Museo de la Industria de Córdoba.

1er. Jornada de Proyectos Ferroviarios para Córdoba
En el marco de las Jornadas

"PROYECTOS PARA CORDOBA"
Un Espacio de construcción – de debate – de consenso.


1er. Jornada de Proyectos Ferroviarios para Córdoba.


En Cordoba, el Sitema de transporte es insuficiente e ineficiente.
La dinamica de crecimiento demagrafico satura la infrestructura de Servicios. Situacion que merece el CONSENSO – EL DEBATE de Proyectos Ferroviarios como alternativas a la problemática de Coordoba.

Con esta reunión se pretende dar forma a los encuentros formales a realizarse en distintas localidades cordobesas que tendrán el fin de difundir proyectos para la reactivación ferroviaria en la provincia. Dichos proyectos presentados por los distintos participantes buscarán consenso dentro del marco de debate, crítica y aporte que se generará en cada jornada, siempre manteniendo claros los objetivos locales sin desviarnos del espíritu federal del proyecto común de un ferrocarril nacional.

La convocatoria amplia incluye a partidos políticos, gremios, ONG, organizaciones culturales, universidades, centros vecinales, autoridades gubernamentales, etc., etc.


Promueven estas Jornadas "PROYECTOS PARA CORDOBA"

AFESEPA (Organización de Profesionales ferroviarios)
Proyecto Sur Córdoba
Comisión Patrimonio Ferroviario del Museo de la Industria.

(Para todos los Interesados en Participar – CONFIRMAR - )

-Informes: 0351 153 882324 Romualdo Perez de AFESEPA . rromualdop@hotmail.com




*


Inventren Próxima estación: EDUARDO CASEY.

Colaboraciones a inventivasocial@yahoo.com.ar

http://inventren.blogspot.com/




InventivaSocial
"Un invento argentino que se utiliza para escribir"
Plaza virtual de escritura

Para compartir escritos dirigirse a : inventivasocial(arroba)yahoo.com.ar
-por favor enviar en texto sin formato dentro del cuerpo del mail-
Editor responsable: Lic. Eduardo Francisco Coiro.

Blog: http://inventivasocial.blogspot.com/



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