sábado, enero 21, 2012

CUANDO TE VAYA BIEN LLÉVAME CONTIGO...



*Ilustración: Walkala. -Luis Alfredo Duarte Herrera- http://galeria.walkala.eu





“PARADOJA DE GEMELOS” *



“Cuando te vaya bien llévame contigo, cuando te vaya mal no me defraudes."
BOB MARLEY



Hoy, por vez primera él le ha llamado estrella.
Y ha sido alfa centauro. Y ha cabalgado noches.
Y en un S.O.S. desesperado se ha hallado.
(Eres lo que soy)


Y los recuerdos, de pronto, los lapidan.
Y juntos entierran los duelos y los muertos.
Y vibran. Se estremecen. Palpitan. Ceremonias secretas.
(Hoy es ayer)


Y permanecen. Paradoja de gemelos. Perfecta.
Y la muerte pasa, inadvertidamente.
Y regresan los amados muertos.
(Pedí un deseo)


Y son “amados inmortales.”
Y conjugan los verbos de la infancia.
El pretérito pasado, es perfecto.
(Ayer es hoy)


Y se abrazan Se abrasan. Se enardecen.
Y arden, fieles a la especie. Lejanía y estrellas.
Y el beso llega, obsecuente, consecuente.
(Soy lo que eres)


“Cuando te vaya bien llévame contigo,
Cuando te vaya mal, no me defraudes”


*De Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar













DAGOBERTO*


Dagoberto es un perro. En esta vida no se llama Dagoberto, al nacer le pusieron Motita y lo adornan con lazos color rosa, a pesar de que no es afeminado, y lo que tiene no es mota, sino más bien antifaz: una mancha negra que le cubre los ojos.

En una vida anterior fue hombre y fue tratado como un perro, estuvo barriendo calles desde que tuvo edad laboral, calle arriba, calle abajo con el escobillón y el carrito. Llegó a envidiar a la perra que vivía en la casa amarilla del barrio alto, propiedad de una viuda rubia, cuyos enormes senos eran su admiración... los de la rubia, claro está… la perra era una labradora dorada, premiada en eventos caninos, a quien sacaba a pasear en las tardes. “Pensar que ese animalito vive en casa con piscina y come carne... solía pensar con franca envidia cuando se enfrentaba al pan con café y a su catre, “en este mundo vale más ser perro, con tal que se nazca en colchón de lujo”.

Así vivió y así murió. Cuando le llegó la hora de reencarnar, se enteró de que aquella perra, estaba a punto de dar a luz. Tan arrepentido estaba de ser humano que eligió descender en la escala evolutiva para ganar autoestima y recibir el afecto del que se creía merecedor. Y se halló de pronto, con todos sus recuerdos de hombre, emergiendo a empujones por un útero canino.

Pero resultó que la perra había tenido una aventura, fruto de una escapada nocturna que habían creído sin mayores consecuencias que una garrapata en la oreja izquierda, anterior al cruce con un perro de su abolengo. Dagoberto fue el hijo único de tan oscura unión. “¡Horror!”, gritó la dueña al veterinario, “¡deshágase de ese engendro, que mis ojos lo no vean más, que no lo sepa nadie! ¡Qué vergüenza!” y corrió a buscar sus sales.

Lo colocaron en una esquina del patio, mientras asistían a la parturienta. Cualquier cachorro de fina estirpe hubiera sucumbido a las dos horas expuesto a la intemperie, pero Dagoberto sumaba genes de perros callejeros que retrocedían desde el registro akásico de siglos durmiendo en la selva, en el desierto, en las calles, hasta la memoria kármica de sus luchas por aferrarse a la vida cuando era hombre.

Estaba destinado a no conocer a su madre. En su vida humana fue abandonado en el hospital… ahora, que había elegido el mejor vientre perruno posible, la madre moría de parto. Lo que en una existencia anterior marcó su desgracia, en ésta fue su suerte. Su ama rubia, con los ojos hinchados de tanto llorar, fue a recogerlo, arropándolo en su fabuloso seno. “Angelito mío”, le dijo al oído, “eres todo lo que me queda de ella, mi preciosa Motita”. Después se supo que era macho, pero ya estaba nombrado. Los lazos rosa con que lo adornan no tienen que ver con este error, fueron heredados de su madre… por fortuna entre los perros no se da importancia a estos detalles.

De este modo Dagoberto, que por la correría de su progenitora iba a regresar de vuelta al infinito, vive una vida de aristócrata. Cada día saborea las mejores costillas, con algo de hueso, para que sus potentes jugos gástricos puedan trabajar a gusto. Por las tardes devora pastelitos de salmón junto a la piscina y menea el rabo a su ama, se reclina en su regazo y duerme la siesta mientras ella acaricia sus orejas... ¡Cómo le hubiera gustado esto cuando barría la calle donde se asienta la casa en que ahora vive!

Dicen que La Esperanza, postrer habitante de La Caja de Pandora, no fue un bien ni un remedio, sino el último de los males enviados al hombre. Quien vive de esperanzas no asume el destino, que vuelve y se repite infinitamente hasta que hemos aprendido lo que vinimos a aprender: Dagoberto esperaba una vida larga y feliz, rodeada de comodidades. Un futuro matrimonio perruno con los descendientes jugando a su alrededor, una vejez tranquila…

Todo marchó de maravillas hasta que una noche escuchó a su ama hablando con su mejor amiga. “Lo he decidido, es lo mejor para que no siga los pasos de mi difunta Mimí, mañana a primera hora viene el veterinario y lo castramos, ¡esta tarde lo vi husmeando a esa perra sin raza que los hijos del vecino siempre tienen suelta! ¡Qué vergüenza!”

Sumido en la desesperación, esperó a que la señora se volteara, decidido a huir de su vida llena de acomodos y mimos con tal de no renunciar a su virilidad… tal vez la puerta trasera estuviera aún abierta. Echó una última mirada a su ama, cuánto le dolería dejarla... palabra de perro, lo de olisquear a la perrita no había sido su culpa, ella se le había encimado cuando lo sacaron a pasear. ¡A lo que pretendían hacerle renunciar por tan pequeño desliz!

A los tres pasos descubrió que los pies le pesaban como plomo, su energía se estaba desvaneciendo, un sueño inexplicable lo invadía. Un intento más y cayó, imposibilitado de seguir adelante. “Te lo dije”, escuchó a su dueña al teléfono, “cuando se ponen así pierden el sentido. ¡Menos mal que se me ocurrió echarle el sedante en el agua! No me lo vas a creer: ¡con lo bien que está aquí y se estaba escapando ahora mismo detrás de esa cualquiera!”.

“Resignación”, pensó Dagoberto-Motita antes de sumirse en la inconciencia, aprendiendo al fin la lección que lo había devuelto a este mundo, “la vida puede ser bella, pero no tiene por qué ser perfecta”.



*De Marié Rojas.
La Habana. Cuba.







DE LOS ESCOMBROS*




Pensamientos decrépitos
La soledad arañando paredes
Perfilando deshielos
en el ártico de la existencia sin nombre.


Los años penitentes
anegados en la borrasca del alma,
los sueños inconclusos
vagan reincidentes en la cárcel del recuerdo.


Cada resquicio inundado de llanto
y de las sombras resucita la silueta:
años adormecida, años mutilada.
La fuerza de la vida domina
La incorpora y la lanza al baile incrédulo del destino
y sosegada canta.


Son imágenes de un viejo cuadro.



*De Ruth Ana López Calderón. anilopez20032000@yahoo.es
23-11-2011









HUNDIMIENTO DEL CRUCERO
COSTA CONCORDIA*



Todo era una fiesta. La cena misma del primer día de viaje. El jolgorio de la parte del pasaje que aún no cenaba, saludaba en cubierta a los lugareños de la pequeña isla italiana de Giglio, mientras sonaba la profunda sirena del barco engalanado. Todo cerca, muy cerca de la costa; demasiado peligrosa por sus rocas amenazantes y semi escondidas…. De pronto la nave choca con el fondo del casco, y abre una vía que hiere gravemente al navío.
Desconcierto, confusión, caos… Miles pugnan por salvarse, primero sin tomar casi conciencia, algunos bajan con sus bolsos, luego con desesperación cuando el barco se ladea y vuelca sobre sí, y hay quienes se caen, otros se tiran, otros quedan atrapados en una trampa inclinada; unos nadan a la orilla cercana, otro se ahogan o desaparecen….
El capitán también…, o se cae cuando el barco se vuelca. Abandona el barco…
Hay quienes dicen que estaba “enfiestado”, descuidándolo.
Tenemos un culpable. Todo está bien.
Un error humano.
Si es así la cosa, es bastante precaria. Siempre va a haber capitanes que se toman un tiempo para cenar, a veces la misma etiqueta les exige que sociabilice con el pasaje. Incluso habrá momentos que el capitán tendrá que dormir, y un día quizás un capitán se emborrache; y siempre puede haber una roca escondida que ni siquiera está en las cartas. Suele ser así.
Pero los barcos no deberían hundirse.
Al menos no tan fácil.
Del “Titánic” aprendimos que el casco se rompió contra el témpano, porque el acero de aquel tiempo era demasiado rígido, que más bien no era acero sino casi hierro fundido y se quebraba como un vidrio. Hoy los aceros de los cascos de los barcos son cien veces más resistentes.
También aprendimos que no tenía “Compartimentos estancos”, lo que evitaría que una vía inunde toda la sentina, hundiendo la nave. Desde aquella vez la ingeniería naval en grandes naves usa ese diseño a fin de evitar que el agua inunde la nave, sólo el compartimento dañado; haciendo que el resto no dañado la mantenga a flote, por más grave que sea la avería. En último caso dará el tiempo suficiente para que se haga el salvamento del pasaje sin pérdidas humanas.
Aquí vimos que el Barco toma agua por babor y luego se recuesta a estribor, lo que muestra que el agua se movió sin contención alguna de un lado para el otro, y eso tumbó la nave. Por lo que se ve no tenía compartimentos estancos de ninguna naturaleza.
Estas naves han ido creciendo en altura, como altos hoteles, manteniendo su manga, o sea su anchura, por lo que su base pasa a ser menor en relación; y podríamos concluir criteriosamente que, en consecuencia, ponen en riesgo su estabilidad. Eso lo enseñó la trágica crónica de tantos ferris del Mar del Norte, que en tiempos bastante recientes dieron vueltas de campana y se hundieron por el peso de su superestructura sumada al común sobrecarga de pasaje y automóviles. Hubo muchísimos de casos. Todos tenían en común, la relación crítica de la nave con su propia base.
El error humano es circunstancial.
Las naves deberían ser más seguras, existe la tecnología.
Y el mar es implacable.
El derrumbe del Las Torres Gemelas, demuestra que la ingeniería puede cometer excesos al avanzar a costa de mermar sus márgenes de seguridad, confiando en la alta tecnología utilizada. Se explicó que el fuego “fue demasiado”, había fundido el núcleo que sostenía cada edificio. Miles de litros de combustibles de los aviones incendiados fundieron los metales de su construcción. Cuando se construyó eran una de las maravillas del mundo. Ni el choque de cien aviones podría afectarlas. Era ineludible remarcar esto en aquel momento, ya que no muchos años antes, en el año cuarenta y cinco, un avión bimotor de bombardeo se estrelló en un piso setenta del edificio más alto de New York y provocó un incendio que provocó algunos daños en un par de pisos.
Claro que eran del viejo cemento con acero, aún no se disponía de los avances tecnológicos, de materiales y sistemas de alta tecnología; ni la morfología, ni las estructuras de avanzada, que permiten las más audaces creaciones de hoy en día.
Barcos como gigantescos y confortables hoteles de lujo.
Edificios que llegan casi a mil metros de altura. Ligeras y audaces formas y estructuras de metales livianos, fibras, vidrios; con jardines y piscinas en el cielo, girando sobre si mismos, inclinados, desafiantes.
Pero aún grandes naves se hunden al tropezar con una roca, o modernísimos aeropuertos estallan bajo una tormenta, y torres caen como castillos de naipes por el choque de un avión; todo nos deja pasmados, como que son cosas que no deberían estar pasando…
O al menos no de este modo.


*De Celso H Agretti. celsoagr@trcnet.com.ar
18/01/2012
Avellaneda, Santa Fe; Argentina.








Distancia*


Vivir a cada instante padeciendo
la maldición innata
de saberse incompleto;

mirarse cada día en el espejo
y no saber si el reflejo es la respuesta
y no poder siquiera descubrirse
en esos gestos, esas distracciones,
en ese pelo casi encanecido
o en las facciones grises;
y tan solo los ojos,
muy lejos, en el fondo,
como el vivo fulgor de una fogata
ardiendo en otro sitio
o quizá en otro tiempo,
ardiendo acaso sin motivo
en una dimensión desconocida
o al final de un callejón desierto
en el confín del barrio más humilde
de una ciudad lejana... ¡tan lejana!




*De Sergio Borao Llop. sbllop@gmail.com
De Por si mañana no amanece
http://sergioborao2011.blogspot.com/







Bebedero de pájaros*



*Por Miriam Cairo. cairo367@hotmail.com



Bloody Mary


Las mesas del bar que me gusta están ocupadas. Camino pensando en el encanto de los golfos y las penínsulas. Recuerdo aquel verso: "él duerme en un lecho de paramecios". En un charco poblado de protozoos ciliados. La bío-metáfora dañina me zumba en los pies y en los oídos. Doblo a la izquierda por una calle oscura que no conozco. Desde los acantilados barullentos de este laberinto orgánico e inorgánico llega el tambor y las trompetas de una fiesta. Subo siguiendo la calle empedrada. Mascullo estrofas de Perlongher.
Las traiciono. Al masculino lo hago femenino. Al primer verso lo hago último. En un recodo, perros blancos corren tras una perra azul arrojada al asombro. Escucho tambores. Es mismo y otro el amor de hombre con hombre. La calle sigue subiendo hacia la luna. Los perros encorvan el lomo esperando su
momento con la hembra azul que se peina con la lengua. Es mismo y otro el amor de perra con perro. Dos marineros corren cuesta arriba. Dos muchachas ríen cuesta abajo. Una mujer de pelo amarillo se asoma por la ventana. Suena más fuerte su corazón que los tambores. Los perros retroceden cuando la perra azul retrocede. La jauría atraviesa de lado a lado la gran noche asfixiada. Pero lo que llena el mundo no es la asfixia, ni el turismo, ni los paramecios, ni los perros, ni los hombres, lo que llena el mundo es el
tambor de la mujer que se acorazona junto a la ventana, irrigada por hilos brillantes de Bloody Mary. Lo que llena la noche son los versos carnosos de Perlongher.


Cuatro escritores

Retorna un rumor de versos que por razones de memoria no se comparten. Somos cuatro dentro del coche moviéndonos de un sitio a otro a gran velocidad por una ruta tropical. Las casas son pequeñas. Alguien cree que vamos a estrellarnos contra un camión que viene de frente. Alguien confía en sus
reflejos. Alguien rememora rutas argentinas. Alguien recobra sus miedos infantiles. Los cuatro, dentro del auto andamos en líneas de punto por la memoria. Uno de nosotros recuerda una vieja canción de la infancia. Todas las puertas de las pequeñas casas están abiertas. Uno de nosotros canta La vie en rose. A gran velocidad los pozos nos mueven en una danza africana.
Uno de nosotros mira de adentro hacia fuera, luego de afuera hacia adentro.
Los sacudones mezclan los puntos suspensivos. Bebemos agua. Los cuatro escritores bebemos agua. Cada cual sacia a su propio animal sediento. La luz del sol baja entre los bananeros. Uno de nosotros suspira. Uno de nosotros ve subir a Dios por una pequeña escalera hacia el cielo. Uno de nosotros no confía en lo que ve con sus propios ojos. Uno de nosotros cree que Dios sube para demostrar que existe. Los cuatro escritores tenemos piedad de ese Dios que sufre de vértigo. Dios sube los últimos escalones en cuatro patas y el universo le da vueltas. Cuando Dios intenta ponerse de pie cae sobre las plantaciones de banano. Verlo es un espectáculo escéptico. Los cuatro escritores nos hundimos en un maremágnum de puntos suspensivos.


Angel sin patas

Una de tus nubes merodea mi casa. Me quedo de pie, en el patio, un largo rato y escucho el viento y los pájaros (tu viento y tus pájaros). Escucho los versos de Billy Collins descender desde tu nube. Reconozco su fórmula íntima y musical. La refrendo como si fuera mía. Los versos y la nube se
desvanecen y vuelven a aparecer. Apenas apoyados en sus patas se me acercan cabeza abajo y se repiten como todo lo que no puede tocarse con las manos.
Tu viento y tus pájaros, vuelvo a decir, como si fueran míos. Tu nube peregrina cambia de formas. No sé qué hacer con mis manos, con mi boca devorándose a sí misma. Del vientre de la nube salen tus pájaros. Y los árboles de toda la ciudad podrían irse volando. Uno de ellos toma con su pico un trozo de tu nube y me la entrega. La coloco en una jaula sin barrotes. La alimento con semillas invisibles. Le doy de beber gotitas púrpuras de un ron imaginario. La nube se hamaca, la nube canta tu canción, la nube duerme, la nube habla con palabras que otros no entienden. La nube es un ángel sin patas. La nube pulsa las distancias para que mi boca y la palabra se unan furiosamente.


*Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/14-32171-2012-01-21.html






Pelada la bombita*



Pelada la bombita pendiendo
de un cable denodado
y equidistante

Y en mi primera vez
el deseo
de una mujer joven toda
desnuda maravillosamente.


*De Rolando Revagliatti. revadans@yahoo.com.ar






UNO ENTRE 7.000 MILLONES*

(Meditaciones en momentos personales de transición existencial)



Última parte


*Por Alfredo Armando Aguirre. choloar47@rocketmail.com
http://choloar.tripod.com/Alfredo_Aguirre/



Nos dá la impresión que al efecto de la presente comunicación, hemos dicho casi todo lo que queriamos transmitir.
Hace un tiempo estibamos en nuestro holon, un pensamiento de Jaspers: “En las situaciones límites está el origen de todo filosofar”. A propósito del concepto de “límite”, de antes nos venía el “siempre hay que tener las fuerzas necesarias para romper todos los límites”, del Marqués de Sade; y en fecha más cercana al presente incorporamos el presente de Edington en el sentido que: “el límite de nuestro lenguaje es el límite de nuestro mundo”. Y no sé porque asocio estos pensamientos a uno de Julio Verne, que leí hace mucho tiempo en un cartel: “Todo lo que un hombre pueda imaginar otro podrá realizarlo”.
Hay estudios que señalan que el retiro laboral o jubilación es una situación límite. Y ha de reiterarse, que en el principio de esta ya larga comunicación, apuntábamos que estamos en los prolegómenos de nuestra salida del sistema laboral formal.
Sin perjuicio que formulemos alguna comunicación específica, nuestra salida del servicio público federal argentino, nos resulta una ocasión, digamos una “situación límite”, como para discurrir acerca de todo lo vivido.
La vida, aun durmiendo y soñando, es indivisible. Más allá de las múltiples convenciones, cada existencia concreta es indesglosable; desde el principio al fin.
Por nuestras sensibilidad ha pasado lo que hemos vivenciado en nuestro entorno desde que vinimos al mundo.
A veces cuesta, y mucho, ponderar, aquellos primeros seis años de vida sobre los que - hay consenso científico - se modelan las respectivas personalidades.
Por una extraña suerte de vocación y de destino, hemos podido bucear hasta donde hemos podido en esos primeros años y hasta nos hemos remontado hacia nuestros ancestros, que resulta indudable algo han aportado con la carga genética luego sometida a intensos estímulos formales e informales, que eso al fin de cuentas somos cada uno de nosotros.
Mas un desencadenante para formular una comunicación como la presente, ha sido un concepto que abrevamos en una de esas oportunidades de capacitación que se han habilitado para los servidores públicos federales argentinos, por iniciativa el entonces Ministro Beliz hacia 1992 . En un curso sobre Gestión del Conocimiento (KM), allá por el 2006, nos enteramos de la existencia de la institución del “EXIT QUESTIONAIRE”, tal como se da en el Estado canadiense de CALGARY. Este instituto de origen inglés y que también se aplica en Estados Unidos, consiste, en que cuando un servidor público permanente se jubila, existe el requisito de que deje por escrito una suerte de memoria de aquello que puede servir a la organización que deja. La verdad es que anoticiados de esta noción, la misma nos viene resultando altamente estimulante y nos induce no solo a hacer un “formulario de salida”, de nuestra vida laboral, sino extenderlo a todo lo que hemos aprendido dentro de los ámbitos laborales o concomitantemente con ellos, fuera de los horarios de trabajo.
No nos parece ocioso reiterar que el servicio público es una formidable oportunidad de aprendizaje, para quien tenga avidez de conocimientos (y estimamos que ese ha sido nuestro caso).
Además por múltiples motivos; nuestra condición de corredor pedestre no ha sido la menos significativa(tampoco nuestras excursiones a pie), hemos recorrido el país, tomando nota de todo lo que veíamos ello fue aún antes de enterarnos ese pensamiento de Hernández arriba consignado acerca que : “ todo el mundo es escuela”.
Deliberadamente hemos querido hacer una suerte de actualización (upgrade) de nuestra visión del mundo circundante, en un punto de inflexión de nuestra parábola existencial.
No hay pretensión de imposibles asepsias ideológicas, o similares enmascaramientos. Solo hemos pretendidos decir más lo que venimos sintiendo que lo que venimos pensando aparentemente fríamente.
Motores de búsqueda mediante, colocando entre comillas nuestros nombres y apellido completo, se puede acceder a gran parte de las comunicaciones que venimos formulando o al listado completo de las mismas.
Aunque formen parte de un único discurso sujeto a las periódicas actualizaciones que el entorno viene induciendo a nuestro holon; hasta donde nos es posible hemos intentado compartir cosas que tal vez estaban subyacente en nuestras comunicaciones, y que deseamos compartirlas mas explícitamente.
Nos animamos a decir que queremos transitar en un planeta donde primen las relaciones interpersonales “cara a cara”; donde uno se pueda desplazar con nuestras propias fuerzas físicas, o con ayuda de animales, o del sol o del viento; y donde los bienes se produzcan hasta donde sea posible con nuestras propias manos.
Suena a utópico.
Por suerte gracias a las TICs, nos venimos enterando que no estamos solos en la utopía. El final queda abierto. No sabemos por nuestra parte si podemos decir algo mas al respecto...Por ahora...

(Buenos Aires 16 de enero de 2012)





*

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