lunes, noviembre 19, 2012

¿QUIÉN QUISIERA CANTAR EL BLUES DE LOS DESDICHADOS?



*Dibujo: Ray Respall Rojas.
La Habana. Cuba.




AMIGOS*
                                                                 
                                                                     
 Para Justo Pezzino y Angelito Banquinta

           
*De Jorge Isaías. jisaias46@yahoo.com.ar



Mientras miro comer paciente el postre a mi nieta Pilar suena el teléfono insistente.
           
Cuando al final atiendo, una voz que no acierto a precisar pero que indudablemente me es conocida, lee con toda parsimonia un texto que reconozco de mi autoría.
Es nada más ni nada menos que el inefable arquitecto Esteban Cárdenas, el querido y nunca bien ponderado Negro Cárdenas, mi amigo de aquella juventud cada vez más lejana, cada vez más extrema.
 -Mientras almuerzo con un malbec que me salió redondo, te releo y quiero decirte que te quiero mucho-, me dice riendo.
            -Negro viejo y peludo -le digo como sabía decir mi padre- qué hacés, tanto tiempo.
Y nos trenzamos en un intercambio de informaciones, que a poco de iniciarse desparra en alguna desmemoria mía, que al maldecir,  mi amigo me recuerda
            -Pensá que estamos vivos Jorge, me recalca  y tiene razón, como siempre.
Él vive en Posadas hace muchos años y yo lo extraño y nos vemos poco y aunque él tiene hijos y nietos aquí, casi no viene. Sucede que su novia vive en Concordia, entonces nunca llega hasta Rosario. Debo aclarar que cuando yo no acertaba con su voz, él me dio la contraseña:
-La verdadera patria son los amigos –frase que yo le copié al Turco Saer y que él nunca olvidó desde aquel texto que le escribí en 1990 y que está en el libro “El País de la Infancia” que es justamente lo que tiene sobre la mesa y me está leyendo, mientra ese malbec oscuro baja lentamente por su garganta. Qué bellos son entonces los hilos misteriosos que nos ofrece la amistad y que la distancia no amilana su marcha, sino que se engrosa a la memoria como un río que va constantemente recibiendo afluentes hasta que se produzca esa magia que un llamado pone en movimiento, aún sin saber nada el uno del otro, pero sabemos que el afecto es un celoso centinela pronto a servir a la amistad.
Muchas veces he pensado por qué los amigos se han ido tan lejos, por más que contemos  con la tecnología para tenerlos cerca. Yo no olvido que las inclemencias de este país, en alguna época, contribuyeron a esta diáspora que duele. Es el caso del Negro.       
Tengo otro amigo en mi pueblo que canta tangos y que me regala botellas de vino. Y la última vez me obsequió un DVD  con su voz, y su parada de cantor, porque es tanguero y me lo dio con una tarjeta que dice al final:
            “Gracias por recordar nuestros ancestros, y, en lo que mí me toca a mis abuelos. Nunca nadie, reflejó el sentir de los quirquinchenses en tan pocas  palabras:
                    “No tiene río, no tiene puerto
                    pero para mí es el mejor de los pueblos”
            Y abajo dice: un abrazo Miguel Freddi.
            ¿Cómo no estar contento con estos amigos?
Y pensar en los amigos es como pensar en los caminos, en las distancias que se devoran mirando pasar los campos sembrados y esporádicamente grupos de árboles añosos donde alguna vez hubo una chacra, una familia, unos chicos que corrieron jugando debajo de esas sombras, que hoy sólo perturban los grupos de garzas volando hacia cañadas vecinas, o las cruzan hurones y cuises esquivos, que estarán seguramente más tranquilos al notar que el movimiento humano ha cesado. Salvo cuando entra una cosechadora a esos sembrados verdes, pero eluden obviamente los montes propicios para la paz solariega.
Y cuando uno dice amigos, dice también aquellos que dejó de ver en la infancia, que están en cualquier parte y que uno tiene  un recuerdo borroso de sus rostros de niños, y si es posible con el guardapolvo desgarrado por alguna espina, algún alambrado que saltábamos en aquel tiempo, en busca de una pelota que se cayó en un alfalfar.
Estos son los más memoriosos, los que de vez en cuando llaman y a través de la línea uno reconoce esa precisión por reproducir con extrema minucia las anécdotas y aun ese paisaje que solo permanece en nuestra  lenta memoria sucesiva, la que no ceja de construir un mundo con esas hilachas que permiten que la amistad permanezca incólume como en los buenos viejos tiempos.
 Cuando un gol a tiempo, un pelotazo clavado en un ángulo era aún en ese lugar pequeño el centro mismo del universo que nos espera con su gloria precisa,  misteriosa y efímera.





¿QUIÉN QUISIERA CANTAR EL BLUES DE LOS DESDICHADOS?





SALUDO A DISCEPOLÍN*



El viento sacude las ramas de los árboles
        de otoño,
y se oye así como un himno profano de
        intemperie,
mientras el hombre que lee el diario ante
        su café
sacude la cabeza, y un gato de vidriera
        duerme
en una silla. Y no hay otra música que el
        viento
y el resonar de la vajilla en la cocina. Así
        en este
minuto, desde este bar del sur, evoco
        viejas letras
que se quedaron enganchadas en lo alto
        y en lo hondo,
para abrazar lo que tocan y darnos un
        tono
íntimo, hecho de historias y de calles,
        de sudores
y de ecos, que no es parecido a ningún
        otro.
Porque hasta el olvido, con sus nieblas,
        vuelve siempre,
y nunca sueña en los días, nunca canta.       


*De Eduardo Dalter. eduardodalter@yahoo.com.ar






Premios del Certamen Literario para adolescentes “El Puente 2012” *




Primer Premio Cuento:  

                                                          
                                                        
 Evaluación de Matemática - Identidad*

  

Fecha: 13/11/11
Nombre: ...
    "A veces pienso si de verdad es decir que soy quien soy, como lo era en el ayer, ignorando ese ser, el hecho de que alguna vez fui alguien que hoy no creo ser, cosa que los demás seres que comparten mi entorno vital, en su mayoría deben pasar por alto, sin saber que aquel que fue ahora ya no es sino que es más bien otro ser el cual comparte algunos aspectos esenciales de aquel otro que ellos dicen ser de este nuevo ser. Aunque suelo pensar que quizás siga siendo quien alguna vez fui, por lo tanto ese ser que habría nacido producto de la experiencia alguna vez regalada por ese enemigo existencial llamado tiempo nunca existió, digo… si en verdad este dichoso “nuevo ser”, que hace creer ser alguien que alguna vez fue a aquellas personas que disfrutan la compañía de una persona que conocieron en algún entonces, sigue siendo ese yo que todos conocen, y dicen ver, al ver al ser que se presenta delante de ellos, que nada más ha adaptado a su forma de ser algunas nuevas formas. Pero entonces eso seria contradecir a las personas que dicen que las personas no cambian, porque estaría afirmando que sigo siendo quien alguna vez dije y supe ser, aun cuando yo mismo admito que mi forma de ser adoptó cambios. En síntesis… cambié, pues entonces según estas personas no soy la misma persona pues si así lo fuera no debería haber cambiado, debería seguir siendo el mismo ser, este que todos conocen como el que es, ignorado el que probablemente sea… pero… ¿Por qué tuve que ser?... qué tal si nunca fui y ahora estoy siendo?... o qué tal si simplemente nunca fui… y ni siquiera ahora soy?…. eso seria de verdad preocupante… porque si así fuera, ese ser que se plantea el hecho de ser o no ser y seguir siendo quien era sin saber si alguna vez fue tampoco podría llamarse “ser”… sólo seria algo… sin definición alguna… y la verdad nunca me han gustado las cosas sin
definir.. Siempre fui partidario del… “las cosas claras”, aunque tampoco puedo decir que siempre fui partidario sin saber primero si alguna vez fui. Siempre me rei cuando escuché la frase: “ser o no ser”, a todo esto: ¿quién soy?, o más bien… ¿soy?... qué complicado, esto si que no me lo esperaba…
Se me está acabando el tiempo, mejor paso a la siguiente pregunta... ".
          1) Hallar la ecuación de la recta tangente y normal de la ecuacion: xy+y-1=0, en el punto (3,1/4).



*Lucas González. lucasgonzalez4@hotmail.com
Santa Fe 





Primer Premio Poesía:
                             

Nocturno en soledad*




Se oye claro, opaco y áspero
el rasgar de mi lápiz en la hoja.
Escribo estas palabras
e imagino cómo sería no pensar.
Me esfuerzo en el imposible
ejercicio de hacer nada,
pido una pausa, un respiro,
un momento de quietud
para poder sentirme acá y ahora.

Sueño un mundo paralelo,
en el que el tiempo y el curso de la vida
no tienen relación en absoluto.
Me sumerjo en el silencio nocturno
y en una tenue, amarillenta y cálida luz
que deja ver esta hoja y estas letras,
fluyendo de mi cuerpo entero
con la fuerza de un vendaval,
que quiere y no puede decir.


*Albano Borotto. albano_218@hotmail.com
Santa Fe






Segundo Premio Poesía:
                            

 Bomba de tiempo*



El que no cura
penas guardadas
El que no abandona
sus deseos al olvido
transforma su dolor
en un grito de furia
     un rugido animal.

Y aquel que no apacigua
la llama de la impotencia,
se funde con su propia suerte,
porque el que vive el instinto,
padece eternamente
                                 su sed.



*Nicolás Osuna. nicolasosuna4@gmail.com
Santa Fe






Tercer Premio Poesía:


                 
                  Blues en Fa menor*               


¿Quién quisiera cantar un blues?

Suena el garfio del capitán, ya herrumbroso,
sobre las teclas de un piano azul
los despojos
de un caballero oxidado
de un príncipe del color
equivocado.

Y es el azufre el olor que se impregna
en la noche de las narices frías.
Donde no se sabe si son las nubes
o las culpas
lo que ennegrece el aire.

Disney está congelado.
En este incendio,
¿Quién quisiera cantar el blues de los desdichados?



*Virginia Agretti. virginia.agretti@gmail.com
    Santa Fe 



*Certamen Literario para adolescentes, que la Asociación Cultural El Puente viene organizando desde el año 2000. Textos ganadores en los géneros Cuento (1er Premio) y Poesía (1er, 2do y 3er premio).
  Los jóvenes autores que resultaron premiados en está 13ra. edición del certamen y recibieron su distinción son los siguientes:


POESÍA

Primer Premio: Albano Borotto (Santa Fe)
Segundo Premio: Nicolás Osuna (Santa Fe)
Tercer Premio: Virginia Agretti (Santa Fe)
Menciones:
Leandro Yñiguez (Santa Fe)
Lucía Ghio (Santa Fe)
Lucía Re (Santa Fe)
José Britos (Recreo)
Bruna Menino de Mattos (Santa Fe)
Valentina Marín (Santa Fe)
Ana Rivero Berrone (Santa Fe)
Alan Moschén (Malabrigo)
Emanuel Gutiérrez (Malabrigo)
Pablo Bressán (Malabrigo)


CUENTO
Primer Premio: Lucas González (Santa Fe)
Segundo Premio: Gianfranco Bruno (Santa Fe)
Tercer Premio: Nicolás Churchú (Santa Fe)
Menciones:
Cristian Pascuale (Santo Tomé)
Jorgelina Giliberti (Santa Fe)
Ximena Carlomagno (Santo Domingo

-Actuaron como jurados: Oscar Agú, Teresa Guzzonato y Ma. Alejandra Tiraboschi (Poesía), y Miguel A. Gavilán, Mónica Laurencena y Mónica Russomanno (Cuento).







Retornar a lo irretornable*


*Por Miriam Cairo. cairo367@hotmail.com



Mi amiga hace otra media vuelta hacia el interior de la noche. Saca un cigarrillo y se lo coloca en la boca, pero sin encender. El pájaro de cuatro pies que pinta sobre un lienzo de aire da dos pasos tristes. Bajo la ventana de la izquierda un hombre con alas, echa la cabeza hacia atrás. Miro todo detenidamente. A simple vista, no hay rastros del ropero en el que quedó encerrada en la infancia.
En la calle se escuchan aullidos y golpes. Miro desde la ventana con los ojos del pájaro de cuatro pies y media ala. Muchos de nosotros no estamos preparados para la locura de este mundo, dice mi amiga que dibuja su silencio remoto. El pájaro no suspira pero muerde los pétalos que tiene entre los dientes.
Si mi amiga llegara a descubrir que su silencio tiene raíces y cuerpo, definitivamente se volvería un fantasma. Sin embargo, la fuente del silencio desdice, con su fluir, la raíz y el cuerpo. Lo que ocurre fuera de su mundo es bello y es terrible, pero más bello y terrible es cuando lo de afuera entra en su mundo.
Mi amiga dice, estoy sobre el cuadrante de la hora viviente y diciendo esto se inclina sobre el pájaro de cuatro pies. No sabe si pintar sobre los hombros del ave la carga del destino o el rumor de sus alas. Mueve las manos en el aire y el dibujo se hace música o sueño de un pájaro muy rubio. Ni el más perspicaz de los dioses o de los carceleros podría distinguir el sueño del pájaro de su propio sueño.
Cuando no sé dónde estar, cuando el ruido de la calle es tan fuerte que eclipsa la voz o las tormentas, busco a mi amiga dragona, borracha de colores inexistentes. Vista de reojo parece la pasajera del eterno retorno, vista de frente, es una densa marea liviana como el aire. Hay muchas flores, hoy, dice mi amiga. El cigarrillo se enciende solo. Se fuma solo. Se muere solo. El cigarrillo tiene el olor del amante al que ella siempre vuelve.
El pájaro despide limos jabonosos sobre una estría argentina transparente. Si hubiese cruzado las fronteras hacia un lugar más cómodo, mi amiga jamás habría pintado la remota nube en la cabeza del pájaro. No fumaría su amante envuelto en papel de cigarro. No pintaría el sueño que se llama un lugar para nosotros. Otra vez mira por la ventana. La mirada retorna a lo irretornable. Risa breve, noche larga. A veces deja abierta la puerta de los tifones, a veces la puerta del tren que la mata de una estación a otra. Si no abriera esas puertas pintaría cualquier otra cosa, menos un pájaro de cuatro pies sobre el lienzo del aire.
Mi amiga pasa la mano por la frente y dibuja una lámpara de kerosén donde guardar la luna. Súbitamente pinta los ojos inalcanzables del pájaro paseándose por las calles de la ciudad trastornada de gente. Frota la cabeza de un fósforo, la cabeza de un estambre, la cabeza de un hombre, la cabeza de un alfiler, la cabeza de un decapitado. Ese pájaro ve cosas que el amante no puede ver porque perdió la cabeza en su sexo pupilante. En qué pensará este pájaro mientras lo pinto, dice mi amiga en un momento en el que el pájaro de cuatro pies no sabe si caminar o tropezar, si beber el líquido que ella todavía no ha inventado o tragar la nube que no puede beber.
Afuera es el tiempo de la gente con su alarido, sus embates sin color ni forma. O con una forma y un color que no han sido dibujados todavía. ¿De qué espesor será su queja? Mi amiga pinta una mujer sin manos sobre el lomo del pájaro. Señala con un dedo invisiblemente tembloroso la muchedumbre que enloquece en las calles. Para que su temblor no deje de pintar esa bella constelación de difuntos no cierra la ventana. Dice que hay gente que no conoce el coche negro del color negro. Mientras habla viaja por Cholen en un carrito tirado por un chino. Luego sube al colectivo amarillo y desciende en la esquina de su casa. Sigue a pie por las orillas de un río. Abre la puerta de una habitación extranjera. En todos lados hay mujeres y hombres de este mundo. En todos lados un poder lucha contra otro poder sin abolir los poderes.
Mi amiga pinta cosas diseminadas a los cuatro vientos pero su núcleo, el ropero en el que quedó encerrada en la infancia, permanece inalterable. Ella pinta la luna en una lámpara de kerosén y está encantada. Todo el cuadro de la vida entra en la lámpara de kerosén. Lo que no entra es el resto, es lo que se le escapa al pájaro de cuatro pies. Nada que ver con nosotras, dice mi amiga, que tuvimos la misma idea en el mismo instante. Nosotras, media vuelta al interior transferido por las estrellas cabeza abajo.
Comemos unas pastas a bocados intermitentes. Breve niebla. Podría pintar un cuadro prescindiendo del cuadro, dice mi amiga, cómo si yo pudiera no creerle, como si esto no viniera ocurriendo desde hace años. Ha sido rechazada en todas las academias. No hay galería que la invite a exponer por el viejo prejuicio de lo visible y lo invisible. Siempre hay un poder que rige sobre otro poder. Pero no por eso ella deja de pintar el crepúsculo que sostiene un silencio mordaz en la boca.
Definitivamente, dice mi amiga, es hora de pintar el alma de los funámbulos dentro de un huevo de urraca. Y se cierran otra vez las puertas del ropero de la infancia. A mi amiga le hace falta la memoria del encierro para soltar las alas.


*Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/14-36472-2012-11-17.html







REFUGIO*


“He leído muchos poemas en mi vida, pero nunca había visitado uno.
Las palabras eran, las de una habitación, que me acogía”
JOHN BERGER


Traigo una piedra temblándome en los siglos.
Un talismán. Espacio de los santuarios de todos los azules.
De todos los arroyos. De todos los jirones de mi cuerpo.

El llegó porque si. Como llega la lluvia.
Nos encontramos en un rincón de la palabra nueva.
Venía de trenes de cemento .De vagones de moho.
Yo, iba buscando de nuevo, las acacias.
Una metamorfosis de Eva y de manzana.
Abrió la puerta. Y en esa puerta, desnuda, lo saludo.
Desnudez más casta que una niña en el páramo.
El llega, ardiendo en lejanías.
Con un vino callado. Tan callado.
Como un toro .Como una plaza. Como un niño dormido.
...Y recordamos juntos...
Antiguas osamentas .Enlutado país, en renuncia de trigo.
Inservibles monedas Indescifrables signos.
Viejos profanados en delirio de escarcha.
Jóvenes amordazados de purgatorios tristes.
Niños muertos sobre maderas vírgenes.

...Y aquí estamos. Fundando otra vez, refugios.
Un oasis, una pared de pircas. Una barricada.
Con boca amarga, con resaca.
Desmenuzando una tristeza en migas.
Con una cruel costumbre. Una necesidad. Un hambre.
De sur, de norte. De vida.
Sobre todo, de vida.


*De Amelia Arellano. amelia.arellano01@yahoo.com.ar






*


vi todos los rostros
en el beso en el azulejo,
mi esclava manía
de ovillar la infancia

...
Los niños sueltan muebles
a mis costados
los muebles atrapan niños
entre a mis labios

presiento sus meñiques
acariciando la madera
los veo correr en las fronteras de la taza

oigo el aroma que mueve
en la luz de su cabello
la veo abrir ventanas sobre la noche de la cama

vi todos los rostros
en el beso en el azulejo
mi libre obsesión
de perseguir la infancia

ella dejó escrito su nombre
sobre el espejo empañado,
él recogió su nombre
del espejo de mis manos.


A mis hijos.

*De Marcela Lokdos. lokdos1@yahoo.com.ar





***


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