viernes, julio 03, 2020

UN TEMBLOR DE VIENTO...


*Dibujo de Erika Kuhn. https://obraerikakuhn.blogspot.com/








Amado en septiembre *


1


Distingo tu rostro
ese lugar antiguo donde me crece la angustia
y es el viento
siempre es el viento
quien golpea mis manos contra el muro.


*De Noelia Palma. noelia261984@hotmail.com
- "Que la muerte nos ampare", Francia ediciones, 2017.



-Noelia nació en Morón, provincia de Buenos Aires, en octubre de 1984. Textos de su autoría fueron publicados en diversas antologías y revistas digitales como Digo.palabra.txt, Letralia, entre otras. Realizó talleres literarios con Alberto Ramponelli y Eduardo Espósito.
Su primer libro de poemas, “Que la muerte nos ampare”, fue editado por Francia Ediciones en 2017. Tradujo a Charles Bukowski desde 2011 y en 2017 publicó junto a Editorial Postales Japonesas su primera antología bilingüe: “Solo con todo el mundo”. En noviembre de 2018 editó en Ombligo Cuadrado “0034-Buitre hacia la nada”, que consta de dos libros en un solo ejemplar. En junio 2019 la editorial cordobesa Mascarón de proa publicó “La casa”.
















*



Que no sea una pasión triste, ni una pasión pobre. La pasión de la furia es pobre. La pasión del odio. Rabia y odio, eso no. Una pasión como relámpago que vislumbre por un instante latidos de felicidad. Esa que apenas se atrapa huye. Esa que en el mismo momento se descubre y pierde.



******


Que no importe si hay otra, si hubo u habrá. Que no cuente otra. No sume ni reste en mi cuento. Que mi cuento se cuente desde esta orilla. Sea la orilla de una isla encantada. Y en la isla estemos solos. Que estemos solos solo por un día. Que por un día no querramos otros. Otros seres, otros días. Que alcance. Que nos alcance y nos toque el cuerpo. Nos alcance como no querer más.



******


Que no tenga los días contados. Que cada día pueda contar, los días, los cuentos. Sea diferente lo que cuento aunque sea lo mismo. Me sorprenda, les sorprenda. A ustedes y a ellos. A nosotros. Que la luz de cada mañana me toque. Que me roce la cara y los hombros, el pelo, la espalda. Que sea luz para los ojos y sombra para los ojos. Que un río me deje flotar y me lleve, me lleve. Y volver a la orilla. Quedarme quieta en la orilla. Descansar.



*De Celina Feuerstein. celinafeuerstein1@gmail.com


-Celina nació en Buenos Aires. Es Licenciada en Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA), y trabaja como psicoanalista. Algunos de sus poemas se publicaron en la Antología de Poesía Federal de la Ciudad de Buenos Aires. Participó en el poemario Martes verde, del colectivo Poetas por el derecho al aborto legal. En marzo del 2018 publicó el libro de poemas La casa vacía, por la editorial Caleta Olivia. En 2020 sale De qué se trata el otoño en mi ventana, su nuevo libro de poemas, por Modesto Rimba.














Pájaro en una tormenta*



Ese día, ese primer día de la naciente primavera
la embriagadora música amaneció sobre los montes.
La risa azul que irradiaba el firmamento
reverdecía las laderas y ensalzaba
los contrastes verdirojos de los prados.

Ese día florecieron los años de destierro
reconstruyendo la antigua cúpula dorada
con columnas de esperanza y miradores
que se abrían sobre el valle de la dicha.

Así, ciego, con la daga de tu nombre entre mis labios,
creí haber escapado a las fauces del destino,
pero hoy las sombras cenicientas de twin peaks
nuevamente han descendido sobre mí
y no hay una hondonada sin fisuras
donde poder respirar un minuto de sosiego.

¿Qué despiadada venganza de los dioses
me condena al arbitrio de las nubes
inquietantes, plomizas, que me cubren?

¿Qué oscuro designio ha desencadenado
el furor del vendaval sobre mis alas rotas?

Dondequiera que el atardecer me lleve
la faz del firmamento está cerrada.

Un granizo triste azota las esquinas
de esta ciudad vencida, saqueada y moribunda
donde hasta los perros vagabundos se estremecen
cuando sus ojos caen en la oquedad del cielo
tapiado por un muro de silencio perpetuo.

No hay luna que brille en esta noche aciaga
y hasta el bosque resuena con un murmullo de amenaza
que confunde la vigilia de los búhos
y acalla las canciones de los árboles
como una divinidad incontestable.

Los ángeles blanden un estandarte de inclemencia
y el horror se va extendiendo en los zaguanes
como un torrente negro que va desdibujando
las huellas que dejaron nuestros pasos
en la alfombra de asfalto, en las baldosas
blanquinegras que adornan el recuerdo.

Todo es una sombra impenetrable,
todo un trueno aterrador que nunca cesa,
un relámpago atroz que incendia la cordura.

Y entre el caos volar, volar toda la noche,
toda la infinita noche atravesar los cielos
sabiendo que las tormentas nunca cesan
y que el amanecer es tan sólo una utopía
urdida con los frágiles cristales
del evasivo espejo que jamás se detiene.



*De Sergio Borao Llop. sbllop@gmail.com











*


Y si un día me faltás,
y si mañana desaparecés,
si pierdo
la esquina donde te encuentro cada tarde,
y el árbol donde te escondí para que fueras parte de mí,
para tenerte:
un pedacito de vos entre mis manos,
un temblor de viento, así, fugado de la tierra,
qué haría, yo,
qué haría para salir a caminar sobre mis piernas
y no llegar a vos,
dónde buscarte si un día me faltaras,
si no estuvieras con tus ojos de amor esperando los míos,
inaugurándome.

Ya sé,
vos me decís que amar así es como la eternidad
y yo te creo,
porque he rozado a dios cuando te toco,
pero no sé, mi amor,
a veces me despierto de mí,
como quien vuelve en la mañana de una pesadilla
y pienso
en mi vida extendida como un mapa
lleno de accidentes felices
y bahías donde los barcos llegan y reposan.
Y qué suerte que estés.
Qué suerte.


*De Mariana Finochietto. mares.finochietto@gmail.com



- Mariana nació en General Belgrano, Provincia de Buenos Aires. Actualmente vive en City Bell.
Publicó: Cuadernos de la breve ceguera  (La Magdalena 2014). Jardines, en coautoría con Raúl Feroglio (El Mensú, 2015)
La hija del pescador  (La Magdalena, 2016).  Piedras de colores (Proyecto Hybris 2018)
Su último libro publicado es El orden del agua, GPU Ediciones (2019)

-Coordina Microversos, talleres de exploración literaria.
















LA BALADA DE HAROLDO CONTI *



En los textos de Conti las estaciones predicen el destino de los personajes y lideran las futuras acciones y peripecias de los mismos, influyen en su ánimo, tiñen el valor y espesor de los recuerdos. Los colores cambiantes van traduciéndose en percepciones para instalar leve y paulatinamente el tono con que el relato se desplaza en un cono de luces que cubren todos los sentidos.

Los diálogos son verosímiles y como en la saga hemingwaiana siempre exponen un mundo interior que subyace detrás de la historia, que va más allá de su laconismo y su economía de recursos expresivos.
La diferencia entre el autor norteamericano a quien admiró la generación de Conti y Conti mismo reside en que el discurso de aquél nunca o casi nunca expone los sentimientos mientras que el escritor argentino con similitud de recursos expone una afectividad nostalgiosa y nunca ríspida, apegada al gran valor otorgado a las cosas y a los seres que se pierden para siempre y que por algún motivo no preciso de la memoria a él se le presentan asociados.
La escritura de Haroldo Conti se nos aparece humilde, morosa y preocupada para retener aquello tan pequeño que a nadie interesa, sólo a su letra que no se resigna a dejar morir lo que se va. De eso, creo, se ocupa la poesía de todos los tiempos porque tal vez Barthes tenga razón y los escritores eternamente estarán tratando de responder a dos preguntas claves: ¿Por qué te amo?, ¿Por qué le tengo miedo a la muerte?

No hay ningún tema fuera de esos porque el poder y la gloria no permanecen indiferentes sino implicados en esos enunciados barthesianos.

La morosidad y el amor con que Haroldo Conti trabaja el devenir de las vidas anónimas, marginales y muchas veces miserables de sus personajes, que como en el caso de El Boga, de Sudeste, ni nombre propio tienen.

La morosidad de sus narraciones que el propio Conti eligió para construir un mundo poético lleno de reflexiones donde duda permanentemente sobre el poder representativo de la palabra, conciente que dedica sus afanes a esos ”antihéroes” que obviamente no son ni nunca serán ejemplares, presentados los párrafos con la ironía con que reconoce su propia dificultad y su distancia, su desconfianza de ser tenido en cuenta en ese discurrir de sus historias que como dice el narrador de uno de sus cuentos está contando una historia que no es de él sino de otro, y que además le fue referida y ”que no interesan verdaderamente a nadie”, como si fuera conciente de la elusión que hace de los grandes temas que instalaron el prestigio de la literatura de todos los tiempos.

Haroldo Conti apostó a una poética, esa visión de lo que falta, de lo que siempre está detrás, este trazo que aparece donde nada existe.
La conjunciones disyuntivas, las frases indirectas, los reflexivos, la progresiva incorporación y la preponderancia de las frases pocas seguras, acentuaron la relación entre el narrador y su materia. Esas frases que ponen en duda la historia que cuenta el propio narrador como si constantemente estuviera dudando en esas infinitas mediaciones que hacen entrever lo que quiere contar de una historia que conoce de oídas.

Cumple con el consejo borgeano que dice que uno tiene que contar las historias como si no las supiera del todo.

El río funciona en los textos de Conti como una metáfora del tiempo, que no es sino el río que El boga trasiega incansablemente con la excusa de la pesca o la del viejo del cuento “Todos los veranos”, donde el narrador-personaje niño relata las vicisitudes de su padre, un pescador que navega las aguas enojosas o calmas del Delta en busca de pesca pero en el fondo lo que busca es el sentido para su vida vagabunda y errática.
El tiempo, gran personaje de la narrativa contiana, tal como aparece a lo largo de toda su obra, sirva como ejemplo esta cita de su cuento “Los novios” de su libro Todos los veranos.
“A Hipólito le gustaba hablar del tiempo, lo mismo que a su padre. En realidad, era todo lo que recordaba del viejo. Allí estaba en su recuerdo hablando las horas enteras en el Círculo Italiano o en el bar Alsina. La verdad que era un tema inmenso. Se recordaban cosas, se auguraban cosas, y uno se volvía cosa y tiempo también”.
Quien recorra con atención (única manera de manera de leer literatura) la obra de Haroldo Conti se encontrará con las recurrentes núcleos de sentidos que va desplegando incesantemente, con frases que hacen de la elipsis una retórica y en el énfasis sobre la ambigüedad semántica su pilar donde funda una estética. (Aclaro que uso aquí la palabra estética en su sentido clásico y no como se usa ahora, para hablar de una moda).

En Sudeste, El Boga es el río, pero también el tiempo, también la conciencia de la indiferencia del hombre frente a los otros hombres donde ni el río que buscó como refugio lo salva. En esa indolencia, en ese vagabundeo en que El Boga se desplaza buscándose inútilmente a sí mismo sin saberlo, o intentando intuitivamente un sentido a su propia existencia se involucra sin quererlo, con indolencia, como un héroe de la tragedia griega va a encontrarse con unos contrabandistas y al final sucede lo predecible: la muerte oscura en un riacho bajo las balas policiales. Como se ve, un final nada épico como corresponde a un personaje contiano.

Tal vez podría decirse sin exagerar que empecinadamente el personaje no busca sino terminar con esa vida de eterno viajero sin sentido para encontrar “su sentido” que no era otro que su propia muerte.

Como tantas vidas oscuras de la vida real, como tantos otros personajes de la saga contiana que el escritor trató con ternura sin igual, esa ternura que tuvo para con todos los desclasados que pueblan la tierra.

En el cuento “Perfumada noche”, del libro La balada del álamo carolina, el narrador pone al lector en situación, cito: “La vida de un hombre es un miserable borrador, un puñadito de tristeza que cabe en unas cuantas líneas. Pero a veces, así como hay años enteros de una larga y espesa oscuridad, un minuto de la vida de un hombre es una luz deslumbrante. El señor Pelice tuvo ese minuto y esa luz”.

Probablemente podríamos relacionar este párrafo con aquella reiterada aseveración borgeana donde asegura que hay un minuto de la vida de un hombre donde el sabe para siempre quién es.
Probablemente se necesita toda una vida para encontrarse con el propio coraje físico, pero en el cuento de Conti el personaje encuentra la felicidad en un amor platónico donde el platonismo es tan perfecto que el objeto de su amor nunca se entera. El clímax de su felicidad se produce cuando al pasar por la calle Saavedra, donde vive la señorita Haydée Lombardi, ella lo saluda mientras él el se quita el sombrero panamá en señal de admiración, galantería y respeto.
Pero esa insinuada o imaginada sonrisa de la señorita Lombardi dio sentido y felicidad para siempre al señor Pelice, quien era el más reputado cohetero de la zona y a partir de allí perfeccionó su técnica en honor de la señorita. Desde entonces y durante los años en que la señorita vivió le escribió una carta cotidiana que nunca le hizo llegar, salvo el día en que ella murió, entonces le envió un ardiente y sentido pésame rogándole que lo espere para descansar por toda la eternidad juntos, como no habían estado en la vida.
“Al señor Pelice le hizo un nudo el corazón y la amó desde ese mismo momento. Jamás cruzaron una palabra pero él desde entonces se quitaba puntualmente el panamá frente a aquella puerta a las seis de la tarde en invierno y a las ocho en verano, y ella inclinaba apenas la cabeza y casi sonreía”. Eso sólo le bastó al señor Pelice para ser el más feliz de los mortales.

Los personajes siempre aparecen y actúan en ese centro de radiación que se constituye en el discurso enunciativo, no como presencia viva sino como sombras difusas y reminiscentes que presentan un aura de extraña y entrañable morosidad, donde es imposible no sentir afecto por esos seres desvalidos que en el papel juegan una fantasmagoría de sombras, que a través de esa enunciación termina siendo de una carnalidad vivida y consecuente, inolvidables criaturas que uno como lector no puede dejar de amar y recordar: el tío Hipólito y la señorita Adela en Los novios, el señor Pelice y la señorita Lombardi en Perfumada noche, El boga en Sudeste, Silvestre y Milo en Alrededor de la jaula, el Oreste de En vida y el otro Oreste de Mascaró y el cazador americano, el chico sin nombre del cuento Como un león en Con otra gente, Basilio Argimón en Adastra, el inolvidable viejo sin nombre, el pescador del cuento Todos los veranos, etc. etc.

La textualidad contiana ha participado con creces en la representación de su literatura de aquella premisa de Cesare Pavese: “Narrar es monótono. Y todo auténtico escritor es espléndidamente monótono”


*Por Jorge Isaías. jisaias4646@gmail.com












*


El hombre habló con el viento de las seis direcciones/ tocó sus alas para que llenaran el vacío del mundo./ A su lado/ emergieron las primeras piedras/ y rozaron sus manos./ Seguido/ sopló en un puñado de polvo al aire/ creando las grandes aves sagrados/ para que llenaran su soledad con color y canto./ Abajo/ en el mundo de los dioses oscuros/ se hizo la luz/ y éstos ascendieron al cielo/ iluminando la cabeza del hombre/ surgiendo así el lenguaje de las cosas con el hombre./ Luego/ éste enterró los pies en la vientre de la tierra/ sintió el calor del fuego/ que le urgía a caminar con rumbo hacia a las seis direcciones del viento./


*De Daniel Montoly.











Tambores y Cascabeles*



Déjalo caer, tu corazón de murciélago,
devorador de frutas,
que dé un golpe y se desplome…

Ha llegado el momento en que sepas
cuál es la sustancia que compone la noche,
contemplarás lo sorprendente:
se puede bajar a ese mar lleno de nidos
donde cantan las estrellas
fulguraciones de un amasijo celular.

¡Te habían mentido!
no es aquel un vitral
donde ha pasado todo
lo que está por venir:
Aquí no hay aves de viento,
aves de sombra,
aves de plumaje encantado.

Baja y baila sobre el espejo
de colores apagados,
que irá encendiendo sobre tu cara
una a una las promesas que te hice:
ya no hay más.

Esos bellos animales
que llamábamos sueños
nos han tragado.
Íbamos a devorarlos primero:
ahora nuestros cuerpos
irán a formar parte de su pelaje,
del brillo de sus ojos,
del filo de sus dientes…

Y bailan y danzan
y tu corazón seguirá siendo dulce,
como un abrazo en una tarde lejana.

Dulce,
como la voz
que ha quedado clavada en silencio.


*De hugo ivan cruz-rosas. quetzal.hi@gmail.com











*


Un vestido revuelto, un árbol con raíces hacia el cielo, el calor elemental, historias, la inabarcable llanura:

Había una vez una princesa triste desandando su reino paso a paso, el crepúsculo y el amanecer perseguidos por la niebla y el gris. A la princesa todos le decían "tenés qué" o mejor "no tenés que". Conquistar el mundo con puntillas es casi imposible. Por eso no te preocupes le decían, el príncipe se va a ocupar. Para lograrlo cada reino trataba de matar a los contrarios. Cada fuente de luz era apagada .Hasta que un día la tierra fue un terreno baldío. Algunas  princesas y príncipes decidieron escuchar las palabras del fuego. El fuego era sabio porque sentados a su alrededor la gente contaba historias. Las historias eran palabras enlazadas con un sentido o varios, hasta encontrar belleza. Descifraron como en una novela las claves de la vida…



*De Cristina Villanueva. libera@arnet.com.ar








Inventren


-Próxima estación:

JUAN TRONCONI.


En el recorrido del tren literario por Ferrocarril Provincial:

CARLOS BEGUERIE.   FUNKE.   LOS EUCALIPTOS.     FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE.    GOBERNADOR UDAONDO.   LOMA VERDE.
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN. GOBERNADOR DE SAN JUAN RUPERTO GODOY. GOBERNADOR OBLIGADO.
ESTACIÓN DOYHENARD.   ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA.    D. SÁEZ.    J. R. MORENO.     EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY.   LISANDRO OLMOS.  INGENIERO VILLANUEVA.  ARANA.  GOBERNADOR GARCIA.
LA PLATA.



***


En el recorrido del tren literario por Ferrocarril Midland:


ELÍAS ROMERO.

KM. 38.   MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.   LIBERTAD.
MERLO GÓMEZ.   RAFAEL CASTILLO.    ISIDRO CASANOVA.  JUSTO VILLEGAS.
JOSÉ INGENIEROS.   MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE.  
ALDO BONZI.    KM 12.
LA SALADA.  INGENIERO BUDGE.  VILLA FIORITO.  VILLA CARAZA.
VILLA DIAMANTE.  PUENTE ALSINA.  INTERCAMBIO MIDLAND.





InventivaSocial
Plaza virtual de escritura




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